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LOBO CARMESÍ por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 2: La casita de paja.

 

                                                                                                                                

“Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:

 

 -¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!

 

Entonces surgió de detrás de un árbol grande el lobo, rugiendo de hambre y gritando:

 

-Cerditos, ¡os voy a comer!

 

Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:

 

-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

 

Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja derribó.”

                                                                                                                                          - Los tres cerditos y el lobo.

 

 

Cuando despertaste tus manos estaban atadas, el aroma de algo extraño así como la suavidad del piso te hizo levantarte alerta, pero aquello no era suelo parecían cojines, cojines en asientos negros dentro de aquel confinamiento, que al parecer se movía, un cristal opaco te indicó que efectivamente aquello se movía, un bebé, el recuerdo fugas de ti junto a otro pequeño lavando un bebé color sangre paso tan rápidamente que lo desechaste de inmediato te levantaste  solo para notar que tus manos estaban atadas, por suerte eran sogas, si esos cazadores creían que podrían detenerte con eso eran idiotas.

 

Tus dientes de inmediato procedieron a masticar aquellas cuerdas, tus muñecas pronto se vieron llenas de sangre  y raspones en un intento de agilizar tu escape, cuando al fin estas cedieron, las marcas rojizas alrededor de estas te causaban dolor mas era un precio que podías pagar si con eso escapabas, observaste tu entorno buscando una salida, mas no parecía haberla, una manta azul colocada a un lado llamo tu atención, era totalmente suave y cálida, hundiste tu nariz en aquella sin poder evitarlo  pero el olor a flores dulces te inundo de inmediato.

 

Artificial.

 

Malo.

 

Tus sentidos la desecharon de inmediato hasta el lado contrario fue ahí donde les vistes, alimento, tazones transparentes llenos de lo que parecían ser trozos de comida oscura,  colores brillantes llamando tu atención de inmediato, por lo que acercándote con cuidado olfateaste suavemente, un dulce aroma te recibió más todo aquello podía ser una trampa por lo que aun cuando tu estomago rugía de hambre negaste alejándote de ellos, en tu mente te maldecías por no haber tomado un bocado de alguno de esos cazadores, su carne rancia al menos te darían fuerzas en este momento.

 

De pronto aquella prisión dejo de moverse, escuchaste mormullos fuera de estos gritos tal vez mas toda tu atención se centraba en aquella ventana desde la que podías observar el bosque, un frondoso bosque de verdes colores lleno de vida, el recuerdo lejano de una cabaña en las profundidades de un bosque parecido te llenaron de añoranza, de esperanza, algo que no habías sentido en mucho tiempo, si podías escapar, salir de ese lugar tal vez podrías regresar ahí, a tu hogar del cual fuiste arrancado con brutalidad.

 

Aquel cristal se interponía entre ti y un recuerdo lejano, mas darte por vencido nunca era una opción, te recostaste entonces sobre aquel asiento suave para levantar tus piernas y patear con fuerza, ellas eran fuertes el correr entre aquella maleza te había dado una habilidad inusual, una fortaleza única, un par de golpes después aquel cristal cedió rompiéndose en mil pedazos, nuevos ruidos se escucharon fuera de tu prisión, el sonido de armas seguramente preparándose para disparar más dardos te hicieron decidirte.

 

Saltaste con maestría por aquella ventana logrando salir, más en cuanto pisaste el suelo incorporándote para correr el llamado de tu nombre te hizo detenerte, un nombre que jamás creíste escuchar, un nombre que por años creíste olvidado.

 

Tu mirada entonces se posó en dirección del llamado a aquellos chicos rodeados por los cazadores que te habían atrapado, el miedo latía desde el interior de tu corazón, miraste a todos y a ninguno pues de inmediato te dejaste caer en cuatro para comenzar a correr ignorante del dolor en tus miembros, escuchaste tu nombre nuevamente llamándote detrás de ti junto a un montón de gritos, tu mirada se mantuvo siempre al frente negándote a mirar detrás de ti en dirección a aquellos que te cazaron, entonces algo te derribo, un cálido cuerpo cayó sobre ti, con tus heridas tu velocidad se redujo considerablemente, tanto que uno de ellos te había alcanzado.

 

Forcejeaste con fuerza gruñendo contra aquel que te daba vuelta mientras  recibía un golpe de tu puño en su mandíbula, aquel rostro canela frunció el ceño ante ti, aquellos marones ojos te miraban con ira reprimida por tu ataque, pronto aquellos brazos fuertes te aprisionaron tras levantarte jalándote  de regreso a donde los cazadores aun te apuntaban con sus armas, intentaste zafarte nuevamente pero aquel chico, porque si ahora lo notabas era un chico presiono con fuerza tus costillas haciéndote gemir de dolor, habías olvidado completamente a aquel cazador que apuñalaste porque este te había golpeado hasta romper una costilla.

 

Y aquel joven te llevo hasta estar frente de los demás, un cazador armado parecía querer arrebatarte de sus brazos pero la voz de otro de cabellos tan dorados como el sol le detuvieron, pero las armas nunca dejaron de empujarte tensándose de inmediato cuando al fin aquel cuerpo te soltó ya que habías  dejado de luchar, ya que tus pies había tocado la tierra bajo tus pies.

 

-          Lowell – ahí estaba otra vez,  tu nombre de los labios de aquel chico de cabellos blancos, tu mirada confusa causo dolor en aquel pues aun cuando no le reconocías del todo algo en él te llamaba, algo en aquellos cabellos blancos, en aquella mirada chocolate salpicadas de pecas era completamente familiar – soy yo Carlos – volvió a hablarte nuevamente aquel niño mientras tu espalda aquel chico parecía alejarse pues notaba que no escaparías nuevamente – Carlos De Vil – y aquel apellido te recordó a aquel sujeto.

 

El rostro sonriente de aquella mujer inundo tu mente, la risa estridente que aquella noche resonó por la vieja casa te golpeo de pronto, tu conocías a ese niño, tu sabias de él y de su madre.

 

Cruella De Vil.

 

La ira dentro de ti regreso de golpe, la sed de sangre y venganza se bombeo en tu interior, sin pensar dos veces  te abalanzaste sobre aquel tipo para sorpresa de todos,  azotando su espalda contra el suelo desde los hombros, un gruñido amenazador emanó desde tu garganta y aquellos dientes de se abrieron dispuesto a cerrarse en su cuello para desgarrarla, todo tu cuerpo gritaba una sola cosa.

 

Matarle.

 

Matar a Carlos De Vil, devorar su carne fresca y bañarte con su sangre tibia, destruir al ser que arranco tu corazón.

 

 Aquellos brazos nuevamente rodearon tu torso para alejarte de tu presa, más la adrenalina que corría en tu interior te dio nueva fuerza para empujarle y tratar de atacar nuevamente a aquel que con ayuda de otro joven se levantaba, una chica de cabellos morados parecía mirarte con fiereza interponiéndose entre tú y el.

 

Dos pequeños piquetes en tu espalda te detuvieron de inmediato, un tercero nublo tu vista, pero fue aquel cuarto que te derrumbo de inmediato el suelo parecía ser tu destino si no fuera por aquellos brazos que te sostuvieron con fuerza, fue entonces que aquel aroma te golpeo.

 

No era dulce, no era nada que hubieras olido antes y sin embargo era familiar, era seco como las arenas del  desierto, picante  y embriagador, olía bueno, a hogar, tan diferente y parecido a tu padre, el sueño te venció al fin, no sin antes hundir tu nariz en aquel cálido abrazo que te daba extrañamente seguridad, a casa.

 

****************************

Sus pasos resonaban por aquellos blancos pasillos, puertas cerradas con la mayor seguridad eran pasados por ellos, aquellos cinco chicos eran seguidos nuevamente por al menos un hombre armado, el mismo que había traído aquel joven, uno que sabía de lo que era capaz.

 

Cuando aquel niño se ejecutó en cuatro patas en dirección al bosque nadie realmente se esperaba esa reacción,  bueno quizás solamente aquellos hombres armados quienes de inmediato se disponían a disparar nuevamente sus armas, dardos tranquilizantes para pararle, pero la voz del rey y más importante la reacción rápida de Jay les detuvo.

 

En un momento Jay estaba al lado de Carlos conteniendo el aliento ante la visión de aquél maltrecho niño, al siguiente se encontraba saltando la cajuela de la limosina para poderse al día con aquel corredor, aquel árabe arremetió contra las piernas del chico sosteniéndole con fuerza, domándole, aquel golpe contra su mandíbula no fue sorpresa pues aquello se había transformado en una bestia llena de gruñidos y golpes al azar en un intento de liberarse, lo verdaderamente sorprendente fue la fuerza, pues para ser un chico tan escuálido realmente golpeaba duro, levantarlo fue  aún más fácil pues realmente aquel era tan ligero que por un segundo Jay temió romperlo por la mitad, más las delicadezas no podían ser participe, pues aquel aun gruñía removiéndose entre sus brazos para escapar, Jay se aferró con más fuerza abrazando sus costillas y de inmediato se arrepintió, pues un crujido casi silencioso llego a sus oídos, así como aquel gemido lastimero de aquel que dejo de luchar contra su agresor.

 

Él le había lastimado, aquello realmente lo lleno de pánico, había olvidado lo frágil que lucía bajo toda esa fuerza destructiva que parecía querer escapar, por suerte aquel chico no se desmayó, ni dio indicios de ninguna molestia mayor por lo que lo llevo nuevamente junto a todos los demás, uno de los guardias intento arrebatarle el control del chico, pero antes de que Jay se negara, el aún se sentía culpable por lastimarle aún más por lo que no quería añadir el estrés de encontrarse sujeto por otro tipo y evitar que este volviera a luchar y lastimarse, Ben entonces negó por él, siendo obedecido en el acto, pero aquellos hombres nunca bajaron las armas, entones Carlos volvió a hablare y el  chico parecía responder y toda la tensión en su cuerpo parecía evaporarse.

 

Jay aflojo suavemente sus brazos en él, pues al parecer una reconciliación se haría presente, casi podía escuchar la música de fondo tocar y las chispas de colores estallar en el cielo, algo que tal vez no sería nada raro en Auradon.

 

Él se equivocó, pues en el momento en que los ojos de aquel chico le reconocieron, sus hombros se tensaron de inmediato y se arrojó contra Carlos atacándole, Dude ladro desde donde Evie le tenía sostenido, Evie maldijo por lo bajo y Jay de inmediato volvió a tomar a aquel joven por la fuerza, esta vez no le importo lastimarle, el había atacado a Carlos, se atrevió a dañar a su familia y por mucho que Carlos le tuviera afecto eso era suficiente para hacer enojar a Jay, así que le sujeto con fuerza, más  de la necesaria, entonces justo antes de que aquel chico se desplomara en sus brazos gracias a los dardos tranquilizantes de los guardias aquel chico enterró su nariz en su pecho inhalando con fuerza, sus manos parecían aferrarse a sus brazos y el juraría que vio sus labios moverse para formar una palabra que se perdió en el viento.

 

Horas después Lowell fue llevado a un centro médico, Ben tuvo que aceptar que era inestable para ser reintegrado de primera instancia a la sociedad, Carlos grito indagando ante esto, pero Ben le tuvo que recordar que este joven había pasado años en el bosque, solitario, que su comportamiento era totalmente comprensible ya que había ido salvaje por muchos años tal vez sin compañía, y eso era muy probable, pocos se atrevían a entrar a esa parte de la isla y los que lo hacían nunca regresaban con vida, al menos no la mayoría.

 

Así que ahí estaban aquellos chicos que al fin se les permitió visitar al chico un día después de su desafortunado accidente, un día  por que al parecer el chico necesitaba su sueño y descanso, palabras de Ben no las de Carlos.

 

-          Su majestad es peligroso – seguía hablando aquel guardia que les acompañaba, ese hombre seguía insistiendo en que era premisa idea-  ha estado aquí un día y ya ha intentada escapar dos veces – la risa de Mal le hizo voltear a verla solo por un segundo, mordiéndose la lengua para no hablar contra ella - golpeo a dos guardias, y a otro casi le arranca la oreja – se detuvieron cuando llegaron a aquella puerta, donde un guardia parecía vigilar la entrada.

-          ¿Qué tan lejos llego? – pregunto con curiosidad el joven rey quien se acercó lo suficiente para observar por la ventanilla de cristal en la puerta.

-          Más allá de la sala comunal señor – respondió a su pregunta - tuvimos que atarle – continuo dudoso, un grito de indignación escapo de la pequeña princesa.

-          No es un animal salvaje – y el grito de Carlos resonó por los pasillos, molesto por aquel trato tan inhumano, puede que él le atacara y si tal vez estaba un poco frenético pero definitivamente no era un animal.

-          ¿Esas son esposas? – Jay miro por encima del hombro de Carlos aquel que miraba con odio al guardia, por la ventana podía observa al chico que sentado contra la pared en su cama golpeaba repetidamente su espada contra esta, al momento que jaloneaba su muñeca esposada a la cabecera.

-          Usamos coreas pero las mordisqueo para soltarse la primera vez – explico aquel hombre ignorando la mirada de odio de Carlos, centrándose únicamente en el rey.

-          Están lastimando su piel – Evie se asomó de igual manera notando como aquel metal parecía cortar la muñeca del joven que peleaba por liberarse.

-          Es peligroso señor no hemos podido examinarle despertó en cuando íbamos a hacerlo – continuo hablando el hombre, tratando de persuadir inútilmente al rey.

-          Si siguen sedándole podía matarle – Carlos nuevamente miro a Ben en una súplica, él no podía tratar a si a Lowell, Ben prometió darle una oportunidad como ellos, Ben no podía traicionarles.

-          Carlos  podemos hablar – y Ben adivino los pensamientos de su amigo por lo que de inmediato  le llevo a una esquina alejados de la puerta, dándole su espacio, sabiendo bien lo importante que era para él no ser tocado por nadie.

-          Ben no puedes dejar que le hagan eso – Carlos suplico suavemente, mirándole con sus enormes ojos marones.

-          si no lo hacen no podrán curar sus heridas, tratarle – suspiro aquel rey sabiendo bien que aquello era doloroso para el chico -  ¿Realmente quieres que permanezca así? – le miro por un segundo – tiene que tratarle, asegurarse que está bien – Ben dudo un segundo pero con suavidad coloco una mano en el hombro del pequeño, sonriendo internamente cuando este no se estremeció por aquel contacto -  quiero ayudarle Carlos, sabes que lo hago.

-           Tienes razón – susurro aquel niño después de un largo minuto donde miro fijamente al rey, donde busco cualquier signo de mentira en sus ojos, sin encontrar ninguna, pues él conocía aquél chico y confiaba en él, llego a confiar tanto como lo hacía con sus otros amigos.

-          Denle un sedante – Ben levanto la vista de Carlos para hablar fuerte y claro en dirección a la puerta, ahí donde un medio ya se encontraba esperando indicaciones  - Traigan a las enfermeras  y… - Ben apretó suavemente el hombro de Carlos para que este levantara la mirada nuevamente, asegurándole que todo estaría bien.

-          ¿Señor? – pregunto extrañado aquel guardia.

-          Recuerden que solo es un niño muy asustado – término, Carlos suspiro de alivio, Jay parecía  orgulloso por aquel rey, Evie tenía una sonrisa enorme en su rostro y Mal ella se limitó a mirar fijamente a la habitación donde aquel chico parecía dispuesto a arrancarse la mano si con eso se liberaba.

 

Los rizos revueltos enmarañados dejaron de balancearse en el aire, el cuerpo de aquel se puso totalmente firme, como detectando una amenaza, su cabeza aquella que todo el tiempo se mantuvo baja se levantó lentamente, Mal pudo observar entonces aquellos ojos, estaban fríos, vacíos, llenos de odio, aquella aboca se separó suavemente dejando ver los blancos dientes afilados, caninos sobresalían junto a un gruñido amenazante, aquello duro un segundo, solo un instante pues al siguiente aquel cuerpo volvió a tambalearse contra la pared, ella esperaba estar en un error, de lo contrario Lowell estaba segura se convertiría en una amenaza.

 

Así que nuevamente Lowell fue sedado y llevado lejos, las drogas duraron lo suficiente para que este fuera examinado, los médicos hicieron los suyo atándole a una mesa para limpiarle y proceder a un examen médico, las enfermeras le lavaron a fondo todo el tiempo siendo supervisadas por un hombre armado, al principio  no querían darle demasiados tranquilizantes pero luego de que intentara morder a un doctor las drogas hicieron lo suyo y aquel chico vestido con una fina bata blanca se encontró descansando en su habitación.

 

Los resultados no fueron favorables, Lowell  presentaba graves signos de desnutrición, esto no parecía muy raro entre los habitantes venidos de la isla, el propio Carlos presento un caso terrible para ver, pero Lowell era simplemente otro nivel, los médicos no parecían explicarse como alguien tan frágil pudo sobrevivir todo este tiempo, ellos no entendían que la sangre de una gran bestia feroz corría en sus venas.

 

 

****************************

 

La orden de buscarle fue firmada de inmediato, los guardias habían salido casi de inmediato en su búsqueda, pero después de varios días sin resultados se tuvieron que  considerar nuevas opciones, claro que aun así se les dio la oportunidad a nuevos chicos para salir de la isla, cada semana llegaban nuevos estudiantes y cada semana voluntarios de la escuela les daban la bienvenida compartiendo habitación, convirtiéndose en sus primeros amigos.

 

Claro que fue difícil, aquel chicos de la isla no confiaban, les faltaba mucho aprender, la malicia que había sido inculcada desde pequeños era difícil de borrar, pero el miedo de ser regresados a aquella prisión era mucho más grande que apegarse a las reglas de la escuela, así que varios de ellos bajaron sus cabezas y aceptaron a regañadientes ser “buenos” a regresar a la miseria.

 

Y aquellos días se volvieron semanas, Carlos se volvió cada día mas impaciente, con cada niño nuevo en Auradon sus esperanzas de ver a su viejo amigo se perdían y sus amigos lo notaron, Ben lo noto, podía ver suspirar al pequeño cada que una nueva bienvenida se daba para los nuevos habitantes, como su sonrisa vacilaba cada vez que le prometía traer al chico.

 

Así fue como todo aquella decisión, una de la que tal vez se arrepentiría, sabia por advertencia de sus amigos que el bosque en la isla era peligroso, que ningún habitante entraba deseoso a aquel lugar, el rumor de bestias aterradoras era palpable, aun cuando el hada madrina les aseguro que no había tal en ella, así que no era una sorpresa que para aquellos guardias les costara mucho encontrar a un joven en ella, aferrándose a la esperanza de que aquel chico estuviera con vida, Ben no acepto ninguna negativa y empujo a sus hombres a buscar con más desesperación, cuando aquello se convirtió en meses el actuó.

 

Busco la ayuda de los lugareños, claro que ofreció alguna recompensa por los servicios, no fue sorprendente que los cazadores fueran aquellos que atendieran el llamado, después de todo ellos sabrían bien del bosque.

 

-          Quiero que mis hijos vayan a  Auradon solo así les ayudare – Demando aquel hombre frente a la computadora, solo así se pondría en conferencia con el rey, la única manera en que aquel experto cazador le ayudaría.

-          Bien – suspiro derrotado aquel joven rey – tus hijos saldrán de la isla, pero recuerda Gastón no debes causarle daño, esta no es una cacería, es una búsqueda y rescate – explico Ben, dejándole en claro que no toleraría ningún abuso para el joven.

-          Nunca me atrevería a verlo de otra forma – y la sonrisa que le dio aquel hombre no le dio nada de confianza, pero mantuvo sus instintos abajo, mordió su lengua y calmo sus nervios, el necesitaba de ese hombre.

 

Ben conocía por experiencia de sus amigos que los gemelos Gastón no eran fáciles de tratar, él no tenía nada en contra de los hijos del hombre que casi mato a su padre, y sabía que su madre no se opondría a traerlos, tal vez su padre le gritaría al saberlo, pero no era como si no lo hubiese hecho antes, aun así algo en su interior le dijo que aquello no era buena idea, el siempre trato de dar una oportunidad a todos, de probar lo que eran por ellos mismo y no por lo que alguna vez fue su familia, pero en aquel momento cuando aquellos chicos bajaron de la limosina y sonrieron en dirección a sus amigos supo que algo andaba mal.

 

Aquellos gemelos iban acompañados de dos chicas más,  había acordado traer de cuatro en cuatro y en pares para poder tratar con ellos, como siempre Ben les dio la bienvenida en la entrada, el hada madrina repitió su discurso sobre reglas y conocimiento, a su lado su novia miro intimidante a todos los recién llegados recordándoles en una amenaza silenciosa que ella no toleraría ningún truco, Evie asistía emocionada apoyando a Mal, Jay estaba de igual manera amenazando con su simple presencia y Carlos, el aun cuando sabía que Lowell no vendría esa semana, el iría para complacer a Ben.

 

-          Hey De Vil  - saludo burlonamente uno de los gemelos acercándose sonriente al chico que sostenía a su perro con fuerza, fue entonces que los hombros flojos de Carlos se tensaron, que su espalda se puso firme y sus ojos se abrieron alerta un gesto no desapercibido para aquellos que sonrieron a un más ante esa reacción.

 

En el minuto siguiente Jay se había trasladado casi al frente de Carlos en un intento de llamar la atención sobre el cruzando los brazos sobre su pecho, deteniéndose en una guerra de miradas contra el gemelo más cercano.

 

-          Jay – mascullo aquel gemelo entre dientes, puede que este fuera más alto que Jay pero había aprendido con el tiempo a no subestimar al ladrón.

-          Gastón Jr. – respondió el flexionando mas sus brazos, amenazándole con la mirada dejándole en claro que las cosas no serían igual que en la isla y que Carlos estaba definitivamente fuera de los limites.

-          Ya basta chicos – hablo finalmente una de las chicas – creí que esto era una bienvenida – aquella joven de cabello castaño sonrió haciendo bailar su largo cabello en el viento – me alegra verlos de nuevo, Jay –  extrañamente aquel gemelo retrocedió dándole paso a la joven – luces bien.

-          Joanna Mc.Leach  – dio como único saludo, nunca dejando su pose defensiva.

-          Mal – dirigió la mirada entonces a la hada que simplemente sonrió en su dirección parpadeando sus brillantes ojos verdosos – Carlos – miro con dulzura fingida a aquel chico que se aferraba a su perro – lindo perro por cierto – termino  justo antes de que Ben tomara la palabra y les llevara en su acostumbrado tour por la escuela.

 

Jay no se perdió de aquella mirada que la chica le había dado Dude, así como tampoco la forma en que aquellos dos gemelos esperaron paciente a que ella tomara la delantera, como siempre él se quedaba atrás con Carlos esperando a sus nuevos compañero a seguir a Ben y las dos chicas que hablaban sobre la escuela y las reglas en ella, la segunda chica casi fue empujada por uno de los gemelos, era obvio que ella no era su amiga, mas esta se recompuso rápidamente y siguió al grupo mirando con ojos enormes y mocionados todo a su paso, Jay casi ríe ante esto, pues era la misma cara que Carlos había puesto la primera vez también.

 

Pero ahora el rostro de Carlos no sonreía y se aferraba con fuerza al pequeño perro tenso, él sabía que traer a los gemelos era mala idea, pero también entendía el predicamento de Ben, si aquella era la única manera para hacer feliz a Carlos incluso el haría un trato con el mismo Satanás solo por su felicidad.

 

****************************

Cuatro días habían pasado, cuatro largos días desde que Lowell fue internado en esa clínica y no le fue permitido visitarle, cuatro largos días en los que los doctores aseguraban que era muy inestable para visitar, aun después de suplicarle a Ben, los médicos afirmaban que el chico era completamente salvaje, pues únicamente gruñía a todo aquel que se acercaba, llego atacar a varias enfermeras arrebatándoles la comida, mirándoles con desconfianza, aun cuando le medicaban para mantenerlo tranquilo estos parecían desaparecer rápidamente de su sistema.

 

Así que cuatro largos días después de suplicar por dejarle ver a su amigo Jay accedió a llevarle a la clínica, obviamente Ben mando la limosina disculpándose por no poder asistir debido a su ocupada agenda, dejando en claro que los médicos sabían de su visita, Mal simplemente negó cualquier petición de acompañarle, señalando que estaría bien con Jay y Evie aun cuando ella realmente quería ir pensaba que no era prudente que aquel pobre chico tuviera tantos visitantes.

 

-          Quiero entrar – pidió Carlos cuando al fin estaban frente a aquella puerta.

-          Estás loco casi te arranca la garganta a última vez – Jay le detuvo de tomar el pomo de aquella barrera que les protegía del peligroso ser.

-          Necesita interacción humana solo está en su esquina y no habla – argumento el chico, señalando por la ventana aquella pequeña bola en una esquina, las esposas habían sido sustituidas por unas cadenas mágicas que solo se activaban ante cualquier indicio de violencia.

-          No vas a entrar ahí Carlos – sentencio Jay dándole una mirada dura al pecoso, en un intento de hacerle cambiar de opinión.

-          Jay tengo que hacer esto – pidió el, afrontando su mirada sin miedo - por favor – suplico al final cuando noto que su amigo no se lo permitirá.

-          Bien pero yo voy contigo – y aquellos ojos marrones se iluminaron asintiendo de inmediato, Jay debió saber que no podía negarle nada en este punto a Carlos no después de convertirse en tan buenos amigos.

-          Hola Lowell – saludo cortésmente aquel niño una vez dentro de la habitación - luces mejor que antes – siguió hablando al no obtener respuesta, pues ese chico parecía encogerse aún más en su lugar - escucha Ben dice que solo van a hacerte unos exámenes más y podrás salir – insisto tratando de logara alguna respuesta - tienen que asegurarse de que no vas a atacar a cualquiera,  sé que no lo harías pero ellos insisten – a su lado Jay miraba fijamente al chico, cuyo rizos rojos cubrían su rostro de cualquier intruso, algo que no le gustó nada a Jay, el necesitaba ver  sus ojos, asegurarse de que aquel no era un peligro - por favor habla conmigo… ¿Lowell? – llamo nuevamente, pero los médicos parecían estar en lo cierto pues un pequeño gruñido salió de la garganta del joven, el al parecer no hablaría.

-          El no dirá nada Carlos – Jay tomo el brazo del niño para jalarle suavemente y hacerle retroceder, tenían que irse no creía que debería estar más tiempo, no si ese chico parecía negar su existencia.

-          Cierto este es Jay lo recuerdas – Carlos no retrocedió, pero tampoco empujo el toque de Jay más bien jalo a su amigo para que Lowell pudiera observarle-  mira solo quiero decirte que lo siento – susurro al notar que nada parecía hacerle  hablar - Tenía miedo, debí irte a buscar pero huiste al bosque y – y aquel chico levanto suavemente la cabeza solo un poco donde sus ojos aun eran cubiertos por sus largos rizos -  era demasiado cobarde… cuando Ben menciono la idea de traerte a Auradon tu nombre fue el primero que solté– explico detenidamente, guardando silencio por un momento, esperando paciente la respuesta, cuando parecía que no había tal, Carlos suspiro por vencido dejándose llevar por Jay que le jalaba a la puerta.

-          Cazadores – susurro aquella voz, justo antes de que los chicos alcanzan la puerta sorprendiéndoles - Enviaste cazadores – y aquella voz sonaba lejana, agrietada, rasposa y seca, las palabras fluían lentamente como si se hubieran olvidado en algún momento, y Jay no dudaba que fuera así – Cazadores – volvió a repetir ahora un poco más alto.

-          No Lowell esa no era mi intención – trato de explicarse inmediatamente, emocionado con la idea de que su amigo al fin le hablaba, de que este le reconocía y estaba dispuesto a conversar acercándose mucho más al chico.

-          ¿Tu intención? De Vil – escupió el nombre con desprecio levantándose lentamente ante la mirada de los chicos – vas a arrepentirte de traerme – gruño entonces lanzándose contra el pecoso, mas aquellas cadenas se activaron sosteniéndole justo al borde de alcanzarle - voy a rasgar tu garganta con mis dientes – amenazo, lanzándose nuevamente aun cuando sabía que sería detenido, mostrando sus afilados dientes al niño que era  rodeado de inmediato por aquel joven que igual le miraba amenazante.

 

Lowell se quedó un momento observando fijamente al árabe que parecía querer desgarrarlo, olfateo el aire a su alrededor sorprendiéndole mucho que aquel aroma provenía de él, regreso entonces su atención a Carlos y tras gruñirle nuevamente se dejó caer en su lugar dándole la espalda molesto.

 

Escucho como la puerta se cerraba, como aquellos latidos de corazón se alejaban con rapidez, como la fragancia acogedora se desvanecía en el aire, Lowell se quedó ahí suspirando con remordimiento, si hubiera ignorado el sollozo de aquel perrito perdido nada de eso hubiera pasado.

 

Carlos se alejó asustado, aun negándose a creer que su pequeño amigo se había convertido en aquel joven tan salvaje, en como por su miedo había arruinado su vida.

 

Como  la paja soplada por el viento así se había desmoronado aquella amistad.

Notas finales:

Lowell llama Bebé al automóvil, cuando conoció a Carlos este le dijo que era el bebé de su madre, así que ahora el cree que un bebé es una automóvil.

 

“Voy a rasgar tu garganta… con mis dientes” les eh dicho que soy fan del sterek, mi ship de teen Wolf no??? Pues se los recuerdo, adoro cuando Derek se pone todo macho lobo feroz yey!!!

 

A alguien le gusta Lowell, a mi si lo amo este será el personaje más complejo que haga, espero no regarla o contradecirme y poder desarrollarlo, no me agradan los gemelos Gastón ellos y Ben tendrá algunos roces, si se me ocurre algo.

 

 Joanna Mc.Leach es la hija de Mc.Leach el cazador de Bernardo y Bianca 2, creo que es uno de los cazadores más malvados de todos, el no solo cazaba animales en peligro de extinción por codicia, si no que era tan cruel como para matar a un niño y hacerlo pasar por un accidente, sin contar que quiso deshacerse de los huevos del águila para que así la madre se vendiera por más, y no, no es una coincidencia que se llame igual que su lagarto.


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