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El alfa don nadie por Dakuraita

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Notas del capitulo:

Hola mis dulces pastelillos, amores de mi corazón. Aquí traigo un nuevo capitulo de esta curiosa historia. <3

¿Qué sorpresas nos aguardan? ¡Kouki el alfa don nadie empieza a dejar de ser un don nadie! O por lo menos... no tan invisible.

Nada, nada había cambiado en Kouki. Su actitud seguía siendo afable, seguía teniendo su normal personalidad algo nerviosa, seguía siendo un chico sencillo. No se había vuelto más fuerte, ni más rápido, ni más… ¿rudo? No, nada de eso, no es como si ser alfa te diese súper poderes o una chorrada del estilo. No, sencillamente seguía siendo él mismo, pero… ¿quizá había una pequeña diferencia? La diferencia era que ahora su mente estaba invadida, casi intoxicada por el omega pelirrojo. Pensaba en él a todas horas, a veces de manera sexual, a veces meramente sentimental. Fuese Akashi omega o no, tenía bastante fascinado a Kouki. Él era impresionante, hábil, capaz, todo lo contrario al típico arquetipo establecido para los omegas… tan increíble, tan decidido, tan temible, respetable… ah, tan… atractivo.


Kouki esperaba en la sala del consultorio, otra vez. ¿Cuántas veces había estado ahí? Era tan irónico pensar que hace unos años pensaba que ya no tendría necesidad de volver ahí, pues cierto es que le hicieron tantas pruebas que casi tenía un campamento en la sala de consultas. Pero  la vida parece tener otros planes, y otra vez de nuevo ahí. Cuando el doctor vio a Kouki le sonrió siempre, afable, divertido, ese hombre tenía el mejor humor del mundo, Furihata podía asegurarlo de buena fe, esa sonrisa nunca, nunca se iba, sin importar que tan histérica estuviese su madre, o que tan preocupados estuviesen todos, es como si el doctor supiese que todo está bien pero que la familia Kouki es… es demasiado espantadiza.


—Empiezo a creer que me echas de menos, hijo —dijo el doctor, tomando asiento—. ¿Hay algún asunto que te inquiete? ¿Cómo te ha ido?


Kouki tomó asiento en una silla, suspiró.


—Desde que conocí al omega que le conté… todo ha estado de cabeza, sentimentalmente hablando. Nada ha cambiado mucho en mi cuerpo, sólo el despertar de ciertos instintos pero nada más, no me he hecho más alto, fornido, veloz o hábil, sigo siendo yo…


—Pero aun así se sientes como que algo es muy diferente, ¿no? Es como pasar por una segunda pubertad —agregó el doctor, sonriendo más.


—De hecho… sí, exactamente —Kouki alzó la mirada para encontrarse con la del doctor—. Es algo abrumador y me molesta un poco, tener a esa persona en la mente me hace sentir un depravado desesperado sin vida alguna, no quiero pensar en esa persona todo el tiempo, de verdad pero… ¡Es como si mi mente no me hiciese caso!


—Hace un momento dijiste algo de los instintos, ¿cómo puedes saber que es instinto, Kouki? Sencillo, porque es algo que el cuerpo sabe y entiende más de lo que la mente. El instinto está cobrando algunas cuentas pendientes… no te estoy diciendo que seas un joven alocado y te dejes llevar por esos impulsos, sencillamente no sabes asimilarlo como otros alfas de tu edad porque apenas estás pasando por este tipo de etapas, ¿recuerdas a tus amigos de la secundaria? ¿De casualidad recuerdas lo odiosos que eran? Ya sabes, inmadurez ante los temas sexuales tomados como algo satírico, molestando a la niña o niño que les gustara… bueno, algo similar te sucede, sólo que tus niveles de madurez con diferentes como para que vayas y le jales el cabello para llamar su atención. No eres un depravado, Kouki. Tu mente y cuerpo están pidiendo que estés con esa persona, sencillamente la has elegido, así sucede. Y será muy complicado que se aleje de tu mente hasta que le des a tu ser lo que está pidiendo. ¿Lo más sano que recomendaría a cualquier alfa? Aparearse con el susodicho omega, calma las ansias, claro que sólo si es reciproco, de lo contrario encontraría el acto contraproducente. Dime hijo, no te cohíbas, ¿lo has hecho ya con él? ¿Crees que él vaya a corresponderte?


Kouki se quedó pensando. Iba a decir  que no, que nunca sucedería, que ni en un millón de años él le correspondería, pero luego recordó aquella vez en casa de Akashi en donde había tenido la sesión de besos más increíble de la vida, de la cual había huido.


—No, aun no lo he hecho con él… Pero quizá, quizá si lo haga —titubeó, ¿estaba seguro de lo que decía? No, no realmente. Si bien Akashi lo había besado y todo para tener su aroma y alejar a los otros, entonces tal vez era cosa pasajera y sólo le usaba, pero si lo había hecho por deseo y demás, entonces quizá la cosa iba en serio, ¿Cómo saberlo? Él era un misterio—. ¿Cree que deba acostarme con él?


—Quizá, te recomendaría que hagas un examen interno, o sea, que te pongas a pensar hijo, ¿Por qué estás tan ansioso? ¿Qué te preocupa?... Te conozco desde que eras un pequeñito que se ocultaba cada vez que los mayores te hablaban, y puedo asegurar que algo te está preocupando, que algo de inquieta, y conociéndote, puede que te inquiere que te vayan a robar a el susodicho, o que ambos vayan a distanciarse. Piénsalo muchacho, escruta tus pensamientos e intenta llegar a la verdad de tus deseos, de tus instintos, nada más honesto que eso. No le hagas caso a la lógica, o a lo que “crees” que sucede, sino a lo que sientes.


Kouki asentía lentamente ante cada cosa que le decía el doctor. Vaya, a veces ese doctor actuaba más como un psicólogo terapeuta, la verdad se lo agradecía, era afable, siempre le concedía una cita y pocas veces le cobraba, puede que tenga que ver por la estima entre la familia Kouki y el doctor, o porque el doctor apreciaba mucho a Furihata y le interesaba su caso (no del todo falso, Kouki era algo… algo particular). El caso es, que todo lo que el doctor decía tenía mucho sentido para el castaño, que decidido, iba a buscar la fuente de sus angustias, la solución para no tener a Akashi Seijuuro atascado a su pobre cerebro.



—Aka-chan, Aka-chan —llamó Yuri, con ojos llenos de brillo—. Tu pelo es tan bonito, como princesa de cuento, ¿Vas a ser la esposa de nuestro hermanito?


Akashi cargaba a Yuri en su espalda. Kouki cargaba a Rin, quien asentía ante las brillantes aseveraciones de su querida hermana. Kouki pensó que le iba a dar un paro cardiaco, hasta estaba sudando en frío por los nervios, ¿Akashi se enojaría? ¿Se ofendería porque le acaban de llamar “esposa”? No, de hecho el pelirrojo cubrió sus labios con el dorso de su mano, ocultando una sonrisa que casi se asemejaba a una pequeña risa. Seijuuro observó a la pequeña.


—Hm, no lo sé, ¿Quieren eso?


—¡Sí, sí, sí! —canturrearon Rin y Yuri al mismo tiempo.


—¿Por qué? —preguntó Akashi, interesado en las pequeñas… Los niños son terriblemente sinceros, ¿no es cierto? Ah pero adorables.


—Porque nuestro hermanito te quiere mucho, ¿sabes? ¡Así! ¡Un montonón! —Exclamó Yuri, sonriendo fascinada, adoraba que le preguntasen cosas—. Desde que nos acompañas a casa se ve mucho, mucho más contento, ¡Hace poco se veía mal, mal! Parecía que quería irse al doctor y Rin y yo estábamos muy, muy, muy, muy preocupadas.


—Sí, sí, lo estábamos. Pero ahora nuestro hermanito sonríe más y parece muy contento —apoyó Rin, acariciando el pelo castaño de Kouki, que por su parte no sabía qué hacer. Si las seguía dejando hablar quién sabe qué clase de cosas seguirían diciendo, pero si las callaba quedaría mal, se vería mal y además las haría llorar, las conoce perfectamente, las ha visto desde la cuna, ambas son muy, muy sensibles, quizá más o peor que él mismo. Furihata suspiró, podía sentir su frente perlada en sudor por la ansiedad.


—¿De verdad? —preguntó Akashi, siguiéndoles perfectamente el juego, para que siguieran hablando. Kouki observó de reojo a Seijuuro, este también le observaba con una sonrisa traviesa en los labios, ¡Estaba haciéndolo a propósito para ponerlo nervioso! —. ¿Creen que el gusto?


—¡SIN DUDA! Aka-chin es muy, muy guapo y parece que salió de cuento, y es educado y amable y seguro que cuidaría bien de nuestro hermanito, ¿a que sí, a que sí? ¡Yo quiero ser la niña de las flores si se casan! —agregó Yuri.


—Si se casan, también quiero llevar flores, ¡Llevemos los anillos juntas, Yuri! —Ambas niñas estaban fascinadas, y entonces empezaron a hablar entre ellas, planificando una boda como si estuviesen jugando a las muñecas y esos dos fuesen los monigotes a los cuales colocarían. Hablaban de vestidos, pasteles, ropa, y un montonal de cosas más que sencillamente Akashi y Kouki decidieron dejar pasar. Las niñas estaban divertidas en su conversación y lo mejor era dejarlas en paz.


—No es del todo mentira —dijo Akashi, su sonrisa pasó de maliciosa a coqueta—. Cuidaría muy bien de ti.


Kouki sintió el sonrojo en sus mejillas y una ola de calor dándole un buen gancho izquierdo. No podía bajar la guardia con él y tampoco podía evitar ocultar la sonrisa en sus labios... por primera vez en mucho tiempo, se sentía el tipo más especial del mundo.



¿Cómo? ¿Cómo habían llegado hasta ese punto? Kouki a duras penas recordaba cómo había llegado ahí, que estaba haciendo ahí… No, sí sabía lo que hacía, estaba golpeando a un mequetrefe. ¿Quién era el mequetrefe? Nadie más y nadie menos que a Nash Gold.


—¡Kouki! —Llamó Akashi, como quien llama a un perro que se está portando mal—. Es suficiente.


Kouki se levantó del suelo, Nash estaba debajo, con una mueca que decía por todos lados lo mucho que le había dolido el puñetazo. Todos en la cafetería estaban boquiabiertos, sabían que Kouki pertenecía a la clase de los alfas, pero jamás pensaron que sería capaz de golpear a un… bueno, en este caso vendría siendo algo así como un “beta superior con cara de gánster bestia americana”. Kouki mismo no podía creérselo… Había golpeado a alguien y con tremenda fuerza. La nariz de Nash estaba sangrando, pero no era tan grave como parecía, sencillamente había pegado en un punto sensible de la nariz. Nash se levantó, lucía furioso, sin duda estaba preparado para ir a partirle la cara a Furihata, sin embargo la mirada de Akashi le detuvo. Nash no era estúpido, sabía cuándo parar. Además, otras tres bestias que observaban todo le show, estaban diciendo con la mirada “un paso más y date por muerto”. Tres alfas enfurecidos protegiendo a su omega (o lo que ellos mismos se atribuyeron como “su” omega) es una pésima idea.


Kouki soltó ese golpe porque observó a Nash tocando a Akashi de manera indecente y discreta pese a que este estaba diciendo que no. Seguramente Midorima, Atsushi y Kise hubiesen hecho lo mismo, sencillamente Furihata había reaccionado más rápido. Akashi, que había observado los pocos golpes que Kouki había logrado asestar, y realmente estaba impresionado, durante unos segundos el castaño le había parecido irreconocible, ¿Quién era ese sujeto con ojos de bestia? Por una parte Seijuuro estaba azorado, y por otra, tremendamente… ¿excitado? Sí, podría decirse que estaba excitado, sus piernas temblaban de emoción y sus ojos estaban fijos en él. Aquellos eran los instintos omegas de Akashi, gritando, clamando. ¡Lo quería! A él, a nadie más que a él.


—Vámonos —ordenó Akashi y Kouki le siguió.


Nash aun así pensó que sería bueno ir a darle un buen golpe a Kouki, sin embargo, cierto azabache le detuvo.


—Nash, sabes que te lo has ganado, no debes meterte con el omega de otro —dijo Himuro, sonriendo, esa sonrisa era exquisita—. Anda, no quieres un problema mayor con Akashi, ¿o sí?


—Ese hijo de puta…


—Tú tocaste a su omega, insisto.


—Ah, ¿y no puedo? Me importa una enorme mierda si es omega, alfa, trans, puta o monja —renegó Nash, encabronado, sujetándose la nariz para parar el sangrado.


—Y a él no le importa si seres un pervertido o un imbécil cabeza de pene, él estaba protegiendo lo que es suyo, es cuestión de instinto —recaló Himuro, llevándose a Nash a la azotea, a veces almorzaba con él, y a veces hacía cosas mucho más divertidas con el culo del matón Nash Gold.


—Siempre hablas como un puto sabiondo, ¿Qué sabes tú? Eres un jodido beta, igual que yo, don’t fuck with me.


—Oh, I alredy have —respondió Tatsuya, sonriendo como el enorme cabrón que era. No le importaba mostrar su faceta más real con Nash. Gold sabía que tras esa cara calmada, había un enorme demonio… le agradaba, le atraía, era peligroso y no un maricón cualquiera—. Y lo soy, nunca te lo he dicho Nash, pero no soy un beta normal.


—Bueno, que seas un subnormal de mierda no es novedad, a ver, ¿Qué te hace especial?


—Tengo los sentidos de un alfa —respondió con una sonrisita modesta mientras se sentaba en el suelo. Nash se sentó a su lado—. Sé quién es beta, omega, o alfa. Puedo oler el celo, incluso sé quién ya marcó a quien, etc. Lo único que me falta son las habilidades para preñar todo lo que toco, aunque me alegra no tener esa, puedo follar tanto como quiera y no temo a las represalias.


—¿No te acuestas con chicas?


—Sí, pero usualmente el número de tíos que me follo es mucho mayor, ¿te recuerdo que la mayoría en esta escuela is a he and not a she?


—Ya, no tienes que contarme lo que ya sé, maldito golfo —dijo Nash con una sonrisa, así se llevaba con él, no le estaba insultando y Himuro no se ofendía, tenía que admitir que era bastante promiscuo… ya se había tirado casi a su salón entero… incluso se había follado un par de alfas, pero esa es otra historia—. ¿También reaccionas al celo de un omega?


—No, no como lo haría un alfa, pero sí lo huelo y joder, créeme que huele de maravilla.


—¿Cómo huele?


—Huele como a sexo, sexo en una cama con sabanas frescas en un día de verano frente al mar mientras tomas una cuba fría y tomas un cigarrillo… —Himuro sonrió—. Bueno, no tiene un aroma especifico, empiezo a creer que el aroma a celo de omega está creado para incitar a los alfas, tocando sus instintos más bajos y despertarlos, a mí sólo me da buenos recuerdos con un único aroma indescriptible, pero, te das una idea, no eres tan idiota.


—¿Y por qué eres un beta con defecto de fábrica? —preguntó Gold, su mano ya acariciaba la entrepierna de Himuro, este fingía no darse cuenta, restándole importancia, pero dejándolo ser.


—Mi abuelo fue un alfa, pero mi madre no, supongo que a medias me llegó algo de eso —Himuro sonrió divertido—. Es interesante, es como tener una ventaja especial, yo no estoy a merced de las obligaciones o ataduras de los alfas, pero puedo jugar con sus buenos beneficios. Es curioso.


—Entiendo, que idiotez… bien, me duele la nariz así que hoy aléjate de mi cara, ¿quieres coger un rato?


—La pregunta ofende.



Kouki estaba besando a Akashi de nuevo, ambos estaban en los baños de la escuela, habían atrancado la puerta para que nadie más entrara. EL cuerpo de Akashi estaba caliente, Kouki adoraba tocarlo, sentía algo nuevo y genial cada vez que sus dedos rozaban esa piel ardiente empapada en sudor. Por su parte el pelirrojo no podía hacer otra cosa sino dejarse llevar, apegándose a Furihata, abrazándole. El castaño tenía el control de aquel caliente y misterioso beso… La verdad es que, aunque la personalidad de Kouki seguía siendo la misma, su instinto había tomado el mando, y este dictaba lo que deseaba, deseaba besar a Seijuuro, sin importarle una mierda si se saltaban el almuerzo o no, si era correcto o no, si él era bueno para ello o no. Quería esos labios, rozar su lengua con la ajena una y otra vez, haciendo sonidos sucios cada vez que cambiaban de posición, arrebatando hasta la última pizca de aliento del cuerpo de Akashi. ¡Eso era éxtasis puro!


—Kouki… ya no puedo, para —dijo Akashi, jadeando por aire.


Kouki, concedió la petición de detenerse para ir directo al cuello de Akashi, mordisqueando y dejando un enorme chupetón. Seijuuro gimió entre molesto e impaciente. Las manos de Kouki se colaron bajo la camisa, buscando ese par de rosados botones, para presionarlos, acariciarlos y torcerlos en lo que besaba el exquisito cuello del pelirrojo. Este se mordió el labio inferior, no quería gemir, no quería mostrar su lado más lascivo por tan poco como unos besos y caricias, pero era imposible.


—No puedo contener… Nhg… mi voz.


—Entonces… habrá que ocupar tu boca, ¿no crees?


Aunque Kouki había dicho eso, con su tono seductor y mirada decidida por dentro estaba así: «OH DIOS, OH DIOS, OH DIOS, ¿QUÉ ESTOY HACIENDO? ¿DE DONDE SAQUÉ ESO? DIOS, SONÓ COMO LINEA DE PELI PORNO CASERA, AHHHHH, TENGO QUE DETENERME, AYUDA»


Akashi, se arrodilló en el suelo. Kouki se quitó el cinturón. Sus mejillas estaban rojas y su lujuria a flor de piel, aunque por dentro su sentido común estaba gritando, por fuera seguía, no tenía intenciones de detenerse. Sacó su falo y Akashi lo tomó en su boca, dios, ¿Dónde había aprendido él eso? Seijuuro estaba ofreciendo una felación hecha por un experto, por un jodido actor porno, ¿Quizá también él se estaba dejando llevar por el instinto? Kouki le tomó del cabello y aunque lo acarició con gentileza, después le marcó el ritmo, parecía que estaba follando su boca. Incluso su pelvis se movía ligeramente.


Kouki se corrió sin avisar, había descubierto que Akashi estaba tocándose, pero no su miembro, sino que estaba acariciándose con los dedos en otra parte. La visión le excitó de más, por ello había sentido un fuerte piquete y sin más dejado su semilla brotar con libertad. Seijuuro tragó hasta la última gota. Justo sonó el timbre.


—Tengo que irme a clases —dijo serio, autoritario como siempre, como si lo de hace un momento hubiese sido una mentira. Seijuuro le quitaba el aliento a Kouki. El pelirrojo se levantó y se arregló el uniforme, se peinó sencillamente dedicó una sonrisa sexy al castaño, que derretido por el estupor, había tardado un poco en reaccionar.


Kouki tuvo que darse una mano un par de veces, llegó tarde a clases, sin embargo… había valido la pena.


Joder, el instinto es peligroso.

Notas finales:

¡Invitado sorpresa! Apenas conosco a Nash pero... bueno, he decidido que se ve hermoso siendo un pasivo-agresivo con Himuro. Oh Himuro, que trucos escondes.

¡Kouki defenderá a su princesa..., ejem, amigo/pareja?

Nos leemos en el proximo capitulo.

pd: ¿Les gustaría ver un one-shot inspirado en este universo sobre Nash y Himuro? ¡Dejenmelo saber en los comentarios! <3


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