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Mi amor en la mafia por Anako_Chan

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Notas del capitulo: Buaahhhhhhh!!!!!!! Perdóname Mauriceeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! yo no quería snif.
Cáp.IX
Emboscada


_ Bueno, si, es bueno que salga de vez en cuando. Afirmó Giusppe Ferretti ante la idea de que su hijo saliera aquel domingo acompañado de Keith

_Le aseguro que no tiene de que preocuparse Señor Ferretti. Sólo me ha pedido que lo lleve a dar un paseo por la ciudad. Aseguró el guardia, al tiempo que hacía una ligera reverencia y se apresuraba a salir.

_ ¡Keith! Llamó nuevamente Ferretti _ No se te olvide que estoy poniendo en tus manos mi más preciado tesoro, por favor, cuídalo como a tu vida.

El de ojos verdes asintió levemente y salió a encontrarse con Derian quien le esperaba en el jardín para saber la respuesta.

_ ¿Qué te ha dicho?

_ Tu padre me dijo que no había ningún problema. Respondió con su encantadora sonrisa. _De hecho me pareció que la idea de que decidieras salir un rato a distraerte le agradó bastante. Incluso me dijo que podía disponer del auto.

_ Pues entonces vamos. Sugirió el menor con entusiasmo.

Andri le había mentido descaradamente al su jefe, no sólo iban a dar un paseo a la ciudad, iban al ghetto tal como lo habían planeado hacía ya una semana, y sabían perfectamente que esta idea no sería precisamente del agrado del padre de Derian razón por la cual habían tenido que inventar aquella excusa.

En el camino los dos jóvenes iban callados, era la primera vez que salían juntos, y del tema del beso ni hablar, era algo para lo que quizás ninguno se sentía preparado todavía, por eso habían preferido actuar como si nada hubiese pasado.

_Por fin llegamos. Suspiró el de tez morena

_ Con que esto es el ghetto ¿eh? Dijo el menor al tiempo que echaba un vistazo alrededor. _ No es un lugar precisamente bonito como para pasar un domingo. Señaló desdeñosamente.

_ ¿Cuándo mencioné que el ghetto se parecía a Disneylandia? Gruñó. Además no te quejes, sólo pasaré a saludar a Mauri y nos iremos a donde tú quieras.

La verdad el guardia se encontraba nervioso, no sabía cual sería la reacción de su celoso amigo al ver a su acompañante, sin embargo ya le había dado su palabra y ahora tenía que cumplirla.

Anduvieron unos cuantos minutos a pie; no era muy seguro entrar a aquel lugar con el auto, procuraron también no ser vistos por nadie para no arriesgarse mucho. Derian no podía disimular su asombro ante la miseria de aquel barrio italiano.

Al llegar al cuartucho de azotea Keith no vio a nadie, cosa bastante rara, ya que a esa hora de la mañana lo más común era ver a Mau sentado en la mesa con su inseparable taza de café.
_ ¡Mauri, estamos aquí! Se anunció, sin embargo no recibió ninguna respuesta. Se introdujo hasta la habitación seguido por el muchacho Aún se podía ver ahí el viejo catre que solía ser su cama.

_ ¡Tan puntual como siempre Andri! Se escuchó tras sus espaldas sobresaltando a los visitantes.

_ ¡Mauri pero que susto nos has dado! Exclamó el moreno con sobresalto al tiempo que instintivamente protegía con su cuerpo al menor.

Ya recuperado del susto Keith procedió a hacer la respectiva presentación. Mauri admiró trastornado de celos la exquisita belleza de el ojiazul, * En verdad que es un chiquillo precioso* pensó mientras lo examinaba detenidamente ante lo cual el chico sólo le lanzó una mirada desafiante.

_Ahora entiendo por que me rechazaste Keith. Expresó Mauri quien parecía completamente fuera de sí. _ Era lógico, siempre te han gustado los ojos azules ¿No es así?

_ M- Mauri ¿Qué estas diciendo? Indagó Andri avergonzado por aquella embarazosa situación, y confundido a causa del extraño comportamiento de su antiguo amigo. _ ¡Ya basta de bromas!

_ Pero hay algo que tu no sabes Derian Ferretti. Añadió el de ojos negros mirando a su rival con ironía. _ Maurice Coletti no se deja vencer tan fácil, no voy a dejar que ningún niño mimado me quite lo único que verdaderamente me importa en la vida.

Los dos invitados miraron desconcertados a Mauri quien de momento hizo una señal hacia el exterior; En ese instante entraron tres tipos encapuchados apuntando con tremendas armas de fuego.

_ Entréganos al mocoso. Dijo uno cuya voz reconoció Andri enseguida: Se trataba de Gabriele, el tabernero. ¿Pero que era todo aquello? ¿Acaso su amigo de toda la vida lo había traicionado a causa de sus estúpidos celos? ¿Quería el dinero de los Ferretti o es que deseaba quitar de en medio a aquel a quien consideraba su rival?

Comprendiendo aquella lamentable situación el muchacho no tuvo otra opción que defender con todo a su protegido, quién había sido fuertemente afianzado por Mauri que se dedicaba a observar de lejos aquella escena.

Tres contra uno era una pelea muy injusta, no obstante; se trataba de una contienda contra el mejor peleador de todo el ghetto, sin embargo, y a pesar de que Mauri había dado la orden específica de que no se le hiciera ni un rasguño a Keith, era imposible detenerle cuerpo a cuerpo, por lo que alguno de los encapuchados torpemente había hecho uso de su arma, hiriendo por accidente a otro de los enmascarados quien de inmediato cayó al suelo profiriendo un alarido de dolor.

El pánico que esto provocó en los inexpertos secuestradores los hizo huir despavoridos del cuarto dejando incluso al que yacía desangrándose. Al ver que la situación ya se había salido de control Andri; a su vez que se levantaba del suelo, echó una mano a su cinturón y cogió su arma, apuntando al que ahora le traicionaba

Al ver esto coletti ya no tenía alternativa, empuñó su navaja contra la garganta del menor dispuesto a acabar con él de una vez por todas.

Sin pensarlo y al ver el peligro que corría Derian el guardaespaldas tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida, con mano trémula accionó el arma, se trataba de Mau o Derian: Un disparo en la frente bastó para acabar con la vida de su viejo camarada quien inerte se desplomó en el suelo liberando bruscamente a su presa.

El de ojos azules corrió a refugiarse entre los brazos de su bienhechor quién consternado temblaba violentamente, aún conservaba la pistola en su mano y permanecía mirando fijo y con los ojos desorbitados el cadáver de Maurice.

En el ghetto trifulcas como esa eran cotidianas, por lo cual ningún vecino, y mucha menos ninguna patrulla impidió que Andri y Ferretti abandonaran el lugar de la escena y abordaran el vehículo en el cual habían llegado. Solo una horda de curiosos se arremolinaba poco a poco en torno al viejo cuartucho que ya nadie habitaría.

Ya en el auto Keith seguía sin pronunciar palabra, nunca se había sentido tan miserable: Había matado con sus propias manos al mejor amigo que había tenido en toda su vida. Y lo que era peor: Lo había asesinado por que en eso era precisamente en lo que consistía su trabajo ¿O acaso lo había hecho como prueba de su inmenso amor por Derian?

Este último quien por fortuna no había recibido lesión alguna miró con ojos compasivos a su defensor quien de pronto comenzó a sollozar amargamente. No sabía que hacer y mucho menos que decir, lo único que sabía era que aquél hombre a quien nunca antes había visto llorar le había salvado la vida incluso a costa de la de su mejor amigo, y sabía perfectamente que lejos de cumplir con su trabajo lo había hecho por que lo amaba, lo amaba más que a cualquier cosa en la vida y de un tiempo a la fecha ese sentimiento se había vuelto mutuo.

Pensando en esto el chiquillo permaneció sin habla un momento más, contemplando la desgarradora escena, pasados algunos minutos se atrevió a acercarse a Keith, en cuyos labios depositó un tierno beso.

_ Yo conduciré. Dijo el heredero de los Ferretti al tiempo que se bajaba del auto para intercambiar el lugar con Andri a quién aquel beso había hecho reaccionar momentáneamente.

Derian condujo un largo rato hasta llegar a un hermoso mirador desde donde podía contemplarse la puesta de sol, gran parte de su niñez la había pasado ahí por lo que conocía bien el camino. Cuando se hubo estacionado invitó a su copiloto a bajarse, el ojiazul abrazó dulcemente al moreno y en silencio dejó que este desahogara toda su tristeza en su hombro.

Cuando el cielo se hubo cubierto de estrellas anunciando con melancolía la llegada de la noche ambos jóvenes se pusieron en pie y tomados de la mano se dirigieron al auto para volver a casa. Aquél día se estaba terminando ya, sin embargo permanecería grabado en la mente de los dos para el resto de sus vidas.

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