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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Los personajes son de Yana Toboso. Algunos son creacion mia. A disfrutar!

No me recuerdas, o si?

El chico paseaba con la mirada el enorme departamento. Era lujoso y se encontraba ubicado en una de las áreas más reconocidas de Londres. Hannah estaba parada en un extremo de la sala haciendo su guardia mientras Claude miraba aun atento a Alois buscando como un indicio o algo que lo llevara a saber más del chico. Alois aún seguía con su cubre bocas y gorra puestas por lo que le impedía a los otros ver completamente su rostro.

   -Bien, ¿Qué quiere saber de mí?-. Pregunto el rubio.

Claude se acomodó mejor en su sillón. –Me dijiste hace rato que eras lo que llaman un asesino personal, ¿Cómo es eso?

   -Bueno, es fácil de explicar. Por ejemplo, usted me pide que mate a alguien, a quien quiera, yo lo hare a cambio de que me de mi paga correspondiente. Yo me encargo de hacer mi trabajo limpiamente para no levantar sospechas y usted continua con su vida sin piedras en el camino.

   -¿También puedes trabajar como guardaespaldas?

   -Eso, también depende del dinero y de quien lo deba proteger, dígame ¿a usted lo tratan de matar repetidas veces me equivoco?

El pelinegro no dijo nada pero su silencio lo decía. –Soy una persona que trabaja en un negocio en el cual mi vida corre peligro todo el tiempo en donde sea. Por eso Hannah está a mi lado todo el tiempo, cuida de que nada me pase.

Alois miraba a Hannah de arriba abajo. –Ya veo, es buena pero le falta mucho aun.

    -¿Quieres cuidarme junto con ella?-. Pregunto Claude manteniendo su postura.

   -¿Yo? ¿No trataba de matarme hace unos momentos en medio de la calle? ¿Qué paso? ¿Le gustaron mis habilidades?-. Burlón le pregunto al mayor.

   -Si no quieres está bien, te iba a pagar más de lo que ganas pero bueno-. Decía con resignación fingida.

El menor se paró de inmediato de donde estaba sentado. -¿Cuándo empiezo?

Claude sonrió por su cometido. –Es cierto que trate de eliminarte por tratarme de matar pero vi que tus habilidades eran perfectas, cosa que me hizo cambiar de opinión.

   -Ya veo, en ese caso creo que hizo una elección perfecta.

Alois se quitó la gorra y el cubre bocas para dejar al descubierto su rostro. Su cabello rubio y sus ojos azules resaltaban, cosa que a Claude le llamo la atención.

   -Si voy a trabajar con usted creo que debería conocer mi identidad primero ¿no?-. Extendió su mano en modo de saludo. –Mi nombre es Alois Trancy, mercenario personal de tiempo y ahora asesino personal de Claude… ¿Cómo dijo que se llamaba?

   -Mi nombre es Claude Faustus, presidente de la compañía Faustus.

Los dos se saludaron de mano. Con eso cerraban su contrato de jefe y asesino personal.

 

   -Ahora si me hizo caso-. Comento Ciel mirando el interior del auto en el que viajaban.

   -Es el único que me quedo por ahora después de que “alguien”-. Hizo énfasis en esto último. –Lanzara el otro al mar-. Dijo mientras leía un periódico.

Ciel chasqueo la lengua. –Si claro, era eso o morir. Recuerde que Jonathan reventó una de las llantas traseras, si hubiéramos seguido así en este momento estaría en el hospital o bajo tierra.

   -Sí, sí, ya te escuche-. Con fastidio lo callo.

Unos minutos después el auto se detuvo frente a un gran edificio. El chofer bajo y le abrió la puerta a Sebastian deseándole un buen día. Ciel bajo después pero su vista se concentraba en el tamaño del edificio.

   -¿Qué hacemos aquí?-. Pregunto Ciel.

   -Estamos aquí para trabajar. Esta es mi empresa y tú me acompañaras la mayor parte del tiempo para evitar desgracias.

Ciel hizo un gesto de flojera. No le gustaba para nada estar encerrado todo el día en una oficina o un lugar cerrado, le gustaba ser libre. Ya que, no todo el tiempo se iba a tratar de perseguir y matar a maleantes. Los dos se adentraron al lugar. Subieron por el elevador hasta el último piso. Ciel se sentía asechado por muchas personas pues la verdad, un montón de empresarios se les habían unido en el camino. Al parecer eran acompañantes de Sebastian, cada uno con su respectivo puesto.

Al bajar del ascensor se sintió aliviado. Caminaron más al fondo encontrándose con una joven de unos 24 años de edad que vestía falda negra y zapatos de igual color, una camisa azul celeste y su cabello castaño recogido en una coleta, sus ojos azules como el cielo destacaban más por los anteojos que llevaba. Sonriente recibió a Sebastian. Ciel se preguntaba quién era, el tipo no se molestó en explicarle de las personas cercanas a él.

   -Buenos días señor Sebastian-. Dijo con una sonrisa.

   -Buenos días Rose. ¿Qué hay para hoy en la agenda?

   -Oh, la junta programada para las tres fue cancelada debido a que el socio árabe sufrió un retraso en su viaje así que quedó pospuesta para mañana a las cinco de la tarde. Además también…-. Se detuvo al ver que Ciel permanecía firme parado detrás de Sebastian como su sombra. -¿Quién es el señor?

Sebastian volteo a ver al chico y sonrió. –El Rose, es Ciel Phantomhive, mi nuevo guardaespaldas. Permanecerá a mi lado de ahora en adelante, así que no te preocupes por él, habla como si no estuviera.

   -Ah, ya veo-. Dijo Rose aliviada. –Hola, mi nombre es Rose Frederick, es un gusto. Soy la secretaria del señor Sebastian.

   -El gusto es mío-. Dijo Ciel amablemente. –De ahora en delante cuidare del señor y de ti si es posible y necesario.

Sebastian no pudo evitar poner su rostro serio, mientras que Rose sonreía un poco sonrojada. Los tres prosiguieron a comenzar su día con el trabajo.

 Eran las 2:30 de la tarde y Ciel ya estaba más muerto de aburrimiento que nada. Se había salido un momento de la oficina de Sebastian para estirar sus piernas un poco. Estar parado casi medio día no era bueno para sus músculos. Fue a la cafetería de la empresa por algo de beber y comer, total, ya era hora de comer.

En el baño de mujeres, Rose se lavaba sus manos sin prisa hasta que otras mujeres de la empresa se acercaron a lavarse y retocarse también. Una era pelirroja y otra rubia. La rubia hablo mientras se retocaba viéndose al espejo.

   -¿Sabes lo que dicen del señor Sebastian?

   -¿Qué es? Hablan tanto que ya ni sé que pensar-. Contesto la pelirroja mientras imitaba a su amiga.

   -Bueno, andan comentando que hace poco se metió con una prostituta de nuevo.

Rose dejo de lavarse cuando escuchó el comentario. Fingió seguir lavándose para escuchar más.

   -¿En serio? Bueno, eso no es nuevo ya que hace lo mismo con la mayoría de todas aquí. Por eso, que no se te haga raro que “algunas” alcancen un ascenso rápido-. Enfatizo la pelirroja mirando con disgusto a Rose.

La directa le hizo sentir mal pero ella sabía que no era cierto nada de lo que le dijeran.

   -Sí, tienes razón. Unas peleamos por conseguir un puesto decente mientras que otras brincan de cama en cama para poder sobrevivir y obtener lo que quieren. Ten cuidado porque hay muchas que juegan a ser santas.

Fue la gota que derramó el vaso. Rose les lanzo agua en la cara en señal de molestia.

   -Yo no ando de ofrecida como otras. Lo que he ganado y obtenido ha sido por mi propio esfuerzo. No necesito de mi cuerpo para aprovecharme de las cosas.

Las dos chicas acorralaron molestas poco a poco a Rose, causándole a esta un poco de miedo y arrepentimiento por lo que hizo.

Ciel salía de la fila al fin con su sándwich y un jugo de manzana como almuerzo. –Al fin recarga para mi cuerpo.

Se disponía a irse a sentar cuando unos gritos le llamaron la atención, y no fue el único notando eso. Todos los que estaban comiendo voltearon y prestaron atención al pleito que se armaba afuera de los baños de mujeres. El chico abrió sus ojos, quien estaba en medio de esa pelea era Rose, contra dos chicas que lucían de mal aspecto, quizá porque la joven secretaria les había dado una buena paliza.

La pelea comenzaba a salirse de control. Todos los trabajadores hablaban pero no hacían nada para detener la pelea. La rubia sujeto a Rose por detrás mientras que la pelirroja se encargó de golpearla. Eso era jugar sucio, pensaba Ciel. ¡Eran dos contra una! No aguanto ver más eso, dejo su comida a un lado para calmar la pelea.

   -¡Maldita! Vas a pagar lo que nos hiciste-. Grito la rubia.

   -¡Déjenme! ¡Ustedes son aquí las problemáticas! Yo solo hable con la verdad.

   -¡Ya me tienes harta! ¡Siempre metiéndote en nuestro camino! ¡Nadie de nosotras en la empresa te quiere! ¡Eres basura!-. Después de eso la pelirroja se quitó uno de sus zapatos de tacón. Su intención era golpearle en la cara a Rose con el tacón de punta.

La secretaria cerro sus ojos esperando el golpe, el zapato se abalanzó con fuerza. Se escuchó un quejido, pero no era de Rose. Todos miraban pasmados lo que había sucedido, la pelirroja alejo el zapato rápido. Ciel recibió el impacto en su clavícula al tratar de defender y proteger a Rose.

El joven le tomo menos importancia. –Rose ¿estás bien?-. Pregunto Ciel con un gesto de molestia en su rostro.

Rose asintió. La rubia, quien aún sujetaba a la secretaria, noto la molestia en el rostro de Ciel por lo que prefirió soltarla. El peli azul miro a Rose buscando alguna herida necesaria de atender pero no encontró nada grave más que simples rasguños y pequeños golpes en brazos y piernas. En cambio Rose mantenía atenta su vista en el lugar que Ciel fue herido, la sangre de la herida manchaba la camisa blanca.

   -Necesitas ir a la enfermería-. Dijo preocupada por él.

   -Estaré bien. Mientras tanto, estas chicas deberán disculparse contigo por lo que trataron de hacerte. Desconozco el porqué de la pelea pero, lo que trataron de hacerle es algo imperdonable. “Damas” golpeando como hombres a una señorita, que vergüenza-. Dijo con un deje de asco a las dos empleadas.

Las dos bajaron la cabeza ante la acusación de Ciel. En ese mismo momento Sebastian hizo su aparición en la escena. Había presenciado de principio a fin el intento de herir a Rose. Todos los trabajadores retrocedieron unos pasos hacia atrás para darle paso al presidente de esa empresa. Las dos mujeres se sentían con miedo pues la mirada acusadora de Sebastian hacia ellas no era muy cálida que digamos.

   -Están despedidas-. Dijo sin más.

   -¿Qué?-. Dijeron al mismo tiempo las dos mujeres.

   -Como oyeron, fuera de mi empresa. No tolero ningún tipo de comportamientos agresivos y ofensivos en este lugar. Si quieren comportarse como gatas callejeras háganlo en donde es aceptado, en la calle.

Las dos miraron acusadoramente a Rose, quien aún seguía protegida por Ciel en caso de que ellas quisieran hacerle daño. Sin reproches ni nada salieron. Sebastian las siguió con la mirada hasta que desaparecieron de su vista.  Ciel y Rose pudieron respirar tranquilos.

   -¡Todos regresen a su labor!-. Dijo Sebastian volviendo a poner el orden en la cafetería.

Los trabajadores se dispersaron olvidando lo sucedido hacia unos momentos.

   -Debes tener cuidado de ahora en adelante. Si sabes que no podrás con el problema mejor pide ayuda o ignóralo por el momento-. Dijo Ciel levantando el ánimo a Rose.

   -Tienes razón, no sé en qué estaba pensando. Es que, ellas dijeron que…-. Fue interrumpida por Sebastian.

   -Es que nada, si tú sabes que no es cierto con eso basta. Lo que digan sobre mi déjalo a parte, eso lo resolveré yo. Sabes que estuviste a punto de salir mal en esto ¿verdad?

   -Sí señor, lo lamento. Fue mi error, tiene razón-. Con la cabeza gacha pidió disculpas, las cuales Sebastian no negó.

El pelinegro noto que Ciel se sujetaba un lado de su cuello y hacia uno que otro pequeño gesto de molestia. Sin avisarle le quito la mano del lugar encontrándose con una mancha de sangre en la camisa.

   -¿Qué te sucedió?-. Pregunto preocupado al menor.

   -Lo hirieron cuando trato de protegerme. Fue mi culpa que le haya pasado eso-. Dijo culpable Rose.

Ciel negó con la cabeza. –No, yo sabía que esto pasaría y aun así me interpuse. No es nada grave, solo me iré a desinfectar y me pondré una gasa y como nuevo-. Sonrió algo débil.

   -¡Eso no es verdad! Esta sangrando demasiado-. Dijo Sebastian contradiciendo a Ciel.

El chico solo pensaba que estaba exagerando al preocuparse así, cosas peores le habían sucedido, por lo que eso no era nada. Sin notarlo, ya estaba siendo arrastrado por Sebastian de su brazo de camino a la enfermería.

   -¡Oye! Estoy bien, déjame. Yo me se curar-. Trataba en vano Ciel de zafarse del agarre.

Una persona con lentes oscuros se encontraba en una esquina observando los movimientos de los dos hombres. Con su celular daba a conocer lo que hacían a su jefe.

   -En estos momentos el guardaespaldas fue herido al proteger a la secretaria del señor Sebastian-. Dijo sin perder de vista a los dos.

   -Bien, gracias por informarme. Avísame si algo mas sucede, necesitamos conocer cada paso que den para poder desarrollar el plan.

La llamada finalizo y el espía volvió a su trabajo. Del otro lado, Jonathan pensaba en una forma de terminar con sus enemigos de una vez por todas. En una de sus manos sujetaba las fotos de Sebastian y Claude.

   -Me van a pagar todo lo que me han hecho con su sangre-. Arrugo las dos fotografías hasta hacerlas bolitas de papel.

Frente a él se encontraba un cuadro con la imagen de Ciel en el. Rio de un lado con malicia mientras la veía. –Tú también pagarás Cielito lindo. Me debes tantas cosas y una de ellas es ¡Tu abandono!-. Se levantó de su silla y disparo directo a la cabeza de Ciel dejando ver un enorme agujero.

 

En la enfermería, Ciel estaba impaciente. Entre más decía que estaba bien más le trataban de curar.

   -Ya estoy bien, no me duele si usted deja de presionar con tanta fuerza la herida-. Decía el chico fastidiado.

   -Calla, solo pondré la gasa y todo estará bien-. Decía la enfermera dando pequeños golpecitos con un algodón con desinfectante.

Un mensaje le llego a la mujer avisándole que alguien estaba mal en uno de los sectores de la empresa. –Voy para allá-. Dijo colgando. – Bien, creo que tendrás que ponerte solo la gasa, yo me retiro, al parecer alguien se cayó de las escaleras y se fracturo la espalda.

Ciel asintió. La mujer salió con su botiquín de la habitación dejando a Ciel solo, con Sebastian quien todo el rato había estado callado en un rincón.

   -¿Hasta cuándo vas a parecer un muñeco? Solo miras y no opinas o algo-. Comento Ciel tomando un pedazo de la gasa para ponérsela.

Su mano fue detenida por la de Sebastian. Eso desconcertó al peli azul. -¿Qué haces? ¿No ves que trato de ponerme el vendaje?

   -Yo lo hare-. Dijo el pelinegro tomando lo necesario para cubrir la herida.

   -Oye, yo tengo mis propias manos y puedo ponerme una simple tela en la piel.

Al parecer Sebastian no le hacia el más mínimo caso a sus quejas. De repente sintió extraño tener una de las manos del otro sobre su hombro para ponerle la gasa. Con cuidado pego la venda sobre la herida procurando no lastimar al chico. El procedimiento fue rápido pero aun veía el lugar de la herida con atención, bajo su mirada observando la poca piel expuesta pues la camisa solo dejaba ver su hombro derecho, lugar por donde recibió el golpe. En ese pequeño pedazo se encontraban múltiples heridas, pequeñas pero lo suficientemente visibles para el ojo humano. Sin pensar acaricio con su mano una de las heridas más notoria de todas.

Ciel se alarmo por el acto que se alejó. -¿Qué hace?-. Dijo cubriéndose su hombro y abrochando su camisa de nuevo.

   -Solo veo que tu cuerpo como tu han sufrido mucho y por ende tienen cicatrices difíciles de desvanecer.

El peli azul se quedó extrañado por el comentario de Sebastian. –Es parte de mi trabajo, me hiero múltiples veces que a veces ni lo noto o siento.

   -¿Me dejarías curarte?-. Dijo serio el mayor.

   -¿Curar qué? Ni que me lastimara de nuevo.

   -Estando conmigo saldrás peor de lo que has sufrido en toda tu vida.

   -Usted no sabe lo que yo he vivido.

Ciel se dispuso a irse de la habitación ya que la actitud de Sebastian le estaba poniendo nervioso. Cuando iba de camino a la puerta sintió un jalón de su mano. Sebastian lo sujeto antes de que saliera para no dejarlo ir aun. Lo atrajo hacia sí y lo miro cara a cara. El menor se sorprendió por el cambio del pelinegro.

    -Dime ¿no me recuerdas bien aún?-. Dijo acercando su rostro.

   -¿De qué habla? Yo no sé qué tengo que recordar bien de usted.

Se acercó más hasta quedar a solo milímetros. -¿De verdad no me recuerdas o solo te haces el tonto y finges hacerlo?

Esta situación incomodaba a Ciel en extremo ¿Por qué se sentía así? Quizá porque el otro casi parecía que le quería dar un beso, sus mejillas se sonrojaron un poco por el acercamiento tan cercano. Sebastian se aproximó más hasta casi rozar sus labios. Cuando realizaría su cometido, la perilla de la puerta comenzó a moverse. Eso asusto a Ciel y Sebastian parecía no hacer nada.

 

   -Lamento la tardanza, la persona solo cayo desde de un esca… ¿Qué sucede aquí?-. Pregunto la enfermera mirando extrañada la situación.

Notas finales:

Hola a todos! lamento si hay un errorsillo por ahi, la verdad es que no me dio ni chance de darle una repasada. Creo que la parte del final no tiene nada que ver pero aun asi me emocione escribiendolo, ya que no soy muy romantica xD. Tambien queria decirles que tengo una pagina en Facebook que apenas le voy a dar uso despues de años en donde dare a conocer mis proyectos presentes y futuros y comentare cosas que aqui no. por si les interesa aqui esta My Stories, como dije, esta solitaria porque apenas le dare uso n.n

Eso es todo por ahora, nos vemos luego!! n.n7

Avance...

   -Somos perros ahora, que te parece?-. Dijo Alois mientras bebia un poco de su cerveza.

   -Si, pero al menos tu amo no esta tratando de darte indirectas de que le interesas-. comento Ciel bebiendo tambien.

Alois lo miro confundido. -A que te refieres con inderectas de que le interesas?

Ciel hizo una mueca de asco de solo pensar en eso. El amor no era para el.


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