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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Hola!! Ya volvi con otro cap y mucho mas largo para que se entretengan :D!! Ya que Xio dijo que le gustaria leer mas, bueno aqui esta hecho realidad el deseo n.n7 

Nota: Jonthan tine cabello blanco (lacio) y ojos azules y piel blanca. Se me habia pasado describirlo, aqui en este cap lo hago pero mejor darles un adelanto. 

Nota 2: No es mal vista la relacion homosexual (ni entre mujeres) en este mundo. (Notita rapida tambien pasada de explicar n.n)

A leer!!

Capítulo 6…

 

La noche cayo en la gran ciudad de Londres, el frio comenzaba a sentirse más que antes y las calles se alumbraban con las lámparas que recién se encendían. Dos jóvenes, uno de cabello azulado y otra de cabello rubio, merodeaban por las calles después de casi una hora de andar a pie sin un rumbo fijo, o tal vez si lo tenían pero se perdían o iban despacio. Ciel de vez en cuando se sobaba el parche sobre el ojo, Elizabeth lo había notado desde hace rato atrás.

   -¿Te duele?-. Pregunto un poco preocupada.

Ciel asintió. –Cuando hace frio, me duele siempre, esta vez es más fuerte. Tal vez porque estamos al aire libre sin abrigo.

Elizabeth suspiro cansada. -¿Dónde rayos queda la casa de tu jefe? ¿En un valle? Está muy lejos y creo que apenas y llevamos caminando la mitad de la mitad.

   -Está del otro lado de la ciudad.

   -¿Sabes qué? Vamos a tomar un taxi, que el pague cuando lleguemos. ¿Dónde está tu celular?

   -En mi bolsillo derecho-. Señalo el bolsillo en su pantalón.

Elizabeth lo saco pero se llevó la grata sorpresa de que este estaba estrellado completamente de la pantalla.  Lo miro algo incrédula, Ciel al verlo tampoco podía creerlo.

   -Supongo que se rompió cuando caí al suelo sobre el-. Dijo sonriendo nerviosamente.

Elizabeth lo lanzo a la calle justamente cuando un auto pasaba por ahí, al caer, el auto lo hizo en mil pedazos. Ciel con la boca abierta miro a su amiga por la acción que había hecho.

   -Tu… ¿Por qué lo hiciste? ¿Sabes cuánto me costó conseguirlo? ¡Trabaje dos meses sin parar! ¡Era de última generación!

   -Ay que niña, puedes comprarte otro luego. Por ahora nos queda buscar un taxi y pedirle a tu jefe que lo pague como te dije antes.

Ya no dejo que Ciel dijera o rezongara más, lo jalo para ir en camino de busca de un transporte.

 

Sebastian estaba que se lo llevaba el diablo. En su cabeza solo cabía una inmensa preocupación por el chico guardaespaldas. Tanaka, que todo el tiempo había permanecido a su lado, podía notar su preocupación.

   -Descuide señor, vera que el joven Ciel regresara con bien. Conociéndolo, volverá a salvo-. Decía Tanaka tratando de calmar un poco los nervios de Sebastian.

   -Sé que Ciel es capaz de volver a salvo, lo que me preocupa es que le hayan tendido una trampa. Conociendo a Jonathan, ese tipo es capaz de hacer cualquier cosa para derrumbarme y verme arrodillado frente a él.

Sebastian se levantó del sillón en donde estaba sentado para empezar a caminar en círculos alrededor de la gran sala. En ese justo momento entro Finny sonriendo.

   -Señor, el joven Ciel ha llegado. Esta afuera, dice que necesita que pague por el taxi-. Dijo Finny aliviado también de que le chico estuviera bien.

Sebastian sudo una gota al escuchar que el chico necesitaba que pagara su pasaje. No le tomo mucha importancia puesto que lo único que quería en ese momento era saber si Ciel estaba bien. Sin decirle nada a nadie, salió de la sala casi corriendo para encontrarse con su subordinado.

Ciel estaba parado frente a la barda de la gran mansión tratando de retener al taxista para que esperara paciente, Lizzy estaba a su lado admirando la enorme mansión.

   -Vaya, sí que tu jefe es muy rico ¿debería pedir trabajo también?-. Dijo sonriéndole a Ciel quien en ese momento solo le dijo que hiciera lo que quisiera.

La puerta se abrió revelando al pelinegro. Sus ojos se posaron sobre Ciel en una mirada rápida en busca de heridas, nada, al parecer estaba bien. Salió a pagar la cuota del  taxi.  Ciel estaba cruzado de brazos mirando a un punto fijo de la calle. Sebastian termino y agradeció al chofer para luego marchar. Al perderse de vista el auto negro fijo su atención al peli azul. Suspiro con alivio al saber que él había regresado con bien, tal y como dijo Tanaka.

   -No sabes cómo me preocupe por ti ¿Por qué te quedaste ahí solo? Pudiste subir y huir conmigo del peligro-. Pregunto tratando de comprender la acción del chico.

Ciel volteo para mirar a Sebastian a los ojos. –Lo siento, pero mi prioridad era salvarlo a usted, no ponerlo más en peligro. Si me hubiera subido al mismo auto, había la posibilidad de que nos persiguieran a los dos como la vez pasada. Lamento si le preocupe, pero solo soy un guardia que cuida con su propia vida.

Sebastian negó con la cabeza. –Tú no eres cualquier cosa, eres IMPORTANTE para mí. Espero entiendas eso. En el futuro ten más cuidado y protege tu vida también, es una orden-. Pidió serio.

Sin razón alguna, sintió que su rostro se calentaba un poco. No hacía calor, eso era muy obvio, ¿Tal vez le empezaba a surgir la fiebre por haber andado sin suéter en el frio? Sí, eso era, según él. Cerró sus ojos y prefirió entrar a la casa. Sebastian por suerte no había notado el leve sonrojo de Ciel, se dispuso a entrar también pero unos pasos lo interrumpieron.  A su lado se encontraba una chica rubia de ojos verdes con una gabardina roja hasta las rodillas. El pelinegro la miro extrañado.

   -¿Se le ofrece algo?-. Pregunto a la chica amablemente.

Ella negó. –Solo quería decirle que sin mí, Ciel estaría muerto en estos momentos. Soy Elizabeth Midford, experta en combate con arma blanca, en especial con las espadas.

Sebastian enarco una ceja hacia un lado. Lizzy sonrió un poco maliciosa.

   -También soy, la novia de Ciel-. Lo último lo dijo de una manera demasiado natural.

El pelinegro abrió los ojos en sorpresa. ¿Había escuchado o bien o fue su imaginación? ¿Ella era novia del chico? No, eso era prácticamente imposible, todo el tiempo que lo había observado nunca mostro un interés hacia las chicas, o tal vez si pero solo era atracción sin sentimientos. Trato de decir algo pero ella le gano.

   -¿Puedo pasar? Estuve vagando por casi todo un mes en busca de mi novio y ahora que al fin lo encuentro quiero estar con él aunque sea un par de días-. Dijo con una cara que denotaba lastima (falsa claro).

Sebastian quería decirle no pero su maldita caballerosidad y modales se lo impedían por completo. Se abofeteo mentalmente por lo que iba a hacer, realmente tener a la chica no le iba hacer ningún bien.

   -Claro, el tiempo que gustes-. Sonriendo dijo (falsamente también)

Lizzy sonrió victoriosa en su interior. Agradeció al hombre y entro seguida por él.

   -Veamos cómo reacciona este hombre-. Pensó Elizabeth para sí misma. Su estadía seria entretenida haciendo enojar al límite al jefe de su amigo.

 

La noche transcurrió tranquila, mas sin embargo Ciel no pudo dormir del todo por su punzante dolor en su ojo derecho, lugar el cual cubría con su parche de cuero negro. Se levantó con pesadez de la cama, camino al baño para tomar una ducha que lo refrescara y despertara por completo.

Elizabeth conversaba en la cocina con los sirvientes mientras los ayudaba a preparar el desayuno, el cual iba quedando excelente. Los tres sirvientes de la casa miraban asombrados como la “novia” de Ciel cocinaba con maestría.

   -¿Dónde aprendió a cocinar así?-. Pregunto Bard impresionado por el desayuno.

    -Cuando pasas años viajando a varias partes del mundo aprendes muchas cosas, entre ellas la gastronomía-. Dijo con una gran sonrisa adornando su rostro pálido.

En realidad, Lizzy era una mercenaria contratada de varia partes del mundo y como tal, le gustaba aprender las artes marciales y tácticas de pelea de cada lugar que visitaba. Por eso era difícil ver a sus amigos.

El desayuno estovo listo y en seguida Meyrin y Tanaka lo fueron a servir a su amo. Elizabeth tomo la porción que le correspondía a Ciel y se lo subió a la habitación. Toco repetidas veces la puerta para pedir permiso de entrar. Ciel desde el otro lado la dejo.

   -Buenos días Ciel ¿Cómo amaneciste?-. Pregunto animosa acercándose a una pequeña mesita que se encontraba en medio de la habitación para depositar la bandeja  platinada sobre ella.

   -Algo cansado, no dormí bien-. Dijo el mirándose al espejo y acomodando su corbata negra.

   -¿Y eso? ¿Tuviste dolor aun? ¿Tomaste el calmante?

   -Si pero parece que ya ni eso funciona. Como sea, con el baño caliente se me quito.

Se apartó del espejo para observarse. Ya listo se acercó al desayuno preparado por Elizabeth. Tomo un pan tostado con huevo y queso encima, dándole un gran mordisco. Se notaba que estaba completamente hambriento.

   -¿Y? ¿Qué tal?-. Pregunto Elizabeth esperando una respuesta positiva de su amigo.

Ciel no podía decir nada con su boca llena pero asintió y alzo su pulgar en alto dándole a entender que estaba rico.

Elizabeth soltó una pequeña risa. –Me alegra que te haya gustado.

   

   -¿Qué quién qué?-. Pregunto Sebastian bajando su taza y poniéndola sobre la mesa de nueva cuenta.

   -Si, como le dije, la señorita Elizabeth le entrego el desayuno al joven Ciel en su cuarto, en este momento están desayunando arriba-. Dijo Tanaka.

Sebastian cerró sus ojos. ¿Cuándo ese chico comería con el sin que algo suceda? Le dijo a Tanaka que se retirara y lo dejara solo, lo cual el mayordomo obedeció. ¿Qué hacían en esa habitación? No era propio de una dama que estuviera en el cuarto de un hombre, mucho menos si este era su pareja. Siguiendo sus instintos se levantó de su silla y camino a la planta alta con dirección al cuarto de Ciel.

Parado a un lado de la puerta se podía escuchar como los dos chicos reían de algo, le intrigaba saber que sucedía ahí dentro. Recargo más su oreja en la puerta de madera tratando de escuchar más. Tanaka había subido en busca de su amo, lo que vio lo dejo algo extrañado.

    -¿Señor? ¿Sucede algo?-. Pregunto sin comprender lo que Sebastian estaba haciendo, como si quisiera ser uno con la puerta.

   -Shh-. Pronuncio Sebastian con su dedo sobre sus labios pidiendo silencio al mayor. –Trato de descubrir que sucede ahí dentro-. Susurro para luego volver su atención a la plática de adentro que muy apenas y lograba entenderse un poco.

Tanaka suspiro sonriendo un poco por la actitud que su amo tenia, algo que muy curiosamente mostraba pocas veces. Dejo al pelinegro hacer su espionaje en paz para ir a realizar sus tareas como mayordomo.

   -Gracias Lizzy, el desayuno estuvo delicioso-. Dijo Ciel poniendo su plato de vuelta en la bandeja sobre la mesa.

Elizabeth sonrió ante el cumplido de su amigo. –Si quieres puedo cocinarte todo el tiempo que este aquí.

Ciel soltó una risilla por la petición de su amiga, la cual no negó. -¿Cuánto planeas quedarte?

   -Hasta que Jonathan desaparezca, máximo en un mes, si se puede en tres semanas.

   -¿Cómo supiste que estaba vivo?-. Pregunto curioso.

   -Desde hace unos días, por eso vine hasta acá. Ciel, ese tipo es peligroso, hará todo lo posible por matarte. Undertaker nos mandó para protegerte y acabar con él.

   -Espera, ¿dijiste nos mando? ¿Quién más está en esto?

   -Lau y Ran Mao-. Dijo seria.

Ciel frunció el cejo. -¿Por qué los mando a ustedes? Yo puedo cuidarme solo.

  -Oye, si fuera alguien más claro que nos reusamos a venir pero estamos hablando de Jonathan, ¿acaso ya olvidaste lo que te hizo?-. Dijo Elizabeth tratando de hacer entrar en razón a su amigo.

   -No, pero si nos ve a todos juntos será más difícil-. Ciel estaba preocupado porque algo les pasara a sus amigos.

   -¿Qué nos va a suceder? Si nosotros fuimos quienes te sacaron a salvo de ese lugar. Confía en nosotros, acepta la ayuda al menos, es mejor tenernos a nosotros por ahora a que estar solo.

   -No estoy solo, Alois también esta...-. Lizzy lo interrumpió.

   -Alois por ahora tiene que cuidar de ese jefe nuevo que tiene, dudo que te preste atención por ahora.

   -Tienes razón en eso.

Sebastian se separó despacio de esa puerta, su mirada denotaba furia pura. Por culpa de Jonathan, no pudo ver al chico por casi un año.

 

Flashback…

Todos los días iba en busca de ese chico peli azul, al cual había visto crecer por casi ya cuatro años. Siempre se ocultaba tras las sombras de ese lugar para verlo como espectador. Veía cada uno de sus entrenamientos cada vez que podía. Le gustaba ver el progreso de Ciel.

Algo andaba raro, todos los que entrenaban en ese lugar estaban pero por alguna razón su pequeño no estaba y así había sucedido por casi ya tres meses seguidos.

 

   -Quisiera saber dónde está Ninphedemious-. Pregunto al hombre encargado de esa arena un tanto autoritario, como pidiendo que se le diera una explicación razonable.

El hombre viejo le respondió ignorante ante lo que sucedía. –No lo sé, solo se fue un día con alguien más y ya no regreso.

   -¿Puedo saber con quién?

   -Quizás con el otro que pago una suma más grande por él.

A Sebastian no le gusto ese tipo de noticia, mucho menos la forma tan tranquila en la que el tipo le había dicho. Trono los dedos y dos de sus cinco guardaespaldas sujetaron al hombre, uno por cada extremo. Se acercó a él sin perder su postura superior.

   -¿Dónde está Ninphedemious y quien lo compro? Según yo recuerdo le dije que él era solo mío y de mi propiedad. ¡Yo le di la cantidad que usted me pidió! No voy a tolerar una traición, así que por su bien dígame la verdad.

El hombre se asustó un poco por la actitud que el pelinegro había tomado tan de repente. No le quedo más que obedecer si sabía lo que le convenía.

   -El…el la verdad hace tres meses salió de paseo con un tipo rico también, desde ese día nunca volvió y bueno, lo hemos estado buscando todo este tiempo pero no hay rastros aun de ellos-. Respondía nervioso.

   -¿Quién era ese hombre?

   -No lo sé, solo lo vi una vez pero no me dijo su nombre, creo que tenía contacto con Ninphedemious por que siempre se lo llevaba. Pero recuerdo que tenía cabello blanco y ojos azules y era más o menos de su edad-. Lo señalo a él.

No parecía muy convencido del relato del hombre, ordeno que lo soltaran, se estaba cansando de interrogar a alguien que ni siquiera tenía idea de que sucedía su alrededor.

Desde ese día dejo de ir al lugar hasta que le dieran una respuesta sobre el chico pero cada vez que llamaba para saber siempre le respondían con un “no”. El chico volvió un año después ya cumplido los quince años, se veía diferente, más alto, más delgado y más serio que antes. Siguió ocultándose en las sombras. Algo que cambio todo fue que el chico que había regresado, disparaba a las personas sin vacilar si se lo ordenaban, mataba o lastimaba si era necesario.

Habían educado mejor al chico de lo que pensaba. Desde que ese chico era suyo, mandaba regalos cada mes, y uno de ellos había sido el revólver, arma favorita que el chico utilizaba para sus trabajos.

Fin de flashback…

 

Ahora sabía que esa persona, encargada de cambiar a Ciel, había sido nada más y nada menos que Jonathan. De ahí lo conocía, esa historia larga, de la cual tenía prohibido preguntar, quizás era muy dolorosa para el menor.  Se alejó de ahí, bajo las escaleras pensando en que podría hacer para ganar más confianza en el chico y lograr que este le contara todo.

Frente a la empresa de Sebastian había un enorme charco de sangre, el cual estaba seco por haber permanecido al aire libre por mucho tiempo. Varios reporteros y policías estaban viendo la escena tratando de descubrir cómo había sucedido, quien la había dejado o quien era la víctima. Lo detectives tomaban pruebas de la sangre para estudiarla y encontrar más fácilmente al portador de esa inmensa cantidad de sangre.

   -¿No crees que Lizzy se pasó esta vez, Ran Mao?-. Pregunto un hombre que no aparentaba más de los veintiséis años, asiático de ojos rasgados, traía consigo un cigarrillo.

La chica a su lado asintió a la pregunta de su compañero.

Los dos estaban parados del otro lado de la calle observando desde lejos el trabajo de los detectives. Era extraño, pues se suponía que la noche anterior Elizabeth había dejado el cuerpo inerte de Armand en ese mismo lugar. Alguien se les había adelantado a la policía.

 

Jonathan veía como el cuerpo de su difunto subordinado era envuelto en una manta negra. Su rostro |no mostraba nada más, solo su fría mirada a lo que sucedía.

   -Asegúrese de tirar las cenizas en el mar por favor-. Dijo al encargado del crematorio antes de retirarse.

El viejo asintió con un rollo de billetes en sus manos.

Al salir del lugar y subir a su auto le pregunto a uno de sus escoltas. -¿Te encargaste de eliminar toda información de el?

   -Sí señor, elimine cada dato durante toda la noche-.  Respondió obediente y con respeto el chico de cabello castaño.

   -Ah, sería un problema si la policía se entera, echarían a perder nuestro plan. ¿Dejaste lo que te pedí?

   -Sí, supongo que en este momento lo han de haber descubierto-. Soltó el castaño confiado de su acción.

 

Sebastian entraba a su oficina seguido de Ciel por detrás y Rose. Como de costumbre se sentó en su sillón detrás de su escritorio para comenzar su trabajo de todos los días. Rose entregaba las carpetas llenas de papeles mientras Ciel se acomodaba en un rincón de la oficina. Terminado todo, Rose salió de la oficina dejando a los dos solos. El silencio era sepulcral e incómodo. Ciel solo miraba a un punto en el suelo esperando tal vez una orden de su jefe, Sebastian estaba concentrado en su trabajo pero de vez en cuando miraba de reojo al chico. Iba a decir algo pero unos toques en su puerta lo evitaron, contesto con un adelante un poco molesto con la persona que se atrevió a interrumpir. Por la puerta entro Rose con una enorme caja en sus manos.

   -¿Qué es eso?-. Pregunto Sebastian curioso por la enorme caja que la chica traía.

   -Esto es un paquete que le acaba de llegar. No dice quien lo envió, mire, traía este sobre también-. Dijo Rose haciendo un esfuerzo por sostener las dos cosas con sus manos.

Ciel la ayudo con la caja que de verdad pesaba, la chica no exageraba. Rose agradeció ante el gesto, seguido le entrego el sobre a Sebastian en sus manos.

   -Bien, gracias, puedes retirarte-. Dijo el haciéndole un ademan con su mano de que se retirara.

La secretaria obedeció y salió de la oficina para regresar a su trabajo. El empresario vio el sobre, no traía nada más que un solo “Para Sebastian y Ciel”. Algo raro, ¿Por qué iría dirigido a los dos?

   -Abre la caja por favor-. Ordeno a Ciel mientras el abría el sobre que por cierto era negro.

Ciel abría el paquete con cuidado de no dañar algo dentro de él. Sebastian leyó la carta que traía dentro.

   Sebastian Michaels y Ciel Phantomhive, por medio de esta carta les hago saber que me han dejado impresionado al terminar con uno de mis hombres de una manera tan simple. Me gustaría saber si a ustedes también les gustaría perder a alguien a cambio de lo que me hicieron. Sebastian, tienes algo que me pertenece así que, si no quieres salir perdiendo ¿Por qué no me devuelves a mi conejo? Ese chico que está a tu lado no te pertenece. Si sabes lo que te conviene, ven a la fiesta que ofreceré este sábado, ahí hablaremos de los detalles y creo que te daré información importante. Ven solo. Por mientras, reciban este regalo de parte de mí.

(Con sangre). Es una advertencia para ti Sebastian Michaels. ¡No te metas con lo que es mío ni en mis asuntos!

De parte de Jonathan Black…

Sebastian dejo caer la carta sobre su escritorio después de leer la advertencia escrita con sangre, eso no era bueno. Volteo a ver a Ciel para advertirle que no abriera el paquete. Tarde, Ciel termino de desenvolverlo justo en ese momento. Al ver el interior no pudo más que dar un grito leve y tirarse al suelo retrocediendo con cara de asco y susto.

Sebastian se levantó rápidamente para ver que era. No pudo evitar poner una cara de desagrado y cubrirse con su mano su boca y nariz. No le gustaba para nada lo visto.

Dentro de la caja había lo que parecía ser órganos internos y una cabeza de un niño igual a Ciel. ¿Ese tipo realmente era tan cruel como para hacerle eso a un inocente con tal de acabar con sus enemigos?

Sebastian levanto a Ciel del suelo y lo saco rápidamente de la oficina dando un fuerte portazo al salir. Rose se asustó un poco al oír el golpe. Vio la cara que los dos traían, algo no estaba bien. Se atrevió a acercarse y preguntar.

   -¿Qué sucede señor?-. Pregunto preocupada.

Sebastian miro molesto a la chica. -¡¿Quién trajo ese paquete aquí?! ¡Responde inmediatamente!

La chica se impresiono por la actitud de su jefe, nunca antes le había gritado de esa forma. Con la cabeza gacha y aun sin comprender lo que sucedía no tuvo más opción que responder. –Bueno, quien me entrego ese paquete era un cartero común, no vi nada extraño en él.

Sebastian no podía creer que alguien no se diera cuenta de lo venía en ese paquete. Iba a gritarle algo más a la mujer pero Ciel lo detuvo.

   -Déjela, si ella dice que no sabe está bien. No tiene la culpa, ella solo hizo su trabajo. Puedes retirarte por ahora Rose, por favor-. Pidió Ciel tranquilo pero en su voz aún se notaba la impresión y el desagrado, sin mencionar el susto que ese paquete le había provocado, era la peor cosa que había visto en su vida.

Sebastian solo ahogo su enojo y vio partir a la chica lejos de su vista. Ya más calmado pensó las cosas y Ciel tenía razón, la chica no tenía la culpa de nada, ¿ella cómo iba a saber que ese paquete traía el cuerpo de un muerto? Vio a Ciel por el rabillo del ojo, se miraba aun conmocionado por lo visto. Se acercó a él y poso su mano sobre su hombro, como el peli azul andaba en su mundo se sobresaltó al repentino tacto del mayor.

   -¿Estas bien?-. Pregunto Sebastian tranquilo para calmarlo.

Ciel asintió, recobro su mirada seria de siempre. - ¿Quién lo mando?-. Pregunto mirándolo a los ojos.

   -Fue, Jonathan. Era una amenaza dirigida a mí-. Su preocupación aumentaba de a poco ¿Qué relación había tenido con Jonathan como para que ese mafioso se pusiera así? Sea lo que sea debía descubrirlo, esto cada vez se ponía más extraño.

   -Ese tipo no se rinde, creo que debería matarlo de una buena vez ¿no cree? Usted ordene y yo lo hare de inmediato-. Decidido le propuso a su jefe.

Sebastian negó. –No, por ahora hay que mantenernos quietos y mirar sus movimientos. Eso es lo que quiere, provocarnos para que caigamos en su trampa.

El pelinegro estaba en lo cierto, no se podían arriesgar a fallar. Debían ser cuidadosos, el hecho de que el enemigo haya mandado una amenaza solo significaba que Jonathan estaba dispuesto a jugar hasta la muerte.

   -Quizás descubrió que acabamos con uno de sus subordinados-. Dijo Ciel en voz baja, algo que Michaels no pasó desapercibido.

   -¿Mataste a alguien ayer? ¿Al que te ataco?-. A eso se refería en la carta con “matar a uno de los suyos limpiamente”

   -No fui yo, fue Lizzy, tal vez por eso lo hizo. Debe estar totalmente enojado por ahora-. Sonrió malicioso. Le gustaba ver a sus enemigos enojarse por su culpa.

Ahora comprendía el porqué de la mancha gigante de sangre en frente de su empresa. Pensó que solo había sido por un asalto como todos decían. Ahí había muerto uno de los perros de su enemigo.

   -¿Qué hacemos con el cuerpo?-. Pregunto ahora acordándose del problema que eso ocasionaría.

   -Por ahora yo me  hare cargo de eso, no le diga ni mencione nada de esto a nadie. Podría llegar a oídos de la policía y lo menos que queremos es que esos malnacidos se entrometan-. Comento Ciel observando a todos lados para evitar que alguien escuchara su charla.

Sebastian confió en las palabras de su subordinado, por ahora.

 

Era viernes por la  noche, todos los sirvientes habían salido a disfrutar, esa era su recompensa por su trabajo de parte de su amo, eso incluía a Ciel, quien se había ido a pasar el rato con Alois. Estaba sentado en su sillón favorito dentro de su amplia habitación. Todo permanecía en completo silencio y penumbras, solo la luz de la luna que se colaba por la ventana daba un poco de iluminación al cuarto. Miraba fijamente un punto del suelo pensativo con una rosa negra en sus manos pálidas. Jugaba con ella entre sus dedos, en la otra mano llevaba consigo una invitación para una fiesta, la fiesta que se daría el día de mañana en la mansión de Jonathan. De seguro solo iban a ir puros criminales igual que él. Durante el resto de la semana estuvo recibiendo amenazas indirectas, todas acompañadas con una rosa negra y el mismo mensaje de “Aléjate de lo que me pertenece o pagaras con tu sangre”. ¿Tanto odio le tenía Jonathan? Por ahora había mantenido la calma pero eso de estarlo acosando era molesto. Mañana seria el día en que arreglaría cuentas y descubriría que era lo que había sucedido con Ciel y Jonathan en el pasado.

Dejo la botella de cerveza fuertemente sobre la mesa. ¿Cuántas llevaba ya? ¿Seis, ocho? No lo sabía y ni le importaba, era viernes y el solo quería pasarla bien y olvidarse de lo sucedido durante toda la semana. Miro al rubio frente a él, miraba doble, según él, ya estaba mareado por la cruda y al parecer su acompañante sufría igual.

   -Aloish-. Hablo con ese característico acento que se usaba cuando se estaba demasiado tomado. – Quielo divertilme, hagamos algo diferente en vers  de tomar.

Alois con la cabeza gacha escuchaba los balbuceos de su amigo, realmente no le ponía atención porque estaba perdido en su mundo. –Quielo una novia-. Se puso a llorar de repente como todo borracho. Se maldecía de no tener las cosas que quería o que estaba vacío, en fin, un cambio de sentimientos le sucedía. Parecía embarazada con sensibilidad, estaba feliz y luego enojado.

   -Shh-. Callo a su amigo. –Shi no tienes esl polque andas de coqueto con la primela que se the cruza. Dejate de estuplideces-. Iba a darle un coscorrón a Alois pero su mareo lo detuvo dejándose caer de nuevo en la silla.

   -Al menos tienes a Lizzy ¡Yo no!-. Volvió a llorar. –Nadlie me quiele por ser asesino.

   -¡Shh! Malica-. Ciel dejo de escuchar las quejas de su amigo, reviso su nuevo celular para ver qué hora era. Trataba de leer los números de la pantalla pero se le dificultaba. Abrió los ojos en sorpresa al encontrarse que eran pasadas de una de la madrugada. Habían estado ahí desde las siete de la tarde. –Calajo, es muy tardle-. Dijo sin tomarle importancia.

Con dificultad trato de pararse pero sus piernas le fallaron, estaba demasiado tomado como para irse por su cuenta. Recargo su cabeza en la mesa ignorando aun los lloriqueos del otro.

Abrió los ojos, se acordó que debía estar en la casa antes de las doce. Miro su celular de nuevo, las tres de la madrugada y el bar aún seguía con gente. Apresurado y con un poco del efecto del alcohol miro a Alois, quien también permanecía dormido hablando entre sueños. Le dio una palmada fuerte en la cabeza de su amigo logrando que este se levantara por el dolor.

    -¡Maldición! ¡Ciel!-. Grito llevándose su mano a la zona golpeada. – Estaba teniendo un lindo sueño con una chica ¿Qué quieres?

   -¡Idiota! Son las tres de la mañana-. Regaño.

   -¿Y? se supone es nuestra nuche de descanso ¿acaso tenías que llegar temprano a la casa del tipo ese?

Iba a llamar a Sebastian pero Alois estaba en lo cierto. Soltó el teléfono dejándolo sobre la mesa sin marcar. Alois tenía razón, era su noche, noche de amigos. No debía preocuparse por nada. –Tienes razón, sigamos bebiendo.

 Alois sonrió complacido por la decisión de su amigo. -¡Otra ronda por acá!-. Grito al barman para que les mandaran más bebidas.

   -Dime, ¿Hay una chica linda en la empresa de Sebastian?-. Pregunto Alois con una cara picara  mientras bebía de su botella.

Ciel negó. – Si hay pero ninguna me llama la atención. Todas, no sé, parecen zorras-. Dijo lo último con asco.

   -Al menos una que te llame la atención para pasar el rato ¿no?

   -Ni para eso, estoy empezando a creer que soy homosexual-. Soltó serio mirando su celular.

Alois lo miraba sin hacer una cara al respecto. De la nada los dos soltaron carcajadas por lo dicho.

   -¡Si claro! ¡Homosexual!-. Soltó Alois riendo igual que Ciel.

   -Ya se, que estupidez la mía.

El celular de Ciel empezó a vibrar, era una llamada de Sebastian. Ciel ni en cuenta por estar riendo a carcajadas con su amigo. En un movimiento en falso tiro el celular con su brazo al suelo con la pantalla boca abajo. El peli azul lo noto y lo junto volviéndolo a poner boca abajo en la mesa. Siguió riendo y bromeando con Alois. Lo que el no noto era que la llamada se había respondido cuando él lo toco con su brazo accidentalmente antes de tirarlo.

  -Hola, al fin contestas, te estuve marcando ¿Ciel dónde estás?-. Pregunto Sebastian preocupado por el chico del otro lado de la línea. No había dormido bien pensando en que tal vez Jonathan le había hecho algo malo.

Ciel no noto eso por el ruido del bar. Sebastian oía las risas de personas del otro lado, quizá el chico respondió accidentalmente sin darse cuenta. Iba a colgar hasta que algo llamo su atención, la plática que tenían los dos chicos. Se quedó escuchando por un momento.

   -Ay amigo, en serio-. Dijo Alois limpiándose las lágrimas causadas por las risas. –No, ya en serio. ¿No has considerado esa posibilidad?

   -Nop-. Negó. –El que no me atraigan mujeres no significa que sea homosexual, amigo, a cualquiera le pasa. Tal vez el mundo no quiere que lastime a esa persona destinada para mí. Tal vez cuando se calmen las cosas me dedicare a buscarla.

   -Wow, eres todo un empalagoso. Déjame te digo algo-. Se apoyó en la mesa viendo más de cerca a su amigo. –Todo puede pasar ¿Qué tal si, si eres?

Ciel rio de nuevo, dio un trago a la cerveza. – No, aunque quizá sea bisexual-. Se quedó pensando por un momento. –No, definitivamente nunca me enamoraría de un hombre, por más guapo y dulce que sea, no estoy interesado. No quiero amor de nadie, mejor dicho, de ninguno de los dos (hombre y mujer).

Alois suspiro. Su amigo tal vez tenía razón. El amor no era para ellos dos por su peligrosa posición de vida. El rubio solo quería enamorarse, de cualquiera, pero quería amar y ser amado. Mientras, Ciel, también en su fondo y frio corazón anhelaba amor pero, no estaba listo para eso o simplemente no quería y ya. Un recuerdo le vino al peli azul logrando que se sonrojara un poco.

   -Somos perros ahora ¿Qué te parece?-. Dijo Alois cambiando de tema con su botella en mano.

   -Si, al menos tu jefe no te da indirectas de que le interesas-. Dijo sin pensarlo. Dio un trago a su cerveza.

Alois lo miro confundido ante la sorpresiva respuesta de su amigo. -¿A qué te refieres con indirectas de que le interesas?

Ciel abrió sus ojos como platos, casi escupía la cerveza dentro de su boca. ¿Qué era lo que había dicho? - ¡¿Yo que?!-. Dijo sin creérselo.

   -Sí, dijiste que tu jefe está interesado en ti, ¿es cierto?

Ciel hizo una mueca de asco. Hablar de amor no era para él. –No lo sé, suposiciones mías. Además, lamentablemente para él, no siento nada y no creo hacerlo nunca. Te dije antes, no busco amor, no me gusta.

Alois rio. –Yo nunca dije que te gustara. Ciel ¿realmente te interesa? Parece que inconscientemente tu corazón y cerebro si están interesados.

Ciel retrocedió hacia atrás por la suposición de su amigo. –Vete al diablo, no es cierto.

   -Te pusiste rojo, mírate-. Dijo señalando el rostro de Ciel.

El peli azul tomo una botella y se la lanzo pero esta solo se estrelló en el suelo. -¡Ya te dije que no! ¡No lo amo y nunca lo hare! No quiero a nadie a mi lado, ¡nadie!

Se había enfadado en serio y eso Alois lo noto, y no solo el, también los que estaban en el bar. Todo se quedó en silencio hasta que se escuchó el azotar de una puerta. Segundos después todos volvieron a como antes. Alois se quedó impresionado. Sabía que Ciel no quería amar, se lo dijo hasta el cansancio pero no creyó que de esa manera tan persistente.

Sebastian colgó la llamada, eso había sido más que suficiente para saber que el chico no estaba interesado en el como esperaba y que nunca seria así. Una lagrima, de tristeza, ira, dolor e impotencia resbalo por su mejilla. Solo una. Sujeto el celular entre su mano y lo estrujo. Sin pensarlo, lo lanzo con tanta fuerza contra su espejo frente a el mientras soltaba una que otra maldición contra el chico. El espejo se hizo añicos con su imagen. ¿Por qué se puso así? Eso ¿acaso era lo que alguien sentía cuando no era correspondido por su amor? No sabía que lo hizo reaccionar así de esa manera pero, Ciel se daría cuenta, a las malas si era necesario que él estaba ahí, para amarlo.

No, nunca haría algo malo para lastimar al chico, tal vez solo jugaría un poco a los celos.

 

Ciel vagaba por las calles maldiciendo a su amigo en voz alta, importándole poco lo que las personas dijeran. Ya le habían echado agua para que se apaciguara pero eso no lo detenía. Seguía sumido en su borrachera.

   -Maldito Alois, ese idiota cree que estaré enamorado de ese empresario. Tsk. ¡Ni lo sueñes nunca!-. Dijo gritándole a una vacía calle. Siguió caminando. -¿Qué tiene de bueno? solo tiene su dinero, sus sirvientes, su empresa, su…cabello negro y lacio, y brilloso, sus ojos ámbar, sus…labios y piel pálida, alto y…-. Se detuvo en seco. Sacó su pistola rápida y torpemente, luego se la puso apuntando a su cabeza. - ¡¿Qué demonios estoy pensando y diciendo?! ¡No! ¡Yo no me puedo enamorar de nadie! Eso no es amor, es, es solo cumplidos ¡Sí! Solo eso-. Decía como un loco que no sabe ya ni que decir. Su mano que sujetaba la pistola temblaba. Enojado azoto el arma al suelo. -¡Yo nunca! ¡Escúchalo bien!-. Señalaba al cielo como si alguien lo escuchara desde allá. -¡Yo nunca me voy a enamorar de ese debilucho incompetente que ni siquiera sabe cómo salvar su propia vida! ¡NUNCA! ¡N-U-N-C-A!-. Deletreo enojado y rogante.

   -¡Ya cállate! ¡Molestas a todos!-. Grito una voz.

   -¡Te vas a enamorar! ¡Lárgate!-. Otra voz.

De pronto muchas quejas y ladridos de perros se escucharon por sus gritos, eran de las personas que habitaban en las casas de esa calle obligando al menor a callar.

   -¡Ustedes que saben!-. Dijo para después marcharse de ahí y no seguir escuchando las quejas de todos.

De verdad tenia que ver a un experto, ¡un psiquiatra para tratar su loquera!

 

No cariño, lo que sientes es apenas la primera fase de lo que las personas llaman “amor”.

Notas finales:

Gracias por leer n.n!! deje sus reviews para saber si les gusta esta historia y sus opiniones sobre ella. Gracias a loca-fujoshi por estar atenta a mi pagina de facebook :)!

Nos vemos pronto!! n.n7

Avance ...


  -Quien diria que trae prostitutas para pasar el rato?-. gruño Ciel con una notable molestia.

No era que le molestara o algo, no era de su incumbencia pero, algo en el fondo le metia cinzaña en su mente. No sabia como explicarlo.

   -Mejor nos concentramos en el trabajo-. se dijo a si mismo reponiendo su dura postura de guardian. Necesitaba pelear para des estresarse.


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