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Noche de Luna por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

No sé si acordarán de mí. Tal vez ya me hayan olvidado, espero que no. Demoré millones de años en volver, porque realmente no tenía tiempo de escribir. Siento mucho, pero mucho la demora. Haré lo posible para organizar mi ajetreada existencia y que esto no vuelva a suceder. Perdónenme, de verdad y por favor… pasen a leer…

Naruto dormía calentito bajo sus finas mantas de algodón. Gracias a los atentos cuidados de su gemela, ahora se sentía seguro y confortado. Como ya no se encontraba tan deprimido, al menos ahora se había animado a comer un poco más y su hermana chillaba de felicidad cada vez que comprobaba que su apetito había vuelto. Aun así, Naruto estaba preocupado. No podía evitar las náuseas y las ganas de vomitar cada vez que un varón estaba cerca; los síntomas de que ya estaba enlazado a un macho, no tardarían en delatarlo frente a su familia.

Quizás, si le daba tiempo al tiempo, su parte felina terminaría aceptando la cruda realidad de una vez por todas y dejaría de mandarle esos malestares.

Estaba en esos asfixiantes pensamientos… cuando lo escuchó. Un lobo estaba aullando en la distancia, con desesperanza, agonía, el llamado de ese animal hacia su pareja era demasiado apesadumbrado para el tierno corazón de Naruto. Antes de que le diera tiempo siquiera a pensarlo, ya se encontraba en su forma felina. Por fortuna, ya sabía que sus instintos podrían jugarle una jugarreta como esa, así que había dejado la ventana cerrada y la puerta con seguro.

Después de aruñar desesperadamente los paneles de vidrio, el gatito optó por la opción de la puerta, ya que la primera opción permanecía bien cerrada. Al ver que tampoco podía tomar esa vía, regresó al alfeizar de la ventana y comenzó a maullar muy bajito mientras su vista se perdía entre los árboles del bosque.

La noche pasaba lentamente, el lobo aullándole a la luna ausente y el minino observaba la lejanía a través del panel de vidrio. Naruto sintió que se corroía de adentro hacia afuera al pensar que así sería el resto de su vida, una constante espera de algo que jamás llegaría.

Cuando el astro rey bañó el horizonte, el áureo se arrastró a la cama, tomando su forma humana, se escondió bajo las mantas, deseando no volver a despertar nunca. Apenas caía en el profundo abismo de Morfeo, el sonido de la puerta al abrirse lo hizo abrir los ojos. Naruko entraba a hurtadillas, tratando de no hacer ningún ruido para que su hermano pudiese descansar. Al ver que Naruto jalaba las mantas para taparse hasta las orejas, supo que estaba lo suficientemente despierto.

-No hagas esto- se quejaba Naruko en voz baja, jalando la manta del menor para sacarlo de la cama- tienes que bajar a desayunar. Nuestro padre ha dicho que tiene un importante anuncio que hacer.

Un cansado Naruto se sentó en la cama con todas las hebras enmarañadas- ¿de qué hablas?

Encogiéndose de hombros, Naruko trató de restarle importancia a la situación- tu prometido llegará para la cena de esta noche.

Esas palabras, carentes de la emoción necesitada, fueron el incentivo suficiente para que el rubio se levantara de la cama de golpe- ¡No me jodas!- chilló incrédulo.

-¡Cálmate!- chilló Naruko con el mismo decibel en la voz- por desgracia, no estoy jodiendo- suspiró cansinamente- Un día tengo a mi adorable hermanito conmigo, al siguiente se perdió en el río y prácticamente lo dieron por muerto. Y después- rió sin gracia- ha aparecido, pero parece estar más muerto que vivo- se sentó en la orilla de la cama, tocando la mano de Naruto delicadamente- a veces creo que me estoy volviendo loca con toda esta situación.

-Lo siento, Pecas- susurró el menor mientras trataba de controlar a su desbocado estómago sin alimento- te prometo que voy a dejar esta rara costumbre de auto compadecerme.

Soltando todo el aire de los pulmones, Naruko observó detenidamente el rostro ensombrecido de su mellizo. Sabía que cuando prometía algo, no paraba hasta cumplirlo, pero viendo en el estado que estaba, Naruko aseguraba que no sería tan sencillo para él recuperarse.

Entrecerró los ojos cuando algo llamó su atención. Bajo las pestañas inferiores de Naruto, se podían distinguir un par de ojeras bien pronunciadas. Eso no tenía ningún sentido, Naruto se pasaba el día y la noche durmiendo- a ti te pasa algo mucho más problemático que un corazón roto- dijo con seriedad y un deje de preocupación.

-¿De qué hablas?- logró preguntar, justo antes de tener que salir corriendo por la inquietud que le provocaba la intensa mirada de su hermana.

Naruko intentó tocarlo, pero antes de que su mano llegase a la regordeta mejilla, Naruto se levantó de un salto, corriendo al baño lo más rápido que le permitieron sus pies. Con las manos en el borde del inodoro y la cabeza hundida, devolvió la nada que tenía en el estómago.

Con pasos precavidos y lentos, Naruko se acercó desde atrás. Suavemente, frotó su mano en la espalda del menor para ayudarlo con las contracciones de su vientre.- ¿Estás bien, enano?- preguntó intrigada, pero la pregunta murió en sus labios fruncidos cuando vio la marca en el hombro moreno de su hermano. Estaba segura que si no fuera por ese lazo, Naruto no estaría tan enfermo. Maldijo internamente al ingrato que osó de hacerle algo tan cruel. Usarlo y después abandonarlo. Cobarde. Era la palabra que – según ella – mejor definía al maldito lobo.

-Voy a darme un baño- dijo Naruto, corriendo hacia la ducha para restregarse con fuerza y tratar de borrar el tacto de Sasuke que aún quedaba en su piel- bajo en un momento- anunció sin dejar de frotar la esponja contra su cuerpo.

Temiendo la felina que en su rostro se reflejara su elevado enfado hacia cierto macho desvirgador de hermanos menores, agradeció internamente que su gemelo no pudiese ver su expresión- Vale, le diré a mamá- se sintió orgullosa de que su voz no saliera gutural por lo cabreada que estaba- te veré abajo. Recuerda poner cara de sorpresa cuando nuestro padre te dé la “maravillosa” noticia- ironizó, dándose la vuelta para marcharse.

-De acuerdo.

Unos minutos después, cuando Naruto ya estaba duchado, dientes lavados y peinadito, bajó las escaleras para dirigirse a la primera planta. Cuando llegó al comedor, ya sus dos hermanos, su madre y su padre estaban sentados en la mesa, esperándolo para comenzar a desayunar.

-Buenos días- saludó a todos mientras se sentaba en su lugar habitual junto a Naruko.

El resto de la familia tenía expresiones como de niños el día antes de la fecha navideña. Eso hizo que los bellos de la nuca de Naruto se pusieran en punta. Una suerte que haya cumplido con sus deberes matinales de vomitar antes de sentarse en la mesa, de lo contrario, hubiese tenido que correr al lavado una vez más.

-¿Por qué tan contentos?- preguntó como si tal cosa, aunque había un toque de fastidio en su voz.

Menma le sonrió esperanzado, sacando a la luz un brillo encantador desde sus pupilas dispar – azul y cárdeno – y sus rasgos de felino adulto- Es imple, hermanito- ladeó la encantadora sonrisa y ahora su rostro mostró una expresión pícara- hoy llega quien nos va a librar de tu fastidiosa presencia.

Naruto casi se ahoga con el sorbo de café que acababa de dar. Los golpes que recibió en la espalda por parte de su hermana, fue lo que le permitió volver a respirar como se debía. Arrugando el ceño, observó al mayor, tan igual a él y a Naruko como diferente. Menma era la viva imagen de su padre, igual de estoico, creído y además, esa costumbre de soltar chistes nada graciosos en el peor momento. En eso era más parecido a su madre que a su padre.

-Vete – a – la – mierda- masticó cada palabra antes de soltarla, hablando entre dientes para marcar su punto.- Junto con el idiota que quiere ser mi prometido.

El golpe que dio el alfa en la mesa con la mano abierta, fue gesto suficiente para detener cualquier intento de discusión- no sé si lo notaron, pero estamos desayunando- regañó, mirando a Menma con las cejas juntas al apreciar cómo se reía de su hijo menor, desviando la vista al chico que estaba a punto de reventar de rabia, agregó- aprende a ser más respetuoso, que tu madre y tu hermana están aquí.

-Tsk- cabreado, Naruto desvió la vista hacia un punto en la distancia- me fastidia este asunto. Dejen de estar buscándome pareja como si les estorbara. Si es solo eso, entonces díganmelo y me iré de…

-¡Cállate!- rugió el adulto, exasperado por la tontería que su hijo estaba por decir.

Antes de que las cosas pasaran a mayores, Kushina decidió hablar- Hijo- lo llamó por lo bajo. La mayoría de las veces, quería que sus hijos respetaran la autoridad de su padre, pero en esta ocasión, admitía que Naruto tenía razón- no es lo que piensas- quiso aclarar, estirándose sobre la mesa para tomarle la mano, agregó- eres especial. Un macho con olor a hembra, codiciado por todos. Es inevitable- suspiró- estarás en peligro hasta que un macho lo suficientemente fuerte te reclame como su pareja.

Naruto abrió la boca para decir algo, el silencio en la mesa lo hizo callar. El alfa relajó sus fracciones, secundando lo dicho por su compañera, dijo- si alguien se atreve a tocarte, me veré obligado a partirlo en dos, y no quiero quedarme sin la gran mayoría de los machos solteros de la manada.

El joven felino quería chillar de lo ofuscado que estaba, gritar a los cuatro vientos que ya tenía pareja. El aprehende en su mano por parte de su hermana, evitó que hablara de más. Naruko no lo abandonaría nunca y trataría de demostrárselo siempre. Su maquiavélica mente estaba trazando un complejo plan para que todo el asunto se dirigiera en la dirección que más le convenía a Naruto.

Sonriendo, tomó el control de la conversación en la mesa- El enano solo está nervioso- hizo un ademán de broma con su mano- no todos los días le dicen que está por conocer a su futura pareja.

Naruto miró a su hermana con una expresión atónita, sorprendido por la naturalidad con la que Naruko soltaba esa descarada mentira. En respuesta, su hermana le clavó las garras en el muslo lo suficientemente fuerte como para traspasar la tela del pantalón vaquero que llevaba puesto, pero no tanto como para hacerle sangre. La señal tan “sutil”, le dejó bien claro a Naruto que si no se callaba, su hermana se quedaría con la piel de su pierna clavada en las uñas.

El desayuno había sido una lucha desesperada por no meter la pata con toda su familia de testigo, ya que sería sospechoso que gruñera con la sola mención de una pareja que no fuera el lobo; aunque el blondo aceptaba a ciencia cierta que sus instintos animales jamás le permitirían aceptar a otro hombre que no fuera el que el destino le había reservado. Gracias al apoyo de su hermana, había evitado hacer una estupidez.

-Dale una oportunidad- fue el consejo de Naruko al salir juntos del comedor.

Por toda respuesta, Naruto le mandó su mejor mirada incrédula.

Naruko tomó una de sus manos- oh vamos, no seas tan cerrado. Tal vez este alfa sea tu pareja y todo este asunto del lobo ingrato solo era un malentendido.- Diciendo esto, se dirigió hacia la cocina, dejando en el pasillo a un confundido Naruto.

 

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El resto del día lo pasó como en el aire, su madre le dio ropa nueva para usar, Naruko le peinó el cabello y el capullo de su hermano se la pasó haciendo bromas estúpidas sobre la cara de miedo que tenía por la visita del alfa. Sin darse cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo en aquella casa, llegó la hora de la verdad.

-Deja de echarme esa cosa, Pecas- trató de apartarse de su gemela que insistía en rosearle una extraña colonia de flores- ¿tratas de envenenarme?- tosió, resintiendo en su delicado olfato aquel fortísimo perfume.

-No, enano. Solo trato de disimular ese olor a lobo que tienes pegado en el cuerpo- suspiró, dándose por vencida.

-¿Crees que alguien más lo haya notado?- se preocupó de pronto, sudando por el nerviosismo que le provocaba la idea de solo imaginarse a su padre frunciendo el ceño cuando sintiera el aroma nada común en él…, el olor de Sasuke. Además, haber sido la puta de un lobo, no era una noticia que estaba dispuesto a divulgar, y más si te había dicho descaradamente: “gracias por los servicios y adiós”.

-Nyah- negó la felina- tendría que conocer tu olor de antes para eso- trató de explicarse, tocando el pelo de Naruto, ahora largo hasta rosar sus hombros- ni siquiera puedo asegurar que huelas a él, solo es un aroma diferente que está pegado a ti.

-¿Van a bajar, chicos?- la voz de Kushina resonó en la planta superior a pesar de estar en el piso de abajo, recordándole a los jóvenes felinos que las visitas estaban por llegar.

Era noche de luna llena, una noche que todos los cambia-formas festejarían. La misma Naruko estaba intranquila, su aroma delataba que estaba en el pináculo de su estado de celo, alertando a los machos de su alrededor que ya era adulta y que estaba soltera. Contrario a esto y de manera increíble, Naruto no despedía el mismo aroma seductor que llevaría a los miembros masculinos de la manada a un paseo por la locura. Esa era otra de las razones por las que su hermana había vaciado casi medio frasco de perfume sobre su cuerpo.

Una vez terminada su labor, Naruko dio un paso atrás para apreciar el resultado final de su espléndido trabajo. Su cabello largo, alborotado en todas direcciones para darle un toque jovial y fresco, con maquillaje le ocultó las ojeras, unos pantalones ajustados y una camisa azul que resaltaba el color de sus grandes ojos asustados. Matador. Fue lo que pensó Naruko, sonriendo con malicia. Había que subir las apuestas, porque estaba segura que su hermanito ganaría la pelea.

Siendo una gatita malvada, Naruko no veía ningún problema en usar unos cuantos corazones rotos como alfombra de la entrada si con eso Naruto era feliz.

-No sé si me entendiste- dijo el rubio asustado cuando vio su reflejo en el espejo de su habitación- no quiero ningún marido. La idea es hacer que se espante, no que me viole.

-Tranquilo, hermanito. Solo encárgate de seguirme la corriente y verás que todo saldrá bien.

Si no fuese porque confiaba en su hermana al punto de dejarle la vida en sus manos, Naruto habría escapado por la ventana para internarse en los más profundo del bosque y jamás salir de allí- das miedo, Pecas- suspiró, soltando todo el aire de los pulmones- explícame cuál será tu loca estrategia.

-Si te la digo, no tendría el mismo resultado- después de soltar aquellas crípticas palabras, la felina salió de la habitación sin dar más explicaciones.

Dándose por vencido, Naruto la siguió por el corredor con el gesto alicaído. Al llegar a las escaleras, escuchó las voces que resonaban en la planta baja. Todos en la familia estaban listos para el paseo por el bosque bajo la luz de la Luna y la protección de su diosa.

Naruto se sostenía de la baranda con tanta fuerza, que sus dedos se pusieron blancos, respirando profundo, se recordó a sí mismo que era un gato montés, caprichoso, malcriado y sobretodo independiente en la forma emocional. Si su nuevo marido no le atraía, o le molestaba, él sabría muy bien cómo hacérselo saber con creces. Levantando el rostro hacia el horizonte, bajó las escaleras.

La familia estaba reunida en la sala. Todo era risas, felicidad. Kushina, sentada junto a Minato, Naruko de pie al final de las escaleras, esperándolo con una sonrisa, y Menma solo permanecía indiferente, apoyado contra la pared con los brazos cruzados.

Él ya era mayor de edad desde hace al menos cuatro lunas, pero al parecer el flujo del periodo de apareamiento, aún no le afectaba lo suficiente. Siempre se mantenía alejado de todo ese asunto, desinteresado de cualquier fémina de la manada.

-Por fin bajas, cachorro- habló el alfa desde su sitio, tomando la mano de su esposa para acercarse al rubio menor y darle una mirada bastante fija- tu prometido acaba de llegar, al parecer tuvieron un pequeño retraso.

Naruto terminó de bajar las escaleras, mordiéndose el labio, acalló la protesta que deseaba chillar desde su garganta cuando escuchó el tema “prometido”. Poniéndose de pie junto a Naruko, trató de darse valor- ¿entonces, lo esperamos?- preguntó el gatito, sin saber realmente qué decir.

El sonido de vehículos que entraban al patio, alertó a la felina familia que sus invitados ya habían llegado- Bien- habló Kushina, dándole un beso a su esposo en la mejilla- voy a ver cómo va la cena- se dirigió a su hija y le agarró la muñeca.- Vamos holgazana, ayúdame a servir la mesa.

La rubia resopló y siguió  a su madre, no sin antes mandarle una última mirada a su hermano, tratando de trasmitirle toda su confianza- Cuando se desea ganar mucho, arriesgas mucho- le susurró al oído cuando pasó por su lado.

Naruto asintió en un movimiento lánguido, casi imperceptible. Enderezando los hombros, se quedó allí de pie mientras su altísimo padre abría la puerta. Entrecerró un poco los ojos cuando vislumbró desde el umbral, una cabellera puntiaguda bastante peculiar. En la entrada se encontraba un hombre igual de alto que su padre, risueño, altanero y con un parche en su ojo izquierdo. Era un cambia-formas coyote y daba miedo de solo verlo.

El pelo plateado, su ojo libre era muy negro y sus anchos hombros inspiraban poder. A pesar de su sonrisa jovial, su mirada era fría y calculadora, gélida. A Naruto le pareció un asesino o uno de estos mafiosos en las películas de acción. Tras el hombre venían dos más, igual de confianzudos y altos, igual de gélidos.

Como en un sueño muy lejano, ajeno a la realidad, Naruto observaba como su padre recibía a los invitados. Apretones de manos y golpes en la espalda fueron la tónica intercambiada para la bienvenida. Después de los saludos, los hombres recordaron la presencia de Naruto.

La mirada fría de aquel hombre, mostraba un deje de profunda evaluación al hermoso minino de grandes ojos azules, el cual se sintió como un costoso filete en una carnicería. El felino más joven estuvo tentado a correr escaleras arriba, pero no se permitió esa cobardía, el avergonzar a su familia estaba completamente fuera de discusión.

-Este es mi hijo menor, Naruto- presentó Minato, descansando la mano sobre el hombro del gatito más chico- esta noche es su tercer celo, así que debes tenerle paciencia. Como puedes ver, Kakashi, mi chico aún es muy joven.

La mirada del estoico macho peliplata, recorrió el esbelto cuerpo de Naruto de pies a cabeza, después de una largo silencio, una sonrisa satisfecha se formó en su rostro lobuno- Es hermoso- reconoció Kakashi, acercándose a Naruto con pasos lentos y elegantes- ¿Ha tomado a alguna pareja en las lunas pasadas?

El blondo se sintió palidecer, un frío de muerte recorrió sus venas; antes de que pudiese responder, su padre se adelantó un paso- No. Durante la primera luna lo encerramos en una jaula para evitar que algún macho se aprovechara.

-¿Y en la segunda luna?- Naruto sintió en ese momento, que al jodido coyote plateado no se le iba una.

Minato simplemente se encogió de hombros- No ha tomado pareja alguna… Creo que a la larga, eso es lo que importa.

Una sonrisa socarrona se dibujó en el fino rostro de Naruto, sacando a flote una chispa de ironía. Kakashi lo notó y frunció el ceño con seriedad. El joven gatito casi cae en la tentación de sacarle la lengua, pero se contuvo por su propio bien.

-La mesa está servida- anunció Kushina.

La llegada de la hembra alfa, le dio fin al duelo de miradas entre el felino y el coyote plateado. Naruto le enseñaría a ese maldito perro astuto a no inspeccionar en su vida privada. ¿Qué le importaba a quién le había puesto el culo? Se supone que eso era un tema muy íntimo y personal. Jodido pervertido.

 

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La cena era a una hora temprana, ya que, cuando la luna estuviese en lo alto del cielo, todos estarían bajo su influencia. Naruto removió la comida de un lado para otro en el plato y respondía con monosílabos cuando alguien se acordaba de hablarle; aunque por lo general, la conversación entre los alfas era la que llevaba el ritmo.

Hablaban de tierras y de negocios, de manadas enemigas y de hombres perdidos. Solo una vez, Naruto escuchó con atención aquella plática y fue cuando Kakashi explicaba que tenía dos cachorros de su difunta pareja. Eso demostraba que, al tener la descendencia asegurada, no tenía ningún inconveniente en que Naruto no pudiese darle hijos.

Al parecer Minato lo sabía, de lo contrario nunca habría aceptado el trato porque se consideraba un hombre honesto, pero sobre todas las cosas, un hombre de negocios. Kakashi le ofrecía dinero, tierras y recursos a cambio de la mano de Naruto. Una propuesta que, siendo tan tentadora, era imposible de rechazar.

Cuando la plática volvió a ser puramente aburrida y superficial, Naruto rodó los ojos y se alejó del asunto nuevamente. Odiaba sentirse como mercancía o como moneda de cambio. Si le dieran a escoger, preferiría quedarse sólo con el recuerdo de lo que pudo haber sido con su lobo, de lo que nunca fue.

Después del postre y el café, el joven felino se sentía atrapado entre esas cuatro paredes. Él deseaba correr, correr y correr hasta donde sus patitas se lo permitieran. Huir de toda esa pantomima que figuraba su vida, era la opción más sana para su mente agotada.

No era de los que bebían licor, pero la copa de vino junto a su plato lo tentó, llevando la bebida a su boca, escuchó a lo lejos los aullidos de los lobos que ya habían comenzado su carrera. Esos pulgosos no acostumbraban perder el tiempo con cenas ni protocolos, eran pura pasión, instinto y gobierno animal.

Recordando a Sasuke, ahogó un gemido de dolor en su pecho. Desvió la vista hacia la ventana, tratando de ver más allá del bosque iluminado por la diosa, quiso probar suerte y tratar de ver a lo lejos al lobo estúpido que le había robado el corazón para luego pisotearlo. Apretó tan fuerte la copa que estuvo a punto de romperla entre sus finos dedos acanelados.

Kakashi lo observó de soslayo, aprovechando el puesto privilegiado que Kushina le reservó en la mesa – justo en frente de su pequeño prometido – y sonrió de lado- ¿estás bien?- preguntó coqueto y simplón.

-¿Yo?- dudaba Naruto, notando que el coyote cuyo nombre no recordaba, le hablaba por segunda o tercera vez.

-Pareces a punto de arrancarle la garganta a alguien- mofó el mayor- solo espero que no sea a mí.

En ese momento, Naruto recordó lo que su hermana le había dicho, debía al menos intentar que su lado felino aceptara a un nuevo compañero, nada se perdía con intentar, así que le dedicó una mirada coqueta al peliplata- solo si te lo llegas a merecer.

 

Continuará…

Notas finales:

Lo siento chicos, prometí una sorpresa, además de un poco de acción, pero estoy tan ajetreada que el capi que tenía planeado, lo tuve que partir en dos o de lo contrario no podría subirlo nunca. Lo que prometí se queda para la próxima, de acuerdo?

Espero lo hayan disfrutado, esperaré sus opiniones y de nuevo, lo siento mucho por el retraso.


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