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Yellow. por Clawiss

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Notas del fanfic:

Haykyuu!  No me pertenece. 

 

I wrote  a fic  for  you and  it  was  called Yellow. 

Yellow.

 

Por que  en días  como estos se hacía  complicado  respirar  su mismo  aire, sentía la  corbata del uniforme asfixiarlo, ahorcarlo, sentía la  voz  del  moreno herirle  y su  brillo cegarlo.

 

 

“Iwa chan acaso no me  quieres más”  decía colgándose  del cuello  ajeno e  inflando las mejillas, el  otro le  daba un cabezazo al final de  la frase,  Oikawa sentía  el ardor del  golpe en todo el rostro recorrerle  ardiente, tragaba  duro y rehacía  su  sonrisa  en una  fracción  de  segundos. “Iwa chan si sigues haciendo esas cosas  jamás  tendrás novia”  decía  Tooru recuperado, sabía que era una  mentira que Iwaizumi era  una bella persona, honesta, trabajadora  y amable, las  virtudes de Hajime  eran inmensas como  las  estrellas en el cielo, como los peces  en el mar, sabía que el moreno era  dulce,  que podía tener gestos románticos, tan sutiles  y bellos  como el florecer de  los  cerezos. Se  colgó del  brazo del  moreno.  “Por eso  te quedarás  sólo Iwa chan, si fueras más  dulce o si tal vez  cambiaras de  peinado..” de nuevo un golpe, un codazo entre las  costillas, “¡Auch! Iwa chan eres muy cruel conmigo” Las  lagrimas  amenazaban con salir, el  nudo en la  corbata se hacía más   ajustado  y  la piel de Iwaizumi lo mataba.

 

  En el gimnasio desaparecían las   inseguridades de Oikawa, la  fuerza  descomunal de sus saques, el ver la fabulosa  sincronía que había  entre ambos. “No importa  como  te haga llegar los  balones Iwa chan, al  final siempre terminarás  golpeándolos” decía  sonriente,  de  reojo  veía  el  gesto determinante del  moreno, veía los músculos marcarse perfectamente por  el esfuerzo  físico, tal  vez  una  gota  de  sudor deslizándose  en el rostro, pero esa  manera  en la que las  comisuras  de sus  labios se  torcían en una  sonrisa  al  ver  un remate  perfecto, eso hacía que sus  ojos  se inundaran y  que sólo por  un momento se sintiera la causa de su  felicidad, se  mordía el labio inferior de  felicidad y gusto, adoraba  verlo brillar, adoraba  verlo feliz y sonriente, su cerebro  hacía corto  circuito cuando ese gesto se  trazaba  en la  cara de Hajime,  por un momento lo volteaba  a  ver y  le dedicaba una mirada llena de  agradecimiento “Eres mi as, no espero menos de  ti” pensaba para  sí mimo. Recuperaba la  postura y eliminaba  la  sonrisa enamorada.

 

“Iwa chan,  estás  pegando muy  suave”  decía para fastidiarlo, Ugh, un balón en su  rostro.. y mil amenazas de  las que  él era  el  objetivo.

 

Servirle  y hacerlo brillar. El pase perfecto era la única  forma de  conectarse a él  de una manera  más íntima, se acomodaba  a  su ritmo, la altura, la fuerza  necesaria para  que la bola  llegara  a sus manos  en las condiciones requeridas,   brincar, correr, recibir, hasta que la  rodilla  le  doliera, hasta que  sus músculos no pudieran más, hasta que los brazos  cedieran al  esfuerzo,  hasta que el dolor  físico  sobrepasara el emocional. La  adrenalina de los entrenamientos le  hacían ignorar  sus pensamientos románticos en torno a as. El cansancio lo sedaba  por un momento, lo tranquilizaba desapareciendo la  ansiedad de su esbelto cuerpo.

 

 En el vestidor se  tomaba  su tiempo, una ducha larga, el agua fluyendo y golpeando su rostro, llevándole las lágrimas  consigo, lavando por un momento la  miseria en la que se encontraba Oikawa, la rasposa  voz  de  Hajime  apurándolo por que nuevamente es el encargado de cerrar  el  gimnasio.  “Iwa chan, si  tanto te molesta, puedes  dejarme las llaves”  contesta desde la  regadera  con su tono habitual, mientras las lágrimas  caen de manera desesperada. Sabe que no se irá, sabe que él se quedaría  así fuera  media  noche por él, sabía que Hajime jamás  haría algo que atentara en contra de su amistad.

 

“Como si fuera  a dejarte aquí Kusokawa” se escucha desde afuera, el corazón de  Oikawa siente detenerse, sus piernas  pierden  fuerza  y sus ojos  derraman aún más  lágrimas. Se muerde  el labio con fuerza reprimiendo ese  gemido que quería  abandonar  su  boca.

 

“Iwa chan, se que no puedes  vivir sin mi” dice mientras sale con la toalla en el torso, el moreno lo mira de pies  a  cabeza  y le ofrece una sonrisa. Oikawa  se congela preso de los oscuros ojos de Hajime, su corazón sale por su boca y la distancia entre ellos es lo suficientemente corta como para  sentir el aroma  ajeno, pero larga  como para  alcanzar los prominente labios del moreno. Hajime guarda  enseguida  su teléfono.  Jala  con fuerza  de sus mejillas dejando sus dedos  impresos en la pálida piel de Tooru.

 

“Date  prisa, ya casi es  de  noche”

 

 

  Caminan a la  par,  en silencio, el ocaso  tiñe todo de naranja y le da un brillo especial a  la  piel de  Hajime, parece un monumento, parece  una deidad, sus dientes se muestran brillantes  antes los  chistes  malos de Oikawa, tal vez un puño fraternal se hundirá en el estómago de  Oikawa, pero no importa, de cualquier  forma  su  tacto es cálido, Oikawa siente un cerezo  florecer en su interior, un arcoíris en sus  ojos cuando ve al moreno, su sonrisa  se muestra natural mostrando los caninos.  Hajime  ríe, compra  bebidas para  los dos, cuando sus ojos coinciden Toru siente que morirá, que el nudo de la  corbata nuevamente se hace ajustado y que  su  piel se  esfuerza  en ridiculizarlo con ese sudor que  cae por sus sienes. “ohh Iwa chan, ¿No había  soda de  cereza?” dice  con un puchero inocente, se  aferra al brazo del moreno y  recarga su cabeza en el hombro ajeno, respira y siente el aroma de Hajime llenarle los pulmones, siente esa  fuerte presencia como un veneno letal en su organismo, siente esos ojos  como el más oscuro misterio de su vida, esos segundos que están así son lo que  hace que  Oikawa aguarde en silencio. Hajime rechaza el contacto  y  caminan en silencio varios minutos. Solo unas  cuadras más  y tendrá que separarse, “Tal vez  hoy se lo diga” piensa  Tooru mordiéndose  la cara interna de las  mejillas  mientras dá  un sorbo al refresco de  cola que Hajime le compró. Llegan al  frente de la  casa de Oikawa,  justo  ahí se tienen que despedir, justo ahí Oikawa dice un comentario aleatorio haciendo enojar  al moreno todos los días sin falta.  Tal vez se despida de  él con un gesto infantil, sacando la lengua  y haciendo un signo de paz, pero  hoy siente el alma dolerle de contener  todo eso que siente, hoy siente que lleva plomo por  sangre  y siente cada vez más presión en su cuello, las noches pasan sin dormir, viendo fotos de él  y Hajime, viendo videos de sus partidos, las almohadas  empapadas de lágrimas puras e inocentes, su mente, su cuerpo, su corazón ya no puede  más, no cree soportar  una noche más en ansiedad, esa distancia, esa maldita distancia poco  a poco le quita la  cordura, esa  distancia que se clava en su pecho cual daga, si tan solo pudiera  decirlo, sería  feliz, si tan sólo pudiera  hacer  sentir  a Hajime una parte de  lo que él siente sería feliz.

 

 Se detiene  y toma aire. Su cuerpo  reacciona sólo, sus manos  buscan  el rostro  ajeno,  su pecho duele  y las lágrimas  son imposibles de  contener, frente  a  su casa, con las  tímidas estrellas  en el cielo ese cielo inmenso que  los  cubre  a él  y a  Hajime, sus  labios colisionan tímidos, inocentes, llenos de  vergüenza, florece radiante el amor  más  puro, las  palabras  atraviesan su garganta  y  arman una bella  frase…  “Hey Iwa chan, Te amo” dice en medio de un llanto torpe y sucio, con las lágrimas cayendo en su rostro, con el rostro hundido en el ángulo del  cuello del moreno. Hajime no dice nada, pero llora  también, busca de  nuevo  los labios del castaño  desesperado y hambriento, …

 

“Siempre  te he  amado Kusokawa”.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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