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Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

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Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! Capitulo 2!

> Un feo despertar, Un hermando sobreprotector, un profundo complejo de culpa, una bolita de pelos y nervios <

 

Abrí los ojos lentamente, un par de débiles rayos de una luz pálida se colaban desde la ventana, esa pequeña apertura cercana al techo de mi inesperadamente alta habitación en el pabellón de aislamiento en la que solo cabía la cama donde estaba acostado y alrededor de ella unos 50 cm a cada lado de paredes y piso acolchonado.
El techo estaría a unos 5 metros por encima de mi, de pie no lo alcanzaría ni con los brazos libres, pero ese obviamente no era mi caso.

Era agradable ver como esos rayos débiles trataban de penetrar la oscuridad, me removí un poco, la camisa me apretaba los costados y me ataba los brazos a la espalda, en una posición muy incomoda, ya ni los lograba sentir, todo me dolía pero a la vez no sentía nada en lo absoluto, me sentí aturdido por un momento, no me había opuesto a absolutamente nada de lo que habían decidido hacerme, desde que esta parafernalia de ciencia ficción había comenzado, no me oponía a nada en general, desde que perdí todo lo que tenia aveces sentía que también me perdía a mi mismo lentamente.

Mi yo estable era bastante tranquilo, como una hoja medio destrozada que se dejaba llevar por la corriente de un furioso río.

En ese entonces desperté en la cama de un frío hospital una semana después del accidente, sabia lo que había pasado, recordaba cada detalle una y otra vez en mi mente a modo de tortura personal, quizá me sentía culpable, o enojado porque me hubiesen dejado solo, no lo se realmente, nunca lo he considerado, puede que solamente me halla sentido aburrido.
Cuando desperté, mi hermano estaba dormido junto a mi cama, tenia la cabeza agachada pegada a su pecho, quizá llevaba ahí días, fue lo único que pensé, era una tarde soleada, la habitación blancuzca y sin vida era invadida de color naranja, el cual yo encontré melancólico.

Dirigí mi mirada a la ventana por donde se colaban todos esos colores, y entre pestañeos veía a mis padres muertos en el mismo auto en el que había quedado atrapado.

Como podría describirlo? realmente no me sentía triste, no creo haberme sentido triste alguna vez desde ese dia, tampoco enojado, sabia que habían muerto que no volvería a verlos, que jamas podría volver a disfrutar de la calidez de mi madre, o de sus caricias, ni siquiera volvería a sentir el casi imperceptible aroma a tabaco que se desprendía del abrigo de mi padre.

Llegue a pensar que debía haberme partido en lagrimas, pero simplemente nada de eso ocurrió.

El funeral fue celebrado un par de días antes, mi hermano había estado completamente solo despidiendo a mis padres, y temiendo perder también a su hermano menor, si yo hubiese muerto el estaría solo, mas solo de lo que yo podría estarlo en mi vida, vida que quizá nunca valore.

Pasaron unas dos horas antes de que el pobre recobrara la conciencia, a mi parecer parecía mas muerto que yo, me miro con sus ojos entrecerrados victima del sueño tardo unos minutos en darse cuenta que yo estaba despierto.
No dije nada, el solo se abalanzó sobre mi y mojo mi camisa con sus lagrimas, dejo salir quejidos desgarradores aferrado a mi pecho pero yo no pude decir, ni hacer nada.

Luego de todo el protocolo hospitalario y terapias a las que me sometí sin quejarme ni un solo momento, en cierto modo sentía que hacia algo bueno por Akiteru, que se lo debía, el siempre se veía alegre de ver mi recuperación y sea como fuese me hizo al parecer el centro de su mundo y no podía culparlo yo era lo único que le quedaba.

Pero en cierto modo yo fui el culpable de haber perdido todo lo que tenia no?

Cuando lo miro de esa forma no puedo evitar sentirme ansioso, el debería odiarme, yo iba manejando, pude haber sido mas ágil, ese accidente podría no haberle cobrado la vida a nuestros padres si yo hubiese hecho algo, pero no fue así.

Entonces tener emociones no es bueno.

Empece a sudar, mi piel se erizo de repente con rudeza, trate de mantener la calma pero la claustrofobia y la frustración de la inmovilidad me azotaban.
- Sáquenme.. - escuche mi débil y ronca voz saliendo de mi sin mi permiso. apreté los labios con fuerza y sin darme cuenta me mordí una mejilla por dentro, el sabor a metal empezó a esparcirse por toda mi boca y los pulsos de dolor que viajaron rápidamente a mi cerebro lograron calmarme.

Solté el aire como si lo hubiese estado conteniendo por horas, sabia perfectamente que tenían cámaras en habitaciones como estas, me maldije internamente por entretenerles con mi momentanea falta de control; me enfoque en no pensar en nada por unas 4 horas mas, de afuera no lograba colarse ni el mas mínimo sonido, que propósito mas macabro tenían estas cuatro paredes, ahogar mi conciencia hasta la raíz.

Escuché un suave chirrido, evite ponerme alerta de inmediato para darles algo de crédito a los sedantes, ya que el efecto no duraba mucho en mi cuerpo, supongo que mi metabolismo empezaba a asimilarlos. El rubio alto entro a la habitación me ayudo a sentarme en la incomoda cama y me puso mis lentes, gracias a Dios, ya estaba harto de ver todo en baja resolución, en ese momento pude leer su escarapela.

Medico Psiquiatra - Ukai Keishin

Me sorprendió un poco el apellido del tipo, quizá era un familiar del Doctor Ukai, el había sido el jodido anciano que me diagnosticó.
Esta vez no traían la silla de ruedas y solo estaba el, me desabrochó la camisa de fuerza y me insto a pararme, no es que hubiese querido seguir sus ordenes pero mi cuerpo se movió solo, agradecí la libertad y estire mi longitud arqueandome un poco hacia atrás.

Mierda todo me dolía.

Camine un par de pasos lidiando con el entumecimiento de mis extremidades, Ukai-san salio antes de la habitación y me guió por el pasillo. llegamos a la entrada al pabellón donde había una caseta de enfermería, una joven pelinegra bastante atractiva le entrego un paquete de papeles y un morral blanco.

- Bien tu hermano ya esta aquí, así que vas a limpiarte y a ponerte esto - me señaló los baños junto a la caseta - y no te tardes - me advirtió lanzándome el morral.

Sin nada que objetar me acerque a la puerta, para mi sorpresa no olía a mil demonios aunque no fuese el aroma mas celestial siempre era preferible el olor a cloro, deje mis lentes sobre el lavado.
Entre a una de las duchas y despojándome de la bata sudorosa me deje golpear del helado chorro de agua. Si, se sentía muy bien. mis sentidos despertaron por completo, ya no había rastro de adormecimiento ni dolor, salí de la ducha en busca de la poca ropa que me habían entregado, casi por reflejo me obligue a mirar el espejo junto a la ultima ducha, estaba muy delgado, las cicatrices en mi costado seguían siendo muy escandalosas , noté un gran circulo morado en la piel de mi cuello, seguro había sido el lugar donde me habían inyectado la noche anterior.

Unas profundas ojeras bajo mis ojos, y la piel pálida por la medicación, no es que hubiese tenido un bronceado de verano antes, pero al menos no parecía un queso provolone. Me palpé las cicatrices en mi cabeza, ahí seguía sin crecer nada de cabello pero el resto de el lograba tapar las zonas afectadas.

Deje escapar un suspiro, en el morral había un bóxer blanco, un pantalón deportivo gris y una playera blanca con el nombre del hospital en la espalda, un par de medias grises y un par de uwabakis blancos, como esperaba la sudadera me quedo corta, pero el resto me sentó bien.

Salí, Ukai-san seguía esperándome, chasqueo la lengua en cuanto me vio empezando a caminar, asumí que debía seguirlo.

Entramos al siguiente pasillo y los pacientes ya empezaban a andar por ahí, la misma escena que presencie el día que llegue. destacaba demasiado al no llevar una bata blanca raída como el resto, hasta Ukai-san usaba una.

Llegamos a una gran sala, parecía que ahí les mantenían entretenidos, habían mesas de ping pong, un par de televisores y una biblioteca de libros desordenados.
Entramos a un ascensor y subimos al 7 piso, cuando salí del aparato parecía que se iba a desplomar por el ruido que hacia al subir, nos encontramos con un pasillo no muy largo con puertas a cada lado.

Maldición otro cuarto de aislamiento? pensé

Al abrir la puerta de una de las habitaciones mi hermano se levanto de golpe de la silla al verme, y se me lanzo encima. bueno no lo había visto en una semana creo... traten de adivinar, ah si eso, estaba en aislamiento.

- Como estas?, te duele algo?, te sientes bien? - mientras me revisaba por todos lados me soltaba preguntas angustiosas que no iba a contestar.

- Akiteru - fue lo único que dije, el se quedo mirándome con esa expresión de tristeza y melancolía que tenia fuertes repercusiones en mi.

- Tsukishima-san su joven hermano esta en buenas manos no tiene que preocuparse - el castaño sonriente apareció de la nada.

- Olvidamos presentarnos anoche, mi nombre es Takeda Ittetsu, soy el director del hospital, llevo años especializándome en psiquiatría y casos como este - dijo lleno de confianza mientras nos hacia una seña con la mano para que nos sentáramos.

Me sorprendió un poco que ese bajito sonriente fuese el director del hospital, no aprecia tener mucha autoridad que digamos, de todos los psiquiatras que había visto sin duda alguna era el mas peculiar.
Akiteru me miro con desconfianza como preguntándome si podíamos o no confiar en él, pero eso no tenia relevancia, yo estaba ahí porque no tenia opcion, o era el manicomio o la cárcel.

Se preguntaran como llegue entonces a estar en esta situación entre la cárcel o la locura eterna, pero hay cosas que saben mejor si las conservas un tiempo mas.

Luego de una platica entre ellos bastante inútil, se acordó que Akiteru podía visitarme cada semana, traerme ropa y cosas para comer, se me prohibía tener contacto con el exterior, ya que estaba bajo custodia judicial la policía intervendría en cualquier momento, por lo que me insinuaban que no podía escaparme.
Akiteru sabia que no me escaparía, así que estaba tranquilo, su mayor preocupación era que no me trataran mal, hermano si supieras por todo lo que he tenido que pasar, la charla terminó, se me llevaría a un cuarto donde mi hermano podía acompañarme un par de horas luego seria guiado en la rutina del hospital.

Mi hermano era apenas unos centímetros mas bajo que yo, aunque ya tenia 29 años, se veía de unos 40, el ultimo año había hecho estragos con el, yo había hecho de su vida un infierno.
Se sentó a mi lado en la cama rechinante, al parecer compartiría celda con otros dos mas.

Agradecí eso, ya que la mayoría de estos hospitales estaba atiborrados de gente que ya ni lograban obtener una cama donde dormir decentemente.

- Estarás bien aquí? - su mano se colo entre mi cabello acariciándome dulcemente, no respondí solo cerré los ojos y me deje hacer, esa calidez que emanaba y la única cosa que no había cambiado de el, me agradaba.
Akiteru me hablo de su trabajo y de la casa, sonreía y se rascaba la cabeza ocasionalmente, parecía normal pero yo veia que no estaba del todo bien.

- Te quiero, volveré en 7 días lo prometo - sonrió despidiéndose de mi con tristeza.

Akiteru se marchó y yo fui llevado a la sala común donde había visto los juegos y demás, me senté en un sillón junto a la biblioteca desordenada, tome un libro cualquiera y fingí leer algo para matar el tiempo, según takeda-san mi rutina consistiría en desayuno a las 8:00, Terapia a las 9:00 y a las 11:00, almuerzo a las 12:30, terapia grupal a las 14:00, comida a las 6:00 y medicación a las 8:30 que también era la hora de dormir, lo que significaba que dormiría sedado todos los días.

Al menos lograre dormir un poco, solté un suspiro al ver la hora en el gran reloj que colgaba de la pared, 8:47 am eso quería decir que tendría mi primer terapia en unos 13 no doce minutos.

Como les había contado anteriormente sufro de un Trastorno de identidad disociativo, según yo lo había entendió, mi cuerpo no era solo mio, habia alguien mas que tomaba mi lugar de vez en cuando, y mientras el estaba al mando yo no lograba ni controlar ni recordar nada de lo que hacia.

Recuerdo que una enfermera una vez me dijo que era un mecanismo de defensa, que en mi interior había algo que yo no aceptaba y que ese algo había decidido separarse de mi.

Otra cosa que me abandona, fue lo único que pensé.

Visité muchos lugares como este, pero no había logrado quedarme mucho porque gracias a mi comportamiento tranquilo no habían logrado tener razones para mantenerme encerrado, y cuando tenia episodios con mi otra personalidad, ese "yo" ajeno a mi solo se le daba la gana de aparecer cuando no estaba en ningún hospital o centro para locos, y tampoco hacia cosas tan graves, pero la ultima vez se había salido de control, no recuerdo nada de lo que paso pero luego me mostraron el vídeo de una cámara de seguridad, es muy tétrico verte mover, hacer y decir sin que logres recordarlo, debido a trauma reciente aun se me daba el beneficio de la duda, y el derecho a tratamiento antes de dejarme pudrir en una correccional para menores o en la cárcel.

Desvié mi mirada del libro y me fije en las demás personas, si antes del accidente era poco expresivo y callado ahora era normalmente mudo, y mi vida social no existía,sin embargo habia desarrollado un gusto extraño por analizar mi entorno, la vida de los demás, observarlo todo detenidamente y guardar esa información en mi cabeza.

Lo primero que vi fue un par de ancianos tratando de jugar ping pong, demás estaba notar el montón de pelotas que habían lanzado al suelo ninguna de ellas había logrado conectar con la paleta contraria.

En un sillón enorme estaba desparramado un joven, quizá un poco mayor que yo de cabello negro, tenia un periódico sobre la cara y parecía dormir profundamente, detalle el movimiento de su pecho al tomar y exhalar el aire, junto al sillón en el suelo había un.. niño? se veía bastante pequeño y jugaba con sus dedos como si tuviese un videojuego entre sus manos, pero ahí no había nada.

Un par mas estaban viendo al techo idos de este mundo, supongo que a eso se le llama catatonia, había oído mucho sobre ella, la mayoría de estos lugares están plagados de esta gente, son como zombies, se supone que están paralizados mentalmente por lo que no son capaces de dar respuesta alguna a los estímulos normales. me pregunto si realmente no pueden atisbar nada sobre la realidad.

Mas allá un joven de cabello plateado debatía un juego de ajedres con un grandulón de cabello largo, el pelo castaño le caía por la frente y la cara, ese chico parecía bastante normal, no tenia respiraciones agitadas y se veía concentrado en el juego frente a el, de todos no se veía para nada loco, me fije en su ropa y aunque estaba vestido e blanco no era una bata.
Me froté las manos al percatarme de como temblaban, después de 6 meses de sedantes, antipsicoticos, analgésicos, antidepresivos, y mas droga aunque seas un joven de 18 años eso te afecta y mucho.

Debido a mis anteriores fechorías, no me era permitido salir al patio ni a las zonas verdes, así que me acomode junto a la ventana afuera había un grupo de mas jóvenes... acaso solo había gente de mi edad ahí?, al parecer estaban jugando a algo, pero no logré identificar que era, no fui muy amigo del deporte en mis años de escuela, así que no podía culparme. Ukai-san entro a la sala, llevaba una historia clínica en sus manos, me miro haciéndome una seña, mire el reloj 9:00, hora de mi primera terapia.

Para mi sorpresa no era el único en la habitación, 5 sillas ocupadas por jóvenes quiza de mi edad o un poco menores estaban ya alrededor de Takeda-san, me dirigí a la unica silla vacía sin esperar que me lo indicaran.
- Perfecto! ya estamos completos - sonrió el castaño mas bajito entregándonos unas hojas, - el dia de hoy haremos una dinámica grupal - la sonrisa no se le borraba, no era mezquina ni cínica pero ya me estaba hartando.
Ukai no entrego lapices, y un borrador - Quiero que escriban el recuerdo mas feliz que hallan tenido - Takeda le ayudaba a uno de los jóvenes a sentarse adecuadamente. medité un poco lo que nos había pedido, un recuerdo feliz?, ya conocía casi todos los tipos de terapia, no recordaba una que se pareciera a esta, es decir que gana con ello? hacernos sentir mas miserables? pensé.

Uno de los jóvenes comenzó a carcajearse, el chico tenia vendas por fuera de la bata en el cuello y los brazos, el chico estaba rasurado y juraría que era un yankee de esos que roban en las esquinas de los barrios mas peligrosos, pero al parecer era un maniacodepresivo, y esas vendas no eran mas que señales de intentos de suicidio.

- Muy bien Ryunosuke-kun la idea es que recuerden esa parte de sus vidas y traigan a presente lo que sintieron- el castaño le frotaba la cabeza amablemente logrando que se calmara, pero en cuanto el castaño retiro su mano el pelado empezó a sollozar.

Entonces algo me llamo la atención, una bola de pelos literal se hacia bolita en la silla apretando sus rodillas contra su cara.No sabia si era mujer o hombre por el largo cabello enmarañado que le cubría la cabeza y buena parte del pecho, quizá de pie le llegaba hasta la cintura. no se mecía o tenia alguna conducta extraña, solamente estaba ahí como congelado, sostenía la hoja en una mano y el esfero en la otra, despacio separo sus rodillas y se dio espacio suficiente para apoyar la hoja en sus mulos escribir algo rápido y volver a su posición.

Me lleve una mano al pecho al sentir un raro aumento de mi presión cardíaca, acaso mi maldad interna querría salir en un momento como ese?, en medio de una sección grupal?, que manera de cavar mi propia tumba.
Las manos me temblaban, puse mi mas magnánimo esfuerzo en aparentar tranquilidad mientras escribía lo primero que llego a mi cabeza en el papel. Quizá remembrar esas escenas me calmaría.

- "Cuando mi hermano mayor me regalo mi primer dinosaurio, era enorme" - me las arregle para terminar de escribir la frase sin darme cuenta que había retenido el aire involuntariamente, solté un bufido al recuperar mi respiración normal y advertí que ya todos habían terminado también, entregamos las hojas, - Bien! ahora vamos a compartirlo - Takeda repartió de nuevo las hojas al azar, la idea según explico es que leyéramos lo que habían escrito nuestros compañeros en voz alta y meditáramos si nosotros mismos hubiéramos experimentado felicidad en ese momento.

Quizá lo que escribí en el mio era muy infantil, me arrepentí de no haberlo pensado un poco mas, leí lo que decía la hoja que me habían entregado, en una letra chueca apenas entendible: "Ir bajo la luna"

Empezaron a leer los recuerdos por le chico pelado, unas eran muy elaboradas otras muy sencillas otras definitivamente no tenían sentido, llegaron a mi y la garganta se me seco de golpe.

- ir bajo la luna - dije en tono ronco, la bolita de pelos que se escondía dio un respingo al escuchar mi voz, supuse que era la suya la que acaba de leer, una de sus orejas se veia entre sus cabellos, esta parecía enrojecida.

Cuando le llego su turno no quito la cara de sus rodillas y musito entre dientes algo que nadie entendio; Takeda le pido que hablara con un poco mas de claridad separandolo suavemente de sus rodillas.

- M mi mi primer dinosaurio, era enorme - dijo tartamudeando con una voz delgada y suave. ni siquiera me había dado cuenta que la mía aun no había sido leída, el pelado dio un brinco en la silla y abrió los brazos eufórico.

- Increibleee! yo también quiero tener un dinosaurio!! - exclamo, recibiendo uno que otro susurro de aprobación mientras otros notablemente se lo imaginaban mirando hacia arriba como si tuviesen un dinosaurio enfrente.
El había hecho que mi escrito fuese mas interesante de lo que parecía y de alguna forma todos se unieron a un tema que Takeda-san termino sacandole provecho mientras nos contaba datos interesantes sobre las especies mas antiguas que alguna vez poblaron la tierra.

Sin mi permiso una suave sonrisa se dibujo en mi rostro alertando a los músculos de mis mejillas que no estaban acostumbrados a tales estímulos, gracias a la maniobra de aquel chico misterioso que sin duda alguna había logrado obtener mi atención.

Notas finales:

Dejen su review! eso sirve de motivacion xD


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