Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya volvi, me arden los ojos por estar tanto tiempo en la compu o.o, como sea, aqui les traigo el sigiente capitulo y penultimo tambien. Estare subiendo a mas tardar mañana el ultimo. Ya se va a acabar esta historia (se va a llorar en un rincon) Bien, sin mas, a disfrutar este extenso cap...

Capítulo 14…  Yo prometi protegerte

 

Pov. Sebastian…

¿Cuándo paso? ya ni siquiera recordaba cuando exactamente fue que lo descubrí pero la forma en que lo hice está presente.

Caminaba por la cancha de basquetbol de la escuela, el entrenador me había castigado por jugarle una broma a Claude ¿Qué puedo decir? Así nos llevábamos, como sea, me puso a dar treinta vueltas a ese enorme lugar mientras todos estaban afuera jugando quemados. Mientras daba mi decima vuelta, escuche a alguien murmurar detrás de las gradas. Eso era extraño pues todos andaban afuera. Me acerque pensando que era alguien que necesitaba ayuda. Cuando lo vi me detuve, me escondí en la esquina de la grada para que no me viera, quería saber que tanto murmuraba ese debilucho de Jonathan, también le daría un susto.

   -No se puede, simplemente no se puede-. Lo escuche quejarse. –Él es el más popular, además de que es mi mejor amigo. ¡Ah! ¿Por qué solo yo sufro esto? Si los demás supieran en este momento me estarían dando balonazos por soñar tan alto.

Sin querer seguí escuchando sus quejas hasta que…

   -El ama al conejo, ese torpe conejo ¿Qué tiene de bueno ese niño? Además, hay otro problema, Emily-. El nombre lo dijo algo sombrío, con desprecio. –Da igual, siempre seré el sobrante.

Se levantó del suelo y empezó a caminar, ¿Por qué en ese momento no le dije nada y me fui? La respuesta es simple, no quería hacerle daño, a mi mejor amigo. Pero eso no funciono, yo sabía lo que el sentía pero con el tiempo lo fui olvidando, más cuando supe por medio de Claude que él estaba enamorado de Emily, pensé “bien, dio un paso al futuro”. Con el paso del tiempo encontré actitudes diferentes de parte de él.

Su plan empezó desde un principio, él quería enamorar a Emily para quitarla del camino con tal de que yo quedara solo. Invento su enojo contra mí y contra Emily aunque la mayoría era solo contra ella, por el simple hecho de no retirarse como él quería.

“Yo, sabía que de ningún modo iba a quitar a Emily de en medio por lo que idee un plan donde me pudiera deshacer de ella. La carnada perfecta fue el conejo. Lo atraje con algo tan simple como una pelota hasta la calle frente a la escuela. Espere el momento perfecto para que Emily lo viera y fuera a salvarlo. Un camión la golpeo mientras ella lanzaba a Ciel fuera del peligro. Yo lo sujete y por eso caí al suelo siendo golpeado por una motocicleta también. Cuando levante el rostro, ella estaba tendida en el suelo, había logrado quitarla de en medio. Además de que me dolió la forma en que la elegías a ella en vez de mi amistad, me dolió más la forma en que me miraste desde el otro lado de la calle. Tiempo después, te encontré rondando por donde estaba el conejo, me enoje, me quería matar ahí mismo sabiendo que tu aun, a pesar de todo este tiempo, lo seguías queriendo. Si pude eliminar a Emily, entonces podría eliminar al conejo.”

Todo eso me lo conto cuando me trajo hasta acá. Engaño a todos haciendo creer, como con Emily, que él estaba interesado en Ciel, que solo me quería eliminar para quedárselo, no, ahora él quiere eliminar a Ciel. No lo daño porque era su plan, quería que yo presenciara otra perdida. Su plan cambio cuando yo y Ciel nos hicimos cercanos. Por eso es que llegamos hasta aquí. Mintió tan bien a la vista de todos, ahora que lo veo, solo quiero golpearlo.

….

 

Se alejó de Ciel, Sebastian no había escuchado que le había dicho al chico pero no percibía que haya sido algo bueno. Camino hacia el pelinegro que se mantenía atado a la silla mirándolo con desprecio.

   -Vamos, quita esa cara, gracias a ti Ciel podrá irse tranquilo-. Dijo Jonathan mirándolo.

   -Eres un monstruo, haces todo este show por solo un simple capricho.

El peliblanco se molestó con ese comentario pero lo aguanto. –Lo que le estoy haciendo ahora no es nada comparado con lo que merece. ¡Y no es un capricho!

   -¡Si lo es! Asesinas a gente inocente y lastimas a los demás solo por tu propio bienestar. Si piensas que después de esto todo estará a tu favor, estas mal. ¿Por qué no simplemente puedes aceptar las cosas tal y como son?

   -Escucha bien lo que te diré Michaels. Ese niño en unos minutos morirá y no lo impedirás, me vale un carajo si lo que siento es capricho, con tenerte me basta. Tienes todas las de perder ahora, no hay nadie que te salve, ni siquiera tu guardaespaldas.

Sebastian trataba de mantenerse estable en esa situación pero el simple hecho de saber que Ciel moriría, lo hacía sentirse terrible. Al final no pudo hacer nada para detener el destino cruel.

Ciel abrió los ojos lentamente hallando la figura de Sebastian un poco lejos de él. Trato de llamarlo pero su garganta estaba seca como para emitir algún sonido. Intento incorporarse pero el peso de las cadenas lo hizo caer. El pelinegro escucho el sonido de estas últimas y se sorprendió de ver aun a Ciel consciente. Lo llamo.

    -¡Ciel! ¡Ciel!

El otro lo escucho y lo miro fijamente. -¿Qué sucedió? ¿Cómo es que llegaste aquí?

   -Jonathan me secuestro, los demás no sé donde estén, lo más seguro es que ya vengan por nosotros. ¿Cómo te encuentras?

   -He sufrido peores cosas que estas pero, ahora me siento algo mareado y cansado.

Sebastian pensó que se debía a algo, ese tipo quizás le había dado una droga o medicamento para dejarlo inmóvil. “En cuestión de tiempo el morirá”, recordó las palabras del peli blanco, ¿acaso la cosa esa estaba haciendo efecto? ¡Debían hallar una forma de salir pero en su situación actual no podían!

Ciel se levantó con su poca fuerza y con ella se estiro jalando las cadenas. Sebastian lo miro extrañado.

   -¿Qué haces?

   -Intento arrancarlas, no puedo solo quedarme ahí tirado viendo como todo ocurre. Prometí cuidarte y eso hare-. Siguió tratando de arrancar las cadenas. “Estoy muriendo, lo sé porque hasta yo mismo conozco lo que esa sustancia venenosa causa. Pero, te sacare de este infierno para que seas libre. No como yo, que me quede encerrado en esta pesadilla”.

“Yo también prometí lo mismo, perdóname si no puedo hacer nada en este momento”, pensó Sebastian.

 

Un hombre caminaba por los pasillos del tranquilo hospital. A vista de todos parecía un médico común y corriente que hacia sus rondas. Buscaba una habitación en especial mientras sus compañeros se encargaban del resto. Los de negro son el problema, eso había dicho su jefe.

Uno por uno entraba y buscaban a esos de negro para matarlos.

Encontró la habitación, acomodo en sus bolsillos la jeringa. El problema ahora era acercarse ahí, había alguien protegiendo la puerta, un chico pelinegro. Miro a sus lados y  pidió apoyo a sus compañeros.

 

Claude miraba como Alois descansaba en paz en esa camilla, temía que alguien llegara y arruinara esa paz. Miro a la asiática quien estaba sentada al lado de la ventana mientras miraba fijamente hacia la puerta, como una estatua. Volvió su mirada al rubio, sorprendiéndose de algo.

Alois abrió los ojos y respiro profundo, como si hubiera vivido durante un tiempo sin aire. Miro a su alrededor no reconociendo en donde se encontraba. Solo susurró un “donde estoy”. Claude y Ran Mao lo miraron sin poder creerlo. Alois se quitó la mascarilla de oxígeno, se sentó con dificultad. Noto que no estaba solo en esa habitación. Al ver a la asiática la reconoció.

   -Ran Mao, ¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué estoy en el hospital?

La chica iba a contestar pero el otro se le adelanto. -¿No recuerdas? Te dispararon y casi mueres.

Alois miro al dueño de esa voz. Claude esperaba que al verlo, el chico sonriera de felicidad o dijera que estaba bien y a salvo o que al menos le dijera un hola, no fue así. Lo siguiente le dolió.

   -¿Quién eres tú? ¿Te conozco? ¿Quién es el Ran Mao?

  -¿En serio no me recuerdas?-. Pregunto Claude como esperando que esta fuera una de las tantas bromas del chico. Alois negó en respuesta.

   -Lo siento, nunca antes lo había visto en mi vida.

El pelinegro iba a decir algo más pero una acción de la chica lo hizo desviarse. Ran Mao se acercó rápido a la puerta. Le puso seguro y retrocedió un poco. Ante la mirada confundida de los otros dos ella solo hizo señal de que guardaran silencio. Claude no entendía el porqué, no se escuchaba nada extraño. Alois supo de inmediato a que se refería.

Afuera de la habitación, Lao peleaba contra dos hombres con capucha, sabía perfectamente que venían de parte de Jonathan. Siendo maestro en artes marciales no podía contra ellos. ¿Qué sucedía? Claro, su compañera no estaba a su lado como siempre. Se las arreglaría solo por ahora. Una patada llego a su estómago de parte de uno y luego un golpe a su cara del segundo que lo mando a rodar unos cuantos centímetros.

Ran Mao se preparaba para recibir a quien quisiera entrar por esa puerta.

Los demás, abajo habían comenzado también una pelea con los enemigos sin importar que estuvieran personas inocentes en el lugar. Era seguro que llamarían a la policía y todo terminaría ahí.

La puerta intentaba ser abierta. El hombre de bata blanca se dio cuenta de que estaba cerrada con seguro, miro a sus compañeros pelear lejos de ahí con el pelinegro. Retrocedió unos pasos hacia atrás, tomo impulso y pateo la puerta con fuerza.

Ran Mao retrocedió un poco hacia atrás. Miro al hombre frente a ella, con bata blanca fingiendo ser un médico. Si esperar a que el otro atacara, le asesto una patada que lo saco de la habitación. Miro a los dos pacientes.

    -Salgan de aquí rápido, yo y Lao los entretendremos lo suficiente-. Dijo la chica saliendo de la habitación para continuar la pelea con su compañero.

Alois obedeció, intento levantarse pero una de sus piernas no respondió como debía provocando que cayera al suelo de rodillas.

Claude se preocupó por el chico. -¡Alois! ¿Estás bien?

   -Descuida, solo tropecé-. “¿Qué le sucede a mi pierna?” se preguntó tratando de volver a levantarse.

Sintió unos brazos levantarlo poco a poco. Cuando estuvo de pie miro hacia su lado, Claude lo estaba ayudando mientras hacia una mueca de dolor. A pesar de sus fracturas, ahí estaba, ayudando al chico, quería reponer lo que no había podido hacer cuando lo secuestraron.

   -¿Qué haces?-. Fue la pregunta de Alois.

   -Solo te ayudo a ponerte de pie y a huir de aquí.  Vamos, no tenemos mucho tiempo antes de que se den cuenta.

Alois se apoyó en su hombro pero también le ayudó al pelinegro a mantenerse en pie. Los dos se daban ayuda mutua. Salieron de la habitación lo más rápido que pudieron evitando atraer la atención de los demás. Mientras más avanzaban en ese hospital, todo era un caos, gente corriendo tratando de refugiarse. Al bajar a otro piso se encontraron con dos encapuchados.

   -Son estos a quienes debemos matar ¿cierto?-. Le pregunto uno a su compañero.

   -Sí, son ellos.

Alois y Claude no sabían que hacer ahora en sus condiciones.

 

Undertaker y Elizabeth miraban desde lejos el enorme edificio abandonado. Este último estaba vigilado por todos lados por varios hombres armados. Sería peligroso si decidieran entrar así como así.

   -En estos momentos desearía tener a Alois aquí-. Dijo Lizzy suspirando.

Undertaker también pensaba lo mismo pero no podían darse por vencidos, tenían que rescatar a Ciel y a Sebastian. Miro a los pocos que lo siguieron.

   -¿Quién de todos ustedes sabe tiro de largo alcance?-. Pregunto mirándolos.

   -Yo sé pero no es tan bueno aun-. Respondió una chica.

   -¿Podrías darles a esos tipos de allá arriba?-. Señalo a los que estaban en el techo y en los pisos de arriba.

   -Supongo que sí pero necesitaría un edificio de igual tamaño o al menos algún lugar alto para tener mejor vista.

   -No la necesitaras, Lizzy, dame tu arma.

La rubia saco una pistola algo grande y larga. Undertaker se la dio a la otra chica. –Con esta podrás alcanzarlos sin ser notada desde aquí, si te acomodas en esta esquina podrás lograrlo.

La chica entendió. Así les dio órdenes a los demás y los fue acomodando para prepararse.
   -Cuando yo te de la señal, tu dispararas ¿entendiste? Ahora eres una protectora de largo alcance, no una de cuerpo a cuerpo. ¿Todos los demás listos?

Todos respondieron con un “sí señor”.

El peli plata conto hasta tres y dio la señal de correr hasta el edificio. Los mercenarios salieron corriendo mientras preparaban sus armas para atacar. Los hombres de Jonathan los vieron venir y en seguida dieron la alerta. Los de arriba se posicionaron para dispararles a los intrusos.

    -¡Corran en distintas direcciones y háganlo de lado a lado para evitar las balas!-. Grito Lizzy mientras esquivaba con sus dos espadas las balas.

De vez en cuando se detenían a matar a los que estaban disparando desde el edificio. Undertaker dio la señal con un disparo a la chica francotiradora. Esta se posiciono con el arma en la mano, señalo con su mirada a sus objetivos. Sin vacilar apretó el gatillo logrando derribar a uno.

Así varios caían de a poco. Lizzy y Undertaker llegaron al interior del edificio. Si se topaban con uno,  Lizzy les encajaba una de sus espadas y lo cortaba a la mitad mientras que Undertaker les disparaba con sus dos pistolas. Matarían a todo aquel que se les cruzara para salvar a su compañero.

 

Sebastian aún se removía para liberarse de la cuerda pero era inútil. Ciel ya se había cansado de luchar contra las cadenas y cada vez más se sentía el efecto del veneno. ¿Así terminarían? ¿Esto era todo? Sebastian sentía tanta impotencia por no ser de ayuda para el chico.

   -Te amo-. Susurro pero Ciel pudo escucharlo. Lo volvió a repetir. –Te amo demasiado, por mi culpa terminaste aquí, pagando por algo que no debidas.

Ciel se sentó en el suelo y lo miro enojado.- ¡Ya basta! Ya deja de echarte la culpa de todo, yo también tengo culpa porvenir aquí solo. Si sigues así lo único que lograras es hacerme sentir como un incompetente por no poderte proteger como jure desde un principio.

Sebastian bajo la mirada. –Yo solo, quería que no salieras herido. Yo, desde hace mucho prometí cuidarte también y no lo logre. Solo quiero verte feliz, que no te martirices por cosas que solo un mayor debe preocuparse.

El chico miraba que en realidad, Sebastian sufría mas por dentro que él.

   -Sé que puedo ser frio, inexpresivo, que parece que la vida me vale mandarina pero, yo realmente tengo miedo todos los días por los que me rodean, en especial tú. No sé si sea por el veneno o que pero siento que tengo mucho que decir pero a la vez nada. La vida se ha encargado de lastimarme en cada momento que puede, yo realmente, temo que si digo lo que siento todo se caiga.

Ciel agacho la cabeza, miro sus cadenas alrededor de sus muñecas y tobillos. Era ahora o nunca, antes de que el veneno hiciera lo suyo.

   -Sebastian, yo…-. Se detuvo mientras levantaba su rostro nuevamente, tenía la vista del pelinegro sobre él. –Yo, te amo-. Dijo bajo llorando un poco al fin. –Si me voy a morir quiero irme sabiendo que tú sabes de mis sentimientos. Pensé que todo esto pasaba en novelas pero no, yo realmente quiero vivir a tu lado para siempre pero es muy tarde.

Sebastian lo miro dolido. –No, tú no vas a morir, saldremos de esta como las veces anteriores. Te llevare a casa y veras a todos de nuevo.

El chico comenzó a recostarse en el suelo, le dolía el pecho y la cabeza, efectos y alarmas de que el veneno ya estaba llegando a su punto máximo.

   -¡Ciel! ¡Ciel! ¡Despierta!

   -Aquí estoy aun-. Dijo el otro calmando al mayor un poco.

Jonathan apareció en el lugar, se veía enfadado. Se acercó a Ciel y lo miro desde arriba.

   -Maldito-. Dijo dándole una patada en el estómago.

Ciel se retorció de dolor. Sebastian maldijo la acción del peli blanco. Jonathan guio ahora su mirada a Sebastian.

   -¡¿Fuiste tú cierto?! ¡Tú les dijiste a esos malditos mercenarios que vinieran!

   -¿Qué? ¿Ellos están aquí?

   -¡No te hagas el que no sabe nada! ¡Están matando a mis hombres!

El menor se burló de Jonathan. –Que bueno que los estén matando, son solo escoria en el suelo.

Sujeto al chico levantándolo bruscamente. -¿Te da risa todo esto? ¿Qué pasa si los mato a ti y a Sebastian de una buena vez?

   -¡Anda! ¡Mátame! Ya tus malditas y repetidas amenazas no me asustan, solo son palabras. Estoy muriendo, sí, pero eso no me quita de la cabeza la esperanza de que tú vayas al infierno conmigo.

Jonathan lo soltó de nuevo maldiciéndolo una y otra vez. Ciel veía como el peli blanco estaba desesperado, de esta no saldría, conocía a sus compañeros completamente. Jonathan sujeto a Sebastian arrastrándolo con él, ordeno a sus hombres que cerraran todo y se prepararan. Cuando los hombres iban a cerrar la entrada, Lizzy y Undertaker llegaron a tiempo. Lizzy apuñalo a cada uno con unas dagas que tenía ocultas. Undertaker entro disparándoles a los demás que estaban protegiendo a Jonathan.

Parecía una pequeña batalla de siete contra dos. Así, los dos mercenarios no desistieron y pelearon con lo que tenían mientras que Jonathan los miraba furioso. Levanto su arma con intención de matar a Undertaker pero Ciel reacciono rápido.

   -¡Undertaker!-. Grito.

El mayor escucho la advertencia del otro, unos centímetros más y la bala estaría en su cabeza si no fuera por Lizzy quien la bloqueo con una de sus espadas.

   -Gracias Lizzy-. Agradeció a la chica.

   -No hay de que-. Dijo ella volviendo a la pelea.

Tardaron pero pudieron acabar con ellos. Los dos acomodaron sus armas para matar al peliblanco. Undertaker le apunto con su arma.

   -Suéltalo Jonathan, esto termino para ti. Nadie de tus hombres sigue vivo-. Después de decir eso los mercenarios restantes llegaron al lugar apuntando al enemigo.

  -Malnacidos, si se acercan o disparan, juro que le disparo a él también en la cabeza-. Pego el arma a la cabeza del pelinegro.

   -Deja de usar esa estúpida táctica, sabes que podremos derrumbarte ahora mismo.

Elizabeth vio a Ciel encadenado. Mientras conversaban los otros, ella se dedicó a soltarlo en silencio.

   -Lizzy, ya no me queda mucho tiempo. Por favor préstame tu arma-. Le pidió enseguida Ciel.

  -Ciel ¿Qué te sucedió?-. Preocupada hablo mientras lo soltaba.

   -No tengo tiempo, por favor, dame lo que te pedí.

Después de quitarle las cadenas le dio una pistola que cargaba con ella.

   -Nos engañaste todo este tiempo, realmente me sorprendes-. Dijo Undertaker sin bajar el arma.

   -Déjalos en paz Jonathan. Me iré contigo con el hecho de que no lastimes a Ciel ni a nadie más-. Ahora era Sebastian que lo trataba de convencer.

Jonathan negó. –No hasta que los mate a todos o no estaré tranquilo sabiendo que el conejo aún vive.

   -¡Tú no mataras a nadie más bastardo!-. Grito Ciel desde su posición apuntándole con un arma también.

   -Ciel-. Susurro temiendo por la seguridad de su conejo.

Undertaker y los demás lo miraron confundidos cuando el menor les pidió que no interfirieran si algo sucedía. Susurraban que estaba loco por querer enfrentarlo así. Ciel se acercó más a Jonathan.

   -Suéltalo ahora mismo. Tu problema soy yo, no él.

  -¿Si no lo hago que?-. Apretó el agarre contra Sebastian.

Suspiro para poder seguirse manteniendo en pie. –Me veré en la necesidad de matarte.

Jonathan bufo. –No si yo lo hago primero con él. En segundos caerás y morirás antes de que lo salves.

   -Tú también estas cayendo. Como su guardaespaldas no puedo permitir que le hagas daño-. Apretó más el arma. “Yo jure protegerte”, pensó. –Puedes lastimarme, herirme, torturarme y hacer conmigo lo que sea, pero a él no lo toques-. Dijo decidido a enfrentarlo. “Yo prometí que te cuidaría fueras quien fueras, sin condiciones mi alma te di.”

   -Como quieras-. Dijo Jonathan disparándole a Ciel en su hombro.

Ciel se quejó pero reacciono rápido, le disparo en la muñeca con la que tenía sujeta el arma el otro. Jonathan dejo caer a Sebastian sin pensarlo. El pelinegro trato de alejarse lo más posible.

El peliblanco miro con cólera a Ciel. En un ataque rápido lo tomo de los hombros induciéndolo a forcejear para liberarse. Sebastian vio la intención que Jonathan tenia al guiar al chico a una ventana del edificio que llevaba a una caída libre de siete pisos hacia abajo. Se paró en seguida para ir a ayudar a Ciel.

   -¡Mereces morir! ¡Debes morir! ¡Eres un estorbo!-. Le decía Jonathan desesperado.

A tanto había llegado para obtener lo que quería. -.Te matare como lo hice con ella.

   -¡No!-. Grito Ciel.

Sintió el borde de la ventana, sin perder tiempo, Jonathan se empujó así mismo hacia afuera llevándose a Ciel con él. Sebastian por suerte logro abrazar a Ciel antes de que cayera pero también Jonathan logro sujetarlo de su mano.

   -¡Suéltame!-. Pidió Sebastian tratando de soltarse del peliblanco.

   -¡No! Te traeré conmigo, así nadie podrá tenerte.

Ciel lo abrazo más fuerte o caería. Como sorpresa, los mercenarios ayudaron a sujetar a Sebastian y a Ciel. Un disparo acabo con todo.

   -La francotiradora-. Dijo uno de los mercenarios.

Todos miraron hacia una chica un poco alejada que le había disparado a Jonathan en la espalda.

Jonathan fue soltando poco a poco el brazo del peli negro. –Te odio maldito conejo-. Fue lo último que le dijo a Ciel antes de caer al suelo mirando como la imagen de quien alguna vez fue su amigo se alejaba de su vista.

El cuerpo cayo inerte al suelo, todos lo miraron por unos segundos.

   -No va a volver de nuevo ¿cierto?-. Pregunto Lizzy  al verlo en el suelo.

  -No, jamás volverá de nuevo. Esto se ha acabado-. Dijo Undertaker alejándose como los demás.

Sebastian abrazo a Ciel más fuerte y pudo respirar con tranquilidad de nuevo después de ese susto. –Jamás volverá, es todo, todo acabo-. Apoyo la cabeza del menor en su hombro.

Los dos se dejaron caer al suelo de rodillas abrazados. Sebastian recordó algo de nuevo, no, aun no terminaban.

Miro a Ciel, el chico cada vez se veía más pálido y su cuerpo se ponía frio. El veneno ya llegaba a su etapa final, la pérdida de sangre no ayudaba en nada.

   -Ciel, responde, Ciel ¡Ciel!-. Lo miro mientras unas lágrimas se le escapaban de dolor. -Ciel, despierta. No otra vez-. Hundió su rostro en el pecho de su amado.

Undertaker se acercó a ellos. Inspecciono a Ciel con la mirada. Tomo su muñeca para revisar el pulso. –Sebastian, Ciel aún está vivo, debemos llevarlo rápido con madame red.

   -Ella debe tener la cura de ese veneno-. Comento Elizabeth acercándose.

Sebastian cargo a Ciel en sus brazos, a pesar de la herida de bala que tenía en su pierna, esa no le impedía sacar fuerza para salvar al chico.

Subieron a los autos y arrancaron lo más rápido hacia la clínica de Madame Red.

 

En el hospital, Alois y Claude estaban atrapados por los dos hombres. Uno se acercó precipitadamente para darle un puñetazo a Claude. Este puño no llego porque Alois lo sujeto fuerte y con el apoyo de su única pierna lo lanzo hacia atrás. El otro lo vio y tampoco se contuvo, sujeto al rubio con sus dos brazos para retenerlo. Alois le dio un cabezazo en la barbilla dejando a su oponente mareado. Aprovechando ese lapso, tomo uno de los botes de basura de lámina del pasillo y lo uso para golpearlo de nuevo en la cabeza. Al otro también le pego con el bote.

   -Listo-. Dijo Alois algo cansado por el esfuerzo.

Claude lo sujeto de nuevo para evitar que cayera. Escucho un gracias de parte del menor, el sonrió y se llevó al chico de ahí. En el primer piso, todos estaban reunidos saliendo en orden. Claude no sabía a donde ir, si iban con la policía corrían peligro.

Alois sintió que alguien le tocaba el hombro, se estremeció por eso y giro rápido para golpear a quien lo había hecho, a medio camino detuvo su ataque. Era Lao junto a Ran Mao. Los dos se veían algo agotados pero mantenían esa sonrisa de confianza.

   -Lao, Ran Mao ¿Cómo es que…?-. Fue callado por Lao con seña de que guardara silencio.

   -Vengan con nosotros, saldremos de aquí antes de que nos descubran.

Miraron la entrada que estaba vigilada por policías. Caminaron a una dirección opuesta que los demás.

Afuera del hospital, por la parte trasera, los esperaba Hannah con el resto de los demás mercenarios. Todos se veían descuidados y llenos de sangre y mugre por la pelea en el panteón.

   -Señor-. Llamo la morena a Claude con una amplia sonrisa de alivio.

   -Hannah-. Susurro Alois al verla. Sintió algo revolverse en su estómago cuando vio que los dos se abrazaban.

La mujer se acercó feliz al menor, lo abrazo con fuerza. –Es bueno tenerte de vuelta Alois, nos preocupaste demasiado.

   -Perdón-. Dijo el sin saber porque sentía un gran aprecio por la mujer.

Un auto rojo llego a donde estaban reunidos todos. De el bajo Elizabeth junto con otros tres mercenarios. Se le veía apurada, eso les pareció extraño a los demás.

   -Escuchen todos, tengo buenas y malas noticias. La buena es que logramos derrotar a Jonathan-. Todos aplaudieron y gritaron victoriosos. Claude y Alois sintieron como de sus corazones se liberaba una gran carga.

   -Bueno, creo que podremos vivir más tranquilamente ahora-. Dijo Lao abrazando a Ran Mao con su brazo.

   -Esa es la buena-. Interrumpió la rubia poniendo después una cara decaída. –El tipo enveneno a Ciel y no sabemos si sobrevivirá. Su vida corre peligro en este momento, ahora el enemigo es alguien a quien no podemos atacar directamente.

La tranquilidad fue cambiada por una tristeza. Alois se preocupó por su amigo. Elizabeth les pidió a todos que regresaran a la mansión, mientras ella regresaba a ver el estado de salud de su amigo. Alois temía que Ciel se fuera de esa manera, sin despedirse.

 

Sebastian y Undertaker llegaron rápido con el cuerpo de Ciel a la clínica. Como la doctora había prometido, estaría lista para cualquier caso. Pusieron de inmediato al chico en la camilla y lo llevaron al quirófano para tratar de salvarlo.

   -Dime que tienes la cura de esa droga-. Le hablo Undertaker a Madame.

   -Déjame ver qué tipo de droga toxica es y veré si hay salvación-. Dijo ella alejándose con su equipo.

Sebastian veía como se llevaban Ciel lejos de él. No lo quería perder pero tampoco quería que lo alejaran. Tuvieron que sujetarlo para evitar que entrara.

   -¡Ciel! ¡Ciel!-. Se tranquilizó después de un rato. –Aquí te esperare lo necesario-. Dijo animándose así mismo.

“Preparen la cantidad necesaria de anestesia ¡hay pérdida de sangre y el pulso está disminuyendo drásticamente! ¡Traigan el antibiótico rápido o lo perderemos! ¡Doctora, el paciente no reacciona al antídoto! Está muriendo poco a poco. Es todo, hasta aqui terminamos.”

 

 

“Te protegeré no importa donde este. Pueden lastimarme, torturarme y dañarme todo lo que quieran pero, yo te protegeré aun si mi vida está de por medio”-. Descendientes del Sol.

Notas finales:

Well, well, well, hasta aqui lo dejo. Claro!! La frase de Ciel la saque de ese hermoso drama, Descendientes del Sol, es que no lo pude evitar, pense que le quedaba perfecto u.u

Bueno, vamos a poner las cartas sobre la mesa! Querid@s mios, les tengo una sorpresa...redoble de tambores!! Habra epilogo en esta historia, su lemmon esperado tambien viene cargado en el paquete (no soy buena pero intentare escribirlo xD) 

Habra continuacion????-. Quien quiere a los Death Circus??? Alguien??? Bueno, lo dejamos para los reviews.

Bueno, ultimo anuncio... tardare en subir mi nuevo fic un poco porque aun me falta investigar mucho acerca del tema que va a tratar. Perooo, escribire otro en su lugar 7u7... Mañana les digo mas detalladamente porque ya me alargue.

Nos vemos mañana!!! Dejen sus reviews para saber que les parecio este capitulo y la idea sobre continuacion n.n!!

Bye Bye!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).