Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! Capitulo 16!

"Una revelacion dolorosa, Tsukki en conflictos demasiado duros para su pobre cuerpo, un gato triste, desconsolado y un beso"

La cancion que canta Kuroo es Better than me -hinder (Es hermosa!)

La calidez de su tembloroso cuerpo no quería apartarse de mí, podía sentir sus dedos enterrados en mi espalda apretándome contra su ser, pero mi corazón estaba roto y mi alma desecha, no lograba coordinar nada, ni pensar en nada, tenía la sensación de haber descubierto algo muy importante, pero nada lograba tomar lugar en mi cabeza, todo era un caos, el pánico me invadía, mis gritos adoloridos desgastaron mi garganta me ardía, apenas salían unos cuantos quejidos roncos y el rio de lágrimas no quería dejar de fluir aun.

Separe un poco mi rostro de su pecosa clavícula, lo mire a los ojos, el también lloraba, su nariz estaba roja, me miró con sus ojos castaños brillosos y entrecerrados, temblaba adolorido, quizá confundido. Una parte de mi quería besarlo, fundirme en la placentera vía de escape que me podía brindar una buena sesión de caricias subidas de tono, huir de lo que pudiese maquinar mi cabeza, pero por otro lado me sentía sucio, asqueroso, no quería tocarlo, no quería dañarlo más, para mi Yamaguchi era algo completamente contrario a mí, limpio y necesitado de protección, frágil.

Algo que no quería dañar, lo supe desde el momento en que lo vi la primera vez, aunque no hubiese sido capaz de aceptarlo, ahora era mucho más claro para mí, llegar a perpetuar la idea de lastimarlo me hería tan profundamente que me descolocaba, me hacía dudar de todo, me hacía odiarme.

Yamaguchi levantó su temeroso cuerpo un poco, dejando sus labios sobre mi frente, acunando mis mejillas en sus suaves manos, mis ojos tuvieron la vista más aterradora que quizá había podido tener.

La piel blanca y pecosa estaba manchada de tonos verdosos y morados, mis dedos estaban dibujados sobre su piel a cada lado de su frágil cuello, un par de venas que bajaban por la piel que se unía a los hombros se notaban moradas como si hubiesen estado a punto de estallar, me creí incapaz de tener tales fuerzas en mi cuerpo, entonces…

Entonces todo cayó como un peso enorme, sentí el aplastamiento en mis músculos, en los huesos que psicológicamente se me quebraron por la impresión y la por fin aceptación de todo lo que había hecho, yo había robado esa primera vez, yo había maltratado a ese grupo de jóvenes la segunda vez, yo había roto los huesos de ese otro chico la tercera vez, yo había matado al del pelo teñido la cuarta vez, y yo…

Con mis propias manos había intentado asesinar a Yamaguchi.

Lo solté de golpe, me faltaba la respiración pero eso no tenía importancia ahora, no podía permitirme nada ahora que no fuera huir de ahí tan rápido como me fuese posible, mi cuerpo me jugaba en contra, las malditas piernas apenas me respondían, me tropecé un par de veces antes de llegar a la puerta, baje de un salto las escaleras, sentí la molestia en el tobillo que me recibió en el primer escalón pero no me importo, seguí corriendo por el pasillo, baje más escaleras, falto de aire y sudando hasta la oficina de Takeda-san.

Estaba vacía, murmure una maldición interrumpida por el carraspeo ronco que sonó tras de mí.

- Ukai-san! Por favor encierreme en aislamiento! – mi suplica se escupió por mi garganta seca, raspada y agonizante.

No dijo nada, solo levantó una ceja y frunció los labios, me examino de arriba abajo, me sentí intimidado, generalmente no tenía mucho trato con él, ya me había acostumbrado tanto a Takeda-san y su amabilidad que supuse había olvidado lo que en verdad significaba tener una bata blanca y hacerse llamar psiquiatra.

Dio un par de pasos hacia mí, se inclinó un poco y soltó un suspiro.

- Ven conmigo – fue lo único que dijo antes de volver sobre sus talones por donde había llegado, me llevo al primer piso, afortunadamente no había nadie en la sala, pudimos llegar al pabellón de aislamiento de donde salía Kiyoko-san con un par de sabanas en brazos, apenas nos dirigió la mirada y siguió su camino.

- Espera a que regrese Takeda – dijo para luego señalarme con la mirada una de las habitaciones, temblando le hice caso, entre y me senté en la cama, sentí de golpe lo estrecho del espacio, recogí las piernas e intenté controlarme, quería que me pusiera la camisa de fuerza y me drogara, pero no lo hizo, solo cerró la puerta de metal, escuche la cerradura, y luego sus pasos por el pasillo alejándose.

Todo se abalanzaba sobre mi mente, aun no lograba tener las imágenes vividas de cada recuerdo, pero la sensación de asco, y culpa si lograba llenarme desde la uñas de los pies hasta los más finos cabellos en mi cabeza, en ese momento, Tsukishima Kei solo quería cerrar los ojos y desaparecer de ese mundo cruel.

- Kei-chan – un susurro femenino y dulce se reprodujo en mis oídos.

- Kei – La voz de mi padre siempre había sido increíblemente parecida a la de Akiteru las diferenciaba un toque de madurez y paciencia.

- Mamá… Papá – susurre más como un quejido abrazando mis muslos contra mi pecho adolorido.

- Porque no me llevaron con ustedes? – eso no salió de mi boca, pero tampoco fue mi mente, es decir, si lo escuche, era mi tono altanero y burlón, pero no se sentía como si yo mismo lo hubiese pensado.

Apreté los ojos llevándome las manos a los oídos, era inútil, pero no hacer nada me hacía sentir más impotente, más incapaz, mas frustrado.

Termine dejándome caer de lado contra el frio colchón, las lágrimas ya no me salían, sentía la cara sucia, cubierta del ya seco liquido salado, tuve unos segundos para respirar, ver a mi alrededor todo borroso por la falta de mis lentes y reconocer mis dolores, el pecho me ardía, las palmas de las manos estaban raspadas al igual que una rodilla, mi garganta escocia apenas y podía tragar algo de saliva aunque sentía seca la boca y uno de mis tobillos me dolía un poco si hacia algún movimiento.

Me lleve una mano al cuello, apreté un poco, trate de evocar el momento en que había recuperado la conciencia pero era demasiado para enfrentar, y mi naturaleza era cobarde, si muchos preferían pedir perdón antes de pedir permiso, yo terminaba sin pedir perdón ni permiso, más bien yo era muy habilidoso cargando la culpa tras mi espalda sin hacerlo muy público.

Poco a poco en medio de todo podía empezar a aclarar un poco mis pensamientos, nunca había sido del tipo efusivo o descontrolado, así que de algo tenía que servirme ahora mi seca mentalidad mezquina.

Paso un buen rato, pero no tuve idea de cuánto, el sonido de la cerradura destrabándose me puso alerta, levante le cuello mirando hacia la puerta, Takeda-san entro con una expresión de preocupación dibujada en el rostro.

- Tsukishima-kun que sucedió? – fue su pregunta, deslizo hábilmente uno de sus brazos por mi costado dejándome sentado en un par de movimientos, se paró determinadamente frente a mi esperando una respuesta.

- Yo lo hice… Takeda-san fueron mis ma… manos – mi voz se quebró, sentí el ardor en las esquinas de mis ojos pero no se logró formular liquido alguno.

- Y… yo les hice todo eso a esos chi… chicos, fui yo, con este cuer…po Takeda-san – Mi voz iba entre quejidos y sollozos, mis manos reposaban sobre mis muslos, tenía las palmas bien abiertas, podía medio reconocer las manchitas rojas de los raspones en ellas.

Hubo silencio por algunos minutos, luego una fuerte presión sobre mi hombro, era borrosa, pero vi una sonrisa débil y un par de cejas contraídas en una expresión dolorosa de su parte.

- Lamento mucho que haya tenido que ser de esta forma Tsukishima-kun – hablo despacio, suave con calma.

- Pero era muy importante que tú, Tsukishima Kei, el dueño de ese cuerpo – su dedo índice presiono contra mi pecho.

- Aceptaras lo que has hecho -

- Yo no quiero lastimar a nadie – deje caer la cabeza derrotado, no podía decir que me enojaba lo que estaba diciendo pero mi sentido lógico le daba la razón.

- Lo sé, y es un gran avance que puedas decirlo con tu propia voz – su mano paso a acariciarme la espalda suavemente, y entonces pensé en el pecoso, en cómo me abrazo, me beso y me acaricio tratando de calmar mis adoloridos gritos, y en contraste también, tenía que recordar como fui capaz de lastimarlo.

- Lastime a Yamaguchi… estábamos en la azotea… - Mi voz perdió todo tono, era un sonido frio y plano, sin vida. Takeda detuvo su mano en mi espalda haciendo una leve presión.

- Por favor... ya no me deje salir, déjeme aquí atado con una camisa de fuerza,drógueme hasta que no recuerde quien soy pero no permita que vuelva a lastimar a nadie, si es necesario haga que me lleven a la cárcel pero no me deje… hacerlo de nuevo – Takeda tomo mis hombros con fuerza y me zarandeó un par de veces.

- Crees que tus padres estarían orgullos de la vida que estas deseando tener? – su mirada era dura y determinada, apenas pude mantenerla un poco para luego volver la vista a mis pies en el suelo.

- Crees que tu hermano tendrá una vida feliz, sabiendo tu situación?, por favor reflexiona un poco más, estas aquí porque creo firmemente en que este Tsukishima Kei ha sufrido mucho, y tiene un problema que necesita de ayuda, y yo voy a ayudarte, no te traje aquí para dejarte perder la esperanza y la última oportunidad que tienes de tener una vida normal –

Si, si lo estaba escuchando, no estaba menospreciando sus palabras, y tampoco creyendo que eran inútiles, pero en ese momento no tenía fuerzas, todos mis sistemas habían sido drenados hasta la última gota.

- Piensa en lo que diría Yamaguchi-kun si su preciado amigo de la infancia terminara de esa forma, piensa en el dolor que le causo encontrarte aquí– La cabeza se me levanto por impulso, lo mire aunque no pudiese obtener una imagen clara, que estaba diciendo?

Recordé forzosamente mis alucinaciones allá arriba.

¿Qué significaba todo eso?, entonces, ese pequeño…

Tomó un enorme bocado de aire llevándose la mano al puente de su nariz, removiendo un poco sus propios lentes.

- Sabes dónde están tus lentes? –

- Se cayeron de la azotea –

- Bien – Sacó un frasco pequeño de su bata y una jeringa nueva – Voy a dejarte con un suave sedante para que te ayude a conciliar algo de sueño, Shimizu te curara las heridas, en cuanto despiertes volverás a tu habitación, está bien?, trata de descansar, no pienses mucho, deja que tu cuerpo se relaje luego veremos mejor la situación, Te parece bien? – me pregunto dando un par de golpecitos en mi antebrazo buscando mi vena, asentí con la cabeza algo emocionado por la idea del sedante, desconectarme por al menos un par de horas no sonaba nada mal.

- Espere - le detuve del brazo antes de que introdujera la punta de la aguja en mi piel.

- A que se refiere con el amigo de la infancia de Yamaguchi? - Me miro con pesar o al menos eso pude divisar con mi distorsionada vista.

- Hablaremos cuando descanses un poco - Cuando desperté, sentí todo el cuerpo entumecido, tenía parches de gasa en el pecho y la rodilla, un par de banditas en las manos, y una venda en el tobillo con una pequeña tablilla de plástico.

En el mismo colchón con una nota que decía “Tu hermano nos dejó un repuesto” estaban un par de lentes justo como los anteriores solo que eran deportivos, con una cinta elástica que los ajustaba a mi cráneo. En la secundaria había practicado un poco de voleyball y mi hermano emocionado por mi interés en una actividad deportiva me los había regalado, pero como perdí rápidamente el interés los había almacenado en algún lugar de mi cuarto, ya ni siquiera los recordaba.

Me acomodé los lentes, aunque no era la receta exacta porque antes de morir mis padres me habían llevado al doctor que me había dado una nueva, pero funcionaron bien, al menos mis ojos se adaptaron a los pocos minutos.

Me senté en el colchón, la puerta se abrió, Ukai-san entro haciéndome una mueca para que saliera de la habitación, sin decir nada me acompaño hasta el ascensor y me llevo hasta nuestro piso.

Me detuve helado en el inicio del pasillo, el rubio me miro de reojo chasqueando la lengua.

- No está aquí, Takeda lo llevo al pabellón médico para tratar sus heridas, puede que vuelva mañana – dijo mientras se devolvía hacia el ascensor entro y desapareció dejándome solo.

Unos suaves quejidos empezaron a llegar a mis oídos mientras avanzaba temblorosamente por el pasillo, por un momento pensé que venían de nuestra habitación y me alteré, podía ser Yamaguchi, pero al llegar a la puerta que estaba abierta me di cuenta que no era así, los sonidos provenían de enfrente, ligeros sollozos entre sonidos nasales, de pronto un golpe seco contra el concreto de la pared, y un ligero silencio, de nuevo se reanudaron los sollozos.

Puse una yema sobre la madera. La puerta estaba abierta, apenas medio ajustada con el pomo, a lo que medio presione cedió abriéndose, unos 45 cm lo suficiente para ver al pelinegro con ojos de gato tirado en el suelo apretándose las rodillas despedazando el colchón.

El ruido contra la pared había sido de su mochila que ya estaba desparramada en el suelo, el desastre de ropa y cosas de aseo estaba por todos lados, así como el relleno grisáceo del colchón que ya se esparcía alrededor de sus piernas, me miro con rabia soltando el pedazo de espuma, se paró de golpe y se dirigió a mí con lágrimas, la cara sucia y la mirada inyectada de rabia.

Por un momento pensé que iba a golpearme pero por el contrario puso su mano en la puerta y la azoto contra mi nariz que de haber estado unos milímetros más adelante me habría lastimado, escuche como pateo la madera desde adentro y los sollozos cesaron para convertirse en murmullos enojados.

¿Qué demonios le pasaba a ese?

Me quede ahí parado, no sabía ni porque, simplemente mi mente se desconectó un momento y mi cuerpo disfruto del “no pensar, no reaccionar”.

- Lo siento – escuche del otro lado, parecía que el pelinegro se había quedado también pegado a la puerta.

No respondí, me di la vuelta cuando escuché la puerta abrirse a mis espaldas.

- Que te paso?, te ves muy mal – Voltee a verlo de reojo, no tenía ni una sola célula que estuviera lo suficientemente activa como para responderle, pero al parecer mi cuerpo no funcionaba bien por lo que me quede ahí de pie mirándolo apenas un buen rato otra vez.

- Te sientes bien? – sentí que me tomo de los hombros, apenas podía distinguir bien su peinado alborotado, Me quede fijo en esos ojos amarillos, realmente parecían los de un gato.

Parpadee un par de veces, sentí los ojos pesados, me ardían un poco aun, luego mi cuerpo se movía pero yo no tenía idea de cómo, estaba oscuro, podía verlo por la luz naranja que apenas se colaba por la ventana, ni me había dado cuenta de que lo que iluminaba eran las luces de las bombillas.

¿Qué día era?

Cuando abrí los ojos de nuevo una extraña calidez envolvía mi cuerpo, pude ver la puerta cerrada a lo lejos, estaba en mi cuarto tendido en mi cama?

Una voz extraña en forma de susurros empezó a colarse en mis oídos lentamente.

- I really miss your hair in my face… - cuando mis oídos se adaptaron, me di cuenta que estaba cantando, era el pelinegro cantando.

- And the way your innocence tastes, And I think you should know this – estaba sentado en el suelo con la espalda contra el borde de la cama, una pierna recogida contra su pecho apretada entre subrazo musculoso, su voz era afinada, algo grave, algo ronca pero muy suave.

- You deserve… much better than me – su voz se quebró en la última frase, vi su expresión contraída y sus labios fruncidos, reconocí en cierta forma la melancólica tonada de la canción, conocía mucho sobre música, es decir era mi único pasatiempo en “mi antigua vida normal”, en mi mente se empezaron a reproducir lentamente los acordes de guitarra, como si siguiera el ritmo de su grave voz.

Muchas veces solía hacer eso, cerrar los ojos y forzar los recuerdos en mi mente de las miles de canciones que había escuchado alguna vez y reproducirlas como si fuera un mp3, extrañaba tanto mis audífonos y los momentos de perdida mental que lograba con ellos.

No tenía fuerza ni física ni mental para decir nada, así que solo me removí un poco para llamar su atención, apenas medio volteo su cabeza dejando su mejilla sobre el colchón mirándome.

- Ya despertaste lentes-kun – me hablo con flojera, y por más que me irritó la manera en que me llamo no conteste nada.

- Parece que desde este lado tampoco hay un buen panorama no es así? – sonrió con sus colmillos felinos asomando sutilmente por sus labios delgados.

- En verdad parece que hubieses muerto y vuelto a la vida 500 años después, que tan abajo pueden llegar esas ojeras – mascullo entre una chillona risa.

- No quieres hablar eh?... – se recogió un poco, vi sus labios temblar y luego abrirse de golpe para dejar las palabras en el aire sin decir nada.

- Te… te importaría escuchar? – el chico en definitiva tenía problemas, su personalidad saltaba de una estación a la otra en minutos, ya lo había visto ser desesperado, arrogante, burlón, altanero, dramático, y ahora necesitadamente melancólico.

Parpadee inclinando levemente la cabeza, lo que el tomo como una respuesta afirmativa.

- Bueno… verás... yo – se rasco la nuca algo nervioso.

- Es raro que quiera contarte cosas sobre, es decir ni nos conocemos hombre! Pero… fuiste tú no? Quien fue a aislamiento por mis gritos… hehehe… lo siento no fue mi intención asustarte – no me miro, su vista estaba en la puerta frente a nosotros, pero sus orejas bajo los mechones negros de su cabello rebelde se notaban algo rojas.

- Bueno el punto es que… hay un gatito al otro lado, que necesita mi ayuda, bueno yo llevo aquí ya mucho tiempo, mucho – bajo la mirada el piso como si hubiese olvidado lo que iba a decir.

- Lo conozco desde que llegue, tenía quizá unos 16 años, ahora tiene 22 aun sigue siendo un pequeñito adorable – su sonrisa se terció hacia un lado – aunque el principio no le agradaba me miraba mal pero cuanod me acerque a el me aceptó y nunca actúo como si me odiara - por un momento me encontré a mí mismo pensando que me hablaba de un gato, un felino real, estúpidamente no tomé en cuenta la edad que menciono, hablaba de otro chico, quizá el tal… como era el nombre que había estado gritando el otro día?.

- Bueno él ahora está solo, me entiendes?, no puedo calmarme, es la primera vez que me separo así de él, tengo miedo… no quiero que algo le pase – sus manos empezaron a frotarse lentamente.

- Aunque... bueno es mi culpa – Apretó los puños – es este tipo, lev, es mitad ruso, no sé, algo así, el maldito se la vive acosando a Kenma todo el tiempo, bueno el de por si es muy callado y retraído, ahora que lo pienso quizá nunca llegó a cruzar palabra con lev, es solo ese estúpido encima suyo preguntándole cosas, no es que le haga nada malo pero siempre esta encima suyo, me entiendes? buscando su atención, el otro día, en medio de sus payasadas dejo caer a Kenma, su salud física nunca ha sido muy buena, no sé, hombre me enoje mucho, creo que le partí la nariz, no sé, sangraba mucho – se llevó las manos al cabello estirándoselo frustrado.

- No debí hacerlo, pero no me pude controlar, ya de por si me es difícil, bueno... suelo ser muy paranoico, me imagino cosas y veo cosas que nadie más puede ver, pero no lo hice con malas intenciones, yo solo… me prometí siempre protegerlo – su mirada cayo directo al piso donde hacia un circulito con el dedo índice.

- Aunque me disculpe, Ittetsu no me dejará volver, pero no sé qué quiere que le demuestre – esta vez guardo silencio un buen rato, sentía que los ojos se me cerrarían de nuevo en cualquier momento, escuche todo lo que dijo, proteger a alguien… eso resonaba en mi cabeza, podía ser contraproducente en muchas maneras, mientras yo mismo me alejaba de aquello que quería proteger, el pelinegro lo alejaban a la fuerza por intentar hacer lo mismo.

Era muy complicado.

- Oye, lentes-kun, tú no tienes a alguien?, es decir a quien quieras proteger? – me pregunto volviendo a dejar su mejilla en el borde del colchón mirándome, no tenía ánimos de hablar aun, así que volví a pestañear pausadamente.

- ah! ¿Es el pecoso?, ¿Tadashi? – en cierta forma se sintió feo escuchar el nombre del pecoso salir por los labios delgados del pelinegro, fue extraño, aun así solo me limite a repetir mi gesto afirmativo.

- Sabes, eso es complicado – soltó una risa nasal llevándose una mano por el cabello – Es que ese chico en verdad tiene problemas, sabias que es el que lleva más tiempo aquí? – me miro esperando alguna respuesta pero no había nada que decir.

- Bueno, es que, tú me entiendes, es muy malo que lleves más de 5 años sin obtener ningún avance, al principio este lugar no estaba dividido por edificios, no, antes todo era un revuelto, nos llevaban de un lugar a otro, no había ningún orden, y el anterior director era un hijo de puta, le encantaba usarnos como conejillos de indias para sus “cosas” – guardo un momento silencio y se mordió el labio – perdón, no debería decir nada sobre él, hombre yo también soy esquizofrénico, pero del tipo paranoide, llevo apenas un par de años menos, llegue aquí con un tipo que se llama Bokuto, teníamos la misma edad! es como mi hermano, pero nos separaron, él ahora está en el edificio Fukurodani, pero de vez en cuando puedo verlo en el patio, ese malnacido sí que está loco! – parecía haber sido inyectado por una dosis de emoción.

- Pero de todas las personas que han entrado, bueno que yo he podido ver, el no obtuvo ni un solo avance en los dos primeros años, antes de que nos empezaran a clasificar, bueno había rumores de que el director anterior le hacía cosas, no sé qué, y nunca nadie dio más detalles, pero tampoco nos dejaban saber porque él estaba aquí, y siempre vivía escondiéndose, se llevaba pesimo con los medicos, los mordia, tambien algunos dicen que él puede pasar de edificio a edificio y hasta salir del hospital sin que nadie se dé cuenta -

Eh?, ahora otro agujero negro se abría en mi cabeza, ¿Por qué Yamaguchi está aquí?, toda la información que había obtenido del pecoso cayo en mi cabeza como una suave llovizna, esquizofrenia Hebefrenica, Problemas con sus padres, con su hermana, también en la escuela con los otros niños… voces, un recuerdo compartido de nuestra infancia… que? Espera, Él dijo alguna vez que estaba por orden judicial también, y sus padres… ¿dónde están?, ¿su hermana?, hablo de ellos en pasado, quizá ya no tiene contacto con ellos, pero… ¿Qué hay de eso con el antiguo director?, acaso paso algo con sus padres?, que hizo Yamaguchi para que lo encerraran aquí, porque tenía un recuerdo de el de niño, acaso lo había conocido antes?, ¿de dónde?, porque no lo recuerdo?, si es así porque me aleje de él?, que hice?... que está pasando?... demonios.

Estaba tan enredado en todos mis pensamientos que no note que el pelinegro se levantó de su posición y se inclinó contra la cama, sobre mí, quizá a unos cuantos centímetros, quizá me había hablado, lo que me trajo de vuelta fue la sensación cálida y húmeda de algo haciendo presión contra mis labios.

Necesité un segundo más para retener mis ojos dentro de mi rostro y alejarme bruscamente, mi cuerpo recupero sus fuerzas de golpe, sentí las lágrimas que habían empezado a fluir en medio de mis contrariados pensamientos ya empañándome la vista, me cubrí la cara con el antebrazo y salí de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitieron, sentí sus pasos tras de mí, de pronto un escalofrió invadió mi columna, tiré del pomo de la puerta y la cerré de un golpe bastante sonoro.

- Oye, Lentes-kun?, discúlpame… no, no quería incomodarte, sal por favor, discúlpame – escuché su voz tras la puerta, se oía preocupado pero ese era mi último problema.

Me sepulté en la cama boca abajo esperando ahogarme con la almohada pero fue inútil, solo pude quedarme ahí llorando, desconcertado, adolorido, molesto, triste… y solo.

Notas finales:

Hey Hey Hey! Que tal estuvo????? dejen sus opiniones!!! las aprecio mucho!

Para el proximo cap! esperen la charla entre takeda y Tsukki! porque el psiquiatra sabe cosas que el no???? chan chan chaaaan!! Tambien el reencuentro con el yams aunque solo han sido un par de dias sin verse :v que pasara cuando vuelva a verlo ya teniendo de nuevo sus recuerdos?????

Matta nee!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).