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PSYCHO por venus

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Notas del fanfic:

Este fanfic está inspirado en la novela ''El silencio de los corderos'' de Thomas Harris. Pueden haber algunas similitudes, pero nunca plagio, a excepción de la primera parte del resumen que es un noventa por ciento copiada.

 

Básicamente, este fanfic no contiene demasiada acción romántica, pues el tema principal es cómo Taehyung va conociendo la mente inteligente y psicópata de Jungkook, entendiéndola e incluso admirándola, y también cómo va descubriendo el lado oscuro que posee.

 

Va a ser una historia larga, ya que hay muchos subtemas y más personajes que irán apareciendo a lo largo de la trama, todos importantes y fundamentales para su desarrollo.

 

Llevo mucho tiempo deseando escribir una historia como esta, puesto que la temática que iréis encontrando (no solo drama y angustia, sino temas de homicidio, enfermedades mentales, sadismo, etc.) es la que me gusta.

 

Aviso de que no es un fanfic muy fuerte, o al menos yo no lo considero así.

 

Espero que les guste.

Notas del capitulo:

Este primer capítulo es una especie de introducción. La ''acción'' comenzará en el siguiente capítulo, dónde la trama se irá haciendo cada vez más interesante.

 

 

                Desde las siete de la mañana la capital del país ya estaba totalmente saturada. Tráfico en las carreteras, gente en las calles, tiendas y cafeterías abiertas. Los barrenderos limpiaban las aceras, recogiendo las hojas de color marrón y naranja que caían de los árboles a causa del frío otoñal que bañaba el mes de noviembre. Las personas caminaban con prisa hacia sus destinos, estudiantes con uniforme y adultos con traje, chocándose unos con otros por estar despistados con la mirada y la atención fijas en el teléfono móvil entre sus manos. El ruidoso sonido del claxon de los coches interrumpía el agradable ambiente que podría formar el de una mañana tranquila, inaugurando el estrés de toda persona en un día laboral. El sol aún estaba saliendo de su escondite iluminando lentamente la oscuridad de la madrugada, y la luna seguía brillando en lo más alto del cielo que poco a poco pasaba a convertirse en un color azul cálido. Y Taehyung, como cada mañana a las siete y media, se encontraba en la cafetería de siempre esperando a que le sirvieran su café moca favorito para llevar.

 

-Que tengas un buen día, Taehyung -le dijo Iseul con su dulce voz, la camarera que siempre le atendía, después de entregarle el vaso de cartón con su café y su número de teléfono móvil escrito y dedicarle una coqueta sonrisa muy insinuante.

 

                Era la cuarta vez en seis meses, desde que Taehyung había comenzado a acudir cada mañana a aquella cafetería, que Iseul apuntaba su número en su café. Y también era la cuarta vez que Taehyung tiraría el vaso vacío a la basura sin siquiera molestarse en apuntar el número en su agenda. Cuando la camarera se enterara de que Taehyung era homosexual, si es que de una vez por todas se daba por fin cuenta, dejaría de comportarse tan tierna y amablemente con él. Y tal vez entonces Taehyung tuviera que cambiar de cafetería, por miedo a beberse un café moca con un ingrediente inesperado y nuevo añadido: un escupitajo de la camarera como consecuencia del rechazo.

 

                Taehyung hizo una pequeña inclinación con la cabeza a modo de agradecimiento y salió de la cafetería con su tan esperada dulce cafeína de todas las mañanas. Mientras caminaba por la acera abarrotada de personas que se movían aprisa, Taehyung dio un primer sorbo, degustando el delicioso sabor a café mezclado con chocolate que despertaba en él los recuerdos de cuando era apenas un niño y su abuela le preparaba la misma maravillosa bebida las mañanas en las que hacía frío. Sin embargo, el moca que se tomaba todas las mañanas sin falta o el de cualquier cafetería que había probado o incluso el que preparaba él mismo en su hogar, no tenía el mismo sabor exquisito que el que su querida abuela le hacía. Sospechaba de algún pequeño ingrediente secreto, tal vez una pizca de leche de coco, tal vez canela, o tal vez jarabe de caramelo. Y Taehyung deseaba conocer dicho ingrediente. No obstante, era demasiado tarde para preguntar, pues hacía más de cuatro años que su abuela había dejado de vivir en el mismo mundo que él.

 

                Taehyung se bebió la última dulce lágrima de su bebida y tiró el vaso en un contenedor antes de entrar por la puerta giratoria de un enorme edificio con una estructura compuesta de cristales en cuyo vestíbulo, detrás del extenso mostrador, indicaba en grandes letras plateadas ‘’CHOSUN ILBO’’. El Chosun Ilbo era uno de los principales y más vendidos periódicos de Corea del Sur, y Taehyung tenía la suerte de trabajar en él. Aunque, probablemente, no era tanta la que tenía.

 

Después de subir hasta la quinta planta del edificio por las escaleras, atravesó el conjunto de mesas de trabajo que empezaban a llenarse de los pocos redactores que trabajaban allí hasta llegar a la suya, que se encontraba al final, justo al lado del despacho del redactor jefe de la sección.

 

-Oh, buenos días Taehyung, tan puntual como siempre -Kim Seokjin, el redactor jefe de la sección de sociedad y sucesos del periódico Chosun Ilbo, salió de su despacho a la misma vez que Taehyung se sentaba en su escritorio- Responde a las cartas que nos han llegado esta semana -dijo, tirando en la mesa un montón de sobres unidos por un elástico- Si haces bien el trabajo en estas dos semanas, tal vez te deje asistir a la reunión mensual del periódico, así que ya sabes -añadió, guiñándole un ojo.

 

                Seokjin era un hombre alto, de unos aproximadamente treinta años, aunque con un aspecto jovial y bien cuidado que le hacía aparentar mucho menos. Su pelo era de color castaño oscuro, que combinaba muy bien con su tono de piel tostado claro y dorado. Se preocupaba mucho por su aspecto, y la ropa perfectamente conjuntada y a la moda y su rostro aparentemente joven lo justificaba. Era guapo, Seokjin era realmente guapo para un hombre de su edad, pero era todo un capullo lameculos.

 

                Podría decirse que trabajar en el gran periódico Chosun Ilbo, debería ser todo un honor para cualquier periodista. Y sin embargo, realmente para Taehyung no lo era. Hacía seis meses que había sido contratado, tras finalizar la carrera de Periodismo en la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl con matrícula de honor. Con el trabajo de fin de grado y un mes de prácticas en el mismo periódico, había fascinado, con su talento y eficacia para buscar noticias y escribirlas, al redactor jefe de la sección de portada, la más importante, Jin  Hyosang, quien le había prometido un puesto fijo en el mundo del Chosun Ilbo cuando culminara la universidad. No obstante, después de la entrevista con el Director y los Subdirectores y su gustosa contratación, fue asignado a una sección distinta, la dedicada a sociedad y sucesos, teniendo a Kim Seokjin y no a Hyosang como jefe.

 

                Había escuchado que Kim Seokjin tenía una especie de competición con Hyosang, desde que ambos habían comenzado a trabajar años atrás como reporteros novatos y disputaban entre ellos, y que su odio hacia el segundo se había acentuado cuando fue destinado a la sección más primordial del periódico, mientras que él se había quedado en sociedad. Seokjin veía inaceptable que Taehyung, un chiquillo de veintidós años recién salido de la universidad, ya fuera contratado simplemente porque Hyosang lo estimaba, así que decidió poner a Taehyung a hacer el trabajo sucio: contestar a las cartas que los lectores escribían al periódico, organizar el calendario de Seokjin con las reuniones, llevar los artículos de la sección a la zona de impresión al finalizar la jornada, contestar las llamadas, etc. Era menos que el trabajo de becario que había tenido en las prácticas universitarias. Nunca le daba la oportunidad de investigar y escribir una noticia, ni siquiera una de prueba que no fuera publicada en el periódico simplemente para valorar su trabajo. Taehyung estaba estancado, Seokjin lo estancaba. Y eso le frustraba.

 

-¡Namjoon! Por fin llegas, te estaba esperando -Seokjin miró sonriente al hombre de media cabeza rapada y rostro sereno que caminaba tranquilamente hacia donde ellos se encontraban- Te he conseguido una noticia para cubrir esta mañana, vamos a mi despacho a hablar.

 

                Seokjin volvió a ingresar a su despacho, seguido de Namjoon quien, antes de entrar, le dedicó una sonrisa arrogante y burlesca a Taehyung. Sin vergüenza, Taehyung le enseñó el dedo corazón con cara de pocos amigos, hasta que el contrario desapareció detrás del redactor jefe. Namjoon también era alto, de tez morena y rasgos masculinos acentuados, con la cabeza rapada a los lados y una actitud de completo gilipollas egocéntrico que no soportaba. Desde el primer día, Namjoon, cuya mesa se hallaba al lado de la suya, se metía con Taehyung, burlándose de su puesto de ‘’secretaria inútil’’ y chuleándose de que Seokjin le asignaba las mejores noticias.

 

                En conclusión, Seokjin era un maricón reprimido que le olía el culo a Namjoon, y Namjoon era un imbécil arrogante al que Seokjin le subía demasiado el ego.

 

                Taehyung estuvo contestando cartas hasta que llegó la hora del almuerzo. La mayoría de sus compañeros, puntuales, se levantaron de sus puestos de trabajo y fueron hacia el ascensor para bajar a la cafetería que se encontraba al lado del periódico, charlando y bromeando entre ellos. Taehyung los miró atento. Todos se llevaban muy bien, incluso algunos viernes salían a beber y a divertirse entre amigos, a veces con el redactor jefe o personas de otras secciones. A pesar de que Taehyung ya llevaba seis meses allí, solo había entablado escasa conversación con uno de sus compañeros, sin contar las constantes discusiones con Namjoon. No es que a Taehyung le importara tener amigos o no, y la verdad es que no era muy sociable, y tampoco amigable por su actitud mayoritariamente lacónica; sin embargo, a veces le gustaría que alguno le dirigiera la palabra, o lo invitara a comer o a salir con ellos. Aunque evidentemente se negara.

 

                Una vez la planta se hubo quedado casi vacía, Taehyung se levantó de su lugar de trabajo y se dirigió a la sala de descanso, donde compró un sándwich en la máquina expendedora para almorzar.

 

-Esa comida no es para nada sana -Taehyung se giró y miró con una pequeña sonrisa al hombre gracias al cual estaba trabajando en uno de los mejores periódicos no solo de la capital, sino de todo el país.

 

-¡Hyosang! -exclamó palmeándole el hombro animadamente- ¡Qué alegría verte! Hace un par de semanas que no nos vemos.

 

-Es que ya no vienes a visitarme a mi sección -bromeó, riendo suavemente por la efusividad del menor- ¿Cómo te va todo?

 

-Bien, bueno, como siempre -Taehyung suspiró, encogiéndose de hombros- Ya sabes cómo es Seokjin, me tiene haciendo el trabajo de becario y no me da oportunidad para una noticia -al ver la mala cara de Hyosang, decidió cambiar de tema para no crear problemas- Y tú, ¿qué tal? ¿Qué haces aquí? Tu sección está en la primera planta.

 

-Me pasaba para hablar con Seokjin sobre un pequeño problemilla que tenemos de organización. Al llegar te he visto aquí y bueno, me apeteció saludarte -Hyosang sonrió, mostrando su dentadura perfectamente recta y blanca.

 

                Admitía que Hyosang era un hombre realmente sexy, con un cuerpazo moreno y trabajado y un rostro masculino y seductor. A pesar de que tenía sus treinta y cinco años, Taehyung se sentía atraído por Hyosang, y no le importaría echar un buen polvo con él, sin embargo, siempre estaba el mismo problema: seguramente era heterosexual; aunque había ocasiones en las que Taehyung juraba que el mayor se insinuaba.

 

-¿Qué haces aquí, Taehyung? -Seokjin entró a la sala de descanso. Primero miró despectivamente a Hyosang, y después de la misma manera a Taehyung, aunque no con tanto odio y asco como al primero de ambos- Las cartas no se responden solas.

 

-Es mi hora de descanso -contestó- Es que pensar qué contestar a las idioteces que escriben los lectores del periódico cansa mucho -dijo sarcásticamente, dándole la espalda y dirigiéndose a la mesa para sentarse y comer su improvisado almuerzo.

 

                Seokjin y Hyosang estuvieron hablando unos minutos, hasta que ambos se marcharon y Taehyung se quedó solo, fantaseando y babeando como tonto repitiendo en su mente el ‘’Adiós Taehyung, espero vernos pronto’’ con el que Hyosang se había despedido. Definitivamente, Hyosang era su amor platónico.

 

                Uno de sus compañeros, el único con el que hablaba, Yoon Jeonghan, entró a la vacía sala de descanso. Lo saludó con una gran sonrisa y se sentó a su lado sobre la mesa. Mientras conversaban de cosas triviales, su colega cogió el mando a distancia que se encontraba sobre la madera y encendió la televisión que estaba en la pared de enfrente. Las noticias del mediodía informaban sobre otra víctima encontrada en Incheon del famoso asesino en serie Jeon Junghyun. A Taehyung se le puso el vello de punta, y no precisamente de miedo, sino de emoción.

 

-La séptima víctima ya -suspiró Jeonghan- Y la policía aún no ha encontrado a ese hijo de puta.

 

-¿Quién ha ido a cubrir la noticia? -preguntó, atento a la televisión.

 

-Namjoon, quién va a ser, aunque seguramente más tarde se encargará la sección de portada  -respondió, bebiendo del café que hacía unos minutos había comprado de la máquina- Las mejores noticias siempre son para Namjoon, y yo redactando el heroísmo de una vieja amargada que recoge a los perros abandonados de la calle y tiene un total de diecisiete en su casa.

 

-Bueno, al menos es una noticia y llevará tu nombre en el periódico. Yo tengo que contestar las tonterías que los lectores escriben en las cartas.

 

                Cuando hubo terminado su almuerzo, regresó a su escritorio y siguió con su absurdo trabajo. Hacia las seis de la tarde Namjoon llegaba, y después de estar quince minutos en el despacho de Seokjin, se sentó en su mesa con una sonrisa triunfal dibujada en su rostro.

 

-¿Qué tal en Incheon? -le preguntó, curioso por el nuevo asesinato de Junghyun.

 

-Ya lo leerás mañana a primera hora en el periódico, pringado -contestó Namjoon, riendo exageradamente y empezando a escribir en el ordenador.

 

-¿Escribirás para la sección de portada?-Taehyung alzó una ceja, incrédulo.

 

                El periódico se organizaba en un total de trece secciones: portada, internacional, nacional, local, sociedad, cultura, cartelera, anuncios breves, deportes, economía, bolsa, agenda y pasatiempos. La planta en la que Taehyung trabajaba, era la de sociedad y sucesos. Usualmente, de una noticia de tan grande escala como la de una nueva víctima de uno de los asesinos en serie más buscados de Corea del Sur, se encargaría la sección de portada, en la que se publicaban los hechos más importantes ocurridos. Aunque hubiera sido Namjoon quien hubiera ido a cubrir la noticia al lugar del suceso, generalmente la sección de portada sería la que redactara el artículo, y no él.

 

-De momento, sí. Si Seokjin y Hyosang están de acuerdo en poner mi noticia como principal -dijo, sonriendo arrogante- Me estoy viendo dentro de unos meses trabajando para la sección de portada. Y tú seguirás aquí, haciendo el memo.

 

                Trabajar para la sección de portada del periódico era el sueño de todo periodista que trabajaba en la prensa escrita. Y por supuesto, también era el sueño de Taehyung, que lo veía casi imposible teniendo en cuenta que tenía el asqueroso trabajo de secretaria.

 

-Algún día te mataré con mis propias manos, gilipollas -murmuró.

 

-Estaré esperando ansioso ese momento, pequeño Taehyung.

 

-¡No me llames así, imbécil! -exclamó enfadado. Siempre lo había llamado así desde el principio por ser más bajo que él. No podía soportar a Namjoon, era imposible.

 

-Te llamo como me da la gana, pequeño Taehyung. Pequeño Taehyung, pequeño Taehyung, lalalala -dijo con voz cantarina, burlándose.

 

-Ya basta -el redactor jefe apareció de repente- Namjoon, escribe la noticia para llevarla a la reunión de las ocho. Taehyung, si ya has terminado tu trabajo, puedes irte a casa.

 

                Taehyung rodó los ojos, harto de su situación en el periódico. Era injusta la manía que Seokjin le tenía. Se puso su abrigo, cogió sus cosas y sin despedirse salió del edificio de Chosun Ilbo. No podía seguir permitiéndole a Seokjin que lo tratara de esa manera, que teniendo una carrera con matrícula de honor y una recomendación de Hyosang lo mandara a hacer el trabajo inútil. Se merecía respeto, y también se merecía una oportunidad en el mundo del reportaje. Y estaba dispuesto a conseguir aquello que tanto se merecía.

 

 

 

 

 

                Taehyung había nacido y se había criado en Daegu, donde ahora toda su familia residía. Al comenzar su primer año de carrera en la Universidad Nacional de Seúl, se mudó a la capital del país, instalándose en un pequeño piso en el centro de la ciudad que compartiría con un desconocido, Park Jimin, que con el tiempo se convirtió en su mejor amigo. A pesar de haber terminado la carrera y haber encontrado rápidamente un trabajo estable, Taehyung aún no tenía el suficiente dinero ni las suficientes ganas de buscar un nuevo lugar en el que desarrollar su vida independiente y adulta, así que decidió seguir viviendo en el pequeño piso compartido que se había transformado en su hogar durante sus duros cuatro años de carrera hasta que ahorrara más dinero y su puesto en el periódico mejorara.

 

-¿Qué ha pasado? Traes mala cara -Jimin lo miraba atentamente desde la mesa de la cocina mientras él rebuscaba, enfadado y con brusquedad, un paquete de café en la despensa. Taehyung era un adicto al café.

 

-Siempre traigo mala cara del trabajo, Jimin -respondió cortante- Mierda, no hay café.

 

-Ahora mismo iba al supermercado a hacer la compra. Te compraré un par de paquetes.

 

-¿Quieres que te acompañe? -preguntó Taehyung suspirando.

 

-No hace falta -respondió sonriente- Descansa. Volveré en media hora -y dicho esto, se levantó y salió por la puerta principal.

 

                Jimin tenía su misma edad, veintidós años. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Seúl y ahora estaba cursando el primero de los dos años de academia para ingresar en el NIS o Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur. Ambos tenían personalidades muy distintas, porque mientras que Jimin era simpático, infantil y optimista, siempre riéndose hasta de sus propias bromas estúpidas, Taehyung poseía una actitud más seria, aunque a veces efusiva, dependiendo de su compañía. Y sin embargo, a pesar de ello, los dos encajaban y se entendían a la perfección. Y por eso, eran mejores amigos, casi como hermanos, aunque Taehyung ya tenía bastantes de sangre.

 

                No había hecho mucho en el trabajo, pero cuando se ponía de mal humor y le daba muchas vueltas al tema de que Seokjin era un verdadero gilipollas que parecía que se burlaba de él, se sentía cansado. Se sentó en el pequeño sofá rojo de tela de la sala, suspirando, y encendió la televisión para matar el tiempo en lo que Jimin regresaba de comprar. En casi todos los canales reproducían las noticias de la noche, que eran prácticamente una repetición de las del mediodía y algún acontecimiento más ocurrido durante la tarde. Al igual que horas antes, la noticia que predominaba en todo el informativo era la séptima víctima encontrada esa misma mañana del asesino en serie Jeon Junghyun. Aparecieron imágenes del lugar dónde se había encontrado a la nueva fémina asesinada, un montón de periodistas curioseando y entrevistando a los policías con cara de pocos amigos que acordonaban la zona, unos pies desnudos y sin vida completamente limpios y blanquecinos, una camilla que transportaba un cuerpo oculto debajo de una bolsa de plástico negra, y finalmente una soga cortada colgando de una de las ramas de un gran árbol, balanceándose a causa del viento otoñal.

 

                Hacía aproximadamente cinco meses, en junio del mismo año, se había encontrado a una chica de diecisiete años ahorcada en Daejeon. Taehyung nunca olvidaría la escalofriante imagen que había visto en los periódicos, la de la pobre muchacha, muerta, colgando de una cuerda que rodeaba su cuello atada a la rama de un árbol. No tenía signos de violación, pero sí de tortura: uñas arrancadas, lengua mutilada, y finas cortadas en toda su espalda y torso que formaban palabras escritas sin sentido. Había muerto debido a la estrangulación de la soga que se abrazaba a su cuello, que tenía pequeñas espinas que se habían clavado a su piel. Y aunque hubiera sido asesinada en una zona con tierra, su cuerpo se hallaba completamente limpio, como si el asesino la hubiera aseado después de su muerte, y abrigado con un corto vestido de color blanco que ocultaba las inscripciones incrustadas en su piel. A partir de esa primera víctima, hasta ese momento, se habían encontrado otras cinco chicas jóvenes muertas por ahorcamiento, que presentaban exactamente el mismo patrón que la primera. Ahora, había muerto otra muchacha, y ya eran siete las víctimas de Jeon Junghyun en tan solo cinco meses.

 

                Fue en la quinta víctima cuando descubrieron una huella dactilar en el cadáver de la muchacha y pudieron identificar al asesino. Jeon Junghyun. Sin embargo, a pesar de tener su nombre, su imagen, y sus datos, dos meses más tarde aún la policía no había logrado localizarlo.

 

                La noticia de Junghyun, ‘’el terrible asesino en serie de chicas jóvenes’’, era la más golosa para el mundo de los medios de comunicación, sobre todo para la prensa escrita. Desde que Taehyung trabajaba en el Chosun Ilbo, atraído por el tema de los asesinatos, había deseado cubrir una noticia sobre el caso Junghyun, investigar, entrevistar y descubrir, y escribir un reportaje que lo elevara un peldaño en la escalera de la prensa. Sin embargo, Seokjin siempre elegía a Namjoon, o si no, se encargaba otro periodista de la sección de portada.

 

                Taehyung apagó la televisión y fue a su dormitorio, encerrándose. Se sentó en el sillón de cuero del escritorio, encendió su ordenador portátil y empezó a investigar sobre el caso Junghyun. Tenía que encontrar algo que, no solo le convenciera a Seokjin para darle la oportunidad de hacer un reportaje, sino también que siguiera situando al periódico Chosun Ilbo como el principal y el más vendido de todo el país y que aumentara aún más en la carrera con la competencia.

 

                Escuchó a Jimin entrar al piso y gritarle que ya había comprado el café, pero Taehyung lo ignoró y siguió concentrado en su búsqueda. Las páginas web, mayoritariamente periódicos digitales y blogs, hablaban sobre las víctimas, sobre el mecanismo que efectuaba el asesino y sobre los pocos datos que se sabían de él que habían salido públicamente. No había nada que no supiera, así que buscó su apellido, Jeon, y la ciudad en la que había nacido, Busan. Salieron más noticias sobre Junghyun y sobre un empresario de mismo apellido que había donado un montón de dinero a una ONG. Nada sobresaliente, hasta que sus ojos, que se movían rápidamente sobre la superficie de la pantalla, como si fueran atraídos por una energía invisible y potente chocaron con una noticia de hacía ocho años en la que se nombraba a un tal Jeon Jungkook, cuyo titular decía: ‘’Niño de trece años asesina a sus padres a sangre fría’’. Taehyung pinchó en el enlace para leerla. Ese tal Jeon Jungkook, con tan solo trece años de edad, había asesinado a su padre, Jeon Jungnam, y a su madre, Kang Moyeon, cortándoles el cuello y destripándoles con un cuchillo de cocina. Su padre murió en el acto, su madre casi una hora después desangrada. Como no se sabía nada de su hermano mayor, de dieciocho, Jeon Junghyun, fue acogido por los servicios sociales e ingresado a un correccional para menores en donde se sometería a ayuda psiquiátrica.

 

-Junghyun, hermano mayor… -murmuró para sí mismo mientras releía una y otra vez el artículo.

 

                Escribió en el buscador el nombre de Jeon Jungkook, donde salieron más noticias. Taehyung leyó todas las que pudo, informándose sobre ese individuo y fijándose si en alguna volvía a hablarse de su hermano mayor desaparecido de nombre Junghyun.

 

                Era evidente que Junghyun era un asesino atroz y espeluznante, que ponía los pelos de punta con solo escuchar lo que les hacía a sus pobres víctimas. Sin embargo, ahora Taehyung no sabía quién le daba más escalofríos, si Junghyun, o su supuesto hermano menor, Jungkook.

 

 

 

 

 

-Taehyung, ¿qué haces aquí? Ya te dejé el trabajo de hoy en tu mesa. Tienes que enviar las contestaciones a las cartas de los lectores y cuando regreses hacerme un índice de las noticias de nuestra sección de toda esta semana para la reunión de esta noche -dijo Seokjin, sin levantar la mirada.

 

                Nada más despertar esa mañana de viernes, después de una emocionante pesadilla en la que aparecían dos asesinos escalofriantes e inhumanos que poseían los mismos ojos con mirada sádica, Taehyung había sentido la necesidad de contarle a su redactor jefe todo lo que había descubierto la noche anterior, y proponerle hacer un reportaje entrevistando a Jeon Jungkook, definitivo hermano menor de Junghyun. Había amanecido tan alterado y a la vez tan entusiasmado por la idea, que ni siquiera en el camino de su casa hacia el periódico se detuvo en la cafetería de siempre para tomarse su bebida favorita.

 

-Seokjin, anoche estuve investigando y….

 

-Me alegro, me alegro -lo interrumpió. No lo estaba escuchando, ni siquiera estaba dispuesto a hacerlo, y eso cabreaba a Taehyung.

 

-¡Seokjin! -gritó. El aludido levantó la mirada del periódico que había salido esa misma mañana y que estaba leyendo. Alzó una ceja, y antes de que abriera la boca para hablar, Taehyung siguió- ¿Puedes atenderme unos minutos, por favor? Es importante.

 

-No debería por haberme gritado. Pero bueno, adelante, siéntate -respondió. Taehyung suspiró, aliviado. Cerró la puerta del despacho y se sentó- Cuéntame, ¿qué ocurre? -preguntó quitándose las gafas que utilizaba para ver de cerca y mirándolo atentamente.

 

                Taehyung no sabía por dónde empezar. Tragó saliva, ciertamente nervioso, y recorrió por unos segundos el despacho de su redactor jefe. Había entrado numerosas veces, pero nunca se había detenido a estudiar el entorno en el que trabajaba Seokjin. Encima del escritorio todo estaba perfectamente ordenado y organizado: un par de bolígrafos y un lápiz colocados horizontalmente al lado de una torre de papeles organizados en clasificadores en el lado izquierdo, una botella de agua en la esquina superior de la mesa, en el lado derecho el ordenador sin siquiera una mota de polvo, un calendario y una agenda estructurada y escrita con caligrafía perfectamente recta y bonita. La estantería que se hallaba en la pared derecha, la contraria a donde estaba la ventana, estaba llena de ficheros con fechas, desde hacía seis años hasta ese mismo mes, que seguramente contenían todos los periódicos en los que Seokjin había participado como redactor jefe de la sección de sociedad. La pared de detrás de Seokjin estaba protagonizada por diplomas y títulos enmarcados, demostrando los logros a los que había llegado a lo largo de su carrera estudiantil y profesional. Ningún portarretrato con fotos familiares o de amigos, como solía ser típico en la mesa de casi todos sus compañeros. Seokjin era una persona organizada, perfeccionista, arrogante y orgullosa, y también muy solitaria.

 

-Taehyung, no tengo todo el día -Seokjin se recostó sobre su sillón de cuero y se cruzó de brazos.

 

-Bueno -Taehyung carraspeó- Anoche estuve investigando sobre Jeon Junghyun. Intentaba buscar algo, algún dato, algún hecho, lo que fuera, que ningún otro medio hubiera publicado y que nos diera la oportunidad a nosotros de ser aún mejores.

 

-¿Y lo encontraste?

 

-Probablemente -respondió, y entonces Seokjin puso toda su atención en él, con una expresión seria- Todos los medios de comunicación, hasta este momento, han hablado de las víctimas de Junghyun y de su patrón, pero de nada más. Ayer encontré varias noticias, algunas de hace ocho años y otras de hace dos, sobre Jeon Jungkook, el hermano menor de Jeon Junghyun -Seokjin abrió la boca, sorprendido- Jungkook asesinó a su padre y a su madre cuando tenía trece años. Por ese entonces Junghyun tendría dieciocho, y desapareció. Se creía que Jungkook también lo había matado, pero nunca se encontró su cadáver así que nunca se supo. Jungkook fue ingresado en un correccional, donde recibió ayuda psiquiátrica. Un año más tarde se descubrió que sus padres no fueron sus primeras víctimas. Con tan solo once años, desolló a los cinco gatos de su vecina para asustarla, y cuando ella, sospechando de Jungkook, se quejó a sus padres y a la policía, Jungkook la mató con el mismo método que empleó con sus gatos. Como era solo un niño, no sospecharon de él, así que lo inculparon y lo dejaron pasar. En el correccional, su psiquiatra, Kim Youngwoon, después de tratarlo y hacerle una serie de pruebas, le diagnosticó psicopatía o personalidad psicopática, que es un trastorno antisocial de la personalidad, o lo que es lo mismo, sociopatía. Después de su diagnóstico, Jungkook, con quince años, lo asesinó apuñalándolo con un bolígrafo. Lo metieron en aislamiento debido a su peligrosidad, y lo sometieron a medicación y a terapias con otro psiquiatra hasta que lo dejaron libre al llegar a la mayoría de edad, creyendo que había mejorado y estaba controlado, pero con la condición de asistir tres veces semanales a visitar a su psiquiatra y tomarse su medicación. Por ese entonces Junghyun, su hermano mayor, había reaparecido, y se hizo cargo de Jungkook. Sin embargo, Jungkook no asistió nunca más al psiquiatra, y desapareció junto a su hermano, hasta que cinco meses más tarde encontraron en Seúl el cadáver de un hombre con sus huellas dactilares. El arma homicida, un martillo, no solo tenía sus huellas, sino también las de Junghyun. Cuando encontraron a Jungkook, lo detuvieron, y en el juicio confesó, pero exculpó a su hermano mayor, diciendo que no sabía nada de él desde hacía meses. Se declaró enfermo mental para no ir a la cárcel y fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Seúl, donde ha residido hasta ahora.

 

>>En estos últimos seis meses, desde la primera víctima de Junghyun, nunca se ha nombrado a Jungkook. Y he pensado que podríamos hablar con él, entrevistarlo, escribir un reportaje sobre Junghyun desde la boca de Jungkook, hablar sobre los dos hermanos, sobre la violencia que corre por sus venas.

 

-Hum. Los hermanos asesinos. Me gusta, me gusta -dijo Seokjin, sonriendo de lado y apoyando sus brazos sobre el escritorio.

 

-Seríamos el primer periódico, más bien, el primer medio de comunicación en hablar sobre Jungkook desde el comienzo de los asesinatos de Junghyun. Las ventas de Chosun Ilbo aumentarían, superaríamos en más de un cincuenta por ciento al resto de periódicos.

 

-Taehyung, es una excelente idea. Además, eso supondría seguramente mi ascenso a subdirector -el redactor jefe se levantó inmediatamente, y Taehyung hizo lo mismo, con la emoción recorriendo su cuerpo- Cuando Namjoon llegue le encargaré el reportaje.

 

                El entusiasmo que animaba a Taehyung de repente decayó. Frunció el ceño y miró a Seokjin incrédulo y decepcionado. Había estado seis meses callado, sumiso a los trabajos que le mandaba a hacer. Pero esta vez no iba a cerrar la boca y a joderse.

 

-¿Namjoon? ¿Por qué Namjoon? He sido yo el que ha descubierto a Jungkook, así que lo más lógico sería que yo hiciera el reportaje y lo publicara en mi nombre -habló despectivamente, lanzándole una mirada repleta de rencor.

 

-Pero solo llevas seis meses aquí, Taehyung, y seguramente lo harías mal porque no tienes experiencia así que…

 

-¡Eso no lo sabes! -exclamó, interrumpiéndolo- Desde que he llegado aquí no me has dado ni una maldita oportunidad para redactar un artículo, siempre me dejas el trabajo de secretaria por ser un novato. ¡No voy a estar todos los días de mi puta vida viniendo aquí para contestar las cartas absurdas de personas que no hacen más que contar tonterías o para organizarte la agenda y hacer tus odiosos recaditos! Me gradué con matrícula de honor, hice unas prácticas excelentes, tengo una recomendación de Hyosang, ¿qué más necesitas para que me des una oportunidad, Seokjin? ¡Puedo demostrarte que el periodismo es lo mío, y que soy mejor que el gilipollas de Namjoon!

 

                El despacho se quedó en completo silencio. Seokjin lo miraba fijamente, sin ninguna expresión. Estaba de pie, sus manos agarrando el borde de la mesa, sobre la que apoyaba casi todo el peso de su cuerpo. Taehyung respiraba agitadamente por hablar tan rápido, mientras que sus ojos miraban con intensa rabia y desafío a su redactor jefe. Entonces, Seokjin sonrió, orgulloso.

 

-Te juro que como no me asignes esta noticia dimito y voy al periódico Joongang Ilbo a anunciarles que Jeon Junghyun tiene un hermano menor que…

 

-Vale, ¡vale! -lo interrumpió Seokjin, alzando las manos- ¡Obviamente el caso es tuyo, Taehyung! Ya era hora, pensaba que te ibas a pasar el resto de los años callado y permitiendo que yo no te dejara escribir una noticia.

 

                Taehyung frunció el ceño y lo miró escéptico. Si no le daba una hostia a Seokjin era porque podría ser denunciado y posiblemente despedido.

 

-Te doy un mes, ¿vale? Dentro de un mes quiero ver todo el reportaje y la noticia definitiva en mi mesa, y como sea una mierda, le diré a Namjoon que cubra el caso, y me da igual que hayas descubierto tú la existencia del hermano menor de Junghyun.

 

-Seokjin, te prometo que en un mes tendrás el mejor reportaje que la sección de sociedad y sucesos haya escrito desde la existencia del periódico y que logrará que asciendas y seas subdirector del periódico Chosun Ilbo.

 

                Taehyung salió del despacho con una enorme sonrisa de satisfacción y soberbia invadiendo su rostro. Tenía un mes. Con un mes le daba y le sobraba para entrevistar a Jungkook y saber sobre el pasado de ambos hermanos.

 

                Sin embargo, Taehyung no sabía que en ese mes, su vida cambiaría radicalmente.

Notas finales:

Espero que les haya gustado esta primera parte, y si es así, podéis dejar algún review, se los agradecería bastante.

Hasta pronto!


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