Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hasta el final por HakudiNN

[Reviews - 96]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, familia hermosa cibernética!!!

Muchas gracias por sus rr y por el contador de lecturas, me motiva mucho y me hacen bastante feliz!

Traigo la continuación y bueno, seguimos presentando personajes y circunstancias particulares de cada uno.

Aviso parroquial: No tengo un dia exacto para actualizar sin embargo estoy tratando de adelantar y actualizar solo hasta que el caítulo posterior este terminado. Es un nuevo método de trabajo ya que normalmente escribo, termino y publico.

Espero que les guste :D

Solo lo veía a él. Su rostro permanecía indiferente siempre, justo como ahora: normalmente solamente había una chispa en sus ojos que revelaba que Pain era humano. El color de sus orbes no ayudaba mucho para sentirse cómodo en su presencia, sin embargo, ahora mismo contemplaba a Deidara con algo parecido a la satisfacción.

Desde su perspectiva Deidara solamente miraba sus propias manos reposar sobre el pecho desnudo de Pain, los dedos pasear distraídamente por las múltiples perforaciones, siguió con la mirada la curva de la garganta hasta la fuerte mandíbula. Estaba subido sobre el regazo de Pain pero sus rodillas chocaban contra algo mullido: el colchón de una cama. Algunos de sus cabellos rubios cayeron sobre el cuello de Pain cuando Deidara se inclinó para mirar mejor los orbes grises, sintió las mejillas tensadas en una sonrisa dedicada solamente al hombre debajo de él.

Sitió el tacto de sus manos por encima de la ropa, subía por su cadera hasta la cintura; con un borrón su visión cambió: ahora era Pain quien lo miraba desde arriba. Deidara oyó su propia risa, una de las manos de Pain se elevó frente a su rostro enredando los dedos en largos mechones rubios. Deidara vio su mano despegarse del lecho y alcanzar la de Pain. Una curiosa sensación de bienestar inundó su cuerpo cuando miró su palma sana, sin ningún rastro de ninguna herida. De pronto un dolor punzante recorrió su muñeca justo en el lugar donde Pain la sujetó, la comodidad fue sustituida por la advertencia. Algo rojo goteó desde la mano que Pain sostenía; su instinto le gritó que se alejara en cuanto el chorro de sangre dejó un espeso camino sobre sus brazos.

La visión de Pain fue perdiendo enfoque, los bordes se hacían borrosos, solamente miraba la sangre emanar y los ojos de Pain en medio de la oscuridad.

 

Abrió los ojos de golpe, quiso levantarse sin embargo su mano de apoyo resbaló en un borde y si no hubiese sido porque logró detenerse en el piso, se hubiese ido de bruces.

Por un instante le preguntó a su sentido de la orientación donde estaba, luego, cuando identificó los zapatos de Sasori frente a él, Deidara recordó su penosa situación y alzó la cara. Su amigo lo miraba hacia abajo con una mueca de superioridad grabada en el rostro.

Llevaba un par de mantas sobre el brazo.

--¿Qué ocurre contigo?—habló Sasori. Deidara se incorporó hasta subir al sillón de nuevo.

--No es nada, hump—respondió con un resoplido. Solo había sido un sueño mezclado con algún recuerdo escondido en su mente, una remembranza de Pain…

La mirada de Sasori le dejó claro que no le creía, aunque tampoco insistió.

--Traía esto pero está claro que no lo necesitas—evidenció al soltar el cargamento sobre el sofá desocupado. Deidara parpadeó un par de ocasiones: Itachi se había ido.

--Tengo que ir a clases, si vas a quedarte aquí más tiempo mantente alejado de mis marionetas—ordenó el pelirrojo volviendo sus pasos hacia la cocina.

Los ojos azules de Deidara se apartaron del sofá vacío y viajaron hasta su propio regazo, descubriendo no una sino dos mantas; hasta donde sabía, la noche anterior Sasori les había dejado solamente un par, una para cada “invitado/invasor”. Vagamente recordaba el sonido de la lluvia, los escalofríos provocados por su cabello mojado…y el frío, también el frío.

Frunció los labios ante la idea de que Itachi le hubiese cedido su manta en algún momento de la noche.

El ruido de Sasori al servirse agua lo sacó de su ensimismamiento. Se puso de pie sobre el suelo helado y caminó hasta donde el pelirrojo, sentándose en uno de los taburetes.

--¿Desde cuando eres tan considerado?—inquirió con ánimo de molestarlo, quizás así lograra distraer su mente de las imágenes que se repetían en su mente una y otra vez.

Sasori le dirigió una mirada de soslayo antes de ignorarlo.

--Me refiero a que ser amable no es tu fuerte, hump—ensanchó una sonrisa.

--No presiones a tu suerte, Deidara.

El rubio decidió que era momento de cambiar el tema antes que su amigo cometiera intento de homicidio en su contra.

--¿Dónde está Itachi?—preguntó sin más, la verdad había estado buscando la mejor manera de sacar la información sin parecer interesado, empero, su impulsividad le ganó cuando no pudo improvisar una plática informal al respecto.

Ni siquiera notó, hasta que terminó de preguntar, que utilizó el nombre del tipo. ¡Y él que quería parecer indiferente!

--Se fue—Sasori se vistió el abrigo. Esa respuesta no servía de nada.

--Hump—se quejó Deidara--¿Qué hacía aquí?—lo intentó de nuevo, subiendo un pie al borde del asiento y recargando ahí la barbilla.

Sasori dejó lo que hacía con la bufanda y se volvió a mirarlo por completo, Deidara se esforzó por mantener el gesto indiferente.

--Mi casa queda mucho más cerca del aeropuerto así que me pidió quedarse esta noche—dijo por fin.

--Sale de viaje ¿eh?...hum—murmuró.

--No.

Deidara alzó los grandes ojos azules.

--Recoge a alguien—se encogió de hombros en dirección a la puerta—No olvides lo de mis obras de arte… ¡Ah! Me parece que esto es para ti—dijo con media sonrisa autosuficiente y señaló la mesa de centro.

Deidara se puso en pie con curiosidad, se acercó hasta el mueble, sobre la superficie estaba su escultura junto a una nota.

ARAÑA”.

Deidara gruñó. No llevaba despierto ni diez minutos y ya estaba furioso.

**

Un ligero escalofrío lo hizo estremecer, definitivamente no había sido buena idea pasearse solo por las calles debajo de la lluvia…sin importar la excusa. Tampoco lo fue haber cedido el cobertor…Mucho menos levantarse de madrugada para esperar el vuelo que llegaba de Japón a primera hora. Si su situación fuese otra no se habría visto en la necesidad de pedirle hospedaje a Sasori por una noche, sin embargo, no podía fiarse de sus sentidos al conducir de noche: entre menos lo hiciera era mejor.

Itachi cerró los ojos en un intento de serenidad, trató de ensordecer sus oídos a todos los sonidos del aeropuerto: voces, carritos, pasos, anuncios…todo aumentaba su dolor de cabeza matutino.

Otra vez no había dormido.

Un ligero golpe en su brazo lo obligó a fijarse en su costado: un niño de nueve años o menos trataba de defenderse del ataque juguetón de uno mucho más pequeño.

“Hermanos”, dedujo Itachi contemplando al más joven colgarse del pecho del mayor en un mar de risas.

Sin darse cuenta había sonreído, a pesar de la pesada sensación de nostalgia que aquella escena le dejaba.

“Sasuke”. ¿Hacía cuanto que su hermano simplemente dejó de sonreírle? ¿Cuánto que su relación se deterioró hasta el punto de que Itachi creía que el vínculo estaba roto sin remedio?

Detuvo sus cavilaciones antes de convertirse a sí mismo en una víctima de las circunstancias, hacerse esas preguntas era hasta hipócrita dado que conocía las respuestas y al culpable de eso.

 Esta visita era quizás la última oportunidad para devolverle a su relación con Sasuke un poco de la fraternidad perdida. Fugaku, su padre, había obligado a su hermano menor a convivir con él hasta pasadas las vacaciones de navidad…

Seguramente eso no le cayó muy bien a Sasuke puesto que Itachi sabía que las palabras que le dijo para enviarlo hasta Inglaterra no habían sido las más atinadas. Después de todo ¿quién, en su sano juicio, le decía a su hijo que fuera a aprender a ser un gran hombre con su hermano mayor?

La voz del micrófono lo arrancó de sus cavilaciones cuando anunció que el avión que esperaba había aterrizado hacía varios minutos. Itachi se puso de pie frente a la puerta de descenso de la tripulación.

Allí, en medio de un mundo de personas, Sasuke sobresalía por su singular cabellera negra y la expresión amargada que lo envolvía en una burbuja de soledad que nadie se atrevía a reventar. Itachi soltó el aire, no iba a ser fácil.

A juzgar por el gesto, Sasuke estaba de malas así que no sería buena idea preguntar por el viaje; tiraba de la maleta y llevaba una mochila colgada detrás de la espalda, bueno, al menos había pasado ya por su equipaje.

Itachi notó entones algo mucho más significativo, Sasuke había crecido desde la última vez que lo había visto. El corazón le dio un vuelco cuando reconoció las facciones de su hermanito pequeño en medio de todas esas personas.

Itachi iba a caminar hacia él cuando se percató de que Sasuke no venía solo: un chico rubio de su misma edad le pasó un brazo por encima de los hombros, atrayendo a Sasuke y haciéndolo perder el balance por un momento; su hermano no se lo tomó muy bien ya que articuló palabras que seguro no eran amables.

Ajeno a la actitud, el de cabellos rubios alborotados le plantó un beso en la mejilla que Sasuke rehuyó, mirando a su alrededor en busca de algún testigo.

Vaya escena.

Entonces los ojos negros de su hermano menor encontraron al único testigo y se endurecieron, si, Sasuke ya lo había visto. Ni siquiera con un gran cartel o una flecha gigante sobre su cabeza Itachi hubiese logrado que lo rastreara tan rápido.

Soltó el aire, sería mucho más complicado de lo pensado.

Sasuke se detuvo frente a su hermano y extendió una pequeña caja de cartón.

--Te los envía nuestra madre—soltó con acritud.

--Buenos días, Sasuke.

--¡Yo soy Naruto Namikaze, de veras!—el chico rubio empujó ligeramente el hombro de Sasuke y le dedicó una enorme sonrisa a Itachi, quien se abstuvo de responderle “te creo”.

“Namikaze”, así que de ahí venía la sensación de haberlo visto antes, esos amables ojos azules y el necio cabello rubio: era la imagen de Minato Namikaze, antiguo conocido de la familia… Y…eso explicaba por qué Sasuke estaba tan seguro de poder quedarse en casa de Nagato Uzumaki, hermano de Kushina Uzumaki, la esposa de Minato y por tanto, madre de Naruto.

--Itachi Uchiha—se presentó también, tratando de sonar amable.

--¡Se parecen demasiado, de veras!—miró a Itachi y luego a Sasuke, quien puso mala cara.

--Larguémonos de aquí—estrelló el paquete en el pecho de su hermano y siguió de largo. Itachi miró a Sasuke por encima de su hombro.

--Bueno…--dudó Naruto balanceando su cuerpo.

--¡Dobe!—oyó a Sasuke hablando, por un momento Itachi creyó que estaba hablándole a él, luego la expresión de Naruto cambió.

--¡No me llames así, teme!—pasó de largo a Itachi y fue detrás de su hermano menor.

Itachi volvió a suspirar con pesadez.

**

Cruzó la puerta del edificio cuando uno de sus vecinos del primer piso salió; Deidara sonrió triunfal con el resultado de la espera matutina aunque seguía creyendo que explotar la cerradura era buena idea.

Iba a subir las escaleras pero se detuvo a medio camino observando los anaqueles de buzones de todos los inquilinos. La nota dio vueltas en su cabeza varias veces, luego el sueño con el que había despertado esa mañana… Negó dos veces con la cabeza y se encaminó al cajón: estaba vacío.

Con un suspiro de alivio subió hasta su habitación para prepararse, por fortuna la lluvia había menguado lo suficiente como para que pudiera andar con libertad por las calles.

**

Sasuke permaneció parado en medio de la sala, todavía no soltaba su equipaje y se negaba a mirar a los ojos a Itachi.

Durante el camino de regreso del aeropuerto, Itachi había conducido con la vista fija al frente, no entabló conversación alguna debido a que Naruto habló hasta acaparar toda posible charla. Supuso que también Sasuke se sentía cómodo con ello.

El rubio dejó caer sus maletas en la entrada y corrió hasta donde Sasuke, apoyó el codo sobre su hombro.

--No se ve nada mal, teme—se encogió de hombros. Itachi permaneció en silencio detrás de ellos—No sé porque tanto drama, de veras.

--Yo no hice dramas, dobe—replicó irritado.

Naruto se encogió de hombros.

--Bien, te veré…

--¿Dónde no quedaremos?—interrumpió Sasuke. Naruto abrió sus ojos azules.

--¿Eh?

--Arriba están las habitaciones—respondió Itachi, con calma. Sasuke se encaminó hacia las escaleras.

--Sasuke...yo…no…--intentó Naruto.

--Nagato no tenía problema con que me quedara con ustedes, Itachi no lo tiene porque te quedes aquí, dobe—sentenció sin detenerse.

--Pero…--Naruto, dubitativo, volvió los ojos al dueño de la casa—No creo que sea buena idea…Puedo quedarme con mi tío, de veras.

--Te quedarás aquí—Sasuke se giró a él.

--¡Oye, teme! Tú no me mandas…

--Puedes quedarte aquí, Naruto—intervino Itachi. Sasuke miró a su hermano aunque apartó los ojos cuando descubrió que también le estaba viendo.

--No quiero ser una molestia…

--No lo eres—dijeron al unísono. Sasuke frunció los labios con descontento y se echó a andar escaleras arriba. Por su parte, Itachi sufrió un ligero desfase, viendo borrosa la espalda de su hermano cuando desaparecía por el corredor.

Naruto hizo una mueca, cuando Sasuke le dijo que su relación con su hermano era nula no creyó que llegara a esos extremos.

--¿Estás seguro que…?—se interrumpió. Itachi se sujetaba el ojo izquierdo--¿Estás bien?—se acercó unos pasos.

--Si—lo pasó de largo—Arriba están las habitaciones.

Naruto se quedó solo en el salón, definitivamente ese par de hermanos iban a hacerle pasar ratos incómodos mientras estuviera ahí.

Se cargó el equipaje otra vez y subió las escaleras.

La casa del hermano de Sasuke no era ni grande ni pequeña, las escaleras estaban empotradas contra una pared, semi escondidas por dos muros; conectaban directamente a la segunda planta: un corredor estrecho con una puerta en cada pared y una al final.

Todo era demasiado sobrio y ordenado que le recordaba la habitación de Sasuke.

--Oye…--llamó Naruto desde el marco de la puerta. Sasuke ya había comenzado a desempacar y acomodarlo todo.

--Te dejaré el lado izquierdo del armario—soltó sin más, apilado sus playeras.

--¿Qué?

--Solo hay dos habitaciones, dobe—todavía no lo miraba—Si quieres dormir con Itachi…

--No, no, no, de veras—se apresuró a responder. Curioseó por la habitación limpia y lista para ser ocupada: no se imaginaba al hermano mayor Uchiha limpiando el lugar, se veía soberbio y serio a la máxima potencia. Un Sasuke al cuadrado.

Naruto se sentó en el borde de la cama.

--¿Tengo algo en la cara como para que me mires así?

--Solo la cara—sonrió malévolo, ganándose una mirada malhumorada de Sasuke.

--Desempaca porque no pienso ayudarte.

--Date un respiro, Sasuke. Tu hígado sufrirá las consecuencias—se recostó sobre la cama—Oye… ¿estás seguro que debo estar aquí? Mi tío…

--Sabes bien que no quiero estar aquí.

--No me parece tan mal tipo…

--No lo conoces—murmuró, tomando su equipaje. Naruto lo contempló guardarlo todo, Sasuke estaba comportándose a la defensiva como siempre que tocaban el tema de su familia, le daba la espalda y fingía que no le molestaba. Sasuke era malhumorado y hasta amargado pero también humano, Naruto era el único que notaba cuando sus tonos soberbios escondían tristeza…tal y como en ese momento.

Se puso de pie y lo alcanzó, pasó sus brazos por su cintura y recostó la mejilla sobre la espalda de Sasuke.

--Y estás aquí, teme—dijo—Y también estoy yo…de veras.

La espalda de Sasuke vibró con una sola risa gutural.

--Perdedor—musitó.

 

Itachi alzó el rostro empapado mientras se tallaba el ojo izquierdo con la palma de la mano. Parpadeó un par de ocasiones para probar su visión: recobrada por el momento.

Cerró el grifo de agua, apoyó las manos sobre el lavabo y miró atentamente el agua escapar por el drenaje.

Arriba estaba Sasuke…su hermano menor.

Aspiró hondo una vez y se incorporó. Sus ojos llegaron hasta el paquete que le envió su madre, una ligera sonrisa iluminó su rostro cuando se encontró con una buena ración de dangos dentro.

Su comida favorita…la que más odiaba Sasuke. Con un suspiro sacó cuatro varillas y las empacó en una bolsa de papel, volvió sus pasos hasta el salón iba a hablar pero se detuvo al escuchar la risa descontrolada de Naruto y luego el siseo de lo que debía ser Sasuke al responder.

Itachi le dejó una nota antes de colgarse la maleta que guindaba de un hombro y salir de la casa.

**

Si ya había perdido las primeras horas de las aburridas lecciones bien podía saltarse alguna otra, nunca fue precisamente amante de las reglas  más bien de lo prohibido mientras le permitiera conseguir la máxima expresión de su arte, además necesitaba una uñeta nueva. Deidara tuvo que pasarse por el centro de la ciudad pero valió la pena, el ambiente todavía estaba húmedo y con el frío tampoco había muchas personas paseándose por las calles.

Apresuró el paso hacia las escaleras que conducían al subterráneo, al hundirse en las sombras de la estación del metro identificó a Itachi de pie detrás de la línea amarilla de seguridad. Sostenía una bolsa de papel contra el pecho, comía una especie de bolitas ensartadas en una varilla, el gesto firme se había vuelto despreocupado, casi infantil.

Debía estar disfrutando mucho de “eso” que comía complacido. Vestía un suéter oscuro de cuello alto que, de nuevo, se confundía con su largo cabello sujeto detrás de la nuca.

Deidara se acercó con calma, fingiendo no haberlo visto y se paró a su lado, a una distancia prudente y con los orbes azules fijos en el frente.

Transcurrió un instante en el cual el rubio aprovechó la pantalla de cabello, que escondía la mitad de su cara, para echarle un vistazo a Itachi: seguía comiendo; apenas lograba ver su perfil gracias a los mechones de cabello que bordeaban su rostro serio, pero sobresalían las tupidas y largas pestañas.

De pronto la bolsa de papel apareció frente a su cara, Deidara giró por completo el rostro de Itachi, quien sin siquiera verlo le ofrecía lo que sea que hubiere dentro.

--Estabas mirándome.

Deidara se giró indignado al verse descubierto, sin embargo, su curiosidad terminó ganando y asomó los ojos al interior de la bolsa.

--¿Qué es?—sacó una de las dos varillas con bolitas ensartadas.

--Arte culinario—algo en el tono hizo creer al rubio que estaba burlándose de él.

Itachi mordió la última bolita de su alambre y Deidara se decidió a hacer lo propio. Sabía bien, dulce.

--No pensé que a alguien como tú le gustaran los dulces—soltó malévolo.

--Ni siquiera me conoces.

--¡Me basta con lo misántropo que se ve que eres!, hump—viró los ojos a la vía del metro, asesinando la bolita con los dientes y recordando que se había burlado de su arte sin siquiera estar presente.

Permanecieron un rato en silencio luego del cual Deidara estaba seguro que Itachi no diría nada más.

--¿Es raro?—preguntó al fin. El estruendo del metro acercándose lo distrajo de su respuesta, las personas alrededor se acercaron para abordar en primero, Deidara cruzó las puertas de metal y se sentó en el primer asiento que encontró vacío, todavía no terminaba su dulce.

Itachi se sentó en el sitio de enfrente y fijó sus escarlata orbes en Deidara, quien se encogió en su sitio poniéndole mala cara, esperando que con eso comprendiera que lo ponía incómodo que lo contemplara con tanta atención.

Para su completa sorpresa Itachi esbozó una media y casi imperceptible sonrisa, visto así el moreno lucía todavía más guapo y hasta…gentil.

El rubio abrazó su maleta sobre el regazo y evitó seguir mirándolo, fijándose mejor en las cicatrices de ambas palmas.

**

Se removió en su lugar, todavía con los ojos cerrados buscó extender los brazos encontrándose con un cálido obstáculo. Naruto separó los párpados con pereza, su vista tardó un segundo en  enfocarse, cuando lo hizo notó el rostro dormido de Sasuke a unos cuantos centímetros de distancia.

Sonrió ampliamente ante la imagen apacible que presentaba su novio: el hosco, amargado y mal educado Sasuke Uchiha podía llegar a verse dulce estando sumergido en el sueño. Su normal gesto severo cambiaba drásticamente para demostrar lo que quizás era en realidad: quien Naruto veía en él.

Alzó la mano para apartarle unos cuantos mechones negros de la cara, Sasuke frunció levemente la frente pero pronto volvió a respirar profundamente.

Naruto no estaba seguro de que hora era aunque presumía que debían pasar del medio día, lo cierto era que convenció a Sasuke de que era mejor descansar y reponer fuerzas: el cambio de horario los había hecho polvo, aunque el moreno nunca iba a aceptarlo. Él siempre tan orgulloso y duro.

Además, Naruto estaba consciente de que Sasuke no durmió nada en todo el trayecto, sabía también que fue gracias a los nervios que no pegó el ojo…y ahora que Naruto conoció al famoso hermano de su novio, el tipo no le parecía tan jodido como Sasuke se lo había pintado. Aunque claro, esa era solo una impresión.

--¿Qué tanto me ves, dobe?—habló Sasuke sin abrir los ojos. Naruto parpadeó sorprendido un par de ocasiones.

--¿Estabas despierto?

--¿Qué no es evidente?—por fin Sasuke le permitió ver sus ojos negros.

--¡¿Y por qué no decías nada?!

--Estaba esperando que hablaras tú—replicó con superioridad, sonriendo de lado.

--Teme.

Sasuke se desperezó de la cama y se puso de pie.

--¿A dónde vas?—Naruto se incorporó sobre las manos.

--Tengo hambre—directo como siempre.

--¡Oye, espérame, Sasuke!—Naruto se enredó con las sábanas yendo a parar de bruces contra el piso alformbrado.

Cuando logró alcanzar a Sasuke éste ya se encontraba en la cocina, abriendo la nevera. Sus ojos negros se habían vuelto irritados.

--¡Tu hermano tiene comida para todo un ejército, de veras!—silbó el rubio, pasándose una mano por la cabeza descubriendo que todavía llevaba puesto el gorro que usaba para dormir. Un sapo verde.

--Siempre fue previsor—soltó Sasuke sin pensar. Tomó la botella de leche y dos vasos.

--Y a esto ¿dónde está?—se acercó hasta Sasuke para mirar sobre su hombro, sostenía una nota dejada seguramente por el mayor de los Uchiha.

--Nunca está con su familia, eso no es nuevo en él—replicó de mala manera. Naruto se encogió ante las duras palabras, pese a que fueron envueltas en indiferencia supo bien que Sasuke escondía reproche en ellas.

--Nos dejó las llaves de su auto—notó el rubio--¡Podemos ir a comprar ramen instantáneo, de veras!

--¿Vienes a otro continente y lo único que quieres es comer ramen?—Sasuke enarcó una ceja.

--¡El guardia no me dejó transportar el mío hasta acá!—se defendió agitando los brazos.

--Quieres calmarte, dobe—le sacó con una manotazo el gorro verde.

--También podría comerte a ti—susurró el rubio al oído de Sasuke, quien logró controlar el estremecimiento y le dedicó su mejor mirada confiada.

--Perdedor.

--Creído.

--Bueno para nada.

--Idiota—sentenció sirviéndose un poco de leche. Naruto le arrebató su gorro de fieltro color verde chillón y se lo puso (de muy mala forma) a Sasuke en la cabeza.

--¿Qué crees que…?—fue acallado por un fugaz beso del rubio. Naruto se alejó antes del golpecillo de ley luego de una actitud tan impulsiva como esa y con una amplia sonrisa zorruna se encaminó a grandes pasos hacia la escalera.

--Estaré listo en quince minutos, de veras.

Lo siguió con sus ojos negros.

--Dobe.

Naruto se volvió con curiosidad, si no hubiese sido por las palabras que dijo su novio a continuación bien puedo haberse quedado embobado con lo jodidamente atractivo que se veía Sasuke con su rostro serio y vistiendo aquél infantil gorrito.

--¿No te dijo Kushina que la llamaras en cuanto aterrizáramos?

La sangre abandonó el rostro de Naruto. ¡Ya se imaginaba como iba a quedar luego de la furia de su madre!

--Llamaré a papá primero—balbuceó. Minato siempre lograba calmar un poco de la ira aplastante de Kushina Uzumaki.

Sasuke negó con la cabeza y siguió buscando su almuerzo.

**

Si había una palabra más fuerte que “incomodidad” estaría bastante complacido  con aplicarla en este preciso momento. No era como si sintiera una molestia específica por la presencia de Itachi caminando a su costado (aunque ignorándolo) simplemente no estaba acostumbrado a que alguien tan taciturno tuviera facetas que lo pusieran casi a la defensiva. ¡Tenía veinticuatro horas de conocerlo, demonios!

--¡Deidara-senpai!—la aguda voz de Tobi retumbó por el largo del corredor, haciéndose más sonora conforme corría hacia el mencionado.

Itachi miró con curiosidad al sujeto de la máscara (que excéntricos era los de arte) lanzarse directo hacia el rubio. Deidara se hizo a un lado en el momento exacto para evitar el abrazo.

Aunque sabía que eso no le incumbía, se detuvo junto con el rubio como si ambos hubiesen caminado juntos (no era como si hubiese sido verdad).

--¡Llevo toda la mañana buscándote!—avisó Tobi--¡Y ya no puedo dar un paso más!—dijo con ademanes exagerados.

--Por favor, no te ves tan cansado—Deidara enarcó una ceja.

--Oiga, Deidara-senpai ¿ya vio que somos los únicos sin asignación de taller?—cambió el tema de golpe-- ¡Estemos juntos!—rodeó al rubio con ambos brazos, pese a que debía referirse al aula de trabajo el tono fue más bien lascivo. Itachi frunció el ceño ligeramente, en el metro ya había aceptado que Deidara le llamaba la atención, sin embargo, sentirse ofendido por un comentario de esa índole seguía siendo patético—Su arte estará completa con la mía. ¡Ya no parecerán solo imitaciones!

--Tobi…--cerró ambos puños.

--¡Solo faltamos nosotros! Si no trabajamos juntos van a mandarnos al demonio—colgó los brazos sin fuerza.

--Lárgate—Deidara estaba molesto.

--Bájele a su intensidad—se quejó a modo de súplica.

--Dije que…

--Ahí estás—intervino la voz de Sasori, plantándose junto a Tobi y extendiéndole una hoja de papel al rubio.

--Acabamos de llegar, hum—Deidara habló por decir, ni siquiera notó que pluralizó.

--¿Deidara-senpai venía con Itachi?—se llevó el pulgar a la altura de donde debía estar su boca.

--¿Tiene de malo? hum—siguió hablando.

Sasori miró a Itachi, quien seguía inmune a la situación.

--¿Llegó tu hermano?

El moreno asintió una sola ocasión. Deidara prestó atención a la hoja que el pelirrojo acababa de entregarle: su asignación de aula.

--Siempre te has comportado como un mocoso—exclamó Sasori ante la expresión del rubio—Supuse que no tenías taller todavía—explicó con fingida indiferencia.

El rubio esbozó una amplia sonrisa a Sasori y luego se echó a andar hacia las aulas. Itachi lo contempló alejarse, viendo el cabello rubio ondear sobre su espalda.

--¡Deidara-senpai!—Tobi corrió detrás del rubio, armando un gran escándalo.

Por un momento la vista de Itachi volvió a fallar, tuvo que llevarse una mano al ojo izquierdo cuando le punzó.

--¿Estás bien?—oyó a Sasori.

--¿Qué es Deidara de ti?—preguntó a su vez.

El pelirrojo agrió la expresión.

--Que observador—murmuró con ironía--¿También estás insinuando algo?

--Solo es una pregunta—talló su ojo.

--¿Estás seguro que estás bien?—inquirió de nuevo esta vez mirando con más atención. En cuanto Itachi abrió su ojo Sasori creyó ver un trio de puntos negros bordeando la pupila roja.

--¡Ey, Gepetto!—Hidan gritó desde el otro lado del patio húmedo--¡Itachi!

Sasori resopló fastidiado, seguía sin comprender por qué era al único al que Hidan parecía disfrutar molestar con insultos baratos…además de pasarse bastante seguido por la Facultad de Arte aun cuando el chico ni siquiera ocupaba su tiempo estudiando, Hidan trabajaba en un bar de bastante mala fama.

¿Cómo es que no tenía frío? Tan solo llevaba puesta una chamarra de vinil negro con capucha afelpada, con el cierre medio arriba y nada debajo, lo único sobre el pecho era su dije circular con un triángulo invertido en el centro.

--El taller de Deidara será el aula catorce, última hora de clase. Cuando le preguntes que soy de él procura dejarle en claro que no es nada para mí-- el pelirrojo se dio la vuelta con aburrimiento despidiéndose de Itachi con una mano.

Hidan se frenó en seco en medio del patio mirando tontamente a Sasori alejarse

--¡Oye, bastardo! ¡¿Qué no me escuchaste?!—reanudó la carrera, gruñendo detrás de Sasori, pasó de largo a Itachi dándole una palmada en el hombro que más bien pareció haberse apoyado en él para seguir corriendo.

El móvil de Itachi vibró contra su pierna derecha, esta ocasión si respondería, total, ya no había manera de echarse para atrás en ese viaje.

--Sasuke…

--No, lo siento, de veras. Soy Naruto—avisó en tono alegre, se oía el sonido del motor de su auto como fondo; supuso que Sasuke iría al volante y se tranquilizó con saber que su hermano menor era prudente.

Itachi permaneció en silencio esperando que el rubio le dijera el motivo de su llamada.

--Este…bueno…--dijo algo por lo bajo—Yo…nosotros...nos reuniremos con alguien y queríamos saber si… ¿podemos invitarlo a tu casa?

--Mi casa es de Sasuke también—se limitó a responder tratando de sonar amable, si quería recuperar su buena relación tenía que portarse gentil.

¿Reunirse con alguien? Le parecía que lo evitaba o simplemente era conveniente para quien sea que fueran a ver. Suspiró levemente, era irónico que esta vez fuera su hermano menor quien no tuviera tiempo para él...

Escuchó el animado “gracias” de Naruto y se colgó la comunicación.

--Sasuke…--musitó con un resoplido de resignación.

**

--Ya está—anunció Naruto devolviéndole el móvil al moreno. Sasuke aparcó el automóvil frente a una plaza comercial y apagó el GPS integrado al tablero del vehículo—Sigo creyendo que es una mala idea, de veras. Puedo verlo en casa de Nagato…

--Tampoco me agrada la idea de que aproveches el viaje para verlo—replicó de mala manera.

--¿A mi tío?

--A Sai, dobe—corrigió con brusquedad.

--¿Qué no estabas aquí para pasar el tiempo con tu hermano?—preguntó a su vez, mirándolo con una sonrisa astuta.

Sasuke puso mala cara.

--Búscalo, dobe.

--¿Eh? ¿No vendrás conmigo?

La resolución en los ojos negros de su novio le dejó en claro la respuesta.

**

Deidara se dejó caer sobre el banco de madera, leyó una y otra vez la nota que había encontrado pegada en la puerta del aula, las letras bailaban frente a sus ojos fue entonces que notó que el problema eran sus manos que vibraban al sostener el trozo de papel.

Al principio quiso creer que no iba dirigido a él, sin embargo, la connotación de la frase lo había helado al instante, sumado a que los talleres se habían asignado por números y horas específicas durante la jornada estudiantil  de modo que ningún estudiante se topara con otro. A Deidara le tocaba la última hora antes de que comenzara a caer la noche, la mejor de todas puesto que podría quedarse hasta la hora que quisiera para seguir produciendo arte.

Quien quiera que la hubiese dejado sabía dónde y cuándo encontrarlo.

--Pain…--musitó.

El amor engendra odio, que se convierte en sacrificio”.

Frunció los labios antes de levantarse y tirar la nota al bote de basura; era la segunda en unos cuantos días: primero en su propia casa y ahora en el taller. Deidara aspiró hondo, no debía dejar que el sentimiento de exasperación lo envolviera, debía acoger las emociones que lo asaltaban con una actitud tranquila si quería arreglarlo.

¿Sería posible que de verdad fuera “él”?

Cerró los puños y alcanzó una porción de arcilla, la cicatriz de su mano izquierda pareció arderle aunque estuvo seguro de que solamente era su imaginación.

**

Itachi iba a sentirse incómodo en compañía de amigos de su hermano (si es que podía catalogar así a Naruto y a quien quiera que ambos pensaban invitar). Le había estado dando vueltas al asunto durante las clases y al final, justo cuando la tarde comenzaba a pardear, concluyó que lo que terminaría haciendo era ignorarlos, sin embargo, no era la mejor estrategia para sus propósitos.

¿Invitar alguien también? Era una solución un tanto inmadura, sin embargo, era la única que se le ocurría, así podría ocuparse en alguien más y hacer acto de presencia de modo que Sasuke no se sintiera apartado.

Hermano, ¿por qué me tratas como un apestado?”. Las palabras retumbaron en su cabeza como si acabase de escucharlas.

Sasori estaba descartado porque nunca aceptaría, Hidan trabajaría (y sería una pésima idea), Kisame seguro estaría encantado pero prefería dejar a su extraño colega fuera de la órbita de su hermano menor.

No quería engañarse: en el fondo sabía que solo buscó pretextos para no comentárselo a Kisame. El bastardo era su amigo, sí, pero también hablaba mucho sobre Sasuke cuando llegaba a mirar una fotografía.

Se acomodó el cabello detrás de la espalda y volvió sobre sus pasos, no recurriría a algo como aquello.

Anduvo por los solitarios pasillos rumbo a la salida del complejo, otra vez caía el diluvio bíblico. Itachi permaneció en el quicio de la puerta mirando los borrones de lluvia, sintiéndose un poco idiota al pensar que en realidad era lo único que podía ver ahora.

 Alguien lo pasó de largo, muy a su pesar admitía que reconocía esa cabellera rubia. Deidara se detuvo a unos cuantos pasos.

Itachi se echó a andar hasta donde el rubio, lo miró de refilón, luego se descubrió hacia la lluvia. Bajó un par de escalones, el rubio enarcó una ceja al notar la presencia de Itachi, quien giró el cuerpo hacia Deidara, ya estaba empapado.

--¿Es raro?

--¿El qué?—parecía distraído.

--Lo que comemos no define quienes somos.

El rubio comprendió a lo que se refería, recordando que no había respondido esa pregunta.

--Como sea—giró el rostro. Itachi se echó a andar escaleras abajo sin preocuparse por la lluvia que mojaba su cuerpo.

Deidara echó una ojeada sobre su hombro, aunque trató de pelear con todas sus fuerzas, la sensación desquiciante de sentirse observado lo inquietaba. No era como si no pudiera defenderse…pero… ¿y era Pain…? Allí sí que debía preocuparse por su seguridad.

Itachi sintió a Deidara nivelarse a su paso pero no lo miró.

--¿Tomarás el tren?—inquirió el rubio cuando cruzaron a la acera contraria.

--Sí.

Deidara hizo un mohín ante el simple monosílabo.

--¿Y tú?—oyó decir a Itachi.

Allí dudó un momento, estaba claro que no necesitaba transporte para llegar a su departamento, sin embargo, la ansiedad estaba carcomiendo su autocontrol: Deidara no quería llegar a su casa.

Muy a su pesar se sentía acorralado y pensar que esas estúpidas notas estaban conectadas, iba a terminar por sacarlo de sus cabales. Podría recurrir a Sasori por supuesto, sin embargo, lo último que necesitaba en ese momento era un regaño, y conocía lo suficiente al pelirrojo como para saber que eso obtendría por no haber sido lo suficientemente precavido. ¿Y cómo iba a serlo? Se suponía que Pain se había quedado en el pasado.

Tenía que pensar.

Itachi, por su parte, miró de soslayo al rubio llevarse una mano a la barbilla mientras se ensimismaba en sus pensamientos. Se atrevió a pensar que no estaba pensando la respuesta a una pregunta así de sencilla.

--Sí, hum—dijo Deidara por fin, asintiendo con la cabeza una vez en señal de estar satisfecho con su decisión.

Itachi arqueó una ceja pero lo dejó pasar.

**

Sasuke miró por enésima vez la sonrisa despreocupada (y animada) de Naruto, ésta pronto fue seguida por una risa honesta que retumbó contra las asfixiantes paredes del salón de su hermano.

Se removió entre los cojines del sofá sobre el que se recostaba, acomodó una mano debajo de la nuca y con la otra lanzó la pelotita de goma hacia el techo, atrapándola de nuevo.

De pronto el peso del rubio agitó el sillón cuando se sentó en el borde. Sasuke no cambió el gesto de pocos amigos, sobre todo cuando sus ojos negros se encontraron con el rostro impasible del amigo de Naruto. Seguía sin comprender el motivo por el cual ese sujeto viajó una hora entera para encontrarse con el rubio aprovechando que estaba en la ciudad.

Desde que Naruto y Sasuke lo conocieron en aquél intercambio escolar y tuvieron que trabajar con él por mero acto del destino, creyó que era un bastardo mediocre.

Y esta reunión improvisada definitivamente no era lo que tuvo en mente cuando su padre le ordenó viajar hasta Inglaterra, aceptando solamente gracias a su deber como hijo: obedecer y enorgullecer a sus ascendientes.

Sasuke en serio quería volver a casa.

De pronto el brazo de Naruto se pasó por encima de su estómago y tuvo el par de orbes azules a centímetros de su rostro.

--¡Oye! ¿Ya te dormiste?

Los ojos negros lo miraron con acritud evidenciando la respuesta.

--Muévete, dobe, estás aplastándome—ordenó.

Naruto chasqueó la lengua y se apartó cruzándose de brazos. Una punzada de culpabilidad lo asaltó pero no se disculpó: Sasuke, como cualquier Uchiha, era leal a su orgullo.

Frunció los labios y se puso de pie.

--¿A dónde vas?—preguntó Naruto viendo a Sasuke andar hacia las escaleras.

--Arriba ¿no es obvio?—guardó las manos dentro de los bolsillos del pantalón—No me despiertes cuando se vaya tu amigo.

El rubio parpadeó un par de veces sin comprender, luego, cuando reparó en el gesto inusualmente más amargado que de costumbre, esbozó una amplia sonrisa burlona.

--¡Oye, Sasuke!—se puso de pie y corrió hacia el pie de las escaleras.

--¿Qué quieres?

Naruto saboreó las palabras incluso antes de decirlas.

--¿Estás celoso?

Sasuke se frenó en seco sobre el escalón.

--Te aseguro que no tiene caso preocuparte por algo como eso: Naruto no me interesa de esa forma—intervino la voz amable del amigo del rubio mientras cerraba la puerta del sanitario.

Sasuke soltó una carcajada gutural.

--No podría estar celoso de alguien como tú, imbécil—exclamó con superioridad. No obtuvo respuesta así que volvió los ojos sobre el hombro para descubrir la sonrisa amable que le dedicaba el otro—Y quita esa sonrisa hipócrita de la cara—lo ponía de los nervios.

--Oye, teme, no tienes que ser tan…

--Como te dije, Sasuke: Naruto no me interesa de esa manera, de hecho, no me parece atractivo en absoluto.

El rubio se giró de golpe.

--¡Oye, Sai!—alzó un puño en su dirección--¡Tampoco es para que me digas feo!

El muchacho deshizo la sonrisa al mirar confundido al rubio, no comprendía ahora en que había fallado: seguramente de nuevo pecó su falta de tacto para decir las cosas. Y eso que realmente estimaba al rubio.

--Mediocre como siempre, Sai—se burló Sasuke desde su sitio recibiendo por respuesta la mirada gélida por parte del interpelado.

**

Ya estaba, de lo único que el rubio hablaba era de lo que consideraba arte. Algo que Itachi nunca se había detenido ni a pensar, sin embargo, y pese a su usual dolor de cabeza prestó atención, incluso le hizo un par de preguntas en una ocasión recibiendo toda una cátedra por respuesta.

Tomaron el tren, caminaron fuera de la estación y ahí estaban: frente a la casa de Itachi.  Dudaba que Deidara siquiera se hubiera dado cuenta.

--Ahora entiendo porque eres amigo de Sasori—exclamó deteniéndose en el porshe.

--Respeto mucho el concepto de arte de mi amigo, pero…--resopló de lado, Itachi creyó que se veía como un chiquillo berrinchudo ¿Qué no así lo llamó el pelirrojo en dos ocasiones?

--¿Quieres entrar?—preguntó de golpe. Deidara volvió los ojos azules hacia el muchacho, notando hasta ese momento que se habían detenido en la que debía ser su casa.

¡Maldición! Se sumergió tanto en los deseos por alejarse de su departamento que no se fijó que acompañaba al “Señor monosílabos” a casa.

--Si adivino algo sobre ti, entrarás—agregó antes de que el rubio pudiera replicar, adivinando su respuesta.

--¿Por qué quieres que te entre?—quiso saber, a la defensiva.

--Estas empapado. Solo estoy siendo amable—puntualizó.

El rubio puso mala cara.

--Te cortaste del pulgar hacia afuera, la piel se rasgó en línea recta: te heriste ambas manos en el mismo momento.

Los ojos azules se abrieron de par en par.

--¿Cómo…?

--Basta con ser observador—Itachi subió los tres escalones resbalosos hasta la puerta principal.

El rubio gruñó por lo bajo acomodándose el cabello empapado, embarrándolo de restos de arcilla blanca. Itachi contempló al rubio pelearse con sus mechones rubios; entre más los limpiaba solo lo empeoraba.

Los cabellos rubios resaltaban en medio de la tarde oscurecida prematuramente, quizás debido a su color, luminosidad que Itachi era capaz de ver mejor que todo alrededor. Asió la mano hasta el fleco de Deidara pasando los dedos por las suaves hebras, limpiándolo de arcilla.

El muchacho alzó los ojos para mirarlo directamente a los ojos, las pupilas rojas de Itachi brillaban en medio de las sombras, remarcadas por las profundas ojeras; sus orbes tenían un trío de virutas oscuras en los orbes que antes no había visto.

El corazón le dio un vuelco muy parecido al que experimentaba cuando veía arte.

**

Apenas introdujo la llave en la cerradura supo que algo iba definitivamente mal, un mal presentimiento al respecto. Aspiró hondamente y abrió la puerta de su casa, lo primero que vio al entrar a su departamento lo plantó en su sitio.

La anciana mujer volvió el rostro desde el sofá, apagó la televisión y se puso de pie con cuidado.

--Sasori—saludó.

--Vieja Chiyo—replicó.

Notas finales:

Gracias por leer!!!

Tomatazos y criticas bienvenidas!

rr??

Bshossss

tronadhozzz

y

sensualezzzzzzzzzzzzzzz


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).