UNA VEZ MÁS
Entrelazo mis dedos grandes y carnosos entre los tuyos que son más delgados y delicados. Una vez más.
Veo con atención tus pupilas, hermosas, morenas, y aun no siendo de colores cautivadores, a mí me encantan, presiento que al observarlas nuestros corazones se sincronizan, y los ojos son el reflejo de nuestro sentir.
Me abrazas, aun teniendo las manos entrelazadas, dos corazones siguiendo un paso acompasado e entonando la melodía larga del amor correspondido, durante una noche fría pero de cielos despejados, donde en el lienzo negro de la noche una Luna enorme y brillante, acompaña a dos enamorados. Tú y yo.
No quiero que este sea nuestro adiós, no quiero perderte, quiero pasar cada segundo, minuto, hora, día, año de mi vida a tu lado. Eso me revela mi corazón en forma de susurro cada noche que no estás conmigo.
Eres un ser muy astuto, eres tal, que conseguiste robarle el corazón de forma descarada a un descerebrado, ese soy yo.
No quiero parecer débil, ni muy sentimental, pero cuando estamos tú y yo, siento que puedo manifestar la pasión exagerada que tengo por ti, sin ningún tipo de reparo. Solo Kamisama lo sabe, y bendice con una sonrisa discreta nuestro romance.
No puedo, aunque me consuma, levantarme un día así de la nada y decir: “Yo siempre amé a Vegeta”, no podría liberarme por el simple hecho de que llevo más de 30 años casado con una mujer, que es una bruja maruja* por cierto. Dejó de ser cariñosa conmigo hace mucho tiempo, se cansó y con razón. Porque yo jamás lo fui con ella. Nunca. Ni siquiera tuve intenciones de hacerlo en verdad.
Me obligo a amarla, pero como testarudo que soy, no lo consiguió. Obligando las cosas solo consigues crear grietas en vez de construir unos cimientos bien sólidos. Únicamente guardé la apariencia todos estos años, mediante una nube de humo muy espesa, la cual conseguiste infiltrarte e encontrar mi lado más sensible.
Nada de lo anterior mencionado es comparado contigo, tu amor tan complicado pero que me gusta, quizás sea masoquista por gustarme recibir un trato a años luz de las concepciones románticas que están implantadas en este mundo. Pero eso no importa, lo que unos consideran desdicha yo lo veo como una gran suerte.
Mucha gente criticaría mis sentimientos, lo sé, no entiendo ciertos razonamientos de algunos, que sin saber nada de nada, critican y opinan. ¿De qué vas a hablar si no tienes ni pajolera idea de lo que quieres criticar? Solamente dejan caer incoherencias y más incoherencias sin un mínimo grado de empatía…
Deshago nuestro enlace de manos para tomarte bien del mentón y ver mejor esos ojos que tanto me gustan, poco a poco te aproximo lentamente hacia mis labios sedientos de ti, mi boca hambrienta desea de nuevo recibir ese alimento viscoso e incoloro, saborear, una vez más, tu esencia personal. La colisión de ambos pétalos fue un instante delicado y hermoso, milisegundos de placer extremo me otorgó. Como si amor de dos jóvenes inexpertos se tratase.
Una vez terminado el contacto con los labios, una de mis manos traviesas se cuela por debajo de tu abrigo y te impulso levemente la espalda, quiero hacerte caer sobre mi pecho, que sientas mi cálido e desenfrenado latido.
A ver si eso te hace cambiar de idea, a ver si te hace entender de una buena vez por todas que mi amor es el mejor refugio que jamás puedas encontrar en este vasto universo.
¿Es que no lo entiendes?
Toco disimuladamente tu sexo, rozo ahí mis manos con lujuria, lleno de ganas de sentir la unión máxima, con ganas de llevarte a las puertas del edén. Una vez más.
Pero me detienes, te excusas diciéndome que te esperan.
Tienes miedo de esto, lo sé. Serás muy orgulloso y todo lo tú que quieras, eres honorable y un buen guerrero, pero no tienes suficiente coraje para destapar, junto a mí, nuestro amorío. Tú ya tienes la vida resuelta, y tu esposa no es tan mala como la mía.
Si tú no quieres hacerlo, yo tampoco lo haré. Se trata de ser ambos a la vez, no uno más y otro menos. Tiene que ser equitativo. Aunque, sea la decisión que tomes, la respetaré siempre.
Ahora te separas de mí, un empujón desgarrador para mi sentir. Te despides.
Desde el frío suelo te veo despegar hacia el obscuro lienzo, y al fundirte en él una sensación extraña recorre cada rincón de cuerpo.
Mi corazón pesa treinta veces más, y es doloroso, nada agradable.
Quiero ir tras de ti, pero algo me bloquea, y ese algo es conocido como la realidad. La pura y dura realidad, esa que te otorga esos momentos sean agradables o dolorosos. El yin y el yang de una persona.
Mi corazón oprimido, herido, abandonado, espera tu regreso no muy lejano.
Una vez más.