Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quiero protegerte por Doejiku

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento muchísimo la demora, pueden tirarme tomates o piedras, me lo tengo bien merecido por dejarles con las ganas <|3 ;;;;

Este es mi último año de escuela y estuve todo el año matandome para terminar con un buen promedio, así que francamente ni tiempo tenía, porque los profes me llenaban de tarea junto con pruebas o controles. :c

Por favor, comenten, eso me da ganas para continuar con esta historia<3. 

¡Jung Yunho, ven aquí inmediatamente!

¡Déjeme en paz, padre, no quiero seguir con la conversación!

 

Abandone el salón de mi padre sin pedir permiso y le hubiera cerrado la puerta en la cara si no hubiese sido que alcanzó a salir para seguir gritándome con enfado a medida que iba bajando apurado las escaleras. Se había vuelto costumbre que a través de los años mi padre se volviese más estricto conmigo debido a la muerte de mi madre en el parto de mi hermano, quien en este entonces se hallaba descansando tranquilo en su habitación. Lamentablemente, ahora sin ella, aprendí a crecer con el tiempo solo, a valerme por mi mismo, pues aquel hombre en vez de acompañarme en tal duro momento continuo con sus trámites e iba de lugar en lugar dejándome a mi suerte con los sirvientes, aunque no entristecí, supe a no callarme las cosas, expresar lo que sentía conforme íbamos discutiendo, un funesto acto de rebeldía, según él.

 

— ¡Detente!

— ¡No perderé tiempo tan valioso escuchándolo!

 

Seguí firme en no continuar escuchándolo mientras caminaba esta vez directo a la puerta sin importar que ese vejestorio se encontrara siguiéndome a mis espaldas. No quería ni verlo, no después de enterarme por sus labios que sin mi consentimiento fue a la mansión de la igual prestigiosa familia Choi con la intención de acordar un compromiso, la hija de ellos... y yo. Pero, ¿Es que acaso esto no era asunto mío? Generalmente a las pobres mujeres las presionaban casándolas con quienes estimaran conveniente, quizás ella tampoco deseara aquello, quizás ella estaría enamorada de otro hombre y la noticia también le vino mal.

Simplemente, ese hombre fue y será un desconsiderado en todos sus años de existencia.

 

— ¡Si tu madre estuviera aquí estaría orgullosa de que aceptases casarte con la señorita Reizel! ¡No la decepciones!

 

 Frene de repente en medio del portón, casi a punto de salir y marcharme de allí a quién sabe dónde. Mi padre, si es que se podía llamar de esa manera a ese inhumano ser que tan abandonado me dejo por encima de mis doce años, había dicho algo absolutamente erróneo. Mis manos se convirtieron en puños, mi mirada endureció, mas no lo mire ni desee llevarlo a cabo, contemplándolo únicamente a través del hombro.

 

— No te preocupes, era una decepción para ella desde mucho antes. —Reí sarcástico.

 

Ya con eso abroche mi traje y conseguí desaparecer de allí en silencio, esquivando a todos los sirvientes que miraban estupefactos aquella tensa situación entre ambos. Toda la servidumbre sabía que la relación entre los dos no era buena; no era amable con él, ni mucho menos respetuoso, lo trataba con desdén... y todavía a mis dieciocho años seguía igual de desilusionado.

 

— ¡Te prohíbo...!

— ¿Qué salga? Acéptalo, soy un hombre, deje de ser un maldito crio. —Refunfuñe girándome sin querer para enfrentarlo aun cuando ya me hallaba afuera—. Por favor, necesito irme a la familia Kim, llame a Eduard para que tenga todo preparado y me lleve... iré a ver a mi amigo. —Le pedí a la humilde señora de mi costado que se veía asustada por nuestro conflicto.

— Como usted diga, joven Yunho.

 

 

Él tan sólo se me quedo mirando durante unos cortos segundos y luego exhausto por fin me dejo tranquilo yéndose a su despacho. Había ganado esta vez.

Ya nada era lo mismo en este lugar, todo era pleito, aunque también lo había antes con mi madre presente, esas peleas resultaron ser insignificantes en comparación con las que tenía con mi padre, por lo que lamentablemente mi hermano más de una vez se vio en frente de nuestras riñas, situación que evitaba en lo posible, pero mi propio padre no parecía importarle aquello, pues hasta en la mesa se le ocurría andar de malhumor. ¿Debería marcharme? Negué automáticamente, no podía, algo me lo impedía y eso me molestaba demasiado. Otro año más... A los veinte quizás lo pensaría con mayor seriedad, porque no tenía sentido alguno aparentar ser una buena familia frente a los demás y ser un caos cuando nadie nos miraba. Se volvió difícil, me salía fingido tratarlo con cortesía, hacer creer que tenía un buen vínculo con mi propio padre.

 

— ¡Joven Yunho, el carruaje está preparado! —Se acercó Balthier hacía mí con una sonrisa.

— Perdón, estás resfriado y justo ahora necesito salir, pero tranquilo... —Pose mi mano sobre el hombro contrario, dándole unas cuantas palmadas encima—. Puedes descansar dentro de la carroza cuando no me encuentre sólo si prometes no decirle esto a mi padre, claro. —Dije en un sutil susurro.

 

Al hombre mayor le brillaron los ojos cuando le dije eso último, bajando su arrugada gorra de la cabeza y colocándosela sobre su pecho para mostrar gratitud. ¿De verdad creería que lo dejaría estar afuera muriéndose de frío? No era como esos otros inconscientes que les importaba poco el bienestar de sus fieles sirvientes o trabajadores, yo los quería a cada uno de ellos, pero los quise aún más cuando eran mi única compañía tras lo de mi madre. Bueno, sí, tenía mi hermano, mas era sólo un bebé, si despertaba era porque quería algo y luego se dormía. También tenía a Junsu, sin embargo, conforme crecía por fin lo invitaban a viajar.

Qué penosa infancia.

 

— Ya, vamos, no deseo volver tan tarde, no si el clima parece verse malo. —Musite frotando mis manos.

 

Conforme iba caminando al carruaje iba pensando en muchísimos asuntos, unos no tan agradables a fin de cuentas. Subí al carruaje acomodándome primero bien en el asiento y permití que Balthier cerrara el pequeño portón porque generalmente lo hacía yo mismo, después de todo, nada me costaba hacerlo por mi propia cuenta, ni que se me arrancara un dedo, aunque esto sería una pequeña excepción. No me hallaba bien, la discusión con ese hombre sí me afecto, no por el hecho de haber discutido, sino por el compromiso que pretendía realizar con alguien que ni conocía más que su apariencia. Era linda, claro, no podía negar la verdad, unas vez Junsu me la presento cuando me acerque a ellos al verlo tan alegre conversando juntos, y es que cualquiera pudiera deducir que mi amigo era todo un casanova por hablar tan libremente con las chicas, sin embargo, era una imagen, sabía bien como ocultar las cosas.

Conforme miraba por la pequeña ventanilla comencé a recordar un acontecimiento a mis quince años, uno el cual me dio a entender que en verdad tenía un excelente amigo conmigo y que confiaba plenamente en mí persona. 

 

Suspire frustrado al no encontrar algún libro interesante, que fuera de mi agrado y junto con mi amigo pudiésemos leer los dos, contar que tal nos pareció, mas nada, todos eran aburridos, sin sentido. Y aunque creí rendirme, uno llamo mi atención por completo apenas lo tome; este decía: “Arrepiéntete o arderas”, un excelente título si su objetivo era asustar a la gente.

— ¡Junsu, arrepiéntete o arderas! —Exclame divertido a medida que iba acercándome a él.

No obstante, Junsu no se giró a verme en ningún momento, apreciando a la distancia como sus hombros escogían tan pronto le dije eso, apretando al mismo tiempo la pluma con la cual escribía una frase destacada de otro libro. ¿Acaso el libro causaba mucho miedo o qué? Me asegure de darle una leve ojeada antes de sentarme a su lado.

— Creo que la gente exagera con estas cosas... —Murmure una vez me senté en frente y empezaba de inmediato con mi lectura repasando en silencio el epilogo—. Pero qué más da, es mejor leer que no leer nada.

Sí, se veía interesante, no podía negarlo.

— ¿T-Tú crees?

Dicha voz quebrada me hizo levantar la mirada e  inspeccionar a mi compañero con la ceja a medio izar. Junsu estaba extraño y eso no me gustaba ni un poco, además, recuerdo haberlo visto bien contento hablándome de una divertida experiencia en su vivienda, porque a comparación mía, él sí tenía una buena convivencia familiar, mientras que yo, ni hablar, me hubiera gustado ser su hermano de sangre.

—Hyung... tengo una duda.—Musito dejando la pluma con la que escribía a un lado.

— ¿Qué duda? —Pregunté de inmediato luego de que acabara de hablar, dando a saber que en verdad andaba preocupado por su ahora extraña actitud—. Te ayudaré con cualquiera de tus dudas.

Él bajo la mirada, dejándose caer en el respaldo de la silla y liberando un temeroso suspiro. Yo también tenía mucho miedo, obviamente lo ayudaría, sin embargo, no deseaba que fuese algo grave, difícil de lidiar.

—... ¿Tú cuando seas grande piensas casarte con una bonita mujer, verdad?

Aquella singular pregunta hizo que yo igual comenzara a titubear, viéndome en la necesidad de desviar la mirada para que no viera mi expresión, o no la notase del todo. Quizás tenía a duras penas quince, pero cada vez que pensaba en el matrimonio sentía desgano, porque no me veía amando a alguien por más extraño que ello fuese.

— Bueno, es muy temprano para pensar en eso, ¿O no? —Comencé a reír en mi intento de normalizar el pesado ambiente que parecía rodearnos de repente—. ¿Y tú qué? La hija de los Lee es muy bonita, en más de una ocasión te he pillado hablando con ella. Y no me mientas, te gusta.

Le di un travieso empujón en el hombro y para mi suerte el volvió a reír, no como yo quería, pues fue una risilla pequeña, casi sacada con esfuerzo.

— Hyung...

Tomo mis manos de repente en un duro agarre.

— A mí no me gusta ella...

Me sorprendió, aun así decidí sólo asentir despacio con la cabeza... aquí venía.

— Ni las chicas... —Sus mejillas sonrojaron de un momento a otro—. A mí... me gustan los chicos... Y quiero saber si esto está bien o está mal.

Fue oír eso para que inmediatamente soltara las manos de Junsu, después me arrepentí de haber hecho eso porque fácilmente podía malinterpretar mi acción pensando cosas que no eran, y claro que lo pensó así, visto que su mirada entristeció de inmediato. Quería decir algo, pero debía comprenderme, esa noticia jamás me la hubiese esperado, o sea, mi mejor amigo me estaba confesado que era homosexual, que sus gustos eran... algo diferentes. 

Parpadee desconcertado. ¿Qué debía hacer?

— Yo no podía callarme esto, se supone que somos amigos... y si quieres alejarte de mí, lo entenderé, no es común esto ni para mí, ni para ti, ni para la sociedad...

Voltee mis orbes tras escuchar aquel absurdo comentario.

— No te mentiré, no será común, no aquí... —Cerré mi libro dejándolo a un lado de los otros tantos apilados—. Y no me interesa, somos amigos, esto no debería cambiar las cosas.

Ambos nos sonreímos, aunque he de admitir que la sonrisa de mi amigo brillo muchísimo más.

 

No faltaba demasiado, dentro de unos minutos estaría llegando a mi destino y esperaba no ser ninguna molestia por lo que sería mi repentina visita, obviamente pediría las disculpas pertinentes por estar presentándome a pleno anochecer por ser tanta la urgencia de ver a Junsu. Y es que, maldición, lo necesitaba tanto, él era el único amigo sincero en mi vida, siempre he podido contarle tranquilamente mis verdades, mis penas, mis rabias, mis frustraciones, todo lo que tuviera que ver conmigo ese bobo ha estado allí presente, dándome su hombro. En resumen, sabía todo de mí como yo sé de su vida, desde la infancia hasta nuestra juventud; sabía esa manía de juguetear con sus dedos cuando se encontraba nervioso, esa manera tan obvia de expresar su enojo hablando en monosílabos, su odio a los bichos o cualquier cosa extraña que se moviera cerca suyo, también su comida favorita, junto con otras actitudes, gustos o cualidades de su persona.

 

— Joven Yunho, hemos llegado.

— ¡Gra...!

— ¿¡Y tú que haces aquí!?

 

 

Esa bien conocida voz algo gangosa de trasfondo logro asustarme y contemplar enseguida el exterior a través de la ventanilla. Justamente allí se hallaba él, afuera de su casa, sonriéndome a mi conforme iba acercándose a paso apurado.

 

— ¡Hombre, qué susto! —Dije una vez que Balthier me abrió la puerta para descender del carruaje—. Visitándote, por supuesto. Como tú llegas de sorpresa a mi hogar, yo algún día debía tomar venganza, ¿O no?

 

Los dos reímos al mismo tiempo, después de todo, sabíamos que lo dicho era más que la santa verdad. Junsu tenía la costumbre de irme a ver cada ciertos días, algunos bien tempranos, otros algo tardes, pero sí o sí debía estar para él, porque una vez le daban la pasada iba directo a mi habitación y de allí no salía. 

 

— Bueno, sí, tienes razón, pero dime, ¿A qué se debe tu repentina presencia, hyung? —Preguntódespués de darnos un fraternal abrazo—. ¿Sucedió algo, verdad?

 

Inmediatamente adivino mi situación sin esperar a que yo abriera la boca, mirándome ahora con muchísima preocupación. Yo me limite a simplemente asentir un par de veces con la cabeza y continuar con nuestro abrazo, tratando de recargar mi cabeza con la de él todavía cuando nuestra diferencia de estatura me obligaba a agacharme unos cuantos centímetros.

 

Problemas, muchos problemas... —Comente exhausto por lo mismo de siempre.

Shhh, ven, vamos adentro.

 

Entramos ambos a su mansión, él dejándome pasar a mi primero como era costumbre y yo avanzando dentro en un suave caminar, esperando paciente que en cualquier instante su madre se aproximara a recibirme con aquel afable abrazo de todos los días, mas nada, todo era silencio, y eso sí que me sorprendía, pues normalmente en la gran mayoría de mis visitas escuchaba alguna que otra melodía sonar. Ella era una segunda madre para mí y el hecho de no verla allí presente causaba un sentimiento de preocupación en mí.

 

— Mi familia salió a un festín, si te estás preguntando eso. —Explico Junsu colocándose en frente mío—. Y bueno, yo quise quedarme aquí.

— A ti no te gusta estar solo, no que yo sepa. —Fruncí notoriamente el entrecejo al no creer mucho lo último citado por él.

 

Su risa nerviosa causo que se delatara así mismo. ¿De verdad creía que me tragaría eso? Mi propio mejor amigo me quería tomar por idiota aun sabiendo que yo lo conocía al revés y al derecho. O sea, por favor, nos conocíamos desde que éramos unos malditas críos, pero insistía en querer ocultarme las cosas, no decir lo que en verdad pasaba, distorsionar las cosas.

 

— ¿Junsu? —Golpee su hombro para que reaccionase.

 

Dicho sonrojo adornando de pronto sus mejillas hizo que comenzara a sospechar cual era la causa de su preocupación. Algo escondía el descarado  y a la fuerza me debía contar la verdad, aun cuando creía saberlo.

 

— ¡Junsu! —Impaciente decidí gritar jalándolo de los hombros en un frustrado intento de hacer que volviera a la realidad.

— ¡Por qué estará él de seguro! ¡Acuérdate, hyung, es el mejor amigo del novio!

 

Como lo pensé...

 

 

Gire mis orbes a medida que iba negando con la cabeza de forma sutil. No podría decir con exactitud el día en que le empezó a gustar el hijo de los Choi, pero él se sentía atraído por ese chico desde el primer día en que lo conoció, día en que justo me presento también a su hermana menor, justamente con quien mi padre pretende en su retorcida cabeza amarrarme a ella en un compromiso, mas no sabía que yo algún día de estos me presentaría formalmente a su domicilio a aclarar mis intenciones.

Choi Siwon es un hombre bien parecido, estatura similar a la mía, cuerpo tonificado y una sonrisa perfecta, según el testimonio de Junsu. Él era conocido comúnmente por ser alguien amable, sobre todo con las mujeres, aunque un mujeriego ni en sus peores pesadillas, ese hombre a primera vista daba la sensación de ser alguien pulcro, con buenos sentimientos y apático con sus cercanos. Alguien quien robo sin saber el corazón de mi amigo.

 

— La última vez que hablaron fue cuando la familia Lee deseo hacer una fiesta por el nacimiento de su hijo. —Dije mientras tocaba con la yema de los dedos una jarra—. Si andas evitando su presencia por vergüenza entonces jamás lograras nada con él.

— Corrección, jamás lograre nada con él, porque obviamente es heterosexual, dah.

 

 

Buen punto...

 

 Así consistían sus enamoramientos, porque para su desgracia se enamoraba bastante fácil. Si le gustaba un chico debía conformarse con verlo a lo lejos, soñar un futuro inexistente con esa persona y llorar en mi hombro cada vez que lo sorprendía con una chica en su regazo a los días o semanas después.

Pensándolo bien, el hijo de los Choi se convertiría en el caso número cuatro, alguien que hasta el momento ni tanto el tonto de Junsu, ni mucho menos yo, le hemos sorprendido con alguna hermosa mujer a su costado durante todo este mes. Y si bien eso no significaba nada, también era una oportunidad para mi amigo si tanto quería acercarse a él sin temor de verse amenazado por alguien.

 

— Ven conmigo a la iglesia. —Sentencie mientras le daba una ojeada a un libro que halle cerca de mí—. Últimamente ha habido muchas bodas. 

— ¡No!

 

Otra vez negándose a salir conmigo a esos acontecimientos, gire por segunda vez mis ojos, ahora mismo experimento cierto enfado por culpa de su terquedad. No era posible que él fuese más terco que yo.

 

— ¿Me dejaras de nuevo solo? Hace cinco meses que ni me acompañas... Y esta vez no es por Siwon, porque tú lo llevas conociendo menos de un mes. ¡Dios! ¿Qué rayos te pasa?

 

 

Nos miramos los dos a la cara apenas me atreví a recriminarle luego de tanto tiempo en donde sencillamente me contenía e intentaba comprenderlo con sus excusas, algunas bien poco creíbles, pero esta noche sería la excepción, había reventado. Ya era mucho asistir a eventos como esos sin mi amigo y aburrirme en el transcurso porque no lo tenía a él, sólo gente que se me acercaba a parlotear de cosas que ni me interesaban.

 

— No puedo, hyung. —Desvió la miradaa un costado, dejándome con toda la incertidumbre encima al alejarse.

— ¡Vamos, acompáñame a una!

 

Sabía bien que estaba siendo insistente; aun así, necesitaba tanto la presencia de mi amigo, en especial si el motivo de mis constantes salidas a eventos, fiestas o bodas era para no pasar tiempo con mi padre y de paso llevar a mi hermano con tal de que se entretuviese, pues igual se aburría al lado de él. Ya no salía como antes, si lo hacía era por causas meramente importantes, de allí no más, seguía siendo un hombre sedentario.

Junsu se sentó en uno de los tantos sillones disponibles y cruzó las piernas, observándome desde esa distancia aun con mucha duda.

 

— Junsu, es un matrimonio que comienza mañana temprano... Por favor, acompáñame, no quiero estar todo un día en ese infierno de hogar.

 

Sentándome también con él en otro sillón cercano, situé firme mi mano sobre la rodilla impropia, continuando con mi mirada fija en él esperanzado el oír un sí como respuesta. En cambio, siguió tratando de evitar mis ojos y para eso cerro estos mientras iba liberando un lento suspiro.

 

— Te acompañare...

 

 

Una tranquila sonrisa surgió de mis labios de inmediato. Al fin, al fin...

 

— Muchas gracias, idiota.

 

No dijo nada, aunque no fue necesario en verdad, su sonrisa sirvió de mucho para mí.

 

 

 

El día era bueno por milagro, no había lluvia y el cielo se veía despejado, como tanto desee, puesto que hace unos buenos días no veía los rayos del sol debido a la llegada del otoño. No me gustaban los días tristes, menos si este clima me hacía recordar la muerte de mi madre, que aunque fue algo exigente conmigo, a comparación de mi padre, era mejor tenerla a ella viva y no ver como día a día la respetada familia Jung se iba desmoronando, algo que quizás en mi infancia me hubiese afectado demasiado, pero ahora a mi edad parecía no importarme tanto lo que pudiera suceder o no, tan sólo quería irme de aquí, irme lo más pronto posible, y por supuesto, llevarme a mi hermano menor.

 

 — ¡Hermano!

 

 

Sentí como unas pequeñas manos tironeaban de mi pantalón y observe hacía abajo de inmediato, allí se encontraba YunSeok, mirándome con ojos brillosos.

 

— Seokie, iré a una boda. Lamentablemente no podré llevarte, te aburrirás mucho.

— ¿Volverás temprano...? —Pregunto algo apenado mientras se frotaba su ojo derecho, bostezando al mismo tiempo.

— Depende de cuando termine. Ya, dale un beso de despedida a tu hyung.

 

Apenas me acomode de cuclillas en el suelo, mi pequeño hermano me abrazo desde el cuello fuertemente, mientras que yo trate con mucho cuidado de corresponder su dulce gesto rodeando mis brazos en el delgado cuerpo ajeno. Él me beso la mejilla dos veces, cito lo mucho que me quería cerca del oído y se apartó para sonreírme unos segundos e irse de la habitación corriendo, de seguro a su cuarto porque lo veía todavía adormilado al pobre.

Volví a la realidad continuando con mi labor de arreglar mi jodida corbata. Siempre tenía problemas con eso, y pese a este problema no me gustaba mucho la idea de pedirle ayuda a la gente de este lugar, es como si quisiera que me vistiesen también.

 

— No me puedo tardar tanto en esto.

 

 

En mi intento de no perder la paciencia tan fácil, cruce la parte ancha de la corbata sobre la parte estrecha un poco más abajo del cuello, deslizándolas y a continuación aplique otros ridículos trucos más, que al final ni sirvieron de mucho. Efectivamente, era un estúpido.

Hoy mi padre no se encontraba presente, salió tempranísimo sin decir a donde iría o cuando volvería,  y si bien no me importaba que hiciera o no, debía admitir que me confundía un poco, ¿A qué se debió su inesperada salida? Ni las personas de la casa lo sabían, sólo vieron como una carroza desconocida lo esperaba a la salida y él se subía no sin antes saludar a otro hombre, ajeno a los que comúnmente frecuentaba.

 

— ¡Joven!

 

 

Mire por el reflejo del espejo a la persona que estaba detrás de mí. Hyesun, una de las tantas empleadas de acá, apareció de repente ante mis ojos.

 

— ¿Uhm? —Le sonreí.

— ¡El joven Kim lo está esperando en el salón!

 

Trague saliva inmediatamente. Había olvidado que ese maldito era puntual, tú le decías tal hora y él aparecía incluso cinco minutos antes de lo citado.

 

— Ah... Dile que suba.

— Está bien, joven Yunho.

 

Volví a arreglarme la corbata, esta vez con más rapidez y lográndolo en menos de dos movimientos. Ni idea cómo lo había hecho, sólo sé que hice un extraño movimiento y termine. La presencia de Junsu aquí hizo que me sintiera presionado en acabar ya.

 

— ¡Vamos, YunHo-yah!

 

 

Apareció de la nada, apreciando desde el mismo espejo su expresión de aburrimiento y como recostaba su cuerpo en una de las paredes mientras veía la hora la cual marcaba su reloj. Me asombraba su impaciencia, por lo general era más perseverante que yo.

 

— Al parecer alguien está más emocionado con ir a la boda que yo... ¿Acaso esperas que Choi también esté invitado? —Reí un poco ante mi propia pregunta a la vez que giraba el rostro y descubría a mi amigo sonrojarse hasta por las orejas—. Lo sabía, já.

— ¡¡Cállate!! —Refunfuño cubriéndose sus pómulos con ambas manos.

— ¡Qué fácil eres de leer, jajaja! 

 

 

Seguido de eso se tiro encima de mí y como si fuéramos todavía niños nos reíamos con estruendo mientras nos golpeábamos... como los viejos tiempos. 

 

— ¡¡Oye, crecimos, tus golpes ahora sí duelen, hyung!!

 

 

 

 — Antes de dar lectura al acta matrimonial, me gustaría dirigir unas palabras a los novios y a todos los presentes... 

 

Suspire profundo debido al pronto discurso que el juez lanzaría. ¿Era realmente necesario atrasar todo el matrimonio y hacerlo eterno? Yo asistí porque no quería estar en casa, pero tampoco estaba en mis planes volver al día después. La boda tuvo que haber sido en tres horas antes, sin embargo, como la novia tardaba tanto en llegar, nos tuvimos que quedar todos afuera y conversar los unos con los otros para pasar el rato. Yo no charle mucho, si lo hice fue porque algunas personas pasaban a mi lado a saludarme y preguntar sobre mi padre.

 

— Mami, tú no me vas a casar con una fea... ¿Verdad? Yo quiero que sea bonita como tú...

 

Mi mirada de inmediato se posó en un pequeño niño que tironeaba de manera constante la falda de su madre y hacia un silencioso berrinche. La escena era adorable, pero no entendía porque me resultaba tan familiar todo aquello...

 

Ah, cierto, ya recordé.

 

— ¡Mamá, supongo que tú no me vas a casar con una chica fea! ¿Verdad?

 

— ¡Cállate, Yunho!

 

 

Apreté mi mandíbula tras haber experimentado un ligero flashback y por unos segundos tuve que cerrar los ojos con tal de no seguir recordando. Quizás no tenga buenos recuerdos de mi madre, pero igual dolía recordarla y saber que su muerte conllevo a esto, a que odiase profundamente a mi propio padre.

 

No saber nada de mi madre me atormentaba, y aunque les preguntaba a las criadas sobre ella sólo me decían que no debía preocuparme, que pronto mi hermanito estaría con nosotros. ¿Entonces por qué demoraban tanto? Había transcurrido una hora y no tenía ninguna noticia de ella. Lo último que había escuchado eran sus gritos desgarradores oírse dentro de su propia habitación, más de eso nada.

— ¡Noona! —Salte del asiento cuando la vi a ella a punto de subir las escaleras, seguramente de camino a la recámara de mi mamá.

— Señorito YunHo...

Ella se detuvo tan pronto me escucho y acaricio de manera maternal mis cabellos cuando me acerque a ella con evidente preocupación. Su expresión tampoco era buena.

— ¿Por qué todavía no puedo subir a ver a mi madre y a mi hermano?

No me respondió, al contrario, de sus labios asomo una pequeña sonrisa, una muy forzada. Me ocultaba algo, todos me estaban engañando. ¡Yo no era estúpido!  

— Debe tener paciencia, mi pequeño señor. 

Torcí mis labios luego de oír por sexta vez lo mismo y negando tajantemente con la cabeza me solté de su agarre para ir a corriendo al segundo piso. Ignoraba los gritos de ella pidiéndome no subir, yo no quise obedecer y seguí pasándome a llevar a las demás criadas del hogar. Nadie me impediría ahora en entrar al cuarto de mi madre.

Abrí la puerta sin darme el tiempo de tocar, sabía que si lo hacía no me dejarían pasar. Y cuando entre la peor de las escenas se mostró frente a mis ojos; allí estaba ella, recostada, sudorosa, pálida, sus ojos cerradas y rígida, no se movía ni un centímetro.

Ambas matronas que se ocuparían del parto se sobresaltaron ante mi repentina presencia, una casi a punto de soltar al bebé que acunaba en sus brazos.

— ¡Mamá, mamá!

Pasando por completo de ellas y de mi propio hermano, me acerque a mi madre colocándome de rodillas en el suelo. Mi diestra rozo sus mejillas, pero estas se sentían frías al tacto, tanto así que parecía estar... ¡Claro que no! ¿Qué tonterías estaba pensando? Porque no, eso no podía ser posible.

No, no, no.

— Señorito YunHo... —Sentí la mano de alguien posarse en mi hombro, pero de un manotazo la aparte.

Nada ni nadie me apartaría de allí.

— ¡¡Mamá, despierta!! —Grite sacudiéndola del brazo con todas mis fuerzas. No importaba que luego me regañase por mi poca consideración, quería asegurarme.

Los llantos de mi recién nacido hermano resonaban en el cuarto probablemente por culpa de todo el griterío que había montado en tan sólo pocos segundos, y por más que llorase, no podía ni quería mantener silencio, mi incontrolable rabieta se multiplicaba con el de él a medida que seguía sacudiendo el cuerpo inerte de esa mujer que también me había dado luz.   

— ¡YunHo!

La voz áspera de mi padre y su abrupto agarre me detuvieron. Ahora quien se mantenía quieto, con la cabeza caída, sin expresión alguna, era yo.

¿De verdad estaba viviendo esto...? Quería abrir los ojos, despertar de esta pesadilla, que nada de esto estuviese sucediendo y con una sonrisa mirar a mi hermano, pero era la fría y cruda realidad.

— Hicimos todo lo posible, discúlpenos...

— ¡¡Calla!!

Golpee el estómago de mi padre con el codo y sin querer escuchar el resto me largue de allí. Esta vez nadie tuvo la osadía de intentar al menos detenerme, menos Hyesun, que aunque deseo abrazarme apenas me vio bajar los escalones, la aparte de mi camino y seguí corriendo a las afueras de la mansión en búsqueda de un recóndito lugar para refugiarme de la gente, llorar con mayor tranquilidad, sin que nadie me escuchase.

 

 

— ¡Hyung!

 

Un despiadado pisotón me ayudo a despertarde mi trancey mirar con ojos entrecerrados a mi amigo, que sin importar qué, subió el tono de su voz en pleno matrimonio para llamar mi atención, ¿me habría llamado muchas veces? Igual tampoco me interesaba prestar atención a lo que sucedía en frente, tal vez porque he asistido a muchos otros casamientos más y ver novios prometerse amor eterno se había vuelto aburrido para mí, casi al extremo de pensar que yo en ningún maldito momento lograría contraer matrimonio con alguna mujer. Todavía no he encontrado a alguna que llame mi atención, las que frecuento ver en cada evento que asisto son demasiado... comunes.

 

— ¿Qué?  —Hable mirándolo de soslayo y en un susurro, igual no quería que nos descubriesen conversar.

— Me gustaría casar.

 

Dijo aquello tan de la nada que me atragante con mi propia saliva y tosí unas tres veces, pidiendo disculpas luego a la gente de mí alrededor. Qué manera tenía Junsu de sorprenderme. 

 

 

— ¿Estás loco? —Gruñí.

 

— No sé, sería lindo... —Encogió los hombros y sonrió con aire de melancolía—. Pero sé que no se puede, calma... ¿Qué estúpido soy, o no? Me la vivo soñando lo imposible.

 

 

Lo dicho por él, junto con aquella triste risa, hizo que en un nudo se alojase en mi garganta y me pusiera en sus zapatos. Me equivocaba, era egoísta al pensar que jamás encontraría a una novia, he tenido diversas “oportunidades”, pero no han sido demasiado buenas. Sin embargo, el destino podría compadecerse de mí, poner a una buena mujer en mi vida cuando menos me lo esperase y por supuesto casarme con ella; en cambio, Junsu debía estar consciente que en su caso no le sería posible, ni en sus mejores sueños.

Ahora que me adentraba en mi agria infancia, a diferencia mía, él era quien más se emocionaba con esto de las bodas, y conforme iba creciendo, más se alejaba de ellas, hasta definitivamente abandonarlas y no tomar atención a cada una de las invitaciones. ¿Habrá sido porque de a poco comenzó a sentir pena?

Sobe mi sien derecha con el índice al creer que estaba pensando demasiadas cosas y le sonreí a Junsu luego de que me mirara con confusión, quizá porque estaba comenzando a sospechar que algo malo me pasaba. 

 

— Por favor, les ruego levantarse y recibir al responsable de la entrega de los anillos. —Pidió el cura de la iglesia extendiendo sus brazos.

 

 

Ambos nos levantamos de nuestros asientos y junto con la demás gente observamos la entrada en espera del susodicho encargado de sellar con las argollas la promesa de amor por parte de la pareja próxima a convertirse en esposos. Ya cuando nos dimos cuenta que la espera se volvía mucha, el público presente, entre ellos Junsu y yo, nos miramos entre nosotros, como si el otro pudiera darnos una respuesta de que rayos estaba sucediendo. El cura miraba a los novios, los novios miraban frustrados a sus padres y ellos miraban el portón, de seguro preguntándose lo mismo que el resto: ¿Qué falta de respeto era esa para demorarse tanto?

 

— ¡Aquí viene!

 

Una mujer inmediatamente familiar asomándose por la entrada de la iglesia y avisándonos sobre la pronta llegada del personaje, causo que palideciese en el acto e incrédulo insistiese en mirar su rostro. Se veía distinta, aunque eso no le quitaba lo irreconocible. Ella era ciertamente la mujer de la familia Shim, no tenía duda de ello.  `

 

La desaparecida familia Shim...

 

 

— Ella es...  —Junsu también supo identificarla.

 

 

Trague saliva después de que miles de recuerdos para nada agradables tomaran posesión de mi mente, recordando sin querer a alguien. No podía, había prometido no volver a recordarlo, era ridículo pensar algo que ocurrió hace muchísimos años y que debía quedarse allí, como una mala anécdota más.

 

— Pasa.

 

 

Agachamos nuestras cabezas cuando vimos la sombra de una persona visualizarse primero. Se trataba de un joven alto, contextura delgada, rostro bien definido y ligeramente moreno de piel, pero no era uno cualquiera, los latidos erráticos de mi corazón me decían que ese muchacho lo había conocido, ¿o será unas de esas extrañas sensaciones de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez?

No dejaba de mirarlo, tanto así que temí dudar de mi propia sexualidad cuando en mis adentros pensé que había visto la belleza en persona, no en una mujer, sino en un adolescente de elegante porte, vestido de traje negro y en el lado izquierdo de su pecho mostrando una llamativa rosa blanca. Tampoco podía dejar pasar su peinado, ese flequillo que ocultaba parte de su rostro le daba un aire misterioso, como si estuviera incitándome a conocer más de él.

Él sería el encargado de llevar los anillos a la pareja ahora que recién tomaba en cuenta el cojín entre sus manos con ambos sellos.

Pude seguir mirándolo hasta el final, pero la charla entre susurros de unas señoras me distrajo.

 

 

— ¿Es él...?

— Sí, es él.

— ¿Cómo se les ocurre invitarlo? Ya regresan para de nuevo causar problemas...

 

 

Antes de que siguiese escuchando más, un codazo en mis costillas hizo que saliera de mi “burbuja” a causa del dolor y observara a Junsu. No me sorprendería tener moretones en mi cuerpo con los golpes que él me da cada vez que quiere llamarme o buscar mi atención.

 

— ¿Acaso no lo notas, hyung?

— ¿No noto qué?—Pregunte sin entender a lo que se refería.

 

Giro los orbes con frustración y de nuevo volvió a darme el mismo golpe que antes, ahora más suave.

 

 

— El hijo de los Shim... —Espeto a entredientes, susurrándome directo al oído.

 

Mi cuerpo tembló.

 

 

Fruncí rápidamente el entrecejo ante la poco creíble noticia y de nuevo examine al aludido, esta vez con lujo de detalle, con otros ojos, aún incrédulo, pero al mismo tiempo ansioso por saber sí lo que me había dicho mi mejor amigo era cierto. ¿Esa era la razón por la que sentía haberlo conocido? Su mirar indiferente, silencioso y tranquilo como la noche seguía allí... Changmin había regresado del extranjero tras varios años fuera para hacer por primera vez presencia en la misma iglesia en donde nos conocimos cuando sólo éramos unos críos. Obviamente no me iría a reconocer, no me alcanzó ni a conocer bien antes de su partida, pero claro que yo sí lo hacía aun con el poquísimo tiempo que dure en verlo.

 

— Junsu, me va a dar algo.

— ¿D-De verdad...?

 

 

Asevere despacio. Quería irme de allí pronto, lo más pronto posible. Ya sabía su identidad y debía abandonar rápido ese lugar.

 

 

— No podemos irnos... —Contesto nervioso mientras iba mirando de reojo a toda la gente que se encontraba con nosotros.

 

Observe por un minuto mi entorno, tratando ahora de no mirar al responsable de tenerme así, y sin importarme los comentarios de los otros, sostuve la mano de Junsu y lo obligue a acompañarme a la salida. Él no dijo nada, ni reclamo, sólo se dejó llevar por mí lo suficientemente lejos de las otras personas. Sí, había sido muy descortés, no me sorprendería que ahora la gente chismosa estuviera hablando mal de mí, les comprendería porque estaba claro de lo poco educado que fui al largarme sin dar aviso, pero debía urgente tomar aire si lo que quería evitar era un desmayo.

Ya cuando creí que nadie podría vernos ni mucho menos escucharnos, deslice mi espalda en la pared y caí despacio al suelo. Junsu también hizo lo mismo, acompañándome como el buen amigo que era.

 

 

— No asistió él... Dijo haciendo un gracioso mohín en sus labios—. Pensé que vendría, esto es taaaan injusto. ¿Por qué me persigue la desgracia, hyung?

 

Ambos nos miramos y nos colocamos al reír por lo último que había dicho; sin embargo, luego volví a estar de la misma manera que antes, cabizbajo, muy cabizbajo. No tenía buenos recuerdos de Changmin, sólo causo que parte de mi infancia fuera triste debido a su ausencia. Eso de haber estimado tan rápido a una persona me llevo a eso. 

 

— Es imposible creer que haya regresado... Hable por fin mientras me distraía tirando alguna que otra piedrecilla a lo lejos.

— ¿Tú crees que ese viaje lo cambio? —Preguntó Junsu, ahora imitándome y tratando de lanzar a una distancia mayor las pequeñas piedras que había agarrado.

 

Me detuve apenas escuche su pregunta y parpadee. Con todo esto, se me había olvidado que Changmin lo mandaron a occidente para supuestamente erradicar su “autismo”, quien sabe con qué método, si fue mediante la razón o aplicando fuerza. De todas formas, pedía que no lo hubieran forzado a cambiar tanto, sino que todavía fuese él y no uno modificado al antojo de su familia. 

 

— Bueno, antes era muy pequeño de porte, ahora veo que ya no lo es. —Encogí mis hombros y sin más le arrebate una de las piedras que él traía en la mano para tirarla a varios metros de distancia, batiendo mi propio record como el de mi amigo.

 

¿Por qué estaba enojado...? No lo entendía.

 

 

— Hyung, calma... —Junsu tomo mi muñeca.

— No pasa nada.

 

 

Unos pasos hechos por los tacones de una mujer avanzando cerca hicieron que rápidamente me levantase del suelo y limpiara mis pantalones para quitar todo rastro de suciedad en ellos. Temí mucho que hubieran escuchado nuestra plática, tanto así que pensé en tomar a Junsu de la mano y arrancar antes de que esa desconocida nos descubriera en el lugar más apartado de la iglesia. Sin embargo, mi reacción fue tan lenta que cuando por fin tome la muñeca de mi amigo, dicha señora ya se encontraba con nosotros.

Era la madre de Changmin, quien ahora mismo nos miraba con expresión de alivio mientras tomaba el centro de su pecho. ¿Acaso nos estuvo buscando?En cualquier caso, yo no tenía una buena imagen de ella, fue igual de cruel con su propio hijo y seguramente colaboro en la idea de mandarlo lejos, así que no sabía si saludarla de manera cortes o sólo despedirme e ir de vuelta a la boda.Pero no, seguía allí, mirándola fijo y sin saber que decir, ya que era obvio que aun habiendo dado el estirón me había reconocido como el antiguo pequeño de doce años, hijo de la familia Jung.

Ella inclino su cabeza y luego me sonrió.

 

— Buenos días, es un gusto volver a verlo, aunque esta vez siendo un hombre. —Expreso sin molestarse en ocultar su asombro—. ¿Se... se acuerda de mí?

 

“¿Si me acuerdo de ti? ¡Claro! Tú eres la supuesta madre que en vez de estar en las buenas y en las malas con ese niño que crio nueve meses en su vientre se dedicó a hacer todo lo contrario, y al ser tan carente de instinto maternal lo envió lejísimos, privándolo de la sociedad”.

 

 

Vaya que tenía unas inmensas ganas de decirle eso, pero no, me mordí la lengua y asentí lentamente con la cabeza.

 

— ¿Usted es la Señora Shim, o me equivoco? —Inquirí fingiendo haberme dado cuenta recién de ese detalle.

— Sí, y es un placer grandísimo estar aquí de nuevo... ¿Usted es hijo de la familia Kim? —Pregunto ella tomándole esta vez atención a un silencioso Junsu que tan sólo miraba la situación.

— Sí, el mismo. —Asintió también, e incluso se atrevió a sonreírle—.  Fueron años realmente sin saber nada de ustedes. ¿Cómo han estado?

 

 

Mi amigo era así, sociable y abierto tanto con personas conocidas como las que recién iba conociendo. Y no era algo que a mí me molestase ver, apreciaba su habilidad, pero vaya que la presencia de esa mujer me era incomoda, no me gustaba, y que Junsu se le ocurriese seguir platicando aumentaba más mi tan poco agrado hacia ella. Podría inventar cualquier cosa para marcharnos de allí, aunque no podía, Junsu de verdad estaba motivado y le comentaba de las muchas cosas que habían pasado en su “desaparición”.

 

— ¿Y qué tal va su hijo? Lo vi muy cambiado.

 

Mis ojos se abrieron como platos al oír eso y gire mi cabeza para mirar a Junsu. ¿Qué rayos estaba tramando ese idiota?

 

— ¿Usted cree? —Vi como los ojos de ella brillaban al oír ese “halago”.

— ¡Claro! Tanto así que no creo que haya problema en invitar a Changmin a mi mansión con tal de recuperar parte del tiempo perdido. Después de todo, lo conocimos cuando éramos unos simples niños.

 

Todo rastro de alegría se borró de su rostro inmediatamente. No sabía si Junsu había dicho aquello en serio o quería  tan sólo ver la posible reacción de ella, pero todo indicaba que esa invitación no le había sido de mucho agrado.

Un ligero codazo en mis costilla hizo que reaccionara y me diese cuenta que me estaba convirtiendo en un simple espectador del momento. Junsu me miraba de soslayo, como si me quisiera dar a entender mediante expresiones que necesitaba algo de ayuda, ya quisiera saber yo que plan se le estaba ocurriendo. Él era inteligente, mi amigo siempre se caracterizaba por formar buenas estrategias y hacer las cosas bien, y aunque no comprendiese que rayos quería hacer, debía también cooperar... ¿Y si en verdad quería traerlo a su propiedad?

 

— De veras su hijo será bien recibido, lo pasaremos bien. —Continúe yo simulando una amplia sonrisa y así seguir presionándola.

Ella nos miró a los dos aun  mutismo, pero cuando por fin sentí que iba a contestarnos el llamado de alguien la distrajo tanto a ella como a nosotros.

 

 

 — Madre.

 

 

Genial, hablando del rey de roma, por la puerta asoma. Changmin había aparecido sin previo aviso y a paso lento se limitó a acercarse a su madre, sin tomarnos mayor importancia a Junsu y a mí, sin saludarnos, ni tampoco mirarnos a la cara, tan sólo tuvo como centro de mira a ella y tironeo leve de su brazo. Quería tal vez irse de allí.

Debería sentirme mal por ser tan tajantemente ignorado, pero no, por increíble que sonase me gustaba que fuera de ese modo, pues me hacía recordar a nuestro primer encuentro. Seguía conservando ciertos atisbos de lo que fue en su niñez, no había un cambio tan drástico y doloroso, que enseguida me hubiera desilusionado.

 

— Changmin, hijo, acuérdate de saludar. —Hablo la mujer a entredientes—. Ellos son Jung Yunho y Kim Junsu, no son cualquier persona, se respetuoso.  

 

Queriendo decirle que no era necesario, Junsu otra vez volvió a darme un codazo en el mismo lugar, esta vez con fuerza, de seguro intencional. Lo maldije por mis adentros y sin saber que mierda tramaba él tuve que quedarme callado y esperar, aunque sabiendo tomar ventaja de ese tiempo para volver a darle una ojeada. No sabía su edad, pero sea el año que él tuviera, había crecido bastante. Era irreconocible en ese sentido. Por otro lado, su cabello seguía viéndose suave y su apariencia física seguía siendo muy delgada.

Pude notar su disgustada cara tras la petición de su madre, quizás no era la primera vez que debía hacerlo, pero vaya que parecía ser un reto para él dirigirle la palabra a una persona desconocida, porque aunque yo lo conociese de niño, dudaba mucho que Changmin se acordase de quien era yo.

Ya cuando creí que no había caso, sus descontentos ojos se unieron con los míos apenas. El tiempo no me importo, era lo de menos, por fin me había tomado en cuenta y se enteró que existía.

 

 

— Hola, un gusto. —Dijo sin ánimo alguno.

 

Lo mire incrédulo y parpadee. ¿Era en serio? ¿Me estaba hablando?

 

 

— Ho...

— ¡Hola, Changmin, qué gusto verte de nuevo!

 

 

Junsu se apuró en hablar y estiro su mano en frente esperando que él también correspondiese el gesto, aunque creo que él estaba consciente de que Changmin no lo haría, no si estaba mirando el suelo y arrugaba sus labios demostrando evidente fastidio. No le caíamos bien, era obvio que nosotros no seríamos una excepción.

 

— ¡Chang...!

— Descuide, señora Shim, entiendo. —Interrumpió Junsu sonriendo mientras agitaba sus manos—. Sólo queremos que su hijo sea nuestro amigo. Changmin, ¿deseas ir a mi residencia?

 

 

Tome de inmediato el hombro de mi amigo cuando vi que lo estábamos incomodando demasiado, casi abusando de su espacio personal. Él seguía siendo muy sensible a la gente y no podíamos espantarlo a la primera si lo que deseábamos era todo lo contrario. Ya había sido bastante por hoy, si queríamos tener algún vínculo cercano con él debíamos avanzar muy despacio, era imposible invitarlo tan pronto a una casa que ni conocía con gente que tampoco conocía y tal vez no era de su total agrado, porque su cara de disgusto no se la quitaba nadie, ni mucho menos su madre que “disimuladamente” tironeaba su manga.

 

 

— No, disculpe. —De nuevo hablo, o mejor dicho, refunfuño.

 

 

Ahora me percataba de otra cosa... Changmin por fin hablaba, con escasa fluidez por supuesto, pero podía comprendernos. Algo bueno si rescatamos lo malo de sus largos años de ausencia.

 

— ¡Pueden ir a donde nosotros vivimos, lo recibiremos con una buena cena!

 

Dichas palabras por parte de su madre hizo que por inercia asintiese con la cabeza accediendo fácil a su invitación, algo que acepte sin siquiera pensarlo bien.

 

— Ningún problema, nosotros felices de ser sus invitados. ¿En la noche? —Pregunte.

— Por supuesto. Debo decir de antemano que mi esposo no está presente, sólo estamos mis dos hijas, Changmin y yo.

 

 

“¿Dos hijas...? Tenía entendido que eran tres. O sea, no por nada ellos se quejaban sobre el hecho de sólo concebir mujeres.” Pensé.

 

Prefiriendo dejar esa duda de algo, con una sonrisa Junsu y yo nos despedimos de ella, pues su hijo se marchó pronto, no dándonos el tiempo de decirle adiós... o hasta luego.

 

 

 

Habiendo invitado a Junsu a quedarse el tiempo que quedaba en mi hogar, ambos estábamos en la biblioteca, no leyendo libros, sino jugando ajedrez con tal de matar algo de tiempo mientras esperábamos que fuese la hora para marcharnos e ir a la residencia de la familia Shim a verlos, como habíamos acordado. En un comienzo cuando regrese me había arrepentido de haber aceptado la propuesta, pero con unas cuantas palabras tranquilizadoras de mi mejor amigo fueron de total ayuda para calmarme. La última vez que había estado allí era cuando tenía apenas doce años y era la fiesta de boda de una de sus hermanas mayores, una que termino en una furiosa pelea entre él con otros niños más. Uno no herido de gravedad, pero con una fractura de nariz, contusión en la costilla y moretón en el ojo, o eso había escuchado yo en ese tiempo, porque Steve desapareció en ese entonces, reapareciendo a las semanas después ya recuperado.

 

— YunHo hyung...

 

 

Moví una torre y capture la pieza de Junsu tirándola de manera sutil fuera de la tabla, para luego prestarle atención tan pronto escuche mi nombre ser pronunciado. Lo notaba tenso, nervioso, dudoso, e intranquilo, como si lo que quería decirme no era para nada bueno.

 

— ¿A ti te gusta Changmin...?  

 

Trague saliva con dificultad y tosí descontroladamente por culpa de esa pregunta tan inesperada. Es decir, ¿cómo no estar así? Ese estúpido estaba creyendo que yo era... ¡Él estaba loco!

 

 

— ¡¡C-Claro que no!! —Espete a regañadientes.

— ¡¡Sí, te gusta, estás rojo!! —Sonrió burlándose de mí.

 

Apenas dijo eso me tome los pómulos y me maldije a mí mismo al descubrir que en efecto estas ardían con intensidad, pero no, era por la pregunta que me había hecho, no por otra cosa, claro que no. Yo no era homosexual, y aunque no tuviera problemas con ese tipo de personas, ya que mi amigo lo era, estaba seguro de mi sexualidad, a mí me gustaban las chicas, sí, sí, sí. El hijo de los Shim era un hombre, ¿cómo gustarme? ¡Por favor!

Sin explicar mí enojo y frustración, me levante de mi asiento y desee irme de allí. Sin embargo, Junsu me detuvo tomándome con fuerza del brazo, reteniéndome.

 

— Perdón, no quería incomo...

— Yo no soy como tú, soy normal.

 

Voltee mi cabeza para mirarlo de manera fría y sentí como automáticamente el agarre de él se ablando cuando dije aquello, dándome libre oportunidad de huir a mi habitación. Avanzaba golpeando las paredes con mi puño, pero  fue entrar a mi recamara para que agarrase mis cabellos con ambas manos y tironearlos sin importar el daño que me causaba a mí mismo. Me merecía la peor de las torturas.

 

 

¿Qué rayos le había dicho...?

 

 

Las había jodido.

 

Notas finales:

Acuerdense de comentar, por fi. <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).