Segunda razón
Acurrucándose… ¿Mimarse?
Un día, hacía muchísimo tiempo, alguien tuvo una responsabilidad que no cumplió. Para sacarse del apuro por haber fallado, mintió. Así se crearon las excusas. Y gracias a los dioses que se habían creado, si no hubiese tenido que meter la cola entre las patas, mirar al piso y enfrentar la confusión de Rin. Aunque, gracias a las dichosas -y benéficas- excusas, el pelirrojo no estaba, pues, confundido.
Haru dijo tener mucho calor, y fue justamente esa su excusa para prender el aire acondicionado de su habitación. Subió la tele del piso de abajo, cerró todas las puertas con seguro -porque no quería ser interrumpido por Makoto-, incluyendo la de su cuarto. Rin se acomodó en la cama y tomó el mando del televisor, prendiéndolo y buscando una película que sabía pasarían a esa hora. Se acomodó contra la pared y, disfrutando el aire frío que se ventilaba a través de las rendijas del aparato sobre el escritorio en el que estaba la tv, sonrió.
─No es posible que tengas tanto calor ─se quejó. El aire le pegaba en la cara, pero, dicho anteriormente, aún así lo disfrutaba.
─Sabes que la mayor parte del tiempo estoy en el agua, debe ser por eso ─mintió. Bueno, si pasaba mucho tiempo en el agua, sin embargo, eso no le hacía tener más calor en la tierra. Rin elevó una ceja y se encogió de hombros.
─Da igual.
Sí, daba igual. Haru se sentó bastante cerca de Rin, quien solo le dedicó una sonrisa antes de juntar las piernas contra el pecho y abrazarlas, recargando la barbilla entre sus rodillas. No, no, no. Eso estaba mal. Rin no debía acurrucarse en sí mismo, debía acurrucarse en él. Jodido pensamiento individual. Jodida independencia.
Claro, pero la furia no le duró más que la mitad de la película. Rin comenzó a estremecerse por el frío. Haru quiso sentirse culpable, pero prefirió culpar a Rin y las camperas de tela finita que usaba. El pelirrojo se pegó a su brazo discretamente y Haru le rodeó los hombros con él. El menor se acurrucó en su pecho, el pelinegro distinguió el sonrojo en el contrario. Inclinó la cabeza y besó su cabello, haciéndolo enrojecer aún más. La película había quedado en el olvido.
Rin tomó la mano de Haru -del brazo que no tenía en los hombros- y la entrelazó con la suya. El pelinegro se llevó la mano contraria a los labios y la besó suavemente. Rin quiso gritarle que dejara de hacerle cosas tan cursis, pero en realidad lo disfrutaba. Sintió la mano de su novio jugar con su cabello. Entonces alzó la cabeza y le besó la mejilla suavemente. Haru elevó las comisuras de sus labios.
─Eres tan gay ─murmuró. Rin alzó ambas cejas y sonrió con cinismo.
─ ¿Y me lo dices tú? ─Haru asintió firmemente, besándole la nariz─ De haber sabido que ibas a ser así, me hubiera declarado antes, ¿sabes? Siempre pensé que serías como… Que me lo dejarías todo a mí.
─Rin, es porque te quiero ─un suspiro salió de la boca contraria, el aludido dirigió la vista a la televisión─ ¿Qué?
─No digas cosas tan vergonzosas.
Haru asintió, acomodándose nuevamente con Rin entre sus brazos, quien le acariciaba el dorso de la mano con el pulgar. Era cierto lo que había dicho anteriormente, pues ni Haru mismo hubiese pensado que llegaría a actuar tan… Cursi. Pero era algo que le nacía hacer, para ver el sonrojo de Rin, su sonrisa. Además, eran novios, así que estaba bien, ¿no? Rin apretó su mano.
─También te quiero.