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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Los personajes pertenecen a Yana Toboso.

Primer dia de trabajo - Parte 2

 

Ciel esquivo la bala rápidamente al igual que Jonathan. Pronto el lugar se vio concurrido de disparos por parte de los guardianes de Jonathan. Ciel solo pudo correr rápido protegiendo a toda costa a Sebastian, se ocultaron detrás de una mesa la cual el chico volteo para utilizarla como barrera. Disparaba cada vez que podía y las veces que había apuntado atinaba, de los diez guardianes había solo cinco. Jonathan se ocultaba detrás de su sillón, no dejaría que el mocoso lo matara y menos sin antes realizar su cometido.

Las balas se le acabaron al peli azul, eso era un problema, las balas las había dejado en el auto.

   -¿Qué hacemos ahora?-. Pregunto Sebastian algo preocupado por lo que había sucedido.

   -Tendremos que idear como salir de aquí. Será difícil puesto que ya no tengo balas. Tenemos que salir de aquí, correr al auto y arrancar lo más rápido.

Miro a sus lados buscando algo que lo ayudara. Atrás de Sebastian de encontraba un mueble de bajillas.

   -Por favor puede sacar lo haya en ese mueble-. Señalo Ciel los cajones del mueble.

Sebastian solo le hizo caso al chico, pues que más le quedaba si quería vivir. Abrió los cajones, nada, no había nada útil que el chico pudiera usar, solo platos y cubiertos.

Ciel se acercó a ver los cajones, tomo unos cuchillos de plata que se encontraban ahí. Sebastian estaba preguntándose qué haría con eso. Ciel se posicionó detrás de la mesa y como experto lanzo los cuchillos en dirección a los hombres que quedaban. Tal vez los cuchillos no mataban pero lograba herirlos lo suficiente para salir del lugar.

    -Es nuestra oportunidad, ¡vamos!-. Dijo Ciel tomando del brazo a Sebastian.

Salieron corriendo a toda prisa. Jonathan noto eso, se levantó enojado de donde estaba.

    -¡¿Qué esperan inútiles?! ¡Muévanse! ¡Se escapan!-. Grito mientras salía apresurado detrás de los otros dos.

Al llegar al auto subieron y arrancaron. El que manejaba era Ciel ahora, se notaba que tenía experiencia en huidas de auto.

   -No podemos quedarnos en esta zona, ese maldito nos seguirá hasta el fin del mundo si es necesario-. Dijo Ciel mirando por el retrovisor de vez en cuando para ver si no los perseguían.

Jonathan subió a su auto y tres hombres se subieron con él. El mismo se encargó de manejar, no había tiempo que perder.

Los rechinidos que el auto hacia al dar vueltas a alta velocidad se escuchaban por las calles de Londres. Sebastian miro hacia detrás, noto que Jonathan los seguían a toda velocidad, tan rápido los había alcanzado.

   -Ahí viene, nunca se rinde ese hombre-. Dijo Sebastian tranquilo.

   -¿Cree que no lo sé? Conozco a ese mal nacido desde hace años-. Ciel piso el acelerador aumentando la velocidad a 100 kilómetros por hora. Una velocidad algo peligrosa si se trataba de una ciudad con calles algo reducidas.

   -¿Conociste a Jonathan?-. Pregunto Sebastian.

   -Larga historia y prohibido preguntar, recuérdelo.

Sebastian se calló mejor, luego le sacaría la sopa.

   -Disparen-. Ordeno Jonathan mientras manejaba y aumentaba la velocidad.

Los hombres le hicieron caso y en seguida sacaron sus armas para disparar. Las personas que pasaban por las calles se asustaban por la escena que pronto se convirtió en una persecución parecida a la de una película.

   -Tsk-. Chasqueo Ciel al ver las armas apuntándole al auto. -¿Tiene blindaje este auto?-. Pregunto sin apartar su mirada del camino.

   -No, el blindado se quedó en casa-. Respondió Sebastian sereno.

Ciel lo miro por unos segundo molesto. -¡¿Por qué carajos no lo usa?! ¡Si sabe que está en estas situaciones a cada momento! ¡Este hombre! ¡Si nos matan es su culpa!

“Es hora de hacer las cosas difíciles” pensó Ciel. Al verse vulnerable en ese auto ideo su táctica nunca fallida en casos así. Giro por cada calle que se le atravesaba. Esto causaba que Sebastian se mareara un poco por las bruscas e inesperadas vueltas que el chico daba.

Jonathan no se quedaba atrás, sabia conducir perfectamente. Los autos dejaban polvo en el aire y el sonido chillante de las ruedas que parecían que iban a estallar en cada momento. Los hombres dispararon cuando se encontraron en una calle más grande. Era una gran persecución.

Ciel sonreía ahora, quizá porque lo disfrutaba tanto al igual Jonathan.

   -Ya verás mocoso-. Sacó su pistola y se unió al tiroteo con sus hombres.

   -¿Con que quieres jugar rudo eh? Ya veremos eso-. Ciel tomo su pistola sin apartar la vista del camino, saco el cartucho vacio para después entregarle el arma a Sebastian. -¿Sabe disparar?

   -Algo, hace mucho que no tomo una pistola.

   -Póngale las balas y después vuelva a poner el cartucho en su lugar. Dispare cuando yo le diga.

Sebastian tomo el arma preguntándose qué hacer. Ciel le dio la caja de balas. El mayor la tomo y de ella saco cinco para después introducirlas en el cartucho, lo acomodo y ahora la pistola estaba cargada.

   -¿está listo?-. Pregunto Ciel sin dejar de mirar el camino.

Sebastian asintió dudoso de lo que vendría después. Balas chocaron con la ventana trasera, el auto pronto se llenaba de orificios y golpes por donde pasaban las balas. Una se estrelló en el asiento donde Ciel iba. El chico se puso alerta ante esto, decidió que era hora de ejecutar su plan.

   -¡Bien! Yo girare por la siguiente calle, usted dispare cuando le diga-. Ciel piso el acelerador y sin decir giro el auto a una calle más angosta que las demás, un callejón. -¡Dispare!

Sebastian sujeto el arma y, como si los segundos y el mundo se hubieran decidido en ir en cámara lenta, apunto a donde sus agresores venían y jalo el gatillo. La bala le pego a uno de los atacantes en el brazo, fue suerte.

Sebastian se sentía orgulloso de haber dado a la primera, sin notarlo el chico le quito el arma. –No se emocione, el arma es mía, de aquí en adelante yo me encargo. 

Otro golpe se escuchó por detrás, Jonathan le había disparado a uno de los neumáticos pero no causo un gran daño pero aun así le preocupo a Ciel en sobremanera.

De una manera llegaron a la bahía. El auto negro seguía a toda velocidad, Jonathan por su parte tomo un atajo para  intersectar al chico. Ciel miro por el retrovisor y al parecer ya no lo seguían, o eso pensaba. Al frente un auto blanco a toda velocidad se le cruzo en su camino.

   -Ese mal nacido-. Se quejó Ciel al ver que el auto venía con la intención de golpearlos por enfrente.

Jonathan en seguida ordeno a sus hombres que dispararan. Los dos que le quedaban no dudaron.

De nuevo el tiroteo comenzó. Ciel como un maestro en la conducción movió los cambios del auto, piso el freno abruptamente, giro el auto para volver por donde vinieron. En esa vuelta saco su revólver y disparo a los otros dos que desde hacía rato le estaban colmando la paciencia.

Los agresores cayeron en el auto y Jonathan enfurecido por perder así de fácil contra el “mocoso” acelero con más fuerza. Si Ciel jugaba así él también podía hacerlo, con su arma apunto de nuevo al neumático trasero. Esta vez sí logro hacerle el daño esperado. Ciel noto esto y su frustración aumento. A ese paso podrían sufrir un choque o morir en manos de ese tonto, pero no se lo dejaría fácil. Se le ocurrió una idea algo loca.

   -¿Sabe qué?-. Le dijo a Sebastian.

   -¿Qué?

   -Vamos a tener que mojarnos por hoy.

   -¿Eh?-. No sabía que tenía planeado el chico pero al ver que se dirigía a toda prisa al mar se asustó un poco. -¿Qué rayos crees que vas a hacer?

   -Sujétese fuerte-. Era lo único que podía decir puesto que no sabía si su locura funcionaria.

Sin detenerse el auto salto del muelle al mar dejando a Jonathan atrás sorprendido por el acto que los otros dos habían tomado. El carro cayó al agua y se sumergió más rápido de lo esperado en el profundo mar. El auto blanco freno fuertemente para evitar caer de la misma forma. Jonathan bajo de su auto y miro hacia el mar.

   -¿Qué rayos pensaron esos dos idiotas?-. Se preguntó al no ver rastros del auto. Sonrió de medio lado al darse cuenta de que ya no tendría problemas, para él, Sebastian tal vez ya estaba muerto en estos momentos. Que el recordara el pelinegro no sabía nadar muy bien.

En el fondo del agua, Ciel salió del auto a como pudo pues el golpe le había dejado aturdido y más la oscuridad del agua. Busco por los lados para ver si Sebastian había salido. Nada. Reviso el auto y, el aún seguía ahí, inconsciente. Ciel nado hasta donde estaba el pelinegro. Lo saco lo más rápido del agua para que tomara un poco de aire. Así, con peso extra nado hasta la orilla.

Llegaron por fin a la playa, donde personas que estaban pasando la tarde en el lugar habían presenciado toda la escena del auto sumergiéndose en el agua. Ninguno se acercó a ayudar a los dos hombres pero seguían atentos a ver que sucedía. El peli azul arrastro el cuerpo pesado del otro dejándolo en un lugar donde el agua no lo alcanzara, exhausto se dejó caer de rodillas en el suelo.

   -Oye, despierta. Ya estamos a salvo-. Dijo jadeante por el cansancio.

Al no recibir respuesta se alarmo un poco. Se acercó a checar si aún respiraba, no lo hacía. Rápido quito la corbata y el saco que Sebastian traía para poder dejarlo pasar aire más fácil. Puso en acción el rcp como primeros auxilios en casos así. Más fuerte lo realizo porque el hombre no respondía.

   -Levántate maldito, respira-. Dijo esforzándose más.

Como otra alternativa le dio respiración de boca a boca repetidas veces para que despertara. Ya cansado le dio un golpe fuerte en el pecho. Por milagro o suerte Sebastian despertó tosiendo toda el agua que había tragado. Ciel se alivió un poco más al ver la reacción. Sebastian miro a su alrededor y noto que la gente lo miraba a él y a su guardaespaldas. Estaba a salvo en la playa.

   -¿Qué fue lo que sucedió?-. Pregunto al joven.

   -Casi muere y casi me mata a mí porque no despertaba. ¡Estuve dándole primeros auxilios durante casi cinco minutos!

Sebastian se sorprendió, no creyó que eso hubiera pasado. Con razón lo miraban las demás personas algo preocupadas. Miro al chico y le sonrió de una manera picara.

   -Entonces, ¿eso quiere decir que me diste respiración de boca a boca?

Ciel frunció el ceño en molestia. Agarro un puñado de arena y se lo lanzó al pelinegro al igual que le lanzo su saco del traje.

  

-¡¿Cómo puede estar pensando en eso ahora?! ¡Váyase al carajo!-. Se levantó y se fue enojado echando humos dejando solo a Sebastian en el lugar. -¡Todavía que lo salvo y sale con eso!-. Por dentro se sentía extraño por el comentario del mayor pero pensó que quizá estaba molesto, o tal vez no.

Sebastian se limitó solo a soltar una pequeña risa por la actitud inesperada de su guardaespaldas. –Parece que esto será divertido-. Dijo mientras se levantaba y se sacudía la arena. -¡Espérame! ¡No te puedes ir antes que tu jefe!-. Corrió hacia donde Ciel iba.

Las personas solo miraron como los otros dos se alejaban. Una chica rubia había presenciado la escena.

 

   -Qué casualidad, encontrarnos así de nuevo-. Dijo para después esparcirse en la multitud de la playa. 

Notas finales:

Como que las cosas estan empezando a surgir 7u7. Cuando escribi este capitulo se me subio la adrenalina de querer estar en el lugar para ver todo, lamentablemente solo me queda mi imaginacion. Accion habra de sobra en este fic, soy amante de ese genero n.n No se si poner drama en esta historia aun pero veremos como evoluciona la historia. Ya me pase asi que saludo a todos y gracias de nuevo por los comentarios n.n7 Nos vemos en el siguiente capitulo, Bye Bye!!

(Como uso las canciones para mi inspiracion, mencionare que para realizar este fic y el capitulo me inspire en: My songs know what you did in the dark  - Fall out boy)

Avance...

Estaba oculto bajo la mesa para evitar que lo viera, su pasos parecian alejarse. Eso lo calmo, decidio salir de su escondite. sintio una presencia detras de el.

   -Porque nos ocultamos?

Ciel se asusto levantandose por inercia pero como seguia abajo de la mesa se golpeo y cayo al suelo con el bote aun en brazos.

   -Que hace aqui?-. pregunto sabiendo la respuesta como quiera.


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