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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Ya regrese con otro capitulo, espero que esten listos para ver el decenlace en poco tiempo de esta historia porque a partir de aqui ya empezamos n.n 

Fuente de inspiracion: 

m.c. the max wind beneath your wings

Por ultima vez te susurro...

 

 

Pov -Ciel…

 

Me acomode mejor en la cama, Sebastian tomo asiento en una de las sillas que se encontraban en la habitación. ¿Hacia bien el contarle mi historia? Digo, las únicas personas que saben de mi historia son Alois, Lizzy y Undertaker. Supongo que, Sebastian debería saberlo también.

   -Vaya, no sé por dónde empezar-. Dije mirando a un punto de la habitación y riendo un poco.

   -Por donde sea está bien, solo quiero saber un poco más de ti-. Dijo el acomodándose en la silla.

   -Bueno, creo que empezare por mi familia-. No me gustaba hablar mucho de ella ya que tuvo un final infeliz. Pero hoy hare una excepción y creo que Sebastian también esta intrigado por saber de ella. Comencé a contar.

 

Cuando tenía ocho años perdí a mi familia en un accidente automovilístico, mi madre y padre fallecieron y yo quede vivo pero, mi ojo izquierdo sufrió y tuve que pagar el precio. Quitármelo era la única solución para salvarme, es por eso que desde hace años llevo este parche conmigo cubriendo la herida que ese trágico accidente dejo. Según lo que alcanzaba a escuchar de los oficiales era que mis padres habían sido asesinados, hubieran vivido si alguien no los hubiera matado. No busco venganza ni nada porque, al fin y al cabo ellos nunca volverán. No recuerdo mucho de ellos pero puedo ver en mis sueños las sonrisas que ellos dos me regalaban.

Viví durante dos años en un orfanato, lugar donde conocí a Alois, quien al igual que yo también había perdido a su madre. Él dijo que ella había muerto por cáncer, su padre los había abandonado cuando era más pequeño. La diferencia entre yo y Alois es que él es un año mayor que yo, así que comprendía más del mundo. Cumplí diez años y Alois once, a esas edades un hombre desconocido nos “adopto” y mintió diciendo que viviríamos mejor junto a él. Mentira, él fue quien nos metió en el mundo de las peleas clandestinas a muy corta edad. Hacía uso de nosotros para ganar dinero, no nos daba nada, solo de vez en cuando. Nos dejó en una casa abandonada donde dijo que sería de ahora en adelante nuestro hogar, que él no se haría cargo de nosotros.

Ese mismo año, un día yo me escape de la arena. Decidí recorrer la ciudad y buscar una tienda de dulces que muchos decían era buena. Ese día conocí a alguien en esa tienda, un hombre, no, mejor dicho un joven mayor de cabello negro, piel blanca y ojos ámbar. Yo no sabía que era pero mi corazón latió fuerte al verlo. Como si mi deseo se hubiera cumplido, ese joven me compro una gran cantidad de dulces, los cuales compartiría con Alois. Ese día, la pesadilla comenzó, ese viejo comenzó a meternos a peleas más y más duras. Yo acababa golpeado y molido cada noche, Alois se enfermaba a menudo por no comer bien. Éramos prácticamente perros de pelea. Me apodaron Ninphedemious, su significado y origen no lo sé mucho pero según recuerdo un poco era rosa de la oscuridad, Alois es Lidhemious, lirio de la luna.

Al cumplir los doce, recibimos la noticia de que no pelearíamos más y que seriamos entrenados en otro lugar. Por un año estuvimos entrenando hasta el cansancio, aprendimos a manejar armas de todo tipo, peleábamos mejor que antes, aprendimos diferentes idiomas y estudiamos lo necesario. Nuestro maestro, era Undertaker, un tipo raro pero hábil, no enseño muchas cosas sobre la vida, él nos enseñó que no todos pueden ser fuertes como quieren, solo pocos lo logran. Solo los más fuertes sobreviven.

Un año después volvimos a la arena, no para pelear, sino para mostrarle al viejo que éramos más fuertes que él. Al poco tiempo conocí a un chico de cabello blanco, Jonathan. Nos hicimos amigos, al principio me caía bien, me entendía. Un día cambio todo, me dijo que estaba interesado en mi pero nunca me dijo de qué forma. Me invito a su casa a una fiesta, de la cual nunca salí. Me tenía encerrado en una habitación todo el tiempo, no podía ni siquiera abrir la ventana para tomar aire fresco. Había un evento, tenía que permanecer encerrado, salía el, igual. Solo un día, las cosas cambiaron y, fue la primera vez que tuve horror por mi vida.

Flashback…

Como todos los días permanecía sentado en la cama admirando la poca luz que se colaba por las ventanas. Todo era oscuro y frio. La puerta se abrió revelando la figura de Jonathan. Corrí hacia el para abrazarlo como siempre, debía admitir que estaba completamente enamorado de él porque siempre me trataba bien. A esa edad yo pensaba que todo lo que hacía era para protegerme porque sentía lo mismo. Estaba equivocado, estaba forjando a un monstruo que siguiera sus órdenes al pie de la letra.

   -Ciel cariño, necesito que hagas algo por mi ¿de acuerdo?-. Ese tono que utilizaba para mandarme.

Yo solo asentía y cumplía sus órdenes.

   -Mátala-. Dijo desde atrás mientras me veía como empuñaba esa arma preciada para mí.

   -No puedo-. Dije a punto de llorar.

   -¿Cómo que no puedes? Si es para esto para lo que esos mal nacidos te han entrenado. Mátala, sin piedad.

Mire a la niña frente a mí, tenía los ojos vendados y sus manos y pies atadas, sollozaba pidiendo que no la matara. Sus padres ya estaban en otro mundo por culpa de los hombres de Jonathan.

Cerré mis ojos con fuerza, volteé a ver a otro lado llorando. Jale el gatillo con esfuerzo. El cuerpo cayó a mis pies. Solté el arma y me deje caer llorando fuertemente. Jonathan se acercó a mí y toco mi hombro.

   -Hiciste lo correcto. Esa familia ya no tenía razones para seguir viviendo. De ahora en adelante harás lo que te diga. Eso que me acabas de demostrar es debilidad.

Desde ese día acate una y cada una de sus órdenes, matar a inocentes y malvados. Con el tiempo ese sentimiento de culpabilidad desapareció que ya hasta se me hacía normal. Solo jalaba el gatillo y acababa con el sufrimiento de los otros con un disparo.

Fin de Flashback…

 

Escape un día de ese lugar, no soportaba el encierro. Cada vez Jonathan se volvía más posesivo y eso me hartaba. Mi actitud cambio completamente, entendí al fin que el solo  me usaba. Ese escape me costó. Cuando me descubrió me encerró en un subterráneo, me torturaba de la peor manera.

Undertaker, Lizzy y Alois se arriesgaron para salvarme de él, durante casi dos años me buscaron sin parar. Según ellos lo habían matado al fin.

Cuando volví ya nada era lo mismo, todo lo que veía me parecía aburrido, desolado, triste.

Disfrutaba del dolor de otros. Fue cuando comenzamos nuestro trabajo de mercenarios. Nos contrataban, nosotros matábamos y desaparecíamos todo rastro de alguien.

Por esos años recibía regalos de alguien en días festivos. El revolver fue uno de los que más me gusto.

Aún sigo con esos traumas en mi  mente. Tengo pesadillas tan reales que a veces siento que ahí mismo moriré. Ahora que Jonathan ha vuelto, tengo cada vez más miedo pero debo ser fuerte, por Sebastian, debo protegerlo a toda costa. Ese es mi trabajo, nada más.

Esa persona de los dulces, está conmigo ahora, ya lo recordé. Siempre estuviste observándome de lejos. Nunca me dejaste.

 

Autor…

 

Sebastian había escuchado de principio a fin la historia de Ciel, sin perder detalle. No mostraba ninguna reacción en su semblante. Por esa razón, el chico no decía nada. Su pasado era doloroso. Ciel permanecía callado esperando una respuesta del pelinegro.

   -Oye, no es como si hubiera contado la trágica historia de Romeo y Julieta-. Bromeo Ciel.

   -Es solo que has sufrido demasiado-. Respondió al fin. –A tan corta  edad ya cargabas con un gran peso en tu espalda.

   -¿Cuál es tu historia?

Sebastian suspiro. –La mía es algo larga, ¿Qué tal si mañana te la cuento y por hoy descansas?-. Dijo parándose de la silla y luego arropar al menor con las cobijas. –Descansa.

Le alboroto el cabello de forma amigable. A Ciel eso le avergonzó en sobremanera, no era un niño para recibir esos cariños.

Al salir de la habitación, se recargo un poco en la puerta.

   -Si supieras de mí, estarías llorando.

 

Al día siguiente…

 

Alois caminaba detrás de Claude, estaba atento a todos lados para evitar algún problema. Desde que comenzó a trabajar con Faustus nunca tuvo problemas como Ciel tenía con Sebastian. Caminaban por un centro comercial, Claude solo iba de compras. Pasaron tres horas en ese lugar y nada interesante pasaba, o eso pensaba Alois. Entraron a una tienda para caballeros, mientras su jefe veía el también aprovecho para buscar un traje nuevo.

Una de las empleadas se acercó a atender a Alois.

   -Disculpe, ¿busca algo en especial?-. Preguntaba la empleada con un tono de voz amable.

Alois reacciono al escucharla. –Ah, no, solo estaba viendo los trajes-. Dijo nervioso, la chica en si era muy linda, cosa que el rubio no pasaba desapercibido.

   -Entonces déjeme que lo guie en esto-. Sonrió.

Claude había visto todo desde donde estaba, no le había gustado por una “desconocida” razón como la chica se acercaba con tanta confianza a Alois. La empleada dejo caer accidentalmente unos sacos al suelo, Alois decidió ayudarla. Los dos alzaron la mirada y se encontraron, la chica sonrió apenada y Alois solo pudo devolverle la sonrisa. Iba a hablar pero sintió un jalón del cuello de su camisa. Claude lo levanto de un solo tirón.

   -Deja a la señorita hacer su trabajo, solo la distraes. Vámonos-. Dijo Claude con molestia llevándose a su guardaespaldas lejos de la tienda.

Alois no tuvo ni tiempo de decir adiós o dar una disculpa a la chica, solo vio cómo se alejaba a tirones.

Ya afuera y alejados un poco de la tienda, Claude decidió soltar bruscamente a Alois, el chico se tropezó un poco pero nunca cayó al suelo.

   -¿Qué le sucede?-. Pregunto el rubio indignado por la acción de su jefe. –Solo coqueteaba con ella, ni siquiera le daría mi número o algo.

   -¡Eso me molesta! Tu trabajo es cuidarme a mí, no coquetear con otros-. Soltó enojado.

Alois rodo los ojos. –Eso he estado haciendo desde el primer día, soy una persona también. Creo que también tengo derecho a conocer y hablar con gente nueva. El que usted no lo haga no quiere decir que yo también tenga que hacerlo.

Claude frunció el cejo. No era estúpido como para no notar que estaba celoso de que el chico coqueteara con otros. Lo que le calaba era que el chico fuera tan, idiota en cierto punto de no ver a su alrededor.
   -Sabe que, olvidemos lo que sucedió por ahora-. Dijo Alois suspirando y calmado.
   -Yo no estoy de acuerdo-. Dijo Claude alejándose y caminando a otra tienda.

Alois alzo una ceja confundido. -¡Ah! Ya entendí, soy muy idiota por no notarlo-. Se empezó a reír bajo. –Ya veo, y yo que pensé que era el único.

En otra tienda, Claude miraba cualquier cosa que se topaba. Aun sentía enojo con Alois. El rubio miraba desde la entrada de la tienda, por ahora estaría observando de lejos.

Varias mujeres que estaban en el mismo lugar, llevaban tiempo viendo al pelinegro hasta que una de ellas se acercó a él para hablar. Alois miraba como la mujer hacia movimientos que, como todo casanova conocía, esos movimientos de coquetería. Chasqueo la lengua, el ahí sin hacer nada y el otro si podía hacer su berrinche. Volvió a guiar la mirada a donde estaban. La mujer se estaba tomando mucha confianza, muy bien, era hora también de hacer su berrinche. Camino hasta donde estaban los dos.

   -Sí, espero que podamos cenar algún día los dos una noche-. Dijo la mujer sonriendo.

   -Eso estaría…-. Claude fue interrumpido por un pequeño jalón en su brazo. Miro que causaba eso.

   -Lo siento-. Dijo Alois abrazándose al brazo de Claude. –Pero él ya tiene planes conmigo, ¿porque no se va y busca a un hombre soltero y disponible?-. Hizo ademan con su mano para que se fuera la mujer.

La mujer se fue con sus amigas maldiciendo la llegada del rubio, Claude aun no sabía que pasaba. Salieron del lugar y fue afuera que Alois soltó el brazo de su jefe.

   -Bien, ya estamos a mano-. Dijo burlándose.

   -¿A mano?-. Pregunto Claude.

   -Sí, usted arruino mi momento y yo el suyo, así sucedió.

Claude rio incrédulo. –Idiota-. Susurro pero Alois pudo escucharlo.

    -¿Usted cree que yo hago las cosas a juego? Lo que dije allá adentro no fue una broma, fue verdad.

El mayor alzo la vista y miro anonado al otro. -¿Qué?

   -Como escucho, usted pudo haber hecho un berrinche con celos estúpidos e innecesarios pero yo, realmente nunca jugué. Yo de verdad estoy celoso, cada vez que varios se acercan a usted con otras intenciones tengo ganas de volarles la cabeza-. Se empezaba a escuchar un poco más decepcionado que molesto. –Yo de verdad quisiera estar a su lado pero, simplemente no puedo porque se nos está prohibido. Si hago todo eso es porque, necesito llenar mi vacío, vacío de no poder estar a su lado.

Claude escucho hasta la última palabra. No era el único sufriendo entonces. Alois permanecía parado frente a él con la mirada gacha. Se iba a acercar al chico pero el vibrar de un celular lo detuvo. Alois saco su celular, había recibido el mensaje de un desconocido. Lo leyó.

   “Estamos cerca”. El rubio se quedó extrañado, miro a todos lados buscando a un sospechoso. Algo no andaba bien. Vio a Claude de reojo y luego el celular.

   -Espéreme aquí, necesito ir al auto por algo-. Dijo antes de retirarse. –No se mueva de donde está por favor, si algo sucede llámeme.

El chico se perdió entre la multitud del centro comercial. Claude solo permaneció ahí como el chico había pedido, ¿algo malo sucedía? Si iba al auto a buscar algo era ¿su arma? Al diablo las ordenes, debía averiguar que sucedía. Camino de prisa hasta el estacionamiento, no veía a Alois por ningún lado, supuso que había vuelto a la tienda. Iba a retomar su camino de regreso pero unas manos lo apresaron. Le vendaron los ojos y amarraron sus manos.

 

Alois caminaba a prisa en el interior del centro comercial, llego al punto en donde había dejado a Claude pero no estaba ahí. Maldijo eso. Se subió al segundo piso para observar mejor desde arriba y ver si lo veía. Nada ¿A dónde se había ido? Era su pregunta, comenzaba a desesperarse. Otro mensaje llego a su celular. “¿estás listo para el fin?” ¿Qué significaba eso? Ahora si comenzaba a preocuparse más por Claude.

   -¿Ves eso?-. Señalo un tipo la pantalla que proyectaba la imagen de Alois buscándolo por las cámaras de seguridad. –Tu guardaespaldas te busca como loco-. Rio sonoramente.

Claude permanecía amarrado en la silla con una mordaza en su boca, miraba con desprecio a todos los que lo rodeaban. Su intención era clara, querían hacerle daño a él y a Alois, quizá más a Alois. Rogaba por que el chico se fuera de ese lugar.

    -Es hora de jugar-. Dijo el hombre riendo por un radio.

 

Alois ya no sabía por dónde buscar. Había rodeado todo el centro y nada. Iba a llamarle a Ciel pero pensó que mejor no debía meter a su amigo en esto.

Los tipos traían arrastrando a Claude, lo estaban llevando a donde presenciaría lo peor, o eso decían sus agresores. Estaban en el tercer piso, lugar donde se veía todo el centro hacia abajo.

Claude trataba de zafarse pero lo tenían bien amarrado.

   -¿Están listos todos?-. Hablo el hombre mirando con malicia y burla a Alois que permanecía en el segundo piso.

El pelinegro negaba a lo que le fueran a hacer al chico. Pronto vio a hombres de negro posicionándose en varios puntos del centro, todos francotiradores, apuntaban a Alois. Eso no iba a ser bueno, era una pesadilla que presenciaría con sus propios ojos.

El rubio bajo al primer piso, no había tenido éxito en su búsqueda. Se maldecía una y otra vez por haberlo dejado solo. Su arma la tenía oculta en su saco para no atraer la atención de nadie.

La multitud abajo le impedía ver más allá de su perímetro.

   -¡Claude!-. Llamo mostrando desespero en su voz. -¡Claude!-. Le valía que la gente lo viera extraño. Debía encontrarlo cuanto antes.

   -Ya es hora-.dijo el hombre dando la señal a todos los francotiradores.

Claude logro sacarse la mordaza de su boca y grito como pudo. -¡Alois!

El rubio escucho su nombre, miro hacia el tercer piso, abrió los ojos al ver a Claude sujetado por varios hombres. Lo último que vio fue la sonrisa malévola de un tipo más grande, porque después sintió como algo rozo su brazo. Miro la herida, era de bala. Inspecciono a todos los puntos. No encontraba a nadie con un arma.

   -¡Alois!-. Volvió a gritar más fuerte Claude. -¡Corre!

   -¡Cállenlo!-. Grito el tipo. -¡Disparen ahora!

   -Claude-. Dijo Alois al ver de nuevo al pelinegro. Su intención era correr pero otra bala se lo impidió.

Un tiro en su pierna, cayó arrodillado al suelo desangrándose. Otro más en un costado de su abdomen. Dejo caerse de espaldas, un tiro más en su pecho. Su mirada se perdió viendo a Claude en aquella altura. Se desangraba, una lágrima resbalo por su mejilla mientras recibía un último disparo en su hombro.

   -¡Alois!-. Grito fuerte Claude desesperado al ver la imagen del chico muriendo.

Varias personas corrieron y gritaron cuando vieron al rubio desplomarse.

   -¡Llamen a una ambulancia! ¡Traigan a la policía!-. Eran los gritos de muchos.

Alois movió una de sus manos, intento alzarla con la poca fuerza que tenía. –Claude-. Susurro antes de dar un último suspiro y dejar caer su mano sobre su propia sangre. Había muerto al fin como Jonathan lo había ordenado.

Claude no se contuvo más. -¡Alois! ¡No! ¡No!-. No lloro pero sentía impotencia al no haberlo podido salvar, sentía que era su culpa. Si él no se hubiera movido nada de esto hubiera pasado.

    -Desháganse de el también-. Ordeno el hombre al ya cumplir con la orden de su amo.

Se llevaron a Claude del lugar. Todos desaparecieron. La policía y paramédicos llegaron en poco tiempo.

Paramédicos revisaban el pulso de Alois para ver si aún tenía vida. Uno de ellos se quedó en silencio al revisarlo.

   -¿Qué sucede?-. Pregunto su compañero.

   -Vámonos-. Dijo serio el paramédico.

 

Ciel se levantó abruptamente de su cama. Había tenido una pesadilla en donde Alois salía herido. Se tocó su pecho, sentía pesadez y dolor.

   -Alois-. Susurro preocupado.

 

Tomo su celular de la mesa de noche, marco el número de su amigo. Nada, no contestaba. Se sentía inquieto. Algo le decía que había un problema.

Notas finales:

Y bien? que les parecio? Triste vedad, yo tambien quiero llorar u.u 

Ese Jonathan, tan malo como el mismo demonio, eso me encanta de mis villanos porque son frios, calculadores, sin corazon. La pelea ya comenzara!!  Gracias por sus reviews (lugar donde muestran hasta su odio por Jonathan xD) de verdad muchas gracias!! 

Nos vemos  la proxima semana!!

PDT: Hoy no hay avance.

Proximamente...

   -Soy diferente a todos.

   -Porque? 

   -Porque no soy el unico aqui adentro.


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