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Trata de quererme por Shieru Fantomuhaivu

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Notas del capitulo:

Sí, sí, he vuelto, como siempre, después de mil años.

La verdad yo, en lo personal, también me fastidio. Me desespera no subir nada y sólo dejar así la wea. Esta historia me gusta más que cualquier otra, pero no le dedico lo que en realidad quisiera. :(

También he perdido visitas y tal, pero, de todas formas, agradezco mucho a quienes lean estas chorradas que escribo.

Como siempre, espero que el capítulo les guste.

-CIEL.

(He olvidado mencionarlo, pero, tanto Mae como Shizuku tienen el pelo corto. Shizuku es la que más corto lo tiene. Le llega a la barbilla, y es un corte como de hada, lol. Tiene cabello castaño aaaalgo claro, y ojos del mismo colorsss... Mae lo tiene un pooooco más largo y más oscuro, pero con ojos claros. Como azul verdoso, aunque en ocasiones se ven grises. Usa anteojos... Y listo, jaja)

–¿Quieres pasar a comprar algo antes de llegar, Shizu-chan? –pregunta Mae, por tercera vez, a Kitagawa Shizuku, su vecina.

              –No, no quiero –contesta de forma irritable–. Dime, ¿por qué tenemos que ir juntas a la escuela? Habías mencionado que tu clase no empieza sino al mediodía.

              –Me gusta llegar antes. Además, estoy aprovechando para pasar tiempo contigo. Ahora que somos amigas.

              Shizuku, con un gesto de fatiga, apresura el paso, viendo cómo su vecina la alcanza rápidamente. Es evidente que la idea de tener una nueva amiga no le entusiasma de mucho. Mae Thomas podría ser la persona más diferente a ella. Puede que no sea tan ruidosa como Tomoka, pero carga un aura, o un tipo de sensación, demasiado viva y despreocupada.

              Al momento de pisar terreno de su universidad, las chicas se separan sin pronunciar palabra. Mae, con paso decidido, camina hacia la cafetería; Shizuku, por su parte, se dirige a su salón de clase.

              Como de costumbre, Kitagawa Shizuku se sienta en el mismo asiento y comienza a preparar sus útiles. A pesar de que Shizuku es una convincente amante del estudio, sus compañeros nunca reaccionaron a eso de una forma negativa, como normalmente sucede en muchos centros. Ella sabe despedir cierta vibra que hace que la gente quiera estar a su lado. Otra cosa es que la chica no lo ha permitido del todo.

              Apoya suavemente el codo de su brazo derecho sobre el pupitre, mientras sostiene la mitad de su rostro. Sabe muy bien de qué va el tema de la clase, por lo que se permite divagar un poco.

              En cierta manera, le inquieta saber cuál es exactamente la impresión de Tomoka acerca de lo que, por error, tuvo que presenciar. Sabe de sobremanera que su amiga no es ninguna especie de difamadora, pero también está consciente de que la mayoría de las personas que la conocen se piensa que ella tiene una vida bastante arreglada y a gusto… Qué fiasco.

              Por otro lado, está su nueva vecina. No la conoce. No sabe de dónde viene. Compartieron helado mochi y es demasiado amable. Todo lo que Shizuku no pudo recibir decentemente como educación familiar fundamental, Mae Thomas resulta tenerlo de sobra… Aun así, Shizuku prefiere confiarle a ella lo que a nadie menciona.

              <<A veces nos sentimos en una especie de burbuja de confianza con las personas que apenas o recién conocemos. Pensamos que no llevan en cuenta nuestro historial, y preferimos que lo oigan de primera mano. La facilidad y comodidad brotan porque no nos sentimos presionados. No nos conocemos, entonces queremos compartir nuestros pequeños problemas… Es porque no nos conocemos. Así es como sucede, ¿verdad?>>

              Lentamente, Shizuku se incorpora, para darse cuenta que la clase ya había terminado. Toma sus cosas y camina dirigiéndose a su siguiente clase. En realidad es un taller que recién abrieron. Ya era época de clases extracurriculares, y todos los alumnos deben de meter al menos una al año.

                En esta ocasión, la chica se había decidido por aprender un nuevo idioma. Normalmente metía clases de artesanías japonesas tradicionales, o cosas por el estilo; sin embargo, un día, viendo un programa aburrido de televisión con invitados de diferentes países de Latinoamérica, pensó en el problema que sería no poder comunicarse, siendo un idioma, el español, tan hablado en el mundo… El punto es que ahora está parada frente a la puerta del salón de idiomas, esperando a que de la hora de la clase.

              –Ah, Shizu-chan, ¿qué haces aquí? –llamó detrás de ella una voz que, en lo que llevaba del día, había escuchado ya demasiado.

              –Es la escuela. Estoy esperando a que de inicio una clase. Bastante obvio, ¿no lo crees? –responde, dando media vuelta y mirando los ojos grises de su vecina.

              –No era a lo que me refería –dice con tono divertido, y palmeando ligeramente la cabeza de la chica–. Supongo que tomarás igual clases de español.

              –Sí.

              –Bien, entonces seremos compañeras en esta clase. Sólo trata de no mostrar demasiado entusiasmo –acaba diciendo, sin retirar su mano de la parte superior de la cabeza de Shizuku.

              La puerta comienza a abrirse, y, acto seguido, los alumnos comienzan a entrar. Shizuku, casi automáticamente, elige el asiento cercano a la puerta. Por instinto, mantuvo su posición viendo frente a ella, ignorando el hecho de que, muy probablemente, Mae se sentase a su lado, o detrás.

              Pocos segundos después, una profesora de no más de treinta y cincos años entra al aula. La mujer, bastante atractiva, avisa que en un momento se presentaría, pero debía regresar por unas fotocopias a la sala de profesores.

              Shizuku, firme en su postura, escucha unas risillas al otro lado del aula. Voltea discretamente y observa a Mae Thomas sentada en la otra esquina cercana al frente, pero del lado de la ventana, riendo quedamente con una compañera de clase.

              <<Bueno, menos mal. Estaba lo suficientemente segura de que se sentaría junto a mí.>>

              La clase concluyó muy rápido, ya que, por lo pronto, sólo ha sido presentación del idioma y la profesora.

              –¡Shizuku! –escucha la chica detrás de ella mientras apresura el paso.

              Al cabo de unos segundos, Mae se planta frente a ella, sosteniendo en su rostro una satisfecha sonrisa. Shizuku, muy a su pesar, suelta un quedo suspiro y espera a que su vecina termine diciendo algo… Cosa que no pasa. Mae termina tomando el brazo de su compañera y comienza a caminar hacia la salida de la escuela.

              –Bien… Y, ¿adónde se supone que me llevas? Tú, extraña –susurra de manera irritable, mientras trata de zafarse sin mucho éxito.

              –A ningún lugar. Había mucha gente allá.

              Mae suelta su brazo, y se sienta en una banca que se encontraba en el patio del campus. Hace ademán a su amiga para que se sentase a su lado. Shizuku lo hace.

              Sin decir una palabra, las dos estudiantes se quedan viendo a la nada. Como si, por alguna razón, el quedarse así fuera la mejor manera de comunicarse entre ellas.

              –¿Cómo has estado, Shizu-chan? –pregunta Mae, sin voltear a verla.

              –¿Cómo? Bien… Creo que bien.

              –Ya veo. Me alegro.

              Guardan silencio de nuevo. Se supone que las dos ya podrían irse a casa, pero prefieren estar allí. Hasta el momento, es el único sentimiento que ambas comparten.

              Minuto y medio después, Mae toma su pequeña mochila y saca un estuche de anteojos. Los abre y, como se esperaba, unos anteojos comunes y no muy grandes estaban dentro de él.

              –¿Usas anteojos? –pregunta Shizuku, observándola.

              –Sí. Justamente ayer fue el último día de vida de mis lentes de contacto. Ahora me resignaré a estos bebés –concluye alzando los anteojos con sus dedos.

              Con pereza, Mae se prueba los anteojos, entornando ligeramente los ojos y mirando hacia lo lejos. Voltea a ver a Shizuku, todavía con los ojos entornados.

              –¿Qué tal? ¿Cómo me quedan? –pregunta, acercando su rostro un poco.

              –No te me acerques tanto, extraña –responde Shizuku, con gesto irritable y empujando suavemente el rostro de Mae.

              –¿Tan mal se ven?

              –No seas ridícula… Venga, es hora de irnos, ¿no? –espeta sin voltearle a ver. Ambas se levantan de la banca y salen de la escuela.

              En el trayecto, las compañeras decidieron pasar a comprar uno de esos helados mochi, con los cuales comenzaron la extraña amistad que se disponen a sostener por ahora.

              –Oye, Shizu-chan… -comienza Mae, subiendo ambas las escaleras del edificio.

              –¿Qué?

              –Tú sabes… ¿Cómo has estado? Me refiero a lo que Satsu presenció y eso…

              –Trato de no pensar en ello, en realidad…

              Las dos se detienen frente a sus respectivas puertas. Mae recarga ligeramente su hombro en el marco de la puerta de su vecina.

              –Ella… Bueno, es mi madre. Supongo que Tomoka te lo dijo –dice Shizuku, mirando a Mae con inseguridad.

              –Lo asumió.

              –Pues bien, lo es. No tenemos muy buena comunicación. De hecho, no tengo buena comunicación con mi familia en general. Es algo que me pesa todos los días…

              –¿Tienes mucho tiempo estando así con ellos?

              –Dos años, creo –ambas callan. Ni Shizuku ni Mae intentan decir nada. Mae no sabe cómo poder consolarle, y, Shizuku, por su parte, no desea dar demasiadas explicaciones.

              –Supongo que has intentado hablar con ellos…

              –No. No quiero, y ellos tampoco –corta la chica, tratando de terminar el tema.

              Mae, observando a Shizuku, alza su mano a la cabeza de la chica. Seguidamente, toca con delicadeza el corto cabello castaño claro de su compañera.

              –Shizuku…

              –¿Hmm? –Shizuku levanta la mirada, extrañada y sintiendo el tacto de la otra.

              –Tienes el pelo corto.

              –Vaya, he de decir que cada vez te vuelves más observadora.

              –Me refiero que hasta ahora he reparado en ello. Te queda particularmente bien –aclara Mae, aún acariciando el cabello.

              –Tonterías. A la única que le queda bien todo es a ti, ¿no es así? –menciona, mirando ahora el cabello ligeramente más largo y más oscuro, de Mae.

              –¿Por qué lo dices? –pregunta riendo.

              –Sólo hay que preguntar a alguien en el campus. Por favor, todos quieren ser tus amigos; se ve por la forma en que llegan a sentarse a tu lado, como perros con hambre.

              –Bueno, eso, hasta yo, que soy la víctima, lo comprendo: soy nueva y extrangera. ¿Acaso no has vivido en Japón toda tu vida, Kitagawa Shizu-chan? –Mae, con una sonrisa en sus labios, revuelve el cabello de su amiga, jugando.

              –Agh, eso no tiene –Shizuku toma la mano de Mae, detendiéndola– nada que ver… Eres bastante amable con todos. Supongo que eso también lo notas. Eso, sumado a la incomprensible atracción que generas en los demás, que seas nueva y extrangera, hace que los demás simplemente se acerquen a ti, como por instinto. Prácticamente no has tenido que mover un dedo.

              –V-Vaya, al parecer me has observado bien, Shizu-chan –espeta Mae con una risa algo sonora–. Pero, eso te hace a ti afortunada.

              –¿A qué te refieres, tú, loca?

              –A que tienes razón: honestamente me he hecho de buenos amigos, pero todos se han acercado a mí… Sin embargo, tú eres la única excepción. Contigo he tenido que pasar, ¿cuánto? ¿Meses? Solamente para poder hablarte. Y, siendo honesta, eres bastante difícil –vuelve a colocar una mano sobre la cabeza de Shizuku–. Pero no me arrepiento… El punto es, Shizu-chan, que contigo sí que he tenido que mover un dedo.

              Con lo ojos bien abiertos, Shizuku lanza una mirada a Mae, y, seguidamente, al suelo. Al parecer a ella nunca le habían hablado de una forma tan abierta. Quedan calladas unos segundos.

              –¿Q-Qué diablos estás diciendo… M-M-

              –Mei –(en pronunciación, puesssss).

              –¡M-Meinu! ¡Y tus anteojos sí son feos!

              –¡Oye! Shizu-chan, ¡eres grosera! –con una sonrisa divertida en el rostro, Mae comienza a revolver el cabello de Shizuku con un poco de más fuerza que antes. Feliz.

 

(Meinu es la, generalmente, traducción a “bitch” o “perra” en japonés, lol)

Notas finales:

¡GRACIAS!


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