Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! capitulo 19!
"Un precioso pecoso avergonzado!, una terapia divertida, al cuervo pecoso no le agrada el gato inestable, una reconfortante ultima decisión "

Una ducha fría era lo que necesitaba para terminar de sentirme mejor, Yamaguchi seguía bajo las cobijas seguramente rojo como un tomate, Shimizu-san nos había atrapado en… bueno, en una situación muy comprometedora, aunque no dijo nada y se limitó a dejarnos las cajas de comida sobre el escritorio que nunca usábamos antes de irse.

Sin embargo el pobre pecoso no pudo con el susto y la vergüenza.

Salí del baño con apenas los bóxers puestos y la toalla encima amarrada en la cintura,  como lo imaginé seguía hecho bolita entre las cobijas, como es que no necesitaba aire?

- Oye, no fue gran cosa, ella no dijo nada – me senté al borde la cama pasando mi mano por el bulto de cobijas suavemente.

- Aun así – le escuché decir mientras se removía bajo las cobijas.

- Ok - era inútil intentar sacarlo de ahí, así que me saque la toalla, y me cole entre las cobijas con él, buscando su cara, cuando logré tocarla con mis manos todo su cuerpo se estremeció, acune sus mejillas en mis palmas frías y lo atraje hacia mí.

- Al menos déjame esconderme contigo – le susurré contra los labios mientras el sonrojo crecía mas hasta sus orejas y sus labios temblaban por la cercanía con los míos.

Asintió con la cabeza besándome suavemente, no sé cuánto tiempo paso pero duramos ahí entre las cobijas hasta que el hambre me hizo removerme, fui por las cajas de comida que había dejado la enfermera, Yamaguchi se había quedado dormido, comí un par de onigiris y una porción de fruta, aparte habían dos paquetes de galletas y dos gelatinas.

Luego de un rato lo desperté y nos terminamos lo que había quedado. El sol de verano entraba prominente por las ventanas calentando nuestras caras, Yamaguchi seguía sentado sobre el escritorio meciendo las piernas, parecía tranquilo.

Mire el reloj en la pared, faltaban 5 minutos para la una de la tarde, mi estómago seguía molestándome por no haber comido bien los últimos días, así que después de preguntarle baje por nuestras bandejas del almuerzo, con la intención de subir de nuevo y comer en la habitación, cuando regrese con la comida Yamaguchi salía del baño recién bañado con una de mis playeras puesta y unos bóxer grises.

No demostré mucho por el hecho de que usara mi ropa, pero desde el fondo de mi corazón hubiese querido sonrojarme y reír por lo adorable que se veía.

Terminamos de almorzar, charlamos un poco de lo que le habían hecho en el hospital, y de su aversión al olor del pabellón médico.

Recogí las bandejas y decidimos bajar un rato a la sala, Sugawara nos recibió en el pasillo antes de que pudiéramos llegar y nos llevó al gran salón donde estaban pintando en enormes lienzos blancos extendidos en el suelo.

- Vamos! vamos! Les va a gustar! – nos decía el peligris, Yamaguchi no pudo evitar el brillo en sus ojos cuando vio el montón de tarritos de colores lleno de pintura listos para ser usados así que no me opuse, tomamos asiento en el piso junto a uno de los lienzos, los demás nos lo dejaron para nosotros dos, Yamaguchi empezó pintando una luna con pintura gris y un poco de azul celeste, yo tomé la amarilla y empecé a hacer unas cuantas estrellas, sin decirnos mucho empezamos a plasmar un paisaje nocturno.

- Y Tanaka-san? – Hinata y Kageyama estaban un poco más hacia la pared, ambos de rodillas sobre el lienzo con sus manos untadas de pinturas dejando las manchas en el papel.

- Bueno Tanaka, no se sentía muy bien – respondió Sugawara que estaba dibujando algo con un pequeño lápiz antes de darle color.

- Escuche de Shimizu-san que alguien lo buscaba ayer – Hinata seguido hablando mientras seguía dejando manchas de sus manos por todo el papel, Kageyama en silencio apenas ponía una cada tanto meditándoselo bien.

- Bueno al parecer vino un abogado a verlo – respondió el peligris.

- Eh? Un abogado? – interrogó el pelinaranja deteniendo su labor.

- Si, le trajo una carta –

- Whoaaa una carta? De quién? –

- Hinata – el pelinegro lo llamó frenándolo de meterse en lo que no le era su asunto.

- No creo que a Tanaka le moleste que sepan – suspiro el peligris

- De hecho sería bueno que todos le pudiéramos dar nuestro apoyo – añadió rascándose la nuca.

- ¿Paso algo? – esta vez el grandulón que tenía un mosaico de colores sin ninguna forma en su lienzo fue el que preguntó.

- No tanto como pasar algo, más bien se enteró de cosas que hasta hoy no sabía, el abogado venia de parte de la familia de Ennoshita-san - hizo una pequeña pausa mientras dibujaba más trazos en el papel.

- Encontraron una carta dirigida a su mejor amigo entre sus pertenencias, tardaron mucho tiempo en hacérselo saber a Tanaka – el peligris sonaba algo enojado.

- Sabes lo que decía? – preguntó el pelinaranja concentrado en lo que decía Sugawara-san.

- Tanaka no quiso leerla solo, tenía miedo, así que me pidió que la leyera por él, Ennoshita-san escribió en esa carta todo lo que sentía por él, y lo muy agradecido que estaba por haber permanecido a su lado como su amigo desde niños, por sus recuerdos, por las cosas buenas que pasaron juntos, al parecer tenía miedo de decirle la verdad, él no quería perder a su mejor amigo – la voz del peligris era apagada y llena de melancolía.

- Lo que podría ser malo, no es la carta en sí, recuerdan que les contó que eso paso en unas vacaciones, en un viaje? bueno pues fue en verano… por estas fechas – su voz disminuyó considerablemente dejando un ligero silencio.

- Estas seguro que está bien dejarlo solo? – preguntó Yamaguchi a quien yo creía muy concentrado en el cielo azul oscuro que estaba pintando.

- Kinoshita y Narita se quedaron con él en su habitación, ya saben ellos son muy apegados a el -

- A Tanaka le gusta mucho jugar con ellos – mencionó el grandulón sonriéndole a su obra de arte llena de color.

Fijé mi mirada un momento en Yamaguchi, apretaba los dedos en la madera del pincel como si no hubiese un mañana.

Seguimos pintando, ninguno hizo más comentarios, pero era obvio que todos estábamos  ya más relajado el pecoso menciono que debía dibujar un dinosaurio caminando sobre la pradera verdosa que estaba terminando, era tonto pero eso me saco una sonrisa, el también sonrió.

El tono naranja del sol escondiéndose entraba por los enormes ventanales, ya habíamos terminado, y ahora solo quedaba prensarlas a la cuerda que estaba terminando de poner Sugawara-san y esperar a que secaran.

Todos estábamos manchados de pintura, mis manos aún tenían algo de pintura verde fresca, pasé un dedo por la mejilla de Yamaguchi a lo que se volteo de golpe hacia a mí.

- Tsukki!! –

- Silencio Yamaguchi - armó un puchero con los labios al notar la pintura fría sobre su mejilla.

- Kageyama-kun! – Hinata que nos estaba viendo saltó sobre el pelinegro apretando ambas palmas en sus mejillas dejándole una mancha a cada lado de sus propias manos, Kageyama sonrió tenebrosamente para luego hacerle lo mismo.

Los dos reían untándose los brazos y la ropa, Yamaguchi también sonreía al ver al par de tontos jugando, Sugawara se acercó por detrás de mí y también me dejó una raya roja en la mejilla, sonriendo corrió a esconderse tras Asahi-san, que temblaba negando con ambas manos mientras yo me acercaba por mi venganza.

Yamaguchi me untó todo el brazo de azul y así nos enfrascamos en una guerra de pintura.

El más perjudicado fue Hinata, con las enormes manos de Kageyama lo había dejado todo cubierto de pintura, estábamos cansados riéndonos tirados en el suelo.

- Ya es tarde, vamos a comer! – sugirió Sugawara-san que se levantó y camino hacia la puerta.

- Primero deberíamos ir a limpiarnos – sugerí, a lo que todos asintieron.

Fuimos al baño público del primer piso, por el pasillo hacia aislamiento, donde había tomado mi primer baño en ese lugar, Asahi-san se sacó la camisa para limpiarse bien el cuello, había que destacar lo musculoso que era, y lo grueso de sus brazos, Hinata todo sonrojado estaba estático mientras Kageyama le limpiaba la cara con papel húmedo.

Sugawara-san nos dio un par de toallas húmedas, y así todos limpiamos el desastre que habíamos hecho.

Daichi-san nos encontró en el pasillo de camino a la sala de estar, Yamaguchi quería cambiarse la playera así que nos separamos del grupo y subimos a la habitación por un cambio para él.

No bien entramos cuando el pecoso me acorralo contra la pared y unió sus labios a los míos en un beso hambriento, nuestros dientes chocaron y esta vez fue su lengua la que exploro toda mi boca, me dejó jadeando sin aire mientras sonreía victorioso.

- Esa es mi venganza – sonrió ampliamente mientras corría a su armario por una playera limpia.

Yo me debatía entre la vergüenza y lo excitante que había sido ese beso, así que con las mejillas ardiendo solo pude chasquear la lengua y desviar la vista frunciendo el ceño.

Íbamos bajando de nuevo cuando vimos a Ukai-san correr por las escaleras desde el cuarto piso, seguido del pelinegro de Nekoma y los dos catatónicos.

Un “Maldición” se reprodujo en mi mente, había olvidado por completo lo que pasó con el pelinegro en la mañana, Yamaguchi me miró intrigado por mi reacción, aun estábamos a la mitad de la escalera, tuve que fingir que no pasaba nada y continuar, además fue el quien empezó!, yo ni estaba bien, ese pelinegro se había aprovechado, yo me alejé, no permití que nada más pasara… no era para tanto verdad? Ni el pecoso ni nadie tenía que enterarse, pero mis manos si lo hacían y por eso sudaban inquietas.

- Tsukki… - susurró el pecoso que se había quedado parado a mitad de escalera mientras yo ya llegaba al cuarto piso.

- Que sucede? – mis facciones se entornaron aterradas, subí rápido de nuevo las escaleras hasta él y lo tome de los brazos.

- Narita… tenía las manos y la ropa untadas de sangre –

- Que? – por andar pensando en lo que había pasado con el pelinegro no me fije en los demás.

- El… -

Escuchamos la voz de Daichi-san saliendo de uno de los cuartos, así que interrumpiéndolo lo tomé de la mano y caminamos hasta el sonido.

El pelinegro tenía a Sugawara-san entre sus brazos cubierto por una cobija ambos sentados en el suelo, el peligris no parecía enfocar nada, la cara de pánico que tenía logró inquietarme aún más.

- ¿Que sucedió? – pregunté, Yamaguchi nervioso dio un paso atrás quedándose tras de mí, aún tenía su mano entre la mía apretando fuerte.

- Lo siento chicos… parece que uno de sus amigos… - Daichi-san se quedó mudo, Sugawara-san empezó a respirar agitado entre sus brazos, parecía que estaba por hiperventilarse.

- Tranquilo… tranquilo – el pelinegro lo tomó de los costados masajeándolos inclinándolo para que pudiera respirar mejor.

- Tanaka? – pregunto Yamaguchi

 Daichi-san asintió con la cabeza, mordiéndose los labios con impotencia, frunciendo el ceño con rabia y a la vez tristeza.

- Vamos – Yamaguchi empezó a tirar de mi mano sacándome de la habitación.

- Suga? – El grandulón salió del ascensor mirándonos, preguntando por su peligris.

- Esta adentro – le contestó Yamaguchi entrando al aparato arrastrando conmigo.

- Oye, espera… - en el ascensor lo tome de las mejillas haciéndolo verme directo a los ojos.

- Sea lo que sea que haya pasado, estas seguro que está bien que vayamos de mirones? esto puede ser grave… -

- Tanaka-san siempre fue bueno conmigo – fue lo único que dijo, y esa fue razón suficiente para mí.

Salimos del ascensor, Kageyama y Hinata estaban en el pasillo.

Ninguno fue capaz de decir nada, no sabíamos que estaba pasando exactamente y probablemente ninguno de nosotros quería saberlo, nos quedamos recostados contra la pared.

- Hinata, deberías volver a casa por hoy – Kageyama seguía recostado contra la pared mirando hacia el techo.

- Eh? ¿Porque? no quiero! – fue la respuesta instantánea del pelinaranja que al momento se puso a la defensiva.

- No seas idiota, tu vienes aquí por mí, el resto no tiene por qué impórtate – las frías palabras del pelinegro helaron aún más el ambiente.

- Que demonios estas diciendo?! – le grito el enano apretando los puños.

- Solo ve a casa –

- No! No lo hare, y si vengo aquí solo por ti entonces me rehúso a dejarte solo –

Yamaguchi apretó mi mano entre la suya, no nos habíamos soltado desde que bajamos por las escaleras, el panorama se ponía cada vez peor.

- No seas terco… solo ve a casa por favor – la voz de Kageyama se partió en dos a mitad de la frase.

La única respuesta que le dio el pelinaranja fue un suave quejido mientras se colaba entre sus brazos apretándose contra el pelinegro.

- Suficiente… si nos quedamos aquí, solo haciéndonos ideas va a terminar siendo peor – Yamaguchi me halo de nuevo caminando hacia la sala de estar, no supe cómo reaccionar así que me limité a seguirlo, y el par que ahora también iban agarrados de la mano nos siguió.

- Por ahora lo único que podemos hacer, es tomar la declaración de los testigos –

- Lamentablemente los dos son catatónicos, no hay nada que les puedan decir –

- Pero el cadáver, fue el Kuroo Tetsuro quien lo encontró? -

- Bueno el... - Takeda se quedó en silencio en cuanto nos vio entrar a la sala, donde estaba hablando con un policía.

- Permítame un momento – el castaño se llevó al policía hacia el comedor dejándonos ahí, con una verdad a medias, con apenas unas cuantas palabras frías que en ese momento estaba hurgando en nuestros pechos lastimándonos por dentro.

Cuando entramos al comedor, movidos por fuerzas ajenas a nuestro sentido común, el pelinegro de Nekoma estaba sentado en una de las mesas con un policía enfrente, al lado los dos catatónicos y un policía más. Takeda-san caminaba hacia el pasillo de la caseta de enfermeras con el otro policía.

Yamaguchi se tapó la boca con ambas manos, el agarre sobre mi mano se desvaneció, apreté sus hombros hundiendo mis dedos en ellos tratando de falsamente darle algo de estabilidad, a él, o quizá a mí. Ukai se nos acercó diciéndonos que no podíamos avanzar más, los sollozos de Hinata se ahogaban contra el pecho de Kageyama que se mordía los labios con impotencia.

Todo dio vueltas en mi cabeza, mis pensamientos eran un caos, y nada conectaba con nada, la sensación se me hacía familiar y no me agradaba mucho, ahí, de pie lo único que podía mantener en mi rango de vista enfocado a la perfección era el catatónico manchado de sangre y la frase del policía que se reproducía en mi cabeza como disco rayado helando hasta la última fibra de mi demente ser.

Porque todo se iba al caño de esa manera, cuando al fin había podido decidir por mí mismo dar un paso hacia adelante, fue imposible no sentirme enojado y triste.

Terminaron sacándonos del comedor, Takeda-san nos hizo esperar en una de las salas donde Ukai hacia sus sesiones, nada cálida para un momento así.

Al rato el pelinegro de Nekoma también se nos unió, Ukai lo acompaño y sin decir nada lo dejo en la puerta y se retiró.

- No soporto estar más aquí… quiero regresar a Nekoma… - no nos habló a nosotros, más bien se dijo a sí mismo en voz alta lo que lo estaba comprimiendo.

- Te sacaron de allí por casi matar a uno de tus compañeros – el cuello me dolió de lo rápido que voltee a ver al dueño de esa voz rencorosa y ronca.

- Mira quien lo dice – se burló el pelinegro acercándose al pecoso con los puños apretados.

- Tú no sabes nada! –

- ¿Eso crees mocoso? Pues discúlpame por no poseer habilidades para soportar la muerte de otros, oh cierto! Tu eres experto en eso! –

- Cállate! – el pecoso se levantó de golpe de su silla.

- Que harás al respecto? -

- Hey – me levanté poniéndome entre el pelinegro que se acercaba furioso y Yamaguchi que seguía de pie mirándolo con rabia y cierto desdén, retándolo, como siempre sorprendiéndome de esa rebelde personalidad que últimamente solía exteriorizar.

- Tú no te metas niño bonito – las palabras salieron escupidas de la boca del pelinegro.

- Tobio… - la voz quebrada y sollozante de Hinata que estaba hundido entre los brazos de Kageyama detuvo al pelinegro al instante.

- Creo que ya es suficiente, ¿A quién le duele más? ¿Quién es la víctima más triste aquí? ¿Quién de ustedes ha tenido que soportar más mierda?, bien, Si eso les ayuda en algo hay al menos 5 habitaciones más a donde pueden llevar toda su mierda y lidiar con ella – Kageyama sonaba dolido y angustiado, enojado desde lo profundo de su garganta apretando aún más al pelinaranja que sollozaba apenas audiblemente.

El pelinegro me miró sosteniendo la misma rabia en su rostro, para luego partirse en dos y dilatar esos enormes ojos amarillos que se empañaron al instante.

- Lo siento... lo lamento no debí decir todo eso… - dejó caer toda su presencia lentamente limpiándose las lágrimas con las mangas de su playera negra.

- Esta bien… - contesté, para mi sorpresa Yamaguchi no se disculpó, ni dijo nada, solo agachó la cabeza y se sentó de nuevo.

- ¿Estas bien? – para mí ese bulto de emociones volubles era más importante que cualquier otra cosa, me incline sobre mis rodillas tomando suavemente sus mejillas entre mis manos.

Sus ojos aun sostenían algo de rabia, me miro un par de minutos mientras su entrecejo se relajaba y sus labios se fruncían hacia abajo, sus mejillas se elevaban y su mirada triste se posaba sobre mí.

- Esta bien... no pasa nada – le susurré acariciando sus mejillas suavemente.

- Lo siento Tsukki - susurró llevando su mano sobre la mía dejándola suavemente estirada tocando sobre mis uñas con la yema de sus dedos.

Terminé sentado en la silla junto a Yamaguchi, él se había quedado dormido recostado en mi hombro mientras yo sostenía su mano entre las mías acariciando sus dedos.

Ninguno quería hablar de lo que estaba pasando, era entendible pero inquietante, nadie nos había hecho un anuncio oficial, le huíamos tanto al dolor que preferíamos evitar escucharlo, hablar de ello pero lo aceptábamos silenciosamente, era doloroso, pero… ¿no había otra forma en la que pudiese ser? lentamente también me había quedado dormido, pequeños sonidos lograron despertarme.

- To… tobio... -

- Hinata debes ir a casa… - Kageyama susurraba tratando de convencer al enano entre sus piernas.

- No quiero... –

- Vamos Hinata... deja de ser tan terco –

- No me hagas irme tobio –

- Vamos no uses mi nombre… no lo hagas más difícil -

- No quiero… no me dejes solo –

- Oye... yo no... Yo no te… no... – la voz del pelinegro ya no aguantó más, se quebró en un sollozo apretándose contra el pequeño cuerpo del pelinaranja.

- Tsukishima-kun – el susurro de Daichi-san llamándome desde la puerta me hizo dar un brinco.

- Takeda-san me pidió que los ayudara a ir a sus cuartos, necesitan descansar – susurró bajo, yo asentí con la cabeza incapaz de decir nada, por suerte Kageyama escuchó también y se puso de pie con Hinata colgado a su pecho, ese chico sí que tenía fuerza, se notaba en los músculos que le brotaban con el esfuerzo, aunque Hinata no parecía pesar mucho, camino fuera de la habitación con el otro en brazos.

- Yamaguchi… oye despierta – intenté despertar al pecoso pero no hubo respuesta más que una nariz arrugada y unos cuantos balbuceos.

Yamaguchi era considerablemente más pesado y grande que Hinata pero en mi cuerpo yacía un enorme gusto por alzarlo, así que sin pensármelo mucho lo tomé en mis brazos enredando los suyos en mi cuello llevándolo por el pasillo siguiendo a Kageyama y su bulto naranja.

Sin darme cuenta cuando llegamos al ascensor el par de pelinegros venían caminando detrás de nosotros.

- Yo… sé que no me he portado muy bien… este cambio repentino me afecto mucho – el pelinegro de Nekoma nos detuvo antes de subir las escaleras.

- Esto nos pasó una vez a  nosotros y… sería mejor si nos quedamos todos juntos esta noche –

- Considerando lo fácil que explotas consideraría eso una mala idea – lo interrumpí.

- No!, por favor… lo digo en serio – bajó la cabeza todo contrariado, aun seguíamos al final del pasillo, cerca de la entrada a la sala, podíamos escuchar las voces del otro lado, y yo solo quería salir de ahí y rápido.

- Muchachos – Takeda-san apareció en la entrada de la sala con los dos catatónicos, cambiados y limpios.

- Daichi puedo encargártelos? – el pelinegro asintió con la cabeza mientras Ukai-san los hacia caminar hasta nosotros con sus manos en cada espalda.

- Takeda-san… - el pelinaranja se limpió la nariz dirigiéndose al castaño que le acaricio la cabeza suavemente, pero aun no había señal alguna de una sonrisa en su rostro.

- Esta bien Hinata, puedes quedarte hoy, por favor mantengan la calma, el día de mañana hablaremos sobre lo que está pasando les parece bien? –

Si fuéramos a ser sinceros con respecto a lo que queríamos probablemente todos diferiríamos con ese anuncio.

- El cuarto más grande… es el suyo, podemos quedarnos ahí – Kageyama señalo al par de catatónicos.

- Sugawara-san? – pregunté

- Esta dormido, pero puedo llevarlo también - afirmo Daichi-san

Kinoshita el rubio cenizo corrió por el pasillo hasta su cuarto en cuanto llegamos al 3 piso, el pelinegro tenía razón una litera doble, y dos camas más el suficiente espacio para acomodar otras dos, sin decirnos nada, el pelinegro de Nekoma y yo fuimos por los colchones de las dos habitaciones extras en el piso, que estaban vacías y los trajimos al cuarto,

Cuando regresamos Sugawara-san y Daichi-san ya estaban acomodándose en una de las camas, más bien el peligris parecía aferrado a las almohadas y las cobijas, el pelinegro lo cubrió con la cobija mientras se acurrucaba al borde sosteniendo la mano que no quería soltarlo, ni nos miró, era un caparazón sin nada adentro, Asahi-san regresó con ellos y se subió a una de las camas en la litera con Narita que ya estaba dormido boca abajo mirando a la pared.

- Es la cama de Tanaka… - susurro el grandulón castaño que me vio con la mirada fija en el par.

Yamaguchi y yo nos quedamos en un colchón en el suelo, el pelinegro de Nekoma al otro lado de la habitación, el pecoso seguía entre dormido, rápidamente se enredó en mis brazos, me sonrojé, no me sentía muy cómodo con mostrar abiertamente mi relación con él, pero no había nada que decir, y ninguno objetó nada.

Hinata ya estaba entre los brazos de Kageyama que lo arropaba con las cobijas hasta la cabeza, Daichi soltó un fuerte suspiro mientras se estiraba tratando de apagar la luz.

- Descansen chicos – susurró el pelinegro, luego se escuchó el crujir de la cama, y un susurro inentendible de la voz del peligris.

Bueno yo había tenido la mala fortuna (para Sugawara-san) de presenciar su intimidad, por decirlo de alguna forma, pero aunque él salió corriendo ese día, podía suponer que ya no le quedaban más filtros, el solo necesitaba a alguien cerca.

 

Tenía que darle un poco de crédito al pelinegro de Nekoma, quedarnos juntos, mantener la calidez que lleno el cuarto con los 9 cuerpos adormecidos, tristes y cansados era lo mejor que podíamos hacer.

Notas finales:

Hey Hey Hey! perdón por hacerlos llorar ?) Agradezco sus comentarios! son geniales! y a los que siguen la historia en verdad me motivan a seguirla, ya saben esto va pa largo! XD
Dejenme saber su opinión en los reviews aqui abajito! Para el proximo cap! esperen DaiSuga! y el anuncio oficial que al final es inevitable.

Matta nee!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).