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Superando el primer amor por AveryReynell

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Notas del fanfic:

Bueno, es la segunda vez que lo subo, y hay mucha gente que lo leía antes a la que quiero agradecerle de verdad.

Imaginis.

Mina.

Judal-DarkSun.

PandoraNefis.

Y, especialmente a MidNightFlower, que es una escritora grandiosa y siempre comentaba. Es genial. Hasta la amo. 

 

Notas del capitulo:

Bien, es la segunda vez que lo subo y espero tener el mismo grado de popularidad de antes, ya que siempre me sentí muy cómoda.

La enfermería estaba repleta de profesores preocupados y estudiantes metiches.

Lily Evans se había caído de su escoba, una broma fallida de Avery y Mulciber, quienes la pagarían caro, estaba seguro. Yo miraba todo desde el marco de la puerta de la enfermería, suspirando cada dos segundos. Lo cierto es que Potter se veía alarmado. Tenía la mirada preocupada, tomaba la mano de Lily con ternura y amor, eso logró ponerme triste, claro que no lloraría, porque ya lo había hecho en el comedor.

Me hubiese gustado entrar a la habitación y poder verla, pero no podía, porque hace tan sólo dos días antes la había llamado sangre sucia, ahora sabía que no estaba muy consciente de mis actos en ese momento, pero sí estaba celoso, tal vez era de lo único que era consciente. Todo se resumía a que me gustaba James Potter, no tenía sentido sentir eso por la persona que te hacía la vida miserable y muy sufrible. Aún tenía un moretón en el brazo derecho que representaba un apretón de Potter, una marca roja y perfectamente delineada, porque mi piel era delicada y pálida y toda marca se veía con claridad. Pero me perdí de lo que estaba contando, era que no tenía sentido amar a la persona que te odia y te lastima tanto físicamente como en lo personal, pero lo amaba mucho antes de que sus golpes se hayan hecho presentes en mi piel. Sólo que lo supe después de escuchar a Lily decir que James le había dicho que era bonita y que le gustaba. Un mes después la había llamado sangre sucia, dos días después se cayó de su escoba. Y, ahí estaba, en una camilla fría de enfermería, sin abrir los ojos y tomando la mano de la persona que yo más quería. Y, ahí estaba yo, mirándola apoyado en el marco de la puerta, deseando poder ir a verla y tocarle las mejillas blancas y el pelo rojo, y, además sintiéndome un idiota, porque a pesar de todo seguía doliéndome el ver a James apretando de manera dolida y cálida la mano de la que antes había sido mi mejor amiga.

Sirius Black jugaba con una pequeña y delgada tira de luz que salía de su varita, escribiendo palabras en el aire. Parecía que tampoco quería entrar a la enfermería, y lo entendía, porque estaba llena de gente y sería más que asfixiante. Siendo el ochenta por ciento estudiantes adolescentes con hormonas alborotadas y un olor a sudor que nadie podría resistir como ellos.

-¿No es tu amiga? –Preguntó, con su típico aire Black que se podía ver y no tocar. Parecía demasiado distraído en la tira de luz como para notar que la persona frente a él era yo.– Lily.

No respondí. No podría haberme hablado a mí. Una de las reglas de Potter y sus amigos era "no hablar con el idiota de Quejicus". Pero cuando lo miré él ya llevaba tiempo con su mirada fija en mí, me incomodó tanto como para contestar.

-Está más que claro que ya no –escupí, más dolido que molesto-. Todos me vieron hacer el ridículo el viernes.

-No parecías sincero. Ese día.

Lo miré absorto.

-La mirabas con miedo, y dolor. Como si te negaras a creer que era ella a la que le decías esas palabras.

-Yo...

-Lo hiciste porque estabas celoso.

¿Cómo?

-¿Cómo?

-Oye, Quejicus. ¿A ti te gusta James, no?

Mi pecho saltó, como si hubiese tomado la decisión de dejar de ser mi pecho y salir corriendo. Mi rostro comenzó a arder. Pensaba hacer un escándalo e irme corriendo. No sabía exactamente la razón pero me quedé ahí –después de todo, mis piernas no funcionaban-. Miré a Black un buen rato, el sonrojo, el temblor en todo mi cuerpo y la respiración agitada seguían ahí, presentes, pero también la duda.

-¿P-por qué preguntás? –Balbuceé.- Digo, no soy gay, y si lo fuera la última persona sería Potter. Lo sabés.

-Lo confirmé recién. Por tu cara y tu voz.

-¡A mí no me gusta nadie! Y, aunque me gustase alguien, nunca te lo diría.

-¿Y a mi hermano?, ¿a él sí se lo dirías? –Preguntó, con sonrisa de lado.

-Tal vez...

Volví a mirar la camilla de Lily, estaba aún dormida, y luego de unos pocos segundos, Potter me miró. Me sentí horrible, porque noté la ira y el asco que emanaba de sus ojos, y fue ahí que me sentí con las energías para volver a llorar. Así que me fui.

A medio pasillo volteé para ver a Sirius, y ya se había ido.

Fui hasta la sala común, y me senté frente a la ventana, esperando poder ver el calamar o a alguna criatura maravillosa en el mar. Ninguna salió a la superficie, pero el color azul del agua y la brisa fresca y pura me sacó de encima las ganas de llorar, bueno, sólo la mitad. Aún sentía un vacio dentro mío, y siquiera una bella vista como la que se tenía desde la sala común de Slytherin podía librarme de ese sentir.

Luego de un momento apareció Lucius Malfoy, gimiendo y murmurando en voz baja, indignado con Regulus detrás.

-¡Esos idiotas! –Alzó la voz de manera que deseé haber podido reír.- ¡Por Salazar! Severus, por culpa de esos idiotas todos van a mirarte con mala cara.

-Se escucha de todos lados –dijo Regulus-, que el par de Slytherin de Avery y Mulciber recibió órdenes de Severus Snape para que hechizaran a Lily Evans.

-Me lo merezco –sonreí, en vano-. Si tan sólo no hubiese dicho eso a Lily nadie andaría diciendo eso. Es mi culpa.

-No lo es.

Lucius se dejó caer en el sofá, haciendo muecas con sus finos labios y atascando sus dedos en plateados mechones de cabello. Parecía molesto, me hubiese gustado abrazarlo, pero hubiera sido un acto hipócrita.

-No digas eso, los obligaremos a decir la verdad. Estarás a salvo de todo comentario malo hacia ti. –Regulus frunció el ceño. Siguió hablando.- Son el grupito de Gryffindor, ellos te molestan porque no saben que eres... tranquilo.

Cerré la ventana, porque había empezado a tener frío. Me gustaba mucho mi sala común, era un escenario hermoso en toda estación, y su vista era única –y especial para mí-.

-Gracias –musité. Lo decía de verdad, tan de verdad. Ellos no podrían percibir de mi sonrisa por cuántas cosas les agradecí, más de una, más de cinco. Ojalá hubieran conocido la mitad de las cosas por las que les agradecía, pero su ego por ellos mismos hubiera crecido.

Así que guardé el secreto.

 

 

Al día siguiente Lily ya había despertado, pero en ese momento estaba durmiendo y soñando, lo supe porque había pasado por la enfermería –y, como era la hora del desayuno-, nadie, ni Potter estaban a su lado, la vi con los ojos cerrados, los labios relajados y rosa, y sus cachetes que con un poco de esfuerzo llegarían a ser casi tan rojos como su pelo. Había recuperado el color después de despertar apenas en la noche, y ya –deseé- nunca lo perdería. Miré a ambos lados antes de entrar, y cuando lo hice con voz quebrada musité:

-Hola Lily -¿Tenía miedo?-. Perdón.

Sentí que iba a explotar, el dolor punzante me iba a destruir. Lloré tanto, mi voz no salía y si lo hacía se cortaba con mi respiración, mis piernas estaban a punto de doblarse y me senté en una silla junto a su camilla. Me encorvé sobre su pecho y aspiré su olor natural mezclado con el aroma tan odiado de una enfermería. Lloré como un bebé, y me sentía tan fuerte como uno.

Mis hombros temblaban y hacía tanto frío.

Sentí una mano pasarse de manera delicada sobre mi pelo, llegando a trasmitir calor a todo mi ser.

-Me hubiera gustado verte al momento de despertar. Te perdono.

Sonrió y yo lloré más.

Cuando me recuperé me habló de lo tonto que había sido por no haberla ido a ver antes, de lo tonto que había sido por creer que al decir una estupidez –que, yo sabía, llamar "sangre sucia" a alguien no lo era-, ella dejaría de ser mi mejor amiga. Y que ella sabía que no era culpable de que se haya caído de su escoba, y que, juntos, se lo diríamos a todos.

Me fui cuando mi estómago pidió a gritos un poco de comida.

-Espero que estés aquí cuando me haya recuperado.

-Sí –le dije, emocionado.

Cuando cerré la puerta, escuché pasos tras de mi, y cuando miré no había nadie. Juré también haber visto una sombra alta, pero desapareció junto con los pasos. Me quedé petrificado, y asustado. Porque ya había sentido eso antes, eso de sentir miradas puestas en vos y sin embargo nadie a la vista que posea ojos, o vida. También había creído que alguien había estado siguiéndome, pero borré la idea pronto.

¿Por qué alguien estaría siguiéndome?

Así, que estuve tan feliz de volver a ser el mejor amigo de Lily, y tan hambriento por no haber desayunado que no le presté atención, y busqué a Lucius y Regulus por el castillo.

Caminé hasta el gran comedor, en el camino la gente murmuraba a mi alrededor con ojos grandes y aterrorizados. Me sentí un poco mal, pero al entrar los vi sentados frente al otro, mirándose como si fuese lo más entretenido en el mundo, y cuando me acerqué, dejaron de mirarse para mirarme a mí. Regulus extendió una manzana de su mano, y Lucius jugo de naranja.

-¿De qué hablaban?

-De nada –dijo Lucius-. ¿Estabas con Evans, no? Tardaste.

-La fui a ver, no estaba Potter. Pero, me arreglé con ella, y me sonrió.

Ambos fruncieron el ceño, miraron con desdén a la manzana que había mordido y escuché una risa, una risa altanera llena de desprecio, una risa de burla que no salió ni de Lucius ni de Regulus, miré atrás. Y James reía con sus amigos, mi cuerpo se heló, aún mirando a Black, con quien había hablado sin muestra de enojo hace tan sólo un día. Sabía que en alguna parte de sus túnicas escondían sus varitas, y que me harían algo humillante, por eso bajé la mirada, aún atento a las mangas de sus capas. Después de cinco años no podía dejar de temerles. Me aferré a mis pantalones, porque tenía miedo de que no les importara que seamos nosotros siete los únicos ahí y me los bajaran igual.

Sirius sonrió ante mi gesto de miedo.

Lucius se paró delante de mí, enfrentándoseles. No pude ser espectador de su mirada, pero me imaginé una llena de odio y soberbia. Una mirada Malfoy.

-Se van a ir sin decir palabra alguna.

-¿Quién lo va a impedir, señor prefecto? Es fácil ser bueno, lo difícil es ser justo. –James parecía sonreír con la voz.- Tu amigo estuvo haciendo cosas malas, mandó a decirle a esas ratas que hechicen la escoba de Lily, traicionó a la que alguna vez fue su amiga, es una serpiente después de todo. Cobarde y cruel, Lily despertó anoche, y es tan buena e inocente que sintió pena por ti.

Se dirigía a mí. Palmeé la espalda ancha de Lucius, rozando su pelo y miré a James a los ojos. Sonreí, aliviado, y hablé por primera vez con claridad ante él desde que supe que me había enamorado. Mi voz no tembló, salió confiada y firme.

-Lily es amiga mía, yo jamás le haría daño. Y, considero a una rata inmunda a quien haya tenido la intención de lastimarla, porque la amo –Potter frunció el ceño, su mirada no me intimidó-. La amo, Potter.

No temí al Levicorpus. Pero al escuchar la risa divertida de Sirius me sorprendí, creo que todos lo hicimos.

-Quejicus está tan valiente hoy, no le tiembla el cabello, aunque nunca lo hizo ciertamente –lo miré con los ojos en blanco-. No me sorprendería que quisiera sacarte del lado de Lily. Tal vez un Levicorpus le enseñe, pero Malfoy me da un poco de miedo, si tocamos lo que es suyo se puede enojar.

-Dejémoslo –no me sorprendió de Remus, que se había mostrado menos duro desde que juré no decirle a nadie sobre su forma natural de licántropo loco. Era el que menos me molestaba de los tres, aunque seguía haciéndome saber que debía de temerle.

Los cuatro marcharon, Peter musitaba lo amable que era Sirius, y cómo debía toda la escuela conocerlo mejor –me pregunté si estaba siendo amable o ciego, Sirius era el peor de todos ellos-. Antes de que ellos desaparecieran para poder suspirar de alivio por no haber salido con una oreja de más o un cabello rosa, uno volteó.

Sirius me sonrió.

Pasé toda la noche en vela, tratando de descifrar su sonrisa.

No era una sonrisa irónica, tampoco era de reproche, no era una sonrisa seductora –bueno, no con esa intensión, porque en parte sí, era muy seductora-, no era una de esas sonrisas que irían dirigidas a mí. Era una sonrisa de verdad, sin nada que ocultar, era sincera. Estaba a la vista lo que decían sus dientes blanco y sus labios rosas. Cuando supe por qué no podía descifrar su maldita sonrisa, deseé haber podido verla mejor...

O al menos, haber detenido ahí el tiempo...

Notas finales:

Muchas gracias por haberlo leído, si lo leés por primera vez genial, y si lo leés por segunda vez también. De verdad lo agradezco un montón, y ojalá dejen comentarios súper bonitos.


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