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Capítulo II: Sexy Mamacita

 

Era un hermoso y tranquilo día de primavera para los habitantes de Ciudad Aron. La brisa del viento soplaba de manera grata refrescando a todos en aquel ardiente día; el cielo se encontraba despejado en su totalidad dejando ver un hermoso color celeste, y el sol brillaba intensamente en lo alto del cielo, alzándose majestuoso y haciendo relucir la particular cabellera rubia de un musculoso chico de gafas oscuras, que aquel día, había decidido dar un paseo presumiendo como siempre con rápidos movimientos de artes marciales, sus bien trabajados músculos.

- Es un bello día, pero no tan bonito como yo. – Expresó Johnny, con su típica voz masculina mientras se disponía a sacar un espejo de su bolsillo para contemplarse, y luego de observarse fijamente por unos cuantos minutos no pudo más que exhibir sus músculos y alabarse.

- ¡UH! ¡HA! ¡JUM! ¡Qué bonito soy! Me veo tan guapo como la estatua de David. – Comentó Johnny, sintiendo que hoy lucía mucho más guapo que de costumbre y con la certeza de que hoy seguramente conquistaría a una sexy mamacita.  – Pensaba Johnny mientras continuaba con su camino haciendo alarde de sus músculos ante la mirada de algunas personas que al verle pasar simplemente le ignoraban, y fue en ese momento cuando súbitamente escuchó un agudo grito que a su parecer era femenino.

- ¡Oh cielos! Cuando una mujer grita, siento el gran deber estar ahí. – Exclamó Johnny mirando hacia todos lados, intentando identificar de dónde provenía aquel grito para encontrar a la hermosa pollita que había gritado quizás en búsqueda de un superhéroe como él.

- Ahhhhhhhhhhhhh. – Escuchó nuevamente Johnny la voz de una nena gritando, pero esta vez mucho más cerca de dónde se encontraba mientras continuaba vigilando lado a lado buscando a esa pollita como el gran cazador rubio que era, y fue en ese momento cuando ajustando sus negras gafas, se percató de que había llegado al famoso pozo de agua de Ciudad Aron y de espaldas a él, vio como una linda mamacita se inclinaba para extraer y beber agua.

- ¡Oh sí! – Expresó entusiasmado Johnny mientras sacaba su peine y lo deslizaba por las hebras rubias de su cabello para asegurarse de que todo estaba en orden, antes de aproximarse a aquella hermosa señorita mientras seguía recorriendo con su vista el cuerpo de aquella mamacita.

Johnny podía apreciar la figura de una belleza de perfectas curvas y tonificado trasero, y a pesar de contemplar su espalda, el rubio podía notar que el pimpollo frente a sus ojos tenía un sedoso y brillante cabello negro que caía libre y desparramado sobre sus hombros, vestía un largo vestido blanco de seda y unos inusuales y altos tacones de madera. Sintiendo su corazón latir a mil, y utilizando su spray de olor a rosas para el aliento, sin titubear y con una velocidad relámpago, se aproximó a aquella muñeca, la sostuvo con sus brazos por la cintura, se acercó a centímetros de su rostro y mirándola fijamente a los ojos le dijo:

- ¿Qué hay sexy mamacita oriental? ¿Te quieres perder conmigo? – Pronunció de manera sensual y romántica Johnny empleando un tono de voz excesivamente varonil, observó cómo la nena en sus brazos se sonrojaba haciendo que sus mejillas lucieran de un encantador tono carmesí, al mismo tiempo que ponía una expresión de sorpresa, para posteriormente carraspear con un “ejem” para aclarar su voz, alzar una ceja en muestra de incredulidad y adoptar una postura seria para decirle con una voz considerablemente masculina en forma cortes y respetuosa:

- Yo… siento interrumpirle, pero creo que se ha equivocado. – Mencionó suave y respetuosamente Jack, intentando mantener la compostura al sentir cómo las manos grandes y cálidas de aquel atractivo extraño le sostenían fuertemente de la cintura aprisionándole, y éste acortaba más la distancia entre ambos, podía sentir el aliento de aquel rubio sobre su rostro, olía indudablemente a rosas y la calidez del cuerpo del extraño parecía propagarse por su cuerpo de una manera perturbadora, aquel contacto era demasiado íntimo para la serenidad del samurái quien jamás había experimentado semejante contacto ni en todas las batallas que alguna vez había librado.

¿Cómo era que había llegado a aquel lugar? Pensó fugazmente por un segundo, mientras intentaba recordar cómo había terminado en aquel pozo.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Jack se sentía un poco aturdido, finalmente aquel tormentoso remolino había cesado. El viaje había sido largo y agitado, por ello cuando por fin el movimiento se había detenido y había descendido, no pudo más que contemplar con sus ojos aquel lugar al que extrañamente había sido transportado.

Aquel lugar, no era como nada que hubiera visto. Frente a sus ojos podía observar numerosos árboles silvestres de todo tipo, flores de deslumbrantes colores y animales de diversas especies incluyendo aves y ardillas.   

- ¿Qué clase de mundo es este? – Expresó sorprendido Jack, intentando asimilar la realidad de que había sido transportado a un lugar completamente diferente a lo que era su hogar, pero resignándose a la idea de que tendría que vagar por él para encontrar su nuevo destino. Sin embargo, a pesar de aquella incredulidad inicial, no podía hacer nada más que admirar deleitado la exorbitante belleza singular de aquel lugar, pues por donde mirara podía contemplar vegetación y aquella hermosa vista hacía sentir en paz a su corazón.

Jack alzó su mirada por los alrededores intentando buscar alguna pista que pudiera indicarle en dónde se encontraba, mientras que con rápidos pasos avanzaba siguiendo un camino de ladrillos, fue así como después de una larga caminata se topó con un letrero que decía “Bienvenido a Ciudad Aron”

- Ciudad Aron. – Dejó salir Jack de sus labios, memorizando al instante el nombre de aquella ciudad, y para cuando lo hizo, se percató de que el sendero que había seguido le había conducido a un pozo de agua. Jack estaba sediento, la temperatura de aquel día era tan cálida como la que había en un desierto. Sin embargo, se alegró de haber hecho aquel descubrimiento, pero cuando observó con más detalle aquel poso, notó como alrededor de éste, había dos hombres grandes y fornidos que le observaban sin perder un solo detalle de sus movimientos. Se aproximó para beber agua, pero tan pronto lo hizo fue inmediatamente atacado por aquellos sujetos.

- Nuestra agua no es para extranjeros. – Le dijo amenazante uno de ellos.

- ¡Lárgate de dónde viniste extranjero! – Le gritó el otro, el pelinegro no quería tener problemas, pero estaba sediento y por la mirada de aquellos hombres, sabía de ante mano que éstos no le dejarían tranquilo y que convencerlos sería en vano. Sin dudar un segundo, se lanzó al ataque para hábilmente golpear a uno de ellos y al hacerlo, el sujetó soltó un fuerte gritó de dolor.

- Ahhhhhhhhhhhhhhhh. – Gritó uno de los dos hombres, con una voz bastante aguda para la corpulencia que tenía, haciendo que inevitablemente Jack esbozara una sonrisa y dejara escapar una leve risa. Sin problemas, derrotó al otro sujeto y al darles una mirada seria e intimidadora ambos hombres salieron huyendo.

Satisfecho al haber conseguido quedarse solo y tranquilo, el samurái disfrutó de aquella agradable paz que sentía al escuchar a los animales cercanos merodear y a los árboles agitar sus ramas en signo de goce por la brisa del viento que les remecía. Se inclinó para sacar agua, completamente, absorto dejándose llevar por la dulce melodía de la naturaleza que le envolvía. No obstante, sin que algo pudiera alertarle, sintió como súbitamente unos fuertes y musculosos brazos, de la nada, le sostenían y unas manos gruesas le agarraban firmemente de la cintura.

Jack sintió un escalofrió estremecer su cuerpo, alzó su vista para intentar entender qué era lo que había pasado, completamente desorientado, y frente a sí, observó el cercano rostro de un desconocido. Lo primero que notó del extraño era su brillante cabello dorado que relucía como el oro, posteriormente quiso ver sus ojos para sorprenderse al ver que el desconocido portaba unos peculiares lentes oscuros. Siguió inspeccionado con su vista al sujeto y destacó los bien trabajados pectorales que en aquella posición el musculoso hombre dejaba ver, ciertamente, aquel lugareño era bastante bien parecido, pero antes de que pudiera continuar inspeccionándole, sintió cómo el hombre parecía deslizar una de sus manos descendiendo sutilmente por su espalda para acercarse peligrosamente a sus glúteos. Jack comenzó a sudar intensamente como cada vez que se ponía nervioso y sentía la proximidad de alguien invadir su preciado espacio personal y cuando escuchó la voz del hombre decirle:

- ¿Qué hay sexy mamacita oriental? ¿Te quieres perder conmigo? – El joven pelinegro no pudo evitar sonrojarse y sentir sus mejillas arder, aquella voz varonil parecía penetrar completamente sus sentidos. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Acaso ese lugareño le había llamado “mamacita”? ¿Acaso? ¿Acaso ese extraño le estaba confundiendo con una doncella?

 Jack se sentía avergonzado, numerosas veces extraños y enemigos se habían burlando de su atuendo y apariencia, incluso su amigo El Escocés solía bromear diciéndole que cambiara de una vez por todas “su pijama”, pero las veces en que alguien le había confundido por una dama eran escasas; por lo mismo, su naturaleza comprensiva, le hizo entender rápidamente que aquel hombre estaba cometiendo un error al confundirle debido a su inapropiada apariencia, y cabellos desordenados producto del encuentro que había tenido con aquellos hombres de hace unos momentos.  Aclarando su voz en la forma más respetuosa que pudo le dijo:

- Yo… siento interrumpirle, pero creo que se ha equivocado. – Jack trató de hablar lo más sereno que pudo, tomando en cuenta que intentaba esconder su nerviosismo, pues la mano del extraño comenzaba a tocar peligrosamente sus glúteos, avergonzándole de una manera intensa.

Cuando Johnny escuchó aquella voz suave, pero visiblemente varonil, sintió como su corazón se detuvo de golpe, por un segundo, toda la sangre de su cuerpo pareció dejar de fluir y se congeló como estatua luciendo en su rostro un color pálido, y cuando su corazón volvió a bombear, y sintió como la sangre fluía una vez más por su cuerpo, no pudo más que decir:

- Aguarden un segundo. ¿Qué está pasando aquí? – Expresó el rubio, alzando una ceja y mirando fijamente a un lado, intentando entender qué era lo que estaba pasando ¿acaso su detector de nenas hermosas, había fallado? ¡NO! ¡OH DIABLOS!, ¡NO! – Pensaba Johnny, rehusándose a creer que había estado a punto de besar a un hombre, miró fijamente una vez más a quién sostenía entre sus brazos, dirigió su vista al pecho de quién hacía unos segundos había creído era una “sexy mamacita”, posó una mano sobre éste y se percató de que era PLANO aunque con unos palpables músculos pectorales bien trabajados.

Johnny retiró rápidamente sus manos del trasero y del pecho del pelinegro, sintió como sus orejas se ponían automáticamente rojas en clara señal de vergüenza, y moviendo sus manos de un lado a otro en un torpe intento por excusarse mientras tartamudeaba, pronunció histéricamente:

-  Aaggh yo creí que eras bueno es que eeh tú sabrás tu cabello y todo eso me… - Johnny no sabía que decir, se encontraba sin palabras, se sentía como un grandísimo idiota y esa no era una de sus sensaciones favoritas, sobre todo viviendo de él, del magnífico Johnny Bravo. No obstante, antes de que continuara avergonzándose como un tono, fue el exótico pelinegro quien le sacó de sus pensamientos.

- Me disculpo humildemente, extraño, no quise decepcionarle. – Expresó pidiendo perdón Jack, por la incomodidad que hubiera causado a ese extraño, inclinándose en un claro gesto de respeto. Sin embargo, se sorprendió rápidamente cuando vio como ese extraño dejaba de balbucear palabras incomprensibles para él y se presentaba.

- ¿Extraño? – Interrumpió rápidamente Johnny interrogándole, y olvidando completamente el bochornoso incidente de minutos antes, nadie le llamaba extraño, aclarándole esto de inmediato al pelinegro, el rubio le dio su nombre.

- Me llamo Bravo, viejo, Johnny Bravo  ¡UH! ¡HA! ¡JUM! – Se presentó el rubio, sin dejar de lado sus característicos movimientos de karate.

Jack se sorprendió al observar que Johnny Bravo ejecutaba impecablemente aquellos movimientos de karate, y sin perder tiempo, decidió presentarse.

- Me llaman Jack, es un gusto conocerle. – Se inclinó una vez más en tono educado.

- ¿Ah? – Balbuceó Johnny, se sentía como un viejo al ser tratado de aquella manera.

-  Aguarda un segundo chico, puedes llamarme simplemente Johnny. – Le expresó, flexionando su brazo derecho para mostrar sus prominentes bíceps y haciendo al pronunciar con su voz masculina, un claro énfasis en su nombre.

- Así será entonces Johnny – Afirmó el ojinegro, asintiendo con la cabeza y esbozando una cálida sonrisa. Johnny le miró de reojo, normalmente no era su costumbre interesarse en extraños, pero había algo en ese chico que de alguna forma despertaba su curiosidad aunque no se tratara de una sexy mamacita linda. Además, le gustaba la forma en que sonaba su nombre viniendo de esos labios.

- ¿Entonces, te llamas Jack? ¿Y qué haces usando ese vestido y tacones? – Le cuestionó Johnny enarcando una ceja, no todos los días veía a un chico con aquellas extrañas ropas que le hacían parecer una sexy mamacita.

- Yo, pido disculpas si mi vestimenta no es apropiada, pero este mundo es nuevo para mí, y desconozco las costumbres que tenga.  – Mencionó apenado Jack, comprendía perfectamente el desconcierto del rubio, después de todo apenas había llegado a aquel extraño universo ese día y se sentía confundido, del mismo modo que la primera vez que había llegado a aquel desconcertante futuro gobernado por Aku.

- Sí, sí lo que sea. - Le cortó de inmediato Johnny, pensando que el pelinegro sí que era un tipo raro, no sólo vestía como una chica al punto de haberle hecho creer que era una sexy nena, sino que también su forma de expresarse era demasiado aburrida para el rubio quien siempre gustaba de hablar sobre sí mismo.

- Bueno es hora de que Johnny Bravo vaya por unas lindas pollitas. – Expresó Johnny animado y lleno de confianza en sí mismo,  recordando su propósito de haber ido a ese lugar desde un inicio y dándose la vuelta dispuesto a alejarse del lugar y abandonar a Jack, pues había perdido demasiado tiempo y sabía que verdaderas mamacitas lindas le esperaban en algún otro lado.

Jack observó a Johnny darse la vuelta dispuesto a alejarse, y sintió como una extraña punzada golpeó su corazón estrujándole por escasos segundos, al mismo tiempo que sentía como una ola de intensa soledad comenzaba a apoderarse de su alma. No quería estar solo en aquel mundo desconocido, pues ignoraba los problemas u obstáculos que pudieran existir en éste. Apretó sus puños firmemente e intentó morderse los labios para evitar molestar a ese hombre que acaba de conocer. Miró a sus alrededores por si avistaba a alguien más que pudiera ayudarle, sabía que simplemente podía caminar incansablemente hasta encontrar a algún otro habitante, pero el simple pensamiento de quedarse completamente solo, le hizo sentir una inquietud enorme, ¿sería esa sensación de intranquilidad causada por su experiencia de haber vagado en solitario durante tanto tiempo sin contacto alguno en el futuro? Jack no lo sabía, pero a medida que continuaba inmerso en sus pensamientos, podía divisar cómo la distancia que comenzaba a separarle de Johnny crecía aún más haciéndole sentir intranquilo.

- ¡Espera por favor! – Le gritó Jack, corriendo rápidamente con pasos cortos y rápidos hasta alcanzarle para posar su mano derecha sobre el hombro del rubio y detenerle.

- Te pido perdón una vez más por mi atrevimiento, pero agradecería humildemente si pudieras ayudarme guiándome por esta ciudad. – Le pidió Jack, normalmente no era propio de él pedir ayuda, pero la repentina desesperación que había sentido le había impulsado a solicitárselo. Sin embargo, la respuesta que recibió del rubio no fue lo que se hubiera imaginado.

- Hey Johnny Bravo estima su tiempo, ve y molesta a otro – Le respondió tajantemente Johnny. Había perdido demasiado tiempo con ese sujeto, y esas lindas pollitas aún le estaban esperando. Jack se sintió abatido, sabía que estaba causando demasiadas molestias a ese lugareño, pero el viaje turbulento a través de aquel extraño portal, que le había conducido a ese mundo, le había agotado. Por lo mismo, no quería darse por vencido.

- Por favor – Le mencionó una vez más, mirándole fijamente y apretando un poco más el hombro del rubio. Johnny se percató de que aquel chico Jackie, Jack, Jacko o como se llamara  le pedía insistentemente ayuda.

- ¿Si te ayudo me dejarás tranquilo? – Cuestionó Johnny alzando una ceja impaciente, el chico era demasiado insistente. Jack sin pronunciar palabra alguna, simplemente asintió con la cabeza inclinándose agradecido, sintiendo como el nudo que se había formado en su estómago al sentirse solo desaparecía al saber que el rubio le acompañaría y ayudaría. No comprendía con certeza la naturaleza tan diversa de sus sentimientos, pero la atribuía simplemente al largo tiempo que había permanecido solo sin contacto de vida alguno en el periodo antes de enfrentarse a Aku, periodo en el que durante varios meses, su única interacción con otros seres había sido escuchar las últimas palabras de quienes  en pocos segundos habían fallecido en sus brazos pidiendo auxilio y venganza para acabar con la maldad de Aku…

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Habían caminado juntos  casi media hora,  y en aquel lapso, Johnny le había mostrado a Jack algunos lugares cercanos aunque no tan concurridos, por supuesto, en aquel tiempo Johnny había aprovechado el silencio y la total atención de su interlocutor para expresarle el guapísimo, encantador, atractivo y bonito encanto que sólo poseía Johnny Bravo. Además de enseñarle el diploma que certificaba que él, Johnny Bravo, era el único hombre de toda Ciudad Aron que había ganado cinturón negro en todas las formas de las artes marciales.

- ¡HA! – Se movía Johnny haciendo gala de sus espectaculares movimientos de artes marciales que tanto le encantaba exhibir.

Jack se sentía divertido, jamás había conocido a un hombre como el musculoso rubio que tenía en frente de él, pues durante el camino, el rubio había hecho alarde de todas sus características, haciendo a Jack esbozar una sonrisa, no podía negar que aquel hombre le parecía bastante atractivo, su contextura corporal era mucho más grande que la de él y había notado que todo su cuerpo estaba perfectamente tonificado y bronceado. Ciertamente, Johnny poseía un cuerpo digno de admirar para un guerrero samurái como él que valoraba la perseverancia en una meticulosa rutina de ejercicios para mantener un cuerpo ejercitado y en buen estado como aquel que exhibía el rubio. Sin embargo, no sólo era su perfecto estado físico lo que le parecía atrayente de Johnny, también le divertía su personalidad, si bien era cierto que hablaba con evidente pasión sólo de sí mismo, Jack  valoraba  enormemente la honestidad y espontaneidad con la que Johnny se expresaba. Pues estas eran características que le habían sido muy difíciles de encontrar en las personas que se habían presentado en su camino para derrotar a Aku, haciendo que de algún modo, él mismo se volviera mucho más precavido y desconfiado de aquellos que conocía.

“El engaño es el arma más poderosa de todas y la traición la ofensa más dolorosa” – Recordó Jack que su padre alguna vez le había dicho aquellas sabias palabras para prevenirle de ser precavido con cualquier desconocido. Sin embargo, para él, Johnny Bravo no parecía del tipo de persona que pudiera mentirle o engañarle. Por eso, sentía que podía depositar plenamente su confianza en él…

Johnny por su parte, seguía absorto en sus pensamientos contemplándose en cada reflejo que estaba a su alcance.

- Oigan ¿quién es ese guapo? Oh soy yo. – Dijo Johnny, encantado al recordarse lo bonito que era, y fue entonces cuando se percató de que él y su extraño pelinegro acompañante habían llegado al parque de Ciudad Aron, el que a simple vista, podía apreciarse que estaba atestado de personas, en especial de lindas mamacitas para la alegría de Johnny.

- ¡Oh sí, nenas! – Exclamó el rubio, posando su vista en una hermosa pollita peli naranja sentada tranquilamente en una banca, incapaz de contenerse ante tanta belleza, se próximo rápidamente a ella retirándose su camisa negra para impresionarla con sus músculos. Jack le seguía de cerca.

- Hola preciosa, ¿quieres ver mis pectorales? – Le dijo secamente Johnny a la muchacha sentada en la banca. – Sin embargo, como era de esperarse la respuesta que recibió fue negativa.

- ¡En tus sueños cerdo! – Le gritó la chica dándole una fuerte bofetada que le dejo la cara roja. Jack al ver esto se sorprendió y se preocupó al ver la evidente y dolorosa marca roja en la mejilla de Johnny.

- ¿Estás bien Johnny? – Le dijo Jack preocupado, pero Johnny parecía desorientado pues sólo se limitaba a balbucear “Oh sí, le gusto” “Me ama”.

La chica que hasta entonces estaba contemplando a ese cerdo rubio sufriendo por la bien merecida bofeteada que le había dado, observó a un guapo muchacho pelinegro de atractivo cuerpo, aquel muchacho era todo bomboncito. ¿Acaso ese chico tan lindo era amigo de ese rubio? Sin seguir especulando la chica le preguntó directamente al rubio.

- ¿Viene contigo? – Le preguntó la peli naranja a Johnny sin despegar su vista de Jack. Johnny notó que la nena que hasta hace unos segundos le había abofeteado e ignorado, le había vuelto a dirigir la palabra, sabía que la tenía loca, por eso le respondió enseguida recuperando la compostura.

- ¿Oh te refieres a él? – Mencionó Johnny enarcando una ceja con total desinterés al referirse a Jack para agregar:

- Lo acabo de conocer.

La chica al darse cuenta que aquel bomboncito de cabello negro no tenía ninguna relación con ese rubio, se dispuso a marcharse. Por un momento había pensado que tal vez a través del rubio podía ganarse el favor de ese guapísimo muchacho.

- Oh pensé que era tu amigo – Dijo ella dispuesta a marcharse. Johnny se percató de que la nena había manifestado interés por el pelinegro e inmediatamente una idea descabellada cruzó por su cabeza. Si le decía a esa preciosura que el pelinegro era su amigo quizás esa mamacita quisiera quedarse más tiempo.

- ¡Espera dulce pimpollo! ¿Te refieres a este chico? – Para ese momento Johnny rápidamente se había acercado a Jack por su espalda abrazándole por el cuello.

- ¡Sí, somos amigos! – Fingió el rubio con entusiasmo con tal de obtener la atención de aquella nena.

La escena, que no había pasado inadvertida para el resto de los presentes, llamó la atención de varias chicas que habían estado observando desde un inicio, sin perder detalle alguno, a aquel hermoso muchacho oriental de cabello negro y piel pálida,  que había llegado acompañado por ese tonto rubio. Por lo mismo, varias chicas comenzaron a acercarse a Johnny gritando histéricas y prestándole excesiva atención sólo para demandar  información del pelinegro.

“¿Así que te llamas Johnny Bravo?” ¡OH JOHNNY!” “¿Es tu amigo?” “¿De cuándo se conocen?” “¿Qué edad tiene?” “¿Es soltero?” “¿Tiene novia?” “¿Me das su número?” “¿Podemos quedar para salir juntos?” “¿De dónde es?” “¿Vive cerca?” “¿Sabes cuál es su comida favorita?” “¿Sabes qué le gusta?” “¿Podemos vernos más tarde?” “¿Quieres venir a mi casa con tu amigo?”

- Tranquilas nenas, hay suficiente Johnny Bravo para todas ¡UH! ¡HA! ¡JUM!  – Expresó Johnny.

Las chicas que se habían juntado a su alrededor no paraban de invadirle con numerosas preguntas respecto al pelinegro, quien hasta ese entonces confundido, se había mantenido al lado de Johnny siendo acosado también por varias chicas que demostraban curiosidad por él, algunas incluso habían llegado al extremo de abrir su kimono y tocar su pecho e intentar tocar sus partes íntimas. Jack se encontraba profundamente incomodo por aquello. Mientras que Johnny seguía extasiado con todas esas lindas sexys mamacitas que estaban locas por él. Decir que Jack era su amigo había sido la mejor idea que se le había ocurrido, el muchacho era como un imán para atraer a sexys mamacitas, quizás debía invitarlo a su casa y mantenerlo cerca para no alejar a esas preciosas señoritas.

Jack por su parte, incapaz de soportar aquello, intentó pensar como espantar a todas esas damas sin hacerles daño, pensó en su larga travesía al derrotar a Aku y en algo que pudiera servirle para huir de aquella situación y entonces empleó lo primero que se le vino a la mente.

- ¿Qué es eso? – Exclamó de pronto Jack, y como todas las chicas estaban locas por saber de él, le pusieron inmediata atención, dirigiendo su vista al mismo lugar donde él la dirigía. Jack aprovechándose de que tenía la atención de todas las doncellas mirando al mismo punto del suelo que él miraba, gritó:

- ¡RATAS! – Las chicas ante el simple hecho de escuchar “ratas” atemorizadas por ver a esas horribles repulsivas, peludas y horrendas criaturas, salieron huyendo espantadas. Jack, se limpió el sudor que tenía en la frente, la cercanía de aquellas chicas le había hecho sudar en exceso. Si algo había aprendido en sus viajes era que sin importar de qué tipo de mujer se tratara, niñas, aldeanas, doncellas, cortesanas e incluso la misma esposa de su amigo El Escoces le tenían pavor a aquellas pequeñas criaturas. No obstante, antes de que pudiera seguir con la continuidad de sus pensamientos y con sus rápidos reflejos de samurái entrenado, cargó en sus brazos al rubio que al escuchar “ratas” había dado un fuerte brinco de susto.

-¡RATAAAAAAAAAS! – Gritó Johnny asustado, odiaba a las ratas tanto como le atemorizaban los payasos. Así que apenas escuchó a Jackie no había podido evitar dar un fuerte brinco atemorizado de que esas pulgosas criaturas pudieran contagiarle alguna enfermedad o peor aún ¡comerle vivo!

Jack al sentir a Johnny en sus brazos, se sonrojó de inmediato, en toda su vida no recordaba jamás haber cargado en sus brazos a un chico, mucho menos a alguien como Johnny, se sentía apenado por lo mismo, y más aún porque al tener así de cerca a Johnny, podía sentir un exquisito aroma a perfume emanar del cuerpo del rubio, ciertamente aquello era muy agradable para sus sentidos. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir cómo el rubio comenzaba a temblar entre sus brazos. En ese momento, Jack sintió que pese a la corpulencia del musculoso hombre, Johnny se asemejaba mucho a un niño y sonriendo ante este pensamiento, le dijo:

- Ya se fueron Johnny. – Fue lo que expresó el samurái, sin especificar si realmente se refería a las chicas o a las supuestas ratas.

Durante todo ese suceso, Johnny jamás se percató de que había actuado como una gallina frente a Jack, peor aun saltando como una niña asustadiza a sus brazos, aquel suceso fue demasiado fugaz para su mente como para fijarse en los detalles. No obstante, de lo que sí se dio cuenta fue de la desaparecieron de todas las lindas nenas.

- ¡Esperen mamacitas lindas! ¡Aún hay mucho Johnny Bravo para ustedes! – Gritó Johnny en vano, pues para ese entonces las despampanantes chicas se habían marchado.

Johnny se sentía desanimado, todas aquellas hermosas mamacitas se habían largado por culpa de unas asquerosas y pestilentes ratas. Había perdido una vez más la oportunidad de tener una cita con algunas de esas lindas pollitas.

Hacía mucho tiempo que el rubio no obtenía tanta atención de parte de las lindas nenitas, por lo mismo, no sabía cuándo volvería a tener una oportunidad como aquella. Cabizbajo caminó unos cuantos pasos deteniéndose abruptamente debido a su estado de apatía.

¡PLAF! – Se escuchó un sonido del golpe, cuando Jack chocó con la fornida espalda de Johnny al no anticipar que éste se detendría abruptamente.

Johnny  sintió a Jack chocar contra su espalda y se volteó para observarle y cuando le vio, su rostro se iluminó al instante.

- “¡Oh sí! ¡Lo había olvidado! ¡Johnny tiene una idea!" – Pensó el rubio, mientras tuviera a Jack con él, podría atraer a esas hermosas mamacitas cuando quisiera. Jackie era como un atrayente imán para las nenas. ¡Eso era! Retendría a Jack como fuera incluso si tenía que invitarlo a vivir a su casa y estaba seguro que su mamá no le diría nada, pero para eso el gran Johnny tenía que fingir pretendiendo ser su amigo. Esa era la genial idea que tenía Johnny en mente. Sin embargo, sus pensamientos fueron súbitamente interrumpidos cuando escuchó un fuerte gruñido proveniente del estómago de pelinegro. Jack por su parte,  se sorprendió al sentir su propio gruñido, por lo mismo, rápidamente, se llevó las manos al estómago intentando calmar su hambre y muy apenado le dijo a Johnny:

- Lo siento, he pasado varias horas sin comer – Indicó con una voz calmada y suave el samurái expresando claramente su lamento, pues sentía enormemente las molestias que pudiera causarle a su acompañante.

Johnny le miró enarcando una ceja en señal de extrañeza. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de comentarle algo, su estomagó gruñó también con un fuerte sonido.

- ¡Oh cielos! – Exclamó Johnny dirigiendo su mirada a Jack para posteriormente intentar calmar con sus manos el fuerte sonido que hacía su estómago y sin poder evitarlo, mirándose fijamente por algunos segundos debido al sonido que provenía de sus estómagos, ambos se rieron por lo embarazoso del momento, disfrutando y olvidando tranquilamente los acontecimientos de hacía unos segundos. No obstante, fue Johnny quien rompió aquel encantador momento.

- ¡Un segundo! ¿Qué hora es? – Se cuestionó de pronto el rubio, mirando rápidamente su reloj de pulsera como si su vida dependiera de ello para percatarse que pronto sería la hora del almuerzo.

-  ¡Oh diablos! ¡Hoy es tarde de rollo ahumado! – Expresó con impaciencia Johnny recordando el exquisito plato favorito que hoy le prepararía su madre. Jack por su parte simplemente le miraba interrogante y antes de que pudiera preguntarle a que se refería, sintió como el rubio súbitamente le tomaba de la mano con firmeza y comenzaba a jalarlo para aumentar la velocidad de sus pasos.

Jack al darse cuenta de aquel sorpresivo contactó, sintió como su corazón comenzaba a acelerarse rápidamente al mismo tiempo que de manera inexplicable sus mejillas empezaban a ruborizarse. El pelinegro no entendía por qué últimamente su cuerpo reaccionaba de aquella forma, pero intentaba tranquilizarse  recordándose a sí mismo que en toda su vida jamás había experimentado un contacto tan cercano como aquel que había experimentado con el atractivo rubio en ese día.

- ¡Es hora de irnos Jackie! – Escuchó de pronto el samurái que el rubio le decía, no sabía exactamente a dónde pretendía dirigirse Johnny, pero si de algo estaba seguro Jack, era que sin importar a dónde le condujera el rubio en aquel desconcertante y ajeno mundo, él simplemente le seguiría, y así ambos tomados de la mano aumentaron la velocidad de sus pasos y continuaron juntos caminando.

Jack sólo se limitaba a seguir a su nuevo y curioso amigo rubio, admirando la singularidad y belleza de aquel mundo, mientras que Johnny simplemente se limitaba a caminar a toda velocidad jalando a la fuerza a Jack con el único objetivo de llegar a tiempo a la hora del almuerzo para disfrutar de la deliciosa comida que le tendría preparada su madre. Sin embargo, incluso con la única preocupación de disfrutar su rollo ahumado en mente, sentía que por alguna extraña razón la mano de Jack se sentía cálida al tomarla con la suya, por eso incluso si desconocía la razón no quiso arriesgarse a soltarla, pues algo le decía que si la soltaba, Jack se alejaría para siempre de su lado y lo necesitaba para atraer a esas sexys lindas mamacitas o al menos eso era lo que ingenuamente se decía…

 

 


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