Venga, tenía un manual en sus manos que se supone, debía servirle en su nueva vida pero no lograba entender del todo, soltando un largo y pesado suspiro dejó el manual a un lado, ya tendría tiempo de hacerle un centenar de preguntas a Acheron cuando le viera al siguiente día; Chanyeol sin más nada mejor que hacer observó detalladamente la habitación donde se encontraba, años atrás había sido un sótano pero ahora era como una mazmorra de paredes recubiertas de piedra sólida, destinada a contener a un monstruo de la oscuridad, aquel hombre sin alma que caminaba por las noches para así, resguardar la seguridad de la ciudad que poco a poco se iba plagando de Daimons.
— Antes pensaba que ser inmortal era genial, ahora que lo soy... me aterra.
La voz de Chanyeol hizo eco en el silencio, quizás si no hubiese acudido al llamado de su mejor amigo, estuviese vivo y comiendo las galletas que su abuela había horneado la mañana de su fatídica muerte, por mucho que quisiera hacer caso omiso a la barbarie de imágenes que se situaban tras sus párpados, como si sus ojos fueran un retroproyector que solo reproducía una y otra vez su muerte. Que ingenuo se sentía ahora que conocía la verdad, aquellas personas que creía sus mejores amigos habían estirado el hilo que les unía hasta que él pendía del lado más débil, siendo la presa perfecta para que ellos pudiesen llevar a cabo ese deseo de matar a sangre fría.
Años de amistad que en realidad nunca existieron, había creído una mentira que le costó la vida.
Aturdido con el hilo de imágenes que su mente proyectaba, decidió que ya era hora de salir a cazar, como si fuera un reloj, en su piel sintió un cosquilleo que indicaba que ya era seguro salir de casa; vestía de negro y su cabello color plata era lo único que proyectaba luz en medio de la espesa noche en la que se había convertido al no tener alma. El tipo alto al salir a la calle en su motocicleta daba un aura de misterio, era jodidamente seductor, lo sabía y no le importaba echarle miraditas y sonrisitas a las chicas que quedaban prendidas de él, desde su antigua vida había sido así y ahora que era inmortal nada iba a cambiar.
De hecho, tenía sus desventajas.
Chanyeol se paró frente al Blue Moon, un bar que frecuentaba desde su llegada a Seúl. El ambiente era agradable, las personas que frecuentaban el lugar por lo general eran chicos de su edad, universitarios que buscaban un momento de desahogo entre periodos de exámenes y otros; suspirando se adentró en el lugar, estaba abarrotado y le costó un mundo hacerse de un lugar en la barra que esta noche era atendida por Shownu, un tipo alto y moreno que parecía tener sueño todo el tiempo. Cuando llegó por primera vez al Blue Moon se enteró que el bar era de un grupo de Katagaria, todo para él era una nueva experiencia, cuando se enteró de eso no dejó de molestar a Minhyuk (uno de ellos) para que le mostrara como cambiaba de humano a Lobo pero solo ganó que este le enseñara los dientes y luego se lanzara hacia él en un gesto juguetón y de confianza.
Yeol era bienvenido en el Blue Moon así como en el círculo de los chicos, eran sus únicos amigos y aliados en la ciudad.
— Hey cazador —Shownu al verle le sonrió y le entregó un trago de whisky, era jodido, pero ahora su cuerpo toleraba mil veces mejor el alcohol. No podía emborracharse, pero eso no quitaba el hecho que le gustaba beber—.Pensé que no te vería esta noche.
— Hay que cumplir con el deber ¿cómo ha estado todo? —con simpleza sonrió, todo era sencillo a la hora de hablar con Shownu.
— Bien, hemos tenido problemas con Changkyun, nada que no se puede arreglar con una reprimenda.
Habiendo muerto la conversación ahí, Chanyeol miró a su alrededor, no había nada fuera de lugar en el club, aquella noche parecía ser tranquila y si quería encontrarse cara a cara con un par de Daimons tendría que salir del club si quería un poco de emoción.
— Vamos cazador, vamos a divertirnos —susurró una voz conocida cerca de su puerta auditiva, Chanyeol sonrió al reconocer la voz, puede que aquel susurro hubiese sido sugerente, o quizás sea la mano de Wonho sobre su muslo que le decía a gritos que se divirtiera entre las piernas del rubio—. Aunque afuera hay un par de daimons que deberías cazar.
— Será otra noche que me divierta entre tus piernas —murmuró antes de tomar de un solo golpe el whisky que no había tenido tiempo de tomar—. El deber llama.
Dicho aquello abandonó el recinto (no sin antes dejar una descarada caricia en el trasero del rubio), la noche era fría y nublada, las manchas de tinta amaban ese tipo de noche, entre la oscuridad y la amenaza de que se rompa el cielo había mayor posibilidad de hacerse de personas que buscaban refugio o, sus propios hogares; sin embargo, aquella noche lo que encontró en un callejón fue un grupo de daimons que esperaban por él. Por el nuevo Cazador oscuro.
— Les dije que no era la gran cosa —escuchó decir.
— Somos cinco, podremos con él fácilmente. —Fue ahí donde se burló abiertamente del grupo de daimons que esperaban a que él se fuera de cabeza a atacarlos, como si no supiera qué hacer. Quizás fuera nuevo, pero no era un idiota. Acheron le había dicho cómo hacer las cosas.
— ¿La decoloración les fundió el cerebro? —rumió con una sonrisa en los labios, logrando que todos los daimons fueran a por él en una horda torpe de golpes y movimientos patosos que supo dominar. En su vida anterior había sido habilidoso a la hora de enfrentamientos cuerpo a cuerpo, de algo había servido inscribirse en clases de artes marciales y de defensa personal, además, el saber cómo acabar con esos desgraciados ayudó en mucho porque en unos cuantos movimientos fluidos pudo hacerse de todos los daimons que le habían acorralado en el callejón sin siquiera tener un rasguño.
Iba mejorando, lo sabía muy bien.
— Veo que ya no te asusta enfrentarte a un grupo grande —la imponente presencia de Acheron le erizó la piel, su aura de misterio y ese porte que grita “¡Cuidado!” le heló en el lugar, era buen tipo, había tenido paciencia con él y por ello le guardaba un gran respeto. Acheron sonrió y él se relajó un poco, aunque esa sonrisa le pareciera siniestra.
— Trato de no intimidarme —admitió irguiendo su postura, mostrando la seguridad que sentía ahora—. ¿Ha pasado algo o he hecho algo malo? —inquirió con repentina curiosidad, no era común que Acheron se presentara así como así delante de alguien.
— Tienes una misión, no solemos hacer esto pero hay un chico que es perseguido constantemente por los daimons, no sé todavía el motivo pero no queremos que un civil muera —Chanyeol solo asintió ante lo dicho, no entendía muy bien cómo funcionaban las cosas en el mundo de los DH pero quería entenderlo, sabía que tendría toda la eternidad para hacerlo, de todos modos su curiosidad era más grande que todo lo anterior.
— Entiendo ¿quién es el chico?
— Te enviaré todos los datos por correo, ahora debo reunirme con Kyrian y Julian, todos están reunidos en la casa de Julian y quieren que vaya a ver a los niños. —Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar alguna estupidez como ‘¿puedo acompañarte?’ cuando Acheron desapareció ante sus ojos. Tenía curiosidad sobre los ya nombrados, Julian y Kyrian eran como unas celebridades entre los Dark Hunters, se habían enamorado y sus almas se les fueron devueltas.
Algo que nunca pasaría con él.
Esa noche tenía dos opciones: regresar al bar y enrollarse con Wonho o irse a su casa para descansar y estar a la espera del nuevo correo con lo datos del chico que debía vigilar, decidió la segunda opción, quizás le llamara para que fuera hasta su hogar para poder hacerle suyo sin ninguna interrupción, seh, eso era lo que iba a hacer.