|Prólogo|
Caminar hacia mi casa no me hacía ni la más mínima gracia, mi madre había quedado en buscarme, pero jamás llego, dure horas esperando en la salida del colegio y para mi mala suerte ya era de noche, reprimí las lágrimas en mis ojos no iba a llorar, no iba darle el gusto a alguien de hacerme llorar, a pesar de mi corta edad era bastante orgullosa y podía llegar hacer fría e indiferente, mas eso no me importaba.
Camine algo asustada porque debía pasar por una calle oscura donde había una silueta parada un poco alejada, no podía ver bien ya que estaba oscuro aun así seguí mi camino porque quería llegar a casa y tomar una ducha para luego comer algo.
Pase por el lado de la silueta que por el olor a colonia supe que era un hombre, mi piel se erizo mas no le di importancia y seguí mi camino, cuando estaba apunto de cruzar la calle sentí que alguien me tomo del brazo jalándome bruscamente hasta el callejón que había pasado segundos atrás, un fuerte grito escapo de mis labios, mi corazón palpito con mucha fuerza al darme cuenta que la persona que me jalo fue el mismo hombre ya mencionado.
—Porque...tan-rápido cariño— el olor a alcohol inundó mis fosas nasales, las palabras de aquel hombre estaban enredadas, pero aun así se le entendía.
—Por favor déjeme— suplique intente soltarme de su agarre, pero obviamente no pude, el era mucho más grande y fuerte —¡AYUDA, AYUDA!— grité con fuerza y desesperación en mi voz.
Un fuerte golpe me hizo callar, caí al suelo lastimándome la espalda, el hombre se abalanzó sobre mi. Grité, Pataleé, pero nadie me escucho.
—¡Cállate mocosa!
Otro golpe me hizo callar, me dio un puñetazo en la cara sentí como la sangre resbalaba por mis labios y con ellas mis lágrimas, el hombre me había partido la nariz.
—Esto te va ha gustar— las manos de aquel hombre se metieron debajo de mi falda, apreté fuertemente las piernas, no quería... No quería, sabía lo que ese hombre me iba hacer, me iba a violar y luego me mataría, no quería, era muy joven, ¿Porqué yo? Hay muchas personas en el mundo.
—¡Deja de apretar las piernas perra!.
Me golpeó varías veces, me dejo aturdida ya no podía moverme, sentí sus asquerosas manos bajarme las bragas con desesperación, Subió mi falda más arriba de mi cintura quedando mi intimidad desprotegida, asco, tristeza, dolor, odio y impotencia, sentí todo eso en un instante, el ruido de un cierre bajándose hizo que sintiera más pánico del que sentía, nadie me iba ayudar, ya no podía moverme ni gritar, solo sentía... Y lo que sentía no era más que un terrible asco y pánico.
El miembro de aquel hombre entro en mi intimida llevándose así mi virginidad, el fuerte dolor no se hizo esperar, el se movió rápido sentí que me partiría por mitad, quería rogar que parara, pero no podía hablar.
—Ah... Ah, ahhh— lo último que escuche fue a ese maldito hombre gemir y luego sentí un asqueroso y mucoso liquido llenar mi interior.
Perdí el conocimiento y ya no supe más de mi.
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[5 años después]
Despertó sudada y con unas terribles ganas de vomitar, de nuevo la joven había tenido la misma pesadilla del suceso que la dejo marcada hace cinco años, siempre era lo mismo y lamentablemente jamás se recuperaría de aquel trauma.
Después de que la joven fuera brutalmente golpeada y violada una mujer y su esposo la encontraron moribunda, la llevaron al hospital y contactaron a su familia, su padre y madre estaban destrozados y esta última se hecho la culpa de lo que le paso a su única hija, pues si la mujer hubiera ido a buscar a su hija nada de eso hubiera pasado.
La joven después de eso no fue la misma y más porque dos meses después se entero de que estaba embarazada, su vida social desapareció pues tuvo que dejar la escuela y estudiar en su casa. Su madre la obligo a tener a la criatura diciéndole que el bebe no tenía la culpa de lo que le paso, cada vez que la joven tenía que ir a la clínica los murmullos de las personas que la veían no se hacían esperar, criticandola sin saber porque la niña en ese entonces llevaba un abultado vientre.
La joven tuvo que visitar varías psicólogas en busca de ayuda ya que le había tomado pánico a los hombres tanto así que no soportaba que estos la tocaran ni siquiera su padre, con el tiempo esto fue cambiando ya que su bebe era un niño, claro que su madre se había convertido en la madre del pequeño, pues ella era muy joven para criarlo.
Con el pasar de los años la niña fue desapareciendo dándole paso a una mujer hermosa y con grandes dotes, su inteligencia y belleza hacia que esta consiguiera lo que quería y lo que ella quería no era nada más que acostarse con cuanta mujer le pareciera bonita, así es, a ella le gustaban las mujeres, sus sedosos cabellos, sus senos y esos cuerpos que eran capaz de enloquecer a cualquiera.
La joven de ahora 19 años se incorporo en la cama, mirando el reloj que estaba en su mesita de noche, suspiro y paso sus manos por su rostro secando las lágrimas que habían empezado a salir de sus grandes ojos azules, eran las 8:50 PM, se puso de pie y camino hacia el baño, se marcharía a beber algun bar para olvidar sus penas.
Su nombre era Rin Miyake, una hermosa joven de largos cabellos azabache, de una piel tan blanca que parecía porcelana, sus ojos eran de un profundo azul y siempre andaba con una sonrisa burlona en el rostro, muchas personas podían pensar que esa joven era alegre, pero en realidad estaba rota.
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¿Cómo una llamada puede cambiar tanto la vida de una persona?
Ella solo quería tener una vida tranquila, formar una familia y tener muchos hijos con su esposo, pero no podía, porque ella no podía tener hijos ¿Y ahora que haría? ¿Qué le diría a su esposo cuando este volviera de aquel viaje de negocios?.
Sus ilusiones se habían roto tan solo por aquella llamada de la clínica que le daba el resultados de los exámenes médicos que se había hecho días atrás, su esposo estaría muy devastado tal como ella lo estaba.
Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, tomó las llaves de su auto y se marcho a un lugar desconocido, su esposo tal vez seguiría con ella, pero no por amor sino por lástima...