Sangre.
Todo comenzó porque no soportaba su maldita cara, detestaba esa mirada en sus ojos ya que siempre provocaba algo en mi interior. Esos ojos color ocre que tanto odiaba me estaban mirando con ira mezclada con confusión.
El color rojo escurría de su boca pintando las comisuras de sus labios y en ese instante me di cuenta que aquel sabor férreo estaba impregnado en mi lengua, me relamí los labios con lentitud y me di cuenta que también estaba herido.
— ¡Deja de fastidiarme Grimmjow!
Ah, esa voz fuerte que no demostraba ningún miedo hacía mi presencia, no podía evitar sonreír ante el descaro de aquel Shinigami.
Pero no quería escuchar nada más, estaba mareado con un fuego que quemaba mis entrañas y empezaba a sentir como se aceleraba la sangre en mis venas, estaba empezando a perder mis sentidos y a dejarme guiar por mis instintos.
— ¡Cállate la puta boca, Kurosaki!
— ¡No me ordenes que hacer bastardo!
¡Quería que dejara de hablar! Que cerrara la maldita boca, el corte en mi labio lo había provocado su jodido puño.
Mi cuerpo se impulsó como si una fuerza electromagnética me atrajera hacia el bastardo de cabello anaranjado y lo tome de su estúpido traje de Shinigami para alzarlo del suelo con potencia.
Mis pupilas brillaban de un deseo que no identificaba, solo podía concentrarme en la sangre que bajaba por la boca de aquel sujeto que invadía mis pensamientos y me dejaba sin raciocinio alguno.
Sentía la presión en la muñeca que estaba utilizando para sujetarlo y algo que dormía en lo profundo de mis venas… despertó.
Había aparecido una sequía en mi garganta y el único líquido se encontraba en la boca de Ichigo.
— Suéltame…—me gruño con una furia que me incineraba los oídos… pero yo ya no podía entender palabras, quería devorarlo.
Un deseo indomable me había atacado y solo se saciaría cuando consumiera al objeto de mi anhelo.
Azote su cuerpo contra la fría pared y me le quede mirando fijamente como si fuera mi presa, no lo dejaría escapar.
En este momento era mío.
— Grimmjow…—mi nombre dicho por su voz molesta me excitaba de una forma que jamás creí que alguien pudiera provocarme… estaba avivando aquel frenesí que ya no podía controlar
— Kurosaki…
Pronuncie su nombre y con aquello inicio ese toque que tanto había estado buscando desde que me fije en él.
Probé la sangre de sus labios… y la mezcle con la mía.
Aunque se rehusaba a dejarme profanar su cavidad, al final se doblego ante mí y fui capaz de saborear aquel fluido que me calcinaba.
Y por unos minutos el poderoso Shinigami que sobresalía por su dignidad estaba siendo sometido por mis caricias.
Estaba siendo sumiso ante mi contacto.
De repente solo sentí un golpe seco en mi mejilla y fui separado con brusquedad de mi manantial, mis labios rasparon con sus dientes y se abrieron más mis heridas.
Desvié mis ojos y note como su cara estaba del color de la sangre, tan brillante que lucía más que su cabello, se cubría su boca hinchada con vergüenza y jadeaba apresuradamente.
— ¡Eres un puto enfermo!
Ah. No podría tener suficiente de este hombre. Ya me había dado cuenta que no lo odiaba sino todo lo contrario.
Mi mente empezaba a nublarse otra vez y mis pies se arrastraban hacía él de nuevo, era como si un lazo nos uniera de la cadera.
No importaba cuantos pasos avanzara hacia atrás Ichigo.
Era inútil.
Ya era mío y no lo dejaría escapar de mis garras.
Apreté sus muñecas y lo arrincone en una esquina… porque necesitaba volver a probar la sangre en mis labios, su sangre y la mía siendo una sola para que así formara parte de mis propias venas….Por siempre.
Fin.