Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuerdos por Ryu_chan

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Bueno, estaba aburrida y no tenía másnada que hacer, asi que me dije "porqueno hacer un one-shot"?? ya que estoy enfrascada en el proximo cap de SSM v_v espero les guste ^^

 

 

Cierro los ojos nuevamente escuchando sin querer la nueva pelea que mis padres llevan a cabo en el piso inferior. Trato de no prestarles atención, de hacer otra cosa que logre distraerme, pero me es imposible.

 Busco con desespero una buena canción en la radio, aunque los gritos de dolor lleguen a mis oídos. Me vuelvo a acostar lanzando el control al otro lado del cuarto escuchando atentamente la suave música del piano que resuena en toda mi habitación

 ¿Desde cuando mi vida se fue a la basura?

 ¿Desde cuando ya la escuela me parecía tonta y absurda?

 ¿Desde cuando mis amigos se comenzaron a alejar lentamente de mi lado?

 ¿Desde cuando mis padres comenzaron sus disputas diarias?

 Y la más importante…

 ¿Porque siento este vacío en mi corazón?

 No hace mucho, más exactamente tres meses atrás, mi vida era codiciada por todos los que me conocían. Me envidiaban.

 ¿Cuándo cambió todo aquello?

 Recordé vagamente aquél suceso que hizo de mi vida una tormenta en un vaso de cristal.

 Nunca me había enamorado, nunca supe que era el amor, hasta que le conocí

 Yo era un chico común, mis ojos eran verdes casi cristalinos y largas pestañas negras se cernían sobre ellos; mi cabello liso tenía un color carbón brilloso, me encantaba presumirlo; mi nariz era perfilada y pequeña; mis labios no eran muy carnosos pero al menos tenía; mi cuerpo era normal, como el de un chico de 16 años en pleno crecimiento, aunque tal vez el nado lo había hecho un poco musculoso y me había dado un buen trasero no muy común en hombres. Mi tez era clara no cayendo en lo pálido y mis movimientos siempre fueron educados y varoniles.

 Me definía como un chico simpático, algunas veces un poco sarcástico y humilde. Siempre estaba atareado, que si el baloncesto, que si las prácticas de ajedrez, que si el concurso de escritura… mi horario estaba modificado al completo gusto de mis padres.

 Mis padres…

 Desde que tuve conciencia mis padres fueron muy amorosos y nunca tuvieron problemas o pelearon por algo. Mi madre era una mujer muy gentil, aunque la mayoría del tiempo se mostrara seria y regia en sus decisiones; ella era una de las mejores abogadas de la ciudad y una gran parte del tiempo se la pasaba fuera defendiendo a personas inocentes o en algún club con sus amigas chismoseando de cualquier cosa. En cambio mi padre se la pasaba de broma en broma, siempre se la pasaba haciendo payasadas que lograban sacar una sonrisa a todos, eso me encantaba; él era un arquitecto de renombre y muchas de las grandes obras que se construyeron en todo el país y una que otra fuera, fueron dirigidas y plasmadas por él

 Una abogada y un arquitecto, los dos buenos en sus profesiones. ¿Es necesario decir que eran ricos? Que estaban podridamente forrados en dinero, y más con la herencia que le dejó su abuelo a su padre cuando murió. Pero de eso no va el asunto

 Ellos siempre le dieron todo, su cariño, su confianza, su educación y todo lo que tenía… menos amor. Desde pequeño sintió que sus padres no le querían lo suficiente, pero tal vez se equivocaba. Todas sus ilusiones murieron al momento de saber que era adoptado

 Imagínense… Tenía trece años y ya se enteraba que era adoptado. Eso quería decir que le criaron personas ajenas a él, que no tenían su misma sangre, personas que no le amaban. Y de ahí la interrogante ¿Dónde estaban sus verdaderos progenitores?

 Ocho días fueron los que permaneció en su alcoba, distante de todo lo que pasara a su alrededor.

 Gracias a un ángel fue que pudo salir de su auto-encierro. Un ángel con el nombre de Laura

 Cada vez que la recordaba sentía un ligero cosquilleo en mi estomago. Mis padres le habían anunciado que ella sería mi nueva nana, una señora de 62 años con un rostro pacífico que evocaba el cariño materno que necesitaba, aquél cariño que su “madre” no podría darle

 Fueron los mejores días de su vida. Laura me ayudaba en todo, siempre estaba disponible, en especial cuando se trataba de tortas de chocolate… Deliciosas, nadie las haría nunca como ella

 Así siguió el transcurso de mi vida, con Laura de por medio ayudándome a confrontar la adolescencia, en la que mis padres no pudieron estar por trabajo.

 Llegué a los 16 años con notas sorprendentes, ¿pero que se podía esperar del hijo de la familia Granchester? Con eso logré entrar a una universidad con dos años de antelación, y no fue una simple universidad como las hay en chicago, sino una de las mejores en donde pagaría los estudios con una beca. Al menos no tendría que incomodar a mis padres con gastos para otra cosa que no fuera comida y las actividades extra que tenía que tomar por decisión de ellos

 No tardé en adaptarse, todo era mucho más fácil, aunque le llamaran Nerd se sentía muy a gusto en ese lugar. Claro que hizo muy buenos amigos, a pesar de ser  demasiado callado y retraído

 Jessica fue la primera en acercarse a mí. Cuando entablé una conversación con ella lo primero que me dijo y que nunca se me olvidaría era “¿Sabes? Tal vez seas un poco callado pero creo que en tú interior se esconde una fiera a punto de salir, aparte, estás muy guapo” esto lo acompañó con un guiño de ojo que logró que mi sangre subiera rápidamente por mis mejillas y sin darme oportunidad a contestar empezó a hablar como una cotorra. En menos de 15 minutos me sabía toda su vida, desde la pequeña raspadura que se hizo a los tres años, hasta decolorado que casi la deja calva no hace mucho. Al principio quizás me pareció un poco “loca” pero al final la terminé aceptando como una nueva amiga, la primera que hacía en ese lugar

 Después de ese día Jessica me presentó a sus mejores amigos Tomás y Alex. Simpaticé rápidamente con Alex, era un chico que se tomaba las cosas con calma y le gustaba mucho la lectura al aire libre, al igual que a mi. Luego estaba Tomás, del tipo roquero, le encantaba la música ruidosa que hacía saltar constantemente a los jóvenes de hoy, a parte de ser extrovertido y con gustos homosexuales. Nunca me pareció bien andar en su compañía, pero al final terminé aceptándolo, dándome cuenta del excelente amigo y confidente que podía llegar a ser.

 Ese era nuestro grupito, conformado por Jessica, Alex, Tomás y yo. Por cierto mi nombre es Armand, según mis padres, cuando fueron al orfanato las mujeres que nos cuidaban dijeron que la canasta en la que me habían dejado tenía una pequeña nota en la que decía con letra temblorosa “Armand” y por eso, respetando a mi madre biológica ellos decidieron dejarme el mismo nombre.

 Cumpliendo tres semanas de conocidos, mis amigos decidieron hacer una pequeña fiesta llevándome a rastras a un club nocturno llamado “The palace” muy conocido por la zona por ser uno de los mejores y además por dar un servicio de calidad, si saben a lo que me refiero

 Nunca quise ir a ese lugar, sentía como las miradas de mujeres y hombres se posaban en mis amigos, en especial en Tomás que saludaba con besos al aire a todo con el que se tropezara. Con pasos torpes logramos llegar hasta una mesa cercana a todo el barullo que armaban en la pista de baile la decena de chicos mayores de dieciocho años. Se preguntarán ¿cómo logré entrar si tengo apenas 16? Bueno la cosa es que Tomás y Jessica se conocen a todos los que frecuentan el lugar y no fue muy difícil pedir que me dejaran pasar, de todas formas si ya estaba en la universidad entonces ya era mayor de edad

 En poco tiempo mis amigos ya estaban en la pista bailando al son de una tonada muy movida. Jessica bailaba con un tipo que le doblegaba la edad pero al parecer a ella le importaba poco ese pequeño detalle; unos pasos más alejado se encontraba Alex que se movía como todo un principiante acompañado de una linda chica que era igual de tímida a su parecer, que su amigo; y por último en un rincón alejado de la gente pudo entrever el rojo chillón del cabello de Tomás que se besaba vorazmente con un tipo de cabello negro y ropa de cuero que le tocaba como poseido. Con rapidez aparté la mirada de la escenita que se estaban montando, bebiendo un poco de la limonada que había pedido no hace mucho sintiendo como la vergüenza se iba directo a mis cachetes.

 -Discúlpame, pero… ¿Quisieras bailar conmigo?

 Levanté mi rostro observando con sorpresa a un hombre de no más 25 años, de piel dorada como el sol, ojos pequeños de un azul claro rodeado de cortas pestañas, una extraña nariz parecida al pico de un tucán por lo que deduje con rapidez que tenía vínculos con sangre italiana, no tenía labios y su cara era cuadrada. Llevaba unos vaqueros ajustados que dejaban ver sus fuertes piernas y la camisa desabrochada dejando ver su pecho. A su parecer era un tipo muy varonil  

 -¿Qué te parece?

 -No creo… además eres un hombre- dije no muy convencido

 -Eso no importa, además este es un club para toda clase de gustos- me sonrió mostrando su perfecta dentadura

 Nunca me había sentido de esa manera, ni siquiera con una chica. No podía descifrar era en realidad pero me gustaba su compañía, a pesar de tener poco de conocerlo. Con gestos no acordes con mi conducta me levanté y lo llevé hasta la pista de baile. Rato después me dijo que se llamaba Kevin…

 Como hubiese querido no conocerlo, como quisiera regresar el tiempo hasta el momento en que mis amigos me convencieron de ir a ese lugar y decir NO. Lastima que mis deseos nunca se cumplieran

 Desde ese día comenzamos una amistad un poco rara. Nos hablábamos por teléfono solo para decir cuanto nos extrañábamos. Mis padres comenzaron a sospechar que estaba metido en cosas malas, pero eso nunca pudieron saberlo ya que solo éramos dos amigos que se querían. Nunca debía haber pensado eso, muchas veces estuve a tiempo de terminar con esa “amistad” que cada día se volvía más y más fuerte.

 Ya no me interesaba por mis estudios, de todas formas heredaría la enorme fortuna de mis padres. Mis amigos siempre me preguntaban que me pasaba pero yo solo les contestaba mal y me alejaba cada vez más y ellos, decepcionados, no hacían nada por detenerme.

 Hasta que, un día de invierno en mi casa decidí invitarlo. Mis padres estarían muy ocupados en sus trabajos y Laura dormía placidamente en su habitación.

 Cuando llegó lo recibí con un fuerte abrazo que me correspondió con un beso en el cuello, que logró que todos mis músculos se tensarán y mi mirada llena de incertidumbre se posara en sus hermosos ojos azules como el cielo. Por toda respuesta me dijo “Disculpa, pero tenía muchas ganas de hacer eso” en ese momento no lo entendí, pero más tarde lo haría.

 Subimos a mi habitación en donde comenzamos a hablar de cualquier cosa. Le había ofrecido una taza de chocolate pero no le gustaba, también le pregunté si quería jugar un juego de video pero se rehusó diciendo que eso era para chiquillos, a lo que me avergoncé dándole la razón.

 Todo iba bien, hasta que llegamos al tema del sexo. Yo era un completo extraño en ese mundo, nunca me interesó y nunca lo haría. Me confesó que el sexo se disfrutaba más si se hacía con la persona que me gustaba. No me dio siquiera tiempo a preguntar, cuando se me tiró encima besando mis labios con furia y pasión. Por un momento estuve en blanco, no sabía que hacer así que abrí mi boca solo un poco dejando paso a su lengua la cual me recorrió con tenacidad. Nunca lo olvidaría, mi primer beso…

 Esa noche perdí lo más preciado para mí. Mi virginidad. Pero no estaba triste, ¿como estarlo si la había perdido con la persona a la que amaba? Si, después de tanto embrollo descubrí que sentía algo mucha más fuerte por Kevin de lo que creía, y no me dio pena admitirlo, después de todo Tomás me había dicho que el amor no tenía forma, color, ni sexo; el amor pasaba y ya, no se podía hacer nada.

 Cuando desperté por la mañana me di cuenta que estaba desnudo y peor, completamente solo. La tristeza me inundó, pero lo excusé diciéndome que de seguro tenía mucho trabajo que hacer, aunque en realidad me hubiera gustado muchísimo levantarme el día que hubiera perdido la virginidad al lado de la persona a la que amo. Me levanté de la cama sintiendo el dolor punzante en mi trasero, para después dar un pequeño gritito de horror al ver como la sabana blanca como el algodón tenía un enorme manchón rojo justo del lado donde había despertado

 Después de bañarme y limpiarme la herida, bajé con paso lento por las enormes escaleras encontrándome en mi camino con Laura que bostezaba sonoramente. Le sonreí un poco dándole los buenos días seguido de un beso en su mejilla a lo que respondió con un efusivo abrazo.

 Era sábado, mis padres no estarían y Laura debía visitar a una ahijada suya que estaba enferma. Traté de contactarme con Kevin a su celular pero nadie contestaba. Aburrido y sin nada que hacer decidí ir a pasear a mi perro “Monster”, un hermoso pastor alemán.

 Con la correa sostenía a duras penas al enorme Monster que corría de allí allá, oliendo todo lo que encontraba. El barrio en el que vivía era muy tranquilo y solo cinco o cuatro personas salían a pasear en la tarde, por lo que no le vi problema a soltar el agarre de mi perro para dejarlo jugar y correr por el parque en el que estábamos.

 Me encontraba sentado en un banco viendo los árboles que se alzaban por lo alto, cuando un grito de auxilio más unos ladridos que conocía a la perfección me sacaron del trance obligándome a correr hasta la esquina de un árbol en el que divisé a Monster encima de “algo” mientras movía su cola incesantemente de un lado a otro.

 -Monster!- llamé logrando que el pastor alemán se quitara de encima del cuerpo del joven.

 -¿Es tuyo?- me preguntó mirándome con mala cara.

 Le miré de arriba abajo. Era muy joven, como dos o tres años más que yo. Su tez era clara, sus ojos un poco grandes para alguien de su edad, aunque pensándolo mejor… yo los tenía grandes y expresivos, tenían un bonito color ámbar y las pestañas eran largas pero finas; su nariz era normal, ni muy grande ni muy pequeña, más o menos perfilada; sus labios eran carnosos y mostraban un leve reproche en ellos; su cabello tenía un color cobrizo y un corte muy raro, adelante lo llevaba corto y atrás tenía un largo mechón que le llegaba hasta media espalda. Traía puesto unos pantalones negros y una camisa manga corta roja sobre una manga larga blanca. Volví a mirarlos a los ojos viendo como sus cejas negras se ondulaban hacía abajo logrando que sus ojos se empequeñecieran más.

 -Si- contesté después de haberlo estudiado, como un doctor a su paciente.

 -Por un momento pensé que te había comido la lengua el ratón- sentí en su tono de voz algo parecido a la ¿burla?- bueno, fíjate que TÚ perro me perdió los lentes- afirmó viendo a todas partes en busca del objeto perdido.

 Ladee un poco la cabeza. Los lentes se encontraban justo enfrente de él ¿Es que no los veía? Decidí dárselos de una vez, no fuera a ser que después tuviera que pagar por algo de otra persona.

 Se los dí dispuesto a irme pero de nuevo me llamaba insistentemente. Volteé a mirarlo como si fuera basura, ¿Es que no se daba cuenta que me tenía fastidiado? 

 -Oye ¿sabes donde queda la residencia Apple?- me preguntó, en su tono pude sentir un poco de pena y cansancio. Sin más le dije donde era, lo sabía perfectamente ya que ahí vivía Jessica…

 Jessica.

 Hacía mucho que no hablaba con sus amigos. Observé como el muchacho me volvía a agradecer con una sonrisa para después irse corriendo. No le di mucha importancia y tomé a Monster de la correa, estaba a punto de irme a casa cuando algo me dejó paralizado.

 En la otra calle se encontraban Kevin junto a una mujer embarazada y un chico de no más 5 años a su lado, pero lo que en verdad me dejó destrozado fue el ver como Kevin besaba con dulzura a la mujer mientras su mano acariciaba el vientre en donde aguardaba el fruto de su amor.

 Sin más palabras huí de la escena.

 Más tarde mis padres mi informaron acerca del retiro de Laura a causa de la salud de su ahijada, que al igual que yo no tenía a nadie quien la cuidara ya que su madre se la pasaba trabajando y su padre había muerto.

 Desde ese día me encerré en mi mundo. No volví a ver a Kevin, pero según algunos tipos del bar, dicen que su mujer dio luz y ambos se encuentran muy felices celebrando el nacimiento de su hija Sofia; ya no me interesaba nada acerca de la escuela lo único que quería era pasarme todo el día en Internet; mis amigos ya ni me miraban, y yo fui en parte responsable de ello, lo que sé es que Jessica se consiguió un nuevo novio y anda feliz, Tomás anda de juerga en juerga y Alex está saliendo con la chica que bailó en “The palace”. Mis notas nunca bajaron, pero estaba en un estado zombi que preocupaba a mamá y claro que mi padre decía que era problemas juveniles, desde ese momento empezaron sus discusiones diarias, por cualquier cosa discutían y yo me sentía responsable de ello también.

 Adopté un nuevo estilo. Siempre estaba vestido de negro, hasta me delineaba los ojos de ese mismo color. Estaba en un luto indefinido y todo por la desaparición de Kevin y la ida de Laura; también contaban la soledad a la que estaba atado y el miedo a la luz.

 Abrí los ojos despertando de mis recuerdos. El pasado era el pasado y el presente era una mierda, pensé con una sonrisa sarcástica.

 Me levanté de la cama y abrí la puerta escuchando la todavía disputa que llevaban por varias horas mis padres. Me giré hacia mi alcoba escuchando la suave música del piano por última vez hasta cerrarla en definitiva.

 Bajé las escaleras haciendo caso omiso a mí alrededor. Cuando llegué a la puerta de la salida volví mi cabeza hacia atrás, allí dejaba mis preocupaciones y problemas, era el momento de comenzar nuevamente. Giré la perilla saliendo de la enorme casa y dando de lleno con la fría brisa del invierno.

 Metí mis manos en los bolsillos de mi vaquero negro, hacia mucho frío. Ajusté un poco la bufanda negra que traía puesta sobre el suéter negro dispuesto a dar un paseo que alivianara mis penas.

 Cruzaba una esquina cuando mi cuerpo dio de lleno con otro. Levanté mi cabeza con un poco de enojo llevándome una pequeña sorpresa.

 -Valla, primero chocó con un “perrito” y ahora choco con su dueño- sonrió amistosamente el mismo muchacho de hace un mes.

 -El destino- murmuré irónicamente. Estaba igual que hace cuatro semanas, solo que ahora sus ojos ámbar estaban cubiertos por unos finos cristales (N/A: los lentes si no me entienden xd) y en su mano derecha llevaba una bolsa con el logo de la librería en la que siempre compraba.

 -Tal vez- dijo pensante mirándome de reojo a lo que alcé una ceja y él rió- ¿Quieres ir a tomar un chocolate caliente? Se de un lugar en donde lo venden sabrosos- me sugirió con una sonrisa.

 -¿Me estás proponiendo una cita?- pregunté socarronamente, no sé porque pero me agradaba su compañía- porque si es así eres muy viejo para mi- dije un poco serio.

 -Creo que si- sonrió- te lo debo por darme la dirección de la casa de mi prima, no sé que hubiera hecho si no me encontraba con alguien que supiera. Es extraño que poca gente sepa donde queda esa residencia. Ya me estaba preparando para dormir en el parque y todo- se burló de sí mismo para luego ponerse serio- y no soy un viejo, tengo apenas 19 años- un pequeño mohín se mostró en sus labios a lo que no pude evitar sonreír de medio lado.

 -Bien, pero tú pagas que me olvidé la billetera- dije rascándome la nuca

 -Claro, será un placer pagar la cuenta de un chico tan mono como tú- rió nuevamente mientras yo sentí como un calor se apoderaba de mis blancas mejillas.

 Con eso comenzamos una nueva plática de camino a la tienda. Me dijo que se llamaba Dariel, le gustaba el dulce, los gatos, su casa en Nueva York y los atardeceres en la playa. Descubrí que era un muchacho sereno y dulce pero que cuando se molestaba podía ser peor que un león enjaulado, y también que su prima se llamaba Jessica Liberato, ¡Que coincidencia! Justo la misma que estudiaba con él y de la que antes era amigo.

 Al final del día tuve que despedirme de Dariel, aunque la verdad quería quedarme todo el día conversando con él. Pero me prometió que nos veríamos en la universidad, otra grata sorpresa, él también iría a la misma universidad que su prima para estudiar bellas artes.

 -Bueno, nos vemos mañana- me sonrió calidamente asegurándome con eso que mañana estaría a mi lado

 -Bien- susurré triste, era la primera vez en varias semanas que tenía una conversación con alguien que no fuese mis padres y tener que romperla por la tonta hora de dormir…

 -Quita esa cara que mañana nos vemos- le miré sorprendido, yo sabía esconder perfectamente mis sentimientos y era muy difícil que los demás se dieran cuenta de ello.

 Pero lo que más me descolocó fue el suave beso, casi roce de sus labios carnosos sobre mi mejilla caliente, muy cerca de mis labios. Sin darme cuenta gemí dolorosamente cuando dejé de sentir sus labios en mi piel a lo que me sentí mucho más caliente llegando a pensar que tenía fiebre.

 Por suerte no se dio cuenta de eso y se fue despidiéndose con la mano y una pequeña sonrisa en sus labios. Lo observé hasta que su silueta se perdió de vista, fue en ese momento que entre a casa a donde no pensaba volver. Si, pensaba fugarme esta tarde pero el encuentro con Dariel me hizo pensar mejor las cosas.

 Subí a mi habitación sin extrañarme del silencio que reinaba en el lugar y tampoco al ver a mi padre salir del cuarto de visitas con una taza vacía en una de sus manos. Nos miramos por largos segundos que parecieron horas, pero él rindiéndose la desvió bajando por las escaleras.

 Entré a mi cuarto cerrando la puerta con seguro para luego tirarme en la cama. Estaba comenzando nuevamente desde cero, pero estaba seguro de algo, volvería a ser el de antes, volvería con mis amistades y lograría que mis padres dejaran las peleas tan tontas que vivían diariamente.

 Me paré de un salto de la cama abriendo el guardarropa. Comencé a desvestirme con rapidez y luego de varios segundos tenía puesto mi pijama favorito, uno amarillo con ositos. Apagué la luz, hoy me acostaría temprano. Me metí entre las sabanas nuevas disfrutando el aroma del pañito que me había dado Dariel cuando sin darme cuenta me di con la mano en el ojo olvidándoseme que lo tenía delineado de negro, por lo que tuve que ir al baño a quitarme esa porquería de mi cara.

 Lentamente, abrazando el pañito azul y con una sonrisa en mi rostro alivianado fui cayendo en el mundo de Morfeo. Comenzaría nuevamente y dejaría atrás los errores del pasado.

 Comenzando con un flechazo a primera vista. Porque era verdad que el amor se podía encontrar en cualquier lugar, es su caso, en el parque y luego en una esquina…

 FIN
**************************************************************
****************************************************
NDR: BUAAAAAAAAAAAAAAAAA SNIF SNIF…. Y yo que me había empezado a encariñar con el fics T.T, pero bueno era un one-shot así que que más da ¬.¬

 No es tan común a lo que escribo ¬.¬ lo mío son comedias románticas xd así que no sé si esté bien o no, pero lo que si sé es que me encanto escribirlo, que me inspiré en algunos sucesos de mi vida ¬.¬ aunque el fics no tenga nada que ver conmigo…. Bueno un poquitín ¬.¬

 Nos leemos prontooooooooooooo bye bye na no da!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).