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Maldita cadena de flores por Ren Phanteas Mircea

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Notas del capitulo:

Magi sigue sin pertenecerme, aún! Mañana actualización de otro fic! Espero que les guste lo de hoy. Ya es hora de leer, preciosos y preciosas!

Aún no le habían visto y eso, debía de ser un alivio. Kougyoku se guardó un jadeo amenazante que deseaba salir por la impresión. Como príncipe debía de estar acostumbrado a ese tipo de escenas. Las princesas quedarían escandalizadas por el asunto. Pero Kougyoku.. Kougyoku.. Era joven, el último en la sucesión del trono y a diferencia de sus hermanos mayores, nadie veía en él la necesidad de procrear descendencia a tan temprana edad. 

Judar y Hakuryū seguían entretenidos con un largo beso, más apasionado de lo que había visto darse a una pareja.

¿Esos dos eran pareja? 

Por más que la situación dictase eso, Kougyoku presentía que ese no era el caso. No del todo. Esos dos parecían ser algo incluso más íntimos. Amantes. Y los amantes no siempre necesitaban estar atados por un sentimiento de romanticismo, en algunos casos, eran arrastrados por el sentimiento de la lujuria. 

Su rostro enrojeció todavía más, de ser posible.

Debía escapar. No debían de pillarle y lo entretenido que ese par seguía sería suficiente como para que desapareciese de escena sin dejar rastro. Kougyoku jamás había estado allí. Jamás les había visto en un momento tan íntimo. Tenía que, ser lo más cuidadoso posible. Retrocedió un paso, lento. Sujetó algunas telas de su vestimenta para evitar que estas hicieran ruido al rozar con el suelo o entre ellas mismas. Iba bien. Nadie reparaba en su presencia. Un segundo paso. Un tercero. Si no calculaba mal, necesitaba tan solo de cuatro pasos más para salir del camino de piedra que era la entrada al jardín. Luego subiría un escalón y su cuerpo estaría de vuelta al pasillo de madera e iría a la izquierda, en donde estaba el muro que impediría que alguien le viese. El mismo muro que le había impedido ver la escena que su primo hermano y el oráculo compartían. Un cuarto y quinto paso. Bien, excelente, tan solo le faltaba dos pasos más y.. 

 — ¡Príncipe Kougyoku! ¡No debe adelantarse al camino por su cuenta, debe de esperar a..! —alguien allí no recordó que un asistente y dos soldados estaban pisándole los talones.

Ka Koubun no se guardó su chillido. 

Hakuryū y Judar se habían separado como si una fuerza de repulsión misteriosa les hubiese obligado. Por muy increíble que pareciera, esos dos estaban azorados, con un sonrojo en las mejillas que los delataban. Y Kougyoku deseaba que viesen a Ka Koubun, quién era el que les interrumpiese, en lugar de a él. 

Los ocelos azules de Hakuryū y los carmesí de Judar le analizaban como si quisieran atravesarle. Judar con la sorpresa de que fuese él, el tímido príncipe, quien les hubiese descubierto. Y Hakuryū, su primo –por no decir hermanastro– tenía una mirada sería, con un único pensamiento evidente:

"¿Cuánto tiempo llevas allí?"

Kougyoku sintió que acababa de adquirir el poder sobrenatural de leer el pensamiento de todos los presentes. Incluso la de un alterado Ka Koubun que no sabía donde meterse ni que hacer. No. Ka Koubun si tenía una idea de que hacer y Kougyoku presintió que por el bienestar de muchos, debía de detenerle.

Judar era el oráculo de Kou. El oráculo. Al emperador no le importaba del todo la opinión que el muchacho pudiese tener. Desaprobaba muchas de sus actitudes e incluso su forma de vestir. Le soportaba porque el muchacho les había brindado poder y porque aún podía seguir haciéndolo. Kougyoku sabía de eso de la misma forma en que sabía que para su padre el sacerdote del imperio era un representante religioso. La costumbre dictaba que alguien así no debía de ser mancillado. El único que tenía el poder para dar el permiso de que esta costumbre fuese rota era el emperador.

Si Hakuryū hubiese solicitado una relación formal con Judar, el Imperio lo sabría.

 — Ni una palabra —la voz de Hakuryū sonó profunda y Ka Koubun junto a los dos soldados entendieron la segunda orden silenciosa: "Márchense" Kougyoku rememoró que estaba a dos pasos de su huida improvisada. Aliviado, pensó que era hora de irse con Ka Koubun y su guardia, tendrían una sería charla sobre la discreción del tema. Las coronas de flores que planeaba hacer ese día podían esperar.

Judar frunció el entrecejo, inconforme— Tú te quedas, Kougyoku

Demasiado pronto para pensar que todos saldrían ilesos.

 


Notas finales:

Segundo y corto capitulo arriba! Espero que les hubiese gustado. Dejad reviews, mis pequeños y pequeñas magas o conquistadores de celda! 

Les quiere, atentamente, Mircea.


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