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En el café de Kate por Zack Engel

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Notas del capitulo:

buenas noches!

 

se que ha pasado mucho tiempo desde que actualice este fic... de hecho, mejor dicho, desde que lo publique, pero aqui estoy, como perro arrepentido.

me gustaria dar una buena escusa, pero la verdad es que no existe mayor escusa que problemas, tras otros y espero que no siga pasando.

sin mas que decir, los dejo leer, si aun tienen deseos de hacerlo

Si DiNozzo era realista, él nunca, pero nunca podría hablar sobre sus sentimientos con nadie. Al menos no desde que Kate había fallecido y la razón era simple. Ser homosexual era lo peor del mundo y por ello debía mantenerse oculto. Además  ¿Cómo podía enamorarse de un viejo? De seguro para todo el mundo aquello era lo más retorcido y bizarro que existiera, pero para él era simplemente perfecto. No veía a Gibbs como un hombre mayor sin energías de juventud, sino que observaba a ese hombre con los ojos llenos de admiración y amor. Ese hombre era el ser más perfecto que había conocido y lo único que deseaba era poder ser su complemento alguna vez en la vida, aunque solo sea de manera inconsciente producto de una borrachera.

Sonriendo por su gran elocuencia  se desperezo y decidió iniciar su día como todos los otros. Primero se daría una larga ducha, escogería su traje, se vestiría y se lavaría los dientes, se prepararía el desayuno y mientras comía iba a leer el periódico. Si le preguntaban era demasiado estructurado, pero así le gustaba vivir, como también le gustaba mantener la casa ordenada. Pequeñas manías que había aprendido a tener cuando empezó a vivir solo.

Saliendo de su departamento ya listo no dudo en conducir hasta la oficina. Si le preguntaban, él amaba mucho su trabajo. Ya no era una cosa de querer la acción o reconocimiento por sus decisiones, sino que le encantaba poder encontrar la verdad en cada caso y poder ser reconocido como uno de los mejores agentes especiales. Quería ser reconocido por Gibbs y era por eso que nunca llegaba tarde al trabajo. Era por eso que a pesar de todas sus bromas y osadías nunca desobedecía a Gibbs.

Al llegar a la oficina se quitó la mochila y volvió a estirarse por segunda vez en el día antes de sentarse. Se sentía un poco extraño, no lo podía negar, pero a la vez también se sentía ansioso de tener otro caso ya que ese fin de semana al fin podría volver a salir con Gibbs a comer la comida italiana “me costó tan convencerlo de que ese local lo valía~ Anthony DiNozzo eres un genio” se dijo interiormente para luego mirar al frente. Automáticamente soltó un pequeño grito al ver como Ziva lo miraba atentamente.

Intentando recuperar el aire miró a todas partes notando que solo ellos dos se encontraban en la oficina, cosa que le pareció extraño por un momento, más cuando vio la hora se dio cuenta de lo lógico que era. Recién eran las 5:30 de la mañana y como no había aun un caso por resolver la gente se permitía llegar a las 7 de la mañana como máximo. Obviamente Ziva y Tony no estaban dentro del mismo grupo y por ello no dudaban en llegar temprano.

Torciendo la boca en son de confucion, busco un tema de conversación que podría tener con la chica, pero la verdad era que no se le ocurría absolutamente nada ya que sus conversaciones o terminaban en peleas tontas o solo hacían referencias sexuales que provocaban pequeños cosquilleos en ambos. Aunque no era nada peligroso. Solamente era la emoción del juego y del poder.

 

-estas muy concentrado Tony ¿Algo que te haga pensar tanto? – la sonrisa seductora de la chica logró erizar la piel de DiNozzo, pero como buen italiano no caería ante su juego - ¿Te deje estático acaso?

-sueña Ziva – con una sonrisa se levantó y fue al escritorio de la chica para poder sentarse cerca de la mujer – lo que paso cuando nos infiltramos fue un mero juego

-¿en serio? Podría jurar que pusiste mucha emoción en ese “juego” – susurró levantándose mientras tocaba descaradamente a Tony con sus manos

-bueno… no me gusta dejar a nadie desatendido, te enseñe como lo hace un hombre de verdad – sonriendo con pedantería y seducción se acercó un poco a la chica dejando sus cabezas muy juntas – aunque tú también pusiste entusiasmo en el juego

-era necesario ser realistas

-hmmp~ yo siempre hago bien mi trabajo

-¡Tony!

 

 El grito de Abby alarmó a los dos chicos quienes no duraron en girar en dirección a la mujer. Tony se sentía el peor tonto, pero no por el juego que tenía con Ziva, ambos ya eran grandes, sino porque la cara de desilusión de la  mujer lograba hacer que algo en su corazón le dijo que había obrado mal, pero sinceramente no sabía que era.

Soltando un suspiro se separó de Ziva y comenzó a seguir a Abby con una cara que evidenciaba su confusión, sobretodo porque la científica ni lo espero. Solo comenzó a caminar hacia el laboratorio mientras murmuraba cosas inentendibles.

Al llegar al laboratorio se sentó en la silla que tenía dispuesta para los “invitados” y cerró los ojos esperando que Abby terminara todo el ajetreo de sacarse el abrigo. Cuando sintió la mirada penetrante de la chica abrió los ojos e intento mitigar su sonrisa burlona, pero es que la chica no servía para ser seria. Simplemente parecía una de esas versiones animadas cómicas en las que no cabía espacio para decir algo importante o serio.

 

-¿Qué hacías con ella? – fue la pregunta que dejó descolocado a Tony

-nada… solo charlábamos Abby

-eso era más que charla Tony – frunciendo el ceño se cruzó de brazos – la tensión sexual se respiraba desde el ascensor

-nada de eso Abby – rodando los ojos se levantó y acerco a la chica para poder abrazarla cariñosamente – solo charlábamos, un simple juego… ambos somos adultos y…

-¡has pasado mucho tiempo con ella! – le grito abrazándolo también. Se sentía tan frustrada por no poder decir lo que sentía realmente

-¿acaso puedo percibir que estas celosa? Abby tu siempre serás como mi hermana, eso nunca cambiara así que no debes preocuparte – le dijo mientras le daba el típico beso en la frente

-yo no estoy celosa, solo que no me gusta que no escuches a tu corazón – dijo en modo de reproche mientras miraba al italiano con el ceño fruncido. Tony no podía ser tan idiota

-oye~ estás hablando de mi… yo escucho mi corazón y sobretodo mis deseos

-Kate tenía razón…. Eres un idiota Tony – separándose frustrada fue a prender su computadora

-espera ¿Kate? ¿Qué tiene que ver Kate en todo esto? – preguntó confundido acercándose a la chica para que no escapara

-bueno… - algo inquieta por haber sacado el nombre de su mejor amiga se retorció un poco los dedos y soltó un suspiro. Ya no importaba nada – Kate me dijo lo que pasaba contigo… ya sabes, lo de Gibbs

-Kate te dijo que…

-no fue por nada en especial, ella no quería – nerviosa corrió hacía uno de sus muebles y entre los cajones busco una carpeta. Al tenerla volvió rápidamente con Tony para mostrar una hoja en especial – la vi cuando estaba dibujando… al principio no entendí, pero al ver que lo hacía con tanto cariño comencé a atar cabos y no le quedó más que decirme… y darme el dibujo

-somos yo y Gibbs… - sorprendido tomó la imagen con extrema delicadeza, sino supiera que eso era imposible de seguro habría admitido que los dos dibujados compartían una intimidad más haya la de compañeros de trabajos, pero era imposible. Simplemente imposible – debes olvidarte de esto Abby

-¿Por qué? Tony sé que desconfías que esto surja, pero debes pensar positivamente y…

-Abby, estoy sobre los 40 años, todo el equipo me considera un mujeriego, Gibbs no me tiene mayor aprecio que el que le tiene a McGee… además no soy pelirrojo – dijo con diversión lo ultimo

-entonces ¿entonces te resignaras a perderlo?

-nunca lo tuve Abby – mordiéndose el labio inferior abrazo con cuidado a la chica y soltó un suspiro – prefiero seguir con mi vida y solo ser su amigo

-¿amigo?

-saldremos a comer el fin de semana – dijo algo emocionado a pesar de que sus palabras anteriores contradecían todo aquello – no pienses mal… él está interesado en la directora y yo me acuesto con cualquier mujer por lo que solo iremos a comer, recordar buenos tiempos y pasar el rato… solo seremos buenos amigos

-pero Tony…

-pero nada, ahora pórtate bien, no estamos viendo – con una sonrisa galante beso la mejilla de su pequeña amiga y salió de la sala.

 

No bien tomo el ascensor golpeo la muralla y freno el ascensor sin tener miedo a quedarse encerrado. No podía creer que realmente se hubiera atrevido a confirmar lo que verdaderamente sentía ¿Cómo podía vivir con ello? ¿Cómo podría mirar a Gibbs y a Abby a la vez? Era imposible, ya con Kate fue casi una tortura cada vez que tenía que enfrentarlos.

Soltando un suspiro se masajeo la frente y negó un par de veces con la cabeza a la vez que se arrodillaba. Le hacía tanta falta su amiga, su compañera, que ahora no entendía como podía seguir viviendo con una sonrisa.

- ‘no te preocupes por eso Tony, Gibbs te quiere más de lo que tú crees, estoy segura que pronto podre felicitarles cuando estén juntos’

Recordó aquellas palabras que una vez la mujer le dijo. No fue mucho antes de que ella muriera y por lo mismo a Tony le había afectado tanto su fallecimiento, aunque nunca lo pudo expresar como se debía.

Sabiendo que no podía seguir atrapado en ese lugar soltó un suspiro y volvió a poner en marcha el ascensor a la vez que arreglaba su traje y cabello. De seguro ya habría llegado Gibbs y McGee a la oficina y por lo mismo tendría que saber actuar como todo un buen italiano para que nadie sospechara, pero su fingida cara titubeó cuando las puertas se abrieron y notó como la directora y Gibbs se encontraban bastante cerca, como si estuvieran ajenos a todo el mundo “eso es normal, lo tuyo no, eso es normal, lo tuyo no” se repitió a la vez que se hacía a un lado y saludaba con una simple inclinación de cabeza. No tenía la valentía suficiente como para verlos.

Al llegar al piso correspondiente se bajó rápidamente del ascensor e ignoro la mirada permanente de Ziva, como también de la broma de McGee. Lo único que necesitaba en ese momento era hacer su trabajo y sentirse útil lo mejor posible para ir a su casa con un sentimiento de que al menos algo estaba haciendo bien.

Sentado en su escritorio comenzó con el papeleo, parecía ser que ese día no tendrían caso, pero no por ello podría vaguear, como tampoco irse, por lo que Tony se centró en sus hojas intentando hacer todo perfecto.  No quería tener a Gibbs recordándole lo inútil que era con el papeleo después de todos los casos.

Estirándose, miro el reloj de su computador y se dio cuenta que ya faltaba poco para salir, quizás podría pasarse a un bar esa tarde. No era como si realmente tuviera que mantenerse en abstinencia porque estaba enamorado, después de todo Gibbs demostraba tener más interés en la directora que en él, por lo que siguió concentrado hasta que la hora marco su salida. Aquello no pudo más que hacerle sonreír y levantar la vista cruzándose justamente con la de su jefe.

Eran pocas las ocasiones en las que ambas miradas se cruzaran, por lo mismo se quedó estático mirándolo unos tres segundos antes de desviarla a su espalda y notar como la pelirroja aparecía. Ahora lo entendía, era imposible que él le dedicara una sonrisa a él, aun así se sentía estúpido por haber creído que así fue “debería hacer caso a mis propias palabras, le dije a Abby que no tenía nada con él, no tengo oportunidad… debo hacerme caso” se dijo mientras cerraba los ojos y guardaba todos los papeles en su escritorio. Sinceramente, no quería más guerra.

Cuando tuvo todo ordenado se levantó con mochila en el hombro y se despidió de todos. Por un momento creyó que Gibbs le hablaría, pero se había centrado en su escritorio nuevamente por lo que solo se encogió de hombros y caminó hacía el ascensor en donde por sorpresa vio a Ziva quien estaba algo afligida por poder entrar en ese mismo momento.

Sonriendo por lo mal que se veía, Tonny negó con la cabeza y le miró burlonamente para luego quedar confundido. Ziva había vuelto a abrir la boca y cerrarla como si lo que quisiera decir no lo tuviera permitido “deben ser ideas mías” pensó algo complicado esperando poder llegar al estacionamiento.

Despidiéndose con un movimiento de cabeza, Tony caminó hacía su auto, más cuando llego no pudo ni ponerle la llave a su auto cuando sintió unas manos darlo vuelta. En ese momento miró impresionado a Ziva quien estaba más seria que nunca, parecía ser que al fin se iba a hacer de todas las fuerzas para poder enfrentarlo.

 

-tienes que decirme la verdad – dijo decidida sin quitarle la mirada de encima - ¿tienes algo con Abby?

-¿Qué? – sorprendido porque no se esperaba ese tipo de preguntas, se rio y negó con la cabeza. Ziva parecía tener una buena imaginación – para nada, solo somos amigos, casi hermanos, como una familia.

-pero hoy en la mañana se ha enojado – dijo con duda llevando sus manos a su propia cara, completamente confundida – no quiero que me odie más de lo normal

-solo ha sido un malentendido – sonriendo suave, intentó desviar la conversación. No quería recordar aquello – y no te odia, solo… solo no te acepta aun

-si claro… ella me odia Tony – soltando un suspiro negó con la cabeza – no la culpo… suplo el puesto de su amiga, pero tampoco es como si yo quisiera que eso pasara

-bueno muchos nos sentimos confundidos – mirándola a los ojos la comprendió, después de todo Ziva era tan humana como cualquier otra persona. Solo deseaba ser aceptada y no causar problemas - ¿Quieres ir a beber algo?

-¿A qué se debe tu invitación?

-al simple deseo de compartir algo

-creí que invitarías a Gibbs…

-¿Qué? ¿Y eso porque?

-bueno yo… no importa, olvídalo – sonriendo le palmeo el brazo y asintió con la cabeza – te acepto la invitación

-entonces vamos

 

La realidad era que Tony quería seguir preguntando por eso que hablaba Ziva, pero no tuvo el coraje de hacerlo y por lo mismo hizo una pequeña reverencia para invitar a la mujer al auto. Viéndola entrar soltó un suspiro y se animó a él mismo para entrar y seguir fingiendo, parecía ser que Ziva también necesitaba ayuda y como ambos eran similares no se negaría dársela en ningún minuto.

Cuando llegaron al bar ambos sonrieron con complicidad y se bajaron del auto sin decir nada. Eran seres fuertes, pero también eran seres que necesitaban apoyarse en otra persona y por lo mismo Tony no dudaba en entrar detrás de la mujer a aquel lugar para tomar unas cuantas copas en uno de los asientos más alejados del lugar.

Una vez que estuvieron dispuestos, se dejaron llevar por la música y la buena platica de cosas banales mientras bebían las cervezas. A la hora transcurrida ya ni siquiera les preocupaba por que copa iban, como tampoco por qué tan movido estaba su mundo. Solo conversaban de cosas que los preocupaba y los acercaba más como personas a pesar de que mañana posiblemente no recordaran nada de aquella conversación.

Con risas y bromas Ziva se levantó y se puso al frente del italiano para invitarlo a bailar con movimientos sensuales que atrapaban a cualquier hombre. Él sabía que posiblemente sería la peor decisión que podía tomar, sobretodo porque en su mente todavía se encontraba la imagen grabada de Gibbs. Aun así se animó a asentir con la cabeza y como pudo se levantó para tomar sus manos. Bailaría y se olvidaría de todo lo que le hacía sufrir. Estaba seguro que Ziva podía conseguir hacerlo olvidar.

Como si estuvieran hechos el uno para el otro. Tony  y Ziva bailaban muy pegados, con los cuerpos amoldados perfectamente, tanto que ni siquiera el aire pasaba entre ellos.

Sonriendo con dulzura Tony fue empujando a la morena hasta que pudo chocar contra un pilar y le tomo de la cara. Ella era perfecta, ella de seguro lo haría vivir con tranquilidad y emoción, pero lo mejor de todo es que era mujer. Lo único malo de todo eso era su corazón, ella no era Gibbs, no tenía ese olor a whisky y madera, no tenía esas arrugas en la cara ni tampoco aquellas canas que le llamaban la atención.

Mordiéndose el labio inferior soltó una lágrima mientras sentía como Ziva lo acariciaba del rostro de una forma tan amorosa que su corazón volvía a quebrarse ¿Cómo podía estar pasándole esto ahora? Ella era mujer, era bella y se notaba que no estaba en condiciones de tener una relación, pero si mantener algo con él… aun así él quería tener a Gibbs en ese momento. Aun así él quería tirar todo por la borda.

 

-lo siento Ziva – susurró como pudo a la vez que apoyaba su frente en la de ella – lo siento

-¿Por qué lo sientes Tony? – preguntó viéndolo a sus ojos los cuales solo reflejaban deseo y comprensión- ¿Qué es lo que pasa?

-no puedo hacer esto… no cuando lo amo tanto – susurró ido en su hilo de pensamientos

-¿Lo amas tanto? ¿A quién? –dudosa acarició más las mejillas de él

-yo… aunque no pueda, no te amé… ¿puedo besarte?

 

Viendo la confusión evidente en la mujer. Tony se sintió un idiota, aun así cerró los ojos cuando la seguridad se reflejó en los ojos ajenos y la dejo abrazarlo por el cuello antes de atraerla por completo.

En esos momentos, Tony sin tener mucha conciencia de lo que pasaba a su alrededor pudo decir que el beso era perfecto. Ella era perfecta besando de esa manera tan apasionada que te hacía olvidarte de casi todas las cosas, pero lamentablemente no te hacia olvidarte de lo más importante y por lo mismo sabía que no era ella.

Queriendo detenerse intentó separarse, pero el simple susurro de ‘por favor, solo esta noche’ pudo tanto con él que no le quedó más que aceptar y volver a besarla, esta vez mucho más apasionado para decirle que no era mucho lo que pedía. Él era un italiano romántico, era un ser que aprovechaba cualquier oportunidad para meterse en la cama de una mujer o que se metieran en su cama y sabía que no estaba bien, pero era la única forma de olvidarse de Gibbs  unas horas.

Decidido a concretar esa misión y no dejar con las ganas a Ziva, la abrazo fuertemente y escucho ese pequeño gemido de sus labios. Ya estaba todo dicho, por lo que se acercó a pagar la cuenta rápidamente y salió del bar con la única intención de llevarse a Ziva a su departamento y tener relaciones sexuales.

Eso sonaba extraño. Hace unos años él hubiera dicho que tendría sexo o haría el amor con una chica x, no importaba su procedencia o si la volvía a ver porque el amor era para todos. Pero a estas alturas sus sentimientos estaban tan ligados a Gibbs que tener cualquier acto con connotación sexual con otra persona no podía ser amor. Simplemente no podía.

Entre besos y caricias, ambos se enredaron en las sabanas durante unas horas y Tony agradecía que el alcohol lo hubiera ayudado a cumplir con su misión sin pena alguna. No quería que en el momento culmine su amigo se desanimara, más sabía que eso no pasaría porque estaba demasiado acostumbrado a hacerlo con mujeres como para no recordar cómo hacerlo en ese momento.

Luego de haber disfrutado la noche ambos se habían quedado dormidos, pero DiNozzo no había logrado durar tanto dormido, no teniendo a la mujer abrazado a su cuerpo como algo normal. Mordiéndose el labio inferior negó con la cabeza y se levantó para ir directamente a su baño y darse una ducha. No se sentía asqueado, no podía hacerle ese desaire a Ziva, pero tampoco se sentía dichoso. Era como si todo lo hecho bajo la influencia del alcohol ahora le afectara más de lo normal.

Negando con la cabeza se concentró en sus prioridades y se metió en la ducha para darse un baño rápido. No había nada mejor para despejar su mente y a la vez quitarse el sudor de una noche agitada, lo cual el necesitaba con locura.

Una vez estuvo listo salió con cuidado y notó como ella seguía durmiendo plácidamente, obviamente no tenía preocupaciones porque no estaba engañando a nadie “y ¿yo a quien engaño? No tengo a nadie” se recordó antes de cambiarse de ropa a algo más cómodo e ir directamente a la cocina para buscar algo en el refrigerador. Necesitaba comer con urgencia.

Teniendo algo en sus manos para comer sonrió y se sentó en el sillón recapacitando estúpidamente en todo lo que había ocurrido. No sabía cómo seguirían las cosas a partir de ahora, no cuando él le había dicho que amaba a otro y cuando ella le había pedido darse esa licencia por aquella única vez “esto nunca debía haber pasado” se recrimino al saber que era el mayor y por lo mismo quien debía tomar las responsabilidades.

Concentrado en sus propios problemas Tony se tocó el cuello y recordó las innumerables veces que Ziva mordió su cuello para marcarlo. Era una mujer demasiado activa y posesiva, eso lo reconocía, pero ahora tendría problemas con Abby si esta lo descubría cosa que no quería, pero también pensó en Gibbs ¿él se molestaría por verlo con una marca? ¿Le diría algo? ¿Se pondría celoso? No entendía porque se daba aires a las 3 de la mañana, pero por alguna razón quería creer que realmente él se podía encontrar celoso si se mostraba con las marcas triunfantes.

Concentrado en sus pensamientos, Tony no se dio cuenta que Ziva lo miraba algo nerviosa desde el umbral de la habitación, por lo que la chica tuvo que carraspear suavemente para que él volviera a verla. Ahora ambos se encontraban mirándose como dos niños metidos en problemas hasta el cuello. Cosa que era completamente lo contrario.

 

-Tony yo… - intento ella, pero callo al instante. Se sentía avergonzada de sí misma

-no tienes nada que decir, eso fue de los dos – sonriendo invitó a la chica a sentarse – lo siento por eso

-no, no… yo… yo lo siento por eso – apuntando a su cuello sonrió – esto no debió pasar

-¿Por qué?

-porque tú amas a otro – dijo con simpleza, sin reparar en el género como lo hizo Tony – y porque somos compañeros de trabajo

-… Ziva, respecto a quien me gusta yo

-creo saber quién es y aunque no creo poder comprender las razones no es mi vida – dijo con una sonrisa melancólica, casi triste – con esto es más que suficiente para mí, gracias por tratarme como una mujer y no como una de tus conquistas

-te lo mereces –dijo sonriendo antes de acercarse a la cocina y prepararle el café. No volvió a sentarse hasta que se lo pudo entregar – pero no es cómo crees… no tenemos nada nosotros

-¿Por qué no? ¿Por la directora?

-eres muy perceptiva – riéndose suave, se preguntó si ya todo el mundo lo sabía y deseaba que Gibbs no lo supiera – él la ama

-te equivocas… ellos coquetean – dijo animándose a levantarse y sentarse a su lado a pesar de tener solo la camisa de Tony puesta – nada mas

-aun así, es imposible

-no sé cómo Kate podía soportar tus cosas Tony – viendo la cara de sorpresa no pudo más que reírse y tomarle de la cara – tienes muchos puntos a favor, pero eres un asco para ser listo Tony

-bueno listilla ¿Qué sugieres? – dijo sonriendo. A pesar de no corresponder sentimientos mutuamente se sentía muy bien con ella – ¿Qué valla y me declare? No lo creo

-o mejor dicho… actúa con ataques – sentándose sobre él, Ziva disfrutó de la incomodidad y confusión del hombre que no podría entregarle su corazón – el hombre mientras más pierde más actúa

-y eso… - viendo cómo se acercaba a besar sus labios dudo, pero al instante recibió el beso como si fuera normal. Definitivamente Ziva era especial - ¿tú me ayudaras?

-también sacare mi provecho hasta que ustedes dos se decidan a estar juntos..

Bueno, entonces ahora será mejor que te vayas a bañar – guiñándole con un ojo – tienes que prepararte para ir a la oficina

-y tú debes prepararte para tu cita de hoy

-¿pero cómo…

-tu agenda Tony, “cita con Gibbs” es demasiado evidente

 

Con una sonrisa la mujer desapareció de su vista y a Tony no le quedó más que soltar una carcajada para luego ver su comida olvidada. Eso parecía bizarro, se suponía que él era gay, pero aun así podía estar con Ziva “quizás lo mío solo sea un capricho… quizás con Ziva a mi lado y la cita fallida de hoy con Gibbs pueda olvidarlo y saber que realmente estaba cerrado durante estos dos años” pensó un poco dudoso. No creía que un sentimiento se le borrara de la noche a la mañana, pero Ziva parecía decidida a ayudarlo por lo que aceptó gustoso.

Decidido a seguir con su plan inicial se estiró y termino de comer para estar listo para cuando saliera la mujer. Ahora se sentía un poco más animoso. 

Notas finales:

aqui llegamos~

 

espero que les haya gustado y poder seguir publicando mas seguido. no quiero dejar ninguna historia sin terminar por lo que con paciencia podre termiar todo bien 

sin mas que decir me despido.

 

se me cuidan, un abrazo y un beso 

atte

Zack Engel

 


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