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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Ya volvi n.n!!! Me sorprendieron los comentarios de odio hacia Jonathan, bueno el se lo merece por las atrocidades que ha provocado. Como sea, hoy veremos algo que no se sia ustedes les provocara tristeza que se yo, ya no digo mas. A leer!!

Tu mi odio, hoy mi unico amor...

Lizzy entro a la casa siendo recibida por Tanaka. La rubia se quitó el saco que traía puesto, toda la noche se la había pasado realizando un trabajo que le habían encargado pero también estaba en busca de Ciel como desde hace días atrás.

    -Señorita Elizabeth, hoy llego más tarde que antes-. Comento Tanaka siguiéndola hasta las escaleras.

   -Sí, tuve mucho trabajo. ¿Sabes si ha habido señales de Ciel?-. Pregunto subiendo las escaleras de mármol blanco.

Tanaka sonrió ante la pregunta. –Qué bueno que lo menciona señorita, justamente antier al atardecer el joven Ciel regreso a casa. Pregunto por usted pero nos vimos en la intención de responderle que estaba ocupada.

Lizzy al escuchar la noticia no pudo evitar subir las escaleras con prisa y mientras lo hacía gritar gracias.

 

Ciel estaba sentado en su cama aun, miraba con preocupación el celular apagado en su regazo. Alois era como su hermano, si algo le sucedía se daría un tiro ahí mismo. Suspiro.

   -Espero y solo tenga el celular apagado-. Dijo resignándose a la situación.

Tenía planeado volver a acostarse pero un fuerte azote de su puerta lo evito. Elizabeth se abalanzo a abrazarlo fuertemente.

   -¡Ciel! Qué bueno que estés bien, me tuviste preocupada. Pensé que te había sucedido algo malo-. Reforzó más el abrazo causando que Ciel no pudiera respirar con facilidad y su herida doliera un poco por la presión.

Con esfuerzo pudo hablar. -¡Lizzy! ¡Me estas ahogando!

La rubia lo noto al fin y sin chistar se alejó. –Lo siento, es que estoy muy contenta y aliviada-. De un momento a otro su mirada cambio a una más fría. Ciel sabía que nada bueno venia de esa mirada. -¡¿Sabes cuantas noches en vela estuve buscándote por toda la ciudad?! ¡Por tu culpa he estado como alma que lleva el diablo por no saber nada! ¡Un día solo te vas sin decir nada y desapareces por casi dos semanas!

Le lanzo a Ciel los cojines que encontraba a su paso. El peli azul se quejaba por los golpes. -¡Idiota! ¡Estuve a punto de hablarle a Undertaker y a medio escuadrón para ir en tu búsqueda de nuevo!

Los golpes cesaron y Lizzy solo pudo sentarse en uno de los sillones que estaban en la habitación.  Llevo sus manos a su cara para calmarse. No lloraba ni nada por el estilo, solo controlaba a cómo podía su enojo y exaltación. Ciel solo bajo la mirada, su amiga tenía razón al enfadarse de esa manera. Él también hubiera reaccionado así si le dijeran que alguien importante no aparecía ni debajo de las piedras. Ya calmada se acomodó en el sillón mirando directamente al chico a los ojos.

   -¿Dónde estuviste?-. Pregunto.

   -Tuve un accidente y, no podía regresar así.

   -¿Qué tipo de accidente? ¿Estás bien?-. Preocupada pregunto.

Ciel asintió débil. –Aun la herida no se cierra pero si guardo reposo podre recuperarme en poco tiempo.

   -Ya veo. No te preguntare como te lo hiciste pero ya me imagino como fue-. Elizabeth le sonrió un poco para darle un poco más de confianza. –Qué bueno que hayas vuelto.

Ciel sonrió también. Los dos jóvenes hablaron de las situaciones que habían vivido mientras no se habían visto en esos días.

 

Sebastian estaba en su despacho revisando papeles. Tanaka le informo que la rubia había vuelto, eso de alguna manera lo tranquilizo. Sabía que ahora Ciel tenía compañía y no se sentiría solo al estar en reposo en esa habitación. Además la chica le ayudaba tomando el papel de guardaespaldas también.

Busco entre los cajones una pluma para empezar a firmar los documentos. Rebuscaba entre las cosas pero no encontró una, se pasó a otros cajones. En uno saco unas carpetas que después dejaron caer una foto. Sebastian la vio en el suelo, se inclinó a recogerla. Al verla su expresión se volvió melancólica. En ella se encontraban el, Claude y Jonathan, los tres estaban sentados en una banca sonriéndole a la cámara. Los tres se veían de diecisiete años. Recordó todo lo sucedido en ese año.

 

Flashback…

 

   -¡Sebastian!-. Llamo Claude entrando al aula de su clase. -¿estás listo para el festival?

El pelinegro, que en ese momento escribía algo en el pizarrón volteo a ver a su amigo sorprendido por la repentina llegada. –Ah, espera-. Dijo mientras daba los últimos retoques a lo que estaba en la pizarra. –Listo-. Retrocedió un poco y sonrió satisfecho con su trabajo. -¿Qué te parece?-. Pregunto viendo a Claude.

Claude se acercó más para ver mejor lo escrito en el pizarrón. – ¿Esto es a lo que llamas un regalo de aniversario? Eres demasiado empalagoso Michaels-. Dijo haciendo una mueca.

   -¿De qué hablas? A ella le gustan estas cosas. No es solo esto, también tengo a mi amigo de compañía-. Señalo a un enorme oso blanco con chocolates y rosas en uno de los pupitres.

   -Ay Sebastian, no tienes remedio-. Rio Claude. –De verdad que Emily te trae embobado. Nunca habías hecho estas tonterías antes.

    -Es lo mejor que puedo hacer por ella.

Claude dejo la sonrisa a un lado y se puso serio. -¿Estás seguro que esto es lo correcto? Digo, el conejo aun anda ¿rondando?

   -Eso es del pasado Claude, hoy es el presente. Lo que le pase al conejo ya no es de mi parte. Nunca lo tuve y nunca lo hare porque el destino así lo decidió. Si Emily apareció en mi camino es porque algo bueno me espera.

Claude a veces no lograba entender las emociones y pensamientos de su amigo pero fingía hacerlo.

Unos barullos se escucharon provenientes del patio de la escuela. Claude se acercó a verificar que era todo ese alboroto mientras Sebastian seguía en su ensoñación. Había un círculo de estudiantes que rodeaban a una chica de cabellos castaños, ojos dorados y piel pálida. Frente a ella estaba un peculiar peliblanco de ojos azules. La joven no se veía cómoda en esa situación, el chico se veía completamente triste de alguna forma, dolido también estaba en ese rostro.

   -¿Por qué no puedes aceptarme? ¿Qué he hecho mal?-. Pregunto el chico.

   -Nada, nada has hecho mal. Solo, que yo no me siento igual que tú. Lo lamento pero no puedo aceptarte.

   -¿Quién es? ¿Quién es la persona que escogiste aparte de mí?-. Su voz se volvió algo fría.

La chica se intimido un poco. –Yo, no puedo decirte Jonathan.

Todos los estudiantes abuchearon a la chica. Era demasiada presión por lo que decidió salir corriendo de ahí dejando a Jonathan con la cabeza gacha. Claude había visto todo, se volvió hacia Sebastian.

   -¿No crees que es hora de que le digas a Jonathan de tu relación con Emily?-. Pregunto Claude regresando a un lado de su amigo.

   -Lo he pensado muchas veces pero, tengo miedo de perder a un buen amigo.

   -Creo que si no le dices nada será peor si él lo descubre y se lo hayas ocultado todo el tiempo.

   -Quizás tengas razón-. Dijo Sebastian dando los últimos retoques al oso.

 

La sorpresa le había encantado a Emily. Sebastian ahora se sentía completo. La chica de ojos dorados no paraba de sonreír con esa característica sonrisa que atraía a Sebastian.

    -Espero que los dos sigamos juntos durante mucho, mucho tiempo-. Susurro el pelinegro mientras la abrazaba.

    -Yo también-. Dijo ella cerrando sus ojos y respondiendo al abrazo.

Jonathan apretó sus puños, entro interrumpiendo el ambiente azotando la puerta. Los dos jóvenes se asustaron un poco.

   -¿Fue por esto que no me aceptaste?-. Señalo a Sebastian conteniéndose las ganas de llorar en ese momento. Sus ojos estaban enrojecidos por la furia.

Sebastian se puso delante de Emily. –Jonathan, tranquilízate. Déjame explicarte, desde hace mucho deseaba decirte pero…-. Fue interrumpido.

   -¡¿Pero qué?! ¿Me vas a decir que no querías perder mi amistad? ¡vamos! Romperme el corazón desde antes hubiera sido mejor y menos doloroso-. Comenzó a llorar. –Yo te dije todo y aun así no me dijiste nada. Confié en ti-. Lanzo con una patada uno de los bancos.

   -¡Tranquilízate Jonathan! Hablemos civilizadamente, yo no quiero que esto llegue más lejos, piensa en Emily-. Trato de calmar Sebastian.

Más molesto alzo una silla y con ella trato de golpear a su amigo. -¡Hubieras pensado en mí antes que ella! ¡Yo tu hermano! ¡Tu amigo!-. Lanzo la silla golpeando a Sebastian en su hombro.

   -¡Sebastian!-. Grito asustada Emily.

   -Estoy bien, vete de aquí por favor, yo arreglare esto-. Dijo alejando a la chica.

Emily negó llorando. -¡Ya basta Jonathan! Alguien saldrá herido, por favor-. Dijo ella mirando al peliblanco.

   -¡No puedo estar tranquilo después de lo que mi hicieron! ¡Me diste falsas esperanzas!

   -Lo lamento, no pensé que lo fueras a tomar así. Yo nunca quise darte falsas ilusiones.

   -¡Deja de decir por una maldita vez lo siento, lo lamento! ¡Ya me tienes harto! ¡Eres una maldita zorra! Si yo no te hubiera dicho quién era Sebastian realmente en estos momentos no estarías aquí arruinando una amistad de años.

Sebastian se quedó confundido, Emily negó varias veces con la cabeza. Miro de reojo a Sebastian.

   -Mientes, yo nunca fui interesada, yo de verdad amo a Sebastian-. Afirmo ella valientemente. –Jamás vi a Sebastian de esa manera.

   -Que lastima me da tu caso-. Susurro Jonathan. –Da la casualidad de que Sebastian solo te utiliza para olvidarse del conejo-. Sonrió.

   -¿Conejo? ¿Quién es ese?

   -¿Por qué no le preguntas?

Sebastian se levantó y encaro a Jonathan. –No digas estupideces. El conejo no tiene nada que ver, yo de verdad amo a Emily te guste o no. Para mi eres mi mejor amigo aun si no lo aceptas, yo jamás pondría a una chica ante nuestra amistad.

   -no lo acepto-. Dijo Jonathan. –Yo no quiero ser amigo de un traidor-. Diciendo eso último se fue.

Sebastian sintió un vacío en su corazón al perder a su amigo.

 

Se quedó viendo hacia el orfanato de nueva cuenta como siempre lo hacía cuando iba de paso a la escuela. Un niño de cabello azulado corría por todo el patio con los demás niños. Al parecer estaban persiguiendo algo, un conejo gris. Decidió caminar de nuevo a su destino, se hacía tarde. Antes de llegar paso a una pequeña florería que se encontraba cerca de la escuela. Compraría unas flores para su Emily. Ella era la única persona que podía aliviar su deprimido corazón.

Caminaba algo deprisa porque solo faltaban seis minutos para las clases. Un tumulto de gente lo freno, todos estaban reunidos frente a la entrada de la escuela. Se le hacía raro, que el recordara no había algo importante ese día. Con curiosidad se acercó a ver que sucedía. Una ambulancia llamo su atención. Se abrió paso entre la gente, del otro lado de la calle estaba, Jonathan con un pequeño abrazado a él cubierto por una manta. El peliblanco tenia sangre escurriendo de su frente y sus nudillos estaban heridos, su uniforme un poco gastado de los codos y rodillas. Se veía que murmuraba algo al pequeño. Se preocupó, quería saber que había sucedido. Por mala suerte, presto atención a un cuerpo que yacía en medio de la calle. Las flores cayeron  al suelo, lagrimas recorrieron su pálido rostro. Sin importarle empujo a la gente, llego a donde estaba el cuerpo de Emily. Se hinco y lo sujeto abrazándolo fuerte.

   -¡Emily! ¡Emily!-. Gritaba desgarradoramente, sentía como su alma y corazón se partían en mil pedazos en ese momento. Lloraba sin cesar. Le valía si manchaba su ropa con la sangre, quería de vuelta a su rosa blanca. -¡Emily! ¡Despierta por favor! ¡No me dejes! Prometiste quedarte a mi lado.

Sintió como unos brazos lo separaban de ella. Con esfuerzo trato de retenerse en su lugar. Los oficiales hacían su intento por alejarlo del lugar, tenían que trabajar y el chico solo causaba problemas. Además, tenían que tranquilizarlo.

   -¡No! ¡Suéltenme! ¡Emily!-. Seguía gritando mientras lo alejaban de ella.

  -No puedes chico, tienes que irte de aquí-. Replico un oficial.

Sebastian negaba, no quería que lo separaran de la persona que más amaba en el mundo. Sus ojos se clavaron del otro lado de la calle, Jonathan aún seguía en su misma posición viendo como se lo llevaban. Alcanzo a visualizar al pequeño que estaba junto a Jonathan. Un niño de pelo azul, el conejo.

   -Tu-. Susurro Sebastian mirando directamente al niño. –Tú fuiste quien me quito a mi Emily. ¡Maldito conejo! ¡¿Por qué no moriste tú?!-. Grito eufórico.

Jonathan lo vio alejarse. –Te lo mereces-. Susurro viendo al pelinegro.

Desde ese día odio al conejo. No podía negar que, a pesar de que Emily hubiera muerto y la amo como decía, aún seguía con esos sentimientos por el conejo. Se regañaba todos los días por ser así. Llego al punto de querer matarse y pensar que todo era una pesadilla. El día que volvió a ver al conejo, ese día volvió a recordar el dolor. De alguna forma, el conejo lo volvió a capturar más fuerte. Su odio hacia el a veces se escondía bajo ese sentimiento llamado amor.

 

Fin de flashback…

 

Rompió la fotografía en mil pedazos. El conejo no tuvo la culpa, Jonathan se lo había dicho ese día de la fiesta “Te quitare de nuevo lo que más quieres”. Ese odio mutuo que se tenían empezó por eso, por un simple amor que con el tiempo se convirtió en la cadena de los dos enemigos. Emily ya no existía, ahora era Ciel. Ahora lo entendió. Todo este tiempo, esos problemas, habían comenzado por el conejo, su destino estaba escrito desde ese día. Si él no hubiera conocido al conejo años atrás, si no se hubiera enamorado de el tal vez su relación con Emily nunca hubiera existido, ella no habría muerto, Jonathan no sería su enemigo a muerte, Ciel jamás hubiera sido su guardaespaldas tampoco. Jonathan era una de las pocas personas que se encontrarían en su camino.

   -Quien diría que acabaríamos así, Ciel-. Dijo riéndose un poco.

Se levantó de su silla. Se detuvo frente a la puerta de la habitación de Ciel, escuchaba las risas de los dos jóvenes. Suspirando abrió la puerta, los dos chicos lo miraron.

   -Lo siento si interrumpo-. Dijo Sebastian sonriendo un poco. –Señorita Elizabeth, necesito hablar con Ciel a solas. ¿Podrías dejarnos?

   -Claro, me iré retirando. Nos vemos más de rato Ciel-. Dijo ella despidiéndose y saliéndose de la habitación.

   -Hasta al rato Lizzy-. Dijo Ciel. Miro a Sebastian ahora. -¿De qué quieres hablar?

El pelinegro cerró la puerta y camino a la cama para luego abrazar con fuerza al chico. Ciel se exalto un poco.

   -¿Pero qué les pasa a todos hoy que me abrazan?-. Pregunto Ciel sarcástico.

   -Yo solo quiero saber si de verdad estas aquí-. Susurro Sebastian.

Ciel se sintió confundido. –Claro que estoy aquí, ¿A dónde iría y si estoy herido?

   -Yo, nunca podría odiarte. Ni aun cuando lo pensaba lo hacía. Jamás te odie, tu siempre serás mi único amor hasta que muera. Desde ese día yo jure amarte no importara que.

   -Muy bien, creo que eso ya lo tengo claro desde hace mucho. ¿Por qué tan de repente?-. Pregunto extrañado el joven.

Sebastian negó con la cabeza. –Nada, absolutamente nada.

El celular de Ciel comenzó a vibrar. El menor deshizo el abrazo para luego tomar su teléfono y contestar.

   -¿Hola? ¿Quién habla?-. Contesto.

   -Hola, hablamos del hospital principal. ¿Es usted conocido o familiar de Alois Trancy?

   -Ah, sí, soy su amigo. ¿Paso algo?-. Si eran del hospital entonces nada bueno había.

   -Lo que sucede es que el joven Alois ha sufrido una serie de ataques de bala, el paciente esta grave y necesitamos a alguien que se haga cargo si sucede algo. Necesita venir. El joven está gravemente herido.

Ciel dejó caer el celular al suelo, se quedó atónito. Sebastian pudo apreciar que algo definitivamente no andaba bien con Ciel por la llamada.

   -¿Sucedió algo?-. Pregunto.

El menor no articulaba palabra más sin embargo lo hizo un poco después. –Alois, esta grave por heridas de bala. Ese maldito de Jonathan debió ser el causante, estoy seguro.

Con esfuerzo se levantó de la cama y se fue a cambiar, Sebastian intento de detenerlo pero era inútil.

   -¿A dónde crees que vas así? Tú también estas herido, puedes lastimarte.

   -Me vale un comino lo que me pase, yo debo estar con Alois. El me necesita-. Decidido dijo Ciel. –Si Alois muere yo me encargare de que ese mal nacido nunca vuelva a ver tampoco la luz del día-. Dijo lo último mientras se acomodaba un arma en sus pantalones.

 

Definitivamente pagarían caro aquellos que se atrevieron a lastimar a Alois.

Notas finales:

Y asi terminamos!! que les parecio el capitulo?? Haganmelo saber en los reviews n.n De verdad que soy cruel en varias ocasiones. Solo les advierto que ya solo nos quedan tres capitulos para finalizar, si se puede cinco tal vez. Me quise dar un sape porque no escribi mucho de Alois y Claude pero estoy pensando hacer una historia a parte de ellos dos de unos cinco capitulos cuando este fic finalice, que les parece la idea? 

Bueno con eso lo dejo hasta aqui hoy. Nos vemos la proxima semana!!!

Avance...

   -Ya no temo mancharme las manos de sangre. Acabare con el de cualquier forma posible.

   -Si Alois muere entonces esto habra sido mi culpa-. dijo derramando un lagrima.

Proximamente...

Si esta persona no desaparece, entonces quien so yo realmente? Podria contestarme doctor? Alguien mas esta dentro de mi...


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