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LOBO CARMESÍ por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 3: El cachorro perdido.


 


“El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.


 


-¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!, decían los cerditos.


 


De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:


 


-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y entonces los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del hermano mayor. ”   - Los tres cerditos y el lobo.


 


 


 


En retrospectiva aquello fue una locura, un peligro innecesario, pero eras joven y con deseos de probarle a tu padre que podías valerte por ti solo, que no había  miedo en tu cabeza y que definitivamente podías enfrentarte al hombre. Escapar tampoco fue buena idea, pero no era como si él te hubiera dejado irte sin detenerte, por eso esperaste, cuando el salió como todas las noches, dejaste la calidez de su cueva para buscar lo que necesitabas.


 


Realmente no es como si necesitaras esa manta, claro que una extra nunca estaba de mas, podría servirte para muchas cosas, tal vez para vestirte cuando aquellas ropas dejaras de ajustarse a tu cuerpo, eras una cría en crecimiento, por eso cuando luego de tu primera excursión a las frías calles de la isla y viendo una oportunidad la tomaste y saliste corriendo, eras demasiado rápido nadie te alcanzaría y definitivamente mucho más inteligente que aquella gente mala, cazadores los llamo tu padre, aquellos que no dudarían en arrancar tu piel y hacerse un abrigo con él.


 


O ese era el argumento de tu padre, el siempre insistía en ello, pero bueno tu parecías mas uno de ellos, que un lobo, definitivamente no tenías esas peludas orejas, ni esa cola esponjosa y mucho menos pelaje, eras como tu padre antes de llegar a la isla, eras un hombre por lo que podías pasar desapercibido por las calles para observar, demonios llevabas un año ahí y todo lo que conocías era ese horrible bosque necesitabas más, conocer tu entorno, explorar.


 


Afortunadamente tus ojos se adaptaban bien a la oscuridad, las calles poco concurridas eran fácilmente caminadas por ti, desde la oscuridad además  del hecho de que era casi media noche no creías que hubiera peligro alguno, o al menos lo creíste hasta que un ruido proveniente de un callejón oscuro te hizo saltar sorprendido, no es que tuvieras miedo, por supuesto que no solo estabas sorprendido, ibas a emprender huida cuando aquel aroma te golpeo era dulce y suave, un extraño aroma a canela, te recordaba vagamente a la dulce fragancia que por muchos años te acompaño en tu antiguo hogar, y fue toda una odisea que precisamente pudieras llegar a oler tal acogedor aroma rodeado de la suciedad de la calle.


 


Con más curiosidad que nunca caminaste hasta encontrar a tu objetivo en una bola cubriéndose, temblando y llenando aquel delicioso aroma con el miedo un pequeño niño sollozaba quedito, realmente no sabías que edad podía tener un niño, los cachorros humanos eran muy diferentes a los de los lobos, pero simplemente no podías dar marcha atrás e irte, bueno si podías pero tu padre te había educado bien y uno jamás debe hacer nada malo o los cazadores vendrán por ti y terminas en una isla mal oliente aislados de los bosques verdes, o espera eso ya había pasado, en fin definitivamente no podía dejar que ese niño sufriera, no señor.


 


Con algo de precaución olfateaste suavemente más cerca de él, inclinándote totalmente en su espacio personal, fue ahí cuando lo oliste, el aroma cobrizo de la sangre, aquel cachorro estaba herido, tu nariz siguió olfateando cada vez más curioso por aquel aroma llegando a tocar el brazo del niño que instintivamente se volvió a encoger a un más en su lugar, asustándote, un gruñido escapo de tu garganta mostrando los dientes  tras haber retrocedido un poco.


 


Dos enormes ojos marones se levantaron entonces para observarte con tanto miedo que todo tu cuerpo se relajó al instante, aquel cachorro realmente parecía ser de tu misma edad, y parecía tan perdido, tan asustado, volviste a acercarte suavemente, olfateándole, al principio parecía confundido por eso pero entonces tu lengua limpio de su mejilla una de las lágrimas que caían de sus ojos causándole cosquillas, aquel niño soltó un jadeo que te hizo emocionar, inmediatamente procediste a usar tus manos para tocar sus brazos, inspeccionaste su rostro, su torso, olfateando con tu nariz hasta el último rincón disponible que aquel niño te daba, cuando tu nariz rozo su cuello la risa contenida fue demasiada, pronto aquel te empujo con suavidad, riendo, un sonido mucho más agradable que esos sollozos de hace un momento.


 


Tan entusiasmado estabas que olvidaste el olor a sangre, además aquel cómodo aroma realmente te encanto, era como volver a tener tus sabanas en casa que querías envolverte en él y nunca más salir, y fue entonces que tu mano apretó con más fuerza de la necesaria un  costado de su torso que aquel grito de dolor rompió con las risas a su alrededor, de inmediato te alejaste soltando un lastimero jadeo en disculpa, aquel niño solo  sollozo un poco más levantado su camisa donde un enorme moretón se formaba.


 


La tristeza volvió a invadirte, le habías dañado y arruinado el momento, las lágrimas regresaron nuevamente  a su rostro acunado su lado herido, te sentaste entonces frente a él acunado tus piernas con tus brazos mirándole fijamente durante varios minutos en silencio donde los sollozos de dolor eran únicamente  su acompañante, tal vez pasaron horas así, no lo sabias pero cuando aquel niño se estremeció de frio sabias que algo estaba mal, tú eras mas cálido, aun sin pelaje un lobo como tu soportaba el frio helado de la noche, pero ese cachorro humano morirá ahí solo, tampoco podías quedarte, tu padre se enojaría muchísimo y vendría a buscarte y entonces los cazadores lo matarían, recordaste entonces la manta, aquella que quedo olvidada en el suelo detrás de ti, era realmente cálida y tu tenías a un enorme lobo que te cubriría en el frio, ese niño al parecer no tenía nada, así que antes de que pudieras arrepentirte dejaste caer la manta sobre el chico y saliste corriendo en dirección al bosque, tu padre te regaño aquella vez y no pudiste dejar la cueva por la próxima semana.


 


La próxima vez que se vieron, con mucha dificultad seguiste su olor  desde el callejón hasta una vieja casa, era de día, solo así pudiste escaparte de tu padre que dormía tras su vigilancia nocturna, por suerte para ti un muchacho sucio fue ignorado por los demás hombres y obviamente los habías evitado todo el tiempo, cuando viste aquella cabeza blanca aparecer tras la puerta saltaste de alegría casi cayendo desde la barda donde le observabas.


 


Con algo de sorpresa él te invito a entrar, susurro algo de que su madre había dejado y no volvería hasta en mucho tiempo, lo cual te extraño porque entonces no entendidas como es que su madre no había estado cuidándole anoche, tu padre jamás dejaría que nadie te maltratara, tal vez ella había salido a vengar a su cachorro y por eso le dejo en su hogar.


 


Él se llamaba Carlos, y al parecer  le gustaba limpiar la casa, fue curioso como seguía hablando contigo aun cuando solo le dijiste tu nombre, el parecía realmente entusiasmado por tener alguien con quien conversar, las horas pasaron rápido y cuando lo notaste incluso le habías ayudado a limpiar todo, dejarlo fue lo más difícil que hiciste pero debías regresar a casa, esa noche igualmente fuiste regañado por un gran lobo negro.


 


La siguiente vez él te enseño a robar, tomar comida a escondidas y salir corriendo, descubriste que era muy rápido y sus juegos pronto fueron aquellas carreras por todas las calles donde quien tomara más comida ganara, al final siempre empujabas la mayor parte de alimento a él, ya que lucía muy débil en tu opinión.


 


Para la sexta vez que le visitabas tu padre ya no se molestaba en absoluto que  vagaras por la isla, habías aprendido a tomar cosas y salir corriendo, también  tenías que mantenerte alejado de ciertos chicos y nunca intentar robarle a un chico moreno de cabellos largos que aun cuando solo era una cría podía ponerse muy posesivo con sus cosas, además de ser advertido por Carlos de nunca mirar a la chica de cabellos morados o serias maldecido o algo peor, “te enviaran al otro lado de la isla”   le explico Carlos con preocupación un día, también aprendió a lavar es máquina de metal llamada bebé, la madre de Carlos la amaba mucho, también aprendió que la madre de Carlos era la causante del dolor de el mismo, y definitivamente no podías rasgar su garganta “ella es mi madre Lowell” había susurrado un día mientras se abrazaban debajo de un enorme árbol en el jardín de la casona.


 


La rutina se estableció rápido y cuando te diste cuenta estabas semi desnudo en una gran bañera, lavándote porque “¿enserio Lowell nunca has tomado un baño?” Carlos parecía muy exigente respecto a eso, y ni todos tus gruñidos, él ya los reconocía, o tus negativas pudieron hacerle cambiar de opinión, así que ahí estabas metido en la bañera en calzoncillos porque  cuanto intentaste quitártelos él te grito para detenerte, un montón de champo después, jabón con aromas raros y mucho tallar, casi muerdes su mano cuando empezó a tallar tu pecho con fuerza por que estaba muy sucio.


 


Cuando al fin termino, tu piel tersa relucía pequeños lunares imprescindibles antes ahora eran totalmente visibles en tu espalda y hombros, no recordabas verte tan limpio desde hace años, tus rizos carmín fueron cepillados entre gruñidos y amenazas ahora estaban atados en una coleta baja, porque te negaste a que se cortaran, no cuando una promesa te mantenía a dejarlo largo, así que digamos que aquella playera roja de Carlos obviamente se ajustó perfecto a tu cuerpo junto con los short que gentilmente te regalo, incluso te consiguió zapatos, los cuales odiabas pero aceptaste usarlos solo por él.


 


Realmente no fue su culpa, de ninguno de los dos, pues aun cuando antes habías pasado desapercibido entre las calles, nadie se fija jamás en un niño sucio y mal oliente, ahora con tu tez clara y aquellos enormes ojos dorados, enfundada en aquella ropa, Carlos tenia buen gusto para que negarlo, te convertiste en un objetivo.


 


Aquella tarde luego de su acostumbrada carrera por el mercado, cuando te despedías de tu mejor amigo y corrías en dirección al bosque, justo en aquel callejón donde le conociste por primera vez, un par de brazos te rodearon y la oscuridad te envolvió, habías estado muy emocionado por que mañana empezaba algo llamado escuela, un lugar donde según Carlos se iba a aprender  muchas cosas, él ya te había enseñado a leer y escribir, bueno tu sabias algo pero él te enseño lo demás y habían planeado asistir juntos, ibas a aprender más cosas, a leer más libros, a conocer nuevos lugares a través de la lectura, tanta fue tu emoción que no lo escuchaste, tanto fue tu anhelo que cuando quisiste defenderte ya era demasiado tarde.


A la mañana siguiente Carlos fue solo a la escuela, y esa noche un estremecedor ruido retumbo por las calles de la isla, un aullido que helo la sangre de muchos, pues el gran lobo feroz parecía buscar una presa, un par de aullidos mas tarde, unos disparos al aire y pronto todo quedo en silencio nuevamente.


 


Tres cuerpos destrozados fueron encontrados más tarde, dos de ellos en la comodidad de su hogar, el tercero en medio de la plaza esparcido por todas partes.


 


 


****************************


 


Lowell  había escuchado a De Vil,  aquel niño que alguna vez llego a estimar tanto como su hermano, una parte fundamental de la manada, la pequeña manada de su padre. El jamás saldría de ese lugar si no aprendía a comportarse y era todo lo que quería, salir y correr tan lejos como sus piernas lo permitieron, alejarse de ese niño y el otro cuyo aroma le confundía.


 


Tal vez podría encontrar su hogar, aquel en donde creció, la vieja casa donde nació, el bosque donde sus padres se enamoraron, realmente no recordaba el lugar exacto pero estaba seguro de poder encontrarlo, su padre se aseguró de describirle el camino desde el pueblo cercano, todo lo que tenía que hacer era encontrarlo y daría con su viejo hogar, el volvería a casa, solo, donde nadie le esperaría, al igual que la isla.


 


Una lagrima se derramo por su mejilla al recordar la razón de tanto odio, de aquella soledad a la que había sido orillado, Lowell estaba completamente solo, no hay manada, su única familia tomada por aquel que debía ser parte de ella, Carlos de Vil ese niño que le había quitado todo en su vida, todo o más importante, el necesitaba escapar, huir lejos olvidarse de aquel niño o estaba seguro que cumpliría su amenaza y derramaría su sangre y entonces su padre estaría decepcionado, porque ellos no eran mostros, porque aun cuando se encontraban dentro de la isla donde eran cazados sin dudar el gran lobo feroz siempre le enseño bondad y amor a su primogénito, el mal no debía ser parte de su cachorro.


 


Pero realmente parecía muy difícil de lograr, no cuando había sufrido tanto, no cuando esas enseñanzas le quitaron todo.


 


Evie había conoció poco tiempo a Carlos, durante esos meses aprendió a amarlo tanto como un hermano, claro que también amaba a Jay y Mal, pero Carlos era especial, el pequeño niño siempre parecía tan feliz incluso después que descubrió la forma tan cruel que lo trataba Cruella, para ella Carlos fue realmente al primero que considero un hermano, aun cuando no se lo decía abiertamente llego a confiar tanto en el otro niño y ansiar su felicidad.


 


El problema era que ahora su pequeño hermanito sufría, aquella magnifica sonrisa que ni siquiera Cruella pudo borrar de su rostro fue eliminada por una sola persona, toda la energía y completo animo fue drenado de inmediato por un solo ser.


 


Lowell, el hijo del lobo feroz.


 


Ella no sabía mucho de ellos, claro que aprendió sobre el cómo de otros villanos en la escuela de la isla, pero definitivamente no estuvo ahí cuando llegaron, después de todo había sido desterrada desde los 6 años con su madre, puede que un par de años después escuchara por primera vez el aullido de un lobo muy cerca de los bosques que rodeaban su  prisión, aquel que helo su sangre por completo, un aullido que retumbo varias noches llenándola de miedo, ella también escucho el alboroto que hicieron varios hombres al entrar al bosque y como la mayoría de estos nunca regresaron, una noche simplemente el silencio de la noche se hizo permanente, no hubo más aullidos, ella supo entonces que no había mas lobo feroz.


 


Siempre le pareció escuchar un aullido más suave, como el de un cachorro, pero tan parecido a un quejido que parecía no llamar la atención, ahora entendía a quien pertenecía aquel sonido, al mismo chico que ahora parecía querer destrozar a su hermanito.


 


Cuando ella salió de su destierro y consiguió amigos nuevos y la vida fue mucho mejor para ella fue que conoció al gran lobo feroz, o su cabeza más bien, un par de meses después de su gran aventura con el personal de Maléfica arrastro a Carlos,  el parecía renuente ahora puede entender por qué, a la taberna de Gastón, el cazador más arrogante de toda la isla, había sido invitada por los gemelos, aquellos chicos que siempre se comportaron muy gentilmente con ella, era obvio que les gustaba y bueno ella había sido educada para ser alabada no podía evitarlo, fue su sorpresa cuando en su interior se encontró con Jay quien al parecer había sido enviado por su padre para tratar ciertos asuntos con el dueño del lugar y Mal quien simplemente estaba aburrida y parecía estar siempre al lado de Jay, eran como mejores amigos si en la isla pudieras tenerlos, hay que aclarar que ella casi sospechaba que ellos tenían una relación secreta debió a esta cercanía, lo cual quedo descartado al llegar a Auradon.


 


El punto es que en cuanto se encontraron Evie corrió con Mal dejando a Carlos todo incomodo en una esquina, ella noto como aquel chico se disponía a salir del lugar cuando de la nada los gemelos llegaron para empujarle, Jay de inmediato corrió a ponerse en su defensa justo antes de que Evie hiciera algo pero antes de que algún pelea se suscitara Gastón entro en escena robando toda su atención y como si fuera el momento justo  procedió a contar tras el pedido de sus hijos para impresionar a Evie, como derroto a la bestia.


 


Conto como se abalanzó sobre él, le mostro las cicatrices en su rostro describiéndole con lujo de detalle como aquel enorme lobo enterró sus garras en su piel, le mostro la escopeta con la cual había disparado diez balas, le describió perfectamente cuantas le dieron a la bestia y como las demás quedaron en el olvido a través de la negrura del bosque.


 


Y al final con gran teatro y casi saltando de emoción les mostro un enorme cuchillo.


 


-          La bestia salto sobre mí, mi rifle se encontraba a otro lado de mi cuerpo, la sangre en mi piel cubría uno de mis ojos dándome desventaja, sus largos dientes se abrieron contra mi rostro y en un momento de debilidad de la bestia logre alcanzar mi cuchillo y enterrarlo en su garganta.


 


Una burlona canción se escuchó después, una que todos los clientes de aquel bar conocían, la sátira a la bestia de la isla.


 


Gastón termino orgulloso señalando entonces arriba de la chimenea del lugar donde una enorme cabeza de lobo era exhibida como trofeo, para ella aquello había sido de mal gusto, vitoreo y silbidos de los demás clientes aclamaron al hombre que orgulloso mostraba sus músculos, los gemelos pelaban entre si  asegurando que ellos podrían hacer lo mismo, Mal frunció su nariz  molesta por tanto alboroto, Jay rodo los ojos aburrido de aquella historia, al parecer la había escuchado miles de veces, pero Carlos, el solo miraba fijamente el trofeo, Evie observo ignorando todo a su alrededor como aquel niño parecía perder todo el color del cuerpo al observar la cabeza sin vida de aquel gran lobo, en aquel momento ella se lo atribuyo a su temor con los perros pero ahora, tras descubrir que Carlos era amigo del hijo de aquella criatura, tal vez aquello fue por otra razón.


 


Así que ahora se encontraba a las afueras de esa puerta, luego de la desastrosa en palabras de Jay reunión de Carlos con aquel joven, le costó algo de trabajo convencer a Mal ya que ella no pensaba estar cerca de ese niño rabioso, sus palabras no las de ella.


 


-          Mira te entiendo – por tercera vez desde que entro en la blanca habitación Evie  intentaba iniciar una conversación, recibir respuesta de aquel chico que aun limpiamente aseado parecía salvaje en una esquina-  cuando tenía 6 años la madre de Mal me desterró a mí y mi madre, teníamos buitres que nos traían cosas pero el punto es que eso  paso hace años y ambas arreglamos nuestras diferencias y somos buenas amigas – se acercó unos pasos más  colocando una pequeña bolsa con galletas una ofrenda de paz que esperaba el niño recibiera con gusto - no sé lo que paso contigo y Carlos pero realmente vale la pena perder esa amistad, tu nombre fue lo primero que pensó, siquiera pensó en su familia solo en ti.


-          Vete – la respuesta que recibió no fue lo que ella esperaba, aquel niño definitivamente no quería hablar con nadie, no desde que hablo con Carlos, aun cuando los médicos y enfermeras querían sacar algo de él recibían solo gruñidos, pero bueno le hablaba y eso no le ánimo.


-          Solo quiero que entiendas que yo te comprendo se lo que es estar alejada de todos y querer ser incluido – Evie retrocedió un paso al escuchar aquella palabra pero firme en su lugar se mantuvo de pie – eh venido a ayudarte para que puedas salir de aquí – continuo dando una pequeña mirada a la puerta donde Mal se mantenía recargada  cruzada de brazos sin al parecer querer interferir o ayudar – voy a …


-          ¡¡¡Largo!!! – gruño nuevamente Lowell esta vez levantándose de un salto para lanzarse a la chica siendo detenido por aquellas esposas en el aire, de inmediato Evie se estremeció asustada retrocediendo sabía que aquella reacción podía ser posible, pero no esperaba que le afectara tanto, pues en aquel preciso momento los dorados ojos del chico sangraron carmín, podía ver la ira en estos.


Mal reacciono de inmediato se levándose de la pared donde descansaba, sus brazos se colocaron a sus lados cerrando sus puños listo para una pelea y aquellos ojos enverdecieron para someter a la bestia, Lowell poso su mirada de aquella niña de dulce aroma a la segunda que ahora parecía querer someterla.


 


Sus miradas se encontraron por lo que parecía una eternidad, esperando que alguno de ellos rompiera el contacto primero, luchado por someter al otro, Lowell  hacía tiempo que no sentía esto, la pelea por el poder, podía sentir como aquella chica de cabellos morados le ordenaba someterse, como su lobo luchaba en su interior por no dejarse caer y mostrar su cuello sumisamente, pero él no iba a hacerlo, puede que él no tuviera una manada, que estuviera solitario y  todos sus instintos le dijeran someterse ante lo que al parecer era una Alfa, pero él no iba a hacerlo, no cuando él era el hijo del lobo feroz, el único que quedaba de su linaje.


 


El pequeño  lobo lucho con todas sus fuerzas manteniendo la mirada, sin saberlos sus ojos se tornaron completamente rojos, ya no era solo el tintineo que le dio a Evie, no la magia en su interior, la que estaba oprimida por la magia de la isla se liberó lo suficiente para mostrar su naturaleza, eso sorprendió a Mal cuyos ojos se agrandaron al presenciarlo, fue en ese instante que Evie llamo la atención de ambos rompiendo al fin aquella guerra de miradas donde no parecía haber un vencedor.


 


Lowell la escucho hablar  pero en el momento en que su mirada regreso a la chica de dulce aroma sus ojos habían regresado a la normalidad, la ira en él se convirtió en frustración ignorando entonces a ambas volvió a retraerse en su esquina abrazando sus piernas y ocultando su rostro.


 


Mal se sorprendió por aquello, solo su madre resistía a aquella mirada, y ahí estaba estaba ese chico extraño sin someterse ante ella, así que arrastro a Evie de vuelta al castillo ya que al parecer nada más seria bien recibido por el chico, aun cuando Evie protestó Mal le aseguro que esperaran, era un animal salvaje después de todo y todo animal ansia la libertad, ella estaba segura que en el momento en el que Lowell entendiera que solo saldría de ahí con su ayuda él les llamaría, mientras dejarían que aquel lobo se aferrara a su soledad.


 


Una semana después del incidente de Evie, Ben se decidió a visitar a Lowell personalmente, escucho por Mal que este se negaba a recibir ayuda, además de ser informado por los doctores del lugar que el chico no parecía mejorar, su apariencia era más higiénica,  recupero parte de su peso y salud pero aún seguía siendo salvaje, aun intentaba morder a todo aquel que se le acercara, aun intentaba escapar.


 


Ben realmente no esperaba que esto fuera tan difícil, pero estaba dispuesto a cumplir su palabra, sabía que Carlos estaba totalmente ansioso, aun luego de todas las amenazas, de verlo en la escuela, él quería darle lo que denominaba una vida normal y Ben iba a cumplir eso, tomando una respiración profunda y rezando internamente por que el archivo, aquella vieja carpeta encontrada con mucho esfuerzo, estuviera en lo correcto se dirigió ante el pequeño lobo.


 


-          ¿Lowell realmente piensas permanecer aquí por siempre? – cuestiono el monarca al verle en su acostumbrada esquina sin parecer reconocerle, él sabía que Lowell era un lobo, uno nacido y que realmente pudo escucharle venir desde el pasillo.


-          No – respondió aquella voz luego de largos minutos, Ben iba después de todo decidido a sacarle una repuesta - en cuanto pueda huiré a los bosques – levanto la mirada solo lo suficiente para observar a rey frente a él.


-          Eso no es posible – la voz de aquel chico se mantuvo firme -  Debes quedarte en la escuela, es la condición para sacarte de la isla – continuo calmado, al menos Lowell parecía hablar con él, lo cual ya era todo un avance.


-          No me importa tu maldita escuela – gruño nuevamente – yo no te pedí venir – volvió entonces a sumergirse entre sus rizos, a ocultarse entre sus brazos y dar por terminada aquella conversación.


-          Encontré tu casa, la cabaña en el bosque – ante la mención de aquello Lowell volvió a mirar al rey que simplemente buscaba entre su archivo una fotografía, estaba algo vieja y mohosa - van a demolerla – en aquel instante aquel joven estaba parado frente a él luchando contra las cadenas invisibles para alcanzar aquella foto, Ben notando que finalmente tenía la atención deseada entrego sin problemas dicha imagen - si te gradúas de la escuela te la regresare, sin trucos, solo asiste a la escuela y será tuya – continuo mientras observaba como aquel niño observaba con verdadero anhelo aquella imagen, donde una casita rodeada por enormes arboles espinosos parecía casi igual a la última vez que la vio, y tal vez lo era, aun podía notar el gran agujero en el techo el cual su padre estuvo a punto de reparar cuando fueron atrapados.


-          Trae a la chica con olor a manzana – susurro sin dejar de observar la fotografía en sus dedos, mientras estos contorneaban la imagen de un caído hogar casi olvidado.


-          ¿A quién? – pregunto confuso, pero a la vez animado de que Lowell hubiera aceptado sin grandes problemas.


-          La que dijo que me ayudaría a salir de aquí – levanto la mirada del papel entre sus manos  para de inmediato regresar a su esquina favorita y poder contemplar con detalle aquella imagen.


-          Oh hablas de Evie, la llamare de inmediato y Lowell – le miró fijamente antes de salir por la puerta – aquí no rasgamos la garganta de nadie, ¿entendido? – termino saliendo de inmediato antes de que aquel chico cambiara de idea, aquello podía ser lo que necesitara y solo tomaría una vieja cabaña en el bosque, sabía que sobornarle era hacer trampa pero Ben haría lo necesario si con eso cumplía su promesa.


 


Mas el joven se limitó a sonreír simplemente, Lowell aprendería, escucharía a esa chica de aroma delicioso, Evie según parecía y seria libre, se mantendría lo más alejado de Carlos y terminaría con esa estúpida escuela entonces tendría su hogar de nuevo, su casa, y el realmente quería solo eso.


 


La pequeña cabaña de madera en el bosque, el hogar de su padre.

Notas finales:

 

Recordatorio Evie fue desterrada a los 6 años, como Carlos es 2 años menor que ella él tenía 4 años, el lobo feroz llego a la isla cuando este tiene 6, Lowell tiene la misma edad que Carlos solo por meses.

 

Si el lobo feroz fue el único villano que enseño a su hijo a ser bueno lol.

 

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