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Noche de Luna por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Ok, ahora sí me matan seguro. Lo siento!!! De verdad lo lamento, no es mi intención tardarme tanto, pero el tiempo me es insuficiente. Espero que no me odien, por favor, disfruten del capi.

 

La luna brillaba en lo alto del cielo, los miembros de la manada de gatos monteses ya habían cambiado a su forma animal, maullidos y chillidos era todo lo que se escuchaba en el claro del bosque. Algunas hembras caminaban moviendo la cola de manera sensual, llamando la atención de los machos solteros. Y por supuesto, los cambia-formas que habían llegado de visita junto con su alfa, esperaban encontrar posibilidades con alguna felina dispuesta.

Naruto lo observaba todo desde lo alto de un árbol, donde se había escondido en cuanto su padre y su prometido tuvieron un descuido y lo perdieron de vista. Desde su posición privilegiada en la rama, el gatito podía observar los límites que dividían su territorio natal del de los lobos salvajes. De no ser por el imponente coyote plateado que rugía desde el suelo, habría escapado de allí para ir en busca de Sasuke.

Solo eran un par de kilómetros. Tan cerca y tan lejos. Sin poderlo evitar, comenzó a maullar de una forma tan triste que hizo que varios felinos se reunieran en la raíz del árbol.

El enorme coyote alfa llegó, espantando a todos los gatos que observaban desde abajo. Su cuerpo de soberano era tan o más imponente que cómo era en sus dos piernas. El lado felino de Naruto envió al diablo el razonamiento humano que trataba de darle una oportunidad a ese estoico saco de pulgas. Seseando un poco molesto, le mostró los delgados dientes y levantando el pelaje de su lomo, trató de parecer más grande, convencido de arrancarle la piel al peliplata si trataba de subir a su árbol.

Kakashi tomó a mal el gesto del gatito, o tal vez fue porque lo leyó correctamente. De un salto clavó las garras en el tronco del árbol y comenzó a aruñar, raspando y raspando hasta hacer temblar la extensión de madera.

Naruto no se iba a amilanar por esto. Claro que no. Por algo era conocido en la manada por ser todo un terremoto incontrolable, así que aprovechando que el coyote estaba ocupado derribando el árbol, saltó sobre su cabeza y caminó por la peluda espalda para usarla como escalera, clavando las garritas en medio de su recorrido.

El coyote soltó el agarre del tronco del árbol, cayendo ceñudo en el suelo del bosque. Cabreado, buscó la pequeña figura del gatito, necesitaba darle un escarmiento. Las cosas no podían quedarse en el aire después de que la pequeña mierda lo retara frente a los hombres de su manada.

El rugido del plateado animal se escuchó sobre toda la pradera, llamando la atención de las otras bestias cambia-formas. Naruto paró su carrera de entre los árboles, levantando la cabecita peluda, trató de ubicar el lugar de donde provenía la amenaza. El pequeño felino tenía la corazonada de que si el enorme alfa lo atrapaba le haría mucho daño. Al comienzo estaba cegado por una irracional cólera, pero ahora su sentido de auto preservación le advertía que huyera lo más rápido que pudiese.

Según las leyes animales, si eres tan valiente como para retar a otro, eres también el responsable de defenderte, así que su padre sobreprotector no podría hacer nada para evitar que se lo almorzaran, sin poner en compromiso la paz sobre las manadas.

Olfateando el aire, Naruto sabía exactamente a donde debía ir. Sacando las garras, las usó para mejorar su agarre sobre el suelo y a su vez, mejorar su escasa velocidad. Debía encontrar a su pareja, éste sería el único capaz de ayudarlo. No dejó de maullar y llorar, llamando a Sasuke una y otra vez. Por suerte, las marcas de olor le advirtieron que ya había pasado la frontera que dividía el territorio de los lobos.

Aullidos se escuchaban por todas partes en la penumbra, pero Naruto no dejó de correr ni de maullar, aun así, estaba seguro que para esas horas, no solo el coyote y sus hombres lo estarían persiguiendo, sino que los centinelas de la manada de lobos también.

Debía encontrar pronto a Sasuke; con esa idea fija, siguió corriendo hasta que sus patitas no pudieron más, pero no se detuvo, devorando los kilómetros como alma que lleva el diablo. Jamás había corrido tanto en toda su vida, ni se había sentido tan cansado. Saltó sobre unos matorrales de hierba y se escondió, tratando de calmar sus pulmones.

Fue en ese momento en que el terrible mareo regresó y el bosque entero comenzó a girar. Dejándose caer sobre la hojarasca, Naruto supo que su destino estaba perdido. El coyote plateado estaba cerca, podía escuchar como algunas ramas se quebraban bajo el peso de sus patas en un afán por calmar las ansias de domificar al pequeño gatito que osó de retarlo. Naruto dejó escapar el aire de los pulmones con una sonrisa de insuficiencia, pensando que tal vez, era mejor que todo terminara así.

Un aullido de lobo interrumpió el rugido del coyote…, eso fue lo último que pudo escuchar Naruto antes de caer en la inconsciencia.

 

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Para Sasuke, el maldito día había sido una mierda desde que se levantó; conforme pasaban los minutos, su lobo se ponía cada vez más rabioso. Cuando una chica esbelta le dedicó una sonrisa coqueta en su camino a hacer las rondas, el lobo le gruñó advirtiéndole que mantuviese las distancias. Ni siquiera había llegado la hora del almuerzo cuando ya había destrozado a dos centinelas que le preguntaron qué palo tenía metido en el culo. Y lo peor de todo, era que hasta el alfa de los lobos evitaba encontrarse en una misma habitación con su hermano.

Conforme el día iba pasando, Sasuke se encontraba cada vez más intranquilo; solo era cuestión de horas para que la luna reinara en lo alto del cielo. Los machos libidinosos sonreían a las hembras disponibles, los que estaban emparejados se ponían muy cariñosos. Solo el joven lobo negro de ojos plateados, se la pasaba en el limbo soñando con algo lejano. Por un lado, no le tentaban las mujeres de la manada, y por el otro, su pareja no estaba allí para ayudarle con su problemilla de huevos duros al vapor. Esto solo aumentaba exponencialmente su mal humor.

A la caída del sol, todos los miembros de la manada lobuna se fueron reuniendo en el claro, lejos de las miradas curiosas. Los cachorros más pequeños que aún no tenían edad para la noche de luna, jugaban por allí en sus cuatro patitas, mordisqueándose la cola los unos a los otros, dándole un ambiente festivo al bosque.

Los cambia-formas que ya estaban en edad de aparearse se veían un poco más inquietos, las feromonas saturaban el aire, incitando a los protegidos de la diosa a aparearse bajo su luz. El lado animal de Sasuke se revolvía bajo su piel humana, pidiéndole a base de gruñidos que buscase a su pareja, renuente a entender que esta sería la primera de muchas lunas que pasaría lejos de su minino travieso.

Apartándose de los demás, caminó hasta estar cerca de un frondoso árbol con enormes raíces que sobresalían sobre la tierra. Sasuke se sentó en una de ellas con la mirada oscura y distante, apoyando los codos en las rodillas y el mentón sobre sus dedos entrecruzados, observó como los preparativos para la noche se llevaban a cabo.

El aullido del lobo alfa hizo que todos dejaran de lado sus tareas, los coqueteos y los juegos, esa era la señal para que todos hicieran el cambio a su forma animal. Aullidos, ladridos y gruñidos invadieron el aire dentro del bosque. La manada de lobos comenzó a correr tras el más fuerte de sus miembros, dando así comienzo a la carrera de apareamiento.

Sasuke iba tras su hermano, tratando de que el instinto que lo obligaba a seguir al alfa fuese más fuerte que su deseo de desviarse hacia el territorio de los gatos.

La carrera surgió tal cual debía ser. Los miembros de la manada celebraron con sus aullidos al cobijo que le brindaba la magia de su diosa. Sasuke permitió que su instinto jovial y salvaje se contagiara con el del resto, llevándolo a olvidar la tristeza para reemplazarla por la emocionante excitación que le brindaba la carrera entre los árboles.

De repente, las poderosas patas de Sasuke se detuvieron en seco; un dolor, como el de un golpe macizo, lo hizo quedarse justo donde estaba mientras los otros animales le pasaban de largo, dejándolo atrás.

Al bajar la mirada, casi esperó encontrar una profunda herida en su amplio pecho peludo, levantó el hocico, tratando de encontrar en la oscuridad de la noche, alguna pista que le advirtiera qué era lo que estaba pasando. La sensación de ser perseguido, de tener miedo, lo hizo gruñir y mostrar sus filosos colmillos.

Definitivamente, algo andaba mal.

Dando la vuelta, comenzó a correr atosigado por una misteriosa premura que no podía explicar. Lo único que tenía claro era que debía llegar, y pronto.

Sus patas lo llevaron a la zona que dividía su territorio del de los gatos monteses, justo a la frontera. Deteniéndose, trató de reevaluar su situación; la sensación de necesitar llegar a un lugar lo más pronto posible, lo agobiaba, ahogándolo. La parte humana trataba de racionalizar, pero el instinto animal no se lo permitía. La orden era clara: “Hay que llegar”.

Saltando sobre un cúmulo de troncos caídos, se desvió hacia el oeste. El rugido de un coyote hizo que Sasuke gruñera. Alguien había invadido su territorio, pero ese hecho no era lo que le tenía tan alterado. Saltando sobre una gran roca que sobresalía de la tierra herbosa, trató de buscar al objetivo de su carrera, el lobo sabía que estaba cada vez más cerca.

-¡Miaaaauu!... ¡Miaaaaauuuuuu!- un maullido invadió el aire del bosque, dejando como obvio que un pequeño gatito se había perdido en el territorio de los lobos.

La brisa nocturna llegó hasta Sasuke, revelándole lo que ya sospechaba. Naruto estaba cerca, eso era lo único que podría llevarlo hasta ese grado de desesperación.

Siguiendo las pistas de olor a miedo, buscó sin descanso a su pareja, sintiéndose impedido a causa de la altura de la hierba. Podía estar en cualquier parte. Aunque…, podía sentirlo, el sutil aroma de vainillas mezclado con fragancia de lobo. Leve, imperceptible, pero era su olor, estaba seguro y eso lo regocijaba. Su gatito había sido marcado por él, no cabía la menor duda. Ahora que su olor se había impregnado, nadie podría separarlos. Esta sola idea lo obligó a aullarle a la diosa luna a modo de agradecimiento.

A escasos metros de su pequeña presa, el gruñido de un coyote lo hizo detenerse. El animal estaba demasiado cerca de su pequeño. Mala suerte para el coyote. Caminando hacia un claro algo chico en el medio de los hierbazales, Sasuke se escabulló con las patas encogidas y esperó al intruso plateado que corría como si estuviese en su propio territorio.

Un haz de luz de plata saltó sobre la hierba alta, parecía brillar, aunque solo era el reflejo de la luna sobre su pelaje. Imponente, dominante, pero Sasuke no le tenía miedo, porque él también era un animal igual de grande y peligroso. Ambas bestias se saludaron mostrando los colmillos, la vista fija en su oponente, la respiración atenuada. Era un duelo.

Sasuke dio un paso al frente, dejando claro que no estaba para juegos. Si esa imitación barata de lobo no se daba la vuelta y corría, iba a correr sangre allí, sangre de coyote.

Kakashi no era un alfa por ser un perrito doméstico; sacó las garras y mostró más los colmillos, dispuesto a quedarse hasta llevarse al gatito consigo. De seguro ese lobo ya lo había descubierto y de seguro lo mataría en cuanto lo tuviese en la mira. Gruñó más alto, advirtiendo que no se iría de ahí. Pasar por encima del cadáver de un lobo no era algo que le causaría desvelo.

Los dos animales se midieron mutuamente, comenzaron a caminar en círculos, buscando un punto débil en el retador. Kakashi observó de soslayo cómo la hierba se movía en la zona que Naruto se había perdido, tal vez estaba allí escondido, observando la pelea. Al parecer el lobo también lo notó, ya que sin medir consecuencias, se lanzó sobre el peliplata. Una suerte que al alfa no se le pueda tomar por sorpresa tan fácilmente, la vida del pequeño gatito era su responsabilidad, con su actitud impulsiva lo había asustado, llevándolo a correr hacia el territorio de los lobos. Era su deber regresarlo sano y salvo con su familia.

Enfrascados en la pelea, ambos animales buscaban enterrar los colmillos en la garganta de su contrincante. En descuido del lobo, el coyote le dio una fuerte mordida en el lomo de la cual no paraba de brotar sangre. Respondiendo a la agresión, Sasuke mordió la unión entre la pata y el hombro del coyote, haciéndolo que chillara y saltara un par de pasos lejos de él.

La pelea se volvió más feroz. La hierba estaba aplastada por el peso de ambos animales, un árbol había caído y las aves nocturnas volaron despavoridas, huyendo de los rugidos de ambas bestias. Aquello no era más que un fuego cruzado de mordidas y zarpazos.

Naruto despertó asustado con el corazón a punto de salir de su pecho. Desde su escondite en la hierba, distinguió los rugidos de dos enormes animales muchos más fuertes que él. Estaba en el medio de una pelea de alfas. Estando en su forma animal sus instintos eran muchos más claros. Correr era lo mejor que podía hacer una criatura tan frágil como él. Levantándose sobre sus cuatro patitas se dispuso a salir de allí inmediatamente, justo cuando iba a comenzar la pronta huida, sintió el olor de su lobo, la sangre de su lobo para ser más exactos.

Un chillido salió del hocico del pequeño felino; bien él podía arañarle la existencia al lobo, pero nadie le iba a poner una pata encima a su pareja sin que él hiciera algo al respecto. Saliendo de su escondite, se paró gruñendo todo lo alto y feroz que podía hacer una criaturita tan pequeña y adorable. Estaba cabreado y nada de eso tenía que ver con ser lindo.

Sasuke ya tenía al coyote sobre su espalda, inmovilizándolo con su poderoso agarre. Rodó sobre su estómago, invirtiendo posiciones y ganando terreno, estaba a punto de clavarle los colmillos en el pescuezo de su rival cuando de repente vio salir la cosita más linda y sexy de la faz de la tierra.

La bestia plateada aprovechó su descuido para invertir posiciones nuevamente, tomando por la garganta al lobo, se preparó para matarlo de una buena vez. O al menos ese era el plan, el cual se vio frustrado cuando sintió unas filosas garritas clavarse en su lomo. Bien era cierto que no le ocasionaría una herida de muerte, pero de que dolía como el infierno, de eso no tenía duda.

Con cuidado de no lastimar al gatito, se apartó de un salto del lobo y trató de sacudirse al minino malagradecido. Él había estado tratando de salvar su fino culo, ¿y así era cómo le pagaba? Cambiando a su forma humana, el coyote exigió una explicación con su expresión severa. El lobo detrás de Naruto hizo lo mismo, poco después el gatito de ojos azules y asustados imitó la acción.

-¿Se puede saber por qué demonios me atacaste?- preguntó Kakashi, maldiciendo y rechinando los dientes. Obviamente había perdido su parche y el ojo que llevaba oculto destilaba un brillo escarlata lleno de rabia.

Naruto se cruzó de brazos, dando un pisotón en el suelo como un niño pequeño en medio de una rabieta, arrugando el ceño dentro de su puchero, le dio a su felina carita una expresión deliciosamente molesta- porque el único que puede patear a este pulgoso-teme, soy yo- respondió decidido, señalando al moreno a sus espaldas que no paraba de mirarlo como idiota.

Sasuke tuvo la decencia de sonrojarse. La verdad podía ser un poco incómoda si se decía tan de frente, pero no por eso dejaba de ser cierta- Cazabas a mi pareja- acusó el moreno arrugando las cejas mientras halaba a Naruto para apresarlo entre sus brazos. La desnudez bien podía ser algo normal entre los cambia-formas, pero no por eso, Sasuke permitiría que el jodido peliplata se le quedara mirando al culo redondito de su minino.

-Él no es tu pareja, mocoso- gruñó Kakashi- es mi prometido. Su padre me lo entregará después de esta noche, así que me pertenece.

El lobo apretó con más fuerza el cuerpo de su pareja contra el suyo propio, protegiéndolo de las malas intenciones del peliplata enajenado- para tomarlo tendrás que pasar sobre mí- habló tan bajo y con tanta calma, que Naruto no pudo evitar el suspiro de su garganta que casi rallaba en gemido. Ronroneando, sonrió a su lobo. Le encantaba ese aspecto duro de Sasuke, el de un alfa patea-culos.

Mientras los dos machos alfa discutían por quién se follaría esa noche al gatito montés, el pequeño bocadito de la discordia ya había hecho su elección. Rozando su cuerpo contra la fuerte anatomía de Sasuke, Naruto comenzó a ronronear más fuerte y de manera descarada. Tal vez, al día siguiente terminaría mordiéndose a sí mismo por su falta de recato, pero esa noche era luna llena.

Sasuke le correspondió al descaro de Naruto colocando una mano firme en su trasero, masajeándolo suavemente, pero con cierta presión de posesividad, aún sin quitarle la vista de encima al perro sobrealimentado que tenía delante.

-Eres un mocoso entrometido- masculló el peliplata, resoplando para calmar su enfado- Escucha, chaval. Él es un macho con olor a hembra, un doncel. Deberá ser entregado a mí esta misma noche, tal como se ha acordado en el contrato entre las manadas.

Un gruñido profundo salió del pecho de Sasuke, ya no podía mantener a su lado animal a raya- Mejor da la vuelta y sal de mi territorio- sentenció, tratando de mantener la diplomacia- ya estás lo suficientemente advertido.

-No me iré sin el cachorro- sentenció Kakashi, señalando a Naruto con un ademán de su mirada.

Ahora fue el turno de Naruto de entrar en acción- no me iré contigo, jodido pervertido- gritó, apretándose más contra el cuerpo de Sasuke- Él es mi pareja… No sé cómo sucedió; Sasuke no es exactamente alguien del que te enamorarías, tampoco es un alfa, pero no puedo vivir sin él. Así de simple.

-Aún no soy un alfa- aclaró el moreno, dándole un beso a la dorada melena- pero lo seré tan pronto reclame a mi pareja.

Un boquiabierto Kakashi observó atontado como, el que hasta ahora había sido nada menos que el malcriado, revoltoso y desconsiderado cachorro, se transformaba a los pies del joven alfa de los lobos. Sasuke le dio una mirada de advertencia al coyote plateado antes de invocar su forma animal, tomó al gatito en cuanto cayó en sus cuatro patas, sosteniéndolo por la piel de la nuca con los colmillos como lo haría una madre y salió corriendo con su presa por entre los árboles del bosque.

Kakashi observó la retirada sin terminar de creérselo del todo; había sido prácticamente plantado por su prometido y no podía decir que lo lamentara precisamente. Tener como compañero a una criatura tan testaruda y cabezota, no era lo suyo exactamente.

 

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Si un gato pudiera sonreír, la mueca que tenía el gato en ese momento, era la clara prueba de ello. Una vocecilla le decía que tenía que sentirse ofendido por ser llevado como si todavía fuese un cachorro, ser tomado de la nuca por el hocico de su amante, no era algo por lo que debía sentirse orgulloso. Aun así, soportó ser llevado de esa forma con la mayor dignidad posible, aunque el viaje había terminado por marearlo.

Su estómago comenzó a revolverse, la contracción que le avisaba que estaba por perder lo poco de cena que había ingerido, lo hizo chillar de un modo poco elegante.

Asustado, Sasuke dejó a su pequeño en el suelo. Los ojos plateados del lobo no perdieron de vista la extraña forma en que el gatito se puso de pie, se veía igual que los humanos cuando bebían más licor de la cuenta. Levantando las orejas, el enorme lobo negro comenzó a gruñirle a la muralla de árboles. Estaba por volverse sobre sus pasos para patearle el culo al jodido coyote por haberle hecho daño a su pareja. Parecía estar muy enfermo.

-Miauuu…- fue más un susurro que un maullido. Un aterrado Sasuke observó horrorizado como su pareja vomitaba mientras lloriqueaba avergonzado.

Sasuke quería regresar a su forma humana, pero su parte salvaje llena de instintos no se lo permitió. Ya el “razonamiento humano” había hecho demasiadas estupideces como para permitirle el paso otra vez. Estaba en medio de su lucha interna cuando vio que el gatito dejó de estar enfermo, incluso sonreía ampliamente a pesar de todo el desastre que había hecho en el suelo.

Pertinaz, Naruto se alejó de la suciedad, levantando su carita peluda, miró tímidamente al lobo que, sentado, lo observaba con una seriedad que le levantaba todos los pelos del cuerpo como en una corriente eléctrica.

-¿Miauu?- preguntaba curioso el gatito, tratando de bajarle el mal genio a su pareja a través de algunos coqueteos. Ni siquiera el reinado de la luna llena sobre el cielo y la excitación de ambos, parecía poder borrarle el enfado del rostro, ni su mirada demasiado calculadora. Así que como buen minino coqueto que era, Naruto comenzó a ronronear y a mover la cola de modo sugestivo. Resopló cuando vio que de nada servía contra la impertérrita mirada de Sasuke.

Cuando ya Naruto se estaba dando por vencido, el lobo decidió levantarse y caminar alrededor del gatito. Se veía muy concentrado en medio de su tarea, así que el áureo minino decidió quedarse allí quietecito. A la menor provocación, le enseñaría al teme en carne propia lo que había sentido el coyote cuando sus garras felinas le habían traspasado la piel. Que se anduviera con cuidado el pulgoso.

Naruto estaba incomodo, Sasuke ahora le olfateaba la carita peluda, luego el cuello hasta bajar a su lomo, y cuando comenzó a bajar más de lo decoroso, le dio un zarpazo para recordarle que había ciertas costumbres caninas con las que él no estaba de acuerdo.

El lobo de inmediato dio marcha atrás, justo cuando Naruto creyó que todo ese asunto había terminado, Sasuke comenzó a lamerlo como si se lo fuera a comer. Eso si era extraño, no entendía nada. Toda esa ceremonia a qué se debía, ¿era para reconocerlo? ¿Qué mierda le pasaba al pulgoso?

Contrario a lo que pudo haberse imaginado en un principio, el lobo se veía emocionado frente a Naruto, exultante. Comenzó a raspar el suelo y a aullar como si su vida dependiera de ello, después se acercó al minino y le lamió toda la cara, pegándole un poco de su repentina felicidad.

El felino estaba por invocar su forma humana y pedir unas cuantas explicaciones, cuando las fauces del lobo lo tomaron por la piel de la nuca una vez más y lo sacó de allí sin hacer caso de sus chillidos.

Después de un rato, Naruto decidió darle una pausa a la lucha, si seguía en esa historia, solo terminaría enfermo de nuevo. Vomitar como un gato envenenado, no era muy sexy si querías que te dieran una buena revolcada bajo la luz de la luna.

El lobo caminó un buen trecho, por la luz de las fogatas pudo notar que pasaban de largo del sitio de reunión donde de seguro los animales se reunían para su carrera mensual. Después de andar por un rato, llegaron a una gran casa de madera muy imponente.

Sasuke se detuvo un momento, sin soltar a su presa que todavía era sostenida por la piel del cuello, empujó la puerta de la entrada con el peso de su cuerpo. El olfato de Naruto le advirtió que su lobo pasaba mucho tiempo en ese lugar, la casa olía a él y a otros de su clase. Se entretuvo un poco observando los muebles de la sala, la rustica mesa y las pesadas sillas, mientras era llevado a quien sabe dónde.

Justo cuando el rubio estuvo a punto de perder la poca paciencia que le quedaba, el pulgoso lo introdujo a una habitación, dándole un empujón a la puerta, se abrió paso dentro, empujándola de nuevo con su cabeza para volverla a cerrar.

El felino soltó un suspiro de alivio cuando por fin el moreno lo soltó en una cama amplia y muy suave. Sin poderlo evitar, comenzó a ronronear, restregándose contra las mantas que cubrían el lecho de color gris. Por el aroma sabía que esa era la habitación de su pareja y quería marcar el lugar con su olor para que todos supieran que este ya estaba tomado.

Sasuke lo dejó hacer sus cosas por un rato, cuando estuvo seguro de que toda su cama olía a gatito, invocó a su forma humana. Naruto imitó el gesto, quedando totalmente desnudo y a la merced del depredador.

El lobo, ahora en su forma humana, se sentó frente al pequeño chico que le había robado la razón. Cuando vio que Naruto abría los labios para decir algo, lo silenció con un suave beso, húmedo y lleno de palabras mudas.

-Después de todo, resultaste ser más sabio que yo- dijo Sasuke mientras prodigaba de pequeños besos, las delicadas fracciones de su pareja- déjame hacerte el amor esta noche y mañana me castigas.

El gatito dejó salir un suspiro, sin poder ocultar su tristeza- hazme el amor esta noche, Sasuke. Mañana, cuando me devuelvas con mi familia, me obligarán a casarme con el coyote que viste hoy- lagrimas gruesas comenzaron a escaparse de los ojos de Naruto- por más que seas mi pareja, yo no le seré infiel a mi prometido una vez estemos enlazados. Él me llevará lejos y yo…

Del pecho de Sasuke salió un gruñido tan fuerte, que los paneles de la ventana temblaron bajo su temor.

Naruto se apartó para mirarlo a los ojos.

El depredador se asomaba a través de los iris del humano- no dejaré que regreses con tu familia, Naruto- habló fuerte y claro el moreno- Ahora que estás conmigo, ¡te quedarás quieras o no! Jamás permitiré que te alejen de mí…, y menos ahora que llevas a mi hijo en tu vientre.

 

Continuará…

Notas finales:

Bueeeeeeno…. Aquí termina el capítulo. Qué les pareció? Demasiada acción? Muy poca? Sorprendidos por el descubrimiento de Sasuke? Quién quiere lemon para el próximo capítulo?

Díganmelo en sus rews, que son los que me animan a seguir. Nos leemos n-n//


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