Cáp. II
Dejar el ghetto
_! *sono qui! Exclamó Keith al llegar a su casa mientras dejaba caer tras de sí la manta que servía como puerta, echó una mirada a su alrededor y en medio de la oscuridad alcanzó a distinguir a Maurice Coletti, su celoso amigo quien se encontraba en medio de un montón de podridas cajas de cartón gimoteando aún a causa del disgusto de hacía algunas horas
_! Por fin apareces *sciocco! Gritó con la voz entrecortada _Te fui a buscar a la taberna pero Gabriele tampoco sabía donde estabas, seguro te fuiste a follar con esa zorra del rosso ¿Verdad?
Keith lo observó un segundo en silencio, la actitud de Mauri le pareció muy divertida en ese momento, parecía una esposa celosa e histérica, el ojiverde se acerco a su amigo con un gesto sensual y tomo su rostro como si fuera a besarlo, observo detenidamente sus facciones, bastante más delicadas que las de él, contempló su piel blanca y sus expresivos ojos negros que aunque desconfiados le rogaban que continuara con lo que estaba haciendo, los labios entreabiertos del chico aguardaban húmedos, impacientes y se habían tornado de un color grana al igual que sus mejillas. Sin embargo Andri no tenía interés en su amigo, ni siquiera de besarlo así que apartó su cara de la de Mauri con frialdad, quien le devolvió una mirada perturbada
_Me voy a la cama. Dijo el moreno
_ Buona notte Andri. Respondió su compañero con desencanto
Ya tirado en su viejo y sucio catre Keith se puso a recordar su encuentro con Giusppe Ferretti, al principio no le había dado mucha importancia a su oferta, sin embargo era una buena oportunidad para abandonar el ghetto y su miseria, se incorporó nuevamente y miró a su alrededor: a un lado de él Mauri fingía dormir sobre un montón de costales de harina que había dispuesto a modo de cama, todo lo que había en aquel inmundo cuarto de azotea eran cajas picadas por la humedad, una estropeada mesa de madera y unos cuantos trastos de aluminio, sin contar las docenas de ratas que se escabullían por todos lados y el viento helado que se colaba a causa de la falta de ventanas, eso y el olor del moho era lo único que les pertenecía.
Regresó la mirada hacia el bulto que yacía al lado de su cama, parecía que Coletti pasaba mucho frío, a juzgar por el temblor de su cuerpo. Andri incluso sospechaba que su amigo estaba enfermo ya que últimamente le había visto muy desmejorado y lo escuchaba toser constantemente. El chico se despojó de su sucia chaqueta y la arrojó sobre su friolento compañero, se volvió a recostar y siguió divagando hasta quedarse dormido.
A la mañana siguiente le despertó el rayo del sol que caía directamente sobre sus ojos, era un sol que brillaba más no calentaba, la mañana estaba muy fría, y rápidamente se puso en pie para evitar la molesta luz que le cegaba.
Observó a Maurice que bebía café en la mesa, aún con su chamarra puesta y quién al percatarse de que el de los ojos verdes se había levantado saludó sonriente
_ Bon giorno tenditore!!! Pensé que no ibas a despertar jamás
_ ¿Que hay de desayunar? Preguntó Keith Estoy hambriento
_Sólo café y un par de bollos fríos. Respondió
_! Maledizione! Exclamó visiblemente molesto ¿Eso es todo? Llevamos comiendo bollos duros y bebiendo café barato toda la semana, como desearía comer algo de pasta con carne o por lo menos un par de huevos
_ Bueno. Dijo Mauri sonriendo con aire infantil_ Si consiguiéramos un oficio mejor que robar chucherías o nos sacáramos la lotería todos los días te prepararía ravioli, tal como lo hacía mi madre antes de morir, le quedaba deli…
_! Basta de tonterías! Gritó Andri _ Escucha Maurice, tal vez te suene difícil de creer. Explicó a sabiendas de lo inverosímil de su historia _Ayer me entrevisté con Giusppe Ferretti
_ ¿Ferretti? ¿Ferretti? ¿Ferretti? Preguntó repetidamente ¿El líder de la mafia? interrumpió su interlocutor en medio de estruendosas carcajadas_ ¿Y acaso te pidió que te volvieras su matón?_No creas que soy tan inocente como para creerme eso
Keith lo miró irritado y profundamente ofendido _ Púes ríete cuanto gustes *mio carisimo Maurice pero debo decirte que en efecto el pez gordo de la mafia vino a buscarme aquí para pedirme que me convirtiera en algo así como el guardaespaldas de su hijo. Y me ha ofrecido sacarme del ghetto y una muy buena paga a cambio de mis servicios
Notando que Mauri había cesado sus risas y le miraba atónito Keith recalcó con orgullo:
_Vino a buscarme a mí por que ha oído que soy el mejor peleador de la zona y eso se lo demostré ayer cuando estuve a punto de acabar con tres de sus guardias que intentaron exterminarme. Afirmó mintiendo descaradamente mientras acercaba la taza de café a sus labios
_ ¿Es verdad eso que me dices?
_Ya te dije que si. Respondió iracundo. Le dije que tenía que pensármelo así que prometió volver en dos días. Dijo concluyendo con la explicación para mordisquear el trozo de pan que sostenía en su mano, acto seguido lo arrojó al suelo con desprecio_ ¡Sí me voy con él nunca más vamos a pasar hambre Hermano!
_P-pero me vas a dejar solo ¿No es cierto? Cuestionó contrariado El de ojos negros_ Me vas a abandonar y te vas a olvidar de mi. Su amigo no contestó sólo lo miró fijamente tratando de entender como podía preferir morirse de hambre a cambio de permanecer junto a su amigo. En ese momento el ofuscado muchacho no pudo contener las lágrimas, le dolía pensar que Keith se fuera, ya que si bien éste último siempre le había rechazado como amante, era mejor tenerlo cerca como amigo, sin importarle en que condiciones vivieran. Sin embargo este era un hecho que escapaba de la mente de Andri debido tal vez a que nunca se había enamorado y su única motivación en la vida era el dinero, por lo cual la reacción de su pretendiente lo confundía.
_Me aburren tus dramas. Expresó fríamente Andri quien sinceramente esperaba otra reacción de su compañero_ Voy a dar una vuelta dijo a la vez que desaparecía de la húmeda visión de Coletti quien se derribó sobre la mesa a llorar amargamente.
Ya afuera Keith Andri observó el ghetto, miró en primer plano a un par de jovencitas no mayores de catorce años ser manoseadas obscenamente por un borracho que les mostraba un billete, las niñas parecían pececillos ingenuos mordiendo el anzuelo. Un poco más adelante pudo mirar a Rafaello, un amigo que había conocido hacía algún tiempo en la taberna de Gabriele, estaba tirado a mitad del callejón todo maltrecho y ebrio, aparentemente había sido golpeado, por lo que Andri no tuvo más remedio que ponerlo a salvo en la orilla y seguir su camino, no sin antes sacar de la bolsa del borracho un cigarrillo, ya que desde la noche anterior no había fumado ninguno. Este tipo de cosas eran cotidianas en aquel lugar, durante su recorrido tropezó torpemente con el cadáver putrefacto de un gato que contaminaba con su pestilencia aun más el ambiente de aquél desolado paraje que se cobijaba bajo la sombra de la indigencia.
_! Dejar el ghetto! Exclamó para si el atractivo ojiverde. Sonaba fácil. El hecho de ganar montones de dinero y mudarse a una mansión sólo a cambio de cuidar a un niño malcriado era bastante atractivo. Tenía experiencia en eso de domesticar malcriados y sabía que si había soportado el carácter tan difícil de Mauri durante más de quince años domar a un cachorrito sería cosa fácil.
¡Dejar el ghetto! Eso era lo que muchos querían, era lo que él quería y sin embargo lo estaba dudando. En el fondo quizás le dolía la actitud de su amigo de toda la vida, sabía que si aceptaba lo hacía por el bien de los dos y que era la única manera de salir adelante en un mundo como ese.
Fin del Capítulo II
P.D:(Les prometo que en el episodio III ya podemos ver algo de lemon)
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