Narra Samuel:
Ya son dos años… dos años en los cuales aún no puedo lograr saber porque es que hice muchas de esas cosas, porque es que dejé todo lo que más amaba atrás…
¿Acaso será real lo que dicen? ¿podemos olvidar a la persona que amamos? ¿olvidar a nuestro primero amor?
Pues creo que esta noche me daré cuenta de ello, mas no sabría bien como serán las cosas ya que siento que todo me saldrá muy mal…
Mi paso es lento, camino lentamente por aquella gran calle donde están muchos recuerdos que mi memoria esta pasando como parte de una gran película…
“oye tío que haces ahí?” “¡JODETE CHAVAL!” “¡DEJAME EN PAZ SAMUEL!” “Samuel… porque”
Cada uno de mis recuerdos iba del más alegre al más triste… joder chaval ¿porque es que me hace esto mi subconsciente? ¿acaso quiere verme llorar? ¿acaso quiere verme destruirme en medio de la calle?
Sin darme cuenta y en tantos pensamientos por fin estoy delante de aquella gran puerta color caoba, esa puerta que construye un pequeño peldaño de ese gran hogar, esa puerta que resguarda atrás el amor de una familia… el amor de una pequeña y destruida familia…
Mis manos temblorosas se mueven poco a poco, no puedo lograr dejar de temblar, mis dedos… escucho como es que crujen mis huesos cuando los presiono para así poner mi puño y lograr tocar fuerte y claro, para ser oído en los adentro de ese hermoso lugar
Dos golpes… solo he logrado dar dos pequeños golpes a esa gran puerta… no hacen falta más pues si lo hacía sabia como es que me iría… los regaños de siempre
- ¡VAN! – una pequeña voz a lo lejos fue lo que hizo que mi sonrisa se agrandara
no podía hacer nada más, tenía que esperar a que la puerta frente a mis ojos se abriera por fin para poder ver a esa linda criatura que venía abrir
- ¿Si dígame? – pregunto aquella linda figura de aproximadamente un metro de altura
- Dime pequeña es… - no pude terminar de decir las palabras ya que al instante fui interrumpida mi voz por la de alguien más en el fondo
- ¿Quién es Samanta? – esa voz… hace dos años que no escuchaba esa voz, la voz de la persona que más amaba en mi vida y creo que lo sigo haciendo
- Dime Sam… - “hola” fue lo que pensé al momento de ver como sus ojos, esos lindos ojos marrón me miraban y se abrían como si de un par de platos se trataran…
- Hola…- salude con la mano como un simple amigo se tratase, pero sabía en mi mente y corazón que no era así
- Cariño… - se refirió a la pequeña que estaba en la puerta aun parada – ve a ver a tu primo por favor, recuerda que tío Alex no lo dejo y estaba en el cuarto de arriba solito
- Está bien papi- exclamo con una gran sonrisa… muy característica sin duda- con permiso señor
La pequeña lentamente se retiró no sin antes dar un pequeño abrazo a su papi el cual estaba en la puerta con una gran sonrisa que al instante se cambió cuando la pequeña se fue del lugar… que cambio tan drástico tío
- ¿Qué quieres? – joder ¿tan mal nos recibimos a la primera después de mucho tiempo?
- ¿Ni un hola, si quiera? – sonreí un poco, pero note que su rostro no cambiaba
- Samuel… no es tiempo de juegos, dime ¿qué quieres? – cruzo sus brazos, no puedo olvidar como es que se miraba cuando lo hacía… sin duda no ha cambiado en nada
- No has cambiado…- susurré para así soltar una pequeña sonrisa y casi acompañada de una lagrima que por suerte no salió chaval- solo pasaba por aquí y decidí verte y platicar… ver a mi pequeña samanta…
- ¿Tu pequeña? – levanto una ceja para así pararse de frente a mí y poner su dedo en mi pecho – ¡ella dejo de ser tu hija desde que te fuiste hace dos años! – empujo con algo de fuerza para así solo moverme dos pasos hacia atrás
- Sabes que aún es mi hija Guillermo… no puedes ocultarle a su padre- sonreí para ver cómo era que sus ojos se llenaban de lágrimas y demostraban enojo a la vez
- Ella sabe que tiene un padre mas no lo recuerda que es diferente…- su voz era quebradiza pareciera que en cualquier instante empezaría a llorar
Mi instinto hizo que me acercara a él y quisiera abrazarlo, como era que lo hacia todas las veces que él se sentía mal por algo
- ¡ALEJATE SAMUEL! – exclamo para así ver cómo era que sus ojos derramaban lágrimas, esas lagrimas que sabía que yo era el culpable de que salieran de esos hermosos ojos – ¿¡porque no solamente te vas!?
¿En realidad me estaba diciendo aquellas palabras? Solamente me estaba mintiendo para después abrazarme como siempre lo hacía en los juegos o en realidad sus palabras eran ciertas y quería que me fuera
- Porque no te vas como aquella vez de nuevo Samuel… como hace dos años lo hiciste, irte sin dejar algún rastro de ti, solamente tu ropa, y nada más que eso… ni una nota, ni un mensaje… ¡nada!
- Guillermo…- me acerque de nuevo para así poder poner mis manos en sus hombros, pero al instante fueron retirados por las manos de él
- No me toques por favor… - lágrimas en sus ojos estaban más que presentes, su llanto me hacía sentir culpable por todo lo que pasaba, pero sabía que en realidad si tenía la culpa de todo – dime por favor Samuel, ¿a que es lo que has venido? Que es lo que quieres, porque justo después de dos años vienes a esta que fue tu casa, tu hogar, la cual dejaste de la nada… ¡Porque… dime por que!
- Yo… Guillermo…- no sabía que decir, sabía que lo que decía era verdad… sabía que todo lo que me estaba reclamado había pasado más que nada porque yo lo hice vivir eso
- Nada de “Lo siento Guillermo” – limpio sus lágrimas de sus mejillas y volvió a cruzar los brazos – ya son dos años Samuel, no se puede perdonar a alguien así de la nada
- Pero por favor haz el intento Willy… te lo pido – ahora mi voz era la que estaba quebradiza, sabía que había cometido el error de haberme marchado de la nada, pero es que no me sentía cómodo con mi vida… quería vivir cosas nuevas, experimentar muchas cosas de las cuales me quede con las ganas y lo había hecho, había vivido todo aquello que quería, pero al final de ello sabía que había arruinado mi vida completamente, pues había dejado lo que tanto había luchado
- No Samuel… estuve esperando durante mucho tiempo; días y noches, pensando que te habías ido de viaje, pero ni un mensaje, o algo para saber de ti – su mirada se perdía en la mía, al cual ahora la mía estaba llena de lágrimas – uno se cansa de esperar, se cansa de no saber nada del amor de su vida… - noté como bajaba la mirada al piso y solamente se dio media vuelta
- Guillermo… - puse mi mano en su hombro de nuevo para que así se girara de nuevo, pero fue en vano, solamente se dispuso a dar otro paso
- Vete, olvídate de mí, olvídate de tu hija, olvídate de tu antigua casa, olvídate de todos los recuerdos… - su voz de nuevo era quebradiza – olvídate de todo como aquella vez… por favor y déjanos en paz
Sus palabras me lastimaban, me dolían mucho escuchar cómo era que el amor de mi vida me corría de su vida, de su compañía, de mi familia, pero en algunas de sus palabras tenía razón, me había marchado de mi familia, los había dejado a su suerte
Sus pasos continuaron, abriendo aquella gran puerta y dejando entrar a él para así al instante cerrarse con gran fuerza… sabía que al hacer eso soltaría en llanto dejándose resbalar por la puerta, como lo hacía antes cuando peleábamos por cualquier tontería
No podía hacer más, sabía que había perdido todo, sabía que todo había terminado, pero no podía irme, así como la última vez… no podía irme sin antes despedirme, no quería cometer el error del otra vez
Regrese unos pasos más hacia aquella gran puerta y por debajo solamente deje un pequeño sobre morado con los nombres de mis dos amados y con un contenido adentro que decía “Los amo para siempre mi único y gran amor Guillermo y mi hermosa y valiente hija samanta… te amo mi niña y te amo mi amor”