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El alfa don nadie por Dakuraita

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Notas del capitulo:

¡Ha pasado tiempo! Por fin puedo actualizar. 

<3 Capitulo corto pero espero lo disfruten :3c

¿Alguna vez has sentido, como que tras un evento, cambias sin desearlo?


Fue justo lo que me sucedió tras aquella primera vez.


No cambié como uno esperaría, no dejé de ser miedoso, o de tener nervios al hablar en público. No dejé de ser quien era, pero algo dentro de mí había cambiado, me daba paz y confianza. Fue de los cambios más increíbles que he tenido en mi vida, y por primera vez, no tenía nada que ver con ser alfa, beta u omega… era algo mío, algo que había sucedió, como un capullo que recién abría.


Me sentía como si mis deseos de ser yo estuviesen agitándose. Como si por primera vez, no fuese solo “el alfa defectuoso” sino que era Furihata Kouki, un chico normal, pero que al igual que todos los normales, por fin está listo y se siente merecedor de cosas triviales, pero básicas, como el amor, el deseo de éxito y la felicidad.


¿Por cuánto tiempo sentí que no merecía ser feliz? ¿Por cuánto tiempo me hice miserable por escuchar a otros?


Ser yo no era felicidad, era una tortura, era un castigo y solo me dejaba pisotear.


Como dije, quizá no soy capaz de correr un maratón, quizá no descubriré la cura del cáncer, ni iré al espacio, ni seré una estrella de rock… pero sea lo que sea que yo decida ser después, por fin dependerá de mí, por fin seré yo mi propio limite. ¡Ha dejado de importarme lo que me digan! Justo en la mañana cuando bajé al desayunador y mi padre empezó con su clásico discurso de “como no destacas debes buscarte algo sencillo y seguro”, por primera vez no dolió, no pesó en mi alma, no me impactó… no sentía nada. Solo le sonreí, apreciando sus intenciones y sentimientos. No importa si ellos me decían eso, yo era quien era y por fin las riendas parecían pertenecerme. Por fin podría hacer algo y no ser solo quien calienta la banca.


Ser un don nadie es muy cómodo, y puedes culpar al universo por tu mediocridad… pero, yo estaba cansado, muy cansado de todo eso.


Tenía nuevos objetivos, y mis deseos por ser alguien bajo mi diseño y mis sueños, me llenaba de energía, estaba decidido, ¡Número 2 o no, iba a ser yo mismo y a dar todo de mí! ¿Qué hay de malo en ello? Somos humanos, todos, por igual. Y si soy aislado por otros por creerlo de tal modo, no importa.


Sin embargo, había un par de ojos a los cuales sí gustaba agradar. Akashi, a él si quería impresionarlo, quería mostrarle que sin importar nada, yo estaría ahí para él. ¿Cómo? No lo sabía.


Sentía el cambio, sentía que tenía una nueva oportunidad, y en lugar de un «no te esfuerces porque de cualquier manera no vas a lograrlo» empezaba a escribirse en mí un «inténtalo aunque falles mil veces».


Decidí… que era tiempo de buscarme a mí mismo.


Apenas vi a Akashi en la escuela aquella mañana, me acerqué a él y no pude evitar besarles frente a todos. Pude escuchar los sonidos de sorpresa, y me encantaron, “miren todos, esta persona es mía” fue lo que me daba ganas de gritar.


Akashi se apartó con suavidad, observé en sus ojos un brillo que decía “Wow, ¿qué ha sido eso?”, pero de sus labios salió un sencillo «no es el lugar, Kouki» y dicho eso se alejó para irse a su edificio correspondiente. Las caras de los alfas, vaya, me sentía tan dichoso, estaba sonriendo como un idiota, y si esto fuese un musical seguro hubiese cantado por todas partes hasta reventarme un pulmón.


No fue una decisión inteligente, de inmediato tocaba educación física, y mis compañeros parecían ansiosos por darme una charla en privado. Por supuesto que temblé por dentro, ¿cómo no hacerlo? A nadie le gustan las palizas, en especial cuando las recibes de personas que viven haciendo deporte y que tienen toda la disposición a partirte la cara.


Apenas estuvimos en los vestidores, Atsushi me sujetó por la camisa, sus ojos tenían sin duda un brillo peligroso… estaba aterrado, pero no arrepentido, Akashi era mío y aun si me destrozaba las costillas eso no iba a cambiar.


—Bonito número el que te montaste ahí, Kouki-chii —dijo Kise, sonriendo burlón, observándome—. ¿Se te ha subido un poco a la cabeza el estar con Akashi-chii, no crees?


—Un espectáculo deplorable —se escuchó de pronto, era Midorima, quien terminaba de colocarse una camisa limpia—. ¿Pensabas que podías hacer algo así y salir ileso?


Midorima me sorprendió, no pensé que fuese tan agresivo, siempre lucía como el tipo calmado, la clase de persona que no te diría nada a menos que le afectases de alguna manera. Fue ahí cuando comprendí que él estaba enamorado de Akashi, y no un poco, locamente. Eso quizá explica porque se aleja cuando Sei está soltando feromonas… dudo que un estudiante ejemplar pondría en juego todo lo que ha trabajado por un momento de diversión. Racional, pero peligroso.


—Sei es mi pareja —contesté molesto, podía sentir mis dedos temblar—. Si tienen problema con eso, ¿por qué no se le declararon primero?


—No te incumbe lo que ha sucedido, y no sabes nada —el que respondió esta vez fue Atsushi, su voz era increíblemente tenebrosa y estaba llena de ira—. Soportar que Aka-chin esté contigo es una cosa, sabemos bien porqué está contigo, ¿crees que no lo saben todos? ¿Sabes siquiera qué sucederá apenas Aka-chin salga del instituto? No sabes nada de él, porque eres un juguete, no eres más que eso. Ahórrate tus espectáculos, o me aseguraré de aplastarte.


La ira empezaba a acumularse en mí. ¿Por qué todos se esforzaban siempre en decirme que yo era un “algo”? ¿Por qué todos siempre se sentían en el derecho de decirme que valía nada, o bien, que era algo desechable? ¿Quién les dio el derecho? ¿Es porque son alfas? ¡Pues yo también soy un alfa!...


—No me importa lo que digan, Sei es mío, y ustedes no pueden tocarlo, lamento tanto que sientan envidia —lo dije sin pensar, lo admito. Pude notar como el puño de Atsushi se cerraba, iba a golpearme, eso era totalmente seguro.


—Atsushi, permíteme —interrumpió Midorima, quien, en lugar de defenderme, dejó ir con toda su fuerza un puñetazo en mi estómago—. Estabas a punto de golpearlo en el rostro, eso nos dejaría problemas.


—Ah, tienes razón, Aka-chin no estaría feliz si dejamos una abolladura en la cara de su juguete.


Jadeaba desesperado, el golpe me había sacado el aire, a tal grado que era mucho peor el sentimiento de asfixia que el golpe en sí, el dolor estaba esparciéndose por todo mi cuerpo. Me costó mucho intentar regular mi respiración, no podía evitar retorcerme, la sensación sofocante no se iba y eso era alarmante.


—Quiero que escuches algo, y más vale que tu pequeño cerebro lo procese como se debe —la voz de Midorima era fría pero el fuego en sus ojos podía evaporar un océano—. Al único al que vas a dañar si haces ese tipo de idioteces de nuevo, es a Akashi. Se nota que no tienes idea de qué puede sucederte a ti y a él… en especial si su padre se entera. Y, si algo le sucede a él por tu culpa… no me molestará hacer algo que puede denominarse ilegal.


—Mete en problemas a Akashi-chii, y date por muerto —Kise también parecía capaz de hacer una locura.


Sería más fácil si me explicaran, pero no quería que me explicaran, porque no quería creerles, porque no iba a dejar que me arrebatasen a Akashi, ni los iba a dejar intimidarme…


—Suéltalo Atsushi, ya vamos tarde.


Pensé por un momento que Atsushi me golpearía esta vez, pero no, solo me soltó. Caí de sentón experimentando incluso más dolor, decidí no levantarme hasta que esos tres se fueran.


¿En qué te has metido, Kouki?, me pregunté.


 


[…]


 


—Señor Akashi, tenemos la información que nos pidió.


—¿Han identificado al alfa que está saliendo con mi hijo?


—Sí señor, su nombre es Furihata Kouki. Su hijo solicitó una investigación sobre Furihata hace ya varios meses.


—Ya veo, así que mi hijo ha estado ocupado en esto…


—¿Algo más que requiera, señor Akashi?


—No, eso es todo por ahora.


Masaomi Akashi, el padre de Akashi Seijuuro, observó los papeles de Furihata, una sonrisa se dibujó en sus labios, algo tan poco normal que los presentes se estremecieron, inseguros de si algo bueno o malo estaba a punto de suceder. Fue entonces que el hombre de traje se levantó y acomodó su corbata, luego su cabello. Tras guardar sus cosas, se acercó a la salida de su sala de conferencias.


—¿Señor Akashi? —llamó uno de sus empleados, inseguros de cómo proceder.


—Iré a tener una charla padre-hijo con Seijuuro. Mientras tanto, quiero los números de la cuenta 7, 345. Y revisen la 3,789. Eso es todo por hoy, continúen como de costumbre.


Y se marchó.


Masaomi Akashi, mejor conocido por ser uno de los principales inversionistas en el proyecto de la cura, y un empresario de primer nivel, jamás había sido el tipo de padre que daba “charlas padre-hijo”, era más bien el tipo de hombre que llegaba, pedía un informe de los progresos y méritos de su hijo, y tras ver que todo estaba en orden, se marchaba. Jamás había sido cercano a Seijuuro a un nivel que otros considerarían sano y normal. Aquello siempre fue, aunque, si uno fuese el tanatólogo del señor Akashi, sabría que nunca pudo procesar con tanta facilidad la muerte de su amada esposa, con quien Seijuuro compartía un enorme parecido. Tenían la misma hermosa cara, color de cabello, y a veces, formas de comportamiento. Un tanatólogo es un hombre, o mujer, que se encarga de ayudar a la gente a procesar la muerte y perdida de un ser querido, o bien, ayuda a aquellos que están en la transición de la vida, hacia la muerte, que se traduce a personas en etapa terminal. Pero, pese a lo profesional que eso pueda sonar, hay personas que sencillamente no pueden dejar ir ciertas cosas. Masaomi, pese a dar la impresión de haber dejado todo eso atrás, en realidad vivía atormentado, en especial, cada que volvía a casa y observaba como su hijo entre más crecía, era idéntico a su madre.


Por ende, que el señor Akashi dijese que iba a tener una charla de esa clase con su hijo, no podía significar nada bueno.


En especial porque Masaomi Akashi era un alfa y Akashi Seijuuro, su hijo, un omega.


Un omega que estaba a punto de entrar en celo.


[…]


 


Dos hombres observan desde la ventana del edificio de los betas.


Dos que se miran y sonríen con malicia.


Uno se llama a Hanamiya Makoto, el otro es Imayoshi Shouichi.


“¿Y si movemos las piezas un poco?” pregunta Imayoshi.


“Sería divertido… tener un drama de novela, en especial termina en tragedia,” responde Hanamiya, la sonrisa sigue en sus labios, está pensando lo mismo que su compañero.  


“¿Qué pasa si 3 alfas y un omega están encerrados en un espacio reducido?” inquiere Imayoshi una vez más.


“Un omega sale embarazado, y un nuevo juego empieza”


“'Adivina quién es el padre', suena divertido”


“Pero no me gustaría jugarlo” Makoto ríe entre dientes. 


“Por eso vamos a organizarlo”


Imayoshi y Hanamiya dejan de observar por la ventana, ya no es necesario. Han elegido a sus objetivos, y con eso es más que suficiente.


Que comience el juego. 

Notas finales:

OHOHOHO 

¿SIENTEN LA MALDAD EN EL AIRE?

Hasta la proxima 


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