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Quiero protegerte por Doejiku

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Notas del capitulo:

¡Segundo capitulo aquí está, por favor, necesito su apoyo para continuar con esto! <3

 

¡Hyuuuuuuung! —Canturreo agudo el más pequeño.

 

La inesperada visita de su mejor amigo a la mansión causo algo un poco de pánico en YunHo, viéndolo bajar de la carroza con tantísima prisa que no sería sorpresa si llegara a tropezar, aunque sí estuvo a punto de llegar a hacerlo si no fuera porque su amigo tenía reflejos rápidos, sosteniendo su cuerpo de inmediato y sonriéndose mutuamente hasta terminar abrazándose. Tal vez no sabría la razón Yunho de su inoportuna presencia, mas no interesaba, ¿Cómo no estar feliz con su visita? Le aburría estar solo sin hacer nada productivo y el hecho de tener a Junsu consigo significaba pasar un buen rato.

 

¿Qué... haces aquí? ¿Por qué vienes sin tu madre? –No podía tampoco quedarse con la duda, así que se apartó del otro tomándolo de sus pequeños hombros.

  A visitarte, duh. Arrugo el entrecejo fingiendo estar ofendido por su pregunta. Mi madre y hermano viajaron al exterior, no podían ir conmigo porque según ellos soy bastante hiperactivo, por eso tu mamá acepto tenerme aquí por unos tres días.

  ¿¡¡Eh!!? ¿Cuándo paso todo esto?

 

YunHo parpado aún más confundido. Juraría no haber visto conversar a su madre con la de Junsu.

 

Sabía que me preguntarías eso... ¡Hyung, estuviste todo el rato mirando a la novia, casi se te caía la baba!

 — ¡No sólo yo la miraba, muchos lo hacían, incluso tú, bobo! —Logro replicar y excusarse también luego de haber sido descubierto, ¿En serio no sutil?—. Si yo no tuviera apena doce años enseguida pediría la malo de ella al padre de la familia... Shim.

 

Genial, ahora Changmin pasó por su mente de nuevo, no una segunda, tampoco una tercera, eran muchísima las veces que Yunho no podía quitarse de la mente a ese niño y ese escabroso sentimiento de culpabilidad, de sentirse la peor persona del mundo por haberlo tratado de esa cruel manera. Quería pedir disculpas, darle un abrazo si era posible, sin embargo, no podía, si pedía verlo o pronunciar apenas su apellido su familia saltaría del enojo. “¡Te prohíbo juntarte con ese retrasado!”, esa dura amenaza exclamada por su madre seguía provocando estragos en su estómago. ¿Acaso Changmin era tan malo? Si bien no se llevó una buena imagen de él cuando se conocieron, con el pasar de los segundos pudo concluir que era misterioso, pero inofensivo, no mataba a ninguna mosca. O quería creer.

 

— Junsu, necesitamos hablar...

 

 

 

— Algo me habían contado...  

— ¿Qué sabes? ¡Dime, dime, dime! —YunHo salto de la cama tras escuchar aquello y contemplo a su compañero desesperado por saber más acerca del “autismo”... o por saber más de Changmin en el fondo de su corazón—. Por favor...

 

Dubitativo, el más bajo mordió su labio inferior mientras jugaba con sus pequeños dedos. No podía engañarlo, estaba nervioso, conocía a su amigo al revés y al derecho, sabía que él hacía esas cosas cuando le hacían una pregunta incomoda. 

 

 A mi mamá no le gusta que hable de esto, Yunnie.

 

El pelinegro se tomó el rosto molesto. ¿Qué? ¿De verdad su mejor amigo igual le haría esto? Se sentía estúpido al recién enterarse a su edad que existía una enfermedad del “demonio”, una que por lo visto nadie deseaba tener ese tema como conversación, según comenzó a notar desde un comienzo, primero con sus padres, pues ninguno de los dos quiso seguir la charla, molestándose ambos por su insistencia, en especial su madre al gritarle que ni mencionara la palabra porque “se volvería como ellos” y por lo mismo no debía ni juntarse con Changmin, porque se le contagiaría con tocarlo. Pero ella no contaba con una cosa, en la iglesia, cuando tropezaron, alcanzo a tocar su tibia mano y no le sucedió nada, absolutamente nada extraño con su cuerpo, sólo el golpe con su libro llego a causarle algo, un dolor de cabeza. Contagiosas las palabras de ella, Changmin no era el demonio, Changmin era un niño, como él.

No le importaba ser el único que pensara diferente.

 

— Entonces no eres mi amigo, los amigos se cuentan todo... —Intento de algún modo chantajear al menor exagerando su expresión de pena y fingir estar molesto con el otro dándole la espalda.

 

Por lo general esa técnica siempre causaba algo en el más pequeño. Quizás sería bueno aplicar aquella estrategia de nuevo e intentar convencerlo a que abriera la boca. Y si no, bueno, se tiraría encima para hacerle cosquillas. Tenía todo planeado.

 

— P-Pero, ¡¡Sí somos amigos, hyung!! —Exclamo el otro entre débiles sollozos.

 

Fenomenal, había dado en el clavo.

 

— ¿Y por qué no me quieres decir, eh? —Sin inmutarse siquiera un centímetro, no se movía de su sitio, siguiendo con la misma pose de antes—. Si no eres mi amigo, ¿Por qué estás en mi habitación? O mejor dicho, ¿Por qué estás aquí? Llamare a mi madre.

 

“Cerca, cerca, cerca...”

 

Antes de simular que gritaría, se aseguró de mirar de reojo a su atemorizado amigo, no obstante, todavía no se ablandaba, le faltaba un pequeño empujoncito, por lo tanto, se vio en la necesidad de gritar no tan fuerte y en ese mismísimo segundo ser detenido por Junsu cubriéndole la boca con ambas manos. Qué orgulloso se sentía al conocerlo tan perfectamente, agradecía mucho que esos seis años a su lado hubieran dado sus frutos, gracias a Junsu había aprendido actuación.

 

— ¡Te lo diré, pero no me acuses!

 

Sonrió para sus adentros.

 

— Mi mamá dijo que era una enfermedad creada por los demonios. —Susurro al tiempo en que se acomodaba en el borde de la cama, justo al lado de Yunho—. Son... personas extrañas, dan miedo, o sea, nunca he visto a alguien así, pero deben dar miedo, ¿O no? Imagínate, yo le tengo miedo a los fantasmas y ver a alguien “endemoniado” debe ser terrori...

 

Fue escuchar esa horrible palabra por parte del menor para que su cerebro se desconectase.

 

— ¡Changmin no está endemoniado! —Le interrumpió levantándoseen un brusco movimiento de la cama.   

 

Hubo de inmediato un perturbador silencio. Ambos niños abrieron sus ojos de par en par; Yunho por haber expresado la razón de su curiosidad y Junsu por haberse enterado de la verdad. Ya no había marcha atrás, las había jodido, su mejor amigo descubrió quien lo tenía tan mal desde la mañana, porque le había insistido tanto desde un principio y no iba a quedarse con la duda, era bien o más curioso que si mismo, por ende, lo iba a llenar de preguntas, aunque eso no le causaba tanto preocupación, lo que sí le inquietaba al extremo era el haberle contado sin intensión alguna el padecimiento del hijo de la familia Shim... Y eso era malo, muy malo si el más bajo tenía esa imagen tan poco agradable de la gente así.

 

— ¿El... hi...hijo de los... Shim? ¿¡Ese que vimos en la boda!?

 

 Su reacción era esperable, los ojos del otro empezaron a brillar como si en cualquier minuto fuese a llorar.

 

— Junsu... déjame explicarte...

 — ¡Pudo transmitirnos algo, estuvimos cerca de él! ¡Tú! ¡Ustedes tropezaron! 

 

Las manos del tembloroso niño tocaron el cuerpo de Yunho en busca de alguna mala señal, pero este incomodo e irritado por la actitud del otro lo tomo desde las muñecas e hizo que se calmara sacudiéndolo no tan violento. Quería que reaccionara, no lastimar a su tan asustadizo compañero, menos en ese momento en que se veía tan frágil y parecía querer llorar, a pesar de tener pequeñas lágrimas descender por sus mejillas.

 

— Él no es una mala persona... —Susurro en un tono apacible—. Tú lo viste, no nos hizo nada.

— Pero nos ignoró todo el rato, ni nos habló. —Trato de defenderse con argumentos y mantener su posición—. Se habrá tropezado, eso lo entiendo, mas no te pidió disculpas por si acaso, no lo hizo, hyung.

— Debemos informarnos antes de juzgar, ¿No crees? —Acomodo sus manos en los delgados hombros contrarios y no le quito la mirada de encima en ningún instante—. Por favor, te necesito, juntos podríamos saber más del tema, ver si existe algún libro en mi biblioteca para...

— No cuentes conmigo.

 

Esas directas palabras de Junsu lo hicieron retroceder desconcertado. Jamás le había respondido de esa tosca manera y dolía saber que la persona en que más podía confiar no deseara estar de su parte, con ganas de querer ayudarlo. ¿Dónde estaba ese Junsu amigo de todos los niños? Era increíble e injusto que sólo Changmin por ser “diferente” no lo mereciese. Discriminación, así lo sentía.

 

— Si Changmin fuese como nosotros no estarías haciendo esto, ¿Verdad?  —Preguntó sin pensárselo dos veces, casi llevado por la cólera—. ¿Acaso deseo nacer así? ¡Hasta yo que recién me entero del tema soy más comprensivo que todos ustedes! ¡Me cuesta creer que mi propio amigo igual lo discrimine por lo mismo, por eso no me vale tu ayuda, me las ingeniare solo!

Quizás se había pasado, quizás no había medido el tono de voz con su amigo o tal acusación fue hiriente, aun así, el semblante del menor cambio automáticamente ante ese fuerte regaño hacía su persona, bajando deprisa la mirada y abrazándose las rodillas después de acostarse en la cama, estaba llorando en pequeños gimoteos.

 

— Junsu, no, no llores, perdóname...

 

 

 

— ¡Changmin, come!

 

La mano alzada de su padre hizo que el pequeño por inercia agachara sus hombros al instruir lo que vendría luego y se abrazara con mucha firmeza a su libro en espera del golpe, no obstante, una de sus hermanas, la única encargada de protegerlo, se lo impidió moviendo el asiento de su hermano a un lado. Era costumbre que en la mesa pasara eso cuando Changmin se negaba a finalizar su plato de comida, ignorando olímpicamente la presencia del resto, e incluso los fuertísimos regaños de su padre, para con mucha dificultad darse allí el tiempo de leer al menos dos líneas de la página en donde estaba todavía, aunque a veces era inevitable no frustrarse por cosas tan minúsculas, como no saber leer una palabra o perderse, llegando al extremo de llorar por lo mismo. Sin embargo, estando su hermana no había problemas, ella era la única con quien Changmin se relacionaba casi correctamente, así que sin problema alguno le confiaba su tan apreciado libro colocándoselo sobre el vestido.

 

— Lo estás malcriando. —Murmuro de pronto la madre de este al contemplar la situación—. Mi señor, ¿No has pensado en quitarle ese libro?

— ¿Cómo se lo quito? No es tan sencillo, actúa cuan loco.

— Para disfrutar...  realmente el calor del cuerpo... —Explicabatocando a duras penas el pecho de su hermano como solía hacer para que entendiese bien lo citado. Y servía, Changmin llegaba a dibujar en sus labios una amorfa sonrisa mientras se abrazaba el mismo, alegre a su modo de haber comprendido—. es necesario que alguna de sus partes sienta frío. —Volvió a explicar tratando de expresar lo último en gestos.

— ¡Shim Ha Neul!

 

Un fuerte golpe en la mesa causo el miedo de todos los presentes, menos el único hijo varón de la familia que volvió a sostener su libro.

 

— ¿No escuchaste a tu madre o qué? ¡Estás malcriando a tu propio hermano! —Exclamo el padre dando de nuevo un segundo golpe al borde de la mesa.

— ¿Malcriándolo? Perdona, mi estimado padre, aquí nadie se responsabiliza por vuestro hijo, si no fuera por mi ayuda Changmin no estaría avanzando, ¿Qué tal si cambia sus actitudes? ¡Yo sólo hago lo que una hermana debería hacer por su hermano menor! —Sin detenerse a pensar en la reacción de su padre por su atrevimiento al alzar su voz se levantó también de su asiento.

— ¿Por qué debemos preocuparnos por ese crio si al fin y al cabo no nos aportara en nada? —Hablo sarcásticamente una de las tantas mujeres de la familia—. Si lo venden ganaríamos dinero, después de todo, no pueden negar que ChangMin por el exterior es lindo.

¡Shim Soo...!

¿E-Estás demente, SooJin? —Interrumpió a su padre sin poder aguantarlo, sus hermosos orbes café claro brillosos por imaginarse tal asquerosidad.

 

Lamentablemente, si bien era sabido que niños preciosos eran vendidos para el deleite de los pervertidos, aquello seguía siendo un tema tabú y fingían no saber del tema por lo horrible que aquello parecía ser. Unos eran abusados, otros usados como esclavos, junto con demás barbaridades, por lo que Haneul con el sólo hecho de no tener a su Changmin con ella le dolía, más cuando dentro de unos días debía realizar un viaje importantísimo al lado de su madre y se vería forzada a dejar a ese indefenso niño allí, con los demonios, pues ellos eran los demonios, no él.

 

Quería protegerlo de cualquier cosa.

 

 ¡Ese niño cuerdo de la cabeza...!

 

Una cachetada resonó en el ambiente. Había golpeado a su hermana producto de la ira y cada uno presencio eso sin decir nada, ni siquiera el padre de familia que aun manteniéndose en pie miraba con ojos abiertos lo acontecido recientemente.

 

¡La que está mal de la cabeza eres tú!

 

Conforme la discusión iba creciendo y recién el hombre de la familia se disponía a separar a sus hijas, la madre cubrió más que frustrada el rostro, negando varias veces con la cabeza al no poder creer que de eso vivían, de constantes discusiones.

 

— Noona.

 

La voz débil de Changmin tocando el borde del vestido de su única hermana para él, causo que todo el ambiente se volviera silencio y que ella se calmara, pidiendo en el acto disculpas en gentiles susurros por tanto griteríos. Changmin no le gustaban las discusiones, en realidad, no le gustaba el griterío, sus ataques de nerviosismo por lo general tenían que ver con eso y frenar estos era un trabajo arduo.

 

— Noona, me gruñe aquí... —Mencionofrotándose la zona del abdomen.

— Es porque no has comido, precioso. ¡Traigan un poco de papilla a mi habitación!

 

El silencio niño tironeo la mano de la familia para que se fueran rápido de allí, y tan pronto se disponían a subir juntos los escalones, la voz del padre llamando a su hija hizo que se detuvieran en pleno andar.

 

— Haneul, debes prepararte esta noche, recuerda que tenemos un festín...  —Libero un sutil suspiro a medida que iba hablando sin quitarle la mirada de encima—.  Ah, la familia Jung anda invitada, por favor, intenta que tu hermano le pida disculpas a su hijo Jung YunHo. Te lo pido, no quiero tener problemas con ellos, no nos conviene, menos con el hijo.

 

Changmin parpadeo.

 

 “Yunho...”

 

 

— ¡Era un niño, Yunho hyung! ... ¡Somos del mismo porte! ¡Por fin alguien no me sobrepasa, genial! 

— Hola...

— ¡Discúlpate con el hijo de los Jung ahora mismo!

 

 

— ¡Yunho!  —Alzó la voz para sorpresa del resto y comenzó a reír sin explicación alguna— ¡Yunho, Yunho, Yunho!

¡Shhh! Sí, pequeño, Yunho...

 

Era común que si una palabra o nombre le llamara la atención o la escucho muchas veces se le quedara en la mente, así que siguieron su camino juntos hacía la habitación de la contraria. Debía vestirse, vestir también a Changmin si es que este se dejaba y enseñarle a pedirle disculpas a aquel muchacho si no querían más problemas con otra familia. Ya habían tenido muchos.

 

 

 

Habían muchas mujeres con vestidos hermosos acompañados de sus esposos, también una que otra jovencita que Yunho le hubiera llamado la atención si no fuera porque, sentado en uno de los asientos del lugar, a diferencia de Junsu que lo abandono para hablar con una amiga, él atento miraba en cualquier rincón del salón para ubicar a quien añoraba ver y también pedir disculpas por lo sucedido en la iglesia, pero esas dos horas sin mirarlo en ningún maldito rincón hacían que su preocupación aumentara. Esta era su oportunidad, debía verlo ahora y no se rendiría, aun así, debía hacerlo a escondida de sus padres para evitarse un regaño de más, después de todo, estaba amenazado por su madre... ¿Dónde estaría? En un rincón veía muchas mujeres acompañando a la novia, deduciendo que serían las hermanas de Changmin, pero no lo veía a él, y ni ganas tenía de preguntárselo a una de ellas, aunque tarde o temprano se tendría que ver en esa opción si la tarea de encontrarlo se le hiciese imposible.

 

— ¡YunHo hyung! —La voz de Junsu lo saco de su trance en ese entonces—. Mientras hablaba con Naeun~yah me daba el tiempo de observar a mi alrededor. Y no, Changmin no está aquí.

 

Agradecía en el alma que su mejor amigo lo estuviera ayudando después de lo sucedido en la mansión, pues calmarlo fue una tarea difícil y pedir su cooperación en esto también resultó ser un duro reto. Según él, quería ver de vuelta a Changmin para vencer su supuesto miedo.

 

¿No has pensado que podría estar en su habitación? —Se acercó el pequeño al oído del pelinegro para gritarle. La música se escuchaba algo fuerte para su gusto.

 

Yunho se dio un golpe en la cabeza por su idiotez. ¡Claro, nadie querría desgraciadamente a aquel niño presente!

 

— Entonces no lo veremos... —Dedujo inmediatamente Yunho de mala gana—. Maldición.

— Mhm... —Sin otra alternativa, el contrario se sentó al lado de su amigo y tomo de su mano con muchísima fuerza en un dulce gesto de soporte.

 

Allí, los dos quietos, sin mucho que hacer, comenzaron a comer de lo que había en la mesa en silencio mientras veían a las otras personas dialogar, unas cuantas acercándose a la pareja de recién casados para felicitarlos por su boda del día de ayer.  Él no lo había hecho, ni sus propios padres tampoco, quizás porque andaban todavía ofendidos por el problema con Changmin y esperaban pacientes a que se acercasen a ellos en busca de sus disculpas. Y no, no deseaban las disculpas directas de los padres del mismo, deseaban las disculpas de su hijo...

 

“No, no puedo rendirme...”

 

— ¡Junsu, debemos seguir!

 

 Sin soltar de su mano, comenzaron de nuevo con su búsqueda.

 

 

 

— E-Es mi... modo de... —Pataleo un poco al saber que la palabra que vendría le iría a costar demasiado—. de... de... ahu... ahuyen...tar la... m-melan...colía... colía. —Citaba en murmullos a medida que su dedo índice acariciaba el borde de la página.

 

Ajeno al ruido de la música, fuera de la mansión y sentado en una banca lejísimos de unos niños que jugaban a las pilladas, hacía el intento de leer por lo menos esa oración, repetir está reiteradas veces para que la pronunciación fuera tangible, tal como su hermana le había enseñado, por lo que luego de varios intentos fallidos, donde frustrado se agarraba de los cabellos, la frase logro salir de sus labios de manera espontánea, sin tartamudeos de por medio. También esa tan comprensiva mujer le indico que debía estar alegre cada vez que lo conseguía, porque su libro le haría feliz ver a su dueño sonreír.

 

— Y... y  y re...le...regular... la... circula... ¿Noona, cómo se dice esto? —Ladeo el rostro a un lado, mas no vio nada. Ella andaba adentro y no podía entrar, el ruido, la gente, los niños, todo lo asustaban.

 

¡Circulación!

 

Una voz se escuchó a sus espaldas, la sencilla razón de tener a alguien atras hizo que en un brinco se levantara de su asiento, se aferrase con fuerza a su libro e ignorándolo caminase a otra banca más lejana. No obstante, no contaba que el muchacho sería tan insistente con su persona, así que, al minuto de sentir como era seguido, gruño enojado y camino más rápido con los ojos cerrados esta vez. Sentía miedo, mucho miedo.

 

Oye, ¿Eres el hijo de los Shim, no? ¿El niño raro?

 

Sus oídos no lograron recibir y descifrar al mismo tiempo aquel mensaje por parte del otro niño, el temor hacía que sólo escuchara ecos a su alrededor, que la música se volviera lenta, tétrica. Invadían su espacio abruptamente, algo no agradable para Changmin.

 

— ¿No quieres jugar a las pilladas con nosotros?

 

“Noona, ayúdame.”    

 

 

Los brazos de la fémina lo rodeaban cálidamente, manteniendo su blando pecho cerca del suyo en su intento de calmarlo luego de que llorase con estruendo por lo de su padre y su libro, ese que a causa de la ira comenzó a arrancar todas sus hojas, arrugarlas, y quemarlas con un encendedor fuera, todo a vista de su hijo, quien en pataleos era sostenido por este con el afán de que viera el “espectáculo” montado por culpa de su desobediencia al patear a su hermana luego de que esta le quitase su libro por mera diversión.

“¡¡Esto te pasara de nuevo si vuelves a ser como eres, maldito engendro!!”

Lloro más fuerte al acordarse de lo horrible que fue enfrentar aquello, aferrándose con mayor fuerza al cuello de su protectora al extrañar mucho su libro y su fiel compañía.

Changmin... Debes comprender que igual que no puedes andar golpeando a la gente... Por favor, si te controlas nada de esto pasara, vuestro padre no te arrancara ningún libro. Mira, mira este, te interesara, bonito.

Fue allí mismo que ella le obsequio a su nuevo compañero, su título era “Moby Dick”.

 

 

— ¡No me ignores! ¿Jugamos a las pilladas? Los otros chicos te estamos esperando

 

Aquel sorpresivo agarre en el brazo interrumpiendo su caminar causo una espontánea reacción en él, que fue apartarse brusco de dicha persona, limpiar asqueado la parte en donde fue “contaminado” e irse de nuevo a paso rápido de allí. En cualquier minuto pegaría un grito si volvía a molestarlo.  

 

— ¡Kang! ¿Y? ¿Quiere? —Otra voz se escuchó a sus espaldas, un siguiente acosando su espacio.

— ¡Ni me habla! Tské, ese aburrido libro le interesa más que nosotros.

— ¡Ey, tú!

 

Salió de su mundo interior tras no sentir nada entre sus manos, ¿Y su libro? Las manos de él temblaron del horror. Volteo asustado al captar por fin unas estruendosas carcajadas y se atrevió a mirar a los demás niños, contemplando con ojos llorosos como este de la nada se hallaba en las manos de uno, echándole una ojeada a su tesoro, sus sucias manos cambiando cada página, pasando la yema de los dedos en esa hermosa portada con atrevimiento... se estaba apropiando de lo que era suyo.

 

“ Changmin... Debes comprender que igual que no puedes andar golpeando a la gente... Por favor, si te controlas nada de esto pasara, vuestro padre no te arrancara ningún libro.”

 

Las palabras de su hermana en aquella noche lluviosa resonaron.

 

— ¡E-Es mío, dámelo!

 

Se atrevió a hablar luego de tanto tiempo, acercándose al otro para atajar su libro, pero era imposible, el muchacho era más alto, así que era cosa de levantar el brazo para que Changmin no lo alcanzara y siguiera en desesperados sollozos alcanzar lo que le pertenecía desde hace unos meses, mas nada, este seguía burlándose del contrario, e incluso comenzó a jugar con el otro niño, lanzándoselo a él y así repetitivamente mientras que el contrario no sabía a quién seguir, tratando de brincar para atajar su texto sin importar si su estatura no le servía de mucho, además de tener un cuerpo algo menudo para su propia desgracia.

Todo pasaba en cámara lenta, la música proveniente del festín era bajísima en comparación a las carcajadas macabras de los infantes y sus gimoteos suplicando que parasen con el juego... y ninguno al parecer se compadecían, los otros niños también se sumaban lanzándose el libro ahora entre seis.

 

— ¡Dénmelo, dénmelo, dénmelo!

— ¡Jajaja, mira, el mariquita anda llorando! —Vocifero el muchacho responsable de haber iniciado el “juego”.  

— ¡Kang, pásame el libro!

— ¡Todo tuyo!

 

Tan pronto el objeto pasó en manos del único occidental del grupo, este abrió el libro, comenzando a leer las primeras líneas en voz alta, las mismas que Changmin se dio el tiempo de leerla varias veces, a diferencia de que él lo leía sarcásticamente y prepotente levantaba la mirada, como si se estuviera burlando por la deficiencia del contrario en su leer, no obstante, el de ojos almendrados no prestó atención, sino fue directo a recuperar lo que le pertenecía; aun así, no pudo, otro niño lo abrazaba detrás, dificultando su andar por su fuerza desconsiderada. ¿Por qué le hacían eso? Su corazón retumbaba en su pecho y eso le preocupaba mucho.

 

— ¡¡Noona!!  —Comenzó a gritar angustiado conforme pataleaba e intentaba por todos los medios posibles escapar de ese infierno, con lo que le pertenecía de vuelta, por supuesto. 

— ¡Steve, hazlo rápido!

 

En cámara lenta, miro como hoja por hoja era arrancada con tanta con tanta insensibilidad que enseguida su cuerpo congelo, experimentando un dolor indescriptible al ver su estimado tesoro ser corrompidos, esos admirables textos llenos de aventura flotar unos segundos por el frío aire y caer maltratadas sobre la superficie... El mundo se le cayó encima, imágenes de su padre haciendo exactamente lo mismo con su libro anterior comenzaron a repetirse en su memoria como si la cinta estuviera trabada, estas siendo igual de arrancadas, aquella misma expresión utilizada en ese entonces por ese hombre ahora plasmada en los rostros de esos seres, quienes reían a su alrededor divertidos por lo cometido.

No lloraba para sorpresa del resto, se mantenía inmóvil, pero algo había cambiado, algo que nadie se había dado el tiempo de notar; Changmin miraba al otro con ojos filosos y un tic presentándose en su labio inferior.

 

“Changmin... Debes comprender que igual que no puedes andar golpeando a la gente...”

 

Las palabras de su hermana mayor sonaron en ese entonces, aunque era tarde, demasiado tarde; sus ojos ardían en llamas, literalmente. Detono y con una fuerza jamás vista en él consiguió soltarse del muchacho encargado de retenerlo con un codazo certero en el estómago, aunque esto no acabaría allí, al contrario, corrió donde el niño sin darle el tiempo de arrancar o prepararse y su puño bien apretado impacto con la nariz adversa, dejándolo “knockout” en el suelo, sin aire, removiéndose en este a causa del dolor. Quizás para otro eso sería suficiente, pero lo que estaba sufriendo en ese minuto era un tremendo ataque de ira, por esa razón continuo sin ningún tipo de piedad, pues en su cabeza desconocía ese término, además de ser su primera vez golpeando con tanto gusto a alguien.

Acomodado arriba del niño sin darle la oportunidad de voltearlo e irse de allí, un desconocido Changmin seguía golpeando cada parte de su cuerpo, en especial su de por si dañado rostro, ese que de un principio comenzó a sangrar desde la nariz.

 

— ¡Deténgalo!

 

Grito uno de los niños, mas nadie quiso hacerle caso, también ellos sentían miedo, tanto así que huyeron al temer ser los próximos, y por supuesto, acabar de la misma manera.

 

— ¡Deja a Steve, enfermo!

 

El único menor presente se atrevió a tomarlo de los hombros con tal de detener su actuar, sin embargo antes de ser la siguiente víctima, dado que en menos de un parpadeo Changmin se situó ahora arriba de su cuerpo con la intención de darle igual unos cuantos golpes en venganza por ser el ejecutor de todo, alguien apareció de la nada para evitar aquello. No eran los niños anteriores, nadie se tomaría la osadía de defenderlo de lo que ellos mismo causaron, sino para sorpresa de muchos se trataba de Yunho.

No había manera de como calmar a Changmin, la rabia seguía consumiendo su corazón y si era necesario golpear a ese siguiente niño a muerte lo haría, pero este se lo impedía tomando atrevidamente de sus muñecas, alejándolo lo más pronto posible de esa situación, inclusive le cubrió los ojos para no mirar lo que el mismo causo en el otro infante aun llorando a mares por ese salvaje ataque.

 

— Shhh... Cálmate, cálmate...

 

Intento no gritar adolorido luego de que el iracundo niño enterrase los dientes en el antebrazo de él con la intención de ser liberado, pero nada, Yunho se mantenía firme, oprimiendo su propio labio para ni siquiera quejarse y seguir calmándolo por más que Changmin no se lo permitiese y hacía lo posible con tal de golpearlo en algún rincón de su cuerpo aun cuando sus muñecas se hallaba presas. Estaba hecha una fiera, Yunho desconocía por completo a ese niño sereno que ahora mantenía sus dientes apretados, que no paraba de gritar, removerse y llorar en hipadas al mismo tiempo.

Yunho al preguntarse el motivo de todo aquello, rápidamente creyó saber que había gatillado ese temible ataque al ver un montón de hojas desparramadas por en el suelo y un familiar libro al lado del niño que seguía hecho un mar de lágrimas.

Moby Dick, su libro, ese mismo que tanto cuidaba en la iglesia.

 

— ¿¡Qué haces!? ¡Apártate de ese monstruo, Jung Yunho!

 

 

PVO YUNHO. 

 

Me habían apartado de Changmin en un zarandeo y nada podía hacer, mis padres me tenían bien sujetos por detrás, mientras veía como ahora él seguía de rodillas en el suelo, sin atisbo de expresión en su rostro, como si rápido sus lágrimas hubiesen secado y de la nada volvió a ser aquel mismo de antes, el que ignoraba por completo los horrorizados gritos de los padres de Steve, los insultos de la gente hacía su persona, en especial los de sus padres y hermanas que recién lograron llegar a la situación; todos ellos miraron estupefactos lo que su hijo provoco... ¿Sería cruel que no sintiese ningún tipo de pena por el muchacho herido? ¡Se lo había merecido por arrancar el libro de Changmin! No obstante, al parecer su padre ignoro por completo las hojas tiradas por doquier y tomo los cabellos de este, dándole una cachetada de temer al frente de las personas.

Gruñí de la rabia, de la impotencia por no hacer nada.

 

— ¡¡Maldito, maldito, maldito hijo de puta!!

 

Quise moverme de inmediato tras ver esa escena e ir a defender a Changmin de su propio padre, sin embargo, el mío intuyó mis movimientos, incrustando sus uñas en mi antebrazo y no permitiéndome avanzar. ¿Acaso les parecía bien ver como alguien mayor le pegaba a un niño que no podía defenderse? Si bien Changmin no lloraba, se hacía ovillo en el suelo recibiendo todos esos golpes... ¿Estaría acostumbrado?

Intente de nuevo moverme, consiguiéndolo por milagro.

 

— ¡Lo va a matar! —Exclame empujando a ese animal, porque sí, él era el animal acá.

 

Él me quedo mirando confundido e impresionado, mas no replico, ni me dijo nada, sólo retrocedió, pidió disculpas a la demás gente y obviamente a sus padres para luego retirarse pronto de allí junto con sus hijas, menos una de ellas, que se quedó junto con su madre, la mujer mayor lamentándose reiteradas veces con los padres del niño herido.

 

— ¡Perdón, perdón, familia O’connor!

— ¡Ni Dios va a perdonar esto! ¡Ese niño no es humano, mira como dejo a mi pobre hijo!

— ¡Claro que no es humano, ese mocoso es el hijo de Satán! —Dijo por consiguiente el padre del infante.

 

Me negué a seguir escuchando y desee volver a acercarme a él, aun así no pude, no porque mis padres no me lo permitieron, su hermana coloco una mano en mi hombro al leer mi pensamiento, negó con la cabeza y trato de levantar a su hermano menor del suelo que seguía recostado en el suelo, una de sus manos sosteniendo apenas una de las hojas de su libro. Lo cargo en brazos sin complicaciones, aparto los cabellos de su rostro murmurándole algo que no logre entender y en finas lagrimas abandono el recinto junto a él, ignorando los demás comentarios maliciosos.

 

— Espero que hagan algo al respecto. Ya se excedió, se volvió un peligro. —Expresó mi madre con disgusto—. Si dejo mal a esta pobre criatura, imagínate con la siguiente víctima, lo matara.

 

Después de eso fuimos a buscar a Junsu adentro y nos largamos de allí, mis padres sin tomarse la molestia de despedirse de la familia. Si ya eran mal mirados por el resto, ahora serían odiados, apartados por la demás sociedad, y obviamente, eso me causaba un montón de pena. Los Shim no se merecían esto, mucho menos Changmin, mas nada se podía hacer, era todavía un maldito crio de doce años apenas, por ende, no podía defenderlo como tanto quería hacer.

Llegando a mi lugar, junto con mi mejor amigo fuimos directo a la habitación, nadie quería hablar, mucho menos mis padres, quienes nos desearon simplemente buenas noches y fueron a su cuarto también, pues según mi madre se sentía mal por haber visto mucha sangre. Yo creía que exageraba, pero estaba embarazada, así que no me quedo de otra que comprenderla. Junsu, en cambio, no quería conversar del tema, se mantenía ahora en la duda de querer seguir conociendo a Changmin, e igual debía comprenderlo por más lamentable que eso fuera para mí.

 Dormimos dándonos la espalda, o mejor dicho, él durmió a los minutos después, yo me quede mirando la luna desde mi ventanal, pensando en lo sucedido, en lo que sucedería después y si ello traería duras consecuencias. ¡Qué va! Claro que traería consecuencias, le golpearían de nuevo, volverían a maltratarlo, ese vil hombre si fue capaz de golpear a su propio hijo a vista de todos, a solas lo mataría.

Suspire.

 

“Dios, cuídalo...”

 

Y sin querer, me dormí.

 

 

 

La mañana comenzó con una temible lluvia, el día se veía trágico, sin brillo, sin color. Débiles lágrimas caían en la tapa del libro de Changmin, al tiempo en que era consolado por Junsu.  

Había llegado una carta de disculpa por parte de los Shim a mi familia hace unas pocas horas, justo en el desayuno... Pedían perdón por lo sucedido en la noche, también lamentaban la caída en la iglesia, no obstante, eso era lo de menos para mí, no las necesitaba, no las quería, no las aceptaba, porque no hacían falta, lo que pasaba era que...

 

“ (...) Nuestro hijo ha sido un tremendo inconveniente para ustedes, ha causado temor por sus actitudes y hemos intentando de todo para cambiarlo, pero resulto ser imposible. Informamos que Shim Changmin fue en la madrugada trasladado a occidente para su internación, de esa manera, no habra otro problema más y viviremos en calma. De antemano, rogamos por sus disculpas.

 Atentamente, la familia Shim. 

 

Se lo habían llevado.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!


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