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Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

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Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! Capitulo 22

Este capitulo estará narrado por Yamaguchi Tadashi
"Un ataque de emociones, Las voces que no se callan, un palco en primera fila , un gatito rubio, una experiencia perturbadora, el gato paranoico, el hermano amoroso y la razón por la que sin el otro no eran nada"

(Ya saben las voces del yams estan en cursiva)

El pasillo se cerró sobre mi cabeza, sentí las venas saturadas de veneno hincharse por todo mi cuerpo.

Me era difícil respirar, apenas me recuperaba de lo que hace un momento había sido el griterío de mis insatisfechas voces, ahora convertidas en un ruidoso chillido de estática que me hacía vibrar el pulso, camine como pude dando pasos torpes por el estrecho “para mi” pasadizo, me aferré a la puerta del ascensor sintiéndome incapaz de bajar por las escaleras sin rodarme hasta el primer piso gracias a mi precaria condición.

Me quede recuperando la respiración apoyando una mano contra la puerta de metal, el tono de voz de Tsukki preguntándome si estaba enojado vibraba, se distorsionaba y volvía a sonar claramente en mi cabeza dando vueltas.

Era la primera vez que mis voces explotaban cuando estaba con él, desde que entró al baño y me tomó entre sus manos tan delicadamente como si estuviese por romperme, así fue como me quebré en ese momento.

En el fondo no pensaba que fuera su culpa, para mi Tsukki era mi más preciada posesión pero en contra de mis últimos puros pensamientos tenia a mis voces gritándome y haciéndome sentir inseguro, sucio, enojado, vomitivo e irritado.

Cuando todas ellas venían a mi atacándome con diferentes argumentos o diferentes demandas, algunas solo pidiéndome que huyera el sobrecargue de emociones terminaba quebrándome, y en momentos así.

Nada bueno podía pasar.

Y gracias a eso ahora era un ratón medio drogado que emprendía la huida tratando de hallar la forma de ordenarle a mis manos que se acercaran al botón y lo presionaran.

- Que pasa pecas? donde perdiste tus lentes? – pero claro el mundo me odiaba y por eso tenía que aparecer este entrometido de todas las personas en la tierra. Venia subiendo las escaleras con su risa burlona habitual, Kageyama venía detrás de él.

- Estas bien? – preguntó pasándole por el lado a Kuroo y acercándose a mí.

- Tada! Tadashiiiiiiiiiiii –

- No digas nada guarda silencio! –

- Si Kuroo estuviera muerto todo sería más sencillo no lo crees? -

- Basta Tadashi no lo hagas! –

- Vamos! Vamos! Vamos! Tadashi hagámoslo de nuevo! –

Levanté el brazo impidiendo que sus manos llegaran a tocarme, apreté el agarre en mi playera sobre el pecho y hui escaleras abajo.

- Vamos a divertirnos? –

Las voces no se callaban, mi cuerpo hervía en ansiedad y miedo, tratar de contradecir lo que las voces decían era inútil, aceptar eso me había llevado años, no iba a dar ni un solo paso hacia atrás, me negaba, no pensaba regresar sobre mis huellas y revolver mi manchado pasado.

Todo me tenía irritado e inestable, la tristeza y el sentimiento de pérdida era algo que lograba inmiscuirse entre mi sopa de sentimientos haciendo picosa la situación.

Tanaka había sido un gran amigo, y ahora él no estaba más. Por supuesto que yo lo entendía y mi tristeza no derivaba de su ausencia, derivaba de sus motivos y de las consecuencias.

Yo era un cobarde, sin importar por donde lo viera, jamás había intentado quitarme la vida por una sencilla razón, quien es capaz de cegar otra no merece ningún tipo de perdón, y el suicidio es una vía de escape muy conveniente.

A eso súmenle que la perdida y la perversión de mis actos fueron canalizadas en personas cercanas a mí, ese tipo de persona que te dolería perder.

Entonces para mí el escenario de la muerte, era distorsionado, triste, depravado y disfrutable.

- Tú deberías estar muerto -

Porque al final de cuentas por las razones que fueses yo seguía ahí, vivo.

- Ya estas lamentándote de nuevo? –

Me mordí los labios apretando los puños, el aire por fin volvía a circular por mis pulmones libremente, por un segundo creí que el peligro había pasado.

- Acabas de dejarle el camino libre al gato calenturiento –

Internamente me encontré en un crudo debate sobre mis acciones, si bien pensaba que no era culpa de Tsukki, también tenía bastante claro lo que el Gato ese era capaz de hacer, ya lo había visto hacerlo con Kenma, y sabía lo que podía hacerle a Tsukki teniendo la oportunidad.

Y la tenía, yo se la había fabricado.

- Tadashi eres un maldito idiota -

Lo que hería la mínima autoestima que me quedaba era la manera en que Tsukki parecía cada vez más cómodo a su alrededor, la forma en que saltó en medio de la conversación para calmar a suga-san cuando este estaba discutiendo con Kuroo.

¿Quién era yo para sentir celos? ¿Qué me creía para mirar a Tsukki posesivamente?

Ciertamente compartíamos un lazo, pero eso no significaba que fuese el único que el rubio tenía derecho a tener y aceptar eso me hacía arder los ojos.

Su viperina voz llamándolo “Tsukki”, sus dedos colándose en su cabello acariciándolo y la forma en que se le había acercado esa madrugada en las escaleras de emergencia.

Terminé teniendo un palco en primera fila desde el edificio Nekoma, al no sentir la presencia de Tsukki en la cama me levanté también, lo vi dirigiéndose a las escaleras con Narita, si algo me había quedado claro sobre mis compañeros catatónicos era su improbable forma de razonar y a la vez no hacerlo, fue fácil para mi suponer que no estaría bien entrometerme en lo que sea que el chico de cabello corto tuviese que compartir con Tsukki, también era entendible que el rubio necesitaba sus minutos a solas por todo lo que estaba pasando, eso realmente no lograba molestarme.

Así que decidido a buscar la forma de sacar a Kuroo de Karasuno me escabullí del edificio buscando a Kenma entre los gatos que vivían al lado.

El chico era callado y tranquilo, jamás tuve una conversación realmente con él, pero había compartido una buena cantidad de silencios bastante agradables mientras nos escondíamos en algún lugar poco accesible en las instalaciones cuando aún no existía la separación por edificios, obviamente a Kuroo nunca le agrado que yo fuera, aparte de él, cercano al gatito rubio.

Mientras lo buscaba entre pisos ya que no recordaba cual era el suyo, la escena estuvo disponible para mí, la sangre me hirvió, el aire llegó con extrema dificultad a mis pulmones durante esos largos minutos de intimidad que compartieron.

Fue ver como su espalda ancha y marcada hacia desaparecer la de Tsukki una vez iban regresando al edificio lo que al fin detonó una granada silenciosa muy en el centro de mi atormentado corazón.

- No me lo quites -

Encontré a Kenma acurrucado en una colchón viejo en una de las habitaciones del último piso, aún en trance permanecí sentado a su lado por lo que yo sentí fue un día completo, sin embargo apenas pasado sido unas cuantas horas.

La primera palabra que salió de su tímido ser hacia mí, fue precisamente el nombre el tipo que estaba arrebatándome mi lugar en la vida de Tsukki, por más dramático que sonara, ese había sido mi primer pensamiento.

No supe como contestarle a lo que ni siquiera entendí si era pregunta o qué demonios era?, entonces la irritación reclamó su lugar entre las fibras de mis células.

Se encogió de hombros ante mi gesto de molestia, sin decir nada más volvió a la posición de sus manos en el aire con algo invisible entre sus dedos ensombreciendo la mirada.

Le pregunte si lo extrañaba y mirándome de reojo apenas me dio una ligera inclinación con la cabeza.

- Si te está quitando tu lugar, tienes la oportunidad de quitarle el suyo –

Me  termine colando en el espacio personal del rubio sacando su mirada de entre sus manos para dirigirla directamente a la mía, a unos centímetros de él, respiro agitado haciendo chocar ese aire cálido en mi nariz, le sonreí de lado acercándome más haciéndolo retroceder.

- Tadashi no lo hagas –

- Vamos! Vamos! Vamos! hazlo! Sabes que quieres! -

- Huye de ahí –

- Tadashi – su voz ronca y aletargada llamando mi nombre por primera vez me erizó la piel, me aleje acariciándole la cabeza despeinándole un poco, Kenma era mayor que yo por unos 4 años, aunque en el exterior seguía siendo un niño, por eso me sorprendía la seriedad con que mantuvo su compostura, ese “sé que no me harías daño” con el que me miraba era perturbador.

Me retire sin decir ni hacer nada más, para cuando volví al edificio ya era más de medio día, había perdido el almuerzo pero realmente no tenía hambre.

- Estas perdiendo el tiempo –

- Acabemos con todos de una vez! -

- Estoy harto de tu maldita debilidad -

- Tadashi escóndete -

- Maldición! Maldición! Maldito Tadashi! –

- Yamaguchi? – la voz de Kageyama detrás de mí me hizo dar un brinco, me encogí cohibido por la cercanía, el pelinegro ya estaba parado justo frente a mi examinando mi rostro.

- Yamaguchi – la voz de mi pelinaranja amigo sonó débil y ronca, se coló entre los dos colgándose de mis hombros en un abrazo cansado.

- Estas bien Hinata? – hice caso omiso de la mirada de odio que ocupó el rostro del pelinegro por unos segundos antes de ser reemplazada con un gesto de cansancio.

Si hablábamos de posesivos Kageyama Tobio se llevaba el premio al número uno, y después de él la categoría ya no tenía el mismo significado.

- No dormiste mucho verdad? – le pregunte acariciando sus cabellos naranjas mientras el asentía débilmente con la cabeza.

- A donde fuiste en la madrugada? – preguntó el pelinegro, tomando a Hinata de sus costados por la espalda llevándolo contra su cuerpo.

- No digas nada Tadashi -

No pude evitar sonreír ante el puchero que puso Hinata, Kageyama lo volteo y lo alzo contra su pecho apoyando sus manos en sus glúteos levantándolo y dejándolo descansar contra su cuerpo.

- Solo fui a caminar por ahí – le contesté tratando de no darle importancia al asunto, debía admitir que Kageyama podría ser un completo burro, sin embargo tenía cierta molesta habilidad para leer a los demás como si fuesen un libro abierto, es decir al menos cuando no tenía sus ataques de rabia.

- Y el rubio? – pregunto empezando a caminar por el pasillo hacia una de las salas de terapia, los seguí sin contestarle nada, entramos, él se sentó en uno de los sillones con Hinata aun sobre él, yo tome asiento en el piso, el cansancio me pudo y termine echado en mi completa extensión en el suelo frio mirando al techo de concreto. Sí que hacía calor.

- No lo sé, quizá este con Kuroo – conteste al fin tratando de mantener un tono normal.

Quizá estén follando en este mismo instante -

- Perdiste una buena oportunidad con el rubio allá atrás -

- Tadashi te van a lastimar -

- Es verdad que ustedes se conocían de antes? – pregunto Hinata mirándome desde el pecho del pelinegro como si fuera un bebe pequeño, la escena me dio ternura, y envidia al mismo tiempo.

- Si -

- Nadie te conoce realmente -

- Realmente vale la pena? solo es un cuatro ojos engreído – comento Kageyama.

- Kageyama! No digas eso! – le reprendió el pelinaranja con un poco más de energía.

- ¿Quién vale la pena aquí? –

- Estas podrido por dentro -

Nos quedamos en silencio un buen rato, mi intento por ignorar la irritación que me provocaban las voces falló con ese comentario, que aunque muy rudo era cierto, y eso ni el orgulloso Kageyama podría debatirlo.

- Y ustedes? Kageyama has estado muy tranquilo estos días – Kageyama hizo un gesto con la boca ante mi comentario y Hinata sonrió débilmente mirando al pelinegro.

- Generalmente cuando me siento mal y necesito de su ayuda Kageyama es capaz de controlarse, verdad que si? – me respondió el pelinaranja dirigiéndose al pelinegro sin dejar de mirarlo enredando sus rosados dedos entre las hebras del mayor acariciándole suavemente, por un momento la sonrisa suave de Kageyama adorno su sombrío rostro en respuesta a la pregunta del pelinaranja.

Se eran devotos el uno al otro, a pesar de las condiciones. Eso era algo que yo había proado efímeramente como el dulce toque de un manjar prohibido, que alguien conociera todo de ti, que fuese capaz de leer tu mente, completarte y ayudarte a ser una mejor versión de ti mismo.

Yo quería eso de vuelta.

- Deja de perder el tiempo, jamás lo tendrás -

- No te mereces nada de eso en primer lugar -

- pero… - Hinata inclino la cabeza pensativo.

- Porque Tsukishima estaría con Kuroo? Ellos dos se conocen? - pregunto mirándome con toda su inocencia pintada en la cara.

- El de Nekoma salió detrás de ustedes de la habitación esta madrugada - Por un momento me sentí aliviado de no tener que contestar hasta que mi mente descifro las palabras del pelinegro y yo pude entenderlas.

- Como sabia Kuroo que no estarías con Tsukishima? -

- Eres patético -

- Estuvieron juntos? - pregunto Hinata yo negué con la cabeza apretando los puños, sintiendo el filo de mis uñas cortar superficialmente la piel de mis palmas.

- Donde estuviste? - pregunto Kageyama, todo parecía un maldito interrogatorio y yo empezaba a impacientarme.

- En Nekoma -

- Te ibas a follar a su novio -

- No quiero que el siga aquí -

- Porque se anda follando al tuyo? -

- Después de lo que paso entre ustedes no me sorprende -

- Ese maldito gato -

- Aun lo odias Yamaguchi? -

- Quiero asesinarlo - una corriente eléctrica corrió por mis venas, esas no habían sido mis voces, mi propio pensamiento salto de la nada desatando una carga de adrenalina que fluyo por mis sistemas.

- Takeda-san dijo que solo era por un tiempo, no creo que debas preocuparte el edificio es lo suficientemente grande para que no tengas que verlo siempre, además tu puedes andar por ahí a tu gusto no? -

- Ese no es el problema Hinata - le contesto el pelinegro dirigiéndome la mirada.

- El problema siempre has sido tu Tadashi -

- No quiero terminar entrometido en nada, pero si lo necesitas no dudes en buscarnos - la voz de Kageyama fue clara y sincera, mis adentros se removieron y el enojo se desvaneció lentamente, los ojos se me aguaron, tuve que agachar la cabeza fingiendo asentir a su propuesta para que no se dieran cuenta de los sollozos que luchaban contra mis labios apretados.

En el pasado Kuroo Tetsuro era uno de los pacientes más volubles que había en el hospital. Así como podía ser todo un caballero callado y atento podía ser un maldito hijo de puta burlón y sarcástico.

Cualquier cosa podía llegar a alterarlo como calmarlo, no era una mala persona solo era víctima de la paranoia que lo dominaba, con el tiempo Kenma se convirtió en un catalizador muy efectivo para sus ataques, todos nos dimos cuenta de eso, yo nunca busque al gato rubio, pero solíamos coincidir en nuestros lugares silenciosos y de difícil acceso en varias oportunidades, Kuroo se volvía loco buscándolo en todas y cada una de esas ocasiones, cuando se dio cuenta de mi presencia en la historia se volvió agresivo conmigo, no en un modo físico, más bien psicológico.

Era mi buly personal, por decirlo de alguna manera. Sabía todo sobre mi, lo que había hecho y lo que me habían hecho, nadie sabe como pero él siempre me escupía cosas que se suponía nadie mas sabia.

La información es poder, pero en este caso termino transformándose en algo más perverso, Kuroo escogió seguramente la peor manera de vengarse de mí, su paranoia lo convencía de que yo era peligroso para Kenma, y tan obsesionado como estaba fue capaz de intentar quemarme en mi propia habitación.

En ese momento Kuroo parecía estar exorcizando a un demonio o algo parecido, el maldito gato tuvo a favor la ridícula fuerza de sus enormes brazos con la que logró someterme y encerrarme, cuando me lanzo contra la pared de la ventana lanzo una mecha encendida sobre mi cama, todas la cosas en la habitación estaban cubiertas de un líquido grisáceo que no tardo en incendiarse rápidamente.

Todo se quedó en un fallido intento, y una aterradora experiencia, porque en ese momento Kenma y Bokuto (Un amigo del pelinegro) nos encontraron, sin mencionar una sola palabra ni hacer mucho escandalo el rubio lo alejó de la puerta desde donde me gritaba cosas conforme el fuego adentro aumentaba, el fornido amigo del pelinegro tumbó la puerta impulsándose con todo su cuerpo contra ella con el fin de dejarme salir.

Por el tratamiento que el anterior director le dio como castigo, Kuroo no podía recordar nada de ello, pero obviamente si recordaba que yo no le agradaba mucho.

Mis recuerdos de es anoche también estaban muy distorsionados, en contra de las recomendaciones de Takeda-san que era en esos tiempo mi psiquiatra personal, el antiguo director creyó que unas buenas sobredosis de antipsicóticos eran lo que lograrían apaciguar un posible ataque, ese tipo sabía perfectamente como lavarte le cerebro y dejarte en blanco si así lo quería, de hecho varios de los catatónicos no eran tan “vacíos” cuando llegaron al hospital.

Al parecer Kageyama tenía pleno conocimiento del incidente, el aun no había llegado a las instalaciones cuando eso pasó, supongo que en ese tiempo el seguía jugando vóley con Hinata, sin embargo en el tiempo en que le llegó al hospital y ya estábamos divididos por edificios, él tuvo una temporada en Fukurodani debido a una adecuación de las demás habitaciones que aún no estaba lista.

Quien, como o porque? Era algo que yo desconocía, y tampoco quería preguntar al respecto.

Desde que me conoció no le agrade mucho, por la estrecha relación que formé con Hinata, pero ese pelinaranja revoltoso tenía una habilidad extraña para socializar y hacer amigos en todas partes, su inocencia y curiosidad lo hacían accesible, en el hospital entero lo conocía casi todo el mundo, lo extraño era que Kageyama que nunca se mostraba muy contento con ello de alguna forma había llegado a aceptarme, y a veces me dejaba pensar que se preocupaba por mí, porque yo era algo importante para Hinata.

Ukai entró al salón y nos pidió que fuéramos al comedor, y así fue como terminé huyendo de mi habitación y del rubio que se había quedado con la palabra en la boca y yo con un ataque a mis nervios que amenazaba con explotar mis adentros más oscuros.

Tratando de calmarme fui con Takeda y le pedí que me dejara en aislamiento esa noche, estaba cavando mi propia tumba si el pelinegro decidía acercársele a Tsukki pero realmente no me sentía capaz de controlarme. Fue por lejos una de las peores noches que tuve, no pude pegar le ojo ni un momento.

- Eres debilucho! -

- Quien será el seme de los dos?-

- Kuroo debe ser un bruto en la cama -

- Tadashi olvídate de todo -

- Si hubieses acabado con el no estarías ahora aquí -

- Porque nos encierras Tadashi? -

- Tu Tsukki debe estar gimiendo su nombre como tu gemías el suyo -

- Cálmate esto no es real nada es real maldito niño! -

- Yamaguchi-kun! - la voz familiar y gruesa del rubio mayor me saco de mi infierno mental, con los ojos cansados e irritados lo voltee a ver desde mi lugar en el suelo en la sala de estar, Takeda me dejo salir a primera hora de aislamiento, ni siquiera me había puesto una camisa de fuerza, solo me dio un calmante y trabo la puerta.

- Tsukishima-san buenos días - saludé con las pocas fuerzas que tenía, el Hermano mayor de Tsukki se me lanzó encima levantándome del suelo apretujándome entre sus musculosos brazos, detrás suyo el pelinegro que había venido con antes estaba cruzado de brazos mirando los alrededores vestido todo de negro, el rubio solo tenía el pantalón negro su camisa era blanca y demasiado ajustada en las mangas.

El par de hermanos rubios eran tan atractivos que era injusto.

- Akiteru, oh! Akiteru nii-san si quieres! - Me despeinó todo acariciándome la cabeza sin soltarme.

- Akiteru nii-san - repetí escondiéndome en su cuello, su aroma era muy parecido al de Tsukki, solo que un poco más fuerte y cítrico.

- Akiteru deja de molestarlo - interrumpió el pelinegro la carcajada de felicidad del rubio al escucharme llamarlo como él quería.

- Tenemos otro hijo! No estas feliz? - le dijo mostrándome como su… su hijo? Quien era el otro Tsukki? La diferencia entre esos dos era demasiado abismal.

- Vamos a buscar a nuestro molesto hijo menor! - sonrió de oreja a oreja arrastrándome con el, no quería ver a Tsukki al menos no aun. Y si estaba enojado conmigo? Y si llegábamos a la habitación y estaba entrepiernado con Kuroo? No yo no quería ver eso.

Aun así no pude negarme, por más que intente zafarme del agarre del rubio, subimos al piso, y caminamos por el pasillo.

- Esto va a ser divertido -

- Tadashi no entres -

- Y si lo hicieron en tu cama? -

- Vamos! Vamos! Entra! entra! -

Akiteru abrió la puerta lentamente entrando silenciosamente arrastrándome con él, el pelinegro espero afuera, yo iba con la mirada clavada el piso.

- Awww - el susurro de Akiteru me hizo mirar hacia la cama temiendo lo peor sudando frio y al final con un hueco en el pecho.

Tsukki estaba en mi cama, solo, sin sus lentes, arropado hasta los hombros con mis cobijas, abrazado a mi almohada.

La calidez lleno rápidamente el hueco que acababa de abrirse en medio de mi pecho, y Dios que fue difícil aguantarme las lágrimas que luchaban aguerridamente por escaparse.

- Se ve tan lindo - susurro el rubio conmovido por la forma en que dormía su hermano menor, por fin me soltó y se arrodillo frente a mi cama colando sus brazos en los costados de las cobijas abrazando el cuerpo de Tsukki contra el suyo.

El rubio se dejó hacer aun medio dormido, no pude evitar acercarme para apreciar la escena cuando…

- Yamaguchi… - el susurro del rubio dejo al otro que lo sostenía con los ojos de par en par.

Tsukki subió sus brazos apretándose al cuerpo de su hermano, cuando la lucidez vino a su cuerpo y se dio cuenta de la situación abrió los ojos de golpe y empujo a Akiteru al piso lejos de la cama.

- Que haces tú aquí??!!! - grito asustado y respirando agitado.

La sangre corrió por mis venas desenfrenada, se acumuló toda en mi cara, los brazos me temblaron y un escalofrió corrió por mi columna, el pelinegro desde la puerta soltó una carcajada por la reacción de Tsukki y yo no sabía cómo ni donde esconderme.

- eeeh? Que forma de tratar a tu querido hermano mayor es esaaaa?! - se quejó el rubio en el piso sobándose su parte trasera que había absorbido el impacto.

- No sabía que venias, discúlpame - ya recuperado de la sorpresa Tsukki le largo la mano para ayudarlo a levantarse después de ponerse sus lentes.

Aun no había volteado hacia mí, bueno había hablado demasiado rápido, en cuanto Akiteru estuvo sentado a salvo en el colchón Tsukki dirigió su mirada hacia mi cambiando su expresión neutra por una torcida entre triste y preocupada.

Estaba debatiendo si debía pedirle disculpas por haberme ido y haber terminado ignorándolo.

Tsukki se levantó ignorando a nuestras visitas, camino hasta mí sin quitarme la mirada e encima y yo tampoco pude evadirla, me rodeo con sus largos brazos hundiendo mi cara en su cuello acariciando mi cabeza, hundiendo sus dedos en mi cabello moviéndolos suavemente.

- No te vayas de nuevo… por favor -

Fue un susurro muy bajo, quizá yo había sido el único que logro escucharlo.

Las lágrimas se derramaron sin ninguna restricción, mi cuerpo yacía desarmado entre  sus brazos contra su pecho ahogándose en su aroma.

Ahí estaba lo que me unía tanto a ese rubio malhumorado y antipático, la necesidad de tenerme a su lado que lo superaba, logró hacerme sentir estúpido y arrepentido por todo lo que había ocupado mi mente, sin mencionar el hecho de haberlo dejado solo, cuando me necesitaba tanto, cuando yo lo necesitaba tanto.

Cuando separados simplemente no lográbamos seguir funcionando.

Notas finales:

Hey Hey Hey!

Por la demora les dejo un cap algo largito, esta vez narrado por nuestro dulce Yamaguchi perturbado.
En el próximo cap esperen mas lovey-dovey TsukkiYama y el funeral, como les he dado tantas cosas tristes quería cambiar un poquito el ambiente antes del funeral :D
Ya saben dejen sus comentarios aquí abajito realmente los aprecio mucho!


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