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Noche de Luna por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Ya saben lo que dicen, lo prometido es deuda. Sé que tardé un siglo, lo siento. Mi laptop falleció y se llevó a la tumba todas mis novelas, por eso tardé una eternidad. Gracias a un amigo que le sabe a la ciencia, salvé los proyectos, pero ya saben, algunas cosas toman su tiempo; pero aquí estoy. Sin más, espero que lo disfruten.

 

 

Ocho meses después…

 

Itachi soltó un lánguido suspiro en su camino a casa. A pesar de que por fin había dejado su puesto de primer mando Alfa a su hermano, aún tenía que ayudar con los problemas cotidianos que enfrentaba la manada. Sabía que Sasuke no sería capaz de resolverlos todos cuando tenía que enfrentar con problemas más serios y además cuidar a su pareja gestante.

Vislumbró su hogar a unos escasos metros. Una humilde cabaña rodeada de jardineras, las cuales eran fielmente cuidadas por su hermoso gatito. Cerca de la entrada, a un lado de las gardenias, su pequeño hijo jugueteaba de aquí para allá, persiguiendo a una traviesa ardilla. En cuanto lo vio llegar, Sora dejó su tarea de lado y corrió a sus brazos.

-¡Papá!- gritaba eufórico, alzando los bracitos para que su padre lo cargara.

Itachi no dudó en hacerlo, acercándolo a su rostro para besarle mejilla, provocó que el pequeño se sonrojara y comenzara a reír- ¿cómo está mi campeón?

-Fuerte como un león- le respondió enérgico, dándose un golpecito en el pecho para marcar el punto.

Itachi lo dejó en el suelo y le sacudió los plateados cabellos, algo desordenado y rebeldes. Algunos mechones se le metían en los ojos cuando corría, y el pequeño Sora siempre los soplaba con un puchero- ¿cuidaste de papi mientras no estaba?

-¡Por supuesto!- frunció un poco el ceño, marcando una adorable seriedad- nadie puede tocar a papi.

-Bien dicho- el moreno sonrió complacido, entrando a la casa seguido de su revoltoso hijo- ¿Dei?- llamó cuando estuvo dentro, esperando encontrar a su pareja.

Deidara apareció detrás de la entrada a la cocina, con el cabello tan desordenado como el de su hijo y una mueca de disgusto en los labios- estoy aquí.

-¿Qué te pasó?

El rubio se alzó de hombros- Sora quería un pastel.

La risa de Itachi invadió la habitación como un trueno- pudiste haber esperado a que regresara. La cocina es tu peor enemigo.

-Quiero hacerlo bien al menos una vez- refunfuñó, cruzándose de brazos y frunciéndole las cejas al conejito que tenía por hijo cuando este comenzó a reír al mismo volumen de su padre lobo- ¿qué es tan gracioso?

Sora le señaló la cara- tienes crema en todas partes, papi.

-¡Ah!- rápidamente se talló el rostro con el borde del delantal, con las mejillas rojas por la vergüenza.

Itachi levantó una ceja- ¿cuántas veces explotaste la tarta? Por la cantidad de crema que tienes encima, diría que unas cinco veces.

Deidara se encogió de hombros- Seis- respondió, acomodándose un mechón de cabello.

-Tienes que dejar de hacer eso.

-No lo puedo evitar- se puso mucho más rojo, pero esta vez por la furia- no me culpes, ¿vale? Por alguna razón siempre termino estallando todo cuando entro en la cocina.

-Por eso te dije que me dejaras esa tarea a mí.

-¡No es justo! También quiero hacerlo. Naruto me dijo que era divertido cocinar.

-Naruto solo sabe hacer ramen, claro que le parece divertido. Es su comida preferida. En realidad es Sasuke quien se hace cargo.

-Pero…

-Dei, no tienes que hacerlo- sonriendo, Itachi se acercó y lo tomó por la cintura, quitándole la cuchara de la mano- yo haré la tarta. ¿Por qué no le das un baño a Sora?

-Hmp- resopló el rubio, mirando ahora al conejito- vamos, Sora.

-¿¡Ehhh?!- Sora corrió hasta el otro extremo de la habitación- todavía no me quiero bañar. Dijiste que podía jugar hasta que el sol se ponga.

-Cambié de opinión- Deidara corría tras el pequeño por toda la cabaña, tratando de agarrarlo-  ¡ven aquí! Ya escuchaste a tu padre, ¡a bañarse!

-¡No quiero, papi!- el crío dio un enorme salto hasta la encimera y cambió a su forma animal. Las largas y pálidas orejas se balancearon en medio de su segundo salto, la cola esponjosa se movía inquieta y los ojitos escarlatas mostraban cierto brillo de diversión. Sabía que cuando estaba en su forma animal, era casi imposible atraparlo.

-¡Sora, ven aquí!- Deidara también se transformó, erizando todo el pelaje de su lomo cuando intentó agarrar al conejito por la piel de la nuca y este se escabulló- ¡nyah!- rugía un cabreado Deidara, corriendo por toda la sala, derribando jarrones y muebles a su paso mientras Sora se seguía escabullendo entre salto y salto.

El rugido de un lobo detuvo los movimientos de ambos. Gato y conejo quedaron paralizados cuando el enorme lobo negro se irguió frente a ellos, con el ceño fruncido y los filosos colmillos desnudados. El suelo crujió bajo las garras de Itachi. No les hizo falta palabras, ni siquiera necesitaban volver a su forma humana para saber lo que estaba pensando el lobo.

Si no van al baño antes de que pierda la paciencia les morderé el trasero.

Deidara y su hijo corrieron por sus vidas rumbo al baño, esperando que Itachi no se cabreara con ellos. Ambos estaban conscientes que Itachi era un amor, tierno, considerado y cuidadoso…, hasta que lo hacían enojar. La última vez que lo hicieron, Sora se hizo pis en sus pantalones y Deidara no se pudo mover en una semana, después de semejante noche de castigo.

Definitivamente, un Itachi cabreado… era de temer.

 

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Naruto dio un fuerte pisotón cuando escuchó las excusas de los centinelas- ¡no jodan!- gritó ofuscado, frunciendo su ceño adorablemente- ¿dónde demonios se metió Sasuke?

Los hombres se miraron unos a otros con una disimulada confusión. La pareja del Alfa era una criatura hermosa y sexy, la manada entera lo sabía. De no ser por su panza de nueve meses, muchos se habrían lanzado a la conquista, claro, sólo los tontos que no conocían la furia de su Alfa. Naruto era un bello chico que le sacaba un sonrojo a más de uno, hasta que se cabreaba hasta la médula.

-No lo sabemos- respondieron los centinelas. Eran hombres altos, fuertes, intimidantes. Menos Kiba, que era el menor de ellos, a quién Sasuke le había dejado la principal tarea de ser el guardaespaldas de Naruto mientras estuviese encinta. El pobre era el que más sufría de todos.

El rubio compuso un pucherito que le sacó un suspiro a los imponentes machos- dijo que me traería fresas cuando volviera- su carita bañada con una expresión lastimera, fue suficiente para que los centinelas sintieran ganas de llorar- en verdad quería probar algunas.

-Nosotros las buscaremos- se ofreció Kiba sin vacilar- por favor, Naruto-sama, regrese a la cabaña.

La sonrisa del gatito iluminó la mañana de los terribles guerreros. El rubio estaba consciente que lo mejor era dejar el trabajo a los lobos, puesto que él se sentía demasiado pesado como para andar dando esas caminatas. Arrastrando los pies sobre las hojas secas del sendero, volvió a la cabaña que compartía con su pareja.

Las hojas doradas y rojizas del otoño caían de sus ramas sobre la cabeza de Naruto como si se tratara de copos de nieve, dándole el aspecto de alguna deidad del bosque. Respirando profundo, llenó sus pulmones del puro aire vespertino. Al parecer sus cachorros también se sentían con ánimos de jugar, ya que habían comenzado a darle golpecitos desde el interior de su vientre.

-Cálmense, pequeños diablillos- trataba de hacer entrar en razón a sus crías no nacidas- dejen de patear a papi. Necesitamos volver pronto a la cabaña, tal vez papá ya esté allí con las fresas.

Sintiendo como los cachorros dejaban de jugar a la pelota con sus riñones, caminó un poco más rápido por el sendero. Estaba consciente que de estar un poco menos pesado, le tomaría la mitad del tiempo llegar, lo cual le provocó un involuntarios suspiro. A veces se sentía demasiado agotado; apenas había llegado a su mayoría de edad y ya estaba emparejado y con cachorros en camino. Porque claro, su lobo fanfarrón no pudo evitar preñarlo con gemelos.

Pasando el dorso de su mano por la mejilla, apartó algunas gotas salinas que se le habían escapado de los ojos. A pesar de que habían pasado ocho meses desde aquel terrible día en el Consejo, donde lo tocaron y sometieron en contra de su voluntad, donde estrujaron a sus cachorros, dejándolos en peligro, donde fue humillado públicamente a pesar de que gritó sin descanso porque se detuvieran. De no ser por los sobreprotectores cuidados de Sasuke, estaba seguro que le costaría la vida poder superarlo.

Por fin llegó a la cabaña, le dolía los tobillos por la larga caminata, así que decidió sentarse en el porche para descansar un poco. Admitía que cuando Sasuke estaba fuera, arreglando los problemas de la manada, se sentía un poco solo. Aunque el sentimiento duraba poco, pues siempre aparecía algún miembro de la manada con la excusa de: pasaba por aquí. O sino, la que más le gustaba a Naruto: horneé demasiado, así que traje algo para que meriendes.

Naruto recostó la cabeza hacia atrás, la banca donde estaba sentado era muy cómoda y mezclada con la suave brisa de la tarde, sintió un confortable sueño que no tardó en sumirlo. Una vez más las imágenes de aquel día volvían a su cabeza, devorando los dulces sueños del gatito. La insensible multitud que lo observaba gritar con ojos fríos, las manos del médico tocando su vientre, su madre llorando desde los asientos…, le estaba costando respirar.

-¿Naruto?- una suave y masculina voz le susurraba en el oído, sacándolo de la horrible pesadilla- despierta, dobe… es solo un sueño.

El felino abrió los ojos de golpe, sus hermosas cuencas cerúleas humedecidas con agua salada; sentándose de golpe, abrazó el cuerpo tibio que lo envolvía de manera protectora- ¡Sasuke!

-Estoy aquí- tras escuchar esa afirmación, el corazón de Naruto dejó de golpear con fuerza, hasta que se calmó por completo.

-Estoy bien- sonrió sin mucho éxito- siempre estoy bien, ya sabes… soy un felino feroz- exclamó con una falsa euforia.

Sasuke se limitó a negar con la cabeza- lo sé, eres toda una fiera- dijo con una sonrisa, palmeando el trasero del rubio cuando este se puso de pie con un poco de dificultad.

-¡Hey! Deja de maltratar la mercancía- refunfuñó.

-No la estoy maltratando, solo estoy comprobando que siga tan firme como la última vez que la usé.

El sonrojo en las mejillas de Naruto era digno de retrato. Lanzando un jarrón que se encontró en el corredor de la entrada, intentó matar a su pareja, pero el lobo tenía unos reflejos divinos y el jarrón terminó estrellado contra la pared- ¡pervertido, descarado!... ¡Eres un maldito pulgoso salido!- gritaba al viento, sintiéndose cada vez más avergonzado- alguien pudo haberte escuchado.

-¿Eso que importa?- alzándose de hombros, Sasuke se acercó con una caminar por demás intimidante, casi depredador- así todos podrán envidiarme.

Sin dudas Naruto conocía esa mirada, era la misma que lo había dejado con nueve meses de gemelos. Cuando estaba en medio de su gestación, creyó ingenuamente que Sasuke dejaría de meterle mano, puesto que estaba tan redondo como un balón. Que equivocado estaba. El malvado lobo feroz se lo devoraba cada vez que tenía oportunidad.

Naruto comenzó a caminar de espaldas, alejándose de manera disimulada de aquella fiera hambrienta de sexo.

-¿Se puede saber a dónde vas?

El rubio frunció el ceño- lejos, tanto como pueda- al ver que el lobo caminaba hacia él, se dio la vuelta y corrió por el pasillo tan rápido como le permitió su panza, o eso creía, en realidad no podía hacer más que trotar un poco. Aquello fue una mala idea, viéndolo en perspectiva, a los lobos les encantaba jugar al cazador y la presa.

La playera negra ajustada a sus fuertes músculos y los pantalones blancos de Sasuke, terminaron hechos girones cuando se transformó en lobo y corrió al interior de la cabaña, subiendo por las escaleras hacia el segundo piso, justo a donde había huido Naruto. El rubio quiso cerrar la puerta de la habitación, pero el zarpazo del lobo la abrió de golpe. Caminó hasta quedar con la espalda pegada a la pared, la saliva le bajó pesada por la garganta cuando el lobo volvió a ser un hombre, ahora completamente desnudo y sonriente.

-E-Espera Sasuke, es demasiado repentino- tartamudeó, levantando las palmas al aire para tratar de detenerlo. Sasuke se acercaba con lentos pasos, cada uno más pesado que el otro, hasta que lo dejó acorralado contra la pared- no creo que sea una buena idea, ya sabes, estoy a punto de romper aguas.

-Ayer en la noche no te escuché quejarte- la sonrisa del moreno se hacía más amplia mientras deslizaba sus manos por los costados del minino, deslizando su playera. Sasuke estaba fuera de sí, ni siquiera habían comenzado y ya su cola había salido junto con las orejas, los colmillos largos y brillantes, ansiosos por penetrar en la suave piel de Naruto para remarcar sus votos.

Naruto volvió a tragar saliva mientras sus propias orejas y cola felina salían a la luz. Solo de recordar el revolcón de la noche, se sentía lo suficientemente caliente como para permitir que el lobo hiera con él lo que le diera la gana.

-Sasuke… joder, estoy por parir- hablaba de dientes para afuera, envolviendo el cuello del mayor con sus brazos. Entonces recordó cierto asunto pendiente- ¡Es cierto! ¿Dónde te habías metido con mis fresas.

Sasuke le mordisqueó la oreja felina – la cual era mucho más sensible que la humana – antes de responder- primero me das tu cereza, luego te daré las fresas.

El rubio hizo un puchero- Eres un… un… lobo salido.

-Me has llamado de ese modo tantas veces que comienza a gustarme- dio un pellizquito en el trasero, sacando otro fuerte sonrojo al felino- es cierto, soy un lobo salido.

-Tú…- el gatito quiso replicar, pero unos cálidos labios lo atacaron de improvisto, invadiendo su boca, su lengua, los dientes, todo.

Sasuke amaba a su gatito, amaba verlo avergonzado, verlo tímido, caliente, también verlo redondito, porque eso le gritaba al mundo entero que ese hermoso rubio sexy tenía dueño y que llevaba a sus hijos dentro. Tal vez era ruin y egoísta pensar de ese modo, pero Sasuke no se consideraba un hombre muy sensible que digamos.

Sin previo aviso lo cargó en brazos, susurrando contra sus labios, declaró- voy a joderte, gatito.

Ante aquella declaración, la piel de Naruto se puso eléctrica y por demás sensible. Ya no podía resistirse, ni siquiera quería hacerlo. En ese momento, lo que más deseaba era que Sasuke se acabase de enterrar dentro de su cuerpo y lo remueva como solo él sabe hacerlo.

A Naruto le habría gustado golpearlo con tal de escapar de aquella sensación, pero desgraciadamente su cuerpo reaccionaba según sus instintos felinos y no su sabiduría humana- soy tuyo, teme- gimió quedito, esperando que esa fuera señal suficiente para que Sasuke dejara de hablar, y se pusiera a actuar.- Hazlo de una vez y deja las promesas, pulgoso.

La sonrisa de Sasuke estaba llena de deseo y sadismo, entremezclados a partes iguales. Con el rubio en brazos, caminó hasta la cama y lo lanzó, colocándose después encima para dejarlo sin ninguna vía de escape.

-Te amo- declaró, observado fijamente aquella tierna expresión de Naruto, sus brillantes ojos azules, su cabello largo disperso sobre la almohada, haciéndolo parecer un ser etéreo- eres tan hermoso- aun así, el lobo no tenía ni el mínimo miligramo de respeto hacia aquella inocente imagen de ángel, ya que estaba dispuesto a joderlo como cualquier pecador lleno de lujuria.

-De nada te sirven las adulaciones, pulgoso- alzando la mano, el gatito agarró el largo flequillo de Sasuke y lo jaló- suerte para ti que tengo ganas.

El lobo soltó una sonrisa irónica- tú siempre tienes ganas, pero no lo quieres admitir- le robó un rápido beso en las labios, con mordida incluida- sólo recuerda que soy el único autorizado a quitártelas.

-Tan posesivo como siempre.

-No me gusta que se acerquen a lo que es mío- de un brusco tirón, Sasuke desprendió los pantalones de Naruto, relamiéndose los labios mientras observaba el pecho que subía y bajaba con rapidez, la piel acanelada ya cubierta de sudor, el redondo vientre, las torneadas piernas. Un fuerte gruñido salió de su pecho, el instinto salvaje reflejándose a través de los ojos plateados.

Un acelerado aullido irrumpió el aire, saliendo de la caña y recorriendo los oídos de todos los miembros de la manada. El Alfa estaba avisando que si alguien se atrevía a interrumpirlo en aquel momento, dormiría con los peses en el fondo del río.

Naruto suspiró cuando el moreno agarró sus piernas y las levantó hasta dejarlas sobre sus hombros, luego le tomó las caderas, alzándolas lo suficiente como para que reposaran sobre su regazo. Lentamente, Sasuke se encargó de entrar en su interior, dejando que el mismo peso de Naruto lo enterrara hasta el fondo. Se inclinó un poco hacia delante, ayudando al proceso hasta que llegó a tope.

Delicadamente deslizó sus manos por la cintura del menor, acariciando la superficie del vientre de nueve meses, justo donde sus hijos vivían. Lo besó con devoción, repartiendo cariñito por aquí y por allá mientras esperaba que Naruto se acostumbrara. Cuando el gatito estaba al punto de crema, salió hasta la mitad y se quedó quieto, buscando las palabras adecuadas para lo que estaba a punto de decir.

-Tu padre vendrá a visitarnos hoy en la noche- soltó de una sola vez.

Al ver que Naruto intentaba incorporarse sobre sus codos para decir algo que seguro sería un reclamo, envistió y se volvió a meter hasta las bolas, tocando el punto exacto donde el rubio perdía todo el decoro. No dijo nada más, salió y volvió a entrar, saturándose con los hermosos gemidos de su pareja.

Las palabras del lobo se perdieron en alguna parte del cerebro del felino. ¿A quién se le ocurría dar ese tipo de noticia cuando estaba a unos pocos golpes de llegar al orgasmo?

La sonrisa de hijo de puta que tenía el lobo le dijo a Naruto que el muy cabrón lo había hecho a propósito.

Decidió que lo mejor era no pensar en eso por el momento, así que se concentró en el simple recibir de las duras estocadas, sacudidas, roces, deslizamientos y exquisito vaivén que le daba su pareja. Ya se concentraría luego en las preocupaciones y los malos recuerdos.

Las brumas del sexo se disiparon despacio después de que ambos llegaran al anhelado orgasmo. Naruto se encontró a sí mismo siendo abrazado por Sasuke en medio de la tibia atmósfera que habían creado. Tratando de fingir que dormía, cerró los ojos. Estaba consciente de cuál sería el rumbo que tomaría la conversación si permitía que ésta retomara su curso.

-Sé que estás despierto- susurraba el lobo, dejándole suaves besos en la zona del cuello mientras deslizaba su nariz por la tierna piel, recogiendo aquel aroma tan adictivo que tenía su gatito.- Tu padre se ha humillado lo suficiente. Deberás intentar hablar con él.

Sasuke se mantuvo en silencio, observando como Naruto apretaba los párpados, fruncía el ceño, crispaba los labios en una mueca de dolor. El temblor en los hombros ya era demasiado, por lo que retomó su tarea de besos y mimos, esperando que al menos se relajara un poco.

-Debes dejarlo atrás. Hablar con tu padre podría ayudarte- intentaba de nuevo, esperanzado en parte.

Naruto abrió los ojos, observando el techo sin dejar de fruncir el ceño, declaró- él solo quiere separarnos, teme.- Giró hasta quedar de lado, escondiendo la cara en la almohada para ahogar los involuntarios sollozos- no quiero verlo… nunca más.

Sasuke se irguió un poco para poder mirarlo, dejándole un cálido beso en el hombro- ¿y tu mamá? Me has hablado tanto de ella y de tu hermana… no puedes decirme que no deseas verlas- suavemente le acarició la espalda- además, escuché que tu hermano pronto será entregado a su prometido.

Ahora sí, Naruto sintió un hueco en el pecho. Sasuke había dado justo en el clavo. No solo porque extrañaba a su madre y su hermana, sino porque no sabía que Menma estaba comprometido. Se había alejado tanto de su familia. Su hermano mayor podía ser una patada en el culo cuando quería, pero a pesar de esto lo amaba hasta el dolor, al igual que su hermana.

Se dio la vuelta para encarar al moreno, observando la profundidad de sus ojos plateados, su expresión preocupada, pero a la vez decidida. Suspiró.

-Dile que lo veré hoy- se mordió el labio antes de continuar, buscando el valor que necesitaba para aceptar aquel reencuentro- pero…, tú, Itachi y Deidara tienen que estar ahí conmigo.

Sasuke le dio un beso en los labios- esa era la idea desde un comienzo.- sonrió cuando Naruto envolvió los brazos alrededor de su cuello, buscando desesperadamente el calor de su protección- jamás te dejaría solo.

La sonrisa de Naruto iluminó la habitación y el corazón del lobo- lo sé.

 

Fin.

 

Notas finales:

Y hasta aquí todo señores!!

Espero que lo hayan disfrutado, si tienen alguna duda, no teman, pregunten y yo responderé con gusto.

No piensen que se me olvidó lo del especial de Kakashi y Menma, lo prometido es deuda. El problema radica en que aún no tengo compu. Hasta que no compre una nueva, no creo que pueda escribir, porque yo necesito concentrarme y solo hay un lugar que me lo permite. Mi habitación. Por eso no puedo escribir en la compu de alguien más. Y lo siento mucho, porque adoro escribir. Pero desgraciadamente, tendré que esperar.

Gracias por haber llegado hasta este punto y darme vuestro apoyo. Nos leemos!!! Tal vez aquí, o en otra de mis novelas…, tal vez sea en París!

Sip, soy una fanática de Casa Blanca ^///^ hahahaha…

Ciao Ciao~!!

PD: ya arreglé el capítulo de “La niñera de una demonio”


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