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King and lionheart por Edithcumberbatch23

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Todos y cada uno de los personajes de Sherlock no me pertenecen yo solo los uso para mis ideas locas. Y porque me gusta que estén juntos, sólo eso...

Advertencias: Este fic contiene temática de chico/chico y MPREG.

Beta: ninguno por el momento así que lo siento por los errores de ortografía.

Este fic surgió gracias a un reto del Rally "The game is on! del foro I am sherloked, que desgraciadamente por falta de tiempo no pude terminar. Aunque la idea estaba todavía en mi cabeza, el reto tenia que ver con un país a mi me toco Noruega y la historia surgió por si sola.

Es mas que nada una historia de fantasía aunque nunca he escrito algo parecido espero que sea de su total agrado.

El brillo ígneo del sol chocaba contra todo tipo de superficies creando un calor abrasador que sofoca a los habitantes del pueblo Geiranger. Los altos y esplendorosos fiordos que rodeaban de una forma casi espectacular y mantenían oculto el pueblo de una manera natural. No eran suficientes para aplacar el infernal calor que se presentaban en esa época del año.

Geiranger era un pueblo tranquilo, demasiado pacifico que incluso podía ser llamado aburrido. Sus pocos habitantes se conocían entre ellos y mantenía la relación que sólo era necesaria. Había una casa que se encontraba hasta el final de pueblo siempre alejado de toda la algarabía que en algunas ocasiones se dignaban a gozar en el centro del pueblo. La familia que habitaba ese pequeño territorio era conocidos por ser tranquilos o al menos en eso se convirtieron después de la trágica muerte del padre de familia.

John el hijo menor de la familia y al que todos compadecían por su mala suerte en la vida. Ya que desde una corta edad se había hecho cargo de su hermana y su madre enferma. Era apuesto y gallardo como solo los hombres de la descendencia Watson podían llegar a ser. Era conocido por su cabello rubio, sus ojos azules que desbordaba gentileza y por la piel apiñonada causada por los incandescentes rayos del sol. Era un joven fuerte que se encargaba de la siembra del trigo en el pueblo.

Se encontraba en el campo labrando la tierra preparándolo para la siembra, soltó el arado que era dirigido por una de las vacas que pertenecían al pueblo. Su vista se concentro en el camino que dirigía al campo. Una bella mujer caminaba lentamente mientras su falda rozaba la tierra y en sus brazos cargaba una canasta cargada de comida. John dejo el trabajo. Tomo a la vaca de las riendas que colgaban de su cuello guiándola a un pesebre donde podía alimentarse lo suficiente y descansar. Camino lento y despreocupadamente hacia  la mujer que se había detenido en la sombra de un frondoso árbol esperándolo.

—Creí que nunca llegarías. Me muero de hambre. — John tomo la cantimplora de cuero que estaba dentro de la canasta chorreo un poco de agua sobre su cabeza retirando el sudor y la tierra que se impregnaban en su piel,  lavo sus manos con otro chorro de agua. Se sentó en la tierra que se encontraba fría por la sombra del árbol. Era un cambio agradable en comparación que el abrasador sol. Miro a su hermana que poseía un semblante sombrío y de inmediato dejo de masticar una hogaza de pan. — ¿Mamá está bien Harry? — pregunto esperando lo peor. Su hermana se sorprendió por la pregunta y rápidamente cambio su actitud.

—Está bien no tienes porque preocuparte. Es solo que estaba pensando. — Harry volteo a todos lados del campo en busca de algo o alguien al no encontrar nada sospechoso, se sentó al lado de su hermano y lo miro con cierta duda. — Es que he escuchado algo que decía Irene en el pueblo.

— Si vas a empezar con las calumnias y mentiras que cuenta esa mujer mejor guárdatelo y déjame comer en paz.

— Pero John esto es más que eso. — expreso Harry mientras tomaba un pequeño  pedazo de queso de la canasta y John la miraba de manera acusatoria. — Recuerdas al Príncipe Holmes… ya sabes ese chico de la profecía.

John solo asintió mientras se concentraba en masticar y poner la suficiente atención a su hermana. Por supuesto que recordaba a ese Príncipe. Al momento de su nacimiento se hizo a saber a cada pueblo del reino de Noruega sobre el milagro que se había suscitado en la familia real. Existe una profecía que reza que cada cierta generación nace un varón en la familia con el don de procrear. Era algo inusual y que sólo poseía la familia real. La razón de esto se desconoce pero al saber que en la antigüedad existen casos registrados donde esto sucedía era más que obvio que estaba relacionado con la magia. Mucho se hablaba sobre la belleza del Príncipe pero nunca se había dado la oportunidad de presentarlo a su reino.

—Bueno según Irene en el pueblo Tonsberg que está cerca del castillo han sucedido varias tragedias.

— ¿Tragedias? — susurro John con la boca repleta de comida.

—Si algo extraño estaba ocurriendo y cuando los soldados del castillo se dignaron a buscar al causante de la catástrofe desaparecieron sin dejar rastro. Ya sabes que el pueblo colinda con el bosque de Trillemarka. Mucho se han aventurado a decir que se trata de un Troll que salió del bosque. Pero…

— Harriet creo que te estás saliendo mucho del tema. ¿Qué tiene que ver el Príncipe en todo esto? — Harry miro a su hermano con mala cara por interrumpirla en la parte más emocionante

 —A eso iba John. — Harry se acomodo la falda de su vestido alisando las arrugas que se desdibujaban en la tela. — Al parecer comprometieron al príncipe con el rey Magnussen del reino vecino para juntar los reinos, ya sabes lo típico de las familias reales.

John miro a su hermana sin comprender parte de su historia. Trago el último pedazo de queso de la canasta y sacio su sed con el agua fresca de la cantimplora. Soltó un sonoro respiro y se preparo para arrepentirse de lo que preguntaría a continuación. Su hermana era bien conocida por no cerrar la boca cuando debía y era incluso más complicado al incitarla a seguir con el chisme del momento.

—Aun no entiendo que fue lo que te tiene tan pensativa sobre el tema. — su hermana sonrió y se dio cuenta que había caído en su treta. Tal vez nunca terminaría de labrar el campo si Harry seguía con su historia.

— Varios soldados llevaban en un carruaje al Príncipe hacia al reino vecino para que conociera a su futuro esposo. Pero nada de eso ocurrió. — Harry tomo una bocanada de aire mientras sus ojos brillaban con entusiasmo. Y se preparaba para soltar un gran chisme. — El carruaje fue atacado en la noche por un Troll tan grande que dicen que se devoró a casi a todos los guardias de un solo bocado, nadie pudo con el…

— ¿El Príncipe murió…?

— No. —  Harry puso los ojos en blando como tratando de dar a entender que no debía ser interrumpida. —  Fue secuestrado John. Un Troll lo secuestro, varios de los soldados que sobrevivieron observaron como el Troll  tomaba al príncipe y se perdían en la oscuridad del bosque Trillemarka.

John tomo más de un segundo para procesar la información que le proporcionaba su hermana. Era bien sabido que los Trolles solo se concentraban en ocasionar fechorías y resguardar su tesoro de los incautos que se atrevieran a robarlo pero algo como secuestra o matar sin ningún propósito nunca se había suscitado en el reino.

—Eso no es lo peor. — susurro Harry con complicidad. — El Rey Holmes mando a sus mejores soldados al bosque en busca de su hijo. Ya sabes que muchos ni siquiera se atreven a travesar los primeros arboles. — John la miro con curiosidad. —Ninguno de ellos regreso. — Harry hizo una pausa a su relato tal vez imaginando todas las atrocidades que habían pasado los soldados. — Ahora todo el reino esta en caos y el Rey ha ofrecido una exorbitante recompensa al que regrese a su hijo sano y salvo  al castillo…

Harry se quedo callada mirando hacia el cielo dejándose guiar por sus pensamientos. John  nunca osaría a interrumpirla y realizo el mismo procedimiento que ella mirando a ningún punto fijo, en su mente solo se repetía la última parte  de la historia. Había una recompensa y era tan grande que sería suficiente para mantenerlo a él y a su familia toda la vida de eso estaba seguro. Miro a su hermana con su cabello rubio cenizo  que caída en cascada por sus hombros, la piel apiñonada que juntos compartían y los ojos azules que reflejaban anhelo y esperanza y comprendió que tal vez había más de una razón por la que su hermana se empeñara en contar la historia del príncipe. Movió su mano izquierda y la entrelazo con la derecha de su hermana estrechándola de esa manera que lo hacía sentir seguro. Miro hacia el horizonte pensando en un futuro que tal vez no era tan imposible.

 

 

 

 

John caminaba rumbo a su casa después de un día por demás ajetreado. En su mente todavía se seguía maquilando la alocada idea de ir en busca del Príncipe. Observo el sol que lentamente se ocultaba detrás del fiordo más grande que pertenecía a Geiranger otorgando una vista espectacular; los últimos rayos del sol bañaban el cielo de colores cálidos y casi imposibles de presenciar en otro lado. La noche surgía al otro extremo acompañada de un puñado de estrellas y la luna que se encargaba de iluminar su camino.

El contorno de su casa se apreciaba a la lejanía, y el humo que salía de la chimenea le dejaba en claro que su madre estaría en mejor estado. Apresuro el paso pateando piedras en el proceso su mente trabajaba más rápido de lo que un vez hubiera imaginado y se enfocaba en una sola idea. Llego hasta la puerta de su casa respiro sólo lo suficiente para calmar a su agitado corazón y se digno a abrir la puerta dejándose envolver por el aroma de una comida caliente, por el confort que le otorgaba su hogar al presenciar a su madre en un mejor estado y de pie a un lado de la chimenea cocinando. Le dedico una sonrisa a su madre al entrar a la casa se acerco a ella lo suficiente para darle un pequeño beso en la coronilla de su cabeza y volverle a sonreír.

—Te noto muy contento John. ¿Acaso ha pasado algo bueno?— pregunto su madre mientras observaba como esté se sentaba en una de las cuatro sillas que rodeaban la mesa de madera.

—Verte de pie me causa alegría madre. — dijo mientras tomaba una hogaza de pan de la canasta que estaba en el centro de la mesa.

—Sera mejor que dejes ese pan donde corresponde jovencito si no quieres atenerte a las consecuencias. — exclamó su madre mientras lo apuntaba con un cucharon de madera y le dedicaba una mirada que no aceptaba replicas en el asunto. John devolvió el pan a su lugar sin poner ninguna resistencia. — Harriet te está preparando el agua para que tomes un baño.

John le sonrió y se quedo mirando a una sola dirección. En una de las cuatro paredes descansaba la espada que una vez había pertenecido a su padre. A pesar del paso de los años aun podía recordarlo era un hombre gallardo, leal y con una fuerza desbordante. Había servido a su Rey como ningún otro soldado, y como tal pereció en una de tantas batallas por el bien del reino de noruega. John aun podía recordar el día que se les informo de tal tragedia contaba con tan solo diez años y como siempre se había hecho un costumbre que entre Harriet y el esperaran a su padre en el escalón de la puerta. Juntos esperaron por él cada día. Pero su padre nunca llego en esa ocasión otro guerrero se había presentado en su lugar cargando un pergamino sellado con el emblema real que rezaba la notificación de la muerte de su padre todo escrito con una caligrafía perfecta que pertenecía al Rey de noruega. La espada que alguna vez había portado su padre con elegancia y valor había sido devuelta a su familia como el tanto lo deseaba antes de morir. Recordaba como su madre había terminado en un llanto descontrolado después de observar la espada en las manos de otro caballero. Después de eso sólo era más llanto y tragedias en su familia.

— Madre. —  susurro John llamando la atención de su madre que se encontraba meneando la cena de una olla que estaba sobre las llamas de la chimenea. — ¿Crees que me parezco a mi padre?

El sentimiento de añoranza que se instalo en las pupilas de su madre le provoco un escalofrió y lo hizo arrepentirse de su pregunta. Su madre se acerco a él y lo rodeo en un fuerte abrazo cargado de sentimientos.

— Amor eres las viva imagen de tu padre y si él estuviera aquí con nosotros nunca  se cansaría de recordarte lo orgulloso que esta de ti. — John sonrió imaginado la escena que su madre comentaba. —  Recuerdas el apodo que tu padre solía dedicarte. —  John sonrió con nostalgia rememorando los bellos recuerdos.

— “Corazón de león”. —  dijo sin ningún temor a equivocarse. Su madre le dedico una bella sonrisa una de esas que muy pocas veces se dignaba a mostrar al menos desde que su padre había fallecido.

—   Así que nunca dudes ni por un segundo que no te pareces a él. Tu padre y tú tienen el mismo corazón. – su madre se alejo de su lado sumida en sus pensamientos. —  Un corazón de león. —  susurro para ella misma siguió preparando la cena y John se concentro en la espada nuevamente y después de mucho pensarlo había tomado un decisión.

 

 

 

 

 

El frío de la madrugada calaba hasta los huesos y creaba pequeñas volutas de humo al espirar. Los pasos de sus botas contra la tierra provocaban cierto murmullo en el aire, su capa ondeaba al compas del fuerte viento húmedo que provenía del lago que se encontraba tan cerca del pueblo. John lo había decidido se introduciría en el bosque Trillermarka y encontraría al príncipe parar recibir la recompensa para su madre y hermana. No lo había comentado a la hora de la cena porque sabía que no era necesario. Tomo la espada de doble filo que se encontraba enfundada, esa que alguna vez  había pertenecido a su padre y la coloco en su tahalí de cuero ajustándola a su cinturón, dejo una pequeña nota explicando las razones de su partida y esperando poder regresar lo más pronto posible.

Salió de su casa mucho antes de que el sol se avecinara. La oscuridad cubría el pueblo en un manto de paz y descanso que le favorecía en su partida. No quería que nadie del pueblo lo observara partir. Pero como siempre ocurría su hermana se adelantaba muchos pasos más que él. Harry se encontraba recargada sobre el tronco de un gran árbol cubierta con una manta y esperándolo. Se acerco a ella esperando y deseando que no lo detuviera. Grande fue la sorpresa de John al sentir los brazos de su hermana rodearlo hasta estrujarlo en un fuerte abrazo.

— ¿Te irías sin despedirte? —  pregunto con lagrimas en los ojos.

— Lo siento no creí que fuera necesario.

— Tienes que volver. Si crees que no funcionara tienes que regresar John. No antepongas tu vida por nadie, ni siquiera por nosotras. – Harriet se limpio las gruesas lágrimas de sus ojos y soltó un fuerte suspiro. — Sólo vine a entregarte esto.

Harry sostenía un pequeño morral de cuero que al moverlo se escuchaba el tintineo de monedas.

—Harry no…

— No importa lo que digas John debes llevarlo es solo una pequeña cantidad, te aseguro que deje suficiente para nosotras.

 — ¿Qué haría yo sin ti? — dijo mientras tomaba el pequeño morral y lo sujetaba a su cinto quedando oculto por la capa que portaba.

— Morir eso es seguro. — Harriet lo miro una vez más dejando las lágrimas de lado se rostro se puso serio. — Se dice que donde fueron atacados los soldados es cerca de aquí… si entras directamente al bosque podrías encontrarlo. — su voz se volvió sólo un murmullo a causa de contener las lagrimas. — Debes tener cuidado John. Nadia que ha osado adentrarse al bosque Trillemarka ha sobrevivido para contarlo.

— Regresare. — aseguro John con confianza  y al mismo tiempo resonó la voz de su madre en su cabeza pronunciando su viejo apodo “corazón de león” su cuerpo se lleno de una valentía que no creía poseer.  — Sólo cuida de madre mientras estoy fuera. — nuevas lagrimas empezaron a recorrer las mejillas de su hermana, y las limpio con su pulgar. — Regresare Harriet. — prometió John.

No pronuncio un adiós porque no era necesario abrazo a su hermana por última vez y siguió el camino predestinado. Alcanzó a escuchar el llanto desgarrador de su hermana a la lejanía y no importaba cuantos pasos avanzara el sonido seguía repitiéndose en su subconsciente recordándole al llanto de su madre al perder a su padre. Por en segundo pensó en regresar en dejar todo como estaba y continuar con su vida cotidiana. Y cuando sus pasos se detuvieron se dio cuenta que ya era demasiado tarde había caminado lo suficiente para alejarse del pueblo y observar las puntas de las arboles del bosque Trillemarka a lo lejos. El frio poco a poco disminuía y el sol empezaba a salir por el oriente iluminando todo con su esplendor apartando las sombras y el frío de la noche.

Al observar los rayos del sol asomarse por los troncos y ramas de los frondosos árboles John se dio cuenta de la magnificencia del bosque encantado de Trillemarka. Y supo que no había vuelta atrás. Tomo la empuñadura de la espada de su padre entre su mano izquierda sujetándolo con toda su fuerza y siguió avanzando con cada paso que daba un nuevo futuro se avecinaba.

Notas finales:

Gracias por leer :D


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