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Noche de Luna por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Estoy aquí de nuevo!!!! Traigo la conti para ustedes, espero la disfruten. Esta vez no tengo mucho que decir, así que solo pasen a leer…

La verdad golpeó a Naruko tan fuerte que cayó de rodillas en el suelo, abrazando a su hermano, le brindó todo el calor fraternal que pudo. Lo acunó en su pecho, acariciándole la cabeza con movimientos suaves de sus manos, siseó en su oído para intentar calmarlo, sin lograr demasiado.

-¿Qué has hecho, hermanito?- fue más una protesta que una pregunta.Tomando a su hermano de la mano, lo obligó a ponerse de pie y en silencio, lo llevó hasta su habitación.- Le diré a mamá que estás resfriado y que no bajarás a cenar- empujándolo suavemente del pecho, lo instó a que se sentara en la cama- Traeré algo liviano para que cenes, mientras estoy fuera ponte un pijama y acuéstate- lo abrazó con fuerza, hablándole en el oído una vez más- yo cuidaré de ti, no te preocupes, ¿vale?

Naruto simplemente asintió, se sentía demasiado cansado, solo deseaba hacerse un puño y dormirse hasta dejar de sentir esa opresión en su pecho. Conociendo a Naruko como la conocía, estaba seguro que armaría un berrinche si entraba a su recámara y lo encontraba en la misma posición – sentado en su cama sintiendo lástima de sí mismo – así que se levantó para buscar algo liviano que ponerse.

Una vez sobre sus dos piernas, tuvo que sostenerse del cabecero de la cama para no caer de cara al suelo. Estaba consciente de que tenía que alimentarse más, su cuerpo ya le estaba pasando factura, pero sencillamente no sentía ganas. Sosteniéndose con fuerza para no recibir un pasaje al suelo, respiró lentamente hasta que la habitación dejó de girar.

Sintiéndose más seguro de no caer, caminó hasta su armario y sacó unos pantalones de algodón delgado, las camisetas solo las usaba para dormir en invierno, luego fue al baño a cambiarse.

Cuando Naruko regresó de la cocina con bandeja en mano, Naruto estaba acostado de lado en la cama, abrigado con una fina manta de tela liviana que le llegaba justo debajo de las axilas.- Traje un poco de sopa para que cenes, hermanito- anunció la felina, dejando la bandeja en la mesita al lado de la cama.

Naruto asintió sin levantar la vista para mirarla, seguía con las pupilas clavadas en los animalitos de felpa que estaban acomodados en las repisas de la pared- recuerdo los días en que no podía esperar porque llegara la luna llena- habló tan bajo que Naruko apenas pudo escucharlo- me hacía mucha ilusión pensar en cómo sería mi vida de adulto junto al macho que amaba.

Naruko se sentó a su lado y le tomó la mano, sin saber que decir, o cómo actuar.

-Desearía ser un cachorro otra vez y robarle galletas a mamá en la cocina- se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar de manera amarga- es injusto, odio esto- sollozó- ¿por qué soy el único que cuando encuentra a su pareja lo que consigue de ella es un corazón roto?

La chica pestañeó varias veces, dejó salir el aire que tenía atascado en los pulmones, la mano crispada entre el cabello rubio de su hermano, solo habló cuando se pudo sentir dueña de sí misma- déjame ver tu hombro.

Sabiendo de antemano qué era lo que ella quería ver, se dio la vuelta en el colchón para mostrar la zona mencionada.

-¡Joder!- maldijo Naruko al ver lo que más temía encontrar. En la bronceada piel de Naruto, justo en la zona donde se unía el cuello con el hombro, se encontraba la marca de una mordida de emparejamiento. Donde los colmillos del macho se habían enterrado en la tierna carne, se había formado una cicatriz con forma de media luna- no puede ser cierto…- farfulló la rubia, por primera vez en su vida sintiéndose vulnerable.

Naruto tenía las cerúleas pupilas clavadas en el techo, rehusándose a ver la lástima en los ojos de su hermana. Estar consciente de que uno es un idiota era una cosa, pero admitirlo en público ya era otro marco.

Pasándose las palmas por la cara, trató de retener el desorden de lágrimas silenciosas que no cesaban su decaimiento. Naruko odiaba llorar, nunca fue una niña llorona y no empezaría a serlo ahora que su hermano la necesitaba más que nunca.

-Vale- argumentó la rubia para cerrar la angustia con llave- supongo que cuando metes la pata, lo haces a lo grande, ¿no?

Naruto sonrió, su hermana era una maldita cínica, pero esa era una de las cosas por lo que la amaba tanto- deja de burlarte, pecas- mofó, recordando cuando llamaba a Naruko de ese modo en la época que eran pequeños. Ella siempre lo golpeaba por decirle así, ya que era la única de la familia que tuvo pecas de niña.

Sonriendo, Naruko trató de ignorar el insulto y empujó un poco de su nariz con la punta de su fino dedo- por el momento limítate a alimentarte como se debe- suspiró más tranquila al ver que quedaba algo del hermano que ella recordaba- la sopa te caerá bien en el estómago… descansa, enano. Mañana será otro día.

Sabiendo que esas palabras solo eran para darle un poco de la esperanza que él ya había agotado, Naruto sonrió con sinceridad. Lentamente, se incorporó para sentarse mientras Naruko acomodaba sus almohadas. De alguna manera ya no se sentía tan perdido con ella allí para brindarle su apoyo, y sobre todo, un delicioso plato con sopa de pollo para recargar las energías.

 

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Los fuertes sonidos de la lucha llegaban fuerte y claro. Por tercera vez en menos de una semana, el joven alfa de la manada de lobos tuvo que ir a salvar el pescuezo de uno de sus centinelas antes de que su tonto hermano menor lo matara. El muy idiota había estado con un humor de perros – por muy irónico que suene el caso – desde que regresó de su accidente en el río.

Si no fuera lo suficientemente fuertecomo para poder prensarlo contra el suelo, Itachi estaba seguro que ya habría perdido a uno o dos de sus hombres.- ¡Sasuke!- gritó lleno de ira- ¡suéltalo ahora mismo!

El mayor de los hermanos, en su forma de hombre, era un espécimen por demás impresionante. Erguido en sus dos piernas, era dos metros de puro músculo perfectamente cincelado dentro de una pálida piel. Su cabello era largo hasta los hombros y tan negros como los de su hermano; los ojos, tan penetrantes como dagas, destilaban chispas de rabia bajo su tono escarlata brillante.

Cualquier miembro de la manada correría a esconderse debajo de una piedra si el joven les dirigía una de sus férreas miradas chispeantes, mas no su pequeño hermano, el cual se rehusaba rotundamente a soltar el pescuezo del centinela.

El lobo más joven levantó la vista solo un poco, sin soltar la garganta de su presa, la cual la tenía tan bien agarrada que con solo un poco de presión podría partirla en dos. Pudo ver los ojos coléricos de su hermano, y a cambio le dio un gruñido como única respuesta.

-¡Suéltalo de una maldita vez!- diciendo esto, el estoico alfa se sacó su ajustada camisa de franela, preparándose para el cambio si llegaba a ser necesario- no estoy jugando, Sasuke. Si me haces tomar mi forma de lobo, te vas a arrepentir.

Sasuke le dedicó una penetrante y profunda mirada, aun así, obedeció lentamente, abriendo despacio las fauces para soltar a su contrincante. El centinela resolló mientras se arrastraba para buscar un poco de oxígeno. La lucha había sido sencillamente impresionante, ya que el lobo que el moreno arrastró por toda la plaza sin ningún problema, era uno de los más grandes de la manada. Ofreciéndole un último gruñidode advertencia, Sasuke corrió lejos del lugar sin mostrar respeto por el alfa – dígase su hermano –.

Los miembros del improvisado público que había visualizado todo el espectáculo, se miraron unos a otros cuando reinó el silencio en la plaza. Para todos era bien sabido que el menor de la familia Alfa era un joven fuerte, digno heredero de su nombre y fortaleza de su padre; pero de allí a ponerse rabioso por la menor provocación, solo indicaba que el menor de los alfa tenía un largo camino por recorrer.

-Despejen el área- gruñó Itachi mostrando los colmillos, colocándose su camisa otra vez sin dejar de fruncir el ceño. Circunspecto, miró de reojo al lobo que su hermano había apaleado sin ninguna dificultad y se puso de cuclillas para hablarle- tú…, levanta el culo ahora mismo. Tenemos que hablar.

 

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Sasuke explotó la puerta tras de sí cuando entró en su humilde morada. Vivía allí con su hermano desde que sus padres habían muerto en un incendio provocado por los humanos y realmente no se quejaba. Ya que Itachi había insistido que las primeras casas en ser reparadas debían ser las que tuviesen familias con cachorros, los solteros y los que tenían hijos mayores se acomodaron en cualquier parte.

Para poner el ejemplo, ellos habían acondicionado el cobertizo en una casa más o menos decente. En el instante en que Sasuke encontrara pareja, al igual que su hermano, podrían separarse y construir sus propias casas. Por el momento estaban condenados a vivir juntos.

La chica que iba algunas veces en la semana para limpiar, sonrió tímidamente cuando el moreno pasó por su lado, sonrojándose al ver al macho imponente completamente desnudo, envuelto en su esculpido cuerpo de lobo Alfa. Lástima que Sasuke no estuviese en condiciones de apreciar las miraditas coquetas de la joven, tampoco al ceño fruncido que le mandaba el Beta desde su sitio. Solo entró en su cuarto sin decir nada, explotando la puerta una vez más.

Estaba harto de que lo siguieran tachando de irresponsable, de que Itachi se metiera en sus decisiones. Él también era un líder para esa manada, debía darse a respetar. Tenía sus buenas razones para revolcar a ese imbécil y suerte que pudo contenerse lo suficiente como para no exprimirle la tráquea con los dientes.

Dejándose caer sobre la amplia cama, se pasó las manos por el cabello, tratando de calmarse, después de semejante lucha, la adrenalina aún corría caliente por sus venas. Su instinto animal estaba tan frustrado que le costaba cada gramo de su paciencia mantenerlo bajo control. Estaba plenamente consciente que si lo liberaba solo un poco, correría lo más rápido que le permitieran sus patas hacia el territorio de los gatos monteses y secuestrar al hijo del alfa. Como se había enterado cuál era la identidad del gatito que lo tenía loco desde la luna llena, dudaba que en verdad no pudiese hacer una locura.

Cuando logró normalizar su estado de ánimo, se levantó de la cama y fue al pequeño baño; uno de los pequeños lujos que tenía en la casa provisional. Bajo el chorro de agua, lavó los rastros de sangre y tierra que le quedaban en la piel, analizando de forma concentrada y con la mente fría toda su situación.

Sus padres habían muerto en el incendio de hace algunos años, como consecuencia, su hermano se había hecho cargo de cuidarlo y velar por la seguridad de la manada, tomando el puesto de líder de manera inmediata. Había sido predicho que en cuanto él alcanzase su adultez, se haría cargo por su cuenta, ya que Itachi nunca quiso ser líder y además se lo había prometido.

Desde que estuvo con su pequeño gatito, sus instintos de lobo adulto terminaron de despertar y esto fue notado rápidamente por Itachi. Casi instantáneamente se había corrido la noticia en la manada de que Sasuke pronto tomaría el mando, por lo tanto muchos no se recogían las pelotas a la hora de retarlo para probar suerte y ver si podían derrocar al joven alfa.

Por supuesto, si había algo que no le faltaba a Sasuke, era el coraje y la suficiente rabia como para revocarlos a todos como trapos viejos. En pocos días se había dado a respetar y todos esperaban a que encontrara a su pareja para que por fin pudiese tomar el mando, su hermano era el primero en la lista. Sin embargo, el tiempopasaba, las semanas se desvanecían y Sasuke no escogía a nadie.

Debido a este casi nimio inconveniente, los machos más fuertes quisieron revelarse de nuevo, probar fuerzas una vez más. Claro que Sasuke los seguiría pateando cuantas veces fueran necesarias para demostrar su fortaleza de líder, pero las cosas no podían seguir así. Itachi lo sabía, él lo sabía, el resto de la manada lo sabía, pero nadie hacía ni desea nada y el tiempo seguía pasando.

Después de restregar su piel con una buena cantidad de jabón, se relajó bajo la cascada de agua para que ésta lavara todas las impurezas. Un verdadero problema era – más que las peleas importunadas – que ni el mejor jabón podía borrar las marcas que su gatito había dejado en él. El pensar en sus ojos azules llenos de tristeza cuando le dijo adiós, hacía que su lado lobuno gruñera lleno de furia.

Saliendo del baño, tomó una toalla y la envolvió en sus estrechas caderas; sabía que faltaba poco y nada para que Itachi apareciera por la habitación y le dijera hasta de lo que se iba a morir, aunque para ese momento poco le importaba sus regaños. Le preocupaba más que el pequeño minino le hubiese olvidado, una desgracia que no pudiese decir lo mismo de sí.

Buscando algo que ponerse en los cajones, sacó un viejo pantalón vaquero y una playera negra que le quedaba una talla más pequeña. Eso le recordó que en cualquier momento debía ir de compras, ya que después de su completo cambio a adulto, la ropa le quedaba demasiado ajustada y había tenido que tomar algunas prendas de su hermano, como el pantalón que ahora llevaba.

Estaba terminando de abotonar la cinturilla cuando la puerta se estrelló de pronto contra la pared- ¿En qué mierda estabas pensando, Sasuke?- fue el cariñoso saludo de Itachi, el cual ya tenía desnudados sus colmillos y las garras penetrando la piel de sus palmas cuando apretó los puños.

-Lo diré de manera simple- comenzó a decir, usando un tono hostil nada agradable. Si Itachi era intimidante, pues su hermano ya le estaba haciendo la competencia- si movieras un poco más tu culo, sabrías que es lo que sucede en tus narices.

Itachi levantó su ceja unos centímetros, estaba a punto de olvidar ese enorme amor que sentía por su hermano y romper esa promesa autoimpuesta de no matarlo aunque lo sacara de quicio. Respirando profundo, trató de controlar su mal genio- ¿se puede saber- comenzó a decir entre dientes, frunciendo el ceño cuando Sasuke lo imitó y también enarcó una ceja- que le pasó a mi sabelotodo hermanito para que se desquitara con el centinela por una calentura mal sacada?

Sasuke abrió y cerró la boca. Itachi sí sabía darle donde le duele- ¡Serás…!

-¡Cierra la maldita boca antes de que te la cosa!- rugió el mayor, exasperado y muy molesto. Descansó las manos en las caderas, tratando de mantener las garras en un lugar que no fuese el cuello del menor- tu jodido mal genio va a acabar con la paz de esta manada.- Itachi cerró los ojos unos momentos, empezando a sentir una fuerte jaqueca- patea una pared, cuenta hasta mil o cualquier chorrada que se te ocurra para calmarte, pero no vuelvas a amenazar la vida de un camarada solo para desquitarte la frustración.

Decir que Sasuke estaba molesto era bien poco, toda esa situación se sentía exactamente igual a dormir sobre nitroglicerina sobrecalentada. En vez de estarle riñendo como si fuese un cachorro, Itachi debería de estar poniendo orden entre los otros machos para que lo aceptaran como líder de una maldita vez.

-Si estoy de buen o mal humor, no tiene nada que ver con lo que ese imbécil hizo. Me amenazó públicamente para demostrar que yo no estaba a la altura. ¿Qué mierda querías que hiciera? ¿Darle la razón? ¿Cederle el cargo y el legado de nuestro padre?

Los humos de Itachi bajaron con eso último. Aunque se había pasado la mano con el método, sabía que Sasuke estaba en lo cierto. Si no se daban a respetar, la manada se convertiría en una guerra de poderes hasta quién sabe cuándo. Los más débiles correrían peligro, ya sean mujeres, ancianos o cachorros. Era radical, pero para preservar el orden, debían extirpar el mal de raíz.

-Te doy algo de crédito por patear a ese culo engreído- resopló Itachi un poco más calmado- pero date cuenta de algo. Si no hubiese llegado a tiempo lo habrías matado. Eso sí es ir demasiado lejos.

Ahora era el turno de Sasuke para poner las barbas en remojo, sentándose pesadamente sobre la cama, puso los codos en los muslos y atrapó su cabeza con las manos- el instinto me está volviendo loco- se quejó, odiándose a sí mismo por admitir que su hermano tenía razón.

En momentos como ese era cuando Itachi más extrañaba a sus padres, principalmente a su madre. Usualmente era partidario de despedazar los problemas hasta eliminarlos, pero el que tenía entre manos, ese asunto de su pequeño hermano y el gato que lo había vuelto un demente en la noche de luna llena, pues no sabía qué hacer. Pasándose las manos por los mechones de su cabello largo, los apartó de su rostro; estaba frustrado y odiaba la sensación de impotencia.

-Escucha, Sasuke- se sentó a su lado con un soplido agotado, la vieja camase quejó por el peso de los dos hombres bastante sólidos.- No creo que tú y ese gato…

-Naruto- cortó severo- su nombre es Naruto.

Itachi rodó los ojos- no creo que tú y Naruto sean el uno para el otro- continuó- ustedes son muy diferentes. Casi es un logro inmenso que lográsemos firmar el tratado de paz entre las manadas, pero de allí a que nuestra gente acepte a su alfa emparejado con un gato, no creo que ocurra- suspiró cansinamente- recuerda que él es un doncel, deberá darle cachorros a un alfa, pero no a uno como tú. Es antinatural que un lobo y un gato se apareen.

Era casi cómico ver aquella escena, una en la que estaban dos robustos sementales con auras tan deprimentes que parecían niños abandonados, ambos tan parecidos físicamente como solo los hermanos podían ser.

-Lo sé- habló Sasuke, desviando la plateada mirada de la escarlata de Itachi para concentrarla en algún punto del viejo piso de madera- sé que lo mejor es que se quede con los suyos, por eso lo abandoné- tensó la mandíbula cuando pensó en eso último- el problema está en decírselo a mi lado animal.

Itachi guardó silencio, ¿qué podía decir respecto a eso? No se le ocurría un buen argumento y al final solo pudo cambiar de tema- el concilio de manadas será en unas semanas- habló mientras le daba una fuerte palmada a Sasuke en la espalda, tanta mierda sentimental lo ponía nervioso, eso no era lo suyo- quizás encuentres a alguien allí que…

-Ya le he encontrado- cortó Sasuke sin dejar de ver el suelo. Se puso de pie, pegando la espalda contra la puerta y los brazos cruzados, se golpeó la cabeza contra la madera para controlar sus instintos de bestia, los cuales aruñaban desesperados ante el recuerdo del tierno gatito- si tan solo él hubiese nacido lobo, ahora mismo la manada estaría celebrando que su alfa se enlazó con uno de los chicos de la leyenda. Tal vez hasta estaríamos anunciando a nuestro primer cachorro justo ahora.

El mayor se puso de pie en silencio, reposando una mano fuerte sobre el hombro de su hermano, agregó- las cosas son como son, elhubiera no existe… tendrás que superarlo. Entre dos especies tan distintas no podrá haber cachorros. Ese simple hecho demuestra que lo tuyo es un simple capricho, nada más.

Sasuke se hizo a un lado para darle paso a Itachi en la puerta. El poderoso lobo de su interior aruñaba desesperado porque lo liberaran para ir en busca de su gatito de una maldita vez. Necesitaba sentir a su pareja, verlo acalorado y escuchar sus ronroneos mientras lo penetra de manera salvaje. Había probado el dulce sabor de su sangre al morder su hombro y ahora no podía olvidarlo.

Esa noche el lobo aulló al cielo en una apesadumbrada oración de dolor. El corazón del majestuoso animal llamaba a su pareja sin perder la esperanza. El felino debería escucharlo, sentirlo, añorarlo tanto como él lo hacía por el poderoso lazo que habían formado… aunque sus naturalezas humanas lo negasen una y otra vez.

 

Continuará…

Notas finales:

Ok gays, aquí termina este capítulo también lleno de angustia, pero desde la perspectiva de nuestro lobo híper sexy. No solo Naruto tiene problemas con el lío de su matrimonio arreglado, Sasuke los tiene en su manada, peleando casi a diario para que lo acepten como líder (aunque solo use eso de pretexto para patear unos cuantos trasero y desquitarse el mal genio ¬¬)

Les prometo algo para que me perdonen por la tardanza, el capítulo que viene estará lleno de acción y una pequeña sorpresa, pero no diré qué es porque sino dejaría de serlo. Espero que me dejen sus comentarios para saber qué les pareció este capítulo, nos leemos n_n/


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