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Trata de quererme por Shieru Fantomuhaivu

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Notas del capitulo:

Wow, ¡hola!

Literalmente ha pasado mucho, muchísimo tiempo desde la útima vez que actualicé este vejestorio. Lamento mucho haber tardado. No entraré en detalles, pero diré que todo este tiempo ha sido de cambios y muchos obstáculos por los que he tenido que pasar...

De alguna manera agradezco esos cambios porque sé que ahora soy lo que soy gracias a ellos y a las experiencias de las que aprendí.

En fin, no quiero hacer esto muy largo. Estoy feliz de poder seguir actualizando este fanfic a pesar de haber pasado ya mucho tiempo. De nuevo lo siento, espero que, aunque sea sólo una persona, puedan disfrutar de esto. He releído lo que escribí anteriormente y, a decir verdad, no me entusiasma la manera en la que escribí algunas cosas, pero no lo cambiaré porque creo que estoy satisfecha con lo que hoy escribo (¿tiene sentido?).

Este capítulo es la continuación de lo que pasó en el anterior, así que el setting es en épocas de invierno y vísperas de Navidad/Yule y Año Nuevo. Lamento subirlo hasta ahora, ¿podrían dejar salir su espíritu navideño por esta ocasión? ¡Prometo escribir sobre verano en este tiempo (amo el verano)!

Sin más preámbulos, muchas gracias. Realmente gracias.

-Shieru

 

Por cierto... Si notan errores ortográficos o de dicción, o si algo no tiene mucho sentido, ¡pueden hacérmelo saber y lo cambiaré! <3

–Fue extraño, fue muy extraño…


Mae comparaba dos botes de salsa picante de diferentes marcas en el supermercado mientras se decidía si debía gastar su dinero en eso o en comida realmente necesaria.


–Es decir, mira que acercarse así como si nada y abrazarla, ¡¿en qué estaba pensando?! –soltó mientras miraba fijamente los botes de salsa y, a su lado, un empleado del supermercado escrutaba con confusión y temor a la chica extranjera que vestía unos pants que podrían pasar perfectamente como un pijama– Estoy segura de que la incomodé, no dijo nada pero estoy segura y ahora no voy a poder verla con normalidad, ahhhhhh- Ah, disculpe, ¿cuál salsa es más picante? ¿Usted las ha probado? –preguntó repentinamente a dicho empleado dudoso.


–¿E-Eh?


 


Saliendo del lugar, Mae decidió regresar a casa de manera rápida. La verdad es que no tenía muchos ánimos de encontrarse con su vecina. La vergüenza la estaba matando desde la vez que Shizuku tuvo una crisis en su habitación. Siendo fielmente clara, Mae no se arrepiente de haber entrado a tratar de calmar a su amiga, es decir, son justamente eso: amigas. Se supone que eso es lo que se debe hacer. Sin embargo, después de aquel abrazo y de un silencio casi eterno, las cosas se tornaron notablemente incómodas. Sus pieles rozando mientras solamente escuchaban sus respiraciones y el viento golpeando ligeramente una de las ventanas… Fue en ese momento que a Mae le pareció que Shizuku tuvo intenciones de decirle algo mientras trataba de voltear a verla y se acercaba un poco más. ¿Qué es lo que decidió hacer Mae Thomas entonces? Articular un “nos vemos en clase” y salir sin siquiera voltear a ver a la chica.


Brillante.


–Brillante, Mae, ¿por qué no vas y ahora le escupes en la cara? Creo que ni siquiera eso podría empeorarlo… –dijo en voz queda subiendo las escaleras de su edificio.


Cuando llegó a su puerta miró unos segundos la puerta contigua y, con un pesar en su mente, entró a su departamento. Descalzó sus zapatos y los reemplazó por unas pantuflas color rosa suave, sintiendo la comodidad volviendo a sus pies después de caminar tanto ese día. Llegó a su cocina y depositó en la barra el bote de salsa que al final el empleado le había indicado, con un tono de voz extraño y entrecortado, que era la más picante.


Suspiró largamente y, entonces, con un pequeño grito ahogado, comenzó a revolver su propio cabello, mirando al techo y haciendo que sus anteojos cayeran al suelo.


–Es incómodo hasta pensar en esoooo, ahhhh –otro suspiro–. No... No sabía qué hacer, ¿debí de haber hablado de otra cosa? Joder, ¿debí de haber puesto música o algo? No, la música lo hubiese puesto peor… Además, ¡¿qué pretendía diciendo “nos vemos en clase”?! ¡Ya estamos de vacaciones, idiota! ¡Ahhhh-


En medio de su alboroto personal, el sonido del timbre logro colarse entre sus quejidos y hacer que la chica volviese en sí.


Nerviosa y preocupada por que fuese alguien (Shizuku) que la hubiera escuchado gritar, se dirigió hacia la puerta de la entrada y lentamente la abrió para encontrarse con un pequeño rostro enrojecido casi tanto como el gorro que llevaba puesto, notablemente por el frío.


–¡Mae-chan! –profirió una pequeña Satsuki al momento en que Mae abrió por fin la puerta.


–¡Satsu! Pensé que te irías a Kyushu para Navidad, ¿qué haces aquí? –dijo Mae a su vez, abrazando a su amiga e invitándola a pasar para resguardarse del frío.


–Ése es el plan, en realidad. Me iré en dos días, pero antes quería verte a ti y a Kita-chan –al escuchar este último nombre, Mae sintió cómo se incomodaba poco a poco. Esto claro, sin hacerlo evidente.


–Oh, ya veo… La verdad me alegra mucho verte, Satsu –le dice sonriéndo mientras la invitaba con un gesto a sentarse en el sofá–, como me habías comentado que conseguiste un trabajo de medio tiempo estas vacaciones, no quise entretenerte mucho.


–Ah, no te preocupes, ya renuncié.


–¿Qué? ¿Y por qué harías algo así, Satsuki? Se supone que te emocionaba mucho la idea de “acercarte cada vez más a la vida adulta” después de que las dos cumpliéramos los veintidós… ¿Qué pasó con eso?


–Bueno… –dudó un momento–. En primer lugar, no me agradaba mucho el ambiente, sentía que las personas ahí no estaban relajadas y eso me generaba tensión… Además, mi tareas eran horribles, ¡ya no podía más, Mae-chan! –la chica soltó un bufido abrazando a su amiga del cuello mientras esta otra reía.


–Esto más bien suena –respondió Mae dando palmadas suaves en el hombro de Satsuki– a que no quisiste hacer tu trabajo como se debía, Satsu-san…


–Eh…


–¿Qué esperabas de trabajar en el área de finanzas de una empresa? ¿Jugar a recolectar monedas en el Mario Kart?


–Eso lo haría más sencillo –bufó de nuevo haciendo una mueca y regresando a su lugar.


En ese mismo instante, se escucharon unas quedas pisadas proviniendo desde fuera de la puerta principal del departamento de Mae, seguidas del ruido de unas llaves tintinear al golpear con la puerta contigua. Al parecer Kitagawa Shizuku ya había llegado a casa.


–¡Ah! ¡Kita-chan llegó! –Tomoka Satsuki se incorporó bruscamente, haciendo que su gorro cayera de su cabeza, e hizo ademán de acercarse a la entrada.


–E-Espera, Satsu… Eh… No le digas a Shizuku que estoy aquí, por favor –profirió Mae con voz incómoda y queda.


–Pero, ¿por qué? ¿Pasó algo entre ustedes? –preguntó la chica a su vez, confundida y curiosa.


Como era de esperarse, Mae le contó lo ocurrido a su amiga, omitiendo algunas partes para no escandalizar a la chica y que no se llegara a una malinterpretación. Después de todo, en Japón un abrazo así es muy íntimo, el contacto humano es algo completamente personal y cuidadoso, por lo que consideró que no contarle aquel detalle sería lo mejor ya que no pensaba que Shizuku y ella fueran así de cercanas.


–Ya veo… Sin duda es algo importante –concluyó Satsuki pensativa–. Entiendo cómo te sientes, Mae-chan, pero no creo que Kita-chan esté enojada. Al final del día lo que hiciste fue consolarla y estar con ella como su amiga.


–El problema es que no creo que la haya hecho sentir mejor. Es decir, sí, puede que me haya acercado a calmarla, pero terminé diciendo una tontería y yéndome como si nada hubiera pasado. Creo que no es la manera de dejar las cosas, y menos por como la vi.


–¿Y ya has hablado con ella o desde entonces no se han visto?


–No, no nos hemos visto. Eso pasó hace una semana y no tengo idea de lo que piense o cómo se sienta…


–¿Y no estaría bien preguntarle? Quiero deci-


Por unos segundos pensaron que habían escuchado mal, pero, después de guardar silencio, se oyeron débiles golpes a la puerta de Mae, seguidos por una queda voz con un tono incómodo pero tranquilo, preguntando si todo estaba bien desde el otro lado de la puerta.


Mae, intranquila y mirando a Satsuki, se encaminó hacia la voz de Kitagawa Shizuku. Ahí se percató de que la puerta estaba entreabierta. Seguramente la habría dejado así accidentalmente al abrirla antes.


–P-Perdona –profirió la chica quedamente y sin voltear a ver a Mae, ambas considerablemente incómodas–, vi la puerta abierta pero no esuché nada, pensé que algo había ocurrido, pero ya vi que estás aquí… E-Escucha, acerca de… –desde fuera del departamento, Kitagawa Shizuku vislumbró a Satsuki y no dijo nada más.


A su vez, la otra chica salió volando desde la sala de estar hasta la puerta para propiciarle un buen abrazo a su amiga.


–¡Kita-chaaaaaan! –Satsuki, como si se lo hubieran pedido a gritos, miró con ojos brillantes a Kitagawa Shizuku, haciendo que ésta se sonrojara ligeramente.


–T-Tomoka, ¿cómo has estado? ¿No deberías estar de camino a Kyushu para estas fechas? –respondió la chica, tratando de safarse del fuerte abrazo de manera amable.


–¡Ustedes dos solamente quieren que me vaya! Es eso, ¿verdad? –replicó con un fingido llanto y embarrándose a la pared dramáticamente.


–Venga ya, Satsu, ¿quieres chocolate caliente? –al decir Mae aquello, Satsuki pegó un brinco y, con ojos iluminados, la siguió dentro del departamento– S-Shizuku, también puedes entrar, si quieres –terminó diciendo sin voltear a ver a su vecina.


–Y-Yo creo que mejor…


–Kita-chaaaan, Mae-chan tiene chocolate de un lugar llamado O-Oaxuxaca… –gritó Satsuki desde la cocina, tomando en sus manos una pequeña caja marrón.


–Oaxaca, Tomoka –respondió a su vez Shizuku, entrando al departamento con un deje irritable, escondiendo su reacción divertida hacia la chica.


–Ma-Mayorud-


–Es el nombre de la marca, Satsu: Mayordomo. Compré esa caja hace un año visitando algunos estados de México –Mae interrumpió a su amiga, retirándole la caja de cartón para sacar el chocolate y comenzar a preparar la bebida.


–Vaaaaya, has visitado muchos lugares, ¿no es así, Mae-chan? ¿Kita-chan también los conoce?


Mae se limitó a sonreir e indicar que el chocolate tomaría un poco de tiempo, así que las otras dos terminaron dirigiéndose a la sala y hablar sobre los lugares que han visitado todas.


Kitagawa Shizuku no habló demasiado y Mae se lamentó por haber sacado a tema el lugar de origen del chocolate que había traído. Imaginó que Shizuku no habría tenido oportunidad de viajar, tal vez ni siquiera fuera de Tokio, y no quería incomodarla todavía más con sus experiencias y hacer que sonara pretencioso.


Mae Thomas era una chica que no debería de quejarse. Sus padres, al nacer ella, comenzaron un negocio que resultó muy exitoso, así que Mae y sus hermanos nunca tuvieron dificultades económicas. Esto no quiso decir que los padres les darían todo fácilmente; les gustaba inculcarles valores a sus hijos y hacerles saber que la vida cuesta y que no siempre las cosas salen como fueron planeadas. Hay que romperse la espalda un poco y hacer las cosas con sus propias manos, si no, no se disfruta el éxito de la misma manera. Así que Mae creció viendo a sus padres trabajar duro. Ella no lo parecía a simple vista, pero era una persona muy modesta y solidaria, nunca se le ocurriría presumir lo que tiene, porque lo material es sólo eso, producto material.


Así que ver a Kitagawa Shizuku incomodarse hizo que Mae se incomodara de la misma manera.


–¿Mm? ¿Mae-chan?


–¿A-Ah? Lo siento, Satsu, ¿decías algo? –respondió, dejando de ensimismarse en sus pensamientos.


–¡Preguntaba tu lugar favorito que hayas visitado!


–E-Eh… –titubeó un momento, mirando con el rabillo del ojo a Shizuku– Tokio –contestó firmemente con una sonrisa, sin apartar la vista de Shizuku.


–¿De verdad? Waaa, entonces somos afortunadas de ser parte de tu lugar favorito, ¿verdad, Kita-chan?


–Creo que –Mae interrumpió riendo, antes de que la otra chica pudiera contestar– soy yo la afortunada.


Después de unos segundos, el reloj de pared de Mae indicó que ya eran las diez de la noche. Satsuki dejó salir un bufido, diciendo que ya era tarde pero no tenía ánimos de irse. Kitagawa Shizuku miraba el reloj fijamente; Mae Thomas, a Kitagawa Shizuku.


–Nee, Mae-chan~ ¿Puedo quedarme esta noche? –preguntó Satsuki, recostándose en el suelo, sobre la alfombra color crema de la sala de Mae y metiendo sus pies dentro de un kotatsu que todavía no era encendido.


–Yo… Tengo que irme –declaró Shizuku repentinamente, incorporándose y dirigiéndose a la entrada.


–¡Pero aún falta el chocolate caliente! –señaló Satsuki sin obtener ninguna respuesta, mirando cómo su amiga salía del departamento– ¿Habré dicho algo malo?


–Tranquila, Satsu –respondió Mae, acercándose para encender el kotatsu–. Creo que fue mi culpa, no debí forzarla a que entrara, tal vez no le apetecía hablar. Después de todo sí se sentía incómoda y yo decidí hacer caso omiso.


–La verdad no sentí la incomodidad de Kita-chan sino hasta hace un momento, Mae-chan. Deja de asumir la culpa, Kita-chan es algo solitaria.


Solitaria, ¿eh?...

Notas finales:

¡Vaya! Gracias por leer.

Este capítulo es corto porque consideré que se estaba haciendo muy largo completo, así que lo dividí en dos partes.

En este mismo momento (10 de junio de 2019 ¡a las 2 de la mañana!) estoy casi por terminar la segunda parte.

Me gusta mucho lo que se está formando aquí~

 

De nuevo gracias.


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