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Amor acaramelado por Jari_boo

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(Pov Narrador)

—Alejate Marshall.— el rosado toma fuerzas y le aleja mirando los ojos del pelinegro que reflejan tristeza por su rechazo. El pelirosa deja salir unas pequeñas lágrimas y se abraza al azabache dandole un calido beso. —Perdoname, Marshall. No pude hacer nada y termine siendo usado por alguien que no eras tu.— el ojinegro aprieta sus puños dandole el abrazo más fuerte de su vida a Gumball.

—Ya todo eso quedo en el pasado, ahora estamos en casa, hemos vuelto y podemos ser felices. Olvidemos esa dimensión y empecemos de cero. — lleva sus manos al rostro del contrario besandole las mejillas con ternura haciendole reir por lo bajo lo cual le hace feliz a el, ya que el ver a Gumball feliz también lo hace feliz a él.

—Tienes razón, ahora estamos en casa, debes terminar con tu compromiso.— dice algo posesivo abrazandole por las caderas. —Eres solo mío, debes dejarlo bien claro.— infla los cachetes sonrojado recibiendo un calido beso de Marshall.

—No te pongas celosito. Sabes que solo soy tuyo...— pausa bajando la mirada algo pensativo. —¿Por qué... Por qué querías que te olvidara? ¿Por qué pensaste que al estar lejos de mí, me harías feliz? Dejame decirte que esa no es tu decisión Gumball. Soy lo suficientemente grande como para decir si quiero estar contigo a pesar de todo.— el rosado lleva sus manos al pecho del azabache, acerca su rostro a la camiseta de este aferrándose dejando salir pequeñas lágrimas.

—Perdoname, tienes razón. En ese momento solo pense en mí y la vergüenza que me causaba el que me vieras después de lo que paso. No quería que me vieras con lastima al recordar lo que pasé, ni que sintieras odio por alguien a quién jamás encontrarías para vengarte.— se aferra aún más fuerte al azabache empezando a sollozar. El pelinegro le mira y levanta al menor sujetándole por las caderas, flotando hacía la habitación del pelirrosa quién mira a Marshall por lo bajo.

—No vuelvas a hacer algo como eso. Jamás querré olvidar a la persona más hermosa y tierna del mundo.— seca las pocas lágrimas que corren por las mejillas de Gumball y entra a la habitación de este recostandole sobre la cama, manteniéndose mirandole hasta que es halado por el rosado, quién inicia a besarle con gran salvajismo.

El beso se hace intenso y apasionado, es una batalla de lenguas en la cual ninguna de las dos partes pretende rendirse. El rosado lleva sus manos a la espalda del azabache quién le acaricia el rostro con delicades.

—Te amo, Marshall lee.— Comenta Gumball al momento de separarse en busca de aire. El pelinegro empieza a deshacerse de la camiseta del menor con una melosa y picara mirada. Ambos ríen un poco antes de continuar con el beso.

Gumball mete sus manos por debajo del pantalón del mayor apretandole las nalgas y acercandole más a el. El pelinegro consigue deshacerse de la camiseta y el pantalón del rosado, manteniendose inmóvil mientras admira el hermoso cuerpo del rosado al desnudo. Con las llemas de sus dedos empieza a acariciar el pecho y abdomen de Gumball quién se extremese levemente sonrojado mirando hacía otro lugar a causa de la vergüenza. Una maliciosa sonrisa se dibuja en los labios del mayor quién se acerca a uno de los pezones del menor empezando a mordisquearlo, lamerlo, estirarlo y chuparlo, el rosado no soporta tales actos e inicia a gemir y jadear, por las sensaciones que le causan las atenciones del azabache.

—M...marshall, pa...para.— los jadeos y gemidos, no le permiten decir bien las palabras lo cual le hace sonrojarse más. El pelinegro empieza a desnudarse y una vez termina empieza a besar el pecho del menor dejando algunos moretones y marcas de mordidas, al bajar empieza a darle atención al miembro del rosado entrandolo en su boca y jugando con este. El pelirosa se extremece al sentir la humeda boca de Marshall rodeando su miembro, la lengua del mayor no deja de acariciar y atencionar el miembro, desde el tallo hasta la parte superior. Las piernas de Gumball empiezan a temblar y un hormigueo recorre todo su cuerpo, haciéndole arquear la espalda, terminando en eyacular en la boca del mayor quien traga la semilla del menor.

—Gumball... Sigues siendo igual de delicioso, no importa cuantas veces pruebe tu esencia, sigues siendo tan sabroso como la primera vez.— los comentario del pelinegro solo consiguen sonrojar a Gumball quién tapa su cara justo antes de ser girado por el azabache quién lo pone contra la almohada empezando a lamer sus glúteos y garle suaves nalgadas. El principe del dulce reino no contiene sus gemidos, llenando toda la habitación con estos, lo cuál es música para Marshall quién introduce uno de sus dedos en la entrada de Gumball empezando a prepararlo.

Gumball muerde la almohada para no dejar salir más gemidos, en ese momento Marshall acerca sj erecto miembro a la entrada del rosado empezando a frotarla con este haciendo que Gumball deseé tenerlo dentro, por lo cual el pelinegro no le hace esperar e introduce su miembro con rudeza, empezando a moverse con suaves movimientos de cadera. En este punto los gemidos y gadeos por parte de ambos llenan la habitación, los movimientos del azabache van tomando más fuerza y salvajismo escapandosele al pelinegro unas nalgadas que dejan el rosado trasero con un tono rojizo.

Luego de unos minutos de embestidas, gemidos y jadeos ambos caen agotados mirandose mutuamente con una pequeña sonrisa. Permanecen así hasta quedarse dormidos.

 

Notas finales:

Epilogo

meses después de la llegada a Ooo.

 

Gumball y Marshall habían mantenido su relación oculta ante los ojos de todo el dulce reino, el azabache había roto su compromiso y también acepto la propuesta del dulce principe de ir a vivir con el al castillo.

 

La corte del dulce reino se había hecho de ojos ciegos ante los actos del principe y todo iba a favor de la pareja.

 

Gumball como siempre estaba en su laboratorio, eso antes de que Marshall lo fuese a buscar para dar un paseo por los jardines, ambos estaban en el centro de las hermosas flores de chicle cuando Marshall se arrodilló y saco una cajeta de color negro con rojo. Justó antes de abrirla en medio de ambos cae una pequeña niña con orejas.

 

—Ustedes son los salvadores.— comenta esta mirando a los sorprendidos enamorados que inmediatamente recordaron la dimensión en la que habían estado.

 

Bien este es el hasta luego, nos veremos más adelante con una nueva entrega de amor acaramelado, no crean que esto se acaba aquí. Espero y pasen por mis otras historias ya que estare publicando novelas suculentas con muchas escenas sin censura, recuerden que los amo mucho fantasmitas, por lo mismo espero que les gustara el final de temporada.

Adios...


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