2. IDIOMAS
Es escucho un berrido en forma de soplido, se notaba que le costaba trabajo y estaba el estrés al por mayor, hasta que la fría voz del hombre rubio rompió el cuadro.
-Vamos si sigues así no pasarás tu examen- recibió otro bufido- es ruso básico, debes de hablarlo un poco si es que quieres ir conmigo y Isaac a Moscú-
Esto ultimo le obtuvo una mirada cargada de enojo y anisas, y impelente se fue. Dejando a Hyoga sorprendido, alcanzando a escuchar una maldición en español. Gracias Shura pensó después de ello y el perfecto español de ella. Y bueno haber vivo 3 años en España perfeccionaron el idioma de ella y mas cuando estuvo 6 meses de esos 3 años en México con Camus.
Su padre riendo miro al joven llevar sus manos al cabello, se veía algo frustrado.
-Es una niña, no esperes mas de lo que pueda dar- dijo Milo – es mas a mi me falla el francés y tu padre aun no me mata por ello- genero la risa en el joven de 17 años. Tenía razón su padre y por mas dotada que fuera la nena, era una niña de escasos 7 años
Decidió dejar por la paz todo, de repente llego su padre Camus con su primo Isaac; quien miraba por todos lados buscando algo.
- ¿Qué buscas? - pregunto Hyoga
-A la enana- soltó escueto, por cómo se refería a la hermanita de él, su pequeña prima.
-Creo que fue a su cuarto, esta molesta- menciono el joven – no logra dominar bien lo básico del ruso-
- ¿Y eso qué? - dijo sonriendo el chico
- Que no dijo el tío Mystoria que debíamos hablar bien ruso para ir-
-Claro idiootti – le dijo molesto – solo nosotros somos los que debemos hacerlo perfectamente-
- Ups, entendí mal- se sonrojo el rubio.
-No me digas que estas hastiando a la sirenita con tus bobadas- dicho esto por su primo se sintió el peor hermano del mundo, dios mío su princesita le odiaría. Pero si bien viven en una casa poliglota, hablaban más de un idioma. En esa casa fácil se podían confundir de palabras, puesto que hablaban griego, español, inglés, francés (vagamente Milo y ella), ruso el y su padre Camus, y la nena sorprendió a todos hablando un alemán formidable.
-Princesa- llamaba en algunas de las habitaciones de la enorme casa en donde Vivian, decidió optar por el cuarto/oficina que tenían para trabajar en conjunto algunas cosas. Si bien su hogar en realidad era una especie de mansión, a veces alguien se podía perder ahí. Buscando la encontró en ese cuarto estaba con su padre Camus leyendo un libro, pero se escuchaba una forzada pronunciación en ruso. Se enterneció de ver a su padre hablar con tacto y dulzura al pequeño ser en su regazo.
- Ahhh no puedo- se escuchó con una aniñada voz- ya no me llevaran a Moscú-
-Mi amor, no se porque se les ocurrió que debías de hablar tu también ruso-
-eso fue lo que me dijo Hyoga- contesto la nena mirando nuevamente a su padre- quisiera poder hablarlo, dejaría de hablar alemán por hablar ruso-
-Mi pequeña adoro escucharte hablar alemán- dijo mientras revolvía los lacios cabellos de su pequeña. La niña bufa nuevamente, y le dijo que le siguiera leyendo para ver si así se le queda algo más.
-Es inútil papi- dijo la pequeña- no se me queda el idioma- comentó frustrada.
-Mi amor, con todos los idiomas que ya hablar, me parece innecesario que aprendas uno más- sonrió el serio hombre que la tenía en su regazo.
-Pero mi Bruder se enojará si no paso mi examen- dijo con tristeza, misma que le carcomió el corazón a Hyoga, sintiéndose peor.
Camus notaba la tristeza en cada una de las palabras de su pequeña; si bien tenía dos hijos, la más pequeña era la debilidad de toda la familia. Y justo era el que fuera tan pequeña que les derretiá el corazón, puesto que Hyoga es 10 años más grande que la pequeña. Por qué se notaba la experiencia y cambios en la crianza de ambos jóvenes. Milo era el más consentidor con ambos; pero la pequeña era la fascinación.
Sus propios padres amaban a la pequeñita; Kardia en especial por ver el amor por los deportes que tenía. Eso era culpa de los griegos y el italiano amantes de la Champions League, y a eso súmale el hecho de que la habían dejado entrenar aquel deporte era una combinación explosiva. De repente sus pensamientos se detuvieron al escuchar de nuevo a su niña.
-Me está pasando como con el ballet papi- dijo la niña.
-Mi cielo, ya te he dicho que no te sientas más por no bailarlo- dijo el hombre mientras abraza maternalmente a su nena – prefiero verte nadar-
-Vati Milo dice que soy una sirena- dijo ya contenta- la tía Dita también me dijo eso, es más dijo que regalara un disfraz de Ariel- esto mostro la bella sonrosa un poco chimuela de la pequeña.
Hyoga decidió entrar al salón donde estaban su padre y su hermanita; siendo la pequeña en percatarse de que ahí estaba su hermano mayor. Rápidamente se levantó del regazo de su padre y corrió a abrazarlo.
-Perdón por se grosera y la palabrota en español- dijo apenada mientras abrazaba la pierna del joven rubio, quien enternecido la cargo.
-No mi pequeña, perdóname tu a mí- le dijo su hermano.
- ¿Por qué? - pregunto haciendo un ligero bizco con sus ojos.
-Entendí mas lo que el tío Mystoria dijo, y te forcé a aprenderás ruso – dijo con un poco de tristeza.
-No, estoy enojada contigo- comento la niña- pero quiero un helado y una matriozka – esta última palabra fue en un ruso muy flojo, más sonaba como un alemán intentando hablarlo. Pero ambos idiomas suenan algo rudo, así se escuchó en la pequeña. -Bite- rogo la niña.
-Está bien, lo que desees- dijo el rubio mientras salía con la niña en brazos.
- ¡Bravo! - dijo contenta – Mutti si iré a Moscú- dijo de lo más contenta la pequeña. El pequeño apelativo usado por la niña sonrojo ligeramente al padre de la misma; aunque ese apelativo estaba en lo cierto Camus era la madre de ambos.
Camus sonrió al ver como la pequeña niña de 7 años podía sobornar a su hermano mayor, al ver lo débil que era su hijo con esa niña le generaba mucha alegría. Adoraba ver a sus dos hijos llevarse tan bien.