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¿Cómo decirte mis sentimientos? por takari kiena

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, pertenecen a sus respectivos creadores, esta es una obra sin fines de lucro, por y para fans.

Notas del capitulo:

Bueno soy yo después de mucho tiempo n_n (sé que algunos pensaron que no volvería) este proyecto tenia polvo en mi closet y decidí que viera la luz del día y finalmente decidí dedicarlo a la comunidad más maravillosa que he encontrado en los últimos meses n_n, pertenece al día 15 de la dinámica “mensaje de una mariposa” en el grupo *Kagakuro is love*[Español] espero que les guste, es muy romántico y tiene ligeros toques cómicos, sin más comencemos.

Pd. También va dedicado especialmente a la pequeña Sarim, ¡feliz cumpleaños hermanita!

Takari Kiena

¿Cómo puede alguien saber que está enamorado?... ¿Cómo puedo saber si estoy enamorado de ti? quizás porque mis pensamientos van a ti una y otra vez, como si mis ideas formaran una gran tormenta, mis sentimientos un pequeño velero atrapado en la tempestad y tú la isla en la que naufrago para encontrar un poco de paz. Pero esa paz no es duradera porque mis temores me persiguen constantemente.

Cada día que pasa me es más necesario escuchar tu voz… es una dulce melodía que puede reprocharme con la misma intensidad que puede alentarme a no rendirme…

Pero realmente no sé cómo decírtelo, tengo mucho miedo; de lo que puedas decir, pensar o hacer, mi miedo porque rechaces estos sentimientos pulveriza mi corazón y sin embargo el callarlo se está convirtiendo en un peor sentimiento que el miedo, mi pecho se siente pesado y mi corazón a punto de estallar…

Mi mente exige alivio, mi corazón aún está indeciso ¿Quién pensaría que amar sería tan confuso? aunque sospecho que la persona que ama en secreto sufre todos los dolores del amor al doble… ¿Por qué no puedo lograr que mis labios digan “te amo”?

Estoy seguro de mis sentimientos pero no te los diré jamás, todo por mi falta de valor, porque no podría mirarte a los ojos y decirte; “te amo” … y no se en que momento ya no pude dar marcha atrás a este sentimiento, por esa razón busco Estar a tu lado en cualquier instante, convertirme en tu sombra y serte fiel aunque sé que no te das cuenta de ello, porque yo sería tan feliz si tan solo me vieras a mí, SOLO a mí. No te imaginas que incluso si tu mirada se pierde un solo momento en alguien más los celos se apoderan de mí a tal grado de que guardar silencio me envenena… TE AMO y más que nada en esta existencia desearía que al igual que yo imaginaras una historia donde los dos seamos felices, un final lleno de rosa. Aún tengo la esperanza de que algún día adivines que este sentimiento crece en mi pecho…

Ojala pudiera ser yo el que te lo dijera, pero la cobardía no me deja, el miedo a ser odiado y que mis sueños entre nubes se evaporen para siempre es más fuerte que mi voluntad de no sufrir en silencio nunca más…

Si es verdad yo nunca podré decirte, jamás y por eso mi único alivio es plasmar todo esto en papel…

Jamás podré decirte que te amo Kagami Taiga.

Kuroko  Tetsuya.

El pequeño Kuroko contemplando su carta, aquello que terminaba de escribir, sonreía levemente mientras un suspiro se escapaba de sus labios…  pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sin prisa dobló las hojas y las aguardó en un sobre adornado el cual colocó delicadamente en uno de los cajones entre su diario, para ese momento las lágrimas  fluían una tras otra a lo largo de su rostro y se perdían en la oscuridad de la habitación, después de algunos minutos contemplando la nada y perdido en sus pensamientos el chico de ojos celestes  se acostó en su cama y tapándose con las sábanas siguió llorando  tratando de contener sus sollozos hasta que  la presión de su pecho fue tan grande que suspirando dejo escapar una por una sus frustraciones y penas, a tientas su  pequeño cuerpo se aferró a la almohada mientras los espasmos producidos por los sollozos lo hacían temblar incontrolablemente, cuando tuvo un poco de control sobre su cuerpo  una sonrisa se dibujó en sus labio y logro pronunciar en casi un susurro

-Te quiero Kagami

Siguió sonriendo mientas las lágrimas rodaban por sus mejillas durante un rato hasta que finalmente se quedó dormido, aquel sentimiento lo abrumaba y era muy doloroso, pero era también algo muy bello a lo que se aferraba, no lo soltaría a pesar de las lágrimas que tuviese que derramar las noches que fueran necesarias, no lo soltaría a pesar de que la persona que amaba no lo supiese ni aunque reuniera el valor suficiente para decirlo. No, no lo haría porque aquello a lo que llaman amor era doloroso pero vital, necesario e indispensable para el ser humano… algo tan hermoso e indescriptible  que lo empapaba de felicidad y vitalidad como ninguna otra cosa en el mundo, ni siquiera su amor por el básquetbol.

Cuando finalmente callo rendido una fina y frágil silueta entro en su habitación por la ventana, brillaba y era blanca como el azúcar: era una de las muchas hadas que se encargaban de llevar el amor a todas partes, la pequeña hada llevaba ya varias noches observando al peli celeste y al ver que sus sentimientos eran de lo más puros y tiernos que podían existir decidió ayudarlo. Con cuidado se acercó al escritorio, abrió el cajón donde se encontraba la carta y la sustrajo, aunque su tamaño era ideal para hacer cada una de sus acciones de manera discreta no era nada fácil cargar con cosas que le triplicaban el tamaño

-Muy bien pequeño has sido un buen chico y tus sentimientos son puros así que yo  te ayudaré para que esa persona entienda lo que sientes…

Con la carta en sus manos fue hasta la mochila de Kuroko se escondió entre los libros y espero a que la mañana llegase. Como era de esperarse a Kuroko se le hizo tarde y, por lo tanto la pobre hadita tuvo que sujetarse de donde pudo para no ser aplastada por los libros, una vez se vio calmado su entorno decidió abrir un poco la mochila y echar un vistazo observó al chico de ojos celestes que iba en el tren y vio como después de algunas paradas bajo y siguió su camino a pie, pasaron algunos minutos y nadie a su alrededor prestaba atención la diminuta cabeza que asomaba de la bolsa del chico sombra, quizás esa era la principal razón; nadie le prestaba mucha atención a él, tan concentrada estaba la pequeña hada de azúcar intentando utilizar la habilidad de su protegido que no se percató de que a la entrada del colegio este paro en seco y sus ojos se iluminaron de un modo muy bien conocido.

-Buenos días Kagami-kun - al instante la pequeña hada buscó un ángulo de visión diferente pero el peli celeste  produjo un zangoloteo que mandó a la hada hasta el fondo de la mochila

-Si no me dejas ver no te podré ayuda ¿sabes?- escalo de nuevo los libro y volvió a asomar su cabeza, observo entonces frente al chico sombra había un joven alto de cabellera roja con raíces negras y ojos cual carbón al fuego vivo, perezoso y sin poder contener mucho un tic nervioso  volteo a donde Kuroko se encontraba esperando una respuesta

-tsk… no puedes andar por ahí apareciendo y desapareciendo… asustas a las personas

-he estado aquí todo el tiempo Kagami-kun

-como sea… oye ¿porque tienes los ojos tan hinchados?

-oh, solo me desvelé un poco por estudiar…

-No deberías hacer eso dañarás tú salud.

-¿acaso eso te preocupa?

-¡por supuesto! sería muy aburrido jugar sin que tu estés presente

La pequeña hadita de dulce intento sacar un poco más la cabeza y así poder observar un poco mejor la escena, el chico de cabellos rojos comenzó a caminar al interior del instituto mientras Kuroko sonreía sutilmente

–Él es la persona que ama…-cerró la bolsa de la mochila y se volvió a ocultar sosteniendo con fuerza la carta, sonreía satisfecha; ese tal Taiga miraba al rubio de una manera especial ¿Por qué ninguno decía lo que sentía? bueno ella se encargaría de solucionar eso. El resto de la mañana se la paso escondiéndose cada que el chico celeste abría la mochila para sacar los libros. Finalmente la hora del almuerzo llegó y la hadita espero a que el salón estuviera completamente solo para realizar su labor; cuando ya nadie estaba dentro del aula el hada salió de la mochila con la carta en las manos dispuesta a ponerla en la mochila de Kagami, podía recordar cómo era, y el color pero siendo tan pequeña no tenía una visión panorámica por lo que no sabía cómo dar con ella, los minutos transcurrieron y decidió alzar en vuelo para ver desde arriba sin embargo un fuerte chillido la asusto

-¡iré en seguida chicos!-era una de las tantas voces que escucho aquella mañana entre clases, eso la paralizo y de inmediato bajo al suelo para esconderse entre las patas de la silla y mesa más cercana, nada fácil pues aun no dejaba la carta

-por favor que no me vea…

Furihata entro ruidosamente al salón, se acercó a su lugar y comenzó a buscar en su mochila, el hada de azúcar se quedó quieta observando y rogando porque se fuera lo más rápido posible para terminar su misión, cuando el castaño pareció dispuesto a salir del salón escucho como otras personas entraban

-¿y ahora?...-en una decisión casi suicida decidió correr escondiéndose entre las patas de las bancas y después trepar a una de las sillas y meterse en el compartimiento del escritorio designado para los libros, respiro hondo y empezó la carrera, si la veían estaba perdida pero su misión era ver felices a las personas que amaban en secreto, llego a la mesa más cercana trepo por la sillas y se metió en el compartimiento de los libros, se quedó quieta escuchando

-no lo encuentro… creí que lo había puesto por aquí esta mañana

-¿Qué sucede Furihata-kun?

-las ultimas copias del horario de entrenamiento las he olvidado en mi casa

-no te preocupes, te prestare la mías para que saques una copia- El chico sombra se acercó a su pupitre y tomo su mochila, algunos de los presentes voltearon extrañados a todos lados al darse cuenta de que había algo diferente en el ambiente

-Kuroko ¿no huele a azúcar?- Kagami fue el primero en preguntar después de darse cuenta que aquel un olor dulzón flotaba en todo el salón

-¿azúcar?- Kuroko pregunto confundido

-Si huele a dulce… ¿de dónde vendrá el olor?

Era otra voz, el hadita se dio cuenta de que no sabía quiénes eran los que estaban afuera además de su objetivo y su “ahijado”, sabía que había más personas pero ¿cuántas?, respirando profundo se asomó, además de Kuroko y Kagami pudo ver a tres personas jóvenes, dos de ellas algo más altas, y al pequeño castaño que había entrado corriendo al salón, seguramente todos ellos eran  compañeros de escuela. Cuando se fijó con cuidado se percató de que los más grandes le resultaban extrañamente familiares, un chico demasiado alto que de tan solo mirarlo daba vértigo y un chico más bajo de cabello negro que se ajustaba los lentes mientras miraba de un lado a otro buscando,  sabía que los había visto antes, sin embargo ¿Dónde?... volvió a mirarlos y recordó que hacía meses los había unido, ambos se escribían cartas expresándose sus sentimiento, y ambos tenían miedo de no ser correspondidos, más que miedo era una fobia pues el miedo de no ser correspondidos iba ligado al temor del abandono, la hadita de azúcar recordó que junto a otras haditas junto las cartas de ambos y por la noche las puso en un lugar donde las vieran inmediatamente al despertar, ambos habían salido corriendo como alma que lleva el diablo cuando terminaron de leer las cartas contrarias, y ambos habían llorado y reído alegre en medio de la calle y aun en pijama…  en aquel momento recordar sus misiones cumplidas no la ayudaba a estar tranquila pues los cuatro se encontraban mirando a todos lados en busca de la causa del olor

- … es la mochila- El pelinegro fue quien hablo, todos miraron la mochila -¿Kuroko trae dulces?

-no recuerdo traer nada con un olor así…

Cuando el joven de ojos azules abrió la mochila el olor dulce se intensifico, como una gran bomba fétida se esparció por todo el salón provocando que todos los presentes taparan sus narices en auto reflejo,  la pequeña hada no entendía que era lo que sucedía hasta que el castaño más bajo  dijo

-¡¡Dios apesta!!

La pequeña hadita de azúcar se sintió apenada ante aquella declaración, ella era un hada de azúcar a que olería si no a caramelo, ¿era malo? ¿Desagradable?, algo dentro de ella sin entender porque la hiso indignaras

-aunque los ayude resultaron muy groseros-haciendo pucheros se escondió nuevamente en espera de que se fueran

-Kuroko abre las ventanas para que entre aire… regresemos a la azotea- esta vez quien hablaba era el pelirrojo y aquello fue una ofensa más para el pequeño ser que se puso rojo hasta las orejas, realmente los adolescentes eran muy groseros… Olvidando el drama armado por su olor el  hadita suspiro aliviada cuando los jóvenes salieron, dejo la carta escondida y subió a la paleta del escritorio, ahora divisaba la mochila del peli rojo, al darse cuenta de que el lugar de su objetivo estaba al frente del rubio la furia le recorrió las venas

-me hubiera trepado desde un principio… que estúpida….

Sin perder más tiempo tomo la carta y voló hasta la mochila, la abrió y la metió entre una de las libretas, después la cerro suspiro y se metió en una de las bolsas laterales, seria incomodo pero mucho más seguro, si dejaba la mochila de Kagami “apestando” seguro la descubrirían, el resto del día fue difícil, tuvo que estar apretada e incómoda, se quedó dormida durante algunas horas hasta que finalmente la mochila se movió, abrió sigilosamente la bolsa donde estaba y se asomó, estaba nuevamente en el tren, la conversación de Kagami y Kuroko era monótona y sin vida, trato de ver al chico sombra pero no lo logro, sin embargo al escucharlo hablar supo que tenía que darse prisa y ayudarlo a que Kagami  supiera de sus sentimientos .

Cuando llego Kagami a casa dejo la mochila en su habitación y salió de su cuarto, el hadita al verse sola salió de la bolsa donde estaba escondida, se estiro y dio un vistazo a la habitación, era alarmantemente ordenada, pese a la impresión inicial que el as del equipo de basquetbol le había dado eso era casi terrorífico, si quería que el de ojos rojos encontrara la carta por mera casualidad tenía que hacer desorden

-¿por dónde empiezo?- la respuesta apareció frente a sus ojos: la mochila estaba sobre el escritorio y podía caer en cualquier momento y los libros caer regándose por todos lados, claro todo de manera casual y accidental- ¡perfecto!

Cuando Kagami volvió a entrar en su habitación se encontró con algo muy extraño, su mochila estaba tirada en el suelo y los libros desparramados, el desorden no era lo suyo aunque fuera un adolescente un poco rebelde, se apresuró a recoger las cosas del suelo y al momento de alzar algunos libros un papel cayo de entre ellos, cuando lo levanto se dio cuenta de que era un sobre adornado, como aquellos que había vito en san Valentín, extrañado lo levanto y leyó sorprendido

-Kagami Taiga…

Tomo asiento y abrió el sobre, saco las hojas y comenzó a leerlas, la letra era firme y de caligrafía excelente, las palabras y frases utilizadas en ella lo dejaron sin palabras; podía sentir el dolor de quien escribió… totalmente desconcertado leyó la firma: Kuroko Tetsuya

Las manos de Kagami comenzaron a temblar inconscientemente, sus ojos se crisparon y su mirada se perdió en el infinito

-¿Qué clase de monstruo soy?... -¿Por qué tenía que ser el?, precisamente el quien lastimara a esa persona que siempre estaba a su lado, la faceta melancólica no se la imaginaba y mucho menos quería verla en Kuroko, porque a pesar de todo Kuroko podía ser todo lo serio del mundo pero jamás un enamorado melancólico,  imaginar esos ojos sin vida, esos labios sin una razón de risa, carecientes de toda belleza y de  la hermosura natural y espontanea que pese a su poca presencia Kuroko tenía era simplemente una gran tortura…

 El hada de azúcar miro todo aquello desde el suelo escondido entre las patas del escritorio, entonces alzo vuelo y se acercó a Kagami y se sentó en su hombro

-¿Qué sientes realmente por Kuroko kun?-Kagami se sobresaltó al oír esas palabras, sin embargo no alzó la vista-quiero decir ¿qué significa el para ti?

-no lo sé… pero  para mí en verdad es alguien muy importante

-¿Importante?

-Sí muy importante, por el ahora tengo grandes amigos… me enseño la alegría de jugar en un equipo unido y así poder lograr vencer a los oponentes más fuertes…  

-¿Y?

-Yo no quiero que este triste… quiero que este feliz, que siempre sonría… yo lo quiero ver sonreír

-¿Y que puede causar esa sonrisa?

-¿Yo?-Kagami finalmente volteo a ver, la hadita sonrió y asintió Kagami quedo profundamente sorprendido, el ser diminuto que estaba sentado a su lado era pequeño

-¡¡por Dios eres muy pequeña!!- y antes de que pudiera agregar algo más el hadita pateo su mejilla

-¡CONCENTRATE! ¿Qué puede provocar que Kuroko deje de estar melancólico?

-¿Yo?

-Si tú… ¿Qué piensas hacer para que el ya no sufra?

-No lo sé… yo… no lo sé…-Kagami bajo la cabeza desesperado, la pequeña hada se compadeció se él, aunque sentía amor por su sombra no sabía cómo expresarlo, todo lo que había dicho estaba revuelto porque no quería o tenía miedo de decir “amor” 

-Escribe una carta… quizás con eso te des cuenta de que debes hacer-Kagami asintió energético, tomo papel y pluma y se dispuso a escribir, la pequeña hada se sentó a esperar en la orilla del escritorio, sin embargo todo su optimismo se desvaneció después de una media hora, Kagami buscaba entre los libros, internet y algunas revistas, escribía algunas líneas y luego las borraba, en tan solo treinta minutos había descartado cincuenta borradores, el hada de dulce se sorprendió tanto que pensó los humanos eran unos bichos brutos, o por lo menos aquel humano

-¡¡aaahhh!! No puedo…

-¡tranquilízate por favor!... ¡Yo sé que tú puedes!- El hada de azúcar trataba de creer en sus propias palabras pero el chico pelirrojo le mostro su rostro cansado y  molesto

-no claro que no… esto no es para nada bueno… Kuroko debe estar sufriendo mucho y yo no puedo curar ese sufrimiento ¡¡soy un monstruo!! ¿Qué debería hacer por la persona que amo?

Se hiso un momento de silencio mientras Kagami perdía la mirada en el básico nuevamente analizando sus palabras y la pequeña hadita abría los ojos mientras estos brillaban ilusionados, después de algún tiempo Kagami miro al ser que le sonreía ampliamente, dio un golpe en el escritorio y se paró de inmediato

-ya no puedo esperar más, tengo que ir con Kuroko

Antes de que la pequeña criatura se pudiera poner en pie Kagami se había ido

-¡¡espera!!... genial, ¿ahora como lo alcanzo?

Mientras todo eso pasaba un chico de baja estatura y con los ojos celestes bien abiertos  se encontraba desesperado buscando entre los cajones

-no está… no está… NO ESTA… ¿Dónde la abre puesto?- Kuroko buscaba sin descanso la carta que había escrito una noche antes pero no podía encontrarla, busco en sus cajones, sus libros, la mochila… en todos lados pero no había nada, la carta no aparecía, era como si se hubiera evaporado- ¿no la abre soñado?

Unos pequeños toques en la puerta de la habitación lo sobresaltaron

-¿sí?

-Kuroko abajo esta un compañero de escuela, dice que tiene que hablar urgentemente contigo, creo que su nombre es Kagami

-¿Kagami? –Kuroko abrió los ojos como plato, el miedo se apodero de él ¿Qué hacia Kagami ahí?… volvió a las cosas desordenadas y busco más desesperado el sobre de la noche anterior

-Kuroko ¿lo dejo subir?

-no… no espera un momento, yo bajo en un segundo

-de acuerdo

Los pasos se alejaron y Kuroko siguió buscando pero no encontró nada, resignado bajo para encontrarse con Kagami

-Kagami-kun ¿has olvidado algo?-Kuroko trato de permanecer inexpresivo  mientras veía con los ojos brillosos al mayor, realmente lo ponía feliz que el mayor lo visitara pero la semilla de preocupación que la desaparición de la carta dejo había tomado una gran parte de su mente en aquellos momentos

-Kuroko tengo que hablar contigo… es importante

-claro Kagami-kun… regreso en un rato, ya he terminado con mi tarea- Kuroko no sabía exactamente el por qué, pero algo dentro de él le decía que habría problemas

Después de caminar por unos minutos finalmente ambos llegaron a un parque con una cancha destinada al basquetbol, entraron en ella y se situaron en el medio finalmente Kagami fue quien rompió el hielo

-Kuroko quiero preguntarte algo…

-¿Qué es lo que sucede Kagami-kun?

-Kuroko ¿Eres feliz?... ¿realmente feliz?

El chico sombra miro sorprendido a Kagami, algo dentro de él comenzaba a temblar el miedo, abia que algo se traía su luz entre las manos cuando le pidió que hablaran, el miedo de que Kagami supera de sus sentimientos y  lo rechazara para después no tener la oportunidad de estar más con el creció en su pecho. Por esa razón no contestó nada

-Kuroko ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño?-Kagami sacó un sobre que Kuroko reconoció, el peli celeste al ver la carta donde había puesto todos sus sentimientos comenzó a llorar

-Lo lamento Kagami-kun… sé que me odias ahora, pero no lo pude evitar yo no quería que te alejaras de mi… y al final ya no quieres estar conmigo ¿No?... lo lamento Kagami-kun- Kuroko se tapó el rostro y lloro, al final Kagami se alejaría de él, aunque trato por todos los medios estar a su lado había fracasado, la sombra volvería a estar sola y sabía que esta vez nada lo sacaría del abismo.

-Kuroko yo no me alejaría jamás… al contrario yo lamento no haberme dado cuenta porque eso te hiso sufrir- Kagami tomo entre sus manos las de Kuroko y lo miro sonriente- yo te amo y no quiero alejarme ¿me perdonarías por haberte hecho llorar?

Kuroko se quedó estático por unos segundos que parecieron horas,  aquella declaración de amor que trato de ser lo más dulce posible le había golpeado tan fuerte que ninguno de sus cinco sentidos pudo reaccionar hasta que el shock inicial paso, sonrió y siguió llorando ahora de felicidad, se aventó a los brazos de Kagami

-¡¡te amo Kagami!!

Ambos jóvenes se quedaron abrazados durante un largo tiempo, un hadita de azúcar totalmente agotada llegaba a donde ambos se encontraban y al ver la tierna escena sonreía satisfecha

-muy bien mi misión ha terminado… Kagami, Kuroko sean felices

Justo estaba a punto de irse cuando escucho que el más bajo de los jóvenes preguntaba

-Kagami ¿Cómo conseguiste la carta?

-un hadita de azúcar me la dio

-¡no mientas! ¿Cómo puede ser posible eso?…

Al escuchar aquello la pequeña hada hiso un puchero, quiso golpear al chico sombra pero el chico pelirrojo trato de defenderla

-¡¡te lo juro!!...

-no te creo… pero está bien si esa hada existe le quiero dar las gracias

Kuroko y Kagami se alejaron abrazados, la pequeña hadita sonrió después de todo no era tan malo su trabajo

-de nada.

Notas finales:

Bueno aquí termina, espero que les gustara, en especial espero que les agradara a todas las personitas hermosas de la comunidad *Kagakuro is love*[Español], muchas gracias por leer n_n y recuerden; cualquier duda, comentario, sugerencia, amenaza por favor dejen sus reviews prometo no tardar mucho la próxima vez, muchas gracias por leer y hasta la próxima. QUE EL YAOI ESTE SIEMPRE DE SU LADO.


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