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UN NUEVO Y CONOCIDO MUNDO por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 23: La magia del amor.

 

"Uno a uno, todos somos mortales; juntos, somos eternos." - Francisco de Quevedo.

 

Esa mañana Jay había sido llamado por el hada madrina, ella por lo regular no así eso, el correo llegaba a las habitaciones de cada uno de los niños pero al tratarse de algo tan importante el hada madrina hizo una pequeña excepción, después de todo Jay sería el primer chico de la isla en graduarse de la escuela todo un logro, el primero de toda una generación dado que aun cuando los gemelos Gastón debían salir con Jay estos estaban atrasados un año más, así que Jay sería el primero en terminar la preparatoria y por lo que fue el primero en ser citado hace meses con ella para preparar su información para las universidades, discutieron de su futuro algo que el joven acepto no creyó tener en la escuela, sin embargo animado por sus amigas e incluso Carlos, el hada  se sorprendió de que fuera ese niño quien gritara indignado cuando Jay rechazo enviar solicitudes y simplemente le regaño alegando que era importante su educación, pero bueno eso fue hace meses ella no sabía que era Cameron quién preocupado empujo a Jay a hacerlo.

 

Las calificaciones del chico eran impresionantes, para ser alguien cuya educación eran definitivamente no asistir a la escuela sus notas eran notables, Jay no tenía casi ninguna baja calificación, con excepción de algunas cosas como galantería para príncipes que realmente parecía odiar pero no era una materia obligatoria realmente así que Jay tenía un buen promedio, estaba en el equipo de Tourney y por si fuera poco fue uno de los que derroto a Maléfica y salvo a Auradon.

 

Era natural que fuera aceptado, a todas y cada una de las universidades fue acepto, algunas con becas completas otras no tanto, todos le dieron una oportunidad como deportista por que el hada madrina sabiendo cómo eran las cartas de aceptación le cito para darle la noticia, Jay entro con miedo a su oficina como si ella lo hubiera cachado robando, eran rumores claro algo se perdía aquí y allá cosas valiosas algunas sin valor pero terminaban por ser encontradas y llevadas a objetos perdidos, ella sabía que era Jay y sin embargo también entendía que le costaría un poco desprenderse de viejos hábitos, por lo que le daría una oportunidad y esperaba que darle las buenas noticias serian suficiente para darle el empujón final para arreglar su vida.

 

La cara abatida con la que miro cada solicitud no era la que esperaba, todas y cada una de las cartas decían aceptarlo y sin embargo ese chico miraba como si el mundo hubiera sido arrebatado de sus manos, antes tenía un plan cuando Cameron le obligo aquel día a llenar solicitudes tenía un plan que fue cambiando en torno a ese niño, ahora solo quería alejarse, no le importaba la universidad nunca lo hizo por lo que ser aceptado no tenía ningún interés para el claro que quería seguir jugando Tourney pero había gastado cada centavo de su fideicomiso en aquel  departamento, y aun que tuviera becas completas necesitaría un empleo o  dos era demasiada presión para él en ese momento, por lo que ser aceptado en universidades no era nada emocionante para él.

 

Jay agradeció sin emoción alguna al hada tomo dichas cartas y salió del lugar esa tarde cuando fue a buscar su cambia de ropa las empujo al cesto cerca de su escritorio y olvido el asunto, el se graduaría de la preparatoria se mudaría a su departamento, buscaría un trabajo y se aislaría de todos, Jay iba a simplemente desaparecer del radar, incluso pensó en irse a vivir al bosque  pero descarto la idea ante la amenaza de Evie de matarle si la obligaba a destruir sus vestidos por ir a visitarlo en medio de la nada.

Cameron regreso un par de horas después de que Jay había salido llego corriendo buscando una hoja importante con una tarea que había tirado sin querer buscándolo como loco, ahí fue donde las vio las cartas tiradas  en el cesto que obviamente leyó sorprendiéndole al ver que estaban tiradas, ellos no se hablaban pero esto era su futuro Jay no podía simplemente echar a perder toda su vida solo por depresión insignificante, así que Cameron haría a un lado su pelea estúpida y obligaría a Jay a pensar mejor las cosas, tomo su tarea que encontró y las cartas para enfrentar a dicho idiota.

 

Lo encontró lejos a las orillas del bosque dudo por un momento el seguirlo toda su valentía desapareciendo entonces vio a otro chico siguiéndole confundido y tal vez un poco alarmado de que Jay estuviera en problemas continuo pero entre más se adentraba al bosque más parecía perderse, encontró al otro joven pero sin rastros de Jay, el otro simplemente parecía mirar dentro de lo que era un tronco hueco sacando una bolsa de este, demonios él conocía esa mochila.

 

-          ¿Qué diablos haces aquí? – llamo con desde  sorprendiendo al chico que ya miraba dentro de tal mochila sacando objetos.

-          Encontrando el escondite de ese ladrón – escupió con veneno  sin miedo alguno – no podrán esconder esto – abrió la bolsa enseñando todos los artículos robados sin temerle a Cameron pues todos sabía que de los cuatro Carlos era el más inofensivo siempre detrás de sus amigos -  Jay regresara a la isla – amenazo y ese fue su gran error.

-          Escúchame bien pequeño idiota – gruño Cameron  tomando de la camisa al niño sorprendiéndole realmente pues toda la gentileza que el chico siempre demostraba fue remplazado con rabia - no sé quién te animo a hacer esto pero lo dejare   claro  - amenazo entre cerrando los ojos en su dirección - una palabra y arrancare tu garganta – mostros sus puntiagudos dientes aquellos que aún se conservaban gracias a la magia de Mal, Cameron molesto por aquella amenaza contra Jay salto en su defensa sin pensarlo dos veces – con mis dientes.

-          No puedes amenazarme – forcejeó para soltarle en un estúpido arrebato de valentía.

-          Nadie va a creerte, después te arrancare la piel y me hare un abrigo – cualquiera que lo mirara en ese momento bien podía decir que era Carlos de Vil pues la mirada asesina que le daba competía con la mismísima Cruella, llena de maldad y promesa de dolor.

-          Es mi palabra contra la de ese ladrón – su voz titubeo un poco asustado pero aferrándose a alguna estúpida valentía.

-          Corrección tu palabra contra la de un amigo íntimo del Rey – empujo al niño para arrebatarle la bolsa con rudeza - a diferencia de ti Jay no es un don nadie, ahora sal de mi vista antes de que cambie de opinión y te convierta en pantuflas – volvió a gruñir amenazante contra el chico que solo asintió  con verdadero miedo -  guaff – ladro para verlo salir de ahí corriendo.

-          ¿Qué diablos fue eso? – y aquella voz le tomó por sorpresa se giró entonces para ver a Mal mirándole, aquélla chica que también le había seguido.

-          Ese idiota encontró el escondite de Jay – dijo como si nada levantando los objetos que habían caído en el forcejeo y cerrando la mochila - le dije que dejara de hacerlo robar no está bien, descuida ya lo controle – se hecho la bola al hombro y camino en dirección a la escuela nuevamente  -  hazte a un lado Mal –  miro con gran seriedad a la chica que simplemente le había cortado el paso.

-          ¿Qué vas a hacer? – ella se cruzó de brazo frente a él mirándole con frialdad, acusadoramente.

-          Llevar el botín a objetos perdidos ¿qué más? – levanto la barbilla desafiante.

-          Sabes de lo que hablo- respondió en su lugar ella dejándole pasar.

-          Ahórrate tus amenazas no me interesa – ni siquiera la miro empezó a caminar como si nada.

-          ¿Quieres volver?  -  dijo luego de uno minutos - a tu hogar – aquellas palabras le hicieron detenerse.

-          No puedo recuerdas – respondió en su lugar - no hay un yo al que regresar – dijo mirando su mano pero negándose a girarse.

-          Si encontrara la forma, ¿lo harías? – insistió ella   -  si eso creí – sonrió con satisfacción al ver como el chico se tensaba y mantenía en silencio -  habla con Jay o voy a …

-          No me das miedo Mal – Cameron se giró entonces para encarar a la chica y mirarle con firmeza.

-          Y tú eres un pésimo mentiroso – tintineo sus ojos brillantes en su dirección sonriente al ver como lo sobresaltaba, Cameron si le temía pero  no por eso iba dejar de de enfrentarle, algo interesante pero estúpido según ella -  puede que  esté bien con tenerte aquí pero Jay es mi familia – le recordó, una amenaza vacía, recordarle que fue ella quien lo trajo y podía remplazarlo en cualquier momento, algo que realmente nunca sucedería pues había llegado a apreciar al niño realmente pero aún tenía que hacerlo entrar en razón de una manera u otra.

-          Ustedes no saben lo que es una familia – soltó en su lugar sorprendiéndola.

-          Carlos no lo era, nunca lo fue- suspiro tranquilizándose ante la verdad de sus palabras -  esperaba que tu si formaras parte de ella – confeso su mirada ya mucho más suave tal vez un poco vulnerable -  supongo que me equivoque – termino para pasarlo de largo y regresar al campus.

 

Cameron se quedó ahí con la bolsa en su hombro pero un  gran peso en su corazón, Mal había seguido a ese niño para hacerlo entrar en razón estaba dispuesta a contarle toda la verdad si con eso traía arreglaba todos y sin embargo termino dolida ante las palabras de ese chico, era verdad ninguno de ellos sabía lo que era una familia, lo que tenían era un ideal, una idea a la que intentaron aferrarse sin importarle las consecuencias en su necesidad por ser felicites, una obsesión que llevo a la muerte a uno de ellos al obligarle a sufrir un martirio.

 

Ninguno de ellos sabía lo que era una familia, lo que era el amor y sin embargo poco a poco estaban empezando a aprender, lo curioso era que fue Cameron quien sin saberlo les había dado el último empujón para unirse realmente, cuando comprendió a Jay, cuando ayudo a Evie, cuando la empujo a ella a ser más afectiva, ese chico los había ayudado a darse cuenta de lo que realmente importaba  y ahora él  no quería pertenecer a esa cosa, a ese intento infantil de una familia.

 

Mal no pudio culparlo, no podía obligarle, después de todo ¿quién quiere ser parte de una familia tan rota como esa?

****************

 

-          Estoy preocupada – Evie entro como ya era costumbre a la habitación o sea empujando la puerta sin tocar para de inmediato pasearse por está tocándolo todo al estar nerviosa.

-          ¿Cuándo no? – frunció su nariz al ver a aquélla empujando sus cosas y dejándolas en otro lado - no voy a ser tu modelo – siguió jugando en su teléfono sentado en su cama -  vete – gruño.

-          Es Jay – ella le ignoro ya acostumbrada a la hostilidad de parte del chico algo que realmente fue extraño al principio al no ser nada como Carlos - perdió su pendiente – insistió alarmada pues aquello era muy importante -  él dice haberlo perdido pero jamás lo haría lo que me lleva a pensar que alguien lo robo y debió ser un príncipe o algo por qué no me quiere decir nada y seguramente está protegiendo al bastardo porque nos amenazó y – empezó a explica rápidamente, porque bueno había esta tan perdida en su nube de felicidad con Doug  que al parecer se perdió varios detalles  de lo que pasaba alrededor así que ahora se enfocaría en lo que acontecía, además Jay lucia miserable algo debía estar pasando.

-          El me lo dio – Cameron respondió sin apartar la mirada de su teléfono haciendo nada a la vez.

-          ¿Qué? – Evie se detuvo en su lugar mirando al joven con sorpresa ante tal declaración, Jay le había dado su pendiente, Jay el chico  romperé-cada-uno-de-tus-dedos-si-intentas-tocarlo-otra-vez le dio su más valiosa posesión, ella casi chilla de emoción al saber lo que eso significaba.

-          Me dio su pendiente pero no sé dónde está lo arroje por ahí – desestimo haciendo un ademan con el rostro aun sin prestarle realmente atención - estaba molesto – frunció su nariz l recordar dicho incidente -  no quiero hablar de ello – se adelantó antes de que la princesita le cuestionara más lo que recibió fue una fuerte bofetada por ella - ¿qué diablos? – le miro indignado bajando su teléfono y centrándose en la chica frente a él.

-          Eres un completo idiota – Gruño ella totalmente molesta, sus ojos ya empezaban a sangrar carmín ante tal furia, pues había visto la poca importancia con la que Cameron trato dicho objeto y eso le enfureció.

-          No, ustedes son unos idiotas – Cameron se levantó de golpe empujando a la chica -  Mal y Jay entendieron el punto de dejarme tranquilo, pero tú  me sigues sin importar cuánto te ignore – se alejó para darle la espalda esperando hacer su punto -  no quiero ser parte de nada de lo que tengan que ofrecerme ahora déjame tranquilo.

-          Sabía que algo pasaba entre tú y Jay pero nadie me decía nada – Evie entre cerró los ojos en su dirección pensativa, la ira aun conteniéndose para no dañarle.

-          Creí que eras una especie de genio – se bufo el ganándose otro golpe de la indignada chica -  deja de golpearme.

-          Te lo mereces – suspiro para calmarse y no matar a ese idiota ahí mismo -  era de su madre- dijo finalmente -  El pendiente que tiraste como basura perteneció a su madre muerta – gruño entre dientes mirando fijamente al chico que se sobaba la mejilla ya hinchada.

-          ¿Qué?  - bien eso no se lo esperaba.

-          No se toda la historia  - empezó a explicar al ver como ahora si tenía la atención del chico - una vez intente tomarlo y Jay casi me arranca el brazo, Mal – suspiro recordando -  ella me dijo que  la madre de Jay no era como nuestros padres, ella era buena – frunció su nariz -  algo así, nos regalaba fruta y galletas cuando íbamos a la tienda, todos los niños sabían que ella regalaba dulces– sus ojos denotaron tristeza, envidia, el recuerdo de ver a una de esas pocas mujeres que realmente amaron a sus niños en la isla -  era la única que entendía que nuestro aspecto era realmente una maldición – miro sus afiladas uñas las cuales sin importar cuánto las cortaba volvían a crecer denotando su naturaleza -  ella amaba a Jay –recordaba vagamente ver a esa mujer abrazar con amor al chico  mientras le llamaba de formas tan dulces y tiernas, ser una verdadera madre – siempre se lamentó por nosotros, por Jay - termino con suavidad pues era la única que no encontraba fascinante su apariencia de villanos.

-          Su corazón – jadeo Cameron al recordad las palabras exactas de Jay -  me entrego su corazón – se horrorizo pues había maldecido dicho objeto tirándole como algo sin importancia -  Evie tengo que encontrar ese pendiente  - empezó a buscar como desesperado por todo el lugar -  ayúdame maldita sea.

-          Bien pero terminaras con esta estúpida pelea de una vez por todas – sentencio la princesita empezando a levantar la ropa desordenada que mantenían los chicos.

 

Buscaron por todas partes incluso debajo de la alfombra, al final lo encontraron detrás de uno de los  roperos el cual Evie se negó a ayudar a mover pues no quería ensuciarse, en cuanto lo tuvo en sus manos ella se lo arrebato limpio con un paño y se lo volvió a entregar no sin antes amenazarle con cortarle ciertas partes de su cuerpo muy lentamente, y claro que Cameron no le creyó y mucho menos le tenía miedo claro que no… bueno está bien solo por precaución le dijo que hablaría con Jay.

 

Cuando Evie al fin le dejo solo feliz de ayudar y satisfecha de sí misma Cameron volvió a dejarse caer a la cama esta vez pensativo con el pendiente entre sus dedos acariciando con delicadeza cada parte de esa gema barata, amaba a Jay o al menos se enamoró del chico que poco a poco fue conociendo o de la mentira que este construyo para él, y sin embargo cuando Jay se mostraba tal y como era con todas esos defectos Cameron seguía amándolo.

 

Pero tenía dudas, por su amor a Jay al verlo como algo inherente de él, pero su más grande miedo era que Jay no le amara, no a él, sino a un ideal, a un remplazo de Carlos de Vil y eso era lo que más le dolía.  

 

*******************

 

-          Hey donde esta Jay – Azis llego corriendo al ver a Cameron sentado en aquella ventana donde le gustaba ir a pensar jugando con algo entre sus dedos.

-          Por ahí supongo – susurro sin despegar la vista del pendiente de Jay, aun sin verdaderas ganas de hablar con él.

-          ¿Ustedes rompieron o algo? – frunció la nariz el príncipe dejando caer su mochila y sentándose con él en el ventanal.

-          Algo – suspiro-  supongo.

-          Eso quiere decir que tengo oportunidad – bromeo empujando su hombro tratando de obtener una respuesta menos melancólica del chico que parecía abatido en la miseria.

-          ¿Azis qué quieres? – apretando el agarre en su pendiente Cameron levanto la mirada para ver al príncipe insistente.

-          Que dejes de suspirar cada cinco segundos  - gruño el chico realmente preocupado, después de todo era su amigo-  por favor arregla las cosas con Jay tienes suerte que la temporada acabo esta como idiota todo el tiempo – señalo lo al parecer obvio pues si bien  Jay era de los que se deprimían con furia golpeándolo todo mas ahora solo se paseaba abatido por los pasillos en melancolía.

-          Esa no es mi culpa – desvió la mirada porque si tal vez era la razón de eso.

-          Por favor – bufo el príncipe -  actúa como un perrito apaleado – enfatizo levantando sus brazos -  ¿Carlos estas bien? – detuvo su parloteo cuando el semblante del chico se oscureció más.

-          Quiero regresar a casa – murmuro bajito al escuchar sobre Jay, levantando sus piernas sobre la ventana y abrazándolas cerca de su pecho deseando poder regresar al mundo donde no tuviera que lidiar con aquella situación.

-          ¿Por qué querrías regresar a ese lugar? A la isla – dijo totalmente confundido Azis pues sabía muy bien que no era un lugar muy agradable.

-          Al menos ahí sabía lo que tenía, aquí todo es – continuo refiriéndose totalmente a su casa, donde estaban sus padres, su hermana, su mejor amigo Boo boo, su trabajo -  Jay,  él es –no supo cómo explicarse, como decirle a aquel príncipe que había abandonado todo su mundo, su vida por un chico que tal vez solo amaba lo que representaba y no a él.

-          ¿Quieres que defienda tu honor mi amada bailarina? – sonrió quitando los estorbosos rizos de su rostro para poder mirarle.

-          ¿Crees que sea reemplazable? – levanto la mirada totalmente vulnerable al príncipe -   creo que solo soy un remplazo para Jay – suspiro volviendo a desviarlos con  dolor -  algo conveniente.

-          ¿Él te dijo eso? – pregunto con algo de enojo e incredulidad.

-          Así me hace sentir- siguió susurrando sintiéndose estúpido por parecer una niña tonta.

-          Eso no es lo que eh visto – Azis levanto una ceja ante el semblante de Cameron -  mira yo no estaba cuando llegaron a Auradon y sin embargo escuche cosas horribles sobre todos, de Jay más que nada pero cuando les conocí  supe que solo eran tonterías – dijo recordando cómo al principio quería hacer pagar a Jay por el crimen de su padre -   no es el idiota que todos piensan  solo hay que ver cómo te mira, como si – suspiro pensando en esa mirada tan soñadora que vio en el primer recitar del pecoso -  como si fueras el tesoro más grande que encontrara – recordó aquel brillo en sus ojos, esa manera que solo había visto en sus padres.

-          El mira así a todas las chicas – Cameron no le creyó ni un poco.

-          Lonnie y Jordán no piensan así, dicen que antes era un completo idiota correteando faldas y coqueteando con todas, un imbécil  pero después del accidente – empezó a recordar la conversación que había sido participe al ser arrastrado por su novia a tomar el té con sus amigas -  tu sabes cuando los desmayos comenzaron todo cambio Jay se convirtió en otro y bueno, ellas dijeron fue como si su mundo entero se redujera a ti – termino recordando como aquellas niñas suspiraron mientras hablaban de lo tierno que era esa relación y como todas querían un chico que las mirara igual.

-          ¿Cuándo paso eso exactamente? – Cameron se animó ante eso levantado su mirada y bajando sus piernas al suelo.

-          Un par de semanas antes de que yo regresara a Auradon creó – hizo memoria refiriéndose a cuando Carlos se desmayó en el campo de Tourney y Cameron llego -  supongo que se dio cuenta de lo cerca que estaba de perderte y empezó a cambiar – se encogió de hombros - odio admitirlo pero el imbécil te ama – soltó el insulto aprovechando que Cameron estaba molesto con Jay -  pero si aún lo quieres dejar ¿puedo invitarte a salir? – bromeo solo para hacer reír al chico.

-          Tú eres el imbécil – y aquello funciono Cameron rodo los ojos antes sus palabras sonriendo un poco.

-          Bueno me conformo con un beso – se acercó juguetón juntando los labios para recibir un beso.

-          ¿Con mi puño te parece? – gruño el chico empujando su rostro  entre risas.

 

Cameron volvió a mirar el pendiente en su manos, a Azis aquel príncipe que afirmaba ver el amor real en los ojos de Jay y se dijo que tal vez solo tal vez eso si era real, después de todo lo demostraba todo el tiempo le había dado incluso su posesión más valiosa, solo que aún había algo, esas palabras, aquellas que escucho en la conversación totalmente fuera de contexto le seguían haciendo dudar.

 

Él tenía que arreglar esto pronto y esperaba que todo fuera un mal entendido.

 

*****************

No era fácil, empezar la conversación que había arruinado todo requirió de mucho valor, hacer la pregunta que tanto dolor le trajo tomo cada parte de su fuerza, el intentar arreglarlo ahora era mucho peor, Cameron se encontraba en la habitación tan solitario como ahora parecía estar, ya ni siquiera había rastros de Jay, si no fuera por el montón de ropa sucia en una esquina era como si no viviera ahí, Jay gastaba todo su tiempo libre lejos  y sus noches con Mal, ni siquiera le miraba durante las clases, tampoco volvió aparecer afuera de  su clase de ballet, el invierno estaba a punto de terminar y sospechaba que las largas rutinas de entrenamiento de Jay en el gimnasio se trasladarían al campo solo para evitarle.

 

Sabía que no podía quejarse todo era su jodida culpa, por escuchar lo que no debía, por ser tan inseguro, por no quedarse callado, no simplemente porque no podía creer lo que Jay le decía, no quiso escucharle cuando intento hablarle y ahora simplemente no sabía cómo dirigirle la palabra, así que ahí estaba él recostado de lado en su cama con el pendiente entre sus dedos recriminándose por ser tan estúpido, Jay le amaba, él lo amaba y solo parecía que no podían arreglar eso.

 

La puerta se abrió sobre saltándole levantándose de inmediato para ver quien entraba a esta hora, se había saltado la clase danza específicamente para poder rodearse de su miseria en paz sin interrupciones de Evie o Ben que solo iban a convencerle de hablar con Jay, solo quería estar solo por cinco malditos minutos, sentarse y contemplar como arruinaba su vida en este mundo, entonces alguien tenía que venir y entrar por la puerta.

 

Fue Jay y al notar por su cara de sorpresa al verlo mirarlo desde la cama no esperaba encontrárselo ahí, sin embargo el semblante del árabe regreso a la indiferencia para pasar de largo y hurgar entre sus cajones por lo que parecía ser una cambia de ropa al notar como sacaba prendas de su mochila y metía nuevas quizás preparándose para pasar otra noche con las chicas y seguir ignorándole.

 

-          Lo siento – Cameron no pudo soportarlo más, no podía simplemente seguir con todo este drama, no con esa absurda pelea,   simplemente no podía ver a Jay actuar tan indiferente a su alrededor.

-          ¿Qué? – Jay dejo de empujar camisetas a su mochila cuando la pequeña y frágil voz de Cameron le llego.

Le era muy difícil,  fue simplemente el infierno alejarse de Cameron de ese niño que en algún momento se había adentrado tanto en su piel que implemente no podía respirar sin el nuevamente, pero lo hizo se obligó a alejarse solo por eso era lo que quería, darle el espacio que tanto necesitaba, Mal lo había llamado idiota, Evie solo hacía preguntas estúpidas y podía jurar que Ben lanzaba indirectas en su contra pero Jay simplemente lo ignoro todo, no iba a imponerse, le costaba cada fibra de auto control de su parte hacer la voluntad de ese chico, porque lo amaba tanto que no iba a empujarle no como lo hizo con Carlos aun cuando eso le rompiera el corazón.

 

El plan era mantenerse alejado hasta la graduación, solo unos meses más y en el verano seria libre para correr y lamer sus heridas en su abandonado loft, el piso que compro específicamente para esa vida que no tendría, no al menos junto a Cameron, se sintió idiota por llegar a creer que realmente alguien como él pudiera tener felicidad, como un ser tan despreciable que tanto dolor causo podía siquiera aspirar a tener la atención de un ser tan brillante como Cameron y sin embargo abrazo la esperanza, aquella ilusión que ahora lo mataba lentamente.

 

El plan era salir en unos meses ni siquiera la universidad le interesaba, ignorar el dolor en su corazón lo más posible para bien del chico y sin embargo en cuanto escucho su voz, ni siquiera las palabras fueron lo que noto, fue su timbre, aquel doloroso sonido, la agonía de sus palabras, su rostro no parecía mejor  ese niño estaba muy demacrado, ojeras negras enmarcaban sus ojos, su cabello hecho un desastre, su piel tan pálida que solo sucedía por saltarse las comidas, Cameron lucia tan miserable como alguna vez fue Carlos, no, lucia igual de destrozado que él.

 

-          Por decir que todo esto es falso – volvió a hablar Cameron ahora que sabía que Jay le daba su atención -  yo solo estoy tan confundido – suspiro apretando el pendiente en su mano buscando valor.

-          Sabes que no  miento – Jay no quiso parecer esperanzador, pero realmente quería terminar con eso arreglar ese mal entendido y abrazarse a   ese niño con fuerza -  no a ti – dijo con firmeza.

-          Quiero saber exactamente que pasa – levanto la mirada para encontrar a Jay desplomando los hombros.

-          Mal descubrió por que Carlos se desmayaba- comenzó sentándose a la orilla de su propia cama  -    e intento arreglarlo, salvar su vida  entonces tú de alguna forma llegaste – suspiro quitándose la gorra en su cabeza y pasando los dedos por entre sus cabellos -   no lo supimos hasta después y para entonces ya eras importante para nosotros – levanto la mirada sonriéndole suavemente tratando de transmitirle la honestidad en sus palabras -  lo siento pero de alguna forma la maldición de Maléfica sigue drenando la energía de Carlos y tu tomaste su lugar  como un remplazo – su rostro mostraba preocupación, ira y tristeza todo entre mezclado - y ella esta…

-          Matándome lentamente – completo sus palabras porque todo entonces tenía sentido, el hecho de ser llamado un reemplazo, porque lo era para el hechizo de Maléfica era el sustituto de Carlos, aquel de quien debía alimentarse esa maldición -  ¿por qué no me lo dijiste? – ahora se sentía estúpido por llegar a dudar de Jay, pero de igual manera molesto por ser dejado de lado en algo tan importante, era su vida santo cielos.

-          No quería – Jay mordió su labio no queriendo aceptar la verdad -  no podía escucharte arrepentirte por venir –termino atrapando la mirada dolido, pues había sido precisamente eso lo que el chico le había dicho por última vez, el deseo de no tener  nada que ver con ese mundo, con él.

-          ¿Me amas? –ni siquiera noto el momento en que Cameron se levantó y cruzo la habitación, cuando escucho su voz, cuando fu consiente de aquéllas palabras ese chico ya estaba parado frente a el mirándole con anhelo.

-          Daría lo que fuera por ser yo quien tuviera esa maldición si así estas libre – nunca dudo, Jay le miro con tanta sinceridad que sus palabras causaron aquella sensación de calor en su pecho pues sabía que había verdad en ellas.

-          Necesito tiempo  para asimilarlo – fue todo lo que dijo en su lugar, porque aún estaba dolido, aun debía acostumbrarse a que estos chicos no eran buenos comunicándose y que al parecer estaba muriendo -necesito saber si todo esto es real o – y sus dudas surgieron en un último minuto, aquellas que aun persistían en el fondo de su mente como las memorias de Carlos.

-          Lo es – Jay de inmediato intervino -  tan real que duele como el infierno.

-          Realmente lo siento –  susurro nuevamente tomando la  mano de Jay para entregarle el pendiente de su madre, para regresarle aquello tan valioso que se vio obligado a entregar.

-          Creo haber dicho que era tuyo – pero él se negó, levantándose de la cama empujo dicho pendiente nuevamente al joven.

-          No puedo – insistió - Jay es importante para ti, no lo merezco.

-          Te  equivocas – y ese chico volvía  ser perfecto, Jay tomo el pendiente con suavidad solo para ponerlo con mucho cuidado en la oreja  de Cameron, claro que solo fue sobre puesto algo simbólico puesto que no tenía la perforación para colocarlo por completo -  perfecto – le sonrió con aquella brillante sonrisa llena de dientes afilados que realmente no debía derretirle si no atemorizarle.

-          Jay.

-          Era de mi madre – dijo finalmente volviendo a mirar sus ojos - luce bien en ti – coloco un par de rizos detrás de su ojera igual como había visto a Ben hacerlo muchas veces con Mal -  quiero que lo tengas por favor – susurro casi con esperanza de no ser rechazado -  Te amo – termino acunando su mejilla.

-          Lo sé  - fue todo lo que pudo decir en ese momento Cameron  presionándose contra aquel contacto y mirándole a los ojos.

 

Cameron no pudo decirlo, esa tarde simplemente no pudo en su lugar Jay consiguió algo de comer y se sentaron juntos a jugar videojuegos como antes, al día siguiente empezaron nuevamente a desayunar juntos y a volver a estar en su acostumbrada rutia, Evie aplaudió gustosa ante su reconciliación, Mal solo levanto una ceja en su dirección cuando les vio bromeando nuevamente y Ben  el pobre rey resistió el impulso de bombear un puño al aire de satisfacción.

 

Azis volvía a hacer burlas contra ellos juntos, Mal discutía nuevamente en   guerras llenas de sarcasmo con él, Evie volvió a usarlo de modelo, Ben le agradecía cada vez que podía, cada uno de ellos simplemente le daban las gracias por entrar en su pequeña familia.

 

Poco a poco todo regreso a lo que era, dos días después Jay volvía a abrazarle o tomar su mano con suavidad, una semana después volvían a dormir abrazados en la misma cama como siempre, para el final del mes Cameron había besado sin pensar a Jay ante algo que dijo, un pequeño beso casi sin importancia.

 

Ellos iban a estar bien.

****************

 

Cameron llego justo a tiempo, Jay se había limitado a dejarle un simple mensaje con Evie una invitación a ir a su loft aquel  que aún seguía reparándose, hubiera estado molesto si no fuera por que afortunadamente Ben y Mal le acercaron al lugar tenían una cita en algún lugar ridículamente caro por lo que una limosina les había recogido, Evie le había empujado al auto para murmurarle algo a Mal y esta aceptar llevarlo.

 

Así que todo estaba muy sospechoso, las cosas entre ellos aún seguían un poco lentas por la última pelea, no, por aquella confusión a la cual Cameron y sus dudas le inundaron, suspiro frente al edificio luego de despedirse de los jóvenes amantes, dándose valor para continuar para aceptar cualquier cosa que viniera de Jay, lo que él esperaba una reconciliación, quería olvidarlo todo pero nuevamente no sabía cómo, no quería admitir frente a ese chico lo mucho que estaba celoso de un recuerdo, del ser al que debía personificar, lo mucho que le dolía ser  un remplazo.

 

Una amable anciana entro entonces por la puerta invitándole a pasar con ella al interior, como un buen chico Cameron le ayudo con las enormes bolsas que la pobre mujer llevaba, ella le saludo gustosa  ignorando el extraño color de su cabello, entonces al llegar a su departamento ella se despidió con gran amabilidad, preguntando adónde iba, en cuanto el menciono el piso, la anciana sorprendida retrocedió, le recordó entonces de  la primera vez que le vio Cameron sonrió así mostrando sus afilados dientes que ahora eran parte de su ser causándole aún más miedo.

                          

Ella sabía, no tenían que ocultarse pero sin embargo aún había gente de Auradon que evitaba a los chicos de la isla, algunos podían pasar desapercibidos con facilidad como era el caso de los gemelos Gastón cuyos dientes no eran afilados y cuyas facciones eran normales, otros no eran tan bendecidos, pues aun con su peculiar color de cabello sus dientes afilados demostraban su naturaleza, un niño villano era lo que todos veían y en aquél edificio todos ya temían al chico que había comprado el   loft del lugar, un delincuente era lo que seguramente les parecía Jay a todos aquellos que vivían con tranquilidad, Cameron  jamás sufrió discriminación alguna  su abuela la había sufrido y muchos de sus primos aun lo hacían debido al color de su piel pues aun en estos tiempos había idiotas que creían ser superiores a los demás, pero el no, había nacido con la hermosa piel de su madre, con los ojos perfecto y rizos hermosos, el jamás sintió tanto rechazo por eso ahora le era extraño, no estaba preparado para tal cosa, ser discriminado por algo que no era su culpa por simplemente nacer diferente.

 

En la escuela no le tomo importancia, muy pocos se atrevían a mirarles con enfado debido principalmente a Ben, y cuando llegaba a pasar Cameron siempre tuvo a su lado  a alguno de sus amigos por lo que nunca le dio tanta importancia, pero ahora lejos de todos se sintió abatido, la ansiedad de ser excluido por algo tan tonto como su ascendencia le hizo sentir pequeño, minúsculo, se preguntó si así es como se sentían todos sus primos cuando les veía triste, cuando algún idiota se creía mejor que ellos, sacudió su cabeza para ignorar aquella angustia, él iba a superarlo  no dejaría que algo como ser discriminado le afectara tanto, esta era su vida ahora una que eligió vivir y no se iba a lamentar.

 

Abrió la puerta del departamento antes de arrepentirse, pues esta se notaba entre abierta, seguramente Mal le había avisado que vendría de no ser así ya tendría una charla con Jay por ser descuidado, su cabeza aun venia agachada por lo sucedido, sus ánimos por los suelos  por lo que se limitó a cerrar la puerta sin mirar al frente,  la casa estaba en total oscuridad ni siquiera la luz por los grandes ventanales lo iluminaban, entonces como si el momento fuera preciso todo se ilumino, decenas de bombillas colgaban del techo en diferentes alturas, alumbrándolo todo como estrellas en la noche  en medio de estas Jay acomodaba la última bombilla para proceder a mirarle con una gran sonrisa.

 

-          ¡Wow! – se acercó impresionado.

-          ¿Te gusta?- la voz esperanzada del chico era palpable.

-          ¿Robaste todas las bombillas de la ciudad? - bromeo   mirando a su alrededor,   como aquellas luces se reflejaban por las ventanas causando un efecto mucho mayor.

-          Cameron- Jay llamo su atención entonces tomando una de sus manos – no soy una persona paciente, ni siquiera soy bueno del todo – empezó su discurso, aquel que había ensayado desde que se prometió hacer todo mejor  –Chad tenía razón me encanta lastimar a los demás y tomar lo que deseo pero – levanto entonces su mirada una llena de total honestidad – pero cuando estoy contigo siento que puedo ser mejor, toda esa ira desaparece  cuando te traje aquí la primera vez – cerro por un segundo sus ojos pensando bien sus palabras – no, cuando te bese luego de encontrar  las cosas robadas yo de alguna forma sabía que no eras Carlos, sé que  lo digo mucho, que antes de ti un “te amo” era tan fácil para mí como decir hola, pero cuando te lo digo es porque realmente lo siento  – suspiro – perdona por hacerte sentir como un remplazo, lo que trato de decir es que yo te necesito Cam, te necesito tanto aquí – tomo su mano para llevarla a su pecho justo sobre su corazón – porque aun cuando yo soy  el ladrón de los dos, tú te has robado mi corazón y está bien porque quiero que lo tengas, te amo Cameron Boyce a ti, solo a ti.

-          Jay  yo lo siento – susurro el chico alejando la mano rompiendo sin saber su corazón –dolió como el infierno – continuo murmurando negándose a mirarle – saber que era un reemplazo aun duele, sé que no es así pero  - levanto la mano para silenciar la protesta de Jay – realmente sentí que lo era,  se supone que de los dos yo debería ser el  que más entienda sobre el amor y sin embargo estoy tan confundido, quiero golpearte la mayor parte del tiempo y la otra solo besarte  y sin embargo te elegí, sobre mi familia Jay, deje todo un mi universo para ti, solo por ti.

 

Y la sonrisa de ambos jóvenes fue radiante, Jay se acercó entonces con mucha delicadeza para besar sus labios, Cameron correspondió gustoso, deleitándose en su boca entregándose por completo a aquel chico que le amaba totalmente y todo miedo o ansiedad fue borrado por los labios de Jay, todos sus miedos e inseguridades fueron sanados por sus caricias, todo el dolor simplemente desapareció porque ahí entre los brazos de aquel chico Cameron se sintió en casa.

 

Los besos subieron  de intensidad, aquellos jóvenes se aferraron el uno al otro con fuerza, con temor a volver a separarse a perderse nuevamente, la cena, aquélla que Jay había colocado con cuidado en la única mesa del lugar fue olvidada a favor de la reconciliación, Jay le guion con suavidad, a pasos tentativos hasta el otro lado de la habitación donde una hermosa cama adquirida recientemente se encontraba, le empujo entonces para dejarle caer  siguiéndole casi de inmediato volviendo a unir sus bocas en dulces besos que decían más que las palabras.

 

-          ¿Porque hay una cama aquí? – Cameron pregunto cuando al fin Jay deslizo sus labios al cuello de chico, sus manos nunca dejaron de vagar  por todo el cuerpo debajo de sí.

-          Aún están reparando la habitación – Jay se detuvo levantándose en sus manos para mirarle avergonzado - tenía la esperanza – susurro acompañado de un leve sonrojo en su piel canela, Cameron sentía la necesidad de burlarse de decir algo sarcástico, alguna broma sobre estar siendo aprovechado traído a una trampa como una mosca, pero entonces la mirada de Jay volvió a posarse en sus ojos y mucho más avergonzado que nunca el hablo -  es tu primera vez técnicamente, quería que fuera especial –y ahí estaba otra vez, el lado humano de Jay, aquel que ninguna otra persona podía ver, la vulnerabilidad en aquel chico que siempre solía sacar frente a él, Cameron se sintió maravillado por poder ser aquel que lo viera así, que causara tal conflicto en el joven.

-          Eres un jodido romántico empalagoso – sonrió elevando los brazos para acunar su rostro, para volver a besarle con tanto amor y acariciar su espalda, para volverá reunirse con el ser que amaba.

 

Jay continuo, volvió a envolverle con su cuerpo aceptando gusto los besos, deleitándose con su piel, saboreando cada parte de su ser por completo, se alejó un poco solo lo suficiente para levantarse y sacar su camisa en cuando Cameron lo noto hizo lo mismo,  aun cuando los botones de su camisa no estaban cooperando  el pecoso niño aparto solo la mirada un segundo, un instante del cuerpo de Jay para deshacerse de su molesta ropa cuando lo vio, Jay  estaba luchando por salir de sus pantalones  pero lo realmente impresionante lo que le dejo sin aliento no fueron sus esculturales abdominales o como sus músculos se contraían ante cada movimiento de Jay, no eso era deleite para sus ojos pero había algo más.

 

No había camiseta.

 

La barrera que Jay había tenido que usar todo ese tiempo, aquello que lo hacía sentirse seguro no estaba en su acostumbrado lugar, el árabe no estaba usando camiseta, en todo el tiempo que lo conocía, las pocas veces en que ambos se desnudaron unos a otros para besarse sobre la cama, la única vez que tuvieron sexo Cameron vio la atención de Jay, la aprensión por deshacerse de su coraza y sin embargo ahora, justo hoy Jay no le llevaba puesta.

 

Él casi rompe a llorar al entender el significado de esto, porque Jay confiaba tanto en Cameron, porque ese niño le había ayudado tanto que al fin se sentía libre.

 

 Esto casi hace que se pierda el nuevo tatuaje, solo unas letras, una palabra, un nombre.

 

Cameron.

 

Tatuado a la altura de su corazón estaba su nombre, con letras claras en la más perfecta caligrafía estaba escrito Cameron, puede que nadie más entendiera el porqué de ese nombre pero para él, para ese niño que se sentía una copia lo fue todo, porque con eso Jay dejaba en claro a quién pertenecía su corazón, tanto así que quedaría grabado en su piel de por vida.

 

Jay le trajo a la realidad completamente desnudo volvió a inclinarse contra él, beso sus labios con suavidad mientras sus manos ayudaban a su pecho a salir de la camisa a medio poner, sus agiles dedos acariciaron cada musculo, cada costilla de su pecho con delicadeza, su boca pronto repartió besos en cada uno de las pecas que salpicaban su piel, Jay jugo pasando su lengua por uno de sus pezones volviéndole loco al instante mandando su mente de paseo en una remolino de emociones.

 

Ni siquiera noto cuando sus pantalones desaparecieron, cuando Jay beso su cadera abrió los ojos nuevamente para mirarle, sus manos ahora se apoderaban de su trasero, apretándole con suavidad  mientras aquella sonrisa libertina adornaba su rostro, entonces todo cambio Jay volvió a depositar un beso, un suave toque, una súplica silenciosa, el permiso para continuar, Cameron lo entendió soltó un suspiro para abrir más las piernas, para dar su aprobación aun lleno de miedo pero sin ninguna duda.

 

La sonrisa de Jay valió totalmente la pena, acercándose entonces para degustar un nuevo beso, pronto se vio girado, su amante le dio vuelta sin esperarlo su espalda se vio cubierta entonces de los labios, de aquellos que volvían a besar cada peca disponible, que intentaban reclamar cada extensión de su cuerpo buscando dejar su huella en él, en territorio virgen, pues Jay era el primer chico que le tocaba  de aquella manera, sus labios descendieron  cada vez más, miles de sensaciones inexplicables se arremolinaron en su interior, sus manos se aferraron a las sabanas en busca de estabilidad pues nuevamente parecía perderse, un gemido murió en sus labios pues de  pronto todo se detuvo, las caricias, lo besos, el calor del cuerpo sobre él se detuvo de golpe.

 

-          ¿Jay? –pregunto dudoso el chico, levantando la mirada sobre su  hombro ante el contacto perdido temeroso ante algún rechazo, ante la posibilidad de que Jay cambiara de idea, que se diera cuenta que salir con alguien tan inseguro como Cameron era una molesto, como si de un momento a otro aquel joven dejara de amarle.

-          Tu trasero – susurro Jay sin dejar de mirar dicha parte en total concentración confundiendo más a Cameron quien en definitiva no esperaba eso - está lleno de pecas – bien ahora el chico debajo de el parecía soltar un suspiro de alivio u odio ante el estúpido pensamiento de su novio, porque hola claro que tenía pecas ahí, estaban por todo su jodido cuerpo, ¿qué rayos esperaba corazones?  - Carlos no tenía tantas pecas – y ahí estaba la razón por su asombro, Cameron a veces olvidaba que Jay y él tuvieron algo, que si bien no era formal que solo era algo sin valor aun dolía, dolía porque le hacía preguntarse todo el tiempo si acaso Jay solo veía al hijo de Cruella en él, porque era precisamente por eso que tuvieron esa pelea, porque realmente le hacía sentir totalmente diminuto - me encanta - continuo Jay para reanudar sus besos, para asegurarse de borrar cualquier duda nuevamente con sus simples labios.

 

Lo había notado, el momento en que su hermosos novio fue dolido por sus palabras, aquellas que dijo sin pensar, por lo que se disculpó de la mejor manera que sabía hacerlo, dejo que sus acciones dijeran las palabras no dichas, de hacerle saber que no era a Carlos a quién veía todos los días, que era por Cameron por quien desafío las leyes, que fue por ese niño que se atrevió a tanto, por mirarle solo una vez más, Jay se aseguró de besar  cada una de esas pecas todas ellas, incluso las más escondidas, separo sus mejillas para deleitarse con la piel ahí, sacando cada vez más nuevos y deliciosos gemidos de Cameron quien intentaba  ahogarlos con la almohada bebiéndoles con gusto animándole a continuar, beso su entrada con suavidad causando un gemido sorprendido de Cameron, cuando su lengua se atrevió a entrar aquel chico soltó el gemido más obsceno que jamás hubiera escuchado, se  dedicó entonces a amarle, a  mostrarle lo  buen amante que era, acaricio su entrada con maestría, se delito sacando más y más gemidos, se ayudó de sus dedos para provocarle más placer, pues quería darle eso, quería tocar aquel punto sensible y verle correrse solo con su boca.

 

-          Jay para – Cameron empezó entrar en pánico, la lengua de Jay le tocaba en lugares que jamás pensó existían  llenándole de un placer enorme  deseando más a cada instante, pero al mismo tiempo quería pararlo,   detenerle pues sentía correrse en cualquier momento, el orgasmo  corriendo por sus venas listo para explotar - ¡para maldita sea! – se las arregló para golpearle con una almohada, llamando así la atención de aquel que no quería dejarle ir, porque Cameron no quería terminar así, no  para su primera vez al menos.

-          ¿Qué carajo Cam? – Jay levanto su cabeza de golpe frunciendo sus cejas ante el comportamiento errático del niño pues no hace unos segundos gemía de placer y ahora parecía enojado mirándose totalmente  adorable con sus mejillas sonrojadas y su cejo fruncido.

-          No quiero venirme – intento girarse moviéndose un poco mientras hablaba -  no así, quiero… -y cayo, sus mejillas adquirieron un tono carmín que no creía posible volviéndole mucho más adorable totalmente avergonzado como si no estuviera totalmente desnudo y con él devorándole con la boca.

-          ¿Sí? – el enfado de Jay fue olvidado por completo  levantándose un poco solo para poder mirar mejor a su ahora nervioso novio,  entendía lo que pasaba pero en definitiva quería oírle decirlo.

-          ¿Vas a hacerme decirlo? -  murmuro molesto el niño moviéndose cada vez más para poder girarse, pero Jay le sostuvo con fuerza de las caderas dejándole en claro que no iba a ninguna parte.

-          Absolutamente – sus sonrisa se hizo enorme, los dientes afilados se alinearon en una mueca que a cualquiera podía llenarle de terror y sin embargo a Cameron le estremecieron por un motivo completamente diferente – dilo – pidió acariciando su cintura con suavidad animándole - ¡dilo! – ordeno entonces realmente desosó de querer escuchar tales palabras de la boca dulce del pecoso - ¡hazlo o no lo hare! – empujo su pene entonces totalmente erecto entre las mejillas lechosas de Cameron quien hundió nuevamente  su cabeza entre las almohadas  soltando un murmullo incomprensible – no te escuche -  sonrió victorioso al notar que había ganado, que Cameron diría tal cosa.

-          Dije – pero no fue así aquel niño solo tomo fuerzas para empujarse con sus brazos haciendo palanca aprovechando el que Jay estuviera tan confiado y al fin girarse – que lo hare yo mismo entonces – y nuevamente Jay fue sorprendido pues aquel niño, su adorable y “sumiso” novio le empujo por los hombros para girar nuevamente dejándole contra el colchón, Cameron se posiciono entonces sobre las caderas de Jay sonriendo totalmente petulante, sus manos se deleitaron entonces con el pecho marcado frente a él, ahora era el turno de Cameron para tocar, explorar aquel cuerpo tan magnífico, inclinándose para besar este, para pasar su lengua descaradamente por el pezón de Jay sin dejar de mirarle haciéndole soltar un jadeo, el movimiento de sus caderas le hizo recordar lo sucedido momentos antes, Jay empujo entonces su pelvis  rosando nuevamente su hombría contra su trasero fue el turno entonces del pecoso para gemir, sus manos se cerraron en puños sobre su pecho  deteniéndose por completo -  necesito – jadeo el niño empujando su trasero tentativamente contra la  erección de Jay quien comprendiendo el mensaje busco entre las almohadas de la cama una botella de lubricante y la empujo en sus manos, aquel niño levanto una ceja ente esto pero sin queja alguna vacío el líquido en sus dedos llevándolos a su entrada donde se aseguró de lubricarse aún más, cuando aquellos finos dedos se cerraron contra su pene para lubricarle, Jay se aferró de las caderas del chico sobre él, poco a  poco Cameron  le llevo, introdujo con cuidado cada centímetro de su hombría en su interior soltando un jadeo a cada paso.

-          Joder- la sensación era increíble, tanta calidez rodeándole, tan apretado, simplemente perfecto, virgen y puro,   Jay tuvo que morderse los labios para no arremeter con fuerza contra aquel que aun intentaba normalizar su  respiración  acostumbrándose a tenerlo dentro de sí, esto era mucho más difícil que la última vez, mucho más placentero, porque esto no era Carlos, este era Cameron, su cuerpo, su alma todo y cada uno de ellos entregados a Jay por propia voluntad.

 

Pronto aquellas caderas empezaron a balancearse apoyando sus manos en su abdomen  Cameron comenzó un ritmo lento pero delicioso,  su cuerpo moviéndose a su propio deseo tomando el control  por completo de la situación, torturando   a Jay que realmente quería girar y tomar al niño sin contemplaciones, pero no lo hizo, cedió el control en el dormitorio por primera vez en su vida, dejo que ese chico se moviera como quisiera, que fuera él quien marcara el ritmo de aquellas embestidas mientras sus dedos empezaban a marcarse en su pálida piel.

 

Las manos de Cameron soltaron pronto su piel, Jay entonces fijo su vista en aquel  niño, que jadeante acompañaba sus movimientos en una suave danza, aquellas manos jalaban de sus cabellos, acariciaban su pecho, buscaban sus propios labios perdido en el placer, para Cameron todo era nuevo, las sensaciones era mucho más intensa  en su propio cuerpo, el dolor  inicial pronto iba  convirtiéndose en placera a cada segundo pues desde aquella posición podía golpear justo el punto que causaba más placer para él, podía sentir las uñas de Jay empezar a enterrase en sus  caderas, aquellas que se balanceaban en una danza.

 

Jay miro al niño sobre él, aquel hermoso ser que se movía en una danza preguntándose si era así como lucían aquellas bailarinas que su padre tanto recordaba con anhelo, pues frente a él estaba la escena más erótica que pudiera presenciar.  

 

-          Jay  - Cameron volvió a gemir su nombre acelerando sus movimientos, incitando a Jay por mas –bésame – pidió entonces inclinándose para llegar a boca juntándolas en un tan necesitado beso.

-          Mierda si  - Jay acelero sus embestidas empujando con fuerza contra el interior del niño, sintiendo el orgasmo de cerca.

 

Cameron volvió a alejarse sus manos nuevamente en puños se aferraron a su abdomen para sostenerse mientras arremetía con más fuerza, Jay le mantenía sobre sus caderas empujándole con más fuerza el orgasmo al borde de su piel, abrió sus ojos aquellos que no supo cuando los había cerrado para mirar la cosa más bella  de todas aquel bello niño que se balanceaba sobre él con los labios entre abiertos y sus ojos fuertemente cerrados, lo miro sorprendiéndole por completo, pues no había lujuria, no había deseo al verle así, era algo nuevo completamente diferente que le asustaba y agradecía al mismo tiempo, un sentimiento totalmente nuevo, uno que le aterrorizaba, torturaba de la peor manera pero al mismo tiempo disfrutaba, amor. 

 

De un momento a otro se detuvo de golpe, paro aquellos movimientos tan deliciosos confundiendo Jay pues su amado empezaba a derramar lágrimas, alarmado  se levantó en sus codos intentando alejarse, buscando la manera de dejar de seguir haciéndole daño, pues estaba seguro que de alguna forma le había lastimado nuevamente, pero Cameron le sostuvo con firmeza debajo de si limpio sus lágrimas e intento poner buena cara acariciando su mejilla, Cameron le miro con tanto amor que Jay podía sentir el fuerte latido de su  corazón, le vio inclinarse entonces con lentitud y besa sobre su corazón, las letras que había grabado en su piel mientras susurra un “te amo”.

 

Jay había tenido mucho sexo, para su corta vida contaba con numerosa experiencia sexual, se había acostado con innumerables chicos y chicas en la isla, con hombres mayores y mujeres adultas que le mostraron los placeres de la carne, lo había hecho por negocio, para conseguir cosas y por simple deleite, incluso en Auradon había jodido con un par de chicas y tomado la boca de un chico todos mojigatos que simplemente anhelaban la emoción de salir con alguien peligroso, se había acostado con Carlos, con Evie incluso casi con Mal, Jay había tenido mucho más sexo que cualquier chico a su edad debía y sin embargo en aquel momento por primera vez en su vida Jay hizo el amor.

 

Cameron se vino en un grito ahogado arrojando su cabeza hacia atrás con los labios entre abiertos y mejillas sonrojadas ante la mirada de Jay quien se aseguró de guardar aquella imagen en su memoria, Jay le siguió poco después empujando  sus caderas aún más de lo necesario, sus uñas enterrándose en la fina piel del niño sobre de él, cayeron rendidos después de eso, Cameron simplemente se inclinó contra él para empezar el beso más delicioso y lento de la historia, entre pequeñas mordidas y picotazos llenos de amor intentando recuperarse de aquel orgasmo.

 

-          Si – murmuro al fin luego de lo que parecían horas de solo mimarse entre sí - la respuesta es sí, a tu pregunta la que me hiciste hace tiempo – dejo entonces de hacer patrones imaginaron el piel canela del chico que le miraba confundido - quiero vivir contigo Jay, quiero estar a tu lado – comprendió entonces de que se trataba de aquella pregunta cuya respuesta nunca fue dada, aquella que fue olvidada por una confesión y la felicidad de ser correspondidos - pero con una condición.

-          Lo que quieras babe –la sonría de Jay era enorme,  Cameron podía pedirle un puto elefante  en aquel momento y Jay saldría corriendo a buscar uno solo porque si, por que su corazón latía a mil por que se hermoso chico había aceptado el inicio de lo que parecía una vida juntos.

-          Tienes que ir a la universidad – le miro con firmeza sin aceptar un no por respuesta - tomare un empleo también, sacaremos un préstamo estudiantil no se pensaremos en algo pero definitivamente no quiero que abandones hacer lo que amas – su dura mirada entonces se suavizo, Cameron acuno la mejilla de Jay para acariciarle con el pulgar suavemente -  sé que gustas de destrozar personas en Tourney  así que tomaras la beca, si Jay vi la carta en la basura – respondió rápidamente ante la mirada de sorpresa y confusión de Árabe, porque así como Cameron podía entrar a una escuela de danza  nadie dudaba de sus capacidades, Jay había tenido ofertas, numerosas ofertas de universidades con equipos de Tourney o cualquier otro deporte para entrar ahí  con beca completa y todo, una de ellas era la universidad de Auradon, aquélla que estaba  al otro lado de la ciudad pero lo suficientemente cerca del loft como para poder funcionar.

-          Realmente Cameron – Jay se inclinó para juntar sus frentes cerrando los ojos disfrutando simplemente de la sensación del amor que su corazón derrababa por ese  niño - cada día encuentro algo nuevo para enamorarme de ti- soltó con total franqueza, porque si Jay estaba enamorado, simplemente le amaba como jamás pensó hacerlo – iré entonces a la universidad- murmuro sonriente.

 

Sus labios volvieron a unirse perezosamente, llenos de ternura, de amor   Cameron sobre su estómago encima del pecho de Jay y las manos de este abrazando sus cintura bajando hasta su trasero donde nuevamente volvía a acariciar su magullada entrada con un simple dedo.

 

-          Jay para – Cameron rompió el beso jadeante ante aquello – duele – murmuro mordiendo el labio como aquel dedo se adentraba más en su agujero, pues el dolor ya empezaba a filtrarse en él.

-          Solo un poco – gruño Jay en su oído mordisqueando el lóbulo de su oreja con deleite.

-          A ti no es a quién va a dolerle el trasero mañana – aquel chico soltó un manotazo sobre el pecho del mayor quien de inmediato empezó a reír por su actitud - que tal si yo la meto mejor – señalo molesto empujando un dedo en el hombro de Jay para hacer énfasis.

-          Tal vez si eres un buen chico te deje hacerlo – respondió él sorprendiendo a Cameron que realmente no se esperaba tal  disposición de árabe.

-          ¿Enserio? – le miro animado totalmente deseoso  de intentarlo, de poder intentarlo todo con Jay, con el chico que amaba.

-          Algún día tal vez – prometió  sonriente empujando dos dedos contra su entrada dejándole en claro que no sería esta noche.

-          ¡Jay! – indignado se sobresaltó pero este le silencio con un nuevo beso lento, perezoso donde sus lenguas se acariciaban una a la otra, Cameron no llego a hacerlo esa noche en su lugar se permitió ser estirado nuevamente por aquellos dedos de Jay, dejo que este le diera la vuelta sobre la cama  estableciéndose entre sus piernas, dejo  que le embistiera nuevamente con suavidad contra su cuerpo, mañana estaría dolido seguramente.

 

Pasaron la noche ahí en una loft a medio reparar, entre la suave luz de las bombillas que parecían estrellas  con la ciudad nocturna fuera de la ventana, se quedaron ahí hasta  agotarse haciendo el amor, mostrándose cuanto se amaban y cuando terminaron, cuando sus cuerpos no pudieron más, Cameron se acurruco contra Jay para dormir esta vez sin miedo sabiendo que al despertar el seguiría ahí, con él, en su hogar.

 

Jay despertó a la mañana siguiente su mano busco tentativamente aquel otro cuerpo, la fuente extra de calor ausente, levanto entonces de golpe sintiendo tal vez una pisca de miedo al no encontrar a Cameron.

 

-          Buen día bella durmiente – La voz de Cameron del otro lado de la habitación le llego, Jay le vio entonces llegar a él con una taza de lo que parecía ser café humeante, aun cuando llevaba puesta su chaqueta Jay fue privilegiado con la vista de las caderas desnudas de su amante, los moretones de sus dedos ya formados eran vistos justo antes de perderse en los bóxer.

-          Estas vestido – gruño jalándole para  que este se sentara a su lado en la cama aferrándose a su cintura, se acercó entonces para tomar un poco de Café pero Cameron de inmediato lo alejo de su alcance - ¿Qué no hay café para mí?

-          Nope – negó haciendo una mueca infantil y luego tomar un largo sorbo – es tu castigo por dejarme dolido.

-          Anoche no te quejaste – Jay rodo los ojos ante su respuesta.

-          Recuerdo  decirte que pararas – frunció su nariz negándose a admitirlo completamente, Jay suspiro dándose cuenta que realmente no iba a tener café recién hecho directo en su cama, él había traído dicho café santo cielos, y aun  así no había un poco consideración para él, se levantó entonces completamente desnudo, Cameron silbo   ante aquélla fantástica mirada escondiéndose detrás de su tasa cuando Jay giro a verle complacido y totalmente presumido  se estiro flexionando sus músculos más de los necesario solo porque podía – realmente deberías poner las cortinas que Evie te dio – comento casualmente Cameron, Jay dejo de estirase  mirándole confundido ante el cambio de tema, pues realmente no creía que el sol que entraba molestara mucho entonces el chico señalo hacia la ventana haciéndole girarse también.

 

Una chica  tal vez un poco mayor que Jay le miraba fijamente desde el edificio de al  frente, llevaba también una taza entre sus manos y cuando noto que Jay le miraba esta levanto su pulgar  en su dirección, no entendió al principio entonces más abajo, solo un piso otra mujer gritaba escandalizada cubriendo los ojos de su hijo de tal vez doce años que le miraba desde la ventana,   reacciono al fin.

 

Estaba totalmente desnudo y les daba a sus vecinos, entrometidos vecinos un gran espectáculo el cual fue aún más grande cuanto tras la revelación tropezó en un intento de alejarse y cayó al suelo sin ninguna gracia, Cameron soltó una carcajada de inmediato Jay levanto una mano y atino a jalar la sabana para cubrirse y levantarse al fin, a él no le importaba que lo vieran no le importo en la isla, no lo hacía aquí, pero de nuevo este lugar estaba regido por diferentes reglas algo así  no era para escandalizarse de dónde venían, pero aquí la decencia publica dictaba lo contrario y esos serían sus vecinos de ahora en adelante definitivamente ya tenía más que agregar a su reputación de delincuente.

 

Cameron se acercó  abrazándole por la espalda, la chica del departamento de enfrente a un le miraba sin   pudor, Jay estaba cubierto pero realmente debió ser incomodo, entonces Cameron como el maldito infeliz que era beso su mejilla suavemente, guiño el ojo a la chica  y procedió a empujarle a la cama subiéndose sobre él.

 

Ellos no escucharon el grito de emoción de la otra chica y como desapareció de ahí, ella se propuso ese día hacerse   la mejor amiga de esos dos, mientras Cameron y Jay tuvieron una mañana llena de besos y caricias, al llegar de nuevo a la escuela y en cuanto entraron en la visión de las chicas, Evie solo chillo emocionada mientras Mal se limitó a llamarlos “repugnantes” pero con una sonrisa en la cara, más tarde Ben chocaría los cinco con Cameron y Doug le pagaría  al rey 20 dólares pero bueno eso no lo supieron.

 

La vida en definitiva era buena.

 

Y todo era perfecto  hasta que ya no lo fue.

 

Capítulo 23: La magia del amor.

 

"Uno a uno, todos somos mortales; juntos, somos eternos." - Francisco de Quevedo.

 

Esa mañana Jay había sido llamado por el hada madrina, ella por lo regular no así eso, el correo llegaba a las habitaciones de cada uno de los niños pero al tratarse de algo tan importante el hada madrina hizo una pequeña excepción, después de todo Jay sería el primer chico de la isla en graduarse de la escuela todo un logro, el primero de toda una generación dado que aun cuando los gemelos Gastón debían salir con Jay estos estaban atrasados un año más, así que Jay sería el primero en terminar la preparatoria y por lo que fue el primero en ser citado hace meses con ella para preparar su información para las universidades, discutieron de su futuro algo que el joven acepto no creyó tener en la escuela, sin embargo animado por sus amigas e incluso Carlos, el hada  se sorprendió de que fuera ese niño quien gritara indignado cuando Jay rechazo enviar solicitudes y simplemente le regaño alegando que era importante su educación, pero bueno eso fue hace meses ella no sabía que era Cameron quién preocupado empujo a Jay a hacerlo.

 

Las calificaciones del chico eran impresionantes, para ser alguien cuya educación eran definitivamente no asistir a la escuela sus notas eran notables, Jay no tenía casi ninguna baja calificación, con excepción de algunas cosas como galantería para príncipes que realmente parecía odiar pero no era una materia obligatoria realmente así que Jay tenía un buen promedio, estaba en el equipo de Tourney y por si fuera poco fue uno de los que derroto a Maléfica y salvo a Auradon.

 

Era natural que fuera aceptado, a todas y cada una de las universidades fue acepto, algunas con becas completas otras no tanto, todos le dieron una oportunidad como deportista por que el hada madrina sabiendo cómo eran las cartas de aceptación le cito para darle la noticia, Jay entro con miedo a su oficina como si ella lo hubiera cachado robando, eran rumores claro algo se perdía aquí y allá cosas valiosas algunas sin valor pero terminaban por ser encontradas y llevadas a objetos perdidos, ella sabía que era Jay y sin embargo también entendía que le costaría un poco desprenderse de viejos hábitos, por lo que le daría una oportunidad y esperaba que darle las buenas noticias serian suficiente para darle el empujón final para arreglar su vida.

 

La cara abatida con la que miro cada solicitud no era la que esperaba, todas y cada una de las cartas decían aceptarlo y sin embargo ese chico miraba como si el mundo hubiera sido arrebatado de sus manos, antes tenía un plan cuando Cameron le obligo aquel día a llenar solicitudes tenía un plan que fue cambiando en torno a ese niño, ahora solo quería alejarse, no le importaba la universidad nunca lo hizo por lo que ser aceptado no tenía ningún interés para el claro que quería seguir jugando Tourney pero había gastado cada centavo de su fideicomiso en aquel  departamento, y aun que tuviera becas completas necesitaría un empleo o  dos era demasiada presión para él en ese momento, por lo que ser aceptado en universidades no era nada emocionante para él.

 

Jay agradeció sin emoción alguna al hada tomo dichas cartas y salió del lugar esa tarde cuando fue a buscar su cambia de ropa las empujo al cesto cerca de su escritorio y olvido el asunto, el se graduaría de la preparatoria se mudaría a su departamento, buscaría un trabajo y se aislaría de todos, Jay iba a simplemente desaparecer del radar, incluso pensó en irse a vivir al bosque  pero descarto la idea ante la amenaza de Evie de matarle si la obligaba a destruir sus vestidos por ir a visitarlo en medio de la nada.

Cameron regreso un par de horas después de que Jay había salido llego corriendo buscando una hoja importante con una tarea que había tirado sin querer buscándolo como loco, ahí fue donde las vio las cartas tiradas  en el cesto que obviamente leyó sorprendiéndole al ver que estaban tiradas, ellos no se hablaban pero esto era su futuro Jay no podía simplemente echar a perder toda su vida solo por depresión insignificante, así que Cameron haría a un lado su pelea estúpida y obligaría a Jay a pensar mejor las cosas, tomo su tarea que encontró y las cartas para enfrentar a dicho idiota.

 

Lo encontró lejos a las orillas del bosque dudo por un momento el seguirlo toda su valentía desapareciendo entonces vio a otro chico siguiéndole confundido y tal vez un poco alarmado de que Jay estuviera en problemas continuo pero entre más se adentraba al bosque más parecía perderse, encontró al otro joven pero sin rastros de Jay, el otro simplemente parecía mirar dentro de lo que era un tronco hueco sacando una bolsa de este, demonios él conocía esa mochila.

 

-          ¿Qué diablos haces aquí? – llamo con desde  sorprendiendo al chico que ya miraba dentro de tal mochila sacando objetos.

-          Encontrando el escondite de ese ladrón – escupió con veneno  sin miedo alguno – no podrán esconder esto – abrió la bolsa enseñando todos los artículos robados sin temerle a Cameron pues todos sabía que de los cuatro Carlos era el más inofensivo siempre detrás de sus amigos -  Jay regresara a la isla – amenazo y ese fue su gran error.

-          Escúchame bien pequeño idiota – gruño Cameron  tomando de la camisa al niño sorprendiéndole realmente pues toda la gentileza que el chico siempre demostraba fue remplazado con rabia - no sé quién te animo a hacer esto pero lo dejare   claro  - amenazo entre cerrando los ojos en su dirección - una palabra y arrancare tu garganta – mostros sus puntiagudos dientes aquellos que aún se conservaban gracias a la magia de Mal, Cameron molesto por aquella amenaza contra Jay salto en su defensa sin pensarlo dos veces – con mis dientes.

-          No puedes amenazarme – forcejeó para soltarle en un estúpido arrebato de valentía.

-          Nadie va a creerte, después te arrancare la piel y me hare un abrigo – cualquiera que lo mirara en ese momento bien podía decir que era Carlos de Vil pues la mirada asesina que le daba competía con la mismísima Cruella, llena de maldad y promesa de dolor.

-          Es mi palabra contra la de ese ladrón – su voz titubeo un poco asustado pero aferrándose a alguna estúpida valentía.

-          Corrección tu palabra contra la de un amigo íntimo del Rey – empujo al niño para arrebatarle la bolsa con rudeza - a diferencia de ti Jay no es un don nadie, ahora sal de mi vista antes de que cambie de opinión y te convierta en pantuflas – volvió a gruñir amenazante contra el chico que solo asintió  con verdadero miedo -  guaff – ladro para verlo salir de ahí corriendo.

-          ¿Qué diablos fue eso? – y aquella voz le tomó por sorpresa se giró entonces para ver a Mal mirándole, aquélla chica que también le había seguido.

-          Ese idiota encontró el escondite de Jay – dijo como si nada levantando los objetos que habían caído en el forcejeo y cerrando la mochila - le dije que dejara de hacerlo robar no está bien, descuida ya lo controle – se hecho la bola al hombro y camino en dirección a la escuela nuevamente  -  hazte a un lado Mal –  miro con gran seriedad a la chica que simplemente le había cortado el paso.

-          ¿Qué vas a hacer? – ella se cruzó de brazo frente a él mirándole con frialdad, acusadoramente.

-          Llevar el botín a objetos perdidos ¿qué más? – levanto la barbilla desafiante.

-          Sabes de lo que hablo- respondió en su lugar ella dejándole pasar.

-          Ahórrate tus amenazas no me interesa – ni siquiera la miro empezó a caminar como si nada.

-          ¿Quieres volver?  -  dijo luego de uno minutos - a tu hogar – aquellas palabras le hicieron detenerse.

-          No puedo recuerdas – respondió en su lugar - no hay un yo al que regresar – dijo mirando su mano pero negándose a girarse.

-          Si encontrara la forma, ¿lo harías? – insistió ella   -  si eso creí – sonrió con satisfacción al ver como el chico se tensaba y mantenía en silencio -  habla con Jay o voy a …

-          No me das miedo Mal – Cameron se giró entonces para encarar a la chica y mirarle con firmeza.

-          Y tú eres un pésimo mentiroso – tintineo sus ojos brillantes en su dirección sonriente al ver como lo sobresaltaba, Cameron si le temía pero  no por eso iba dejar de de enfrentarle, algo interesante pero estúpido según ella -  puede que  esté bien con tenerte aquí pero Jay es mi familia – le recordó, una amenaza vacía, recordarle que fue ella quien lo trajo y podía remplazarlo en cualquier momento, algo que realmente nunca sucedería pues había llegado a apreciar al niño realmente pero aún tenía que hacerlo entrar en razón de una manera u otra.

-          Ustedes no saben lo que es una familia – soltó en su lugar sorprendiéndola.

-          Carlos no lo era, nunca lo fue- suspiro tranquilizándose ante la verdad de sus palabras -  esperaba que tu si formaras parte de ella – confeso su mirada ya mucho más suave tal vez un poco vulnerable -  supongo que me equivoque – termino para pasarlo de largo y regresar al campus.

 

Cameron se quedó ahí con la bolsa en su hombro pero un  gran peso en su corazón, Mal había seguido a ese niño para hacerlo entrar en razón estaba dispuesta a contarle toda la verdad si con eso traía arreglaba todos y sin embargo termino dolida ante las palabras de ese chico, era verdad ninguno de ellos sabía lo que era una familia, lo que tenían era un ideal, una idea a la que intentaron aferrarse sin importarle las consecuencias en su necesidad por ser felicites, una obsesión que llevo a la muerte a uno de ellos al obligarle a sufrir un martirio.

 

Ninguno de ellos sabía lo que era una familia, lo que era el amor y sin embargo poco a poco estaban empezando a aprender, lo curioso era que fue Cameron quien sin saberlo les había dado el último empujón para unirse realmente, cuando comprendió a Jay, cuando ayudo a Evie, cuando la empujo a ella a ser más afectiva, ese chico los había ayudado a darse cuenta de lo que realmente importaba  y ahora él  no quería pertenecer a esa cosa, a ese intento infantil de una familia.

 

Mal no pudio culparlo, no podía obligarle, después de todo ¿quién quiere ser parte de una familia tan rota como esa?

****************

 

-          Estoy preocupada – Evie entro como ya era costumbre a la habitación o sea empujando la puerta sin tocar para de inmediato pasearse por está tocándolo todo al estar nerviosa.

-          ¿Cuándo no? – frunció su nariz al ver a aquélla empujando sus cosas y dejándolas en otro lado - no voy a ser tu modelo – siguió jugando en su teléfono sentado en su cama -  vete – gruño.

-          Es Jay – ella le ignoro ya acostumbrada a la hostilidad de parte del chico algo que realmente fue extraño al principio al no ser nada como Carlos - perdió su pendiente – insistió alarmada pues aquello era muy importante -  él dice haberlo perdido pero jamás lo haría lo que me lleva a pensar que alguien lo robo y debió ser un príncipe o algo por qué no me quiere decir nada y seguramente está protegiendo al bastardo porque nos amenazó y – empezó a explica rápidamente, porque bueno había esta tan perdida en su nube de felicidad con Doug  que al parecer se perdió varios detalles  de lo que pasaba alrededor así que ahora se enfocaría en lo que acontecía, además Jay lucia miserable algo debía estar pasando.

-          El me lo dio – Cameron respondió sin apartar la mirada de su teléfono haciendo nada a la vez.

-          ¿Qué? – Evie se detuvo en su lugar mirando al joven con sorpresa ante tal declaración, Jay le había dado su pendiente, Jay el chico  romperé-cada-uno-de-tus-dedos-si-intentas-tocarlo-otra-vez le dio su más valiosa posesión, ella casi chilla de emoción al saber lo que eso significaba.

-          Me dio su pendiente pero no sé dónde está lo arroje por ahí – desestimo haciendo un ademan con el rostro aun sin prestarle realmente atención - estaba molesto – frunció su nariz l recordar dicho incidente -  no quiero hablar de ello – se adelantó antes de que la princesita le cuestionara más lo que recibió fue una fuerte bofetada por ella - ¿qué diablos? – le miro indignado bajando su teléfono y centrándose en la chica frente a él.

-          Eres un completo idiota – Gruño ella totalmente molesta, sus ojos ya empezaban a sangrar carmín ante tal furia, pues había visto la poca importancia con la que Cameron trato dicho objeto y eso le enfureció.

-          No, ustedes son unos idiotas – Cameron se levantó de golpe empujando a la chica -  Mal y Jay entendieron el punto de dejarme tranquilo, pero tú  me sigues sin importar cuánto te ignore – se alejó para darle la espalda esperando hacer su punto -  no quiero ser parte de nada de lo que tengan que ofrecerme ahora déjame tranquilo.

-          Sabía que algo pasaba entre tú y Jay pero nadie me decía nada – Evie entre cerró los ojos en su dirección pensativa, la ira aun conteniéndose para no dañarle.

-          Creí que eras una especie de genio – se bufo el ganándose otro golpe de la indignada chica -  deja de golpearme.

-          Te lo mereces – suspiro para calmarse y no matar a ese idiota ahí mismo -  era de su madre- dijo finalmente -  El pendiente que tiraste como basura perteneció a su madre muerta – gruño entre dientes mirando fijamente al chico que se sobaba la mejilla ya hinchada.

-          ¿Qué?  - bien eso no se lo esperaba.

-          No se toda la historia  - empezó a explicar al ver como ahora si tenía la atención del chico - una vez intente tomarlo y Jay casi me arranca el brazo, Mal – suspiro recordando -  ella me dijo que  la madre de Jay no era como nuestros padres, ella era buena – frunció su nariz -  algo así, nos regalaba fruta y galletas cuando íbamos a la tienda, todos los niños sabían que ella regalaba dulces– sus ojos denotaron tristeza, envidia, el recuerdo de ver a una de esas pocas mujeres que realmente amaron a sus niños en la isla -  era la única que entendía que nuestro aspecto era realmente una maldición – miro sus afiladas uñas las cuales sin importar cuánto las cortaba volvían a crecer denotando su naturaleza -  ella amaba a Jay –recordaba vagamente ver a esa mujer abrazar con amor al chico  mientras le llamaba de formas tan dulces y tiernas, ser una verdadera madre – siempre se lamentó por nosotros, por Jay - termino con suavidad pues era la única que no encontraba fascinante su apariencia de villanos.

-          Su corazón – jadeo Cameron al recordad las palabras exactas de Jay -  me entrego su corazón – se horrorizo pues había maldecido dicho objeto tirándole como algo sin importancia -  Evie tengo que encontrar ese pendiente  - empezó a buscar como desesperado por todo el lugar -  ayúdame maldita sea.

-          Bien pero terminaras con esta estúpida pelea de una vez por todas – sentencio la princesita empezando a levantar la ropa desordenada que mantenían los chicos.

 

Buscaron por todas partes incluso debajo de la alfombra, al final lo encontraron detrás de uno de los  roperos el cual Evie se negó a ayudar a mover pues no quería ensuciarse, en cuanto lo tuvo en sus manos ella se lo arrebato limpio con un paño y se lo volvió a entregar no sin antes amenazarle con cortarle ciertas partes de su cuerpo muy lentamente, y claro que Cameron no le creyó y mucho menos le tenía miedo claro que no… bueno está bien solo por precaución le dijo que hablaría con Jay.

 

Cuando Evie al fin le dejo solo feliz de ayudar y satisfecha de sí misma Cameron volvió a dejarse caer a la cama esta vez pensativo con el pendiente entre sus dedos acariciando con delicadeza cada parte de esa gema barata, amaba a Jay o al menos se enamoró del chico que poco a poco fue conociendo o de la mentira que este construyo para él, y sin embargo cuando Jay se mostraba tal y como era con todas esos defectos Cameron seguía amándolo.

 

Pero tenía dudas, por su amor a Jay al verlo como algo inherente de él, pero su más grande miedo era que Jay no le amara, no a él, sino a un ideal, a un remplazo de Carlos de Vil y eso era lo que más le dolía.  

 

*******************

 

-          Hey donde esta Jay – Azis llego corriendo al ver a Cameron sentado en aquella ventana donde le gustaba ir a pensar jugando con algo entre sus dedos.

-          Por ahí supongo – susurro sin despegar la vista del pendiente de Jay, aun sin verdaderas ganas de hablar con él.

-          ¿Ustedes rompieron o algo? – frunció la nariz el príncipe dejando caer su mochila y sentándose con él en el ventanal.

-          Algo – suspiro-  supongo.

-          Eso quiere decir que tengo oportunidad – bromeo empujando su hombro tratando de obtener una respuesta menos melancólica del chico que parecía abatido en la miseria.

-          ¿Azis qué quieres? – apretando el agarre en su pendiente Cameron levanto la mirada para ver al príncipe insistente.

-          Que dejes de suspirar cada cinco segundos  - gruño el chico realmente preocupado, después de todo era su amigo-  por favor arregla las cosas con Jay tienes suerte que la temporada acabo esta como idiota todo el tiempo – señalo lo al parecer obvio pues si bien  Jay era de los que se deprimían con furia golpeándolo todo mas ahora solo se paseaba abatido por los pasillos en melancolía.

-          Esa no es mi culpa – desvió la mirada porque si tal vez era la razón de eso.

-          Por favor – bufo el príncipe -  actúa como un perrito apaleado – enfatizo levantando sus brazos -  ¿Carlos estas bien? – detuvo su parloteo cuando el semblante del chico se oscureció más.

-          Quiero regresar a casa – murmuro bajito al escuchar sobre Jay, levantando sus piernas sobre la ventana y abrazándolas cerca de su pecho deseando poder regresar al mundo donde no tuviera que lidiar con aquella situación.

-          ¿Por qué querrías regresar a ese lugar? A la isla – dijo totalmente confundido Azis pues sabía muy bien que no era un lugar muy agradable.

-          Al menos ahí sabía lo que tenía, aquí todo es – continuo refiriéndose totalmente a su casa, donde estaban sus padres, su hermana, su mejor amigo Boo boo, su trabajo -  Jay,  él es –no supo cómo explicarse, como decirle a aquel príncipe que había abandonado todo su mundo, su vida por un chico que tal vez solo amaba lo que representaba y no a él.

-          ¿Quieres que defienda tu honor mi amada bailarina? – sonrió quitando los estorbosos rizos de su rostro para poder mirarle.

-          ¿Crees que sea reemplazable? – levanto la mirada totalmente vulnerable al príncipe -   creo que solo soy un remplazo para Jay – suspiro volviendo a desviarlos con  dolor -  algo conveniente.

-          ¿Él te dijo eso? – pregunto con algo de enojo e incredulidad.

-          Así me hace sentir- siguió susurrando sintiéndose estúpido por parecer una niña tonta.

-          Eso no es lo que eh visto – Azis levanto una ceja ante el semblante de Cameron -  mira yo no estaba cuando llegaron a Auradon y sin embargo escuche cosas horribles sobre todos, de Jay más que nada pero cuando les conocí  supe que solo eran tonterías – dijo recordando cómo al principio quería hacer pagar a Jay por el crimen de su padre -   no es el idiota que todos piensan  solo hay que ver cómo te mira, como si – suspiro pensando en esa mirada tan soñadora que vio en el primer recitar del pecoso -  como si fueras el tesoro más grande que encontrara – recordó aquel brillo en sus ojos, esa manera que solo había visto en sus padres.

-          El mira así a todas las chicas – Cameron no le creyó ni un poco.

-          Lonnie y Jordán no piensan así, dicen que antes era un completo idiota correteando faldas y coqueteando con todas, un imbécil  pero después del accidente – empezó a recordar la conversación que había sido participe al ser arrastrado por su novia a tomar el té con sus amigas -  tu sabes cuando los desmayos comenzaron todo cambio Jay se convirtió en otro y bueno, ellas dijeron fue como si su mundo entero se redujera a ti – termino recordando como aquellas niñas suspiraron mientras hablaban de lo tierno que era esa relación y como todas querían un chico que las mirara igual.

-          ¿Cuándo paso eso exactamente? – Cameron se animó ante eso levantado su mirada y bajando sus piernas al suelo.

-          Un par de semanas antes de que yo regresara a Auradon creó – hizo memoria refiriéndose a cuando Carlos se desmayó en el campo de Tourney y Cameron llego -  supongo que se dio cuenta de lo cerca que estaba de perderte y empezó a cambiar – se encogió de hombros - odio admitirlo pero el imbécil te ama – soltó el insulto aprovechando que Cameron estaba molesto con Jay -  pero si aún lo quieres dejar ¿puedo invitarte a salir? – bromeo solo para hacer reír al chico.

-          Tú eres el imbécil – y aquello funciono Cameron rodo los ojos antes sus palabras sonriendo un poco.

-          Bueno me conformo con un beso – se acercó juguetón juntando los labios para recibir un beso.

-          ¿Con mi puño te parece? – gruño el chico empujando su rostro  entre risas.

 

Cameron volvió a mirar el pendiente en su manos, a Azis aquel príncipe que afirmaba ver el amor real en los ojos de Jay y se dijo que tal vez solo tal vez eso si era real, después de todo lo demostraba todo el tiempo le había dado incluso su posesión más valiosa, solo que aún había algo, esas palabras, aquellas que escucho en la conversación totalmente fuera de contexto le seguían haciendo dudar.

 

Él tenía que arreglar esto pronto y esperaba que todo fuera un mal entendido.

 

*****************

No era fácil, empezar la conversación que había arruinado todo requirió de mucho valor, hacer la pregunta que tanto dolor le trajo tomo cada parte de su fuerza, el intentar arreglarlo ahora era mucho peor, Cameron se encontraba en la habitación tan solitario como ahora parecía estar, ya ni siquiera había rastros de Jay, si no fuera por el montón de ropa sucia en una esquina era como si no viviera ahí, Jay gastaba todo su tiempo libre lejos  y sus noches con Mal, ni siquiera le miraba durante las clases, tampoco volvió aparecer afuera de  su clase de ballet, el invierno estaba a punto de terminar y sospechaba que las largas rutinas de entrenamiento de Jay en el gimnasio se trasladarían al campo solo para evitarle.

 

Sabía que no podía quejarse todo era su jodida culpa, por escuchar lo que no debía, por ser tan inseguro, por no quedarse callado, no simplemente porque no podía creer lo que Jay le decía, no quiso escucharle cuando intento hablarle y ahora simplemente no sabía cómo dirigirle la palabra, así que ahí estaba él recostado de lado en su cama con el pendiente entre sus dedos recriminándose por ser tan estúpido, Jay le amaba, él lo amaba y solo parecía que no podían arreglar eso.

 

La puerta se abrió sobre saltándole levantándose de inmediato para ver quien entraba a esta hora, se había saltado la clase danza específicamente para poder rodearse de su miseria en paz sin interrupciones de Evie o Ben que solo iban a convencerle de hablar con Jay, solo quería estar solo por cinco malditos minutos, sentarse y contemplar como arruinaba su vida en este mundo, entonces alguien tenía que venir y entrar por la puerta.

 

Fue Jay y al notar por su cara de sorpresa al verlo mirarlo desde la cama no esperaba encontrárselo ahí, sin embargo el semblante del árabe regreso a la indiferencia para pasar de largo y hurgar entre sus cajones por lo que parecía ser una cambia de ropa al notar como sacaba prendas de su mochila y metía nuevas quizás preparándose para pasar otra noche con las chicas y seguir ignorándole.

 

-          Lo siento – Cameron no pudo soportarlo más, no podía simplemente seguir con todo este drama, no con esa absurda pelea,   simplemente no podía ver a Jay actuar tan indiferente a su alrededor.

-          ¿Qué? – Jay dejo de empujar camisetas a su mochila cuando la pequeña y frágil voz de Cameron le llego.

Le era muy difícil,  fue simplemente el infierno alejarse de Cameron de ese niño que en algún momento se había adentrado tanto en su piel que implemente no podía respirar sin el nuevamente, pero lo hizo se obligó a alejarse solo por eso era lo que quería, darle el espacio que tanto necesitaba, Mal lo había llamado idiota, Evie solo hacía preguntas estúpidas y podía jurar que Ben lanzaba indirectas en su contra pero Jay simplemente lo ignoro todo, no iba a imponerse, le costaba cada fibra de auto control de su parte hacer la voluntad de ese chico, porque lo amaba tanto que no iba a empujarle no como lo hizo con Carlos aun cuando eso le rompiera el corazón.

 

El plan era mantenerse alejado hasta la graduación, solo unos meses más y en el verano seria libre para correr y lamer sus heridas en su abandonado loft, el piso que compro específicamente para esa vida que no tendría, no al menos junto a Cameron, se sintió idiota por llegar a creer que realmente alguien como él pudiera tener felicidad, como un ser tan despreciable que tanto dolor causo podía siquiera aspirar a tener la atención de un ser tan brillante como Cameron y sin embargo abrazo la esperanza, aquella ilusión que ahora lo mataba lentamente.

 

El plan era salir en unos meses ni siquiera la universidad le interesaba, ignorar el dolor en su corazón lo más posible para bien del chico y sin embargo en cuanto escucho su voz, ni siquiera las palabras fueron lo que noto, fue su timbre, aquel doloroso sonido, la agonía de sus palabras, su rostro no parecía mejor  ese niño estaba muy demacrado, ojeras negras enmarcaban sus ojos, su cabello hecho un desastre, su piel tan pálida que solo sucedía por saltarse las comidas, Cameron lucia tan miserable como alguna vez fue Carlos, no, lucia igual de destrozado que él.

 

-          Por decir que todo esto es falso – volvió a hablar Cameron ahora que sabía que Jay le daba su atención -  yo solo estoy tan confundido – suspiro apretando el pendiente en su mano buscando valor.

-          Sabes que no  miento – Jay no quiso parecer esperanzador, pero realmente quería terminar con eso arreglar ese mal entendido y abrazarse a   ese niño con fuerza -  no a ti – dijo con firmeza.

-          Quiero saber exactamente que pasa – levanto la mirada para encontrar a Jay desplomando los hombros.

-          Mal descubrió por que Carlos se desmayaba- comenzó sentándose a la orilla de su propia cama  -    e intento arreglarlo, salvar su vida  entonces tú de alguna forma llegaste – suspiro quitándose la gorra en su cabeza y pasando los dedos por entre sus cabellos -   no lo supimos hasta después y para entonces ya eras importante para nosotros – levanto la mirada sonriéndole suavemente tratando de transmitirle la honestidad en sus palabras -  lo siento pero de alguna forma la maldición de Maléfica sigue drenando la energía de Carlos y tu tomaste su lugar  como un remplazo – su rostro mostraba preocupación, ira y tristeza todo entre mezclado - y ella esta…

-          Matándome lentamente – completo sus palabras porque todo entonces tenía sentido, el hecho de ser llamado un reemplazo, porque lo era para el hechizo de Maléfica era el sustituto de Carlos, aquel de quien debía alimentarse esa maldición -  ¿por qué no me lo dijiste? – ahora se sentía estúpido por llegar a dudar de Jay, pero de igual manera molesto por ser dejado de lado en algo tan importante, era su vida santo cielos.

-          No quería – Jay mordió su labio no queriendo aceptar la verdad -  no podía escucharte arrepentirte por venir –termino atrapando la mirada dolido, pues había sido precisamente eso lo que el chico le había dicho por última vez, el deseo de no tener  nada que ver con ese mundo, con él.

-          ¿Me amas? –ni siquiera noto el momento en que Cameron se levantó y cruzo la habitación, cuando escucho su voz, cuando fu consiente de aquéllas palabras ese chico ya estaba parado frente a el mirándole con anhelo.

-          Daría lo que fuera por ser yo quien tuviera esa maldición si así estas libre – nunca dudo, Jay le miro con tanta sinceridad que sus palabras causaron aquella sensación de calor en su pecho pues sabía que había verdad en ellas.

-          Necesito tiempo  para asimilarlo – fue todo lo que dijo en su lugar, porque aún estaba dolido, aun debía acostumbrarse a que estos chicos no eran buenos comunicándose y que al parecer estaba muriendo -necesito saber si todo esto es real o – y sus dudas surgieron en un último minuto, aquellas que aun persistían en el fondo de su mente como las memorias de Carlos.

-          Lo es – Jay de inmediato intervino -  tan real que duele como el infierno.

-          Realmente lo siento –  susurro nuevamente tomando la  mano de Jay para entregarle el pendiente de su madre, para regresarle aquello tan valioso que se vio obligado a entregar.

-          Creo haber dicho que era tuyo – pero él se negó, levantándose de la cama empujo dicho pendiente nuevamente al joven.

-          No puedo – insistió - Jay es importante para ti, no lo merezco.

-          Te  equivocas – y ese chico volvía  ser perfecto, Jay tomo el pendiente con suavidad solo para ponerlo con mucho cuidado en la oreja  de Cameron, claro que solo fue sobre puesto algo simbólico puesto que no tenía la perforación para colocarlo por completo -  perfecto – le sonrió con aquella brillante sonrisa llena de dientes afilados que realmente no debía derretirle si no atemorizarle.

-          Jay.

-          Era de mi madre – dijo finalmente volviendo a mirar sus ojos - luce bien en ti – coloco un par de rizos detrás de su ojera igual como había visto a Ben hacerlo muchas veces con Mal -  quiero que lo tengas por favor – susurro casi con esperanza de no ser rechazado -  Te amo – termino acunando su mejilla.

-          Lo sé  - fue todo lo que pudo decir en ese momento Cameron  presionándose contra aquel contacto y mirándole a los ojos.

 

Cameron no pudo decirlo, esa tarde simplemente no pudo en su lugar Jay consiguió algo de comer y se sentaron juntos a jugar videojuegos como antes, al día siguiente empezaron nuevamente a desayunar juntos y a volver a estar en su acostumbrada rutia, Evie aplaudió gustosa ante su reconciliación, Mal solo levanto una ceja en su dirección cuando les vio bromeando nuevamente y Ben  el pobre rey resistió el impulso de bombear un puño al aire de satisfacción.

 

Azis volvía a hacer burlas contra ellos juntos, Mal discutía nuevamente en   guerras llenas de sarcasmo con él, Evie volvió a usarlo de modelo, Ben le agradecía cada vez que podía, cada uno de ellos simplemente le daban las gracias por entrar en su pequeña familia.

 

Poco a poco todo regreso a lo que era, dos días después Jay volvía a abrazarle o tomar su mano con suavidad, una semana después volvían a dormir abrazados en la misma cama como siempre, para el final del mes Cameron había besado sin pensar a Jay ante algo que dijo, un pequeño beso casi sin importancia.

 

Ellos iban a estar bien.

****************

 

Cameron llego justo a tiempo, Jay se había limitado a dejarle un simple mensaje con Evie una invitación a ir a su loft aquel  que aún seguía reparándose, hubiera estado molesto si no fuera por que afortunadamente Ben y Mal le acercaron al lugar tenían una cita en algún lugar ridículamente caro por lo que una limosina les había recogido, Evie le había empujado al auto para murmurarle algo a Mal y esta aceptar llevarlo.

 

Así que todo estaba muy sospechoso, las cosas entre ellos aún seguían un poco lentas por la última pelea, no, por aquella confusión a la cual Cameron y sus dudas le inundaron, suspiro frente al edificio luego de despedirse de los jóvenes amantes, dándose valor para continuar para aceptar cualquier cosa que viniera de Jay, lo que él esperaba una reconciliación, quería olvidarlo todo pero nuevamente no sabía cómo, no quería admitir frente a ese chico lo mucho que estaba celoso de un recuerdo, del ser al que debía personificar, lo mucho que le dolía ser  un remplazo.

 

Una amable anciana entro entonces por la puerta invitándole a pasar con ella al interior, como un buen chico Cameron le ayudo con las enormes bolsas que la pobre mujer llevaba, ella le saludo gustosa  ignorando el extraño color de su cabello, entonces al llegar a su departamento ella se despidió con gran amabilidad, preguntando adónde iba, en cuanto el menciono el piso, la anciana sorprendida retrocedió, le recordó entonces de  la primera vez que le vio Cameron sonrió así mostrando sus afilados dientes que ahora eran parte de su ser causándole aún más miedo.

                          

Ella sabía, no tenían que ocultarse pero sin embargo aún había gente de Auradon que evitaba a los chicos de la isla, algunos podían pasar desapercibidos con facilidad como era el caso de los gemelos Gastón cuyos dientes no eran afilados y cuyas facciones eran normales, otros no eran tan bendecidos, pues aun con su peculiar color de cabello sus dientes afilados demostraban su naturaleza, un niño villano era lo que todos veían y en aquél edificio todos ya temían al chico que había comprado el   loft del lugar, un delincuente era lo que seguramente les parecía Jay a todos aquellos que vivían con tranquilidad, Cameron  jamás sufrió discriminación alguna  su abuela la había sufrido y muchos de sus primos aun lo hacían debido al color de su piel pues aun en estos tiempos había idiotas que creían ser superiores a los demás, pero el no, había nacido con la hermosa piel de su madre, con los ojos perfecto y rizos hermosos, el jamás sintió tanto rechazo por eso ahora le era extraño, no estaba preparado para tal cosa, ser discriminado por algo que no era su culpa por simplemente nacer diferente.

 

En la escuela no le tomo importancia, muy pocos se atrevían a mirarles con enfado debido principalmente a Ben, y cuando llegaba a pasar Cameron siempre tuvo a su lado  a alguno de sus amigos por lo que nunca le dio tanta importancia, pero ahora lejos de todos se sintió abatido, la ansiedad de ser excluido por algo tan tonto como su ascendencia le hizo sentir pequeño, minúsculo, se preguntó si así es como se sentían todos sus primos cuando les veía triste, cuando algún idiota se creía mejor que ellos, sacudió su cabeza para ignorar aquella angustia, él iba a superarlo  no dejaría que algo como ser discriminado le afectara tanto, esta era su vida ahora una que eligió vivir y no se iba a lamentar.

 

Abrió la puerta del departamento antes de arrepentirse, pues esta se notaba entre abierta, seguramente Mal le había avisado que vendría de no ser así ya tendría una charla con Jay por ser descuidado, su cabeza aun venia agachada por lo sucedido, sus ánimos por los suelos  por lo que se limitó a cerrar la puerta sin mirar al frente,  la casa estaba en total oscuridad ni siquiera la luz por los grandes ventanales lo iluminaban, entonces como si el momento fuera preciso todo se ilumino, decenas de bombillas colgaban del techo en diferentes alturas, alumbrándolo todo como estrellas en la noche  en medio de estas Jay acomodaba la última bombilla para proceder a mirarle con una gran sonrisa.

 

-          ¡Wow! – se acercó impresionado.

-          ¿Te gusta?- la voz esperanzada del chico era palpable.

-          ¿Robaste todas las bombillas de la ciudad? - bromeo   mirando a su alrededor,   como aquellas luces se reflejaban por las ventanas causando un efecto mucho mayor.

-          Cameron- Jay llamo su atención entonces tomando una de sus manos – no soy una persona paciente, ni siquiera soy bueno del todo – empezó su discurso, aquel que había ensayado desde que se prometió hacer todo mejor  –Chad tenía razón me encanta lastimar a los demás y tomar lo que deseo pero – levanto entonces su mirada una llena de total honestidad – pero cuando estoy contigo siento que puedo ser mejor, toda esa ira desaparece  cuando te traje aquí la primera vez – cerro por un segundo sus ojos pensando bien sus palabras – no, cuando te bese luego de encontrar  las cosas robadas yo de alguna forma sabía que no eras Carlos, sé que  lo digo mucho, que antes de ti un “te amo” era tan fácil para mí como decir hola, pero cuando te lo digo es porque realmente lo siento  – suspiro – perdona por hacerte sentir como un remplazo, lo que trato de decir es que yo te necesito Cam, te necesito tanto aquí – tomo su mano para llevarla a su pecho justo sobre su corazón – porque aun cuando yo soy  el ladrón de los dos, tú te has robado mi corazón y está bien porque quiero que lo tengas, te amo Cameron Boyce a ti, solo a ti.

-          Jay  yo lo siento – susurro el chico alejando la mano rompiendo sin saber su corazón –dolió como el infierno – continuo murmurando negándose a mirarle – saber que era un reemplazo aun duele, sé que no es así pero  - levanto la mano para silenciar la protesta de Jay – realmente sentí que lo era,  se supone que de los dos yo debería ser el  que más entienda sobre el amor y sin embargo estoy tan confundido, quiero golpearte la mayor parte del tiempo y la otra solo besarte  y sin embargo te elegí, sobre mi familia Jay, deje todo un mi universo para ti, solo por ti.

 

Y la sonrisa de ambos jóvenes fue radiante, Jay se acercó entonces con mucha delicadeza para besar sus labios, Cameron correspondió gustoso, deleitándose en su boca entregándose por completo a aquel chico que le amaba totalmente y todo miedo o ansiedad fue borrado por los labios de Jay, todos sus miedos e inseguridades fueron sanados por sus caricias, todo el dolor simplemente desapareció porque ahí entre los brazos de aquel chico Cameron se sintió en casa.

 

Los besos subieron  de intensidad, aquellos jóvenes se aferraron el uno al otro con fuerza, con temor a volver a separarse a perderse nuevamente, la cena, aquélla que Jay había colocado con cuidado en la única mesa del lugar fue olvidada a favor de la reconciliación, Jay le guion con suavidad, a pasos tentativos hasta el otro lado de la habitación donde una hermosa cama adquirida recientemente se encontraba, le empujo entonces para dejarle caer  siguiéndole casi de inmediato volviendo a unir sus bocas en dulces besos que decían más que las palabras.

 

-          ¿Porque hay una cama aquí? – Cameron pregunto cuando al fin Jay deslizo sus labios al cuello de chico, sus manos nunca dejaron de vagar  por todo el cuerpo debajo de sí.

-          Aún están reparando la habitación – Jay se detuvo levantándose en sus manos para mirarle avergonzado - tenía la esperanza – susurro acompañado de un leve sonrojo en su piel canela, Cameron sentía la necesidad de burlarse de decir algo sarcástico, alguna broma sobre estar siendo aprovechado traído a una trampa como una mosca, pero entonces la mirada de Jay volvió a posarse en sus ojos y mucho más avergonzado que nunca el hablo -  es tu primera vez técnicamente, quería que fuera especial –y ahí estaba otra vez, el lado humano de Jay, aquel que ninguna otra persona podía ver, la vulnerabilidad en aquel chico que siempre solía sacar frente a él, Cameron se sintió maravillado por poder ser aquel que lo viera así, que causara tal conflicto en el joven.

-          Eres un jodido romántico empalagoso – sonrió elevando los brazos para acunar su rostro, para volver a besarle con tanto amor y acariciar su espalda, para volverá reunirse con el ser que amaba.

 

Jay continuo, volvió a envolverle con su cuerpo aceptando gusto los besos, deleitándose con su piel, saboreando cada parte de su ser por completo, se alejó un poco solo lo suficiente para levantarse y sacar su camisa en cuando Cameron lo noto hizo lo mismo,  aun cuando los botones de su camisa no estaban cooperando  el pecoso niño aparto solo la mirada un segundo, un instante del cuerpo de Jay para deshacerse de su molesta ropa cuando lo vio, Jay  estaba luchando por salir de sus pantalones  pero lo realmente impresionante lo que le dejo sin aliento no fueron sus esculturales abdominales o como sus músculos se contraían ante cada movimiento de Jay, no eso era deleite para sus ojos pero había algo más.

 

No había camiseta.

 

La barrera que Jay había tenido que usar todo ese tiempo, aquello que lo hacía sentirse seguro no estaba en su acostumbrado lugar, el árabe no estaba usando camiseta, en todo el tiempo que lo conocía, las pocas veces en que ambos se desnudaron unos a otros para besarse sobre la cama, la única vez que tuvieron sexo Cameron vio la atención de Jay, la aprensión por deshacerse de su coraza y sin embargo ahora, justo hoy Jay no le llevaba puesta.

 

Él casi rompe a llorar al entender el significado de esto, porque Jay confiaba tanto en Cameron, porque ese niño le había ayudado tanto que al fin se sentía libre.

 

 Esto casi hace que se pierda el nuevo tatuaje, solo unas letras, una palabra, un nombre.

 

Cameron.

 

Tatuado a la altura de su corazón estaba su nombre, con letras claras en la más perfecta caligrafía estaba escrito Cameron, puede que nadie más entendiera el porqué de ese nombre pero para él, para ese niño que se sentía una copia lo fue todo, porque con eso Jay dejaba en claro a quién pertenecía su corazón, tanto así que quedaría grabado en su piel de por vida.

 

Jay le trajo a la realidad completamente desnudo volvió a inclinarse contra él, beso sus labios con suavidad mientras sus manos ayudaban a su pecho a salir de la camisa a medio poner, sus agiles dedos acariciaron cada musculo, cada costilla de su pecho con delicadeza, su boca pronto repartió besos en cada uno de las pecas que salpicaban su piel, Jay jugo pasando su lengua por uno de sus pezones volviéndole loco al instante mandando su mente de paseo en una remolino de emociones.

 

Ni siquiera noto cuando sus pantalones desaparecieron, cuando Jay beso su cadera abrió los ojos nuevamente para mirarle, sus manos ahora se apoderaban de su trasero, apretándole con suavidad  mientras aquella sonrisa libertina adornaba su rostro, entonces todo cambio Jay volvió a depositar un beso, un suave toque, una súplica silenciosa, el permiso para continuar, Cameron lo entendió soltó un suspiro para abrir más las piernas, para dar su aprobación aun lleno de miedo pero sin ninguna duda.

 

La sonrisa de Jay valió totalmente la pena, acercándose entonces para degustar un nuevo beso, pronto se vio girado, su amante le dio vuelta sin esperarlo su espalda se vio cubierta entonces de los labios, de aquellos que volvían a besar cada peca disponible, que intentaban reclamar cada extensión de su cuerpo buscando dejar su huella en él, en territorio virgen, pues Jay era el primer chico que le tocaba  de aquella manera, sus labios descendieron  cada vez más, miles de sensaciones inexplicables se arremolinaron en su interior, sus manos se aferraron a las sabanas en busca de estabilidad pues nuevamente parecía perderse, un gemido murió en sus labios pues de  pronto todo se detuvo, las caricias, lo besos, el calor del cuerpo sobre él se detuvo de golpe.

 

-          ¿Jay? –pregunto dudoso el chico, levantando la mirada sobre su  hombro ante el contacto perdido temeroso ante algún rechazo, ante la posibilidad de que Jay cambiara de idea, que se diera cuenta que salir con alguien tan inseguro como Cameron era una molesto, como si de un momento a otro aquel joven dejara de amarle.

-          Tu trasero – susurro Jay sin dejar de mirar dicha parte en total concentración confundiendo más a Cameron quien en definitiva no esperaba eso - está lleno de pecas – bien ahora el chico debajo de el parecía soltar un suspiro de alivio u odio ante el estúpido pensamiento de su novio, porque hola claro que tenía pecas ahí, estaban por todo su jodido cuerpo, ¿qué rayos esperaba corazones?  - Carlos no tenía tantas pecas – y ahí estaba la razón por su asombro, Cameron a veces olvidaba que Jay y él tuvieron algo, que si bien no era formal que solo era algo sin valor aun dolía, dolía porque le hacía preguntarse todo el tiempo si acaso Jay solo veía al hijo de Cruella en él, porque era precisamente por eso que tuvieron esa pelea, porque realmente le hacía sentir totalmente diminuto - me encanta - continuo Jay para reanudar sus besos, para asegurarse de borrar cualquier duda nuevamente con sus simples labios.

 

Lo había notado, el momento en que su hermosos novio fue dolido por sus palabras, aquellas que dijo sin pensar, por lo que se disculpó de la mejor manera que sabía hacerlo, dejo que sus acciones dijeran las palabras no dichas, de hacerle saber que no era a Carlos a quién veía todos los días, que era por Cameron por quien desafío las leyes, que fue por ese niño que se atrevió a tanto, por mirarle solo una vez más, Jay se aseguró de besar  cada una de esas pecas todas ellas, incluso las más escondidas, separo sus mejillas para deleitarse con la piel ahí, sacando cada vez más nuevos y deliciosos gemidos de Cameron quien intentaba  ahogarlos con la almohada bebiéndoles con gusto animándole a continuar, beso su entrada con suavidad causando un gemido sorprendido de Cameron, cuando su lengua se atrevió a entrar aquel chico soltó el gemido más obsceno que jamás hubiera escuchado, se  dedicó entonces a amarle, a  mostrarle lo  buen amante que era, acaricio su entrada con maestría, se delito sacando más y más gemidos, se ayudó de sus dedos para provocarle más placer, pues quería darle eso, quería tocar aquel punto sensible y verle correrse solo con su boca.

 

-          Jay para – Cameron empezó entrar en pánico, la lengua de Jay le tocaba en lugares que jamás pensó existían  llenándole de un placer enorme  deseando más a cada instante, pero al mismo tiempo quería pararlo,   detenerle pues sentía correrse en cualquier momento, el orgasmo  corriendo por sus venas listo para explotar - ¡para maldita sea! – se las arregló para golpearle con una almohada, llamando así la atención de aquel que no quería dejarle ir, porque Cameron no quería terminar así, no  para su primera vez al menos.

-          ¿Qué carajo Cam? – Jay levanto su cabeza de golpe frunciendo sus cejas ante el comportamiento errático del niño pues no hace unos segundos gemía de placer y ahora parecía enojado mirándose totalmente  adorable con sus mejillas sonrojadas y su cejo fruncido.

-          No quiero venirme – intento girarse moviéndose un poco mientras hablaba -  no así, quiero… -y cayo, sus mejillas adquirieron un tono carmín que no creía posible volviéndole mucho más adorable totalmente avergonzado como si no estuviera totalmente desnudo y con él devorándole con la boca.

-          ¿Sí? – el enfado de Jay fue olvidado por completo  levantándose un poco solo para poder mirar mejor a su ahora nervioso novio,  entendía lo que pasaba pero en definitiva quería oírle decirlo.

-          ¿Vas a hacerme decirlo? -  murmuro molesto el niño moviéndose cada vez más para poder girarse, pero Jay le sostuvo con fuerza de las caderas dejándole en claro que no iba a ninguna parte.

-          Absolutamente – sus sonrisa se hizo enorme, los dientes afilados se alinearon en una mueca que a cualquiera podía llenarle de terror y sin embargo a Cameron le estremecieron por un motivo completamente diferente – dilo – pidió acariciando su cintura con suavidad animándole - ¡dilo! – ordeno entonces realmente desosó de querer escuchar tales palabras de la boca dulce del pecoso - ¡hazlo o no lo hare! – empujo su pene entonces totalmente erecto entre las mejillas lechosas de Cameron quien hundió nuevamente  su cabeza entre las almohadas  soltando un murmullo incomprensible – no te escuche -  sonrió victorioso al notar que había ganado, que Cameron diría tal cosa.

-          Dije – pero no fue así aquel niño solo tomo fuerzas para empujarse con sus brazos haciendo palanca aprovechando el que Jay estuviera tan confiado y al fin girarse – que lo hare yo mismo entonces – y nuevamente Jay fue sorprendido pues aquel niño, su adorable y “sumiso” novio le empujo por los hombros para girar nuevamente dejándole contra el colchón, Cameron se posiciono entonces sobre las caderas de Jay sonriendo totalmente petulante, sus manos se deleitaron entonces con el pecho marcado frente a él, ahora era el turno de Cameron para tocar, explorar aquel cuerpo tan magnífico, inclinándose para besar este, para pasar su lengua descaradamente por el pezón de Jay sin dejar de mirarle haciéndole soltar un jadeo, el movimiento de sus caderas le hizo recordar lo sucedido momentos antes, Jay empujo entonces su pelvis  rosando nuevamente su hombría contra su trasero fue el turno entonces del pecoso para gemir, sus manos se cerraron en puños sobre su pecho  deteniéndose por completo -  necesito – jadeo el niño empujando su trasero tentativamente contra la  erección de Jay quien comprendiendo el mensaje busco entre las almohadas de la cama una botella de lubricante y la empujo en sus manos, aquel niño levanto una ceja ente esto pero sin queja alguna vacío el líquido en sus dedos llevándolos a su entrada donde se aseguró de lubricarse aún más, cuando aquellos finos dedos se cerraron contra su pene para lubricarle, Jay se aferró de las caderas del chico sobre él, poco a  poco Cameron  le llevo, introdujo con cuidado cada centímetro de su hombría en su interior soltando un jadeo a cada paso.

-          Joder- la sensación era increíble, tanta calidez rodeándole, tan apretado, simplemente perfecto, virgen y puro,   Jay tuvo que morderse los labios para no arremeter con fuerza contra aquel que aun intentaba normalizar su  respiración  acostumbrándose a tenerlo dentro de sí, esto era mucho más difícil que la última vez, mucho más placentero, porque esto no era Carlos, este era Cameron, su cuerpo, su alma todo y cada uno de ellos entregados a Jay por propia voluntad.

 

Pronto aquellas caderas empezaron a balancearse apoyando sus manos en su abdomen  Cameron comenzó un ritmo lento pero delicioso,  su cuerpo moviéndose a su propio deseo tomando el control  por completo de la situación, torturando   a Jay que realmente quería girar y tomar al niño sin contemplaciones, pero no lo hizo, cedió el control en el dormitorio por primera vez en su vida, dejo que ese chico se moviera como quisiera, que fuera él quien marcara el ritmo de aquellas embestidas mientras sus dedos empezaban a marcarse en su pálida piel.

 

Las manos de Cameron soltaron pronto su piel, Jay entonces fijo su vista en aquel  niño, que jadeante acompañaba sus movimientos en una suave danza, aquellas manos jalaban de sus cabellos, acariciaban su pecho, buscaban sus propios labios perdido en el placer, para Cameron todo era nuevo, las sensaciones era mucho más intensa  en su propio cuerpo, el dolor  inicial pronto iba  convirtiéndose en placera a cada segundo pues desde aquella posición podía golpear justo el punto que causaba más placer para él, podía sentir las uñas de Jay empezar a enterrase en sus  caderas, aquellas que se balanceaban en una danza.

 

Jay miro al niño sobre él, aquel hermoso ser que se movía en una danza preguntándose si era así como lucían aquellas bailarinas que su padre tanto recordaba con anhelo, pues frente a él estaba la escena más erótica que pudiera presenciar.  

 

-          Jay  - Cameron volvió a gemir su nombre acelerando sus movimientos, incitando a Jay por mas –bésame – pidió entonces inclinándose para llegar a boca juntándolas en un tan necesitado beso.

-          Mierda si  - Jay acelero sus embestidas empujando con fuerza contra el interior del niño, sintiendo el orgasmo de cerca.

 

Cameron volvió a alejarse sus manos nuevamente en puños se aferraron a su abdomen para sostenerse mientras arremetía con más fuerza, Jay le mantenía sobre sus caderas empujándole con más fuerza el orgasmo al borde de su piel, abrió sus ojos aquellos que no supo cuando los había cerrado para mirar la cosa más bella  de todas aquel bello niño que se balanceaba sobre él con los labios entre abiertos y sus ojos fuertemente cerrados, lo miro sorprendiéndole por completo, pues no había lujuria, no había deseo al verle así, era algo nuevo completamente diferente que le asustaba y agradecía al mismo tiempo, un sentimiento totalmente nuevo, uno que le aterrorizaba, torturaba de la peor manera pero al mismo tiempo disfrutaba, amor. 

 

De un momento a otro se detuvo de golpe, paro aquellos movimientos tan deliciosos confundiendo Jay pues su amado empezaba a derramar lágrimas, alarmado  se levantó en sus codos intentando alejarse, buscando la manera de dejar de seguir haciéndole daño, pues estaba seguro que de alguna forma le había lastimado nuevamente, pero Cameron le sostuvo con firmeza debajo de si limpio sus lágrimas e intento poner buena cara acariciando su mejilla, Cameron le miro con tanto amor que Jay podía sentir el fuerte latido de su  corazón, le vio inclinarse entonces con lentitud y besa sobre su corazón, las letras que había grabado en su piel mientras susurra un “te amo”.

 

Jay había tenido mucho sexo, para su corta vida contaba con numerosa experiencia sexual, se había acostado con innumerables chicos y chicas en la isla, con hombres mayores y mujeres adultas que le mostraron los placeres de la carne, lo había hecho por negocio, para conseguir cosas y por simple deleite, incluso en Auradon había jodido con un par de chicas y tomado la boca de un chico todos mojigatos que simplemente anhelaban la emoción de salir con alguien peligroso, se había acostado con Carlos, con Evie incluso casi con Mal, Jay había tenido mucho más sexo que cualquier chico a su edad debía y sin embargo en aquel momento por primera vez en su vida Jay hizo el amor.

 

Cameron se vino en un grito ahogado arrojando su cabeza hacia atrás con los labios entre abiertos y mejillas sonrojadas ante la mirada de Jay quien se aseguró de guardar aquella imagen en su memoria, Jay le siguió poco después empujando  sus caderas aún más de lo necesario, sus uñas enterrándose en la fina piel del niño sobre de él, cayeron rendidos después de eso, Cameron simplemente se inclinó contra él para empezar el beso más delicioso y lento de la historia, entre pequeñas mordidas y picotazos llenos de amor intentando recuperarse de aquel orgasmo.

 

-          Si – murmuro al fin luego de lo que parecían horas de solo mimarse entre sí - la respuesta es sí, a tu pregunta la que me hiciste hace tiempo – dejo entonces de hacer patrones imaginaron el piel canela del chico que le miraba confundido - quiero vivir contigo Jay, quiero estar a tu lado – comprendió entonces de que se trataba de aquella pregunta cuya respuesta nunca fue dada, aquella que fue olvidada por una confesión y la felicidad de ser correspondidos - pero con una condición.

-          Lo que quieras babe –la sonría de Jay era enorme,  Cameron podía pedirle un puto elefante  en aquel momento y Jay saldría corriendo a buscar uno solo porque si, por que su corazón latía a mil por que se hermoso chico había aceptado el inicio de lo que parecía una vida juntos.

-          Tienes que ir a la universidad – le miro con firmeza sin aceptar un no por respuesta - tomare un empleo también, sacaremos un préstamo estudiantil no se pensaremos en algo pero definitivamente no quiero que abandones hacer lo que amas – su dura mirada entonces se suavizo, Cameron acuno la mejilla de Jay para acariciarle con el pulgar suavemente -  sé que gustas de destrozar personas en Tourney  así que tomaras la beca, si Jay vi la carta en la basura – respondió rápidamente ante la mirada de sorpresa y confusión de Árabe, porque así como Cameron podía entrar a una escuela de danza  nadie dudaba de sus capacidades, Jay había tenido ofertas, numerosas ofertas de universidades con equipos de Tourney o cualquier otro deporte para entrar ahí  con beca completa y todo, una de ellas era la universidad de Auradon, aquélla que estaba  al otro lado de la ciudad pero lo suficientemente cerca del loft como para poder funcionar.

-          Realmente Cameron – Jay se inclinó para juntar sus frentes cerrando los ojos disfrutando simplemente de la sensación del amor que su corazón derrababa por ese  niño - cada día encuentro algo nuevo para enamorarme de ti- soltó con total franqueza, porque si Jay estaba enamorado, simplemente le amaba como jamás pensó hacerlo – iré entonces a la universidad- murmuro sonriente.

 

Sus labios volvieron a unirse perezosamente, llenos de ternura, de amor   Cameron sobre su estómago encima del pecho de Jay y las manos de este abrazando sus cintura bajando hasta su trasero donde nuevamente volvía a acariciar su magullada entrada con un simple dedo.

 

-          Jay para – Cameron rompió el beso jadeante ante aquello – duele – murmuro mordiendo el labio como aquel dedo se adentraba más en su agujero, pues el dolor ya empezaba a filtrarse en él.

-          Solo un poco – gruño Jay en su oído mordisqueando el lóbulo de su oreja con deleite.

-          A ti no es a quién va a dolerle el trasero mañana – aquel chico soltó un manotazo sobre el pecho del mayor quien de inmediato empezó a reír por su actitud - que tal si yo la meto mejor – señalo molesto empujando un dedo en el hombro de Jay para hacer énfasis.

-          Tal vez si eres un buen chico te deje hacerlo – respondió él sorprendiendo a Cameron que realmente no se esperaba tal  disposición de árabe.

-          ¿Enserio? – le miro animado totalmente deseoso  de intentarlo, de poder intentarlo todo con Jay, con el chico que amaba.

-          Algún día tal vez – prometió  sonriente empujando dos dedos contra su entrada dejándole en claro que no sería esta noche.

-          ¡Jay! – indignado se sobresaltó pero este le silencio con un nuevo beso lento, perezoso donde sus lenguas se acariciaban una a la otra, Cameron no llego a hacerlo esa noche en su lugar se permitió ser estirado nuevamente por aquellos dedos de Jay, dejo que este le diera la vuelta sobre la cama  estableciéndose entre sus piernas, dejo  que le embistiera nuevamente con suavidad contra su cuerpo, mañana estaría dolido seguramente.

 

Pasaron la noche ahí en una loft a medio reparar, entre la suave luz de las bombillas que parecían estrellas  con la ciudad nocturna fuera de la ventana, se quedaron ahí hasta  agotarse haciendo el amor, mostrándose cuanto se amaban y cuando terminaron, cuando sus cuerpos no pudieron más, Cameron se acurruco contra Jay para dormir esta vez sin miedo sabiendo que al despertar el seguiría ahí, con él, en su hogar.

 

Jay despertó a la mañana siguiente su mano busco tentativamente aquel otro cuerpo, la fuente extra de calor ausente, levanto entonces de golpe sintiendo tal vez una pisca de miedo al no encontrar a Cameron.

 

-          Buen día bella durmiente – La voz de Cameron del otro lado de la habitación le llego, Jay le vio entonces llegar a él con una taza de lo que parecía ser café humeante, aun cuando llevaba puesta su chaqueta Jay fue privilegiado con la vista de las caderas desnudas de su amante, los moretones de sus dedos ya formados eran vistos justo antes de perderse en los bóxer.

-          Estas vestido – gruño jalándole para  que este se sentara a su lado en la cama aferrándose a su cintura, se acercó entonces para tomar un poco de Café pero Cameron de inmediato lo alejo de su alcance - ¿Qué no hay café para mí?

-          Nope – negó haciendo una mueca infantil y luego tomar un largo sorbo – es tu castigo por dejarme dolido.

-          Anoche no te quejaste – Jay rodo los ojos ante su respuesta.

-          Recuerdo  decirte que pararas – frunció su nariz negándose a admitirlo completamente, Jay suspiro dándose cuenta que realmente no iba a tener café recién hecho directo en su cama, él había traído dicho café santo cielos, y aun  así no había un poco consideración para él, se levantó entonces completamente desnudo, Cameron silbo   ante aquélla fantástica mirada escondiéndose detrás de su tasa cuando Jay giro a verle complacido y totalmente presumido  se estiro flexionando sus músculos más de los necesario solo porque podía – realmente deberías poner las cortinas que Evie te dio – comento casualmente Cameron, Jay dejo de estirase  mirándole confundido ante el cambio de tema, pues realmente no creía que el sol que entraba molestara mucho entonces el chico señalo hacia la ventana haciéndole girarse también.

 

Una chica  tal vez un poco mayor que Jay le miraba fijamente desde el edificio de al  frente, llevaba también una taza entre sus manos y cuando noto que Jay le miraba esta levanto su pulgar  en su dirección, no entendió al principio entonces más abajo, solo un piso otra mujer gritaba escandalizada cubriendo los ojos de su hijo de tal vez doce años que le miraba desde la ventana,   reacciono al fin.

 

Estaba totalmente desnudo y les daba a sus vecinos, entrometidos vecinos un gran espectáculo el cual fue aún más grande cuanto tras la revelación tropezó en un intento de alejarse y cayó al suelo sin ninguna gracia, Cameron soltó una carcajada de inmediato Jay levanto una mano y atino a jalar la sabana para cubrirse y levantarse al fin, a él no le importaba que lo vieran no le importo en la isla, no lo hacía aquí, pero de nuevo este lugar estaba regido por diferentes reglas algo así  no era para escandalizarse de dónde venían, pero aquí la decencia publica dictaba lo contrario y esos serían sus vecinos de ahora en adelante definitivamente ya tenía más que agregar a su reputación de delincuente.

 

Cameron se acercó  abrazándole por la espalda, la chica del departamento de enfrente a un le miraba sin   pudor, Jay estaba cubierto pero realmente debió ser incomodo, entonces Cameron como el maldito infeliz que era beso su mejilla suavemente, guiño el ojo a la chica  y procedió a empujarle a la cama subiéndose sobre él.

 

Ellos no escucharon el grito de emoción de la otra chica y como desapareció de ahí, ella se propuso ese día hacerse   la mejor amiga de esos dos, mientras Cameron y Jay tuvieron una mañana llena de besos y caricias, al llegar de nuevo a la escuela y en cuanto entraron en la visión de las chicas, Evie solo chillo emocionada mientras Mal se limitó a llamarlos “repugnantes” pero con una sonrisa en la cara, más tarde Ben chocaría los cinco con Cameron y Doug le pagaría  al rey 20 dólares pero bueno eso no lo supieron.

 

La vida en definitiva era buena.

 

Y todo era perfecto  hasta que ya no lo fue.

 

Notas finales:

Cameron defendiendo a Jay aun cuando este molesto con él, Azis coqueteando descaradamente con Cameron, Evie dándole sus cachetadas a Cam, ame este capítulo.

 

Debo admitir que este ha sido el lemon más largo que eh escrito hasta ahora, y el que más me ha gustado, eh llorado al escribirlo me pareció hermoso, esta tan lleno de emociones que  no se  si logre transmitirlas todas, ahora todos dirán Jay y Cameron ya se acostaron antes… buuu esta no es su primera vez y si lo hicieron y aun que era el cuerpo de Carlos pero la mente de Cameron cuenta,  la diferencia es que aquella vez fue más como sexo salvaje lleno de deseo y ganas que se traían, ahora es totalmente diferente  no más dudas para ninguno de ellos.

 

Vi una imagen bien graciosa de donde saque el chiste del trasero lleno de pecas de Cameron, era más gracioso en la imagen y yo creo que lo dramaticé mucho…

 

No creo que Cameron sea un total sumiso, al principio lo era si pero era virgen sin experiencia, ahora que ya sabía de qué iba la cosa definitivamente toma el control y Jay parece no molestarle yey!!!, un signo más de confianza dejarle tomar el control, además de la obvia falta de camiseta que ya no usa más a menos que sea necesaria, recordemos que a Jay le gusta ceder el control.

 

Antes de que digan algo, sip todas y todos quieren ser esa vecina suertuda que vive frente a los chicos.

 

Jay tatuándose el nombre de Cameron tardo mucho para convencer a Mal de hacerlo, ella acepto de mala gana solo porque Jay prometió hacerlo lo que sea por ella, ella lo hizo porque parecía tan patético rogando.

 

Chocolate??

 

Una galleta??

 

Un grito de emoción???

 

Mas tacos por favor…


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