Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya volvi ahora si con lo final, espero y disfruten este pequeño epilogo. Antes de seguir, les aclaro que este trata de Alois y Claude, como el prologo fue de Ciel y Sebastian dije "Porque no de Alois y Claude para cerrar esta primera parte de Ninphedemious?"

30 de Octubre publicare Lidhemious - Another Story, la cual se basara en la historia de Claude y Alois, máximo de 5 capítulos. Y de una vez  aviso que el 01 de Enero 2017 vuelve Ninphedemious - Mercenary Circus. Volveremos a las andadas (^v^)/!!

Bueno sin mas los dejo leer.... 

Inspiracion; For you - Wheesung (Su. Esp.)

Tiempo

Epilogo…

 

Estaba hincado haciendo círculos en la arena mientras esperaba pacientemente. Miro el mar frente a él, la brisa fresca de invierno le erizo la piel de su rostro, todo estaba tranquilo a su alrededor, solo en esa enorme playa. Se cansó y decidió pararse, en su pierna derecha llevaba un dispositivo sobre su rodilla que le ayudaba a mantenerse en pie, aunque ya no era muy necesario tenerlo porque sin el perfectamente odia caminar como antes pero, Claude lo obligaba a usarlo para evitar algún problema.

Mientras caminaba de regreso para tomar el autobús, recordaba el pasado año. Muchos problemas, muchos acontecimientos dolorosos entre otros. Prefirió mejor olvidar todo y concentrarse en el ahora. El autobús llego y subió a el para regresar a casa.

Antes de llegar a su destino, prefirió bajarse unas cuantas calles antes. Debía caminar si quería mejorar más. Las calles de camino a la mansión eran un poco solitarias porque los ricos preferían ir en coche antes que caminar metros largos a sus casas. Un ruido lo sorprendió por detrás, se había escuchado como el golpe de un sartén o bote de lámina cayendo al suelo. Volteo hacia atrás sorprendido porque que el supiera no había escándalo por esos rumbos.

Vio a un chico rubio salir de una de las mansiones, un hombre con traje negro corría detrás de él, de vista podría jurar que era el mayordomo de esa casa. El chico se veía andrajoso, delgado y pálido, con sus fuerzas trataba de huir de aquel hombre.

Sin pensarlo dos veces, Alois le puso el pie para que tropezara- el chico cayo de bruces contra el suelo y el mayor pudo detenerlo al fin.

   -Gracias joven-. Dijo el mayordomo inclinándose y después levantando de un tirón al otro.

   -No hay de que-. Dijo Alois con intención d retirarse.

   -¡Ayúdame!-. Grito el otro rubio tomando de la mano a Alois.

Alois lo miro extrañado. Sacudió su mano un par de veces para librarse pero no lo consiguió, harto le grito.

   -¡¿Qué demonios quieres?!

   -No le haga caso, por favor. Este chico solo intenta escapar de nuevo-. Hablo el mayordomo avergonzado.

    -Por favor, ayúdame-. Susurro el otro con dolor.

Alois miro a ambos y suspiro. –Déjelo libre, yo me encargare de él.

   -Pero joven, este chico es un ladrón. Intento robar las joyas de mi señora e intento tomar comida sin permiso del almacén. Después de darle trabajo es así como le paga a nuestra señora.

   -¿Qué tiene de malo que quiera comida? ¡Si su señora tiene empleados lo justo es que los mantenga  bien! ¡No como animales o muñecos!-. Respondió enojado Alois. –No le doy la razón en que haya querido robar joyas porque tal vez quiera ganar dinero con ellas, eso está mal, lo sé. Pero, ¿comida? La comida se puede comprar cuando sea y si un empleado tiene hambre deben darle a cambio de que trabaje. Si un empleado muere, la culpa recaerá en su señora ¿eso quiere?

El hombre lo miro fijamente por unos momentos y luego al chico que se ocultaba arrodillado detrás de Alois.

  -Haga con él lo que sea, en esta casa ya no tienen nada que ver. Es su problema ahora-. Dijo marchándose de regreso a la casa.

Cuando ya no estuvo a su vista, Alois volteo a ver al chico detrás suyo.

   -Levántate y vete de aquí, no vuelvas o esta gente volverá a lastimarte.

   -Gracias por ayudarme, te lo agradezco mucho-. Dijo el rubio levantándose e inclinando la cabeza un poco hacia el frente.

   -No me agradezcas nada. Solo vete.

Cuando iba de nuevo a retirarse sintió un jalón en su brazo.

   -¿Cómo te llamas?-. Pregunto tímido el chico.

   -Alois Trancy-. Dijo importándole poco. 

   -Yo me llamo…-. Se quedó pensando un poco, su rostro pronto se tornó triste. – No tengo nombre-. Después de eso sonrió. – Me dio mucho gusto conocerte Alois, te recordare como mi salvador.

    -No tienes que hacer eso, solo pedí que te soltaran.

   -Pero aun así me salvaste, cuando te vea de nuevo prometo que me veré mejor que ahora.

Alois lo miro de pies a cabeza, realmente el chico se veía como un mendigo ¿Cómo trataban a sus empleados en esa casa? Claude se muere si uno de los suyos sufre un corte de papel. Tomo con sus dos manos enguantadas la mano esquelética y fría del otro.

   -Bueno, si quieres mejorar entonces no trates de robar de nuevo. Consigue un trabajo, cuídate a ti mismo primero y ve subiendo poco a poco ¿De acuerdo?

El chico sonriente asintió. Miro su mano sujetada por Alois, sintió muy tibio su pecho al sentir el calor que le proporcionaban. Miro a los ojos a Alois, a su vista era muy lindo, cálido, alguien que sin duda nunca olvidaría. Sus ojos  eran casi del mismo tono de azul, le daba pena que ese chico de clase alta lo mirara de esa forma tan arruinado. Sintió como algo caliente se colgaba en su cuello, Alois le estaba poniendo su bufanda negra.

   -Está muy frio estos días por lo que puedes enfermarte fácilmente. Abrígate aunque sea con periódicos o morirás de frio antes que de hambre.

El chico sintió sus mejillas calentarse, en un movimiento rápido le dio un abrazo a Alois. –Gracias, muchas gracias. Definitivamente, cuando mejore te vendré a buscarte.

Trancy se quedó confundido pero poco a poco acepto el abrazo.

Un pequeño aclaramiento de voz sorprendió a los dos rubios. Alois miro hacia atrás encontrándose con Claude, parado y cruzado de brazos, manteniendo esa mirada fría y seria sobre la escena.

   -Claude-. Susurro Alois.

   -Solo pasaba en mi auto y te vi abrazándolo, ¿Quién es?-. Que directo.

Alois iba a contestar pero luego el llamado del otro rubio lo distrajo. Este último iba corriendo en la dirección opuesta despidiéndose de Alois.

  -¡Nos vemos luego Alois!-. Despedía alzando su brazo.

Claude solo miraba como los dos se despedían. Alois volvió la mirada al mayor.

   -Él era un trabajador de esa casa, el mayordomo iba a mandarlo a la cárcel por una trivialidad por lo que decidí mejor salvarlo-. Dijo tranquilo pasando de largo al pelinegro.

   -Pensé que estarías en casa con Hannah cuidándote. Sabes que no puedes andar solo en tu condición.

   -Ya te dije muchas veces que estoy perfectamente bien. Puedo caminar sin ayuda de esta cosa. He practicado en la mansión.

   -Pero es por tu seguridad que te pido que la uses. Para evitar algún accidente.

Alois se cansó, se detuvo en seco y miro a Claude con el ceño fruncido. -¡Yo puedo cuidarme solo! Parece que me tienes encerrado como a una mascota, ¿Cómo esperas que mejore si solo quieres que permanezca en casa como abuelita tejiendo mantitas? Ya mejore, ya no necesito este maldito dispositivo-. Se acercó a su rodilla y se sacó el objeto lanzándolo lejos. Comenzó a caminar deprisa a la ansión.

Claude vio como el chico lanzaba el objeto y se iba. Corrió detrás de el para evitar que se lastimara pero fue tarde. Alois sintió como su pierna temblaba y en un descuido cayo de rodillas al suelo. Refunfuño y maldijo su situación. Claude se hico para ayudarlo a levantarse pero el menor lo rechazo alejándolo.

   -¡Déjame! ¡Estoy bien! no te necesito.

Claude, ya harto de los berrinches y niñerías de Alois decidió pararse e irse. -¡Bien! si quieres quedarte tendido en el suelo ¡hazlo! No necesitas mi ayuda, entonces no te la daré.

Se subió a su auto y arranco enseguida dejando al chico como dijo. Alois gruño y lanzo una pequeña piedra como si con ella pudiera darle al pelinegro que ya se había marchado.

    -Quien lo necesita-. Susurro molesto. Intento levantarse pero caía una tras otra vez. Intento no llorar frustrado por su situación. Le quedaba arrastrase por la calle, sentía que llegaría en siglos a la enorme casa.

Después de un rato, Claude miraba desde las escaleras la  puerta principal atento. Hannah había notado eso desde que su señor había llegado, así que decidió preguntarle.

   -Señor ¿a quién espera?

Claude miro a Hannah. –Solo esperaba a que Alois llegara, pero veo que no lo hará.  Hace casi más de una hora que espero.

   -¿Dijo a dónde iba?

   -Se quedó en medio del camino tirado solo por su orgullo.

Hannah quedo desconcertada, luego cambio su rostro a uno de preocupación. Tomo su abrigo y camino rápido a la puerta para salir. Claude la miro expectante.

   -¿A dónde vas?

   -A buscar al joven Alois antes de que comience a nevar más fuerte. Hoy había pronosticada una tormenta de nieve para esta hora-. Apurada salió por la puerta.

Claude se quedó en silencio un poco asustado pensando en lo que dijo la mujer. Una tormenta de nieve, y Alois se había quedado solo. No tardó en reaccionar y corrió por su abrigo y salió disparado de la casa. Corrió por toda la calle de regreso en donde se había quedado el menor. Al llegar ya no estaba en su lugar, ni Hannah estaba ahí. Pensó que tal vez ya habían regresado pero, no los había visto de camino ahí. Eso era malo porque la nieve comenzaba a acumularse en el suelo y a nevar con más fuerza.

   -¡Rayo!-. Dijo mientras se pasaba su mano por el cabello. Dejo de pensar y mejor se apresuró a buscar a los dos.

Hannah por otro lado, buscaba al chico por las calles pero no lo encontraba. Se estaba preocupando, maldecía entre dientes la situación.

¿Dónde estaba Alois? El rubio estaba recostado en el suelo, cansado de tanto tratar de avanzar. La nieve lo estaba cubriendo casi por completo que ya no se podía ver. Las fuerzas se le habían ido por lo helado de la nieve. Quería pedir ayuda pero iba a ser inútil en ese lugar y situación. Creyó haber escuchado la voz de Hannah y Claude llamándolo en repetidas ocasiones pero se escuchaban tan lejanas que ya ni sabía si eran reales o no.

Claude llego a la misma calle por la que había venido, la nieve ya le cubría  sus pies, la temperatura aumentaba y solo podía pensar en que tal vez el chico estaba enterrado en una parte bajo la nieve. Si no hubiera sido así de descuidado, nada de eso hubiera pasado.

    -¡Alois!-. Grito, sentía como esa sensación volvía. -¡Alois!-. De nuevo, recordaba la vez en que lo atacaron en el centro comercial-.  ¡Alois! ¡Responde!

Nada, ni una sola respuesta, ni de Hannah había. ¿Y ahora? ¿Cómo volvería a casa sin él? ¿Qué le diría a los demás? Lo había perdido de nuevo.

Alois saco su brazo de entre la nieve con la esperanza de que alguien que pasara por ahí lo viera. Mantuvo su rostro un poco despejado de la nieve para poder respirar pero no podría mantenerlo así por siempre. Cerro sus ojos y en segundos quedo dormido bajo la nieve.

Hannah venia tratando de caminar por la densa nieve, no lo había hallado por ningún lado. Se sentía triste, si se quedaba enterrado entonces moriría en poco tiempo. Se dejó caer de rodillas con la cabeza gacha. Por un rato no hizo ni dijo nada.

Un ruido la saco de su silencio, el crujido de la nieve moverse.                 Miro a su alrededor tratando de encontrar que provocaba ese ruido. Lo vio, una mano sobre salir de esa montaña de nieve. No perdió tiempo, se levantó y corrió hacia ese lugar en donde se hallaba. Escarbo toda la nieve con cuidado de no lastimar a la persona enterrada, al descubrir la cara no pudo evitar un aire de alivio. Alois mantenía sus ojos cerrados aun. Cuando quito la capa de nieve lo cargo en su espalda con cuidado para regresar a la mansión.

Claude aún seguía caminando sin rumbo, si regresaba a la casa sin éxito entonces, Hannah lo mataría. Una silueta entre la tormenta se vislumbró frente a él. Entre más se acercaba más clara era, su asombro no cabía en su rostro. Era Hannah junto con Alois en su espalda. Ella se veía cansada pero aun así seguía firme.

Corrió hacia ellos, se tropezaba pero no importaba por ese momento. Cuando llego a ellos los abrazo fuertemente. Tomo a Alois en brazos y se dejó caer con él al suelo de rodillas. Abrazo al chico protectoramente.

   -Lo siento, lo siento, otra vez fue mi culpa de que te sucediera esto. Perdóname-. Decía totalmente arrepentido.

Un pequeño quejido salió de los labios de Alois. –Idiota-. Susurro casi audible. Estaba frio y pálido. –No me vuelvas a dejar así.

   -Nunca lo hare, no de nuevo-. Dijo abrazando contra su pecho al rubio.

Se quitó su saco y se puso encima. Camino de regreso a casa con Alois en brazos y Hannah detrás de él.

Llegaron a la mansión y los demás sirvientes se encargaron de llevar y darle atención a Alois para evitar un problema. Claude y Hannah se cambiaron de ropa y se reunieron para ver la salud de Alois.

Mientras observaban al rubio, Claude hablo.

   -Gracias, por salvarlo.

Hannah levanto la vista y miro la espalda del mayor. –No debió dejarlo en primer lugar, fue suerte lo de hoy.

   -Lo sé, fui un tonto por dejarlo ahí, vulnerable, de nuevo. Por eso es que te agradezco demasiado lo de hoy.

    -Para usted él es muy importante, como guardiana de usted no podía dejar que nada malo le pasara al chico. Pero, también, usted debe darle oportunidad, Alois no es débil y se lo ha demostrado de muchas maneras posibles. Solo crea en él.

Dicho eso se retiró de la habitación dejando a los dos solos. Claude tomo la mano de Alois que ahora estaba cálida. Sonrió.

   -Tiene razón, tú no eres un niño y yo no soy nadie para decirte que puedes y que no. Tal vez me he vuelto un poco egoísta por querer que me recuerdes.

Se recostó a un lado, esa noche velo por su sueño como si fuera su guardián.

Unos meses después, Alois corría por el enorme jardín que la mansión de Claude tenia. Corría tratando de arrebatarle la pelota a Ciel. Habían estado así por un largo rato. Los mayores los observaban desde una terraza mientras bebían y hablaban. 

    -Parece que estuviéramos cuidando de niños-. Comento Claude. –Bueno, en mi caso, estos días Alois ha estado imparable. A veces me da la preocupación de que se lastime la pierna jugando y haciendo deportes bruscos.

   -Déjalo ser, es su esencia, no como Ciel, parece que convivo con un sociópata a veces. Cuando ve a Alois es cuando le cambia el ánimo.

Claude el dio razón en eso. –A veces me da miedo que vuelva a ese mundo peligroso al que dice pertenecer. No soy roca, también siento.

   -¿Tú crees que yo no tengo ese pensamiento también? Me siento inútil en esos casos pero, que más hago-. Dijo Sebastian resignado.

Seguían observando. Ciel pidió tiempo para descansar y Alois estuvo de acuerdo.

    -Para haberte recuperado de una pierna, no se siente como si la hubieras mantenido inestable durante un tiempo-. Dijo Ciel agotado y con sudor corriendo por su frente.

Alois rio. –Tú sabes que el deporte es lo mío, además, mi pierna está mucho mejor que nunca.

   -Ya, deja de halagarte a ti mismo.  Hablando de recuperación, ¿Cómo va tu memoria?

El rubio se volteo a mirar a otro lado haciéndose el desatendido. Ciel entrecerró sus ojos sospechando de su amigo.

   -Oye, ¿no me digas que tu…?-. Fue interrumpido por la mirada de Alois.

   -Sí, ya recuerdo a Claude, no mucho, pero un poco. Solo que, no recuerdo mucho de ese accidente del que hablan a veces. Pero, viendo la manera en que ustedes me ven, pienso que tal vez no recordarlo sea lo mejor.

   -Alois.

   -No importa, con vivir el presente está bien, no quiero saber mucho de eso y no estoy interesado. Así dejemos las cosas, ¿de acuerdo?

Ciel asintió. Se comprendía a leguas que a Alois le daba miedo descubrir esa parte que su mente había bloqueado por su seguridad. No se esforzaría en recordar pues las cosas vendrían una por una como la mayoría de sus recuerdos. Mantenía en secreto los pocos recuerdos obtenidos, no quería mortificar a Claude con algo como eso. A su tiempo le diría.

Tiempo, la palabra clave para llevar a cabo la paciencia y tranquilidad. Eso quería a por ahora el rubio. Algún día volvería a su vida de antes pero, por ahora trataría de disfrutar el estar al lado de Claude.

Regresaron a donde estaban los dos pelinegros. Ciel se sentó a un lado de Sebastian tratando de mantener distancia porque este casi siempre lo molestaba haciéndolo avergonzarse.

Claude sintió como Alois se acurrucaba en su pecho abrazándolo por la cintura.

   -Claude es muy suave-. Dijo riendo bajito a lo que el pelinegro se sonrojo un poco, raro en él. –Te quiero, lamento si es lo único que puedo decir por ahora-. Dijo susurrando para que solo ellos dos escucharan.

Claude lo miro con comprensión, acaricio su cabello y susurro. –Daré tiempo al tiempo.

Los dos sonrieron tiernamente. Sebastian y Ciel miraban la escena descolocados, normalmente para ellos esos dos eran un poco distanciados, no tanto como ellos, pero era raro verlos así.

 Esa tarde disfrutaron la tranquilidad que les brindaba el tiempo y la vida.

 

 

Tiempo…

Notas finales:

Nooo!!! no quiero irme!! (se va a llorar a una esquina) 

Quiero decirles que me diverti mucho escribiendo esta historia n.n Les agradezco a todos aquellos que comentaron y leyeron este fic. No saben lo feliz que me hace que me hayan seguido hasta el final. Sin su apoyo no hubiera llegado hasta aqui u.u Gracias!! En serio muchas gracias!!!

Lamentablemente no haré segunda parte debido a que lo pensé mucho y el resultado fue que seria inecesaria otra segunda parte. Lo siento, lo pensé tanto en serio :'v Mi mente me dijo "si haces segunda parte todo lo que se escribió en la primera parte pierde su escencia". He hecho lo mismo con otros fics donde digo "No, hasta aqui, no necesito alargar mas las historias para que me salga un resultado que nada que ver con la historia original". Cuando haga segundas partes es entonces por que la historia me salió muy larga y no quiero abrumarles con sesenta capitulos de 4000 palabras cada uno xD. Asi que, por favor, perdonen y acepto chanclazos >.<!!

Los extrañare pero, nos veremos en otros fics, aun falta la historia especial de Alois y Claude, asi que no hay que ponerse tristes. Los veremos de nuevo a estos cuatro juntos.  

Bueno, me despido de nuevo, nos mevos luego. Adios, los quiere Jenny Yi Na n.n7

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).