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Trata de quererme por Shieru Fantomuhaivu

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Notas del capitulo:

Hola, hola, hola.

A los que leerán esto les agradezco mucho, ya que después de lo que me parece un año, volví a escribir esto. No puedo justificarme, la verdad, pero puedo decir que me gustó mucho lo que he escrito esta vez. No es tan largo, tho...

Soy una principiante. Sin embargo, creo que algunos de ustedes me podrán perdonar e inclusive disfrutarán un poco de esta historia que a mí me gusta.

 

Una disculpa por desaparecer, a pesar de llevar solamente tres capítulos. Espero seguir haciendo esto de manera constante, ya que también mis ideas se revuelven y a veces no puedo plasmarlo como yo quisiera.

 

Pero bueno, gracias y los quiero.

Ciel.

Vacaciones de invierno. Sí, ya ha pasado poco más de medio año desde la entrada a la escuela de Mae. Todos, incluyendo algunos profesores, tienen un pie puesto en las fiestas y demás.

–Oye, aunque no haya vivido antes aquí, sé que la celebración de Navidad es diferente. No me subestimes –señaló Mae, haciendo pequeños ademanes mientras caminaba junto a su vecina hacia su edificio.

–Vale, vale. Creí que no lo habías notado… A veces olvido que eres una especie de otaku de clóset, sin remedio y ruidosa –aclaró Kitagawa Shizuku, con una sonrisa burlona, tratando de cubrirla con su bufanda.

–No, –Mae tomó rápidamente la bufanda de su compañera y empezó a caminar de espaldas, colocándose frente a Shizuku– no soy otaku. Y sé a qué se refieren cuado denominan a una persona con eso, es maaaalo y desagradable, ¿no es así?

–Devuélvemela.

–Pídelo por favor…

–…

–…

–Es broma, ¿no es así?

–Totalmente. Toma –entregó la bufanda a su “vecina-amiga-pero-no-tan-amiga” – Y, ¿quieres parar a algún lugar? Ya casi terminas exámenes, ¿no? Podemos relajarnos si quieres.

–Espero que siga siendo una broma. Tenemos que seguir estudiando. Y, no, no quiero entrar a algún lugar a que nos confundan y piensen que somos-

–Vaya, Shizu-chan –respondió Mae con un tono de voz un poco más bajo y juguetón, acercándose a Shizuku– es muy amable de tu parte, pero dudo que nos confundan como pareja…

–Idiota, quise decir amigas.

–¿Eh? Pero –con un deje de voz más dulce, Mae prosiguió su camino y volteó a ver a Kitagawa Shizuku por encima de su hombro– si ya somos amigas.

Narices congelándose y colorándose gracias a la baja temperatura, manos buscando fervientemente bolsillos en donde se puedan resguardar; latidos rápidos y lentos, junto con una chica con una amistad de medio año de existencia, y otra que recién se da cuenta de esa misma amistad.

 

En cuanto comenzaron las vacaciones de invierno, muchos alumnos no dudaron en hacer los preparativos para las celebraciones correspondientes. Mae Thomas, quien podría estar organizándose para tales convivencias, yacía recostada sobre su sofá, cubierta por una manta delgada, comiendo un plato de cereales a la 1 pm.

–Ughhhh, tengo que surtir mi despensa, ¿no es así? –mencionó mientras lanza una mirada a su cocina.

Sorprendentemente, Mae Thomas puede llegar a ser muy ordenada y limpia. Que llegue a ser minimalista no significa que sea responsable a la hora de gastar dinero… o alimentarse bien.

–Bueno, no hay remedio, ¿verdad? –dicho esto, se levantó del sofá, calzó unas sandalias que, extrañamente combinaban con el conjunto deportivo que vestía, y salió por la puerta principal de su departamento.

Eligiendo su despensa basándose en la cantidad o precio de los productos, Mae tarareaba una canción aparentemente famosa (en su pensamiento), haciendo solamente que los comensales que pasaban por ese pasillo la miraran curiosos.

Pasando por el siguiente pasillo y buscando las sopas enlatadas, Mae pudo distinguir el hilo de una vocecilla familiar a unos metros de distancia. Si su suposición era correcta, era la voz de Shizuku.

–¿Mm? –al dar la vuelta al pasillo siguiente, la chica vislumbró dos figuras. Una, la cual le daba la espalda, evidentemente era de su vecina, que estaba junto a otra de estatura similar, cabello del mismo color y ligeramente más largo.

«¿Ella será la madre de Shizu? ¿Es la señora que Satsu vió?», pensó Mae, tratando de convencerse de que sería mejor esperar a Kitagawa Shizuku fuera del supermercado, o al menos alejarse un poco de allí. La situación era claramente incómoda y, sin embargo, Mae Thomas era débil. Mae Thomas no se movió.

–E-Eh… –inició Shizuku, conteniendo un poco la respiración y sintiendo cómo la sangre viajaba rápidamente a sus pies, dejando sus manos más frías de lo que estaban gracias al clima.

La señora, sin esperar a que la chica terminara siquiera la frase, se limitó a mirar hacia otro lado con el seño fruncido, dejando escapar un quedo bufido. No obstante, Shizuku avanzó un paso más.

–¿H-Has comido bien? ¿M-Madr-

–¿Cómo te atreves a preguntarme algo así? –soltó la mujer, mirando a Shizuku a los ojos– Hipócrita. No me llames así… Después de todo, te atreves a verme a los ojos. Traidora.

–¿Qué-

–Shizu-chan –sin pensarlo dos veces, Mae se encaminó a su vecina para tocar su hombro y hacer a las dos voltear a verla–, aquí estás, te he estado buscando. Ven, hay que irnos. Hasta luego, señora –con sólo un ademán y sin voltear a ver a la mujer, Mae tomó el brazo de Shizuku para poder empujar suavemente su espalda, alejándose de allí en dirección a las cajas.

–¿Q-Qué haces aquí? –Shizu intervino un poco en sus pensamientos mientras dejaban el local. Mae pudo distinguir una pequeña alteración en su voz, quebrándose. Suposo que estaría conteniendo el llanto.

–Me quedé sin comida. Después te vi y… Bueno, se me vino a la cabeza que tal vez podríamos cenar juntas. Tal vez hasta podríamos usar de mi comida y de la tuya para cocinar, ¿qué te parece?

–¿Quieres decir… que esa es tu excusa para pedirme comida? –preguntó la chica después de hacer una pausa– Eres terrible –señaló, riendo quedo y componiéndose un poco.

–Lo siento, la verdad es que el dinero que tenía para el mes me lo he gastado también –respondió Mae, riendo a su vez y aliviada de que su amiga pudiera ser tan fuerte a pesar de lo que acababa de oir.

 

Cuando llegaron al edificio las chicas decidieron que Shizuku, al tener más comida y una cocina un poco más adaptada, cocinaría en su departamento. Esto no sin antes una advertencia por parte de la pequeña chica, casi amenazando a su vecina con romper sus lentes y empujarla del balcón si se decidía por romper algo.

–Cielos, Shizu-chan. Está claro que te falta conocer mi lado sensible.

–Sí, bueno, no, gracias. Ahora, ¿qué quieres cenar, Meinu? –preguntó, arremangándose las mangas de su blusa color celeste pastel.

–Lo que deseés. Al fin y al cabo, es tu cocina. Pero, descuida, yo puedo cocinar…

–Mi cocina.

–De acuerdo, de acuerdo… ¿Qué te parece el curry? Justamente compré carne y verduras, ¿no tendrás la pasta para prepararlo?

–La tengo. Es un poco más dulce de lo normal, sin embargo. No soporto lo picante –señaló un pequeño frasco mientras lavaba sus manos.

–No tengo problema.

–Bien, entonces ponte cómoda o lo que sea, sin tocar nada. El baño está al fondo, es la puerta de en medio, por si necesitas usarlo.

–Sé dónde está, no te preocupes. Vivimos en departamentos similares.

Al principio, Mae decidió encender el pequeño televisor que Shizuku tenía frente a dos sillones individuales pegados el uno al otro. Sin embargo, después de unos minutos se decidió por, secretamente, explorar el departamento de su amiga. Claro, con la excusa de utilizar el baño.

Se dio cuenta de que el departamento de Shizuku era ligeramente más pequeño que el de ella, empezando con que Mae tenía un baño completo y otro medio baño que estaba dentro de su habitación, y, al entrar a la que sería habitación de Mae en el departamento de Shizuku, no vio puerta alguna que condujera al supuesto medio baño. Se dio cuenta que su vecina usaba esa habitación como un almacén de instrumentos musicales. Yacía un gran teclado junto a la ventana, una guitarra acustica a su lado y un violín junto al armario.

«Me pregunto si Shizu toca desde hace mucho esos instrumentos. No tenía idea de esto, nunca la he escuchado…», pensó. Salió de la habitación para asomarse a la que estaba frente a esa, al lado del baño. Asumió que sería la de Shizuku, pero, al escuchar cómo Shizu maldecía desde la cocina -seguramente para sí misma-, dio un sobresalto y prefirió no entrar por esta ocasión. Se preguntó, sin embargo, cuándo tendría oportunidad de entrar. Más aun, ¿cuándo tendría oportunidad de ser invitada a esa habitación por parte de la misma Kitagawa Shizuku?

 

–¡Ohhhh! ¡Se ve genial, Shizu-chan! –exclamó Mae, al momento en que Shizuku colocaba el plato con curry y arroz frente a ella, en la mesa que tenía detrás de los sillones– Nunca creí que tuvieras estas habilidades.

–Calla, sólo es curry –contestó la chica, ocultando un poco el orgullo.

–Oye, pero, serviste en tu plato mucho menos que a mí. Toma un poco de lo mío.

–No, no. Está bien así. Realmente no tengo mucho apetito.

Terminando una muy callada cena, Mae se ofreció a lavar los platos y guardar lo que había sobrado del curry. Antes de poder preguntar si podría llevarse un poco, distiguió cómo Shizuku miraba su móvil un poco perturbada y se levantaba de la mesa.

–¿Shizu-chan…?

–Eh… T-Tengo que hacer algo… Pero… Pero puedes llevarte la comida. No la necesito, entonces… –con la voz inclusive más quebrada que antes, Shizuku se encaminó a su habitación, dejando detrás de ella el fuerte sonido de la puerta cerrándose de manera abrupta.

–Pensé… que ya estaría mejor… –dijo Mae mientras secaba sus manos con un gesto afligido– Pero, ¿cómo mierda estará bien? Después de todo lo que le dijo…

Se quedó paraba en medio de la cocina, sin saber qué hacer. Siendo completamente realistas, ¿qué tanto se conocían? ¿Cuál derecho tenía Mae sobre opinar acerca de la vida de su vecina? Si ni quiera puede consolarla cuando presenció el mal trato que su propia madre le dio. Y, sabiendo cómo es Japón, ni siquiera se detuvo a pensar que estaban en un lugar público. ¿Cuántas veces habrá pasado algo similar? Y Shizuku sólo se traga todos los sentimiento para poder encerrarse en su habitación… Sola.

–Aggghhh, mierda –como si sus pies se moviesen solos, Mae caminó hacia el cuarto de su amiga, sin hacer demasiado ruido.

Comprobó que no hubiese echado seguro a la puerta, pegó un oído a ella para ver si podría escuhar algo, pero nada.

«Mierda, mierda, mierda. Ella no está sola, idiota. Al menos ya no podrá estarlo. Tienes que estar con ella, ¿de acuerdo? Inclusive si ella no lo desea así»

–De acuerdo –dijo en un susurro.

Abrió la puerta un poco. Esperó por si Shizuku le decía o gritaba algo, pero ella sólo yacía recostada en su cama, a oscuras.

Mae no pudo decir nada. No prendió la luz, pero avanzó lentamente. Kitagawa Shizuku seguía en la misma posición fetal, dejando que el cabello corto le tapara un poco los ojos. Mae Thomas siguió avanzando, atenta a cualquier cosa que pudiera decir la chica. Sin embargo, la dejó acercarse, como invitándola a reconfortarla.

Se sentó en la cama y tocó la mano de su amiga, la cual no apartó. Shizuku sólo volteó a ver a Mae un poco. Mae pudo adivinar que sus mejillas estarían cubiertas de lágrimas, así que se acercó un poco más y pasó el dorso de su mano por el rostro de Shizu. Esto, no obstante, ocasionó que Shizuku dejara escapar un gran respingo y más lágrimas se desbordaran.

A su vez, esto causó que Mae, por instinto se acercara más. Temía hacer algo que incomodara a su compañera, pero de igual manera no dejaría la situación como estaba.

–Shizu… –dijo por fin quedamente.

Ella no contestó.

–Shizu, yo… –continuó Mae, cada vez más cerca de ella– ¿Está bien si te abrazo?

Shizuku no dijo nada, pero dio un pequeño apretón a la mano de Mae que seguía unida a la suya. Eso bastó para Mae Thomas.

La abrazó por la espalda, más que nada para no molestarla y que pudiese seguir en aquella posición.

Acarició su cabello y besó ligeramente su mejilla. Esto, claro, no ayudó demasiado, ya que hizo que las dos generaran calor, sonrojándose al máximo. Sin embargo, Mae no deshizo el abrazo. Shizu seguía llorando. Y ambas estaban conscientes que tendrían que hablar de lo ocurrido con la madre de la chica.

–Oye, Shizu-chan.

–¿Mm?

–Sabes que ya no tienes que pasar por esto sola, ¿verdad? –susurró Mae, abrazando un poco más cerca a Shizuku.

–¿Este es –pregunta en un mismo susurro, dando pequeños respingos por el llanto­– tu lado sensible?

Mae rió y eso hizo que Shizuku hiciera lo mismo.

Al final del día, podría decirse que Mae consiguió no solamente que Shizuku la invitase, de alguna manera, a su habitación. Sino que logró reforzar lo que llamaban en ese entonces “amistad”.

 

Notas finales:

ありがとうございました ! !

 

シエル~


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