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Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

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Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! Capitulo 26!!
"Un Tsukki adolorido, La reserva de los búhos, Un pequeñín extra-perceptivo, el sabor de una tarta de fresa y un doloroso golpe que recibiría mil veces si fuese por el"

Chizaru-san tuvo que ser muy convincente para que Akiteru accediera a irse, Yamaguchi seguía herido y triste o al menos eso era lo que lo podía ver en sus ojos apagados, rojizos candados de llorar.

Lo envolví en la cobija abrazándolo a mí, vi una débil sonrisa que hizo el intento de alzarse en sus labios.

- Yamaguchi… - susurre sin saber muy bien que decir, no podía sacarme de la cabeza todo lo que había dicho, éramos unos niños… y él tuvo que pasar por cosas horribles a las que no me les atrevía a dar ni un solo pensamiento.

El imaginar que siendo tan pequeño fue ultrajado y maltratado me dolía, me hería profundamente, sobre todo porque no sabía qué hacer con ello, no sabía cómo ayudarlo, no tenía idea de que debía hacer o decir.

Levantó con cansancio la mirada, acomodó su mejilla sobre mi hombro luchando contra sus parpados que amenazaban con cerrarse en cualquier momento.

- Perdón… - quería decirle que no estaba solo, pero termine disculpándome.

Negó con la cabeza sutilmente sin dejar de verme, era como si sus hermosos ojos castaños pudiesen ver dentro de mí y a pesar de todo intentaran hacerme bien, pensar primero en lo que yo sentía que en sí mismo.

Y yo quería que llorara que gritara, que me odiara por no haberlo protegido.

Por haberlo abandonado.

- Tsukki… no llores - susurró pasando sus blandos dedos por mi mejilla encajando perfectamente su mano en la curvatura de mi cara, acariciando mi cabello y mi oreja suavemente.

- Perdón… - me mordí el labio inferior tratando de controlarme, era tan doloroso, toda mi vida era tan insoportablemente dolorosa, pero por más dolorosa que fuera, me lastimaba mas serle completamente inútil.

- No pienses en eso - susurro como si pudiese leer mi mente acercándose a mi cuello, pude sentir una suave lagrima cálida correr por la piel de mi clavícula.

- No pienses en eso porque aunque creí que no volvería a verte, que no había esperanza para mí... tú volviste a encontrarme, tú volviste por mí - se detuvo ahogando un sollozo.

- Después de tantos años volviste por mí -

- Yamaguchi… - logré articular su nombre en un solo esfuerzo antes de dejar que las lágrimas y el llanto que se acumulaba tras mi garganta tomaran el control.

Me sentí perdido por tanto tiempo, ese Tsukishima Kei apático y ensimismado que no lograba interesarse por nada empezaba a sentirse como una máscara mal trecha que ahora se desquebrajaba a pedazos, aunque el dolor continuaba siendo el mismo o incluso mas intenso, no me sentía solo, de alguna forma extraña sentía esa calidez en mi pecho que lograba hacerme creer que todo estaría bien, sin importar lo que pasara, ni el tiempo que tomara, un día todo estaría bien de nuevo porque él estaba ahí, a mi lado. Como debió haber sido por tanto tiempo.

- Esta bien Tsukki… lo sé - susurró dejándome un casto beso, pude saborear lo salado de sus labios, bajé mis manos a su cintura dejándome caer en la cama con el frente a mí, ya no tenía las fuerzas para mantenerme ni siquiera sentado, no podía sostenerlo en ese momento quería que él me sostuviera a mí y me dijera que todo iba a estar bien, por muy egoísta que fuera.

- Todo estará bien Tsukki - susurro contra mis labios, podía ver sus ojos perfectamente, él también estaba llorando, él también estaba herido, pero aun así yo era quien recibía su consuelo.

No me lo merecía.

Yo no había sido capaz de cuidar de él, yo ni siquiera pude reconocerlo la primera vez que lo volví a ver, ¿cuánto le habría dolido verme actuar indiferente?, esa vez que lo sacaron sangrando del cuarto, acaso ¿había sido mi culpa?, la primera vez que abuse de él mientras lloraba, ¿sentía placer, o un profundo dolor?, ¿Qué habrá sentido cuando yo le hice lo mismo que quizá su padre intentó hacerle?

Me sentía peor que una basura.

Y las malditas lágrimas no se detenían, mi vulnerabilidad lo obligaba a esconder su dolor para ocuparse del mío, yo no quería eso.

Nadie había abusado de mí, yo disfruté de una familia cálida y atenta, de una infancia normal, de una buena educación, de viajes y paseos en familia, de almuerzos y noches de películas, de la compañía de mi hermano mayor que cuidaba de mí, yo había tenido todo lo que el merecía haber tenido.

¿Pero que había conseguido?, un montón de malditos traumas, de violencia y aislamiento, de años de estar escondiéndose aquí y allá en un mugroso hospital lleno de locos siendo un pequeño niño quizá… lleno de miedo.

La curiosidad empezaba a hacer hueco en la cabeza, ¿Qué clase de vida había tenido con su padre? ¿Extrañaría a su hermana? ¿Qué había hecho con ella? ¿Qué clase de atrocidad intentó hacerle su padre para que hubiese atentado contra él? ¿Qué había sido de su madre? ¿Habrá sido testigo de lo que sea que le hicieron? ¿Cómo un pequeño niño lograba acabar con la vida de otro y de un adulto? ¿Le habrán tratado mal por haberse convertido en un asesino? ¿A qué otros lugares lo habrán llevado? ¿Qué cosas horribles le habrán dicho o hecho? ¿Qué era todo eso que le decían sus voces?

¿Era cierto que conmigo no solía escucharlas?

Me quede dormido formulándome miles de hipótesis y preguntas, realmente no recordaba ni como me había dejado vencer por el sueño, la cuestión era que ahora me rugía el estómago, la habitación estaba oscura y la calidez de su cuerpo no era perceptible.

Me levanté de golpe, sentí el terror formándose en medio de mi pecho como un grito que exigía salir desgarrándome los pulmones.

- Tsukki? - su voz me enfrió de golpe, voltee rápido hacia la puerta del baño de donde salía sobándose un parpado con el puño cerrado, medio dormido y con mi playera puesta.

¿En qué momento me había dejado en ropa interior? No tenía nada puesto más que los bóxers, y él estaba igual solo que con mi playera.

Fue un segundo, quizás unas milésimas menos lo que me tomo saltar de la cama, dar un largo paso y llegar a su cuerpo apresándolo contra el mío, hundiendo mi cara en su hombro y mis brazos en su espalda.

- Tsukki? - sonó preocupado alzando sus brazos hacia mí, pasando sus manos sobre mi piel dando suaves caricias.

- Creí… no, no estabas, creí que te, te habías…. Te fuiste lo…. lo siento - hablé a tropezones, las palabras se medió formaban y salían disparadas más rápido de lo que lograba pensarlas.

- Lo siento Tsukki -

- Silencio Yamaguchi - apague las palabras contra su cuello abrazándolo más fuerte levantando un poco su cuerpo del suelo, escuché un ligero pujido escaparse de sus labios por la fuerza con la que lo comprimía.

Lo llevé a la cama, me enterré ahí con él entre las cobijas sin dejar que se alejara de mí ni un centímetro, sentí el cuerpo pegajoso y de nuevo el rugido de mi estómago, no habíamos podido almorzar y tampoco cenar, la penumbra y el silencio que reinaba indicaban que ya era muy tarde.

El calor que estaba haciendo se hacía un poco insoportable.

- Tsukki aun tienes fiebre - susurro contra mi mejilla entonces sentí su mano palpando mi frente con suavidad.

- Eh? -

- Estabas sudando mucho por eso te quité la ropa - añadió

- ¿Te sientes bien? - volvió a preguntar mirándome con preocupación, sus ojos en la penumbra apenas eran apenas distinguibles.

- Si - intenté contestar de nuevo mi estómago rugió.

- Lo siento, no comimos mucho… - hizo una ligera pausa.

- Es tarde pero se dónde encontrar comida, espérame un poco… - hizo el intento de levantarse de la cama pero mi mano ya lo había detenido aferrando con fuerza mis dedos a su antebrazo.

- Tsukki… - me miró con genuina preocupación en sus ojos, negué con la cabeza y me levante de la cama con él, me miro confundido mientras me acomodaba una sudadera y un suéter, el tomo su pantalón y sin preguntar nada más me guio para salir del cuarto.

Bajamos por las escaleras de emergencia, hacia frio, la luz de la luna lograba iluminar el espectral aspecto del hospital a esas horas, a lo lejos lograba captar uno que otro sonido difícil de reconocer pero de fondo siempre el completo silencio.

Llegamos al segundo piso, Yamaguchi se inclinó contra las barras de metal que cubrían el camino serpenteado de la escalera e hizo presión con su hombro desencajando una de ellas, con la punta desencajo la otra y la otra hasta que logro hacer un agujero tan grande como una ventana.

- Vamos Tsukki - me sonrió apoyando su pie sobre la pared de metal dando un pequeño salto, sentí la adrenalina empezando a colarse entre mis venas fluyendo con total libertad, lo imite sin calcular si quiera la distancia ni el impulso, solo salté.

Caí sobre ambos pies pero el poder del impulso me hizo caer de rodillas al suelo,

- Tsukki! ¿Estás bien? - se acercó a mi preocupado intentando susurrar

Estaba siendo patético deliberadamente.

Asentí con la cabeza rogándole al cielo que no fuera visible el sonrojo que ardía en mis mejillas.

Yamaguchi me tomó de la mano y empezamos a caminar lejos del edificio, estar afuera en ese instante se sentía completamente diferente, el día del funeral de Tanaka-san me había sentido más sofocado y fuera de mí que estando encerrado, ahora que caminaba de su mano en medio de una noche de verano, se sentía liberador y agradable.

Me miraba de reojo y se veía algo preocupado, afirme mi agarre a su mano a lo que volteo y me dedico una sonrisa, débil pero hermosa.

- A dónde vamos? - le susurre, Yamaguchi me halo a la esquina del edificio conjunto al nuestro, si la memoria no me fallaba ese era el Nekoma.

- Al Fukurodani, allí siempre mantienen una reserva de comida escondida en la cocina - me respondió apretando mi mano entre la suya.

- Fukurodani? - le pregunté, no recordaba bien los nombres de los edificios por una extraña razón empezaba a sentirme muy cansado.

Asintió con la cabeza en lo que reanudamos la caminata, rodeamos el edificio y ahí enfrente ya estaba el otro.

- ¿Sabes cómo entrar? -

- No suelo venir mucho aquí pero... - guardo silencio mientras buscaba algo entre la pared y una oxidada puerta que parecía ser la de las escaleras de emergencia.

Dio un ligero empujón al concreto con ambas manos, me pregunte si debía ayudarle o algo cuando la vieja puerta cedió, apretó sus dedos entre los míos de nuevo halándome dentro de la edificación.

- Es un viejo edificio - añadió sonriendo victorioso.

El pequeño cuarto que conectaba la puerta con el pasillo estaba atiborrado de cosas para hacer la limpieza todas viejas y desgastadas, algo olía muy mal ahí adentro.

Salimos rápidamente encontrándonos en el pasillo, a diferencia del nuestro las paredes eran un de color crema amarilloso y las puertas negras, algunas blancas, rápidamente llegamos a la sala de estar era más amplia y estaba llena de balones, aros, y un montón de juguetes de plástico muy coloridos.

- ¿Que es todo esto? - Susurre más a comentario que a pregunta.

- Son los juguetes de Bokuto-san, es muy hiperactivo - me respondió llevándome más allá de la sala de estar hasta la cocina.

- Quien es Bokuto-san? - le pregunte, Yamaguchi ya estaba en la alacena del lugar buscando en la ranura de encima algo con ambas manos parado de puntas.

- Bueno es uno de los pacientes en este edificio… - sentí que se quedó con algo más que decir, el nombre se me hizo familiar, detuve mis pensamientos, si prácticamente lo que hacíamos era un robo no debían descubrirnos no?, era mejor dejar la conversación para otra ocasión.

- Bien creo que aquí esta - Yamaguchi bajo los brazos sacudiéndose las manos con algo de metal que brillaba un poco en sus dedos, con cautela abrió la puerta de madera y adentro encontramos montones de comida en paquetes, dulces en tarros de cristal y golosinas.

El pecoso tomo un par de cajitas de cartón, un par de bolsas de frituras y dos jugos de naranja embotellados.

- Vamos, te gustará este postre de fresas! - me sonrió pícaramente pasándome la mitad del botín.

- Yamagu… -

- Vaya, vaya que tenemos aquí!? - una voz fuerte, intensa y grave nos llegó por la espalda, me congele de inmediato, nos habían descubierto, lo último que quería era meter en problemas a Yamaguchi además yo tenía prohibido salir del edificio.

- ¿Bocadillos de media noche? Tuvimos la misma idea! - el tono grave y autoritario que había acabado de escuchar se volvió divertido y entusiasta.

Voltee a ver pensando que me encontraría con alguien quizá de mi altura y fornido, tuve que bajar la mirada al notar a alguien aún más pequeño que Hinata de cabello café con un mechón más claro cayendo sobre su frente, con los brazos cruzados sonriendo de oreja a oreja mostrando su dentadura brillando en medio de la penumbra del lugar.

Caminó hacia nosotros cambiando de expresión, Yamaguchi dio un paso hacia atrás lento y casi imperceptible.

- Vamos! Que no han visto un fantasma! - el golpe de su palma abierta fue a dar a todo la mitad de mi espalda, trastabille por el impulso quedando agachado hacia adelante.

- Nishi... noya? - pregunto Yamaguchi detrás de mí.

- Hey! Yamaguchi! Me recuerdas! - esta vez el chiquitín se fue hacia el abrazándolo fuertemente.

- Siempre te dije que no merodees tan tarde en la noche! - le regaño, el pecoso aun lo miraba incrédulo.

- ¿Qué haces aquí? Pensé que no regresarías más a este lugar -

- Bueno si, pero un montón de cosas surgieron y aquí estoy de vuelta, seguro me han extrañado muchísimo!... - se burló tratando de tapar lo incomodo que parecía al ocultar la mitad de su respuesta.

- Porque no estás en Karasuno? - pregunto de nuevo el pecoso esta vez más relajado.

- Asahi-san aún está ahí ¿no? - pregunto bajando el tono de su voz al pronunciar el nombre del grandulón miedoso que siempre se escondía detrás de Sugawara-san,

- Bueno si - contesto Yamaguchi, por un momento sentí que estaba sobrando en la escena.

El pequeño agacho la cabeza mordiéndose el labio inferior de estar todo alegre paso a parecer frustrado.

- Prometí que no volvería si él seguía aquí - susurro más para sí mismo que para nosotros.

- Ya ha pasado un año, no crees que esperaste mucho tiempo, sin hacer nada al respecto? - fue la respuesta del pecoso, su tono de voz ya era más normal.

Dirigí mi mirada a Yamaguchi, no entendía del todo bien pero más o menos podía darme cuenta por donde iba la cosa, era oficial… el hospital estaba lleno de homos.

- Ah, él es Tsukishima, llego hace unas semanas - me presento tomándome por sorpresa.

- Hola grandulón! Así que lograste hacerte amigo del pecas eh? Bien hecho! - me sonrió dándome otro golpe, esta vez en brazo, fruncí el ceño sobándome la piel que había quedado caliente por el impacto sin contestarle.

- Así que eres un gruñón eh?! - soltó una carcajada moviendo los brazos.

- Lo siento Tsukki, Nishinoya-san fue un estudiante en prácticas como Sugawara-san hace unos años, se fue cuando se graduó - me explico el pecoso

- Puedes llamarme Noya-san! - orgulloso apoyo las manos en su cintura enderezándose tanto como pudo

- Eres mayor que yo? - no podía evitar resultarme gracioso porque aún tenía que verlo desde arriba aunque no quisiera.

- Noya-san debería tener ahora 25 años - se rio Yamaguchi a lo que el otro inflo los cachetes y empezó a quejarse.

- Tengan más respeto! Ahora soy uno de los doctores aquí! -

Yamaguchi le contesto algo mas pero en mi cabeza no lograron conectarse los procesos que me permitieran entenderlo, la vista se me nublo de golpe, una de las cajitas que sostenía en mis manos se fue al suelo.

Escuche más cosas pero nada tenía sentido para mí, todo estaba oscuro, fue tan abrupto que sentí el cuerpo entumecido y la desesperación empezaba a apoderarse de mi sistema nervioso.

Sentí un par de manos aferrándose de mi costado y el frio contacto con el suelo en mis piernas.

Me había caído?, no lograba ver nada, ni controlar mi cuerpo, sentí un revoltijo en mi estómago.

- No te vayas... -

Esa era…

- Vuelve!, no te vayas, por favor no te vayas! -

Sintió el horrible corrientazo que te recorre cada fibra cuando un auto viene hacia ti a toda velocidad y tu cuerpo no te responde, entre en pánico con la parsimonia con la que se entraba a una piscina, así como el agua se toma su tiempo para empaparte por completo.

- ¿Porque me dejo solo?, ¿Ya no quiere jugar conmigo? -

- ¿Hice algo malo?, ¡Prometo que compartiré con el mi tarta de fresa! -

- ¿Le pasó algo malo?, ¿No hay nada que pueda hacer para ayudarlo? -

- ¿Mamá, a donde fue Tadashi? -

Esa era mi voz, de niño, entre lágrimas y suplicas que se ponían una sobre la otra hasta distorsionarse y maltratar mi cuerpo como si fueran golpes o disparos a quema ropa.

Abrí los ojos de golpe encontrándome con sus ojos castaños llorosos mirándome de cerca, sus manos fuertemente aferradas a mis hombros, ambos de rodillas en el suelo, Nishinoya-san de pie me miraba sin saber cómo reaccionar.

- Tsu… Tsukki - susurro Yamaguchi dejando escapar por fin las lágrimas que se habían contenido con mucho esfuerzo.

Sus ojos se enrojecieron y yo sentí todo el cuerpo helado, volví a respirar, a sentir mis manos, mi cuerpo y moviéndome torpemente recostando mi costado contra su pecho deje mi mejilla sobre su hombro derecho respirando agitado.

- ¿Todo bien amigo? ¿Sabes dónde estás? - Me preguntó el otro acercándose a mí examinando mis ojos.

- Yamaguchi - susurre mirándolo apenas absorbiendo el aroma del pecoso que me abrazaba y me acariciaba la espalda.

- No estas precisamente en el pero digamos que prácticamente estas sobre el - comento nervioso tratando de bromear.

- TID eh? - añadió rascándose la nuca - y de las más interesantes que he visto - continuo con un suspiro.

Me sorprendió lo rápido que logró analizarme, apenas habíamos estado ahí unos 20 minutos y no había manera de asegurar si pudo ver algo sobre mí, pero de todas formas lo que hubiese hecho mientras estaba inconsciente era todo un misterio, al menos para mí… me asuste de nuevo, le había hecho daño?

Me aleje de Yamaguchi con brusquedad, examinándolo, mirándolo por todos lados buscándole las heridas que probablemente mis manos le habían causado.

- Estoy bien no te preocupes, no hiciste nada malo - susurro el pecoso acariciándome una mejilla.

- Así que te pones agresivo cuando cambias? - exclamo el pequeño, juntando las dos palmas en un sonoro aplauso abrió la boca.

- Ven! déjame examinarte! - sus ojos se iluminaron ansiosos, mientras esa mirada me provocaba escalofríos.

Se inclinó mirándonos a ambos saco un bolígrafo de su bolsillo luego de palparse con ansiedad como si estuviese frente a algo que le causaba extrema curiosidad diversión. Para mí los psiquiatras siempre eran personas que potencialmente podían estar más locas que sus propios pacientes y ese joven le daba vida a mi teoría.

- ¿Cómo me llamo? - me pregunto apuntando a mis ojos con la linterna que venía integrada al bolígrafo.

- Nishinoya… -san - le respondí.

- Como es su nombre? - señalo a Tadashi con el dedo sin quitar la lucecita débil de mi vista.

- Yamaguchi Tadashi -

- Y el tuyo? - apunto hacia mi esta vez quitando la luz de mi apuntándola a Yamaguchi

- Yam… Tsukishima… Kei - hasta yo me sorprendí, tres preguntas ya estaba obteniendo resultados, su cara de emoción pura era una prueba más que contundente.

- Como es tu nombre? - volvió a preguntarme esta vez moviendo un poco la linterna en movimientos progresivos de arriba hacia abajo siempre apuntando hacia Yamaguchi, sin poderme negar mi vista empezó a seguir los movimientos de la luz circular.

- Tsukki - susurre esta vez con la voz apagada, había salido de mi garganta como si el espacio por el que atravesó hubiese sido una enorme cámara que amortiguaba el sonido y le daba un eco espectral.

Ambos guardaron silencio y por primera vez me sentí incomodo en medio de la gente y que nadie hablara, se apoderó de mí el deseo de decir algo… lo que fuese.

- Noya-san… - susurro Yamaguchi mirándome preocupado.

- Vamos, volvamos a su edificio, es mejor que descansen y se coman ese postre antes de que se eche a perder - Nishinoya-san empezó a caminar hacia la puerta por donde habíamos llegado.

- Vamos Tsukki - Yamaguchi tenia las dos cajitas bajo su brazo las bolsas en la mano y los jugos los llevaba sobre su muñeca, me tendió la otra mano sonriendo.

- En verdad no te hice nada malo? - le pregunté entrelazando sus dedos con los míos.

- Seguro, solo te fuiste por un rato y no me respondías, aunque… - bajo la voz y negó con la cabeza - No es nada, ¿regresemos y hablamos mejor en la habitación si? - asentí con la cabeza y regresamos con el castaño más bajito que caminaba a lado nuestro disfrutando de la vista nocturna.

- Ah! Sé que es raro! pero extrañaba esto! - estiro los brazos hacia arriba dando un grande bostezo.

- Bien hasta aquí llego yo! - frente al edificio se despidió de nosotros y se retiró cuando nos vio trepar la escalera con éxito.

Caminamos en silencio a la habitación, una vez adentro Yamaguchi cerró la puerta y dejo los paquetes y el resto de la comida sobre la mesa junto a la ventana lanzándose sobre mí en un segundo y con toda la fuerza de su menudo cuerpo.

- Yamagummm - ya estaba mordiéndome el labio inferior haciéndome abrir la boca para introducir su lengua y besarme salvajemente, sus brazos me apretaban los codos manteniéndome contra la pared, me sentí intimidado, sorprendido y demasiado avergonzado.

- Lo sien... to… Tsukki… pero… pero nece… sitaba… hacerlo - hablo entrecortado recuperando poco a poco su aire mientras colaba sus brazos por mis costados y me abrazaba.

- Esta… bien, puedes hacerlo cuando quieras - trate de sonar tranquilo pero sentí el calor en mis mejillas, la voz apenas y logro salir de mi garganta, vi su rostro alumbrarse como un semáforo y la sonrisa coqueta que pocas veces me había mostrado pero que empezaba a adorar, todo rastro de mi pequeño "ataque" había sido borrado de mi cuerpo con ese dulce arrebato.

Era tan alucinante la manera en que sus acciones... su calor, incluso su mera existencia lograba afectarme tan radicalmente, era aterrador

Sonrojado fue a la cama abriendo los paquetes y dando un par de palmaditas al colchón me llamo a su lado.

Tomé asiento ansioso por probar el postre de fresas del que me había hablado, el dulce no iba a superar el sabor de sus labios, más aun cuando había acabado de besarme con tanta necesidad pero sería especial compartirlo con él.

- Cuando éramos niños solías robarme todas las fresas de mi ensalada - sonrió ofreciéndome un pedazo de su porción que estaba toda desparramada en la cajita, era la que yo había dejado caer.

Podía notar como Yamaguchi era cada vez más abierto a hablar conmigo, como recuperaba poco a poco su personalidad la que se sentía más familiar.

Incline un poco la cabeza a modo de disculpa mientras me llevaba a la boca el trozo de masa dulce y fresa que me ofrecía.

Sonrió sonrojado agachando la cabeza un poco, no pude evitarlo, aun con un poco de crema en la boca tome su mejilla y lo atraje a mi besándolo suavemente, dejando sobre sus labios un poco de crema lamiendo los míos limpiando el resto.

El color se le subió a las orejas, pasó con suavidad sus dedos por su labio superior mirando la crema que también se impregno en sus yemas.

- Te gustó su sabor? - pregunto nervioso desviando la mirada.

- Si… puedo tener otra probada? - le pregunte acercándome lentamente de nuevo a sus labios, me detuve a unos centímetros rozando suavemente su nariz con la mía mirándolo directo a los ojos.

Asintió suavemente con la cabeza cerrando sus hermosos ojos castaños, lamí y besé sobre su labio superior limpiando todo rastro de la dulce crema haciéndolo soltar un par de suspiros.

- Tsu… Tsukki - sentí sus manos sobre mi cadera haciendo un poco de espacio entre los dos, me detuve y por reflejo mi cuerpo se enfrió por completo de golpe.

Todos los malos pensamientos volvieron a mí, al cuerpo lujurioso que intentaba atacar a Yamaguchi en ese momento.

- Estoy muy cansado - me excuse por haberme detenido y apagado literalmente.

- Termina de comer y volvemos a la cama si? - seguía un poco agitado por los besos, su pecho aún se movía con fuerza tratando de recuperar el aire.

Comí en silencio, mi mente fue atacada por todas las mismas hipótesis y preguntas que me había hecho más temprano, la nueva aparición de ese chico que al parecer había logrado tener una visión bastante clara de mí en apenas minutos.

Y la forma en que use el apodo que usaba Yamaguchi como respuesta para mi nombre.

¿Qué estaba pasando dentro de mí?

Sin darme cuenta me quede viéndolo por un momento con el bocado de torta entre los dientes y el delicioso sabor de las fresas impregnando mis papilas gustativas, Yamaguchi comía lentamente, con calma disfrutando cada bocado, movía su mandíbula con delicadeza, entrecerraba los ojos, buscada con la vista su próxima mordida acercándose lentamente al pedazo de pastel.

Sus pecas se hacían una extensa mancha sobre sus mejillas, iluminados solo con la luz de la luna podía ver sus ojos brillando ligeramente, como su nariz se arrugaba, su pecho se movía con lentitud obteniendo aire y dejándolo escapar, me sentía hipnotizado.

- Tsukki? - me miro percatándose de la atención de mas que obtenía de mí.

- Tengo... mucho sueño - sentí los parpados demasiado pesados como para seguir manteniéndolos abiertos, sentí mi cuerpo yéndose lentamente hacia el frente.

Un estruendoso ruido me hizo ponerme alerta, Yamaguchi dio un pequeño brinquito quedando más pegado a mí sobre la cama.

Un fuerte grito gutural nos llegó desde el pasillo.

- Que demonios?! - me paré de la cama y me acerque a la puerta.

- No abras - me susurro Yamaguchi aferrándose a mi brazo.

No le respondí nada pero pase mi brazo hacia mi espalda dejándolo detrás de mí protegiéndolo con toda la longitud de mi extremidad solo por precaución.

Abrí la puerta un poco, enfrente el pelinegro de Nekoma también asomaba la cabeza mirando hacia el fondo del pasillo.

- Lentes-kun - saludó, Yamaguchi se aferró más a mi espalda.

- Que fue eso? - pregunte a la nada mirando hacia el fondo del pasillo ignorándolo o haciendo mi mejor esfuerzo para no incomodar a Yamaguchi.

De pronto un par de pedazos de madera volaron desde la puerta de la habitación de Kageyama estampándose y destruyéndose contra la pared.

- Maldición! - gritó esta vez el pelinegro desde dentro haciéndome estremecer.

- Kageyama - susurro Yamaguchi asomando la cabeza tras mi espalda.

- Maldito idiota! - volvió a gritar esta vez fue el colchón el que fue a dar al pasillo.

El pelinegro de Nekoma ya había salido completamente de la habitación y se encaminaba hacia el desastre, detrás de él apareció un rubio bajito que no se veía muy seguro de querer salir.

Asintió con la cabeza dirigiéndonos la mirada, quizá a modo de saludo.

- Kenma… - saludo Yamaguchi aun consternado.

- Hey cálmate amigo - El otro ya había llegado hasta la puerta de la habitación haciendo a un lado el colchón para entrar.

- Cállate! - los gritos de Kageyama eran demasiado guturales, se sentía como su garganta se desgarraba con cada vociferación, roncos y aterradores.

- No esta Hinata? - pregunto el rubio

- Supongo que se fue al anochecer - respondió Yamaguchi esta vez ya al lado mío.

El pelinegro de Nekoma entró al cuarto y los gritos fueron más agresivos, di un paso hacia adelante, él no podría solo con Kageyama y no iba a mandar ahí a Yamaguchi y mucho menos al pequeño rubio que de por si parecía que podía romperse en cualquier momento.

Yamaguchi intento aferrarse a mi brazo pero luego de una pequeña caricia en el codo me dejo ir.

Asomé la cabeza terminando de apartar el colchón, Kageyama agitaba los brazos, su expresión iba entre la furia y la desesperación apretaba los dientes con fuerza quizá lastimándose.

- Ya Kageyama… trata de contar empecemos con el 1 - le decía el pelinegro tratando de parecer calmado pero tenía un brazo sobre el otro como sobándose.

- Vete… Kuroo, no puedo… controlarlo no! esta vez - la voz le salió entrecortada y prácticamente entre los dientes aun apretados, se fue contra la pared dándose un par de golpes en la cabeza, la escena era deprimente y demasiado severa ya corrían un par de hilitos rojos por la frente del pelinegro.

- ¿Que sucede? - Takeda-san llego rápidamente, era la primera vez que lo veía sin su bata impecablemente blanca, tenía un enorme cárdigan negro unas botas de piel y unos jeans negros.

Se palpo las bolsillos dándose cuenta de que no tenía sus confiables jeringas ni su medicina en sus bolsillos, chasqueo la lengua.

- Kuroo detenlo un poco ya regreso - anuncio saliendo como rayo de la habitación.

- Kageyama, ¿tuviste una pesadilla? - esa voz era la de Yamaguchi venía desde la puerta penas asomaba su torso y su cara.

Kageyama nos miró con odio apretó solo dientes cerro los ojos y se llevó las manos a la cabeza gritando de nuevo esta vez más fuerte que antes, se fue de rodillas sin dejar de gritar y apretarse la cabeza.

- Vamos! Vamos! haz el intento, Hinata estará aquí en unas horas, vamos Kageyama empieza a contar - le insistió el pelinegro de Nekoma agachándose a su lado.

- no te le acerques - me susurro Yamaguchi desde la puerta.

Apenas termino de hablar Kageyama levanto la mirada furioso se levantó con la fuerza de un bulldozer arremetiendo contra nosotros, más bien contra Yamaguchi.

No tuve tiempo para coordinar nada pero por suerte logre interponerme en su camino y recibir el cabezazo que iba para el pecoso, con el hombro, el impacto fue supremamente doloroso, me echó contra el suelo, caí de espaldas golpeándome la nuca contra la pared, lo único que podía distinguir en ese momento era el dolor que corría por mi cuerpo, poco a poco mientras la sangre cálida corría por mi espalda desde mi cabeza todo se fue quedando en silencio hasta que perdí el conocimiento.

Notas finales:

Hey Hey! me tardeeeee siglos! perdon! el trabajo me tiene del cuello, malditos cambios de horario!
Iba actualizar mas temprano pero me entretuve charlando con Ushicornio-senpai la autora de "El club de los 5" si no lo han leído vayan por allá y pasen un buen rato ese fic es lo mejor! :D
Ahora siii! ya tenemos nuestros tres especiales terminados! muchas quieren saber mas sobre la otra personalidad de Tsukki así que este episodio nos dará le preámbulo para todo el angst que se viene! espero que lo disfruten tanto como yo cuando escribo todo esto ~
Ya saben! pueden dejarme sus comentarios aquí abajito! los aprecio mucho mucho!


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