Depredador.
¿Cómo había llegado a esta situación? La habitación se llenaba de ruidos que jamás había escuchado, pero lo más desconcertante era que ¿de quién eran? ¿Provenían de su propia boca o de la de del tipo que estaba explorando su cuerpo?
Nada tenía sentido.
Desde que vio su mirada sintió como Yamazaki tenía un odio natural hacía él, pero no le dio mayor importancia… lo único que le importaba más que cualquier otra cosa era el agua.
— ¡Deja de entrometerte entre Rin y yo!
Y aquello fue el inicio de este torbellino que revolvía cada uno de sus pensamientos, sentidos y reacciones.
Estaba acostumbrado al contacto humano, a pesar de su apariencia distante ya que Makoto, Nagisa o inclusive Rin le abrazaban como si fuera lo más normal del mundo, pero ahora mismo experimentaba emociones que no había sentido con nadie más.
Las manos de Sousuke se deslizaban con una fluidez que le recordaba a Haruka al agua de la regadera que serpenteaba por cada rincón de su cuerpo, con una profundidad intensa, pero una calma que la complementaba
— Siempre creí que tu cuerpo sería tan frío como tu actitud, Nanase—Ah, ese tono mordaz seguía impregnado en la voz de aquel tiburón.
Ahora mismo comprendía que aquellos jadeos desesperados provenían de su propia garganta.
¿Se estaría burlando por tenerlo a su merced?
No podía ni contestarle de forma punzante porque estaba ocupado intentando domar la desobediencia de su cuerpo.
Escalofríos.
Jadeos.
Estremecimientos.
Placer.
Ansiedad.
Miedo.
Curiosidad.
Sí, todo era un caos dentro de su cerebro. No podía escoger una sola opción de la amplia gama que conocía.
Cerro los ojos al sentir unos filosos dientes clavarse en su fino cuello, su cara ardía y se le dificultaba respirar.
¿Qué demonios era esto?
Dolía… pero le gustaba.
Tenía miedo pero la curiosidad era más fuerte.
Sintió como la opresión en sus muñecas se esfumaba y se atrevió a abrir sus ojos para encontrar esa vista llena de aquel sentimiento que catalogo en un principio como odio, pero ahora mismo… dudaba de la propia etiqueta que le había puesto.
Si le odiara ¿haría aquello?
Y si Haru le odiaba ¿se dejaría arrastrar a esto sin oponer resistencia?
Sus ojos completamente apasionados se quedaron prendados el uno del otro, mientras sus pechos intentaban recolectar algo del aire que aquel ambiente ardiente les había arrebatado.
Sousuke se relamió los labios sintiendo una sed que no podía calmar, su garganta rugía por la necesidad de un líquido refrescante. Nanase sentía lo mismo y entonces miro la saliva de Yamazaki, removió sus brazos y apoyo sus palmas para alzarse y unir sus bocas.
No entendía que era un beso, no comprendía nada de esto… ahora mismo solo estaba dejando que su cuerpo tomará el control de su raciocinio.
Y aquella peculiaridad que había captado su interés era mucho mejor que cada gota de agua que había probado. Dentro de la boca de Yamazaki había una mezcla de sabores que ni el agua salada tenía.
Un dulzor adictivo, una calidez indescriptible…
Entrelazo sus brazos en el cuello del tiburón y lo arrastro hacía abajo con él, no entendía si era odio, no comprendía si le agradaba, no tenía sentido… pero se dejaría arrastrar.
Sintió como Sousuke se separaba de su necesitada boca y se le quedaba mirando fijamente.
— Haruka.
Ah. Era definitivo.
Sería la presa de aquel depredador.
Quería ser consumido y engullido en aquel estomago si con ello era capaz de seguir sintiendo aquellas cosas que desconocía hasta el día de hoy.
Fin.