Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey Hey Hey Capitulo 13!

> Arruinando escenas romanticas, Charlas pecosas, La version de Kageyama, Un gato lloron e insoportable, un rubio alterado <

Me fue difícil imaginarme en un momento más incómodo que este, Sugawara-san estaba besándose con el nuevo?, no se suponía que no le agradaba?, bueno a mi realmente no me importaba lo que la gente hiciera o no hiciera, pero las conversaciones que había logrado escuchar entre esos dos habían picado mi curiosidad, además la sensación revoltosa en mi estómago como un mal presentimiento aun no desaparecía.

Aun así, que significaba todo eso?

- Ah! Tsu, Tsukishima-k, kun regresa, aste, qué bu bueno! – la voz de Sugawara-san tembló y su lengua se tropezó contra las palabras, sus mejillas estaban rojas, me evitaba la mirada mientras sostenía una sonrisa que más bien era un gesto exagerado que en contra de mi naturaleza se veía demasiado gracioso.

Apreté los labios conteniéndome un poco, les agradecí por cuidar del pecoso en mi ausencia y desaparecieron de la habitación como alma que lleva el diablo, me senté junto a Yamaguchi, deje salir la risotada que tenía apretada despertando a la bolita que se aferraba a mi almohada.

- Eh? Tsukki?... Buenos días – se talló los ojos con el dorso de su mano bostezando.

- Buenos días – ciertamente los músculos de mi rostro no estaban acostumbrados a tales gestos, Yamaguchi me miraba con sus ojos castaños abiertos de par en par todo sonrojado, lo tome de las mejillas acariciando sus pecas, me acerque a él rozando su nariz con la mía.

- Buenos días Yamaguchi – le susurre ahogando mi voz en sus suaves labios uniéndolos y separándolos lentamente de los míos, mi corazón dio saltos emocionados al sentir su cuerpo tembloroso perder el aliento ante mis caricias.

Después de dejarlo tomar una buena ducha, me quede a esperarlo leyendo uno de los libros que escondía bajo la cama recostado en mi cama, muchos eran solo historias para niños lo que me pareció algo extraño y aún tenía que preguntarle que había pasado antes de encontrarlo hecho todo un desastre contra la pared.

- Yamaguchi – dio un respingo con la toalla todavía sobre su cabeza.

- si? – volteó a verme sentándose en su cama frente a mí.

- Que sucedió ayer? – se quedó viéndome como si no supiera de que le estaba hablando.

- Cuando regresé de la sesión, estabas arrinconado contra la pared, temblando -  apenas me escucho entrecerró los ojos y desvió la mirada apretando los puños.

Ya tenía claro que era extraño, mi entremetido interés por alguien más era jodidamente extraño para mí, pero en el fondo no quería dejar pasar cosas así, de una forma u otra desde que lo conocí estaba empezando a aceptar que ya no iba a ser el mismo, si era el pecoso no me molestaba tanto querer ayudarlo, poco a poco, aunque aparte de ello tenía otra razón que me estaba taladrando la cabeza desde la sesión con Takeda-san.

Le hice un ademan con la mano, se tambaleo un poco caminando hacia mí, lo hice sentarse en el borde del colchón entre mis piernas, tome la toalla y empecé a secarle el cabello que aún le goteaba.

- En verdad quieres saber? – me pregunto en un susurro.

- Si – me afectaba su cercanía, mi entrepierna lo notaba más que yo, pero en verdad sentía la necesidad de escucharlo.

- Etto, yo... bueno, hay momentos donde escucho cosas – empezó a hablar frotándose las manos ansioso.

- A veces pueden ser como si me advirtieran que algo puede llegar a suceder, cosas malas – añadió frotándose aún más fuerte las manos, bajé la toalla a sus hombros, y lo rodee con mis brazos tomando sus manos entre las mías, entrelace sus dedos con los míos mientras dejaba descansar mi mentón en su hombro.

- Tranquilo – le susurre al oído, no pude evitar que mis labios se curvaran levemente en una sonrisa al sentir todo su cuerpo desvanecerse en un quejido dejándolo sin aliento, agitado tratando de recuperar algo de aire.

- Daichi-san? – le pregunté, había notado lo nervioso que se puso en la sala de estar cuando el negro se presentó, así que era fácil intuir que eso pudo haberlo provocado.

Asintió con la cabeza sin decir nada, pero los suaves sonidos de su delgada voz entre su respiración agitada me afectaban y mucho, le eche una mirada al reloj en la pared, aun nos quedaban unos 15 minutos antes del desayuno.

- Yo también sentí un mal presentimiento, con todo eso, pero – apreté sus manos entre las mías.

- Si algo pasa, o quieres contarme algo, puedo escucharte – mi tono de voz sonó tan seguro que hasta yo estaba sorprendido, en definitiva ya no era el mismo Tsukishima Kei que había llegado ahí atado a una camilla fría.

- Gracias Tsukki – volteó a verme sonrojado tratando de mantenerme la mirada apretando los labios.

- Silencio Yamaguchi – terminé con los odiosos centímetros que nos separaban y le robe un beso más profundo, mi lengua tuvo de nuevo el privilegio de intimidar a la suya que se intentaba retraer dentro de su boca.

Bajamos al comedor, el pecoso parecía más tranquilo ahora, Hinata ya estaba con Kageyama en una mesa, algo con la familia del pelinaranja lo tenía emocionado, por lo que a todo pulmón le estaba contando las nuevas a su pareja, que esta mañana parecía cansado, con ojeras bajo sus ojos, su expresión siempre daba miedo pero esa mañana había logrado un nuevo nivel.

- Buenos días – Yamaguchi saludo con su tono de voz normal, la mayoría se sorprendió un poco, yo solo me incline un poco y fui por la comida.

Estábamos comiendo, todos hablaban de cosas sin importancia, incluso el pecoso participaba a su manera de la conversación, Daichi-san no se había aparecido aun, y Sugawara-san evitaba mirarme pero actuaba con normalidad.

- Sabes Kei, Akiteru ha estado hablándome de tu compañero de habitación, si que estaba sorprendido – ya que Yamaguchi había sido arrastrado por Akiteru en algún punto de la sesión, Chizaru-san encontró un momento para hablar conmigo en su última visita, no solíamos hablar mucho pero en cierta forma teníamos una personalidad parecida, lo que hacía innecesarias las palabras.

- Sé que eres de pocas palabras, y puede que te de pena, o creas que no es necesario decir lo que piensas – me miro con toda la seriedad que ese pequeño cuerpo poseía.

- Si tienes alguna duda, o quieres saber sobre algo puedes decirme, no hare un alboroto como lo haría tu hermano, ese chico, bueno es una persona Kei, por encima de todo es una persona como tú – añadió rascándose el mentón.

- Akiteru vive muy preocupado por ti, no queremos que vuelva a pasar nada malo – soltó un suspiro y me miro con una sonrisa de lado. Permaneció un momento en silencio como si estuviera pensándose muy bien que decir.

- También hay algo que quiero... bueno, en un par de meses, podré regresar a Japón, y quiero mudarme con tu hermano, a la casa de tus padres, si tengo tu aprobación – se puso frente a mí con la mirada llena de determinación. Asentí con la cabeza, no había ningún motivo por el cual oponerme, yo solo quería que Akiteru recuperara algo de su felicidad y tranquilidad que yo le había arrebatado, y no había nadie mejor que el para hacer eso, además, volver a la casa de nuestros padres… no, yo ya no era capaz de volver ahí, así me tomara treinta, diez, dos años, o tan solo un par de meses, ya no era me era posible regresar.

- Esfuérzate, estaremos esperándote – sonrió con todos los dientes como solo lo había visto hacerlo con Akiteru un par de veces, dándome un golpe con su palma abierta en la espalda. Los recuerdos empezaron a invadirme mientras presenciaba lo que era una imagen nostálgica de algo fraternal que alguna vez había tenido.

Le asentí aguantándome las emociones que se estrellaban unas con otras en mi pecho, no era fácil de admitirlo pero en el fondo de todo mi desinterés y locura extrañaba desesperadamente ese tipo de momentos.

Mi mente volvió al comedor donde Hinata discutía con Tanaka-san por la comida, no me había podido sacar la conversación con Chizaru-san, por supuesto que Yamaguchi era una persona, como yo, ni más ni menos, pero el escuchar esa aclaración de esa forma tan directa me hizo reflexionar más las cosas, seguía aterrado por la decisión de Takeda-san, quería como fuera evitar que algo malo pudiese pasar, quizá forjar un lazo más fuerte con el pecoso me ayudaría a controlarme, si eso necesitaba, no podía olvidar quien era, eso podría ser lo único que necesitaba,

Pero si me lo preguntaba con calma, quien era Tsukishima Kei?

La mirada del pecoso capto la mía, me sonrió levemente rozando mi rodilla con la suya bajo la mesa, y en muchas maneras eso logró calmarme.

El desayuno termino, ese día Takeda-san le pidió ayuda a Hinata y a Sugawara-san con una sesión grupal, se llevó al pecoso, a Asahi-san y a Tanaka-san con él, nos quedamos en la sala de estar Kageyama y yo, luego de que se fueran llego también Daichi-san.

Qué situación más molesta.

- Y bueno, cuanto llevan aquí? – pregunto Daichi-san que jugueteaba con una de las viejas paletas de ping pong.

- Un par de semanas - respondí, Kageyama no parecía querer participar de la conversación.

- Y tú?, Kageyama verdad? –

- Más de un año – contesto a media lengua con su ceño bien fruncido.

- Whoa, eso es mucho tiempo, el pequeñito pelinaranja no tiene ninguna enfermedad verdad? –

- No, él no tiene nada malo – Kageyama escupió las palabras aun sin que el otro terminara de hablar.

- Lo siento no quiero incomodarte, es solo que me da curiosidad, él está aquí casi todo el tiempo – Se le notaba algo nervioso, Kageyama lo miro de arriba abajo para luego soltar un largo suspiro.

- Aunque yo se lo pidiera, el no dejaría de venir –

- Es demasiado terco, desde el principio todo esto fue su propia decisión – añadió dejando que sus labios formaran una línea recta, que de haber estado solo quizá hubiese sido una sonrisa nostálgica.

- Son muy jóvenes – Daichi-san también sonrió, pero la tristeza en su sonrisa era muy obvia.

- Has estado en algún otro hospital antes de este? – le pregunte

- No, realmente nunca había estado en un lugar así –

- No tienes realmente alguna enfermedad o sí? – la casi afirmación de Kageyama nos dejó en silencio un buen rato, la mirada en Daichi-san estaba lejos, quizá no en la misma habitación ni en el mismo periodo de tiempo que nosotros.

- La verdad es que pasaron muchas cosas, es un poco complicado – Daichi-san se pasó la mano tras la nuca y se encogió un poco.

- Cuanto durara la bendita sesión – se quejó Kageyama aburrido de pasar las hojas de un libro ya casi desbaratado.

- El Rey ya extraña a su reina? – Era refrescante poder molestar al pelinegro.

- No molestes poste de luz – frunció más el ceño dejando el libro con rabia en el estante de nuevo.

- No se llevan muy bien eh? – sonrió Daichi-san mirándonos.

- Eso es porque te la pasas pegado al pobre enano todo el tiempo, dale un respiro hombre –

- Mira quién habla – Kageyama me miro con una sonrisa burlona chasqueando la lengua.

- Al menos no están solos chicos – añadió el pelinegro levantándose de la silla.

- Que no hice nada! Suéltenme –

- Cálmate Kuroo-kun –

- No suéltenme! No me lleven a aislamiento, Hey! Ittei no quería, no fue mi intención –

- Por favor aislamiento no! –

Los gritos de algún pobre diablo nos llegaron desde el pasillo que conectaba con la sala de entrada al edificio, la voz de Takeda le pedía que se calmara, y parecía venir con más personas.

El pasillo hacia asilamiento conectaba con la sala de estar, pronto apareció un hombre alto de cabello negro corto parecido a Ukai-san sosteniendo a un joven por los hombros, lo tenía bien inmovilizado, apenas y podía caminar, el chico era alto de cabello negro despeinado, tenía los nudillos manchados de sangre, medio nos miró, antes de esconder sus ojos amarillos bajo el mechón que le caía sobre la cara, parecía avergonzado.

- Lo siento, no debían ver eso – Takeda-san se quedó con nosotros mientras Ukai y el otro tipo llevaban al chico por el pasillo hacia asilamiento.

- Su nombre es Kuroo Tetsuro-kun, es del edificio Nekoma pero tuvo unos problemas con los demás chicos así que lo tendremos por unas semanas aquí en Karasuno, no es un mal chico pero a veces no sabe controlar sus emociones – añadió sentándose en uno de los sillones, parecía cansado.

- Parece que no se lleva muy bien con las paredes de aislamiento – se burló Kageyama a lo que Takeda dio suspiro cansado.

- Por eso mismo fue mejor cambiarlo de edificio, no podemos mantenerlo mucho tiempo en aislamiento, aunque será temporal – aclaro acomodándose los lentes.

- Lastimo a alguien? – pregunto Daichi-san

- Tenia sangre en los nudillos – añadió.

- Bueno, no fue nada grave – Ukai regreso con el otro tipo en ese momento, Takeda se despidió y se fue con ellos por donde habían llegado.

- Bueno parece que tenemos más compañía – comento Daichi, los tres nos miramos, para mí eso fue muy repentino, en primera desde que llegue no había echado ni un vistazo fuera del edificio, lo que sabía de los otros era muy poco por no decir nada, en ese momento fue como ser consciente de que la existencia de otros mundos como el mío fuera de las paredes que me rodaban lo cual fue desconcertante.

- Bueno, yo tengo hambre así que nos vemos por ahí después – Daichi-san nos dejó solos, Kageyama seguía irritado, seguramente por no estar con Hinata, en el fondo me picaba la curiosidad sobre la relación que tenía con el pelinaranja, o más bien por la versión del pelinegro.

- Es muy extraño que Yamaguchi se halla vuelto tan cercano a ti así como así – hablo y francamente me sorprendió.

- Eh?, bueno yo... no lo sé – y realmente me preguntaba lo mismo, me había comprometido a ayudarlo, aunque fuera un poco a mi manera, pero esa pregunta que se me pasaba varias veces por la cabeza, aun así solo recibí como respuesta del pecoso un “Porque eres tú” y a la final que podría refutarle a ello?

- Yo tampoco entendía al principio, es decir, yo nunca traté muy bien a Hinata, por cada jugada en la que erraba, o por cada estupidez que decía le armaba una pelea, no lo bajaba de idiota, estaba tan obsesionado con ganar cada partido en el que participábamos que nunca lo vi más que como una herramienta para ganar – el pelinegro tenía un arranque de sinceridad o realmente quería contarme.

- Y aun así, él no se me despegaba ni un momento, ese día que perdimos, y antes de ello lo lastimé, realmente, use mis manos para lastimarlo – se miró los puños apretándolos, quizá no era muy necesario que me contara todo ello, después de todo yo era un desconocido más, sin embargo lo entendía, cuando le haces daño a alguien que quieres, te lo recuerdas una y otra vez, sin buscar algún tipo de redención te autocastigas, porque nunca lograras sentir el mismo dolor que la otra persona y eso es injusto.

- Cuando me trajeron aquí, la primera cosa que vi cuando recupere algo de consciencia entre tanto sedante y medicina, fue su cabellera pelinaranja, estaba sentado en una silla plástica dormido con la baba escurriéndosele por el mentón, se veía ridículo, pero seguía ahí – apretó los labios, lo único que pude hacer fue seguir escuchándolo, sin dejar de ver sus expresiones, me resultaba fascinante ver tanto sentimiento dibujado en su cara cuando la mayoría del tiempo solo parecía enojado.

- Siempre le preguntaba, ¿Porque haces esto?, ¿Qué haces aquí?, al principio se negaba a decirme y me cambiaba el tema hablando de cualquier tontería, pero un día, me dijo que yo le gustaba –  soltó una leve risa nasal arqueando una ceja.

- Fue lo más ridículo que podía haber escuchado, aun así fue lo que me salvó, y lo que me salva todos los días – sonrió genuinamente, y yo quede sin palabras, no me lograba imaginar que pudiese abrirse de esa manera, irritante e irritable pero era una buena persona.

- Tienes suerte – fue lo único que pude decir, sonó como un susurro y no creí que me hubiese escuchado, pero luego sentí la palma de su mano estamparse sobre mi hombro.

- Tu también la tienes – dijo, para luego ponerse serio de nuevo como solía estar siempre.

No pude evitar esbozar una sonrisa, esa podría ser la razón por la que el pecoso me dejaba estar de esa forma a su lado, pero porque?, Él no me conocía, Kageyama y Hinata tuvieron su tiempo para conocerse, pero que sabía Yamaguchi sobre mí?. Si lo que todos decían era cierto, muchas personas hicieron un esfuerzo por acercarse a él, yo no hice nada. Bueno aparte de hacerle el amor sin siquiera preguntarle a unos días de haberlo visto por primera vez.

Por primera vez.

Sin darme cuenta había estado sumergido en mis pensamientos un buen rato, cuando volví a la sala Kageyama y Daichi estaba comiendo una gelatina, sentados en el mismo sillón frente a mí.

Me sentía cansado, todas las preguntas que mi mente alojaba ahora eran un desastre, todo se mezclaba en mi cabeza y al final no había logrado obtener ni una sola respuesta.

Entonces mi mente caprichosa me insto a pensar en el pecoso, en añorar estar abrazándolo en ese momento.

Justo como a Kageyama las horas que duró esa sesión se me hicieron eternas, ya iba a ser medio día cuando por fin regreso Sugawara-san, que apenas vio al pelinegro enrojeció y desvió la mirada siguiendo hacia el comedor con el ceño fruncido, en el momento en que Kageyama se paró del sillón el pelinaranja entro de un brinco a la sala cayéndole encima.

- Hinata Idiota! Ten más cuidado! – le grito el pelinegro, aunque ya lo tenía apretado en un abrazo contra su pecho.

Luego entró Asahi-san que se fue a buscar a Sugawara-san, Tanaka-san se quedó charlando con Daichi-san, hasta Ukai apareció con Yachi pero no había seña alguna del pecoso, me impaciente un poco, salí de la sala hacia el pasillo buscándolo, llegue a las escaleras, pero no había rastros de nadie por ahí, regreso por el pasillo ya no había nadie en la sala, seguro se habían ido al comedor ya era hora de almorzar, entonces empecé a escuchar los gritos.

Desde el pasillo por donde venía hacia el fondo, lo conocía bien y no quería volver a caminar por él, si, era el que conducía hacia aislamiento.

Curioso camine un poco pegado a la pared, se escuchaban lejanos, y muy bajitos ni podía entender si eran palabras coherentes.

- Kenma, sácame de aquí – me acerque más movido por mi curiosidad hasta que pude entender bien que decía.

- No fue mi intención, sáquenme por favor, por favor – esos gritos estaban cargados de un profundo lamento, tanto que la piel se me erizó y me sentí triste de solo escucharlos.

Quería regresarme por donde había llegado y rápido, de todas formas lo que sea que pasara con el chico no era mi problema, pero de cualquier forma estaba helado en mi posición, tuve esa sensación de vacío como cuando no puedes recordar cómo hacer algo.

- Tsukishima-kun? – la voz de Takeda me hizo dar un brinco, lo voltee a mirar espantado.

- Estas bien? – me pregunto poniéndome una mano en el hombro, y en ese momento con el contacto cálido del castaño logre volver al plano real.

- Si, lo siento, escuche los gritos y no pude evitar acercarme – le respondí ya más calmado.

- A eso me refería con que no lo podemos dejar mucho tiempo en aislamiento, de hecho iba a sacarlo ahora – se quedó mirándome como si le hubiese llegado una idea a la cabeza

– me ayudarías con algo Tsukishima-kun? – en ese momento entendí que sentían las personas cuando cavaban su propia tumba.

- Ven – me sonrió llevándome con él al final del pasillo, sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la habitación del chico que aún seguía gritando para que lo dejaran salir, en cuanto Takeda-san entro, los gritos cesaron pero los murmullos cargados de desesperación eran más aterradores.

- Vamos Kuroo-kun cálmate ya te voy a dejar salir – Takeda le estaba sacando la camisa de fuerza, se sacó unas tabletas del bolsillo, me pidió que llenara un vaso desechable del pasillo con agua, y se lo diera.

Le hizo tomar dos tabletas al pelinegro antes de desabrochar por completo la camisa, una vez libre se estiro y se puso de pie, realmente no parecía el mismo que gritaba desesperado unos momentos atrás.

Me miro echándose el mechón hacia atrás, sus ojos eran muy amarillos, y afilados como los de un gato, no dejo de mirarme, aun con Takeda-san dándole instrucciones, y yo no fui capaz de esquivarle la mirada.

- Y el cuatro ojos quién es? – pregunto mirándome desde arriba, aunque yo era un poco más alto que él, la forma cómo acomodaba su cabello le daba un poco más de altura.

- Bueno él va a ser tu guía por hoy – como sea que fuera la situación Takeda-san no tenía ni poquito de sentido del humor, y seguro mi cara era todo el retrato de una incógnita. Para ser más exactos de un “De qué demonios estás hablando?!”

- No te preocupes Tsukishima-kun, Kuroo-kun no es un mal chico, pero por hoy me gustaría que tuviera alguien que lo acompañara, además se quedará estos días en la habitación que esta frente a la tuya-

- Así que si quieres que te regrese a Nekoma más te vale empezar a controlar ese mal humor – Le apunto con un dedo al pelinegro que trago saliva.

- Me voy a quedar aquí?, cuánto tiempo? – el pelinegro no parecía nada complacido con el panorama.

- Hasta que demuestres que puedes convivir con los demás sin armar un escándalo – le regaño el castaño, saliendo de la estrecha habitación.

- Y Kenma? Quien lo va a cuidar si no estoy yo allá? –

- No te preocupes por eso, Nekomata-sensei se encargara de los demás pacientes tan eficientemente como siempre – aseguro el castaño con una pose de orgullo cruzando los brazos.

El pelinegro parecía preocupado, pero su posición no palideció, resignado dejo salir el aire en un ridículo soplido.

Takeda-san empezó a caminar por el pasillo, el pelinegro paso por mi lado chasqueándome la lengua, y yo ya irritado los seguí.

Llegamos a la sala de estar, no había nadie, y yo seguía preocupado por el pecoso, donde carajos estaba?.

- Bien desde aquí queda en tus manos Tsukishima-kun –

- Si le llegas  dar algún problema, te encierro de nuevo esta vez todo un día completo – amenazo al pelinegro subiéndose al ascensor y desapareciendo tras la puerta.

Apenas y lo mire de reojo, me voltee sobre mis talones y fui al comedor, por fin!, el pecoso estaba sentado frente a Sugawara-san comiendo espagueti.

- Tsukki! Te guarde un puesto! – palmeo la silla a su lado sonriendo con una mancha de salsa en los labios, me pareció jodidamente tierno pero aún seguía irritado.

- Silencio Yamaguchi – me queje sentándome a su lado, de repente todos se quedaron callados mirándome a mí y a mi “acompañante” que tomó asiento frente a mí.

- Vaya, vaya hasta que por fin te hiciste sacar de Nekoma eh? – Sugawara-san se burló del pelinegro apuntándole con el tenedor.

- Así que aquí estabas eh? Suga!, nunca te cansas que convivir con tanto loco? Vas a terminar igual que nosotros – la voz del pelinegro se descompuso en una burlona y sarcástica.

- Oh pero miren a quien tenemos aquí, casi no te reconocí con el cabello corto, pensé que te habían dejado salir ya, que eres una reliquia del hospital? – esta vez apunto al pecoso a mi lado, que se encogió en su posición, agachando la cabeza, dejando su comida en un segundo plano.

- Porque no te callas?, no quieres volver a tu edificio o qué? – las palabras se escupieron de mi con rabia, que había con esa actitud burlona y superior??, si hace unos minutos lloraba como un ahorro asustado por estar encerrado, además fuese quien fuese no tenía ningún derecho de hablarle así a Yamaguchi.

Hubo un silencio sepulcral en el comedor, el pelinegro me miraba desafiándome., y yo le sostuve la mirada, ese idiota no iba a alterar lo poco que había logrado.

Pero como la suerte nunca estaba de mi lado más pronto que tarde me daría cuenta de cuan equivocado estaba.

Notas finales:

Hey Hey Hey! que tal les parecio la entrada de Kuroo-san???

Dejen su review, ya saben que los aprecio mucho!, Esperen conti pronto!, Pobre Tsukki la va a pasar muy mal :v

Let´s the Drama Games begins! XD

Matta nee!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).