Cuando finalmente faltaban menos de diez minutos para que el gran reloj que colgaba en la muralla marcara las diez de la mañana, él ya se encontraba caminando de un lado al otro. Como si de esa manera sus nervios se pudiesen disipar de alguna forma, y eso que había logrado aguantar al menos veinte minutos en ese sillón tan frío en el que le habían indicado esperar ¿Cómo se suponía que aguardara sentado cuando el tiempo avanzaba tan lento?
Sonreía a la pared y luego cambiaba su expresión por una seria de manera alternada. Moviendo sus labios articulaba las palabras que pretendía decir al momento de ingresar a esa oficina que a cada segundo se volvía algo similar a lo que él creía; la puerta al mismísimo infierno que había comenzado como el paraíso.
“Hola, soy Chanyeol y he venido porque quedé seleccionado tras la primera entrevista. ¡Es un gusto!”
Negaba con el rostro, quizá saludar así sería demasiado pretencioso ¿Y si solo se limitaba a hacer una venia? Peor aún, podría interpretarse como que él ya tenía la confianza suficiente como para dirigirse a su futuro jefe con un simple movimiento de cabeza. Iba a entrar en pánico y esa tampoco era una opción.
Cuando ya tenía más o menos seleccionadas las palabras que iba a decir y elegidos los gestos con los que se iba a expresar no tuvo momento de ensayarlo nuevamente puesto que la puerta de improviso se abrió. Sus labios se separaron y ahogó cualquier sonido que pudiese mostrar su nerviosismo, y pánico, actual. Su respiración parecía volverse emancipado a lo que se consideraba como acciones involuntarias de su organismo, puesto que ya se estaba quedando sin aire. “Quizá no es a mi” se dijo en un intento desesperado por ahora huir de lo que siempre había sabido que llegaría desde que se lo propuso como meta.
—Adelante.
Era una voz profunda y tan fría que Chanyeol llegó a sentir como si le calara los huesos, que por cierto ahora comenzaban a dolerle tal como si hubiese participado en una maratón alrededor del mundo. Tragó saliva. Quizá su madre tenía razón y él aún no estaba preparado para esto. Pensó en salir corriendo, pero entonces la imagen de su padre, recordándole lo fracasado que llegaría a ser, le hizo negar con el rostro antes de que, paso tras paso, caminara hasta dicha puerta.
Entró y cerró con ligera torpeza. Lo que tenía planeado decir, así como su actuación tranquila, se había ido directamente al demonio. Estaba igual que un cuaderno recién comprado, o bien dicho, unas hojas sueltas en las que nadie había escrito.
—¿Y bien? ¿No vas a sentarte?
La voz proveniente de aquel joven tan correctamente vestido le había resultado tal como si fuera un baldazo de agua helada en un gris día de invierno.
—Eh… Este, sí. Soy… Este, Chanyeol y vengo porque…
—¿Siempre tartamudeas tanto al momento de hablar con alguien?— Inquirió nuevamente frío, enarcando una ceja, haciéndole sentir completamente humillado. Casi había sonado como si hubiese escupido aquellas palabras con molestia ¿Acaso Chanyeol le estaba haciendo perder el tiempo? Se preguntó. —Sé quién eres y sé a qué vienes. Solo necesito que contestes una simple pregunta que será la decisiva para evaluar si estás capacitado para trabajar aquí.
La mirada de Chanyeol se había mantenido baja a causa de las primeras palabras. Pero al escuchar que debía contestar una pregunta se sintió ligeramente alarmado. No lo demostró, ni lo demostraría. Tomando una confianza de quién sabe dónde se atrevió a mirarlo a los ojos, no bajaría la mirada ante nadie, no otra vez.
—Escucho.
—Bueno, sabrás que somos una empresa muy relevante para Corea del Sur, incluso visto a modo internacional. Así que, dime. Si hipotéticamente te asignara la tarea de contestar los mails y, en un día, tienes más de diez mil ¿Cuál contestarías primero?
Chanyeol pareció quedarse pensando en la respuesta ¿Qué clase de pregunta era esa? Parecía ser demasiado capciosa. Pero necesitaba el trabajo y no podía fallar en su búsqueda otra vez, no cuando se le había presentado esta oportunidad tan grande. Aunque, un momento… Él había leído sobre eso. Antes de enfrentarse a la entrevista de trabajo había leído acerca de las posibles preguntas que se le realizarían. Ahora sólo tenía que recordar cómo se contestaban esa clase de preguntas. Su padre no tendría la razón acerca de lo que le había dicho, él quedaría seleccionado para trabajar. Pero ahora mismo no podía recordar nada más que aquellas palabras. No podía recordar nada acerca de las entrevistas.
—¿Y, Chanyeol?
Presionó impaciente al muchacho antes de recibir una mirada completamente segura por parte del mismo. Se sorprendió, puesto que no esperaba que le fuese a contestar.
—Prioridad. En un inicio los clasificaría como los que vienen por parte administrativa, es decir, lo que usted podría enviarme. Luego le seguirían las segundas empresas nacionales que quisieran formar alianza o propuesta y, finalmente, las internacionales dependiendo del grado de importancia que tenga cada asunto. De esa manera haría un filtro que lograría eliminar gran parte de los correos no relevantes, ganando tiempo para poder contestar los que sí necesitan una respuesta inmediata a favor nuestro.
Había hablado tan claro, tan fluido y tan inequívoco que había logrado dejar atónito a su evaluador. Tal fue al punto en el que este dejó su lápiz sobre la libreta, haciendo un accidental garabato, pero no pudiendo haber escrito absolutamente nada. Era esa precisamente la respuesta que quería, la respuesta que hasta el momento nadie había sabido darle. Sin embargo, la mirada que recibía por quien estaba tras ese diplomático escritorio parecía no cambiar y dejar ese semblante frío de lado.
—Voy a designar tu oficina, mañana sería un buen momento para traer tus cosas y comenzar con las tareas.
Chanyeol sonrió, pero inmediatamente llevó una mano a cubrir sus labios, esperando que hubiera ocurrido de manera disimulada. De hecho, podía sentir que en cualquier momento comenzarían a escapar lágrimas de sus ojos y eso sí que sería un problema, así que aguantó su emoción. Él estaba seguro de que no sería un fracasado, estaba verdaderamente seguro de ello. Ya lo verían, ya todos lo sabrían también.
Cuando el silencio se extendió más de la cuenta dudó un poco si levantarse. Esperaba recibir una instrucción, pero esta no llegaba, por lo que sus nervios nuevamente dieron un brote, aunque mínimo en comparación a como fue al momento de llegar.
—Oye, cálmate. Está bien.— Dijo el joven frente a él y, por primera vez en toda su estadía, elevó la comisura de sus labios en lo que parecía ser una sonrisa. Entonces extendió su mano. —Nos vemos mañana para que puedas integrarte bien.
Chanyeol lo miró con una sonrisa dulce, asintiendo. Ahora que le miraba realmente por primera vez en toda su estadía. No se veía mayor que él, y su rostro estaba muy bien cuidado, al igual que su cabello. Su traje tampoco presentaba ninguna arruga, era demasiado pulcro y eso, a alguien aparentemente tan joven le hacía lucir bastante bien.
—Gracias, señor.— Fue lo que atinó a decir cuando su mano se estrechó con la ajena, sintiéndose ligeramente avergonzado. Miró a otro lado por lo mismo, solamente hasta que escuchó la respuesta ajena.
Entonces sus ojos se encontraron con los ajenos.
—Puedes llamarme Baekhyun.