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Don't ~ por BicthLVL100

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− Joven Guillermo... − los golpeteos en la puerta llamaban desde hace unos minutos al adolescente que aún seguía enrollado entre las sabanas sin soltar respuesta alguna.

− Joven Guillermo ¿está despierto? − nada más que ronquidos y palabras sin coherencia eran lo que recibía aquel mayordomo a cargo de avisarle que el día comenzaba.

− Sí, si estoy despierto... − habló entre sueños moviéndose en las cobijas con pesar.

Hacía ya una semana que él y su madre se habían mudado a la casa de su ahora nuevo padrastro, del cual había tenido una primera impresión bastante "especial" por no decir extraña y perturbadora.

De hecho, hasta ahora, había hecho lo que estuviera en sus manos por verlo lo menos posible y ocultar su rostro de cualquier mirada sospechosa además de la de su madre.

− Vengo para avisarle que el desayuno está listo, su madre lo espera para verlo por su nuevo día de escuela... − a decir verdad, los sirvientes eran agradables, algo serios sin embargo muchos de ellos estaban entrando ya en la tercera edad.

− Joven Guillermo, estoy autorizado a decirle que su madre lo acompañará directo al salón de clases y avergonzará frente a sus nuevos compañeros si usted no baja dentro de cinco minutos... − pero sin dudar, con el mejor que se había llevado hasta ahora era con un mayordomo, un anciano de actitud calmada y con una paciencia excepcional.

− ¡Joder...! − casi cae de la cama al escuchar aquella "advertencia", no quería comenzar el año siendo la burla del grupo. Por lo que tomó su ropa y salió del cuarto a toda prisa.

− Gracias hombre − no sin antes sonreír al hombre de traje con aquella sonrisa victoriosa en su rostro.

− Un placer... −estaba seguro que hoy sería un buen día, o eso era lo que quería creer.

− Mira quien se digna finalmente a salir de su habitación... – fue lo primero que escuchó el muchacho al entrar a la cocina, donde su madre lo esperaba ya sentada en el comedor con la comida calentada y servida por asistentes.

− ¿Qué quieres que te diga? Pase toda la noche buscando un empleo en el lugar, pero no hay nada a menos que sepa más de tres idiomas o tenga músculos en los músculos... − se quejó, dejándose caer en la silla, al parecer las oportunidades de triunfar en este lugar para el eran de menos cero.

− ¿Así le llaman ahora los jóvenes a pasar la noche en vela jugando videojuegos? De cualquier manera, quería hablarte de algo... − la mujer se burló antes de darle un sorbo a su café y dejarlo de lado.

− Claro ma'... − dijo él, dando una mordida a uno de los waffles frente a él para proseguir a beber su jugo.

− Es sobre Samuel... − mismo que salió de su boca en un escupitajo cuando escucho a su progenitora pronunciar aquel nombre.

− ¿Qué hay con él? − tosió, limpiándose los restos y aquel desastre de la mesa con una servilleta.

− Guillermo, ¿no te agrada? − supo que algo estaba mal cuando aquel tono serio salió de sus labios, todo mundo lo sabe.

− No, no nada de eso, parece un buen hombre... − respondió de inmediato con una sonrisa nerviosa − Y esas cosas, pero ¿Qué edad dijiste que tenía? − no pudo evitar que la curiosidad le ganase.

− Samuel tiene veintinueve... − para la imagen que vio el otro día, se le hacía extraño que fuese un hombre tan mayor.

− Madre, asaltacunas... − una pequeña sonrisa se dibujó en los labios del menor.

− Por dios que solo tengo treinta y cinco, no me hables como su fuera una abuela... −

− Lo siento, pero es que no parece tan... − la conciencia de Guillermo pareció volver a la realidad justo antes de que pudiese decir algo inadecuado o en su defecto, estúpido.

− ¿Tan?... −

− Nada, pero ¿Por qué preguntas eso? − de nuevo intento darle la vuelta al asunto.

− Desde que venimos y nos instalamos... no has cruzado una sola palabra con él ¿Te ha molestado que tomara esta decisión tan rápido? − casi le da un infarto al adolescente al ver como aquella mirada triste estuvo a punto de posarse sobre su rostro.

− No madre... enserio, no es nada, simplemente he estado ocupado es todo, lo prometo − habló lo más rápido que pudo para evitar que algo "malo" sucediese.

− Vale, come rápido que hoy es tu primer día... − para su fortuna solo fue una falsa alarma puesto que aquella sonrisa mañanera volvía a su lugar.

− No tenías por qué recordarlo con tantas ansias − intentaba pensar que iría a una escuela solo más grande y no llena de personas pretenciosas y engreídas.

− Cállate y come... −

 

~~~~~~~~~~~~

 

Para su extraña suerte no había pasado anda fuera de lo normal en la escuela; si claro era mucho más grande y con unas aulas miles de veces mejores que los salones que conocía de siempre, recibió miradas.

Pero eran más que nada debido a que era nuevo, intentaba creer que el haber llegado en una limusina era bien visto por los residentes del lugar.

Las clases, para su infortunio eran igual de tortuosas, aburridas y desesperantes que en cualquier lugar; Resumiendo el lugar era tan aburrido como todo instituto que había cruzado. Solo que en este tendría muchas menos probabilidades de ligar... todas las chicas parecían tan difíciles, muchas de ellas no parecían de su edad.

Eso de las citas nunca había ido muy bien con su personalidad, más que nada porque se mudaba cada dos por tres y las chicas que conocía simplemente se limitaban a llamarlo amigo o "lindo"

Eso es absurdo, ningún chico quiere ser "lindo", por lo menos no a los ojos de alguien quien no sea solo su abuela...

A pesar de esos pensamientos, la genética en su cuerpo acompañada de los rasgos de su madre y un cuerpo para nada atlético no daban mucho a su favor.

− Y una mierda... − suspiró enfadado lanzando una pequeña piedra desde su asiento, el chico había ido directo a los jardines a la hora del almuerzo para poder despejar su mente.

− Podrías intentar esconder tu odio un poco mejor... − sin embargo, la voz a su espalda le hizo saber que no tendrá la privacidad que él quería, por lo menos hoy no.

− No es eso... solo, este lugar es tan diferente − respondió al chico que se sentó a su lado en aquella banca, era más bien alto, solo un poco más que él un rostro y cuerpos que hacían que su problema de autoestima bajara mucho más, para resumir, un tipo atractivo que posiblemente fuera capitán de algún equipo de algo.

− Suenas como un turista... Soy Frank, ¿Qué te trae a la preparatoria Hamilton? − pero al contrario de todos los clichés este parecía más amable, y humilde... por no decir que se había acercado al bicho raro el primer día de escuela.

− Un padrastro millonario y una madre que quiere un mejor futuro para mí... − su respuesta fue clara y sincera, por lo que no esperaba más que una mirada extraña y un adiós.

− Oh divorcios, la mayoría de chicos en este lugar sufren de un "astro" o "astra" en sus familias, deberías agradecer que el tuyo no quiere simplemente enviarte en una caja de FedEx hasta el polo norte... − pero Frank solo continuo, hasta ahora esto parecía ir bien.

− Supongo... −

− Parecías distraído en la clase... ¿acaso tu escuela anterior era más entretenida? − ¿estaban en la misma clase? Joder, que con todo y la revoltura en su cabeza apenas y se había dado cuenta de su alrededor, con suerte había llegado al salón correcto.

− De hecho, no, pero ahora mismo mi cabeza... − a nadie le importan tus dramas guille, no seas pesado y cállate.

− ¿Sabes qué? Olvídalo, soy Guillermo... − decidió dejar aquello de lado y socializar como dios manda con aquel extraño compañero.

− Bien Guillermo, bienvenido es bueno tener lindas caras nuevas, tengo que irme, debo practicar con el equipo... te veré luego − y dicho esto el muchacho se levantó para darse paso al centro de la cancha donde los miembros del equipo de soccer esperaban por su capitán.

− Claro... − espera "linda cara" ¡JODER QUE NO SOY LINDO!

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

− ¿Tuviste un buen día en la escuela cielo? − escuchó a su madre hablarle desde el otro lado de la sala mientras intentaba no lanzar la mochila contra la pared y maldecir ahí mismo su herencia genética.

− Algo así, no fue tan terrible como creí... − fue lo único que salió de su boca antes de acercarse a donde su mamá.

− No le des rodeos a las cosas ¿Alguien te molesto? ¿Quieres que lancé una bomba mañana? − y el tono asesino de aquella mujer dio a la luz, en eso de proteger a Guillermo ella siempre había sido experta, o por lo menos lo suficientemente directa como para que nadie nunca se metiese con su "hijito".

− No, me fue bien... incluso hice unos amigos, uno en especial era diferente... − "Por no decir aterrador"

− Entonces me alegro... − la ira fue desvanecida para dar paso a una sonrisa llena de amor − Ven, vamos a cenar... puedes terminar de contarnos a mí y a Samuel − ese nombre causo un pequeño escalofrió en el chico quien tenía que seguir con su código de 0 padrastros a la vista, si no quería cagarla de maneras monumentales.

− De hecho, tengo que hacer tarea, e iré a ver un café que me recomendó un amigo donde decían que necesitaban ayuda... − así que dijo lo más lógico seguida de una excusa perfecta, vale ahora estaba agradecido con Frank por aquella charla durante clases.

− Está bien amor... − y por fin y de manera aun no muy convencida su madre le dio paso libre para saltarse la comida y huir como solo un muchacho cobarde e inexperto lo hace del amor; o algo así.

− Gracias... − y estaba comenzando a acostumbrarse de esas escaleras y a escapar por ellas en cada momento que fuese necesario.

 

~~~~~~~~~~~~~~~

 

− Me cago en el álgebra... − es lo mismo, incluso los niños pijos debían enfrentarse al horror de los números y letras mescladas. Y para empeorar las cosas no era que guille y las matemáticas se llevan muy bien. Paso un buen rato intentando que su cabeza no explotara mientras resolvía los problemas que había encargado aquella tarde el profesor.

Cuando finalmente vio el reloj y entro a darse una ducha para poder ir hasta su entrevista, no era que necesitara el dinero, pero, el tener un trabajo le daría una buena excusa para no estar en casa...

-Me voy a ahogar...- exclamo burlesco cuando noto la enorme tina de baño en el lugar, hasta ahora había creído que era un jacuzzi o algo parecido, pero gracias a Bruno y su ayuda con las cosas de la casa se había dado cuenta de que contaba con la fontanería más extrañamente nueva en ventas.

Podría tener un tiburón aquí dentro, pensó mientras se sumergía en el agua enjabonada y comenzaba a lavar su cabello. Hasta ahora no podía creer lo que pasaba, era como si su cerebro no quisiera procesar la idea de que ahora vivía en una mansión lujosa con un padrastro que sería el sueño de cualquier colegiala...

¡Y ese es el problema!

Él no era una colegiala, era un muchacho, un chico de diecisiete años hecho y derecho, no podía perder la cabeza por un par de músculos y un doctorado en medicina... y unos músculos, y una barba varonil... y...

− ¡No joder, no!... − y después de su guerra mental, salió para su cuarto a ponerse algo lo suficientemente apreciable para que su jefe no lo tomara por un vagabundo o algo peor.

Algo que fue difícil de encontrar, pero después de rebuscar entre sus miles de jeans, poleras y sudaderas logro encontrar unos vaqueros casi nuevos y una camisa aun planchada por su madre, benditos sean los dobleces maternos...

− Como la quiero... − pensó mientras se cambiaba, ahora mismo tenían un ama de llaves y demás mujeres que hacían esas labores de hogar por ella, Guillermo estaba feliz de que finalmente su madre tuviese el descanso que se merecía después de todo ese tiempo.

− No soy lindo... − exclamo al verse en el espejo, echando un último visitado a su cuerpo; vale que era algo bajo, vale que no tenía un abdomen marcado ni brazos de gimnasio...

Eso no me hace lindo, eso me hace un enclenque...

− Sí, pasa... − dio permiso, pensando que de su mayordomo o madre se trataban, sin embargo, el silencio después de que la puerta se abriese le hizo saber que de ningún conocido suyo se trataba.

− Tu madre dijo que tenis una entrevista de trabajo hoy, dijo que podría ser útil si yo te llevara... nadie le niega un trabajo a alguien que llega en un deportivo − y fue con el timbre grave de esa voz, con la que el muchacho se giró lentamente, como si se tratase de ver a la cara a un espectro, a un demonio.

− Eh, si... gracias − mismo que se encontraba en el marco de la puerta, recargado con una sonrisa de lado mirándolo fijamente con ese par de ojos que sentía que le quemaban.

− Bajaré en un momento... − tartamudeó con la vista casi en el suelo, intentando esconder la vergüenza al notar como su mirada se clavaba sobre su pecho aun desnudo por la camisa sin abotonar.

 

POV'S Samuel~

A mi edad no creo que el negociar con un adolescente rebelde este en mis planes, de hecho, nunca lo estuvo. Pero ahora gracias a mi nueva pareja debo lidiar con eso y muchas más cosas ya que su hijo se encuentra viviendo con nosotros.

Mi primera impresión de él fue que era un cabeza de chorlito, y ahora mismo lo puedo confirmar; pero supongo que así son todos los jóvenes, yo lo fui...

Pero, aun así, este chiquillo, es bastante extraño... no solo por el hecho de que solo lo tuve cerca una vez, sino por el hecho del esfuerzo casi paranormal que hace para ni siquiera mirarme a la cara.

A penas y pude verlo a la cara la última vez...

Pero ahora, esta frente a mí en todo su esplendor y, debo decir que... me gusta lo que veo.

− Guillermo, tengo la ligera impresión de que mi presencia no te es grata... − no me tomen a mal, desde aquí pude admirar mejor su cara, sus ojos ligeramente rasgados, sus mejillas ruborizadas por alguna razón y cabello negro, combinados perfectamente con esa piel blanquecina.

− ¿Soy una molestia? − como la viva imagen de su madre... es decir, se parecen mucho, porque... no mal entiendan.

− No, nada de eso, pienso que eres genial, pero... − su voz, su temblorosa, pero a la vez tan suave y tímida; la manera en que evita mi mirada; la forma en la que cierra poco a poco su camisa con vergüenza.

Este muchacho...

No sé cómo ni cuándo tome la molestia de entrar de lleno a aquel cuarto, desordenado, con libros y revistas cubriendo el suelo.

Este mocoso...

− Es de mala educación no ver a un hombre a la cara cuando se le habla... − no se en que momento llegue hasta él, acercándome lo suficiente como para tomarlo del mentón y obligarle a verme a los ojos

− Eres tan... − esos ojos negros casi llorosos, llenos de vergüenza, adornando ese rostro tímido e inocente. Me miraba como si en cualquier momento fuese a comerlo o algo peor.

Este niño...

− Debo terminar de vestirme... − su voz temblorosa logro volver a llamar mi atención, percatándome de lo que hacía no tuve más remedio que retroceder.

− Sí, claro... − aclaré mi garganta mientras miraba hacia mi reloj − Yo, esperare en el auto...- di media vuelta y salí de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitieron hasta llegar a la entrada donde mi auto esperaba.

Este chiquillo tiene algo extraño, tal vez sea por eso que su madre siempre habla de él como lo hace, se su historia, por lo menos una parte.

Al parecer él y su ex marido tuvieron un problema cuando el niño tenía solo seis años, de una u otra manera termino el en la cárcel y ellos tuvieron que moverse para no ser víctimas de las malas lenguas.

Ella me dijo que pasaron muchos años antes de que encontrasen el lugar estable en el que se encontraban antes de conocerla en aquella editorial, una agradable mujer, tierna, comprensiva y amorosa la cual no supo de mi fortuna hasta que le pedí vivir conmigo...

No muchas mujeres aceptan a un hombre sin saber de su economía, fue por eso que cuando supe que saldría conmigo cuando le mentí sobre mi trabajo que ella sería una buena compañera.

Aun ahora ella sigue en su trabajo como columnista del periódico, a pesar de que le dije que yo me encargaría de todos los sustentos, es una mujer bastante independiente... por no decir orgullosa.

Hasta ahora, estos nueve meses que he pasado con ella han sido los mejores, los suficientes para tomar aquella decisión que me llevo directo a la joyería para comprarle aquel anillo que oculto para entregar en la cena especial de mañana...

Es por eso que me interesa llevarme bien con su chico, quiero que todo sea perfecto cuando le pida oficialmente que sea mi esposa...

− Estoy listo − escuché los pasos de aquel muchacho bajar hasta el auto.

− Vale... te vez bien − intenté sonar amable, pero como hacerlo sin parecer un acosador sexual después del incidente de hace un momento. Había sido sin querer, es decir... no hice nada malo.

− Gracias − tan solo, yo tan solo...

Joder, no sé en lo que estaba pensando.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~

 

El rugir del motor fue lo único que se escuchó durante todo el trayecto, el camino hasta la cafetería que justo estaba en el centro de aquella ciudad era bastante largo por lo que ambos permanecieron en silencio... un incómodo y muy extraño silencio que fue roto cuando el mayor decidió contarle su plan al chico.

− Mira esto... – dijo, entregando la pequeña caja forrada en terciopelo al muchachito quien admiro aquel anillo descansar sobre la pequeña almohadilla.

− Es lindo − exclamó este con tono indiferente.

− ¿Crees que le guste a tu madre? − algo que le causo curiosidad al mayor, debido a que creería que se alegraría, o en su defecto le gritaría mil y un insultos, pero el solo permaneció en silencio mirando la pieza.

− Si... a ella siempre le ha gustado este color – señaló, al notar el color rosado de la gema en el medio del anillo. Una mirada vacía y apagada, nada parecido a lo que vio antes en aquella alcoba o la que veía cuando hablaba con aquella mujer a la que amaba.

− No quiero empezar con el pie izquierdo así que si algo te molesta dilo... − el tono serio escapo de la boca del hombre al igual que esa pregunta directa para llamar la atención del copiloto.

− No, no es nada... enserio − como respuesta una sonrisa nerviosa y para nada creíble fue lo que obtuvo del chiquillo quien seguía con aquel escudo de por medio.

− Esa mirada no dice lo mismo... − y de nuevo el silencio reino durante varias cuadras en las que este solo continúo conduciendo hasta cansarse de no recibir nada en respuesta.

− Guillermo, mírame... − dijo justo antes de frenar de golpe en aquel crucero poco concurrido donde solo vagabundos y uno que otro perro callejero podían verse.

− Te estoy hablando − volvió a sentir el toque del hombre sobre su brazo, obligándole a voltear y mirarle a los ojos.

− Umm, yo... toma esta cosa TU - escapando de la situación al entregarle aquella caja y una sonrisa un poco más realista de por medio.

− ¿Tu? − extrañado de la pregunto Samuel decidió volver al camino, no quería que el chico llegara tarde a su cita.

− No sé si sea correcto llamarte por tu nombre, y creo que el DON Samuel te haría quedar más viejo que mamá... − una pequeña risa salió de sus labios, el adulto maldijo en silencio por tener los ojos sobre el camino y perderse de aquella sincera tierna sonrisa.

− Tu madre te arrancaría el cuello ahora mismo si te escuchara decir eso... −

− Si vale, entonces... − el joven lo pensó un par de veces, sin embargo, al final terminó por decirlo.

− Creo que debo llamarte papi − el carro frenó en seco, haciéndole tambalear un poco en su asiento... la mirada de Samuel seguía al frente y sin decir ni una palabra.

-Es aquí... debo irme, tomare un taxi de regreso... gracias...- se despidió, cerrando la puerta tras el mientras caminaba hasta el establecimiento con solo una pequeña carpeta entre sus manos.

-Va... vale, fue bueno pasar tiempo juntos...- las palabras casi inaudibles salieron con dificultad al ver al chico desaparecer por aquella puerta corrediza.

Este chiquillo, este niño tiene algo, pero no entiendo que...

No pudo evitar sentirse culpable por haber entendido aquellas últimas palabras hacia su persona, aun mas... por la reacción de curiosidad sucia que despertó en su imaginación al verlo marcharse con esa sonrisa burlona en su rostro

 

POV'S Guillermo~

Hey, ¿Adivinen a quien contrataron?

Si, bien por mí... incluso llame a Frank para agradecerle a lo que él me invito a una especie de "fiesta y piscina" en la que extrañamente encaje bien, pero aun así adivinen quien no logro ligar ni un tronco esa misma noche.

Como sea, cuando me di cuenta de la hora ya era demasiado tarde, para mí, para los taxis y para mi madre que de seguro armaría un drama mañana por la mañana.

− Guillermo Díaz ¿Qué significa esto? − casi me da un infarto al escucharla después de que cerrase la puerta de la entrada tras de mí, espero y no se entere de que bebí un poco.

− Emm, que... ¿me dieron el trabajo? − mi madre siempre ha tenido un gran sentido del humor, pero la manera en que me mira; acompañado con la manera en la que me estoy tambaleando para conservar el equilibrio me dice que nadie se va a reír mañana en la mañana.

 


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